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SI TU ME QUISIERAS... por Orseth

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En su habitación, Draco ya dudaba de haber hecho bien en rechazar la ayuda de Remus para aplicarle la pomada, pero los pocos vestigios de orgullo que le quedaban, le hacían confirmar su decisión... aunque ciertamente ese orgullo le estaba costando mucho.


            Miró el reloj de pared que Harry tenía en su habitación y vio que eran las dos de la mañana; suspiró desalentado mientras se removía incomodo en su cama.


            -¿Duermes? –preguntó Harry abriendo la puerta suavemente aun sabiendo la respuesta.


            -No, cosa curiosa cuando he estado muy dormilón últimamente.


            -¿Cómo la estas pasando? –preguntó Harry como si no hubiese escuchado nada de sus quejas a solas.


            -Bien –respondió Draco ocultando la sorpresa de ver a Harry con otra actitud.


            -Tú no cambias –dijo Harry sentándose en la silla.


            -¿De qué hablas?


            -Te estas muriendo de dolor y aun así dices que estas bien.


            -Creo que ya es costumbre... Harry...


            -¿Si?


            -Yo... bueno... lo siento –dijo Draco en voz baja.


            Harry no respondió, por lo que Draco continuo hablando.


            -He pensado en lo que me dijiste sobre que somos amigos y lo entiendo de verdad, créeme... es solo que... bueno, es algo difícil para mí el terminar de adaptarme a esto, pero te prometo que hare un esfuerzo para ya no darte tantos problemas.


            -No Draco –dijo Harry recargando sus codos en sus rodillas al tiempo que miraba sus manos- tengo razón en todo lo que te dije, sí; pero también he sido insensible ante varios aspectos de tu situación... debí entender que no es tan fácil exponerse tanto ante los demás, es decir, algo tan privado como el bañarte, por ejemplo... no es agradable ser tan vulnerable y dependiente... cuando en Hogwarts todo el mundo estaba al pendiente de mi, de cualquier movimiento mío, lo detesté... es más, creo que me amargué por un tiempo; y ahora tú, expuesto de una manera tan abierta... siento no haberme dado cuenta de lo difícil que es para ti.


            -Esta bien –respondió Draco sonriendo cansadamente- creo que ambos entendimos el punto... oye, no estás vestido con ropa de cama ¿no estabas acostado?... son las dos de la mañana.


            -No, leía un poco –mintió Harry- ¿quieres que te ayude?


            -¿En qué?


            -La pomada.


            -Ah –exclamó Draco entendiendo a que se refería Harry.


            -Sé que te da vergüenza, pero creo que necesitas descansar.


            Draco sonrió forzadamente, deseaba dormir con toda su alma y no podía, por lo que finalmente respondió:


            -De acuerdo, pero no me veas el trasero.


            -Nah... Ni que lo tuvieras tan bueno –respondió Harry poniéndose de pie- dame tu mano izquierda, te pondré de costado para que tu tobillo lastimado quede en el colchón.


            Haciendo mil muecas de dolor, Draco quedó acomodado de costado, con una almohada entre sus rodillas.


            -Por eso no me gustan los hospitales –dijo Draco al sentir que Harry abría la parte de atrás de su bata- porque cuando quedas internado, andas con el culo al aire.


            -¿Ya has estado internado? –preguntó Harry paseando su vista por el redondo y firme trasero de Draco.


            -Si, cuando me contagie de fiebre de dragón.


            -¿¡Tú con fiebre de Dragón?! –exclamó Harry riendo- hubiese sido divertido verte estornudar y echar chispas por la nariz.


            -No fue nada divertido, las enfermeras me hacían tragar píldoras y pociones todo el tiempo, creo que por eso las alucino.


            -Si y yo soy quien paga por tus ridículos traumas –dijo Harry untándose un poco de pomada en las manos.


            -Las enfermeras tiene la culpa, yo no –exclamó Draco alzándose de hombros- me daban píldoras del tamaño de un limón.


            -Es obvio que eso es mentira –dijo Harry colocando su mano en la espalda baja de Draco, quien al sentir la presión, respingó adolorido.


            -¡Ah!


            -Cállate, que esto tú mismo te lo buscaste –dijo Harry comenzando a dar un suave masaje.


            -Pero si yo... no he dicho nada –masculló Draco apretando los dientes.


            -Calma –respondió Harry con voz suave- en unos instantes valdrá la pena.


            Y así fue, en cuestión de segundos, un delicioso calorcillo invadió toda la zona dolorida de Draco quitándole el dolor.


            -¡Ah... que rico! –exclamó Draco cerrando los ojos.


            -¿Ya viste que no es tan malo? –dijo Harry sujetándolo por la cadera con una mano mientras que con la otra continuaba dándole masaje.


            -Tienes manos prodigiosas... ¿así eres en todo? –preguntó Draco con malicia.


            -Pues claro –respondió Harry petulante- aquel que pasa por mis manitas, siempre regresa por más.


            -Dime de qué presumes y te diré de qué careces –dijo Draco sonriendo.


            -Yo soy la excepción de la regla –dijo Harry sonriendo también- así como en el Quidditch, no hay quien me gane.


            -¡Ja! ¿a poco muy bueno?


            -A las pruebas me remito.


            -Lástima que no puedo, sino haría que te tragaras tus palabras –respondió Draco con los ojos cerrados.


            -Y yo haría que te tragaras otra cosa –respondió Harry en su oreja sobresaltándolo- si en verdad tan poca experiencia tienes, déjame decirte que yo tengo mucho camino recorrido.


            La cercanía de Harry tomó tan desprevenido a Draco que ya no supo que contestar.


            -Listo –dijo Harry cerrándole la bata y subiendo las mantas- mucho mejor ¿cierto?


            -eee... si –respondió Draco aun desconcertado- gracias... oye ¿mañana me la puedes aplicar también? No quiero que Lupin lo haga.


            -Claro –dijo Harry regresando a la silla.


            -Me siento mucho mejor –exclamó Draco suspirando al tiempo que cerraba los ojos de nuevo.


            -Me alegro.


            Pero ellos no eran los únicos que no dormían, en otra parte de la casa, unos toquidos en la puerta se dejaron escuchar.


            -Adelante –respondió Sirius desde el interior de su habitación.


            -Buenas noches –saludó Remus vestido con bata y pantuflas- imaginé que tal vez te apetecería un té.


            -No, pero te lo agradezco –respondió Sirius sin siquiera mirarlo mientras fumaba sentado frente a la ventana de su habitación iluminada solamente con la tenue luz de una vela.


            -De todos modos te lo dejaré aquí –dijo Remus dejando una taza en la pequeña mesa- deberías aplicar un hechizo purificador –añadió viendo la nube de humo que flotaba en el ambiente; señal de que Sirius llevaba ya muchos cigarrillos gastados.


            -Lo haré luego –respondió Sirius pensativo, sin despegar la vista de la ventana, la cual comenzaba a mojarse debido a las gotas de lluvia que empezaba a caer.


            -¿La oscuridad es muy interesante? –preguntó Remus sentándose en la cama.


            -¿He? –exclamó Sirius distraído- lo siento, mi mente estaba lejos.


            -Me doy cuenta... ¿Qué sucede, Padfoot?


            -¿Qué sucede de qué?


            -Vamos amigo, algo pasa, algo te está molestando.


            -A mi todo me molesta, Monny, soy un amargado ¿recuerdas? –respondió Sirius exhalando una gran bocanada de humo.


            -Eso es cierto, pero por lo general lo disimulas muy bien –dijo Remus sonriendo- algo grande está a punto de estallar en esa gran cabeza hueca y no me lo puedes negar.


            Por toda respuesta, Sirius exhalo un largo y profundo suspiro como si estuviera agotado.


            -Padfoot... –continuo Remus mirando preocupado la espalda de su amigo que continuaba mirando sin ver la lluvia que azotaba la ventana- sé que la vida te ha enseñado a guardarte todo, pero recuerda que soy tu amigo, a mí puedes contarme lo que quieras, lo que desees.


            -¿Y tú que podrías hacer? –respondio Sirius sonriendo amargamente.


            -Bueno, los amigos a veces servimos solo para escuchar.


            Sirius apagó lo que quedaba de su cigarrillo en un cenicero lleno de colillas para volver a encender uno más; Remus ya no dijo nada, simplemente esperó paciente a que su amigo se tomara todo el tiempo que considerara necesario, para que al fin de lo que pareció una eternidad, Sirius comenzara a hablar.


            -¿Cómo me consideras como persona?


            -¿Cómo persona? –repitió Remus un tanto desconcertado por la pregunta- bueno... eres una persona de carácter duro, un tanto rudo y desconsiderado, pero de buenos sentimientos, valiente y leal.


            -¿Buenos sentimientos? –repitió Sirius sonriendo sarcástico, siempre mirando por la ventana, como si la conversación la sostuviera con la oscuridad de la noche.


            -Si –dijo Remus a su espalda, desde la cama- ¿Por qué lo preguntas?


            -Todos presumimos ser buenas personas, hasta que la ocasión perfecta se presenta para echarnos en cara que esa creencia es una completa estupidez.... ¿sabes porque me hice auror? –Preguntó Sirius volviéndose finalmente a ver a su amigo- ¿Por qué, a pesar de que el Ministerio me condenó sin siquiera molestarse en hacerme un juicio, prácticamente ahora estoy a su servicio?


            -Nunca me lo dijiste –respondió Remus- no eres muy comunicativo que digamos, pero siempre estuve seguro de que tus buenas razones tendrías.


            -Mis buenas razones... –masculló Sirius dándole la espalda y regresando a su posición original- dime Monny... ¿te ha sucedido que cuando te miras al espejo, no toleras lo que ves?


            -A veces –respondió Remus comprendiendo que su amigo se estaba abriendo con él como pocas veces lo había hecho desde su salida de Azkaban sabiendo lo difícil que le era hacer eso.


            -Últimamente no puedo verme al espejo... –musitó Sirius mirando el cielo relampagueante.


            -¿Qué es lo que ves que te desagrada tanto? –preguntó Remus.


            -Veo... lo que nunca quise ser... lo que odié durante tantos años encerrado  en esa nauseabunda y desolada celda de Azkaban.


            Sirius nunca hablaba de lo que había vivido en prisión a excepción de los pocos y escuetos comentarios que una que otra vez surgían, por lo que Remus guardó silencio.


            -Ahora que lo pienso... sabía que algo andaba mal cuando ingresé al departamento de aurores... algo que sabía que tarde o temprano me estallaría en la cara.


            -Dime, Padfoot... ¿Draco Malfoy hizo que ese algo estallara?


            -Draco Malfoy... –repitió Sirius apretando los labios- a él más que a nadie es al que no tolero ver, su sola presencia es... no lo soporto, esto es más de lo que yo puedo aguantar –añadió Sirius con desaliento.


            Remus guardó silencio observando la espalda de su amigo, espalda que parecía cargar una tonelada de penas.


            -¿Qué te lastima tanto, Padfoot? –preguntó Remus con voz serena- ¿Qué es lo que ves en él que te causa tanto dolor?


            Sirius sonrió con amargura al decir:


            -Me veo a mi mismo...


            -Padfoot... –musitó Remus sorprendido.


            -Ese niño, Monny... soy yo.


            Remus se levantó para sentarse en el suelo, debajo de la ventana, justo frente a Sirius, quien finalmente clavó sus profundos ojos en él.


            -Ese chico está lleno de miedo... –continuó Sirius- de dolor, de odio... la vida lo ahoga, lo mata poco a poco y él no puede hacer nada para impedirlo...


            -Como te sucedió a ti –exclamó Remus en voz baja.


            -Me hice auror... –dijo Sirius poniéndose de pie y comenzando a caminar por la habitación- para evitar que estas cosas sucedieran... para evitar que se cometiera una injusticia como la mía... dime Monny... –preguntó Sirius deteniéndose para mirarlo- ¿en qué momento pasé a ser tan ingenuo y mezquino?


            -Padfoot...


            -¿¡En qué momento pasé a ser como ellos?! –preguntó a Remus quien simplemente guardó silencio- ¡soy lo que odio!... ¡soy lo que durante tantos años aborrecí dentro de Azkaban!... cuando estoy junto a él quisiera arrancarme la piel y escaparme de mi mismo... –continuo Sirius caminando frenéticamente  ante un Remus que simplemente  observaba para después bajar la cabeza entristecido; sabia que algo afligía a su amigo, pero nunca imaginó que fuese algo tan grave.


            -Sigo prisionero... –susurró Sirius entre dientes recargando sus manos en el respaldo de la silla al tiempo que inclinaba la cabeza- llevo a Azkaban en el alma...


            Remus alzo la vista al percibir un ligero temblor en la voz de Sirius, y solo su largo y desordenado cabello le impidió ver que el último descendiente directo de la familia Black, estaba llorando.


            Deseó levantarse y abrazarlo con todas sus fuerzas, pero sabía que Sirius no lo permitiría, por lo que solo guardó silencio dejando que su sola presencia apoyara a su mejor amigo.


            Suspiros casi inaudibles se escucharon por un rato, hasta que Sirius exclamó en voz baja:


            -No puedo seguir haciendo esto... ya no puedo...


            Remus abrió la boca para responder, pero entonces una campanilla se dejó escuchar haciendo que Remus se levantara rápidamente y corriera a su habitación, pues esa campanilla era la señal de que un mensaje había llegado.


            Sirius pasó sus manos por su rostro mientras aspiraba profundo, iba a encender otro cigarrillo cuando Remus entró a la habitación diciendo:


            -Padfoot, lo que vayas a hacer, lo harás después, tenemos problemas.


            En la habitación de Draco, Harry observaba al chico rubio dormir profundamente; lo observó por un rato hasta que finalmente no resistió las ganas de sentarse en su cama; tocó delicadamente una mejilla, pasó su pulgar por la tenue mancha que la cubría y Draco ni siquiera se movió... luego tocó sus labios entreabiertos sonriendo al sentir su suavidad; pasó sus dedos por entre el cabello rubio sintiendo el cosquilleo de las sedosas hebras; el suspiro de Draco indicó lo profundamente dormido que estaba.


            -Si que estabas agotado –susurró Harry sin dejar de acariciarle el cabello- pero eres más obstinado de un asno... en fin, creo que sería más fácil  enseñarle a Buckbeak a comer con cubiertos, que a ti hacerte obedecer... ¿Qué voy a hacer contigo?... mi constante dolor... mi dulce pena...


Entonces se inclinó y lo besó en la cálida mejilla quedándose así por unos segundos, entonces la puerta se abrió haciendo que Harry se levantara sobresaltado.


            -Harry –dijo Remus ya vestido con ropa de día- nos vamos.


            -¿Qué pasa?


            -Asesinaron al señor Pierce –respondió Remus saliendo rápidamente de la habitación.


            Recuperándose de la impresión, Harry abrió el armario sacando un abrigo largo, pantalones de lana y demás.


            -Draco, Draco despierta... –dijo Harry suavemente moviéndolo por el hombro.


            -mmm... –gimió Draco sin moverse.


            -Draco...


            -No... no molestes... –balbuceó Draco entre sueños.


            Sin esperar más respuesta, Harry jaló sus pies a la orilla de la cama para levantarlo después por los hombros.


            -No jodas, Potter... –masculló Draco frunciendo el ceño pero sin abrir los ojos.


            Harry lo dejó sentado mientras le ponía el abrigo, una gorra y una bufanda.


            -¿Qué sucede? –preguntó Draco abriendo los ojos por tanto ajetreo.


            -Nos vamos –dijo Harry poniéndole un pantalón y una pantufla.


            -¿A dónde? ¿Por qué? –preguntó Draco ya despierto por completo.


            -Ven, te cargaré –dijo Harry urgiéndolo a ponerse de pie.


            -No, dime que sucede –exclamó Draco negándose con firmeza.


            Sin decir nada, Harry lo jaló de la mano haciendo que se levantara para terminar de vestirlo, pero al inclinarse para cargarlo, Draco lo empujó por los hombros diciendo:


            -A la mierda, Potter... no me voy si no me dices que pasa.


            -Como si te estuviera pidiendo permiso –masculló Harry levantándolo en brazos e ignorando cualquier protesta.


            -¡Bájame! –forcejeó Draco enfurecido al tiempo que se quitaba  la gorra- ¡quiero que me expliques que sucede!


            -No te la quites –dijo Harry bajando cuidadosamente las escaleras.


            -Vete al diablo, Potter, bájame.


            -Draco, eres muy alto, si sigues moviéndote así, nos caeremos los dos –respondió Harry con el rostro tenso por el esfuerzo.


            -Yo no te pedí que me cargaras –respondió Draco comenzando a quitarse la bufanda.


            -¿Listos? –preguntó Remus al pie de la escalera y varita en mano.


            -Sí.


            Draco ya no dijo nada al ver todo el movimiento, algo había pasado, eso era seguro, ¿pero qué sería?... solo una palabra llegó a su mente... “mortífagos”.


            -Ponte la gorra y la bufanda –dijo Harry con el rostro perlado de sudor por el esfuerzo.


            Draco obedeció automáticamente, pero no fue por el tono de voz de Harry, sino mas bien porque su mente estaba en otro lado; si estaban huyendo es porque alguien había descubierto el escondite, ese alguien solo podían ser mortífagos, y la única persona que lo buscaría con tanto ahínco solo podía ser una.


            Su corazón comenzó a palpitar acelerado... Roger... miró a Harry, quien miraba al frente dirigiéndose a una puerta oculta bajo la escalera, la cual Remus abrió diciendo:


            -Yo te cubro, Sirius está afuera, ya sabes que hacer.


            Sin decir nada, Harry entró al pequeño espacio debajo de la escalera en donde se veía un largo pasillo, el cual cruzó lo más rápido que le permitían sus piernas; al llegar a la puerta que estaba al final del corredor, esta se abrió automáticamente dejándolos pasar.


            Salieron del interior de un árbol que se encontraba en medio del bosque como si hubiesen estado escondidos dentro; la helada lluvia golpeó el rostro de Draco haciéndolo jadear.


            -Bájame –dijo Draco de pronto- estás muy cansado.


            Y era verdad, los brazos de Harry comenzaban a acalambrarse debido al peso, pero sin dejar de caminar por la húmeda tierra llena de hojas.


            -No lo hagas –dijo Harry sin detenerse.


            -¿Cómo?


            -No intentes hacer tiempo.


            -Yo no...


            Ruidos de golpes y gritos llegaron hasta ellos haciendo que Draco se callara; sin embargo estaba sorprendido... sorprendido por que lo que había dicho Harry era verdad y él no se había dado cuenta de que en el fondo en realidad no estaba pensando en el bien del auror.


            Harry caminó cerca de veinte metros en medio de la torrencial lluvia hasta un enorme árbol en donde finalmente bajó a Draco, quien se recargó en el tronco mientras veía a Harry sacar su varita diciendo:


            -¡”Accio tienda de campaña”!


            Una bolsa de lona surgió de entre el follaje del árbol yendo a dar a manos de Harry, quien la abrió enseguida para meter a Draco en ella; el interior de la tienda estaba completamente equipado, cosa que no sorprendió a Draco, quien calado hasta los huesos fue guiado por Harry hasta una cama, ya ahí lo secó con un sencillo hechizo  para salir inmediatamente después a colocar hechizos de protección.


            -¿Qué sucede? –preguntó Draco sentado en la cama al ver a Harry entrar de nuevo.


            Sin siquiera ocuparse de secarse a sí mismo, Harry se movía de un lado a otro siguiendo el protocolo en medidas urgentes de seguridad.


            -¡Harry, hazme caso!


            -Sabes que sucede –respondió Harry después de un momento- han venido a buscarte.


            Draco ya no contestó, sentimientos encontrados llenaban su pecho... angustia, esperanza, miedo... ¡Roger había ido a buscarlo!... ¿Quién mas sino él?... verlo de nuevo, encontrarse otra vez con él... sus esfuerzos para no desmoronarse estaban valiendo la pena... el  motor de su vida había ido a buscarlo.


            -Déjame ir... –musitó de repente sin siquiera pensarlo.


            Harry, quien ya había terminado de hacer lo que debía y ahora se mantenía atento en la puerta, fijó su mirada en él mientras decía:


            -No puedo.


            -Harry, por favor... –exclamó Draco con voz queda.


            -No insistas, sabes que no lo haré.


            -¿Pero que daño puede hacerte? –respondió Draco en tono cada vez mas suplicante- no va a pasar nada, solo soy un mortífago de tantos.


            -Guarda silencio por favor –dijo Harry con voz firme mientras volvía la mirada al bosque.


            La desesperación y angustia comenzó a apoderarse de Draco... ¿y si Roger entraba a la casa y no lo encontraba?... probablemente se iría sin saber que él se encontraba tan cerca.


            -Vamos Harry, puedes decir que alguien te lanzó un hechizo aturdidor y escapé.


            -Descansa, necesitas dormir –respondió Harry sin mirarlo.


            -¡Con un demonio, no necesito dormir! –exclamó Draco enfurecido- ¡lo que necesito es que me dejes ir!


            -Cálmate –respondió Harry en tono firme y sereno.


            -¡Miserable Griffindor de mierda! –Gritó Draco intentando ponerse de pie- ¡¿Quién te crees que eres?!


            -Siéntate.


            -¡No eres más que un patético auror de cuarta!


            -No te levantes o tendré que inmovilizarte –exclamó Harry con voz firme ignorando la pesadez que sentía en el pecho.


            -¡No eres nadie para darme ordenes, infeliz mestizo! –continuo vociferando Draco comenzando a cojear hacia él- ¡te exijo que me dejes ir!


            -Regresa a tu lugar –exclamó Harry comenzando a oír los ruidos de batalla cada vez más cerca, y aunque sabía que así estuvieran frente a ellos no los verían debido a los hechizos de protección, estaba muy preocupado por sus amigos.


            -Saldré de aquí y ni tú ni nadie me lo va a impedir –declaró Draco sintiendo un punzante dolor en el tobillo.


            -Regresa a la cama –dijo Harry caminando hacia él y tomándolo del brazo.


            Draco miró a su alrededor tomando lo primero que encontró; con su mano libre estrelló una lámpara directo en la cabeza de Harry haciéndolo tambalear.


            Aun aturdido por el golpe, Harry oprimió con fuerza el brazo de Draco haciéndolo gemir de dolor.


            -¡Suéltame!


            -Basta –dijo Harry con la sangre escurriéndole por la frente y arrastrando de nuevo a Draco a la cama.


            -¡No! –exclamó Draco forcejeando.


            Sin decir nada más, Harry sentó a Draco en la cama mientras éste no dejaba de gritar.


            -De acuerdo, haz el escándalo que quieras –dijo Harry- de todos modos ningún sonido sale al exterior.


            Ya sentado en la cama y sin ninguna posibilidad de huir, Draco ya no pudo más.


            -Harry... –exclamó con voz quebrada por la angustia- te lo suplico... déjame ir...


            Harry tragó saliva sintiendo cada palabra de Draco hundiéndose en su alma como un hierro candente en la más tierna cera, por lo que se dio la vuelta para no mirarlo.


            -Escucha... –dijo Draco tomándolo de la mano- lamento todo lo que te dije, no era en serio, de verdad... pero esto es muy importante... –añadió con voz temblorosa- es mi vida de la que hablamos, tú ya tienes la tuya resuelta...


            -Draco... –dijo Harry intentando soltarse.


            -Solo tienes que cerrar los ojos.


            -No te hagas esto.


            -Te lo ruego... –susurró Draco comenzando a llorar- quiero ser libre... escaparé y no volverás a saber nada de mi...


            -Entiende Draco –respondió Harry volviéndose finalmente a mirarlo- si por mí fuera, te dejaría ir si estuviera seguro de que estarás bien.


            -¡Estaré bien! –balbuceó Draco tomando la mano de Harry con sus dos manos.


            -Voldemort planea algo terrible, y la vida de cientos de personas estarán en juego, no solo se trata de ti o de mí.


            -¡Pero es que no hay ningún plan!... Harry, por favor... –dijo Draco  poniéndose la mano de Harry en la mejilla.


            Harry sentía que le cortaban el corazón en mil pedazos al ver la desesperación y angustia de Draco, y en verdad lo hubiese dejado ir si supiese con certeza que en verdad no había ningún plan siniestro detrás de todo.


            -Escucha... –dijo soltándose suavemente y acuclillándose frente a Draco- si todo sale bien, podrás volver a ver a Roger tarde o temprano.


            -Sabes que es mentira... –respondió Draco con los ojos anegados de lágrimas- si no es ahora, no será nunca.


            -Draco, yo no...


            -Dijiste que eras mi amigo –interrumpió Draco- en nombre de esa amistad te lo ruego.


            Harry inclinó la cabeza comprendiendo que Draco no iba a aceptar un “No” de ninguna manera.


            -¿Harry? –exclamó Draco esperanzado  pensando que Harry estaba considerando sus palabras.


            -¿Por qué no te acuestas y descansas un rato? –dijo Harry mirando los ojos grises que lo observaban atentos.


            -No quiero acostarme, lo que quiero es...


            -Si te calmas, prometo que veré como está la situación allá afuera.


            -Pero...


            -Es lo único que te puedo ofrecer.


            Comprendiendo que Harry no iba a ceder, Draco inclinó la cabeza derrotado.


            -Te ayudaré a costarte –dijo Harry levantándose.


            Cuando Draco quedó acostado dándole la espalda, Harry suspiró aliviado cuando después de unos minutos de llanto silencioso, escuchó la respiración pausada del chico; solo entonces reparó en el dolor punzante de su cabeza; tomó un lienzo para limpiarse la sangre, y justo cuando iba a aplicarse una pomada en la herida, un grito agudo lo sobresaltó.


            -¡Remus! –exclamó corriendo hasta la puerta escudriñando angustiado la oscuridad del bosque sin lograr ver nada aunque el ruido de la lucha continuaba llegando a sus oídos; debido al creciente ruido, lanzó un pequeño hechizo alrededor de Draco para que no despertara por el escándalo.


            Impaciente caminó de un lado a otro sintiendo el retumbar de los hechizos y los gritos de las maldiciones; deseaba saber que había pasado con Remus y con Sirius, ignoraba si ya habían llegado refuerzos no y eso estaba enloqueciéndolo.


            Un nuevo grito de Remus lo paralizó, por lo que apretando su varita hasta poner sus nudillos blancos comenzó a caminar frenéticamente de un lado a otro como león enjaulando comenzando a hiperventilar por la adrenalina; miró hacia Draco, sabía que nadie los encontraría en ese lugar y  que sus órdenes claras era no dejar solo al prisionero, y no tenía ninguna intención de desobedecer, pero un nuevo y doloroso grito de Remus, como si el más cruel Crucio le estuviese siendo aplicado, lo hizo tomar una rápida decisión.


            Salió de la tienda a la obscuridad de la noche con la lluvia aun cayendo a torrentes, encendió un tenue Lumos con el cual se alumbro por entre los árboles con todos sus sentido alertas; llegó hasta un pequeño claro en el que se giró para tratar de ubicar los gritos de Remus.


            -Sabía que solo así saldrías de tu escondite –dijo una voz atrás de Harry.


            Harry se volvió rápidamente varita en alto para encontrarse con un mortífago que lo miraba aproximadamente a cinco metros de distancia; un hombre alto y joven, de bellas facciones y ropa negra que contrastaba con su blanca piel, cabello castaño y ojos claros... Harry no necesito que nadie le dijera que ese hombre era Roger McGregor, quien simplemente dijo:


            -Tú tienes algo que es mío... y quiero que me lo devuelvas.


            ________________________________________________________________________________


            Ahí estaba... finalmente conocía al hombre que era dueño del corazón de Draco... al fin conocía al hombre que había salvado a Draco Malfoy en todos los sentidos en que se puede salvar a una persona... el motor y aliciente del chico del cual él se había enamorado; Se sentía extraño, era raro conocer en persona a aquel del cual había oído hablar tanto.


            -¿Ya terminaste? –preguntó Roger con voz serena.


            -¿Cómo dices?


            -Si... de observarme... a juzgar por tu expresión, sabes quién soy.


            -Pues sí –respondió Harry en el mismo tono sereno- Draco habla mucho de ti.


            -Que bien, eso significa que me extraña, por lo que creo entonces que no habrá conveniente en que regrese conmigo ¿no lo crees?


            A pesar de tener toda su atención puesta en Roger, Harry paseaba cuidadosamente la vista a su alrededor.


            -¿Buscas al hombre lobo?... ¡oh! En verdad lamento haberte preocupado así –exclamó Roger amablemente- no encontraras nada, fue solo un pequeño truco que utilicé para que salieras; a decir verdad no tengo idea de donde se pueda encontrar.


            -Ya veo –respondió Harry un tanto aliviado.


            -Bueno, a lo que vine –exclamó Roger sonriendo levemente- ¿Dónde está Draco?... me urge ver a aquel que es dueño de mi vida, me muero si no estamos juntos; así que no te preocupes, cuidare bien de él.


            -No dudo que literalmente mueras si no regresas con él... conozco los castigos de Voldemort.


            -No sé de que hablas, y con gusto me quedaría a charlar contigo, pero me temo que no dispongo de mucho tiempo, así que te agradecería que me respondieras ya, no tienes que molestarte en indicarme el camino, yo puedo ir por él.


            Harry observó el rostro de Roger; se veía muy tranquilo, y su tono amable hubiese resultado muy agradable en otras circunstancias.


            -Potter... –exclamó Roger ante el silencio de Harry.


            -¿Qué monstruoso plan tiene ahora tu señor Tenebroso? –preguntó Harry de pronto.


            -Vamos Potter ¿Dónde está Draco?


            -Está muy lejos de aquí.


            -Me importa una mierda si está al otro lado del mundo –respondió Roger sin perder la compostura.


            -¡Ah pues que mejor! Así no hay problema en que te retires con las manos vacías.


            -Potter... –dijo Roger sonriendo forzadamente al tiempo que apretaba son más fuerza su varita, con la cual apuntaba a Harry.


            -¿Por qué Draco es tan importante?


            -No tengo tiempo, Potter.


            -En cambio yo tengo todo el tiempo del mundo.


            -El me necesita y lo sabes.


            -¿Y desde cuando te interesa lo que él necesita?


            -¿Por qué preguntas eso?... si él te ha hablado de mi, sabes quién soy y lo que significo para él.


            -¿Y qué significa él para ti?


            -¿En verdad pretendes que nos pongamos a charlar como si fuéramos viejos amigos, Potter? –exclamó Roger frunciendo el ceño con extrañeza- porque si es así, tal vez podamos dejar esto para otro día.


-¿Por qué lo hiciste?


            -¿Cómo? –exclamó Roger sin entender.


            -Si... ¿Cómo pudiste poner en riesgo su vida de esta manera?


            -¡Ah! Ya veo a que te refieres... ¿y cómo sabes que fui yo?


            -¿Quién mas si no? son muchas coincidencias, por lo que vuelvo a preguntar ¿Por qué?


            Roger lo miró unos instantes antes de esbozar una pequeña sonrisa mientras decía:


            -¿Y en verdad piensas que te lo diré?


            Harry lo miró unos instantes  reevaluando la actitud de Roger.


            -Si tan seguro estas de que te lo vas a llevar ¿Qué más te da? –dijo finalmente.


            -Bueno, simplemente porque no se me da la gana contártelo –respondió Roger encogiéndose de hombros.


            -Ah estado a punto de morir y aun puede hacerlo.


            -¿Y crees que no lo sé?... todo estaba perfectamente bajo control ¿pues qué clase de medimago crees que soy?... uno mucho mejor que el inepto y decrepito que lo atiende, eso es seguro –respondió Roger con firmeza.


            -¿Qué planeas hacer con ese bebé?


            -En verdad no sé... –exclamó Roger con expresión analítica- si eres tonto o ingenuo... bueno, como sea, las dos cosas equivalen a ser idiota... dime Potter ¿en serio crees que te lo contaré?


            -Pues debe ser muy importante para montes todo este jaleo –respondió Harry con serenidad- o más bien dicho, para que Voldemort lo haga.


            -Eres tal y como me han dicho que eres, ignorante e irrespetuoso –respondió Roger con gesto serio.


            -¿Esperas que le haga reverencias a un estúpido loco de mierda con aires de grandeza?... tendría que ser un idiota descerebrado... sin intenciones ofender, claro.


            -Muy pronto se te acabará tu complejo de héroe –respondió Roger sonriendo forzadamente- y será un enorme placer ver como Dumbledore se revuelca en su tumba al verte a ti y a toda la partida de idiotas que te siguen, morder el polvo y postrados ante el señor Tenebroso.


            -Yo sabía que Voldemort estaba loco –respondió Harry- lo comprobé desde que era muy pequeño, pero aun me sorprende que pretenda utilizar en sus miserables planes a alguien tan inocente e indefenso como un bebé... ¿Qué demonios pretenden hacer con él?


            -Y vuelves a lo mismo... –respondió Roger con fastidio- ya veo porque eres tan molesto, pero ya me cansaste y además no tengo tiempo... ¿Dónde está Draco?


            -¿Y quién se supone que es el idiota ahora? –respondió Harry- ¿piensas que te responderé así sin más?


            -¿Donde está? –volvió a preguntar Roger con gesto duro.


            -Respóndeme algo... –dijo Harry de repente.


            -No respondo nada, dime donde esta –exclamó Roger impaciente.


            -No entiendo... –continuo Harry como si no lo hubiese escuchado- como puedes hacerle esto si lo amas.


            -Estoy hartándome Potter.


            -Si estas enamorado de él, deberías  cuidarlo... si estas enamorado de él, nunca hubieses permitido....


            -¡Yo no estoy enamorado de él! –gritó Roger enfurecido- ¡y juro por mi alma que te mataré para recuperarlo!


            Harry se quedó callado al ver la reacción de Roger, su rostro iracundo lo dejó sin habla.


            -¿¡Es que acaso te sorprende?! –Vociferó Roger al ver su rostro sorprendido- ¿¡quién puede enamorarse de un pobre y patético niño rico venido a menos que lloriquea cada vez que recuerda a su madre muerta!?... ¡por Morgana Potter, ni tú aguantarías eso!


            -Pero... pero él te ama... –susurró Harry.


            -Pues claro, el pobre es como un perro sin dueño que necesita una correa en el cuello para sentirse seguro –respondió Roger con el rostro enrojecido- no sabes todo lo que me costó prepararlo... preparar su cuerpo con dos gotas de poción en cada comida durante semanas, preparar el mío propio bebiendo repugnantes pociones... ¡vencer sus estúpidos temores para poder hacerle el amor!... en verdad no tienes idea, Potter... de lo difícil que fue lograr metérsela para hacerlo concebir a ese pequeño bastardo que lleva en el vientre...


            -Cállate –exclamó Harry entre dientes.


            -El tener que soportar sus agobiantes y constantes depresiones... –continuó escupiendo Roger con desprecio.


            -Te lo advierto...


            -¡Por Circe!... ¡ni su madre lloró tanto cuando la maté!


            Un silencio pesado pareció invadir el lugar en tan solo un instante; Harry se quedó sin palabras, lo mismo que Roger al ver a espaldas de Harry, a un chico de ojos grises que lo miraba fijamente mientras se sostenía de un árbol.


 

Notas finales:

AHORA SI, NOS LEEMOS HASTA LA PROXIMA!!!!

MUAJAJAJAJA!!!!!!!!!


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