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SI TU ME QUISIERAS... por Orseth

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Draco lo miró iracundo pensando ya en mil insultos, pero de repente recordó todo lo que Harry había hecho por él, la manera en que  lo ayudaba en todo, y aunque ciertamente era su obligación como auror y custodio, no lo era el hecho de ofrecerle un hombro donde llorar como lo había hecho ya en varias ocasiones, por lo que de repente se sintió avergonzado de sí mismo y simplemente pudo decir:


            -Lo siento, a veces olvido que eso soy.


            -No es tan complicado –dijo Harry sentándose en la cama- solo son unas pastillitas, con un par de tragos de agua te las pasas y ya.


            -No, en serio –dijo Draco sonriéndole tranquilizador- ya puedes dejarme solo, tengo muchas ovejas que contar.


            Un chispazo de culpa apareció en Harry, por lo que dudoso se quedó ahí un momento.


            -Mira... –dijo Draco sentándose de nuevo con cierta dificultad- seré sincero contigo por cinco segundos ¿de acuerdo?


            -Ok.


            -Sé que he sido un poco fastidioso...


            -¿Un poco?


            -Si, un poco –respondió Draco asesinándolo con la mirada- y me doy cuenta de todo lo que haces por mí, no pienses que no... has sido muy tolerante conmigo  y pues... te lo agradezco, así que intentaré no ser  tan...


            -¿Caprichoso?


            -Algo así.


            -¿Insoportable?


            -Pues...


            -¿Insufrible?


            -¡Esta bien, ya entendí el punto!


            -Ah bueno... –respondió Harry sonriendo.


            -Aunque claro, eso no incluye las píldoras.


            -Ya decía yo que era demasiado bueno para ser verdad.


            -Tengo además mis motivaciones personales para portarme bien, no creas que es solo por ti.


            -Me lo imagino... bueno, que descanses.


            -Gracias –dijo Draco haciendo nuevamente otra mueca de dolor.


            -¿Te sientes mal? –preguntó Harry notándolo.


            -Me duelen los huesos... –se quejó Draco sin terminar de acomodarse en la cama- y la espalda...


            -Habrá que comentárselo al señor Jackson.


            -No quiero que venga.


            -¿Otra cosa que te moleste? –preguntó Harry haciendo caso omiso a las protestas de Draco.


            -No, ninguna.


            -Draco...


            -¡Es que no quiero que venga, ese medimago me provoca escalofríos! –protestó Draco.


            -Lo que significa que si has tenido más molestias.


            -No.


            -De acuerdo –dijo Harry levantándose- que descanses.


            -eee... gracias –respondió Draco dudoso al verlo irse sin más- y tú deja de moverte tanto... –susurró Draco al quedarse solo y tocándose el vientre mientras hacía gestos- no siempre se gana, el helado puede esperar.


            Al día siguiente, cuando Harry llevó el desayuno, nuevamente volvió a encontrar a Draco bañado.


            -¿Otra vez? –exclamó Harry- ¿Qué te dije ayer?


            -Precisamente te dije que ya no iba a dar tanta lata –respondió Draco sintiendo un nudo en el estomago al ver el plato de cereal con yogurt.


            -Sabes que es peligroso.


            -De acuerdo, la próxima vez te llamaré –dijo Draco con un suspiro.


            -¿Lo harás? –preguntó Harry alzando una ceja.


            -Lo prometo –dijo Draco tomando aire antes de meterse una cucharada de cereal en la boca.


            Harry se sorprendió al verlo dar una arcada y tragarse el bocado sin decir nada.


            -¿Todo bien? –preguntó al verlo tomar otra cucharada.


            -Quiero vomitar... –respondió Draco tapándose la boca con una servilleta y cerrando fuertemente los ojos- pero te dije que me portaría bien, así que... así que me lo voy a terminar.


            -Vaya... –silbó Harry alzando las cejas.


            Una hora después...


            -Draco, ese cereal ya parece pegamento.


            -¡Pero si me lo estoy comiendo! –se defendió Draco.


            -Mejor te traeré otra cosa –dijo Harry levantándose y recogiendo la charola.


            -¿Ahorita? –preguntó Draco sorprendido.


            -Si ¿algún problema?


            -eee... no, ninguno –respondió Draco mordiéndose las ganas de gritar a todo pulmón que no tenía la mas mínima intención de ingerir un solo bocado mas.


            Rato después miraba con desconsuelo el plato con el pescado asado y la ensalada de lechuga que Harry había puesto frente a él.


            -Esto parece filete de ballena –exclamó tenedor en mano.


            -No es verdad, escogí uno pequeño.


            -Es que esta muy grande.


            -Dijiste que ya no ibas a protestar tanto.


            -¡pero es que...! de acuerdo –respondió Draco entre dientes.


            -Genial, me gusta tu nueva actitud –exclamó Harry sonriendo al tiempo que se recargaba en la silla y cruzaba los brazos.


            -Cállate, no es tan fácil –respondió Draco enfurruñado mientras picoteaba la comida.


            Una hora después, Harry comprendió que no iba a lograr que Draco comiera más después de haber hecho pedacitos el filete de pescado.


            -¿Tu plan es tragarlo  sin masticarlo? –dijo Harry mirando el plato- porque eso ya está hecho puré.


            -Solo estoy tomándome mi tiempo –respondió Draco muy digno.


            -Ah bueno, en fin, y aprovechando tu nueva actitud, te aviso que el señor Jackson vendrá a visitarte.


            -¿Hoy? –preguntó Draco sorprendido.


            -Si, ya no tarda en llegar.


            -¡Pero me siento bien!


            -Yo creo que no –dijo Harry con rostro serio- y en parte es mi culpa, y no porque yo lo provoque, sino porque como eres tan quejumbroso, llegué a pensar que exagerabas en algunas cosas.


            -Bueno sí, soy un exagerado, así que dile a ese medimagucho que no hay necesidad de que venga.


            -No puedo, en todo caso es tu chequeo semanal.


            -Pero...


            -¿Qué pasó con tu nueva actitud?


            Draco ya no dijo nada, solo lo miró resentido y simplemente dejó que Harry se llevara la comida; una hora después, el señor Jackson llegaba a su tan detestada consulta.


            -¿Y bien, como te has sentido estos días? –preguntó amablemente el medimago mientras colocaba un estetoscopio en el pecho de Draco.


            -Bien.


            -Dice que le duelen los huesos y la espalda –exclamó Harry, quien como era costumbre permanecía en la habitación.


            -Ya veo... –exclamó el señor Jackson mirando a Draco, quien simplemente arrugó el ceño y miró hacia otro lado- ya me esperaba esas molestias.


            -Estoy bien –volvió a exclamar Draco.


            -Hijo, si tu no me dices como te sientes ¿Cómo esperas que te ayude?


            -En primera, ya le he dicho que no me diga “hijo” –respondió Draco molesto- y  en segunda, si es tan buen medimago, usted debería saber cómo me encuentro ¿no?


            -Draco, deja de ser tan imbécil –exclamó Harry enojado- te sientes mal, dile que te pasa o yo mismo te patearé el culo hasta que hables.


            -Creo que no hay necesidad de tanta violencia –dijo el medimago sonriendo.


            -No necesito que usted me defienda –respondió Draco.


            -De acuerdo –dijo el medimago levantando las mantas- no me digas nada, tú mismo cuerpo me lo ira diciendo.


            Draco ya no dijo nada, simplemente dejó que el señor Jackson lo revisara.


            -Tienes los pies hinchados –dijo el medimago quitándole los calcetines- tendrás que dejar de usar calcetines.


            -Pues tengo frio en los pies ¿Cómo ve?


            -¿Eso es malo? –preguntó Harry refiriéndose a la hinchazón.


            -Bueno... –respondió el señor Jackson anotando algo en  un pergamino- es prácticamente normal y frecuente que se hinchen los pies y piernas, en la mayoría de los casos; este trastorno no es más que el síntoma de una de las muchas modificaciones que experimenta el organismo en el curso de la gestación.


            -¿Por qué pasa?


            -Es un ligero edema producido por una acumulación de líquidos, el organismo está reteniendo líquidos para producir más sangre, y ese aumento implica algo de hinchazón, hay varias cosas para tratar esto.


            -¿Cómo qué?


            -Para empezar no debe estar mucho tiempo de pie...


            -Claro, como me la paso danzando por toda la casa –exclamó Draco sarcásticamente.


            -Debe sentarse con las piernas en alto, tomar mucha agua, eso debe ayudar a disminuir esa incomoda sensación, usar medias especiales para embarazadas...


            -¡Yo no usaré medias para embarazadas! –exclamó Draco.


            -Siga –dijo Harry restándole importancia al comentario de Draco.


            -Debe beber mucho líquido y poner poca sal a la comida.


            -De acuerdo.


            -Dime joven Malfoy –preguntó el señor Jackson- te arde el estómago ¿verdad?


            -¿He?... no –respondió Draco sorprendido.


            -Claro –dijo el señor Jackson entendiendo la expresión del chico- En estos meses algunas mujeres padecen de ardores y regurgitaciones ácidas, a veces la causa es de naturaleza nerviosa; a esto hay que agregar una mayor relajación de toda la musculatura gastrointestinal provocada por las hormonas del embarazo, esto favorece un cierto reflujo del contenido ácido del estómago, te daré indicaciones –dijo dirigiéndose ya a Harry.


            -Bien –respondió Harry muy atento.


            -Y dime –continúo el señor Jackson dirigiéndose de nuevo a Draco- ¿Cómo va tu evacuación?


            -¿Mi qué?


            -Tu evacuación –repitió el señor Jackson- ¿Cómo te va en el baño?


            Draco abrió la boca entre sorprendido y sonrojado al entender a que se refería el medimago.


            -¡Yo no tengo por qué hablar de esas cosas con usted!


            -Va muchas veces al baño –respondió Harry.


            -A orinar, si... –dijo el medimago- eso es normal, el bebé está presionando la vejiga, por eso siente más urgencia de ir al baño, pero yo me refiero a...


            -¡Sé a qué se refiere! –interrumpió Draco con la cara roja- y le repito que...


            -No puedes ¿verdad? –interrumpió ahora el señor Jackson anotando algo mas en sus pergaminos- el estreñimiento también suele presentarse.


            -Por Salazar... –gimió Draco cubriéndose el rostro con las manos.


            -Eso no me lo había dicho –dijo Harry al medimago.


            -Es uno de los trastornos más comunes, el embarazo favorece el estreñimiento debido a la presión que ejerce el bebé al crecer sobre los intestinos impidiendo su actividad normal; además, la situación hormonal del embarazo hace que la musculatura de la pared intestinal se vuelva particularmente relajada, lo que reduce la movilidad intestinal.


            -¿Y qué podemos hacer? –preguntó Harry.


            -Debe comer fibra, beber mucho líquido y hacer ejercicio, te anotare que tipo de ejercicios puede hacer.


            -Ok, ¿y que con los dolores de huesos?


            -El esqueleto debe adaptarse a la nueva situación, todas las articulaciones y ligamentos se vuelven menos sólidos durante el embarazo debido a la acción de las hormonas y esto facilita las torceduras de tobillos y cosas parecidas, la pelvis se prepara para su nueva tarea dilatándose ligeramente, aunque sean muy pocos milímetros son suficientes para provocar dolor y aunque tú... –dijo refiriéndose  a Draco que escuchaba todo mirando un punto indefinido en la pared- no tendrás un parto común, aun así tus huesos se mueven y a medida que el embarazo avanza, la caja torácica se va ensanchando provocando a veces dolor en los intercostales, a veces ciertas técnicas de relajación pueden ser muy útiles, debes guardar reposo, pero para evitar las torceduras de tobillos fíjate bien por donde caminas.


            -Vaya... entonces es normal –dijo Harry.


            -Pues sí, hasta cierto punto sí.


            -¿Y qué hay de la espalda?


            -En los últimos meses el tamaño y peso de la panza obliga a la columna a un esfuerzo y postura distinta de lo normal. Muchas veces buscando el centro de gravedad, tomamos posiciones que no son las ideales para nuestra columna, provocando contracturas en ciertos grupos musculares, además, la presión del bebé puede provocar ciatalgias, dolores parecidos a pinchazos que parten de la región baja de la espalda y se prolongan por la pierna, ¿eso sientes, hijo?


            Draco solo torció la boca permaneciendo en silencio.


            -¿Has tenido calambres?


            -Draco... –dijo Harry duramente.


            -No, no los he tenido.


            -Te creo –respondió el señor Jackson- si los hubieras tenido, Harry ya lo hubiera sabido, pero aun así te diré que hacer si es que los llega a tener –dijo Dirigiéndose nuevamente a Harry.


            -¿Y porque pasa eso? –preguntó Harry muy interesado.


            -Los calambres pueden producirse en la parte posterior de los muslos y de las pantorrillas, principalmente por las noches. Las causas de los mismos pueden ser el cansancio, modificaciones circulatorias, o carencia de ciertas vitaminas u oligoelementos como calcio o magnesio... también has subido de peso, eso es bueno –dijo el señor Jackson registrando el peso de Draco con su varita, buen trabajo –añadió dirigiéndose a Harry.


            -¿Gordo?... que un rayo me parta –masculló Draco fulminando a Harry con la mirada.


            -No estás gordo –aclaro el señor Jackson al oírlo- aunque has aumentado un par de kilos, tu peso aun es bajo.


            Draco soportó una hora más de exámenes y revisiones hasta que por fin, el señor Jackson se fue; cuando Harry regresó a la habitación, encontró a Draco aun con las mejillas rojas.


            -¿Pasa algo? –preguntó mientras echaba una ojeada a los pergaminos con las indicaciones.


            -Nada –masculló Draco sintiéndose el ser más miserable de toda la tierra.


            -¿Entonces por qué esa cara?


            -¿Y todavía lo preguntas? –respondió Draco cubriéndose la cara con un brazo.


            Harry se sentó en la silla mientras exhalaba un suspiro.


            -Creo que ya sé porque –dijo mirándolo- todo esto te apena ¿verdad?


            -¿Apenarme? –respondió Draco sin descubrirse la cara- Potter, quisiera abrir un agujero y meterme ahí para no salir nunca.


            -Vamos, no es para tanto.


            -¿No es para tanto? –exclamó Draco quitándose el brazo de la cara para mirarlo- ¡Harry, ya conoces hasta lo más recóndito de mi ser!... además de otras cosas –añadió Draco con desaliento.


            -Mira –dijo Harry recargándo sus codos en sus piernas como para darle más énfasis a sus palabras- no pienses que no sé lo vergonzoso que todo esto te ha de resultar, pero...


            -No, no lo sabes –interrumpió Draco- ya no tengo vida privada ¡ya hasta sabes si puedo o no puedo cagar!


            -Draco...


            -Ese medimago es un idiota y la vida apesta –concluyó Draco con desaliento.


            Esta vez Harry ya no dijo nada, sabía que a Draco le sobraban razones para sentirse miserable, él también se sentiría muy avergonzado si su vida y su salud se vieran expuestas de esa manera.


            -Te dejaré solo un rato, vendré a verte a la hora de la cena ¿de acuerdo?


            -Sí.


            ________________________________________________________________________________


            A la hora de la cena, Draco comió sin protestar casi todo lo que Harry le había llevado.


            -Hasta raro se me hace que no protestes.


            -Te dije que me portaría bien –respondió Draco recostado en los almohadones.


            -Te ves cansado –dijo Harry observando su rostro ojeroso.


            -Me siento cansado... además estoy adolorido, ese medimago me lastimó revisándome el vientre con esa cosa con pantalla.


            -Tenia que revisar que todo anduviera bien con el bebé, ya cumpliste catorce semanas, quien lo diría.


            -Si, pero casi se monta encima de mí.


            -Oye Draco.


            -¿Si?


            -¿Y qué piensas ahora de tu bebé? ¿Sigues rechazándolo?


            -¿Por qué me preguntas eso?


            -Curiosidad.


            -Bueno... –respondió Draco alzándose de hombros- a veces me sorprendo a mi mismo hablándole, pero no como si fuera mi... bueno, ya sabes.


            -Ajá.


            -Si no como si fuera otra persona que me acompaña o que esta junto a mí y... ¡ah! –se quejó Draco de pronto.


            -¿Qué pasa?


            -De repente se mueve mucho... dame tu mano.


            -¿Cómo? –exclamó Harry desconcertado.


            -Que me des tu mano.


            Algo titubeante, Harry la extendió, por lo que Draco la tomó colocándosela en el vientre.


            -Me da vergüenza que me toques, pero que más da, me has visto todo.


            -¡Rayos! –saltó Harry al sentir un pequeño movimiento en la palma de su mano.


            -¡Uff! –gimió Draco aun con la mano de Harry en el vientre.


            -¡Se volvió a mover! –exclamó Harry abriendo tremendos ojos.


            -Me di cuenta –respondió Draco soltándole la mano.


            -¡Vaya! –dijo Harry impresionado- ¿y te duele?


            -Algunas veces, cuando se mueve mucho si... parece que estuviera jugando un partido de Quidditch ahi dentro.


            -¿Y no te da curiosidad el sexo?


            -No, ya lo probé y mira lo que pasó.


            -No hablo de ti, idiota –exclamó Harry rodando los ojos- sino del sexo del bebé.


            Draco sonrió  cansadamente antes de decir:


            -La verdad, no.


            -¿En serio?


            -Te lo juro, además ni siquiera lo he visto en la pantalla que trae el medimago.


            -Si, he notado que te volteas.


            -Además ese señor ha dicho que no ha logrado verlo, ha de ser muy tímido.


            Harry sonrió sin decir nada, vio a Draco moverse incomodo, por lo que se levantó diciendo:


            -Te dejaré descansar.


            -Nah... de todos modos no puedo dormir, me da insomnio.


            -El señor Jackson dice que eso lo causa la ansiedad y el estrés.


            -No pretenderá que tome alguna píldora para dormir ¿verdad?


            -¿Lo harías?


            -No me gustan, así que no tomaré absolutamente nada.


            Al oír eso, Harry no pudo evitar sonreír.


            -¿De qué te ríes? –preguntó Draco extrañado.


            -¿En verdad crees que has logrado sobrellevar esto sin ayuda?


            -¿A qué te refieres?


            -Hay otras maneras de medicarte, Draco, no solo con píldoras.


            -La comida –dijo finalmente Draco.


            -Si.


            -Ratas miserables, si me lo hubieran pedido de buena manera, yo hubiera accedido.


            -¡Si, como no!


            -Bueno, y a todo esto ¿Qué tanto necesito esos medicamentos?


            -Tu presión está subiendo demasiado, también por eso la hinchazón de tus tobillos y pies.


            -¿No que era normal?


            -Hasta cierto punto sí, pero el señor Jackson no quiso decirte nada para no preocuparte.


            -Que amable de su parte.


            -El hierro, el calcio y todo lo demás, ya lo tomas desde que llegaste; tus riñones están fallando, por eso te duelen, también estas recibiendo tratamiento para eso...


            -Para ya, me agobias –interrumpió Draco.


            -Tú preguntaste.


            -¿Entonces porque me pedías tomarlas si ya me las dabas?


            -El señor Jackson dijo que era para que sintieras cierto control de algo, que te haría bien.


            -Medicucho de mierda... –masculló Draco- el señor Jackson dice esto, el señor Jackson dice aquello...


            -Pero dentro de lo que cabe estas sobrellevándolo bien.


            -¿Bien?... que va.


            -Bueno, para empezar, este día si que me has sorprendido con  tu cambio de actitud.


            -Mi cambio de actitud... tengo un buen motivo para eso, ya te lo había dicho.


            -¿Y cuál es ese motivo?


            -No quiero parecer ridículo y cursi.


            -Draco, ya sé que eres ridículo y cursi.


            -¡Eso no es cierto! –exclamó Draco levantando la cabeza.


            -¿Y entonces cual es, pues tu motivación? –preguntó Harry riendo.


            -Tengo tres poderosas razones, o mejor dicho, hay tres personas que me impulsan a seguir.


            No había necesidad de ser un genio para adivinar quienes eran esas personas, por lo que Harry simplemente dijo:


            -Me alegra que tengas un motivo, pero ya duérmete.


            -No me acomodo, me duele la espalda y no puedo respirar bien –se quejó Draco con desaliento.


            -Haber... –dijo Harry levantándose y tomando una de las varias almohadas que había en la cama- ponte de costado.


            Con cierta dificultad, Draco se acostó de lado mirando hacia Harry.


            -¿Así?


            -Si –dijo Harry levantando las mantas- abre las piernas.


            -¿Así sin más?... ¿ni siquiera un besito?


            -No seas tarado –respondió Harry colocándole la almohada entre las rodillas- esto te ayudara a descansar mejor.


            -Gracias.


            -Que descanses.


            -Oye Harry...


            -¿Sí?


            -No usaré medias para embarazadas ¿verdad?


            -Eso no te lo puedo asegurar, si el señor Jackson te las receta no abra nada que hacer.


            -Ojala que no –respondió Draco bostezando.


            -Buenas noches.


            -Buenas noches –respondió Draco cerrando los ojos.


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