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MeanWhile por liuny

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Harry:

Luego de unos minutos más en clase, se decidió que podíamos salir, ya que nadie terminaba de aparecer para dar la cátedra. Así que, estábamos de camino a algún lugar guiados por Bella y Edward. Llegamos a la cafetería y me solté del brazo de Draco, ya para esos momentos no creía que fuese a escarparse a ningún lado, o atacar sorpresivamente a Edward.

— Bueno, estamos, todo lo solos que podríamos estar, por la próxima hora —Explicó Edward, tomando asiento también—. Ustedes saben qué soy... ¿Qué son ustedes? ¿Es lo justo, no?

— Somo Magos. Casi, casi como los de los cuentos...

— Potter. Algunas veces me pregunto qué hago aquí contigo... —Lo ignoré, era lo mejor que podía hacer en esos momentos.

— ¿Magos? —Preguntó Bella. Yo asentí, volviendo a prestarle atención a la muchacha de cabellos marrones—. ¿Aparecer cosas de la nada, transformar cosas... ese tipo de magos?

— Sí...

— Ahora, lo que no nos explicamos es ¿cómo pueden estar al sol?

— No hay sol —Puntualizó Edward señalando los ventanales.

— Los vampiros que nosotros conocemos, con sólo salir de mañana y sin sol, se hacen papilla...

— Más importante que eso. ¿De verdad son magos?

— ¿Quieres una demostración, Cullen? Puedo traer el sol aquí en estos precisos momentos... —Le gruñó Draco, yo volví a suspirar exasperado.

— ¡Estamos a la luz del sol, hurón oxigenado! —Le regañé un poco harto—. ¿Podrías, ya que no vas a comportarte, cerrar la boca de una vez por todas? ¡Te insonorizaré a la próxima! Lo siento, Edward. Draco es usualmente peor, pero, bueno...

— Cara-rajada...

— Eso lo oí... —Le hice saber amenazante—. Como sea. ¿Por dónde íbamos? Ah sí. ¿Por qué pueden salir al sol?

— Em... no nos calcinamos al salir al sol —Respondió el vampiro, inseguro.

— Entonces ¿son otra clase de vampiros? —Siguió Draco, cortésmente, ¡por fin!

— Hasta ahora somos la única clase de vampiros que existen.

— Diferimos —Dijimos Draco y yo a la misma vez. Nos miramos... y luego miramos a la pareja.

— ¿Están juntos? —Decidí preguntar, al ver que parecía un tema de cuidado eso del sol. Ella asintió sonrojándose—. Vaya... ¿Cómo haces con la sangre?

— Ese tema tiene historia. En realidad debería estar muerta. Soy la Tua Cantante de Edward...

— ¿En nuestro idioma? —Pedí tranquilamente una traducción.

— Su sangre me llama tan poderosamente que es teóricamente irresistible —Explicó él, tan sobrado. Ahora que lo veía bien, era igual a Draco... en personalidad cuando menos.

— ¿Cómo en el nombre de Merlín terminaron juntos en vez de ella muerta? —Soltó Draco, a mí me parecía que era un gran historia, también romántica, aunque yo era un caso perdido...

— ¿Merlín?

— Sí, Merlín...

— ¿El mago de larga barba blanca? —Esa última frase de Bella me hizo reír.

— Jamás me enteré si esa era la descripción de Merlín, pero, si dices eso en esta época te hablarán de nuestro ex-director.

— ¿Estudian?

— ¡Por supuesto que estudiamos, estúpida muggle!

— ¡Draco Lucius Malfoy!

— Ay perdón... que susceptible —Masculló, recostando la barbilla en su mano.

— Perdón, por centésima vez.

— ¿Cuál es su tirria contra los humanos? ¿Y qué significa “mucle”? —Preguntó Edward, molesto también.

— Olvídenlo, pasen de él. Niñito de papá aquí, no es más que un maldito consentido. La mayoría de los magos pura sangre, no toleran a las personas sin magias, y es muggle, Edward. Así que, son un poco perjuiciosos.

— ¿Sangre pura? —Yo suspiré divertido. Nuestros mundos eran tan diferentes y aquí podríamos pasar siglos jugando a las veinte preguntas.

— Es cuando un mago proviene de dos magos. A las personas que vienen de un muggle y un mago se les llama media sangre y a los magos que nacen de padres muggles se le llaman...

— Sangre-Sucia —Como odiaba que soltara la palabrita.

— Draco, sabes que no me gusta que digas eso... puedes usarlo para ofender a Hermione siempre y cuando, empecemos nosotros, pero, es horrible. Te recuerdo que mi madre proviene de familia muggle, así que, no jodas...

— Así se llaman, me remito a los hechos. Sangre sucias...

— Ya basta... no empieces, ibas muy bien.

— No me trates como si fuera un retardado mental.

— A veces lo pareces...

— Entonces, hay muchos magos —Trató de salvar la conversación, Bella.

— Somos una sociedad vasta —Se incorporó Draco a la conversación, con celeridad.

— ¿Y qué hacen aquí? —Ah, ya me estaba esperando esa pregunta. ¿Cómo responder sin ponernos en evidencias? Supongo que Draco saldrá con algún strike...

— No estamos aquí saltando de gusto y alegría, Cullen.

— Me temí una respuesta como esa —Me lamenté disponiéndome a disculparme otra vez.

— No hace falta que te disculpes —Me detuvo la pareja Cullen, antes de poder lograr mi cometido.

— Está bien, Harry. Entendemos que Malfoy es un poco, difícil de llevar —Siguió Bella.

— Agradezco la comprensión...

— ¡Estoy aquí, Potter! —Se exasperó Draco.

— Ya lo sé... no te sulfures, te arrugarás y si te arrugas, no te querremos...

— ¡Potter! —Ay, ay, ay... madrecita... ¿para qué encendí esa llama?

— ¡Lo siento Draquito, siéntate, por fis! ¿Si?

— ¡Te voy a matar, Cara-Rajada!

— Ejem... —Carraspeó Edward. Draco se sentó, arreglándose el cabello que en ningún momento se había desordenado debido a la cantidad insana de gel que recibía diariamente su cabello. Luego pasó a la corbata y luego a los puños de la camisa. Siempre tan predecible.

— ¿Por qué le dices cara-rajada? —Preguntó ingenuamente Bella, aunque, parecía haberse arrepentido al instante.

— Por que tiene la cara rajada, cegatona —Le respondió, siempre tan agradable él. Alzándome el flequillo y dejando ver mi cicatriz de rayo, dándome puntadas con el dedo índice en la frente, cerca de la cicatriz.

— ¡Vaya! Tiene la forma de un rayo. ¡Genial!

— Nooo... inclusive a los muggles les parece interesante ¿Por qué? —Lloré como alma en pena. Dejándome caer en la mesa.

— ¿Dije algo malo?

— Nah, no le pares... estaba mal de la cabeza antes de conocerlo —Le pegué un punta pie en la pierna.

— Ay, cara-rajada. Te recuerdo que me obligas a cocinar y puedo envenenarla... aunque, igual debería hacerlo, así nos libramos del “niño-que-vivió” de una vez por todas.

— Estúpido mortífago... —En ese momento, el timbre sonó y antes de poder hacer nada. La cafetería comenzó a llenarse.

— ¡Así que mis predicciones fueron correctas y no habían más asientos en biología! —Soltó alegremente una pequeña duendecilla que acaba de llegar a la mesa.

— ¡Alice! ¿Sabías y no nos dijiste nada? —Preguntaron al unísono Bella y Edward, molestos.

— Hola —Prosiguió ignorando a su hermano, inferido por el apellido y a Bella—. Harry, mucho gusto, soy Alice Cullen. …l es Jasper Hale. Jasper, querido, saluda...

— ¿Có... cómo sabes mi nombre? —Curioseé atontado, mientras ella sacudía mi mano con energía. Ella sólo guiñó el ojo y se sentó al lado de Bella.

— ¡Hola Rose! —Saludó la pequeña Pixie.

— ¡Malfoy tu hermana perdida! —Dije sin poder evitarlo al ver a aquella, bueno... fuera de este mundo. Rubia...

— No me compares con un vampiro, Potter... y no me busques...

— ¿Son los de la otra noche? —Preguntó Rosalie, inclusive hablaba igual a Draco, sentándose a mi lado.

— Sí, es tu hermano perdido —Respondió Bella, con una sonrisa truculenta en los labios.

— ¡Que no tengo hermanos, Isabella!

— Hola bebé —Saludó a la rubia un enorme humano, sentándose en la mesa. Parecía un oso y estaba seguro que medía el doble de lo que yo lo hacía y pesaba lo que Draco y yo juntos, entre tanto músculo—. ¡Oh! ¡Los de la otra noche! Que sorpresa...

— ¿Cómo que los de la otra noche? —Ya me preguntaba cuando iba a salir Draco al ataque.

— Anoche estaban en Port Angeles, pero, se fueron antes de poder decir hola —Explicó Alice—. ¿Quieres? —Me preguntó—. De todas maneras no me lo voy a comer...

Edward:

Mi familia había llegado a complicarlo todo. Especialmente porque las últimas visiones de Alice, de las cuales no tenía ni idea de que iban, puesto que todas las había bloqueado. Se hacía mejor cada día en esto de ocultarme sus pensamientos, eran acerca de los nuevos huéspedes, aparentemente magos, que habían aparecido. Iba a pedirle a Alice que por favor, no los provocara, especialmente al rubio. Cuando sucedió algo que no pensé iba a suceder.

— ¿Vieron? ¡Los nuevos están con los Cullen! —Observé como Harry, volteaba a ver quien había dicho eso. De repente, todo el mundo estaba hablando de ello, que los nuevos estaban sentados con nosotros. Esperaba que esta vez fuera más corta que la de Bella, no estaba dispuesto a permitir otra ronda de acosos por parte de aquellos adolescentes humanos.

— Veo que son populares —Se burló Malfoy, mirándose las uñas distraídamente.

— Como si necesitáramos esto —Se lamentó el pobre de Harry, estresándose repentinamente.

— No empieces, Potter. Son sólo adolescentes inútiles...

— Se supone que no tenemos que llamar la atención y ahora ¡todo el mundo nos mira!

— Es inevitable. Lo llevas en la sangre.

— ¡No me jodas, Malfoy!

— Ya bájale Potter. Lo último que necesitamos son truenos y tormenta... o... un incendio salido de ningún lugar —Ante eso último. Harry respiró profundamente y se acomodó mirando la mesa, tratando de evitar todas las miradas que estaban sobre él en esos momentos.

— ¿Está todo bien, Harry?

— Sí. Genial...

1

Esa noche, cuando llegué a la casa de Bella, estaba bien entrada la noche. Esme me había detenido con algunos favores, posiblemente mi Bella estaría dormida, pero, verla dormir era más interesante que quedarme en casa y ver a Emmett y a Jasper, jugar Halo. Yo jamás perdía, así que era aburrido jugar. Sólo esperaba que se les pasara el encanto y compraran otro juego de una vez. Cuando me disponía a escalar por la ventana, algo me distrajo. En la casa del frente, que resultó ser la casa del rubio presumido y Harry, estaba el ojiverde, sentado en la verja, con cara trágica y un cigarrillo en la mano.

Eso había destrozado mucho de la persona que había creado en mi mente. Jamás pensé que alguien como Harry pudiera fumar. Pero, aún así, mis piernas se movieron solas y me llevaron al lado del hermoso ojiverde. Porque, de verdad lo era. Yo consideraba hermosa a Bella, pero era consciente que había personas más bellas que ella. Y aquel chico, era uno de ellos. A pesar de ser un humano, bueno, un mago... según ellos mismos. Era, sublime y la luz de la luna que lo alumbraba sólo lo empeoraba.

— ¿Harry? —El chico se asustó y alzó la cara tratando de reponerse, parecía deprimido.

— Edward... ¿Qué sucede? —Preguntó, desapareciendo el cigarrillo. Cómo que al final si eran magos...

— Jamás te había imaginado del tipo que fuma...

— Je... no lo soy... pero... bueno... em... ¿Qué haces aquí? —Decidió preguntar al ver que no conseguía una respuesta coherente.

— Bella vive al frente.

— ¿Y subes por la ventana? —Me molestó con una sonrisa chula.

— Me atrapaste. ¿Y? ¿El rubio?

— ¿Draco? —Yo asentí.

— Necesita sus ochos horas de sueño de belleza... así que, está durmiendo.

— ¿Y tú?

— Estoy aquí, mirando el cielo —Respondió como si de repente el mundo estuviese sobre sus hombros—. Deberías irte, Bella te estará esperando... —Parecía que Harry era una persona solitaria y reservada. Demasiado reservada. Cuando me miró, me quitó el aliento... no tenía sus lentes, por lo que sus ojos me llegaron de lleno. Aquel profundo mar de esmeraldas. Era un color saturado, casi preternatural. Mi corazón muerto se estrujó al ver que una lágrima resbaló de sus ojos, él me quitó la cara, yo llevé mi mano a su mejilla para retirar la gota.

Al tocar su piel fue como si un choque eléctrico me recorriera el espinazo, fue un escalofrío lleno de emociones que jamás me habían tocado, era un momento mágico, creía inclusive ver la piel de Harry brillar a mi toque... unos momentos luego, Harry tenía los ojos abiertos de sorpresa y un millón de imágenes se mezclaron en mi cabeza, con gritos desgarradores, haciéndome jadear. ¿Aquello era la mente de Harry? Quité mi mano como si quemara y me encogí en mí mismo. Parpadeé, sintiendo un inmenso dolor, crecer en lo más profundo de mí. Jasper se hubiese vuelto loco de haber estado allí.

— Lo... lo siento... —Gimoteó él tratando de reponerse, sin embargo, más lágrimas cayeron. Eso fue aún más doloroso, casi una estaca atravesándome el pecho. Un sólo ser no debía ser capaz de sufrir de la manera que Harry lo hacía, tampoco debía ser capaz de poder esconderlo tan bien. ¿Cómo podía sonreír tan deslumbrante y abierto si estaba muriéndose por dentro?—. ¡Oh dios mío! ¡Estás llorando sangre! —Ante sus palabras me llevé las manos a la cara y cuando vi mis dedos, estaban cubiertos de sangre... me sentía único e inestable. Estaba llorando. Ni en mis más salvajes sueños me hubiese imaginado eso. Carlisle me había dicho que no importaría jamás cuanto sufriera nunca iba a poder derramar una lágrima más. Esas noches, cuando sólo quería romperme en pedazos y llorar hasta que no quedara más de mí. Carlisle dormía conmigo, abrazándome y tratando de darme ánimos, diciendo que todo iba a estar bien. Jamás nada estuvo bien—. ¡Soy un monstruo! —Escuché que decía Harry, levantándose y huyendo de mí. ¡…l no era un monstruo! ¿Cómo podía pensar eso? ¡Lograr hacerme llorar había sido uno de los regalos más hermosos que me habían entregado en mi vida! Me hizo sentir humano de nuevo, me probó estar... vivo, a pesar de lo macabro que debió verse a los ojos de Harry.

Me levanté y los sostuve en mis brazos, sintiendo de nuevo una mezcla entre las agradables sensaciones que era el tocar a Harry y el caos de imágenes que nos acosaban ahora que nos palpábamos de aquella manera. El destrozado ojiverde no tembló por mi frialdad, sólo trataba, con forcejeos, haciéndose daño, escapar de mí. O... no estaba muy seguro que supiera quién era yo. Sólo quería desvanecerse del mundo, escapar de la realidad. Yo comprendía muy bien esos sentimientos. Especialmente porque, no podía controlar sus protecciones o como fuera lo que utilizaba Harry como mago para detener mis invasiones mentales.

— Tranquilo —Le dije calmándome yo también. Apoyé mi mano en su frente y lo recosté de mi pecho—. Todo está bien, no eres un monstruo, Harry —Creo que por primera vez comprendí como se sentía Carlisle en esos días donde yo sólo quería irme con mis padres y no sufrir aquella maldición que era la eternidad.

— ¡Suéltame Edward! —Gritó debatiéndose más fuerte, entre mis brazos. Yo traté de sostenerlo en lugares que lo mantuvieran firme en mi agarre y no lo dañaran.

— Shh... despertarás a todos. ¿Por qué mejor no tratas de calmarte? —Susurré, sosteniéndole lo más fuerte que podía sin dañarle a causa de mi fuerza vampírica. Suspiré, tratando de no taparle la boca, para evitar los gritos eso sólo lo alteraría más—. ¿Si te suelto prometes, calmarte? —Pregunté luego de un rato. …l asintió aún con espasmos y los ojos fuertemente cerrados.

— Cullen —La puerta se había abierto de un trancazo. Genial... Malfoy había salido, con más mala leche de la que estaba acostumbrado—. Suelta a Harry en este preciso momento antes de que incendie tu inmortal trasero.

— No le estoy haciendo nada.

— ¿Y es por eso es que Harry está llorando? —Me arrancó hábilmente a Harry de los brazos, liberándolo de mí. Parecía que tenía práctica en ello. Ya que de haber sido humano, me hubiese lastimado a mí, mientras que Harry, permanecería intacto—. ¿Estás bien? —Preguntó acunándolo en sus brazos, y besándole la cabeza; dejando entrever un dolor que jamás pensé que alguien como el malcriado de Malfoy, pudiera expresar. Harry aún seguía perdido en su dolor, yo seguía en contacto con su mente sin pode evitarlo, por más que trataba de controlarme, no lo lograba. Los ojos grises de Malfoy me miraron y reconocí a un asesino despiadado y cruel, en ellos. Alguien que había sido entrenado para no tener piedad ni recato en el momento de la venganza—. Anda a acosar a tu novia, Cullen. No eres necesario... ¿Y tú que haces afuera, sabiendo que estamos rodeados de vampiros?

— Draco... Je fis pleurer sang... —Le hizo saber en francés, con un tono de voz perturbado, aún en sus brazos. Se apretaba a su pareja, no me quedaba duda alguna de que lo eran..., como si no hubiera mañana o como si Malfoy fuera a desaparecer en cualquier momento, entre espasmos y gemidos. Esa frase de Harry pareció molestarlo aún más. Yo no sabía qué hacer, no esperaba que todo eso terminara así. Simplemente había sentido la necesidad de consolarlo, al verlo tan triste y desolado mientras miraba el cielo...

— ¡Cullen, largo! ¡No lo repito! Y si te vuelvo a ver rondando a Harry, no será agradable, especialmente si lo encuentro como está en estos momentos...

Draco:

Era la hora de escuchar a Harry decirse monstruo, que sólo era un arma, un desperdicio de vida y quien sabe qué más insultos se le ocurrirían... como odiaba verlo así. Cullen iba a morir... Harry no había tenido un ataque de estos, desde que habíamos huido de Inglaterra. Y ahora, estaba de nuevo llorando en mis brazos como un cachorro asustado.

— Harry, tú no tuviste la culpa... —Traté de hacerle cambiar de parecer, aunque, sólo estaba gastando saliva. Como siempre—. Eso es lo que lloran los vampiros. Sangre...

— No —Hipó, volviendo a apretarse a mis brazos. A veces pienso que Harry tiene la firme creencia de que voy a desaparecer en el peor momento—. …l no. Pude sentir su miedo... estaba tan desconcertado... sólo estaba tratando de ayudarme.

— Pues, gran ayuda resultó ser —Mascullé, sintiendo la ira poseerme de nuevo, le sostuve con más fuerza para evitar que los dos cayéramos más al piso, puesto que yo estaba ya acuclillado.

— ¡Draco!

— ¡Qué! Estoy diciendo la verdad. Ya basta, Harry. No eres un monstruo, no estás roto, vales mucho más que cualquier asqueroso humano que haya conocido y si no me dejas dormir en estos precisos momentos, Potter. Te mataré... —Cuando menos, rió. Y yo pude respirar más tranquilo... tal vez si íbamos a la cama y lo obligaba a dormir, lo haría. Sabría Dios cuando tiempo habría pasado sin dormir correctamente. Yo desgraciadamente, no podía estarle vigilando las veinticuatro horas del día. Al contrario del niño-que-vivió aquí en mis brazos, yo tenía que dormir. Si no lo hacía, no podría cargar con él y conmigo.

Edward:

Cuando amaneció, yo estaba aún dando vueltas sin rumbo alguno. Aún recordaba mi propia sangre en mis manos. Las imágenes caóticas, lúgubres y escalofriantes en la mente de Harry al tocarlo. Aunque... antes del desastre. Recordaba la calidez, la suavidad, el choque eléctrico. Fue algo nuevo para mí, ni siquiera con Bella había sentido algo así. Y tenía que aparecer el rubio... si no hubiese aparecido Malfoy, posiblemente hubiese logrado figurar que era lo que me sucedía con Harry. Sin muchas ganas de estar rodeado por alguien hoy, tomé una decisión que seguramente Alice estaría viendo en estos momentos. Cuando saqué el celular para hacer una llamada me llegó un mensaje de texto.

Yo llevaré a Bella a la preparatoria si ella quiere, tú despreocúpate”.

Como decía, la pequeña duendecilla malvada se hacía más buena en esto de predecir el futuro a cada día que pasaba. Sólo quedaba llamar a Bella, hoy no iría al colegio, no quería enfrentarme a Harry de nuevo, no todavía, primero, quería serenarme y elegir bien mis palabras. No quería que el pobre ángel se sintiera mal por mi culpa.

— ¿Aló Bella? —Pregunté cuando me contestó.

¿Qué sucede Edward?

— ¿Crees que podrías irte con Alice hoy?

Sucedió algo malo.

— No Bella, no sucedió nada es sólo que... creo que haré novillos hoy.

¿No van a volver a sacar la sangre, verdad? Porque si es así, me ahorraré la pena y no iré.

— Que yo sepa no...

Bueno, no te preocupes, yo estaré bien. Me vendrá bien conducir. ¿Tú estás bien, verdad Edward? —Me preguntó suspicaz. Ella siempre tan perceptiva sólo esperaba que no comenzara a regañarme.

— Estoy bien, Linda —¿Qué podia decirle? ¿Te estoy pensando en ser infiel con el nuevo? ¿O algo así? Ya estoy pensando incoherencias...

Confiaré en tu palabra. Nos vemos luego, que se te pase lo que sea que tengas, Ed...

— Gracias Bella.

1

No sólo Bella iba a matarme, sino que Malfoy también se sumaría a la lista. No sabía exactamente que hacía allí, en el pórtico de la casa de Harry y Malfoy. ¿Qué tenía yo que acosaba a las personas por las que me interesaba de una manera en particular? Observar a la gente dormir por la ventana de su casa no es demasiado sano que digamos, es más, en estos momentos me sentía como un acosador de esos a los que al final terminan preso por cometer alguna locura... Harry, para el momento en el que llegué a su casa, dormía profundamente. Parecía inclusive cosa de la magia. Su mente, era un completo agujero negro. Un vacío que ni vida parecía tener, eso me hizo sentir algo inquieto.

No sentía la esencia del amargado rubio, pero, con ellos no podía dar nada por sentado. Así que, decidí quedarme lo más lejos que pude. Todos estaban en sus trabajos y no había ni un alma en metros, así que, ese vacío que era la mente de Harry en ese instante, me llenó de paz. Jamás había tenido un momento tan tranquilo como el que estaba teniendo en esos momentos. Me disolvía en la preocupación y el alivio. El corazón de Harry latía suavemente y era casi como... un ritmo constante... una melodía que comenzaba formar notas armónicas en mi cabeza. Comencé a censurarme. ¡No le compondría una canción a Harry! ¿Qué me estaba pasando? Estaba siguiendo el patrón de conducta que tenía cuando... estaba comenzando con Bella. Me senté en forma india tratando de figurarme, pero, lo único que logré conseguir fue... un... dolor de cabeza. O lo que fuese que nos diera a los vampiros en cambio.

Escuché que unos pasos se acercaban y decidí irme. No sé por qué pero, no quería tentar el temperamento del pequeño Dragón, especialmente por Harry. Que parecía ser la única cosa que protegía el rubio a capa y espada. Me fui a casa a ahogarme en mi nueva marca y dosis de misera, sólo esperaba que Esme no se diera cuenta tan rápido que algo me ocurría, aunque, no tendría tanta suerte. Nuestra madre olía nuestros problemas a kilómetros. No sé si es que algo en nuestra cara cambiaba o qué..., pero, siempre parecía saber cómo, cuándo y qué pasaba, sin detalles... hasta donde todos sabíamos, Esme no era ni telepática ni vidente.

2

Me senté frente el piano a pensar, y bajé la tapa. Si tocaba, sabía que terminaría componiendo otra melodía que llevaría estampado el nombre de Harry. A ver Edward... Hasta dónde sabes de ti mismo, jamás sentiste atracción hacia otros hombres, ni cuando estabas vivo y luego de muerto, ni siquiera hacia Rosalie. Me masajeé la frente. No podía dejar de preguntarme que diría Carlisle de todo esto. Ellos amanaban a Bella y esperaban estar con ella eternamente. ¿Por qué, yo no podía pensar en nada más que no fuera lo que había pasado anoche? El celular sonó... era un mensaje de texto. Lo leí a falta de algo mejor que hacer... aunque, tenía más ganas de estrellarlo contra la pared, frustrado como estaba.

No Edward, irte a Alaska te ayudará tanto como te ayudó la otra vez... si piensas en irte de nuevo, le diré todo a Carlisle. Sí, Edward, sé lo que hiciste el verano pasado...”

¡Pero si no estaba pensando irme a Alaska! No espera, sí lo iba a pensar, en algún momento tenía planeado comparar a Harry con las mujeres que había tenido en mi vida y, Tanya iba a ser una de mis más terribles opciones y si caía en histeria, Bella no podría ayudarme y tendría que huir como siempre a donde los Denalí. Otro mensaje de texto llegó...

Deja a Harry en paz. El rubio está en casa y te he visto prendido en fuego. REPITO: ¡Quédate dónde estás, por favor!”

Sí, eso habría sido lo siguiente a pensar después de Alaska, volver a dónde Harry y hablar con él. Suspiré, no quería que nadie se enterara. Sabía que Alice guardaría el secreto. No sabía como enfrentar a mis padres en esto. Carlisle era de la época en dónde los sodomitas eran decapitados y torturados. No sabía que tan estrecha o amplia era la mentalidad de Esme, ni siquiera yo era consciente que podría pensar en un hombre como pareja, hasta ahora. Estaba seguro de que Jasper entendería con toda su cuestión émpata. Emmett se burlaría un rato, y Rosalie seguramente me saldría con algún comentario sarcástico potencialmente hiriente... pero ¿Cómo es posible que me gustara Harry? Sólo habíamos intercambiado unas palabras y nos conocíamos desde hace dos días y medio... espera... creo que con Bella fue igual.

Ya ni siquiera era capaz de reconocerme, una locura me acometió... si lo intentaba; con Harry no podría irme igual que con Bella, ¡Dios mío! ¿En qué estaba pensando mi estúpida mente? ¡Yo amaba a Bella! Ella era mi vida. Sin embargo, lo que sucedió con Harry, fue más parecido a lo que le sucedió a Carlisle a Alice y a Rosalie con sus parejas. Puse los codos sobre la tapa de las teclas y luego, enredé los dedos en mis cabellos y dejé la frente en mis palmas. Era mejor calmarme. No iba a dejar a Bella, eso quedaba fuera de la discusión. Pero, parecía que mi cuerpo quería correr y estar dónde Harry en esos momentos. Comencé a mortificarme porque no sabía como estaba, y aquel vacío que mientras escuchaba su corazón latir junto a su respiración regulada, infundaba en mí, un sentimiento de paz, ahora, que no tenía la certeza de si vivía o no, comenzaba a carcomerme.

Ok. Luego de pensármelo un rato, llegué a la deliberada conclusión de que sí, sí podía pensar en Harry como mi pareja, que no lo admitiera abiertamente, era otra cosa. Harry podría ser la excepción con respecto a gustos sobre ese particular. Yo amaba a Bella y hasta el sol de hoy, inclusive Jasper estaba de acuerdo conmigo. Entonces ¿Qué pasó con Harry la noche anterior? ¡Si el estúpido de Malfoy no hubiese aparecido! Tal vez actualmente estuviera arrepentido de lo que fuera que hubiese pasado, o tal vez no... será mejor dejar de pensar en ese tiempo verbal. Lo mejor era ver a Bella...

Me sobresalté al sentir de nuevo el teléfono. Suponía que era Alice...

Ah no. Edward Anthony Cullen eso si que no... ¿Qué te crees que es Bella?”

Ergh... no quería enterarme jamás de qué había visto Alice... me levanté y me tiré en mi cama, cerré mis ojos y deseé poder dormir.

Harry:

Cuando me desperté. Draco estaba a mi lado, como siempre. Yo me incorporé con cuidado, sintiéndome más descansado y con la cabeza más ligera.

— ¿Sigues vivo aún, Potter? ¿El estúpido de Cullen te dejó sano y salvo...?

— Sigo vivo... aún —Le respondí aún algo grogui. Las pociones que me había suministrado Draco aún restaban en mi sistema, haciéndome sentir atontado. Suspiré—. ¿Por qué siempre me tienen que pasar estas cosas?

— No te preocupes Cara-Rajada. Loony llamó, no tengo ni la menor idea de cómo consiguió el teléfono y dijo que podía prenderle fuego al culo inmortal de Cullen sin problema...

— ¿Luna llamó? —Ay no... la pequeña vidente de la familia había entrado en acción. Un dolor de cabeza iba a llegar cuando pudiera sentir dolor en mi cuerpo.

— Eso dije. ¿Qué estás sordo?

— ¿Qué dijo exactamente?

— Nada que te importe, ya no te preocupes tanto. Yo me encargo del vampirito. Tu mantente cuerdo... no vaya a ser que causes un holocausto y todo se nos venga abajo. Loony pidió que te dijera la sangre sucia y el weaselette te mandaron saludos —Yo me llevé la mano a la mejilla, en la mejilla en la que Edward me había tocado, recordando todo lo que había sentido antes de que mis visiones de muerte y terror, arruinaran el momento. Estaba feliz que Luna pudiera contactar con Herm y con Ron, pero, aquello parecía más importante para mí en esos momentos—. Potter, knock, knock... —Miré a Draco—. ¿Ahora que pasa?

— ¿Sabes? Cuando... él me tocó... se sintió muy extraño.

— ¿Te tocó? Cullen es vampiro muerto... —Yo me reí sin poder evitarlo—. No me parece gracioso —Eso sólo hizo que mi risa aumentara—. Ya basta, Potter.

— Lo... lo siento, Drake... pero... —Volví a estallar en risas—. Creo que Edward está bastante muerto...

— Tú me entendiste —Me cortó cruzando los brazos. Yo asentí volviendo a mi normalidad alicaída—. ¿Y a todas estas qué fue lo que sentiste cuando el cabrón de Cullen te tocó?

— No le digas así.

— Tiene novia... lo es... ¿Entonces? —Me presionó. ¿Cómo explicárselo? Pero, Draco sabía más de estas cosas que yo, tal vez sabría que sucedió y me ayudaría.

— La primera vez que lo vi. Todo mi cuerpo se revolucionó..., fue como... si mi magia se volviera loca. El corazón se me aceleró, fue todo demasiado rápido. Me ahogaba... no sé si el sintió algo de lo que yo sentía, pero, mi magia lo quería. Anoche, fue... mágico. Cuando me tocó. ¡Es difícil describir con palabras lo que sucedió! Fue como si me pusiera en concordancia con él.

Arsh... ¿Por qué mejor no te vuelves a dormir y te olvidas de Edward TENGO NOVIA Cullen?

— Ya sé que Bella es su novia. ¡No tengo pensado quitárselo! Hey, ni siquiera me gusta Edward Cullen.

— Nadie está diciendo que te guste Cullen. Sólo, duérmete, ¿sí?

— Que frustrante... —Mascullé yo.

— Ya Potter. Duérmete y aprovecha que las pociones te pueden ayudar...

TBC


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