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SI TU ME QUISIERAS... por Orseth

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            En el corto camino de regreso, el dolor no dejó a Draco ni siquiera insultar; lo único que podía hacer era poner sus manos en su vientre como si con eso pudiera contenerlo; pero al entrar a la cueva, su desesperación se hizo más patente.

 

            -Por favor Roger, déjame ir... –exclamó sin poder evitar el temblor de su voz- después de todo también es tu hijo... no puedes permitir que lo asesinen.

 

            -No lo asesinaran –respondió Roger mirando al frente.

 

            -¡Asesinarán su alma!... ¡es lo mismo!... Roger te lo suplico... –respondió Draco tocándole una mejilla- es tu hijo, tu deber es...

 

            -Es inútil Draco –interrumpió Roger llegando a la puerta de la tienda, la cual Stella abrió para dejarlo pasar.

 

            Al cruzar la pequeña sala y comenzaron a subir las escaleras, Draco tragó saliva; quería luchar con todas sus fuerzas, pero simplemente no podía, por lo que él pánico terminó por desbordarse.

 

            -¡Roger ayúdanos! –Exclamó tomando a Roger  por las solapas  cuando éste lo depositó en la cama- ¡es un ser indefenso, no dejes que lo lastimen!

 

            -Clarisse prepara todo –dijo Roger a una joven que estaba ahí mientras él se soltaba de Draco sin ninguna dificultad.

 

            -¡Te lo suplico Roger! –Gritó Draco comenzando a llorar- ¡por lo que más quieras, es tu hijo!... es solo un niño que no tiene la culpa de nuestros errores...

 

            Roger siguió en silencio mientras ataba a Draco a la cama.

 

            -¡El solo quiere vivir!... ¡tiene derecho a vivir!... ¡no le hagan daño, por favor!

 

            -Los instrumentos están listos señor –dijo la mujer vestida de azul mientras se colocaba un cubre bocas.

 

            -¡El no puede defenderse, Roger!... ¡él... él es solo un bebé! –Gritó Draco con el rostro bañado en lagrimas- ¡no me importa lo que me hagas, no me importa lo que me hiciste!... ¡toma mi vida a cambio!

 

            Roger se vistió una bata azul ayudado por la mujer, luego se coloco una gorra del mismo material en la cabeza, un cubre bocas y unos guantes para después con su varita conjurar un hechizo antiséptico sobre sí mismo.

 

            -¡Sé que no me quisiste! –Continuó Draco- ¡que yo no signifiqué nada para ti!... ¡por eso te pido compasión!... ¡Roger!... ¡Roger escúchame por favor!... ¡si pudiera te lo pediría de rodillas!... ¡si pudiera te besaría los pies!

 

            -Todo listo –dijo la enfermera después de haber aplicado  un hechizo antiséptico a toda la habitación incluido cada objeto dentro.

 

            -¡No, por favor! –Gritó Draco con desgarradores sollozos- ¡no lo hagas!... ¡Roger!

 

            Sin decir nada, Roger colocó una mascarilla en su rostro  a pesar de los vanos intentos de Draco por esquivarla moviendo la cara de un lado a otro hasta que finalmente la enfermera se la detuvo firmemente con las manos.

 

            Intentó contener la respiración cuando se vio atrapado por la enfermera haciendo que Roger dijera:

 

            -Tienes que respirar Draco, solo es cuestión de segundos.

 

            Mirándolo borrosamente debido a las lágrimas, Draco apretó los labios negándose a respirar la anestesia; pero tal como Roger había dicho, solo era cuestión de tiempo para que sus pulmones exigieran oxigeno dando por resultado el inevitable hecho de respirar.

 

            Una terrible pesadez comenzó a invadirlo haciendo que todo lo que le rodeaba comenzara a difuminarse.

 

            -Te... te lo suplico... –balbuceó Draco luchando por no caer en la inconsciencia.

 

            Lo último que sintió, fue una mano en su mejilla mientras Roger decía:

 

            -Tranquilo, solo duerme.

 

            Cuando constató que Draco ya estaba profundamente dormido, Roger sacó varias sabanas esterilizadas de un paquete, cuando de repente alguien abrió la puerta.

 

            -¡¿Qué demonios haces aquí?! –Exclamó molesto el medimago al ver a Greyback cerrar la puerta tras haber entrado- ¡ya esterilizamos todo!

 

            -Puedes volver a esterilizarlo –respondió el hombre lobo alzándose de hombros- solo te traigo un mensaje.

 

            -¿Y de quien? –preguntó Roger frunciendo el ceño.

 

            -¿Cómo que de quien?... de nuestro señor Tenebroso, por supuesto.

 

            Roger lo miró desconcertado al escucharlo.

 

            -Tú... ¿le dijiste lo que pasó?

 

            -No soy imbécil Roger, le informe solo cuando Malfoy fue localizado.

 

            -Pues no debiste hacerlo.

 

            -¿Qué no debí?... ¿pretendes ocultarle cosas así al señor tenebroso?

 

            -Claro que no, idiota... ¿pero para qué lo haces venir si esto estará infestado de aurores?

 

            -Es que él no va a venir.

 

            -¿Entonces?

 

            -Tengo órdenes claras y precisas para ti.

 

            -¿Ah sí? ¿Y cuáles son? –respondió Roger alzando una ceja.

 

            -Que seas tú mismo quien le lleve al bebé...

 

            -Pues claro, no te lo iba a confiar a ti, no soy estúpido.

 

            -No me has dejado terminar.

 

            -Bueno ¿y que mas?

 

            -Que en cuanto tengas al bebé, mates a Draco Malfoy.

 

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            -¿Qué ridiculez es esta? –exclamó el mortífago mirando con sorna la sombrilla rosa que le había quitado a Hagrid al haber observado de lejos su uso.

 

            Hagrid no respondió, su mente estaba con Draco lamentándose no haber podido hacer nada por él.

 

            -¿Cuántos aurores han venido? –preguntó otro hombre.

 

            -Estoy yo solo –respondió Hagrid mirándolo desafiante.

 

            -No lo creo, te ves muy estúpido para estar solo.

 

            -Y tú te ves muy estúpido para enfrentarme solo, por eso necesitas a toda tu partida de idiotas.

 

            El mortífago sonrió condescendiente comenzando a rodearlo con pasos lentos.

 

            -Tal vez un “Crucio” te anime a hablar –dijo al fin.

 

            Nunca en su vida suplicaría, y mucho menos a un mortífago, mas ahora en la que Hagrid vio en eso una magnífica oportunidad para alertar a Harry... si querían oírlo gritar, él les daría gusto.

 

            -Ya te dije que estoy solo, mortífago de mierda –exclamó Hagrid con todo el desprecio del que fue capaz.

 

            -Lo que digas –respondió el hombre sonriendo socarronamente mientras le apuntaba con su varita- ¡Crucio!

 

            Un rayo de luz roja salió de la varita dando de lleno en el semi gigante, que al instante sintió como si cada nervio de su cuerpo fuese desgarrado lentamente; por lo cual no fue ningún esfuerzo gritar a todo lo que sus pulmones daban.

 

            Pero justo en ese momento, en el centro del valle, una gresca entre los gigantes se desataba provocando tanto escándalo dejando oír solamente gritos, alaridos e insultos en un idioma extraño, que para el caso daban lo mismo al ser docenas de gigantes gritando furiosos al unísono.

 

            Aun en medio de su dolor y revolcándose en el suelo, Hagrid alcanzaba a escuchar las risas y burlas de los mortífagos, hasta que después de un rato que se le antojo eterno, el hombre cesó su tortura dejándolo jadeante en el suelo.

 

            -¿Y bien?... ¿Cuántos aurores están aquí?

 

            -Ya... ya te dije... que estoy solo... –respondió Hagrid entrecortadamente.

 

            -¡Crucio!

 

            Mientras tanto, del otro lado del valle, Harry alcanzó a escuchar el alboroto de los gigantes mientras revisaba una cueva.

 

            -¡Homenum Revelio! –murmuró Harry por lo bajo sin ningún resultado haciendo que exhalara un suspiro con desaliento- rayos... Draco ¿Dónde estás?

 

            Fue hasta una hora después cuando al fin el alboroto cesó dando por resultado varios gigantes decapitados destacando una cabeza que reposaba a los pies de Golgomath como señal de su victoria.

 

            -Malditos gigantes... –pensó Harry al dejar de oír el escándalo mientras saltaba de una roca; fue entonces que escuchó algo que lo hizo quedarse quieto.

 

            Si... definitivamente el grito que había escuchado pertenecía sin duda alguna a Hagrid, por lo que sintiendo el golpe de adrenalina comenzó a correr hacia donde escuchaba los alaridos; tardó casi media hora en llegar hasta el grupo de mortífagos que torturaban a su amigo por lo escarpado del lugar y por el cuidado de no revelar su presencia a los mortífagos, que ciertamente estaban alerta ante la llegada de cualquier auror.

 

            Rápidamente analizó la situación ideando un plan al haber contado cuantos hombres eran aproximadamente, por lo que  poniéndose en un ángulo en el que afectara a los más posibles, finalmente apuntó.

 

            -¡Bombarda Máxima! –gritó desapareciendo inmediatamente después de haber lanzado su hechizo apareciéndose en otro extremo de la zona haciendo lo mismo.

 

            Los mortífagos que quedaron de pie comenzaron a mirar a todas partes lanzando hechizos al azar mientras Harry continuaba apareciendo y desapareciendo al tiempo que les atacaba.

 

            Finalmente fue descubierto por el hombre que había torturado a Hagrid, por lo que conjurando un hechizo “Accio” desarmó al joven auror; sonriendo triunfante, el mortífago apunto a Harry diciendo:

 

            -Avada...

 

            -No tan rápido... –Exclamó Hagrid desde el suelo tomándolo con fuerza de un tobillo haciéndolo caer al piso, y con un simple puñetazo el hombre quedó noqueado mientras Harry corría hacia ellos para recuperar su varita y para auxiliar a su amigo.

 

            -¡Hagrid! ¿¡estás bien?!

 

            -¡Si Harry... gracias!  -respondió Hagrid recogiendo su sombrilla del piso- ¡encontré a Malfoy, pero se lo han llevado!

 

            -¡¿Hace cuento?!

 

            -¡Ya tiene mucho tiempo e iba muy mal!... ve a buscarlo mientras yo me encargo de estos.

 

            -¡Si! –respondió Harry dándose la vuelta y comenzando a correr.

 

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            Harry entró corriendo en la casa varita en alto después de esquivar a los gigantes mirando a todos lados sin encontrar a nadie, vio las escaleras y subió por ellas de dos en dos para encontrarse con un panorama inesperado apenas llegó al pasillo... sangre por todos lados incluyendo las paredes; temiendo lo peor caminó sigilosamente hacia la habitación que tenia la  puerta abierta y de la cual se asomaban los pies de  alguien tendido en el suelo.

 

            Cuando llegó a la habitación, no supo que lo sorprendió más, ver a Draco en una cama o Greyback muerto en el piso junto a Stella y Marcus con toda la habitación destrozada; rápidamente pasó por encima de los cadáveres para correr hasta la cama en donde Draco yacía como muerto.

 

            -¡Draco, Draco! –Exclamó horrorizado al ver su extrema palidez- ¡responde Draco!

 

            -El... él va a estar... bien... –susurró una voz a su espalda haciendo que girara veloz varita en alto para encontrar a Roger en el suelo con la espalda recargada en la pared, con una tremenda herida en el pecho que bañaba de sangre su cuerpo formando en el suelo un charco.

 

            Aun estupefacto, Harry miró a Draco descubriendo a simple vista lo que tanto temía.

 

            -¡¿Dónde está el bebé?! –Preguntó acercándose a él apuntándole con la varita- ¡contesta!

 

            Roger cerró los ojos mientras apretaba la mano que tenía en el pecho en un vano intento de contener la tremenda hemorragia.

 

            -Se... se lo han llevado... –respondió Roger abriendo los ojos.

 

            -¡Ya lo sé, idiota! ¿¡Pero a donde?!

 

            -Al... al Castillo de Peles... en Prahova Rumania... utilizando el “Imperius” hicieron que la... la familia propietaria les cediera la propiedad... y luego los suplantaron para no provocar sospechas... cerraron el Castillo al turismo y repelen a los muggles con un hechizo “Repelo muggletum”...

 

Roger miró los ojos de Harry leyendo en ellos la desconfianza, por lo que dijo:

 

            -No  gano nada con mentir... sé que voy a morir...

 

            Con una rodilla en el suelo, manchándose con la sangre del medimago, Harry preguntó:

 

            -No confío en ti, más vale que me digas la verdad o te aplicaré un “Crucio”

 

            -Tienes tres días... –continuó Roger sintiendo que le faltaba el aire- el... el ritual lo realizaran con la... luna llena...

 

            -Si estas mintiendo, yo...

 

            -Mira mis ojos, Potter... –interrumpió Roger tomándole sorpresivamente de la camisa con su mano ensangrentada- descubre en ellos... que digo la verdad...

 

            Sorprendido por la acción, Harry miró los dorados ojos de Roger desconcertándose al ver que lo miraba fijamente para finalmente preguntar:

 

            -¿Qué fue lo que pasó aquí?... ¿Por qué estas herido?

 

            -Yo... –respondió Roger cerrando los ojos y recargando la cabeza en la pared- yo debía matar a Draco y llevarle el bebé al Señor Tenebroso...

 

            -Entregaste a tu hijo –susurró Harry entre dientes.

 

            Roger sonrió cansinamente sin abrir los ojos para después de unos momentos comenzar a hablar.

 

            -Cuando... cuando lo tuve en mis manos... y oí su llanto... cuando su pequeña mano se... se aferró a la mía... –Roger soltó la camisa de Harry dejándola caer al suelo mientras continuaba hablando- era tal... tal como dijo Draco... tan pequeño... tan... frágil... ¿y sabes?... su... su cabello era castaño...

 

            Harry observó como de los ojos cerrados de Roger escapaban dos lágrimas mientras seguía hablando.

 

            -Tiene... tiene unos... hermosos ojos... los abrió por un momento y pude verlos... eran azules... tan profundos y misteriosos como el mar...

 

            Roger volvió a sonreír mientras exclamaba en voz baja:

 

            -Y yo... simplemente... no pude...

 

            Sin necesidad de que se lo aclarara, Harry comprendió a que se refería.

 

            -Entonces... –continuo Roger abriendo los ojos un poco mirando hacia la cama- se lo di a la enfermera para que lo limpiara... en ese instante decidí sacarlo de aquí... pero para lograrlo... tenía que matar a Draco... e irme con mi hijo... era... era una buena oportunidad para escapar con mi hijo... yo debía asesinarlo...

 

            -Lo cual tampoco hiciste –dijo Harry.

 

            Roger solo suspiró mientras tragaba saliva y sangre que ya escurría por la comisura de su boca.

 

            -Lo amas... ¿verdad? –susurró Harry.

 

            -Amarlo... –exclamó Roger con la vista fija al frente- cientos de veces me lo negué a mi mismo... pero dime... ¿cómo no enamorarse de esos ojos tristes?... ¿Cómo no amar... esa pasión oculta... en un bloque de hielo?... verlo sonreír por primera vez... fue como descubrir la piedra filosofal... tú debes saberlo bien, Potter... tú lo amas... –añadió Roger mirando a Harry a los ojos sorprendiéndolo por completo- lo supe... desde que nos encontramos en el bosque tu y yo... ¡ah! –jadeó Roger agachando la cabeza con un gesto de dolor.

 

            Harry levantó rápidamente su varita para aplicarle un “Vulnera sanentum” para detener al menos un poco la hemorragia.

 

            -¡No, no! –exclamó Roger tomándole la mano.

 

            -¡La ayuda aun tardara en llegar! –Respondió Harry- ¡esto servirá!

 

            -Déjalo así... no importa... de todos modos ya es tarde para mi...

 

            -Pero...

 

            -Mi corazón está destrozado... –interrumpió Roger- yo mismo lo rompí... y no se puede vivir sin corazón...

 

            -Roger... –dijo Harry sin saber que responder.

 

            -No vayas a decir... que debo luchar por mi vida... –dijo Roger soltándole la mano y fatigándose cada vez más.

 

            -Pero yo creo que deberías...

 

            -Tu buen corazón... te hace decir eso... pero ambos sabemos... que no lo merezco... yo sé... –continuó ante el silencio de Harry- yo sé lo que hice... y el daño que causé... sé que lloró lagrimas de sangre por mí... si, lo sé muy bien...

 

            Harry exhaló un pequeño suspiro mientras lo escuchaba hablar.

 

            -Sé muy bien lo que hice... –repitió Roger con voz más baja mirando la cama mientras nuevas lagrimas anegaban sus ojos claros- la muerte y el olvido... serán mi mejor castigo... me llevaré toda la tristeza, todo el odio... y todo el dolor que le causé... y tu... tu lo llenarás de cosas nuevas... –dijo Roger mirando a Harry mientras le sonreía dolorosamente- de cosas hermosas... lo harás... ¿verdad?

 

            Harry no contestó al instante, se sentía demasiado abrumado por el sentimiento aplastante de tristeza que invadía el ambiente.

 

            -Sé... que no necesitas que te lo pida... pero lo harás...

 

            -Si, lo haré –dijo Harry finalmente.

 

            -Yo... yo no te pediré... –exclamó Roger haciendo un esfuerzo sobrehumano para poder continuar hablando- que le pases... mis patéticas disculpas... no podría insultarlo nuevamente pidiéndole perdón... solo... solo quiero pedirte algo...

 

            -Dime, si puedo lo haré.

 

            -Llévame hasta... la cama... yo... yo quisiera verlo... por última vez...

 

            Harry guardó su varita y se pasó un brazo de Roger por sus hombros levantándolo con cuidado.

 

            -¡Agh! –gimió Roger cerrado los ojos con fuerza al ser movido.

 

            Siendo prácticamente arrastrado por Harry, finalmente llegó hasta la cama en la que Draco yacía; Roger tragó saliva cuando lo vio, estuvo a punto de decir “lo siento” pero se mordió los labios conteniéndose.

 

            Acercó sus temblorosos dedos a la pálida mejilla tocándola suavemente manchándola de sangre cerrando los ojos al sentir la tibia piel; con dificultad se inclinó para besar sus labios... deseó decir tantas cosas... pero simplemente dijo:

 

            -Te amo...

 

            Entonces cerró los ojos permitiendo que la oscuridad que desde hacía rato luchaba por invadirlo, finalmente lo envolviera.

 

            Harry apenas alcanzó a sostenerlo cuando Roger se desvaneció; quedó de rodillas sosteniéndolo contra su pecho dándose cuenta de que ya no respiraba.

 

            Quedó estático sintiendo la cálida sangre de Roger empapar su cuerpo poco a poco... tragó saliva dándose cuenta de que lloraba... el dilema fue dilucidar él porque... eran tantas las emociones que lo embargaban, que sintiéndose abrumado, simplemente inclinó la cabeza dejando sus lagrimas fluir.

 

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            Cuando Draco despertó sin saber que se encontraba en San Mungo, aun en medio de la somnolencia que lo embargaba, intento hablar sintiendo una angustia aplastante.

 

            -mmm...

 

            -Draco... –escuchó entonces sintiendo un gran alivio al reconocer la voz.

 

            -¿Ha... Harry? –balbuceó abriendo los ojos encontrándose con un techo blanco.

 

            -Si Draco, soy yo –dijo Harry levantándose y acercándose a él.

 

            -¡Harry! –exclamó Draco mirándolo- ¡gracias!... ¡gracias al cielo!

 

            -¿Cómo te sientes? –preguntó Harry recargando su mano en la almohada.

 

            -Yo... yo estoy bien... Harry... –dijo Draco alzando su mano.

 

            -¿Si? –respondió Harry tomándosela.

 

            -¡Harry, Harry! –exclamó Draco intentando hablar rápido.

 

            -Calma Draco, aquí estoy.

 

            -¡Harry, que bueno que estas aquí!... ¡yo sabía que vendrías a ayudarnos!... fue espantoso... –añadió Draco cerrando los ojos mientras tragaba saliva sintiendo la boca seca- yo... yo escapé, pero nos atraparon... y... y...

 

            -Calma, ya estas a salvo.

 

            -¡Por Merlín, fue tan angustiante! –Dijo Draco soltándolo y cubriéndose la cara con las manos- pero llegaste... –añadió bajándolas y mirándolo sonriente.

 

            -Draco –dijo Harry sintiendo un nudo en el estomago.

 

            -Tú nos salvaste... –dijo Draco poniendo una mano en su vientre notando al instante algo extraño.

 

            Levantó su cabeza para mirarse, su vientre aun estaba inflamado, pero definitivamente ya no como antes; recostó su cabeza mirándolo interrogante.

 

            -Harry, no entiendo...

 

            -Escucha Draco...

 

            -Ya no esta... –interrumpió Draco palpándose ahora con ambas manos mientras lo miraba con los ojos muy abiertos.

 

            -No, ya no está.

 

            -¡Claro, pero si ya era hora! –Exclamó Draco recordando las últimas horas- que idiota soy... por un momento pensé que... oye Harry...

 

            -¿Si?

 

            -¿Te cuento algo?

 

            -Claro.

 

            -¡Lo vi, lo vi!... en uno de esos aparatejos como los que traía el señor Jackson ¿recuerdas cuales?

 

            -Si.

 

            -¡Oh Harry, fue increíble!... ahí entendí todo lo que me decías ¿recuerdas que me decías?

 

            -Si –respondió Harry viendo como brillaban de emoción los ojos grises.

 

            -Todo este tiempo fui un completo idiota, un verdadero imbécil... por eso escapé, me dijeron para que lo querían y yo no podía permitir que le hicieran algo tan monstruoso... Harry... ¿te puedo pedir algo?

 

            -Claro –respondió Harry sufriendo ya la tormenta que se avecinaba.

 

            -Yo... –dijo Draco intentando levantarse.

 

            -Cuidado.

 

            -Ayúdame.

 

            Cuando Draco quedó sentado con la espalda recargada en varios almohadones, miró a Harry comenzando a hablar nerviosamente.

 

            -Yo... bueno, yo sé que no me lo puedo quedar... –dijo el chico rubio sintiendo un nudo en la garganta- pero... ¿podría verlo?... digo, yo... quisiera conocerlo y... y cargarlo un momento si se puede.

 

            Harry recargó sus manos en la cama mientras agachaba la cabeza.

 

            -Será solo un momento –dijo Draco hablando bajito tocándole un brazo- te juro que no hare dramas... ¿Harry?

 

            Harry levantó la cara para encontrarse con los ojos grises llenos de lágrimas.

 

            -Sé que es ridículo que pida esto cuando durante tanto tiempo dije lo contrario –exclamó Draco riendo nerviosamente mientras las lágrimas escapaban de sus ojos- pero... pero soy un tonto, ya me conoces...

 

            -Draco...

 

            -Solo un momento, Harry... –dijo Draco con voz ahogada al tiempo que entrelazaba las manos en actitud suplicante- sería... sería solo un ratito... puedes vigilarme tú o cualquier otro auror, verán que no tengo intenciones de lastimarlo... yo... yo me conformo con verlo una sola vez...

 

            Harry tragó saliva mientras veía a Draco suplicar.

 

            -Draco...

 

            -Por favor...

 

            -Draco escúchame –dijo Harry sentándose en la cama al tiempo que le tomaba las manos con una sola.

 

            -Harry...

 

            -Déjame hablar, por favor.

 

            -Si, si, lo siento.

 

            -Draco, lo lamento, no podrás verlo.

 

            Draco parpadeo un par de veces mirándolo fijamente para después decir:

 

            -Yo sé que quise lastimarlo una vez, pero eso fue antes, ya no pienso así Harry, te lo juro.

 

            -No tienes que jurarme nada, yo te creo.

 

            -¿Entonces? –preguntó Draco con un hilo de voz.

 

            -Draco, es difícil, pero quiero que seas fuerte.

 

            -¿Está mal, algo le pasó? –preguntó Draco alarmado.

 

            -No es eso.

 

            -¿Entonces?... ¿¡Harry, que le pasó?!

 

            -Draco... no llegamos a tiempo –dijo Harry mirándolo a los ojos- cuando llegamos ya se lo habían llevado; pero te juro que lo vamos a recuperar sano y salvo, ya sabemos donde están ocultos, se ha organizado un operativo de rescate, solo es cuestión de tiempo...

 

            -No... –Interrumpió Draco mirándolo con los ojos muy abiertos- eso... eso no es cierto, tú llegaste a tiempo y nos sacaste de ahí.

 

            -No Draco, no fue así.

 

            -Eso tuvo que ser así, de otra manera yo estaría muerto.

 

            -Las cosas no...

 

            -Tú me salvaste –interrumpió Draco- solo así se explica que yo esté vivo, por eso también lo salvaste a él, ¿Dónde está? ¿Por qué no me dejas verlo?

 

            -Draco, sé que es difícil –respondió Harry tomándolo suavemente de los hombros- pero...

 

            -¡No! –Exclamó Draco zafándose- ¡lo que sucede es que no quieren que lo vea!

 

            -No es verdad Draco, no es por eso, pero lo vamos a traer de regreso –dijo Harry intentando tocarlo de nuevo.

 

            -¡No, estas mintiendo, no quieren mostrármelo! –respondió Draco negándose al contacto de Harry.

 

            -Draco...

 

            -¡No, no!

 

            -¡Escúchame! –Dijo Harry tomándolo con fuerza de los hombros obligándolo a verlo- ¡iremos por él y lo rescataremos sano y salvo!

 

            -No Harry, no es cierto... no me digas eso... –respondió Draco quedándose quieto mientras comenzaba a llorar de nuevo- no se lo llevaron... dime que no es verdad...

 

            -Lo lamento Draco –respondió Harry sintiendo que se le partía el corazón- es verdad lo que te digo.

 

            -No, no, no... –balbuceó Draco sintiendo ahogarse por el llanto y sintiendo incapaz de moverse.

 

            -Confía en nosotros Draco, te lo vamos a...

 

            -No, no debe estar con ellos... –interrumpió Draco levantando las mantas.

 

            -¿Qué haces?

 

            -Voy... voy a buscarlo –respondió Draco intentando bajar las piernas a pesar de su evidente debilidad e ignorando el dolor que le provocaba su herida.

 

            -No debes levantarte –dijo Harry deteniéndolo por los hombros.

 

            -Déjame... –respondió Draco enceguecido por las lágrimas y retirándole las manos mientras continuaba intentando ponerse de pie- tengo que ir a buscarlo, yo... yo se lo prometí... le dije que lo cuidaría... que no dejaría que le hiciesen daño...

 

            -No puedes Draco, vuelve a la cama.

 

            -¡No, yo tengo que salvarlo! –Exclamó Draco quitándose las manos de los hombros mientras lo miraba con el rostro bañado de lagrimas- ¡él estaba contento!... ¡yo lo sentí!... ¡él creyó en mí!...

 

            -Draco, estas abriéndote la herida, has comenzado a sangrar...

 

            -¡Estaba asustado y yo lo conforte!... ¡Harry, él escucho mi voz!... ¡tenía miedo y yo le prometí que lo cuidaría!

 

            -Quédate quieto –dijo Harry tomándole las muñecas mientras Draco no paraba de hablar.

 

            -¡Estaba feliz!... ¡él estaba feliz!... ¡yo lo sentí, yo lo sentí!...

 

            -¡Draco escúchame! –Exclamó Harry tomándole ahora el rostro con ambas manos para obligarlo a mirarlo- ya estamos trabajando en eso.

 

            Draco lo miró fijamente en silencio mientras sus lágrimas continuaban fluyendo.

 

            -Draco... –susurró  Harry atrapando una con su dedo pulgar- no puedes ni caminar... debes recuperarte para cuando él regrese, porque él va a regresar, debes tener fe en ello.

 

            Draco no dijo nada por unos momentos mientras miraba los ojos verdes de Harry.

 

            -Mi... mi hijo... –musitó al fin.

 

            -¡Oh Draco! –exclamó Harry abrazándolo fuertemente sintiendo en el alma no poder disminuir en nada el dolor del chico.

 

            -¡Mi... niño! –sollozó Draco derrumbándose en los brazos de Harry- ¡mi hijo!... ¡mi pequeño!... lo... lo van a matar... y yo no puedo hacer nada...

 

            -No lo van a matar, lo traeremos de regreso, ya verás –dijo Harry acariciándole la espalda tratando de consolarlo.

 

            -Déjame ir a buscarlo... –exclamó Draco deshaciendo el abrazo para mirarlo a los ojos- te lo suplico...

 

            -No estás en condiciones –respondió Harry acariciándole el cabello.

 

            -Harry, por favor...

 

            Harry iba a responder pero la puerta se abrió dejando a ver a Emmeline.

 

            -Harry, solo faltas tú.

 

            -Ya voy, Emmeline.

 

            -¡Harry por favor, déjame ir contigo! –exclamó Draco sujetándolo de la ropa.

 

            -No puedes Draco –respondió Harry levantándose mientras se soltaba con suavidad.

 

            -¡Harry!

 

            -Mírame... –dijo Harry hincándose frente a él- te juro por la memoria de mis padres que traeré a tu hijo de regreso.

 

            -Hazlo Harry... te lo suplico... –balbuceó Draco inclinando la cabeza.

 

            Harry volvió a abrazarlo; abrazo que Draco no correspondió pues una terrible debilidad y desolación se habían apoderado de él; lo único que atinó hacer, fue volver su rostro al cuello de Harry murmurando:

 

            -Me moriré si no... Si no lo tengo en mis brazos... quiero a mi hijo conmigo...

 

            -Todos nosotros lucharemos, ni tú ni él están solos.

 

            -No, a todos solo les interesa derrotar al señor Tenebroso... mi bebé no les importa...

 

            -Eso no es verdad.

 

            Pero la puerta volvió a abrirse apareciendo de nuevo Emmeline.

 

            -¡Harry!

 

            -Si, ya voy –dijo Harry levantándose- Draco, confía en nosotros.

 

            -Tráelo Harry.

 

            -Lo juro... ahora procura descansar.

 

            Draco ya no dijo nada, simplemente tomo la mano del moreno oprimiéndola.

 

            Harry se inclinó besándole suavemente los labios, y sin decir nada mas salió de ahí.

 

 

Notas finales:

Bueeeno, hasta aqui por ahora, espero que mis explicaciones hayan quedado claras, sino, pues sientanse en libertad de preguntar.

¡ah! y gracias x sus comentarios de nuevo, recuerden que hay un premio esperando.

besitos!!!!!!!!


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