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SI TU ME QUISIERAS... por Orseth

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Notas del capitulo:

¡¡¡Wooooow!!!... finalmente estoy aquí, queridísima pandilla amante del lemmon… sip, sé que más de uno quisiera cruciarme el culo por haber tardado tanto tiempo, pero ustedes sabrán, si me matan, olvídense de saber que pasa al final.


Y bueno, explicare porque tarde tanto, primero, cuando actualizo me tomo un par de semanas en descansar el seso, vaya, mi musa también duerme ¿eh?... pero como ante todo soy otaku de corazón y había pospuesto durante mucho tiempo ver la serie “Naruto” pues me puse a verla y… ¡¡oh x Dios!!... no pude despegarme de la tele hasta no darle fin a los 380 capítulos mas OVAS, y no fue algo tan fácil para que sepan, pues hay que trabajar, comer y dormir, lo que me dejaba solo un margen de un par de horas para plantarme frente a la tele; pero bueno, cuando le di fin a la serie (aun continua x cierto) y me dispuse a por fin aplastarme frente a la PC… ¡¡resulta que la pobre fue a dar con el técnico y tardaron otro par de semanas en regresármela!!


Y para ya no hacérselas tan cardiaca, cuando al fin pude sentarme a escribir… mi musa se va de vacaciones juar juar juar!!!!


Pero bueno, la mande a traer de regreso (se fue a Japón, x cierto… a ver a mi marido Gackt) y la puse a trabajar.


Así que ya no les entretengo mas, solo un punto importante para este capítulo, mucha, mucha atención con los nombres, no se me vayan a hacer bolas, ¿ok?


Bueno, ahora si… ¡¡¡a leer!!!

CAPITULO 24


                                                                                                                                            


            -Técnicamente el plan que hemos trazado está muy bien –dijo Sirius mientras esperaban a Harry y ultimaban detalles- pero hay muchos huecos en el, los mortífagos que capturamos no dijeron gran cosa, no sabían nada en realidad.


            -Si… -concordó Kingsley- como el saber exactamente qué es lo que alcanzó a ver la enfermera antes de escapar con el bebé de Draco Malfoy.


            -Ya estoy aquí –dijo Harry apareciéndose de San Mungo recibiendo al momento de manos de Greyback un vaso lleno de una poción verde, el cual bebió con asco después de agregarle unos cabellos de Marcus.


            -Hemos decidido que por lógica alcanzó a huir sin lograr ver gran cosa –dijo Remus con el rostro de Greyback- ya que Roger no pudo detenerla por enfrentar a los otros tres mortífagos y aunque no podemos asegurar eso, no tenemos alternativa, es una moneda al aire.


            -Por eso confiamos en ti –dijo Kingsley mirando a Remus fijamente- evita a toda costa la Legeremancia del que no se nombra, gran parte de este plan depende de ti.


            -Lo sé –respondió Remus guardándose en el bolsillo tres viales con pociones distintas- por eso haré lo que tengo que hacer.


            -Que asco… -murmuró Harry dejando el vaso en un mueble comenzando a sentir los efectos de la poción multijugos.


            -No sabemos qué tipo de protecciones tengan colocadas –dijo Remus- pero esperamos poder confirmar su llegada, aunque no estamos seguros.


            -Es un gran riesgo pero no te preocupes Moony –dijo Sirius, quien había sido elegido para liderar los grupos de aurores que llegarían después- si no puedes confirmar nuestra llegada sin problemas, el margen  que tenemos de llegar a media noche, les dará tiempo a ustedes de algún plan alternativo, además las contraseñas de seguridad entre nosotros serán de gran ayuda al momento de saber quién es quién cuando volvamos a vernos.


            -Hablando de eso –intervino Kingsley dirigiéndose a todo el grupo- recuerden los objetivos de la misión; la prioridad es eliminar al que no debe ser nombrado y recuperar a ese niño sano y salvo, por eso les reitero… -añadió mirando a cada auror fijamente mientras ponía énfasis a sus palabras- que no quiero prisioneros… cada mortífago muerto es una amenaza menos mientras se encuentren en ese castillo, si al final hay posibilidades de que los capturen con vida, adelante, mientras tanto si deben matar, háganlo sin dudar ¿entendido?... andando.


            Mientras Harry, convertido en Marcus, y Emmeline Vance convertida en Stella se dirigían al traslador que por fortuna era uno de cuatro que el Ministerio tenía en sus bóvedas, Kingsley llamó a Remus aparte.


            -Remus…


            -¿Sí?


            -Sabes lo que está en juego, nuevamente volvemos a tener esta oportunidad y odio con toda mi alma tener que decir esto pero… sabes que hay que hacer en caso de tener que elegir entre los dos ¿verdad?


            Remus no quiso responder, simplemente miró al ministro y se dio la vuelta dirigiéndose al extremo de la habitación en donde los demás lo esperaban junto a una tetera oxidada.


            El equipo de tres alcanzó a escuchar a Sirius deseándoles suerte antes de sentir el conocido y desagradable tirón de ombligo y aparecer en un cuarto oscuro.


            -Lumos –susurró Remus iluminando una habitación dándose cuenta con esto de que en realidad se encontraban en un calabozo, el cual a pesar de estar restaurado no dejaba de ser húmedo y frio; cuando los otros dos convocaron sus Lumos, Harry dijo:


            -Es un calabozo ¿verdad?


            -Si –respondió Remus- estos trasladores están programados así para no aparecer ante algún turista muggle que pudiese andar rondando.


            -Ya veo.


            -Bien, chicos, ya estamos aquí, llegamos sin novedad –dijo Remus esperando respuesta de un radiotransmisor colocado en su oreja, hechizado de tal modo que la magia ni la distancia  afectara a un aparato muggle como ese- repito, llegamos sin novedad ¿me copian?


            Harry y Emmeline miraban atentamente en espera de alguna respuesta.


            -¿Nada? –pregunto Harry.


            -Aquí el equipo uno ¿me copian, base? –repitió Remus arrugando el ceño para finalmente decir: -nada… ninguna respuesta, parece que este lugar impide la comunicación.


            -Que sorpresa –murmuró Emmeline torciendo la boca.


            -Bueno, sabíamos que esto era una gran posibilidad, así que enfoquémonos en lo que sigue del plan, desde este momento estamos solos, los demás llegaran a media noche; Emmeline, recuérdalo… tu objetivo es localizar al niño y mantenerlo vigilado, no podemos sacarlo precipitadamente sin arriesgar la misión, lo sacaremos a media noche en cuanto Sirius y los demás lleguen.


            -Yo creo que deberíamos sacar al bebé en cuanto haya oportunidad –dijo Harry.


            -Harry, ya discutimos eso, no hagas cosas precipitadas o nos arriesgas a todos –respondió Remus seriamente mientras convocaba un hechizo silenciador.


            -Lo sé, no te preocupes por eso.


            -Eso espero ¿listo? –dijo Remus apuntándolo con su varita.


            -Sí –respondió Harry después de aspirar profundo preparándose para recibir el golpe.


            -Sectusempra… -susurró Remus haciendo una floritura diferente para que el corte no resultara tan profundo como usualmente seria con ese hechizo creado por Severus Snape.


            Harry cayó de rodillas mientras se sujetaba el brazo izquierdo sintiendo un profundo dolor.


            -¡Demonios! –jadeo viendo la sangre chorrear al suelo.


            -Respira profundo… -dijo Remus- continuaré causándote más golpes ¿listo?


            -Hazlo –respondió Harry sin dudar recibiendo a continuación varios hechizos dándole la estampa de haber estado en una lucha.


            -Ahora voy yo –dijo Emmeline con firmeza cuando Remus hubo terminado con Harry.


            Remus le aplicó un ataque leve pero bastante aparatoso dando la impresión de estar muy maltratada.


            -Lo siento amigos –dijo Remus- pero un hechizo de apariencia no nos serviría de nada.


            -No te preocupes Remus… -respondió Harry poniéndose de pie sin dejar de oprimir su brazo- como tú dices, ya lo hablamos y a riesgo de quedar débiles ante un ataque si es que somos descubiertos, hay que ser lo más convincentes que se pueda.


            Lo siguiente fue herir a Remus para completar el cuadro de lucha, pero el paso a seguir fue el más difícil para el licántropo.


            Harry lo vio sacar un pequeño vial con una poción para anular los efectos de la poción matalobos que llevaba ingiriendo días antes.


            -Solo un trago –dijo Remus sonriéndoles sin ganas- tampoco quiero matarlos a todos… ¡salud!


            Harry solo suspiro al verlo hacer eso.


            -Bien –dijo Remus después de beber la amarga poción- a media noche yo regresaré aquí para asegurar la entrada de los demás y solo hasta entonces… -dijo dirigiéndose a la bruja- trae al niño contigo y sal de aquí.


            -Lo haré Remus, tenlo por seguro.


            -Suerte a todos.


            Habiendo estudiado previamente unos planos del castillo que llevaban consigo, Remus y su equipo salieron de ahí encaminándose a unas escaleras de piedra que subían en caracol.


            No sabían si el aire pesado y lleno de humedad se debía a sus propios nervios o a la presencia maligna que ahí habitaba; anduvieron un buen rato sin encontrar a nadie, hasta que por fin vislumbraron luz en una habitación, y aspirando profundo Remus entró con paso decidido.


            Las cuatro personas que estaban ahí se levantaron sorprendidas al ver a Greyback de pie ante ellos.


            -¿Gre… Greyback? –preguntó uno levantando su varita.


            -¿¡Y quien más, idiota?! –Respondió Greyback- estoy cansado y necesito descansar, pero antes iré a ver al señor Tenebroso.


            -¿Greyback? –Exclamó Otro levantándose de su asiento poco a poco- si, como no.


            -¿Dudas de mi? –preguntó Greyback sarcástico-entonces llévame ante él,  que sea él quien decida.


            Ante semejante propuesta, los hombres asintieron entre sí sin dejar de apuntarle a él y a los otros dos heridos que permanecían silenciosos en la puerta.


            -Nadie resiste la Legeremancia del Señor Tenebroso, Greyback –dijo aquel hombre.


            -Yo más que todos ustedes conozco las cualidades del señor Tenebroso… -escupió Greyback con desprecio- así que deja de decir estupideces y mueve el culo ya.


            Salieron todos de la habitación guiados por Ralph, el hombre que había hablado al final y después de subir y bajar un sinfín de escaleras, llegaron a una sala majestuosa.


            Ya ahí observaron que a unos metros de distancia se alzaba una escalera de mármol rosa, la cual subieron para llegar finalmente ante una enorme y hermosa puerta de madera, en la cual Ralph tocó suavemente para después abrirla temeroso.


            -Mi señor… -exclamó Ralph haciendo una reverencia.


            -¿Qué quieres? –respondió una voz espeluznante desde el fondo del enorme salón, voz que Harry reconoció al instante erizándosele los pelos de la nuca.


            -Tenemos una situación extraña…


            -¡Mi señor!... –exclamó de repente Greyback entrando intempestivamente haciendo a un lado a Ralph de un empujón para después de dar unos pasos postrarse en el suelo ante la figura vestida de negro que estaba sentada al fondo del salón- ¡mi señor!... –continuo Greyback con su rostro casi tocando el suelo- ¡lamento no haber previsto esta situación!


            Varios mortífagos que se encontraban ahí, incluido Ralph y los que le acompañaban, apuntaron inmediatamente al pequeño grupo lanzando improperios callándose solamente cuando Voldemort alzo la mano.


            La espeluznante criatura se puso de pie lentamente caminando hacia ellos hasta quedar a un metro de distancia del hombre postrado.


            -Greyback… -exclamó despacio Voldemort clavando sus ojos rojos en él y en los otros dos mortífagos heridos que de igual manera se habían postrado en el suelo pese a sus evidentes heridas- así que eres mi fiel sirviente… -añadió con cierto sarcasmo que no pasó desapercibido a nadie- ¿Cómo sé que no eres un asqueroso auror?... ¿una miserable oveja con piel de lobo?


            -Pruébeme como usted desee, mi señor –respondió Greyback empapando el suelo de sangre- lo que sea necesario para comprobar mi lealtad.


            -No necesitas sugerírmelo –respondió Voldemort con voz sibilante- levanta la cara y mírame a los ojos.


            -¡Mi señor! –Intervino Ralph acercándose un par de pasos- yo… yo pensé lo mismo, por eso no lo dejé venir solo, ni a él ni a…


            -¡Basta maldito gusano! –Exclamó Greyback levantándose de repente y tomándolo por el cuello sorprendiendo a todos- ¡si alguien tiene derecho  a cuestionarme es solo el señor Tenebroso, no tú, inmundo saco de basura!


            Ralph había soltado su varita abriendo los ojos desesperado sintiendo como la mano en su cuello apretaba cada vez más fuerte.


            -Una basura como tú no tiene ningún derecho a preguntarme nada… -susurró Greyback a unos centímetros del mortífago, quien distinguió claramente como los ojos marrones cambiaban de color mientras un escalofriante gruñido se dejaba oír.


            -¡Suel… suelta… me! –balbuceó Ralph arañando desesperado el brazo de Greyback,  quien sin más y ante el azoro de muchos, simplemente sonrió arrojando al suelo al mortífago dejándose oír el chasquido de un hueso al romperse.


            -¡Maldito! –gritó otro hombre que estaba cerca haciendo que Greyback se girara rápidamente y le apuntara con su varita.


            -¡Avada Kedavra! –exclamó el hombre lobo viendo como el hombre se desplomaba sin vida ante él provocando que todos lo miraran fieros apuntando con sus varitas pero sin acercarse.


            -¡Vengan por mí, maldita escoria de mierda! –gritó Greyback con el rostro descompuesto y los ojos brillantes ya de color dorado.


            Todos miraron expectantes a Voldemort, quien con pasos lentos se acercó a Greyback diciendo:


            -Calma…


            Greyback lo miró algo desenfocado para luego mirar la mano siniestra que la criatura le extendía  para que después de unos eternos instantes, la tomara cayendo de rodillas comenzando a besarla.


            Voldemort sonrió… podía sentir al lobo vibrando dentro de ese cuerpo humano que luchaba consigo mismo para no abalanzarse sobre todos… podía sentir la sed de sangre que clamaba ser saciada a toda costa.


            -Si… -murmuró sin dejar de mirarlo- solo tú puedes ser tan sanguinario… solo tú, mi fiel sirviente.


            Greyback le soltó la mano para definitivamente postrarse a sus pies.


            -Mi señor… -exclamó el hombre lobo sin levantar mi cabeza- no preví la traición de ese maldito medimago… solo puedo decirle que lo pagó con su asquerosa y miserable vida.


            Voldemort miró a Stella y a Marcus quienes prácticamente estaban desfallecidos en el suelo para después preguntar:


            -¿Y Draco Malfoy?


            -Muerto mi  señor, tal como usted deseaba.


            Segundos angustiantes, sofocantes y eternos parecieron transcurrir antes de que Voldemort dijera:


            -Muy bien, eso es lo que se merecía al igual que su patética familia.


            Entonces dio la vuelta regresando a su lugar diciendo:


            -Retírense, aun queda mucho trabajo por hacer y los necesito enteros.


            Harry y Emmeline por poco se desmayan de verdad al oír las palabras de Voldemort, por lo que levantándose con cierta dificultad abandonaron la sala seguidos de Greyback y varios hombres.


            Fueron llevados a otra habitación en la que fueron atendidos de sus heridas, todo para fortuna de ellos, en menos de una hora; impacientes por quedarse solos y tomar otra dosis de poción multijugos, los tres aurores buscaron el modo de llegar a sus habitaciones pues no sabían nada de esos detalles personales, por lo que Greyback pidió que dos hombres acompañaran a Marcus y a Stella según por estar heridos, por lo que Stella hizo lo mismo con el hombro lobo argumentado que también estaba lastimado ante las aparentes protestas del lobuno mortífago.


            Cuando Remus cerró la puerta de la habitación, la cerró con un hechizo para inmediatamente ponerse las manos en la boca buscando desesperadamente el baño; cuando lo encontró, apenas alcanzó a levantar la tapa del inodoro antes de comenzar a vomitar.


            Cuando finalmente su estomago dejo de sufrir los terribles espasmos, con trabajos jalo la manilla del sanitario para después levantarse pesadamente y llegar hasta el lavabo, en el que después de asease y refrescarse con el agua se miró fijamente en el espejo; miró durante unos segundos el feo y marcado rostro del Greyback para finalmente romperlo de un puñetazo.


            Apretando los dientes dio vacilante unos pasos atrás hasta chocar con la pared, y poco a poco fue dejándose caer hasta quedar sentado en el suelo, ya ahí no pudo contener mas el llanto que le quemaba los ojos y le oprimía el pecho; lagrimas ardientes corrían por sus mejillas mientras pensaba en Teddy, en Tonks, en Sirius y en todo aquello que fuese bueno en su vida y que le ayudase a contener el lobo sanguinario que bramaba en su interior.


            Lucho por contener las nauseas que sentía de sí mismo, de su sed de matar y de sus manos manchadas de sangre, por lo que se cubrió la cara con ellas.


            -Maldito Greyback… -susurró con voz ahogada- maldita la hora en que me convertiste en esto…


            Kingsley tenía toda la razón al decirle que la misión entera dependía de que él lograse engañar al mismísimo Voldemort, pero que todo era una farsa y que era para un fin mayor… pero sabía muy bien que en realidad todo ese teatro no tenía nada de falso… que sus ansias de matar y ver la sangre correr eran reales… tan reales como que él era un hombre lobo y que lo único que había hecho era dejarlo salir un poco.


            Después de un rato de liberar la angustia que le torturaba el alma, tomó un poco de su poción matalobos para no perder el control de sí mismo; y luego de tomar su multijugos salió de la habitación para inspeccionar el lugar.


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            Emmeline cerró la puerta de su habitación dejando escapar un suspiro de alivio al quedar sola; miró a su alrededor inspeccionando con la vista mientras caminaba lento husmeando en las cosas de la mortifaga suplantada; había varios perfumes y cosméticos empolvados en el tocador, prendas de ropa regadas en el suelo y algunos pergaminos desparramados; abrió un cajón del mueble encontrando ropa interior y medias con algunos ligueros sujetos.


             -“¿Que será esto?”-pensó sacando un objeto de goma de color rosa brillante de aproximadamente veinte centímetros de largo con forma de… -¡por las putas bolas de Merlín!... –chilló Emmeline soltando el objeto como si le hubiese agarrado el mismísimo culo a Voldemort al reconocer la forma de un pene- ¡puta… madre!... –gimió corriendo al baño a lavarse las manos con el agua del grifo a todo lo que daba sin dejar de mascullar palabrotas aprendidas en un cuartel en donde la mayoría de los integrantes eran hombres.


            Después de quince minutos en el lavabo y con las manos enrojecidas de tanto tallarlas, Emmeline decidió que ya había visto suficiente, por lo que después de tomar su dosis de multijugos decidió recostarse un rato para recuperarse un poco de sus heridas programando un hechizo para despertarla en media hora.


            No bien había entrado en  un intranquilo sueño, una voz a su lado la sobresaltó.


            -Hola pichoncita… -susurró un hombre gordo como de unos cincuenta años recostado junto a ella.


            -¿¡Qué diablos…?!


            -Ya sé que solemos vernos en las noches de reunión, dulzura… pero han pasado semanas desde la última vez que hicimos el amor y no tienes idea de cuánto te he extrañado.


            -“Por los calzones de Morgana…” -Pensó Emmeline horrorizada por la cercanía de aquel hombre- “justamente tenía que tomar el lugar de una ramera…” escucha pichoncito… -exclamó  sarcástica al hombre que la miraba anhelante mientras le acariciaba los pechos.


            -¿Si, amor?


            -Tú y tus ganas de coger… -exclamó Emmeline tomando despectivamente la mano quitándola de sus pechos- pueden irse a la puta mierda.


            -¿Qué? –respondió el hombre desconcertado viendo a Stella levantarse.


            -¿Cómo que, qué? –Dijo ella alzando los brazos  exasperada- ¡el plan del señor Tenebroso a estado a punto de irse a la mierda!... ¡ese maldito Roger nos traicionó y encima perdimos a muchos de los nuestros!


            -Pero…


            -¿¡Y vienes aquí muy campante queriendo coger?!


            -Es que yo…


            -¿¡Qué hubiera pasado si ese imbécil escapa con el bebé?!... ¿¡eh, eh?!


            -Pues… yo… -tartamudeo el hombre sin saber que decir.


            -Por cierto… -dijo Stella caminando de un lado a otro- ¿cómo está el bebé, llegó bien?


            -eee… si, si…. Llegó bien, Clarisse se encarga de él.


            -Eso debo comprobarlo por mí misma, llévame con él.


            -Esta muy rara, Stella –dijo el hombre sentado en la cama- por lo general siempre estás muy accesible.


            -Eso es… -dijo Stella dándole la espalda- porque Stella es una ramera y yo no.


            -¿¡Qué diantres…?!


            -Imperius… -susurró Stella al tiempo que se giraba apuntándole al hombre con la varita haciendo que se quedara inmóvil- bien, dime tu nombre.


            -Terence –respondió el hombre mirándola fijamente.


            -Muy bien Terence, me llevarás a donde está el bebé y saludarás a todos los que nos encontremos llamándolos por su nombre para que yo pueda saber quién es quién y después me dirás que puesto ocupan ¿entendido?


            -Sí.


            -Bien pichoncito, vámonos.


 


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            La misión de Harry era de reconocimiento, por eso al quedar solo y después de tomar su multijugos se recostó un rato para descansar su brazo lastimado.


            -“¿Dónde estará el bebé?..”. –Pensó mientras miraba el techo- “demonios, la impaciencia me mata, desearía comprobar con mis propios ojos que está bien, pero esa no es mi encomienda… debo obedecer.”


             Por lo que después de una hora decidió salir de ahí para inspeccionar el castillo.


 


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            El castillo estaba revestido con gran lujo en las secciones que anteriormente estaban abiertas al público mientras que otras se encontraban en plena restauración y reparación; restauraciones y reparaciones que habían sido suspendidas desde hacia tiempo.


            Subiendo escaleras y más escaleras, encontrándose con uno que otro hombre en el camino, a los cuales Terence saludaba mencionando su nombre, él y Stella llegaron a un pasillo de mármol con varias puertas de fina madera a los costados, alcanzándose a ver al final a dos hombres y a una mujer conversando.


            -¿Qué hay,  Rufus, George y Rosemary? –saludó Terence en cuanto llegaron ahí.


            -¿Qué hacen aquí? –preguntó la mujer llamada Rosemary.


            -Vengo a ver el bebé, quiero constatar con mis propios ojos que este bien –respondió Stella.


            -Ah, que bien –dijo Rosemary barriéndola despectivamente con la mirada- ¿algo más?


            Stella correspondió al gesto con una sonrisa burlona mientras decía:


            -Quiero pasar.


            Rosemary miró a los dos hombres con los que conversaba para después decir:


            -No nos engañas.


            El sobresalto de Emmeline no se dejó traslucir en lo más mínimo, por lo que simplemente preguntó:


            -¿A qué te refieres?


            -Te conozco muy bien –dijo Rosemary- tu quieres ocupar el lugar de Bellatrix, pero no lo lograrás, ese lugar te queda grande.


            -Roger por poco escaba con el mocoso –intervino Rufus, un hombre larguirucho y pelo negro cruzándose de brazos frente a la puerta- ustedes no son tan eficientes como el señor Tenebroso cree.


            -¿Estás diciendo que él se equivoca? –Respondió Stella alzando una ceja- sería interesante ver que opina él de lo eso.


            -Pues entonces ve y pregúntale –dijo el hombre- aquí esperamos.


            Stella sopeso la situación comprendiendo que no lograría derrotarlos a los tres sin llamar la atención por encontrarse en desventaja numérica, por lo que simplemente se dio la vuelta diciendo:


            -Ladren lo que quieran, a final de cuentas  cumplimos con lo que el señor Tenebroso nos encomendó y está más que satisfecho con eso, que es mucho que decir en comparación con lo que han hecho ustedes.


            Y sin decir más, se dio la vuelta seguida de Terence, por lo que  nadie vio su expresión de frustración.


 


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            Alegando que querían reposar, ninguno acudió al comedor a la hora de la cena donde todos se reunían a excepción de Voldemort, quien permanecía encerrado a solas en una de las principales habitaciones, por lo que pidieron sus alimentos en sus cuartos.


            A las once de la noche, el equipo se reunió en la habitación de Remus.


            -Tengo sometido a uno con un Imperius –dijo Emmeline- lo he interrogado y me dijo que son ochenta mortífagos aproximadamente, patrullan todo el tiempo en grupos de tres, además he localizado al bebé.


            -¿Y como está? ¿Está bien? –preguntó Harry al instante.


            -No logré llegar a él.


            -¿Crees que puedas hacerlo esta noche? –preguntó Remus.


            -Tenlo por seguro Remus, ese mortífago me ayudará.


            -Yo tengo ubicados a algunos grupos que vigilan más ciertas zonas que otras –dijo Harry.


            -Muy bien, yo igual –dijo Remus- en cuanto Sirius y los demás lleguen…


            -¡Greyback! –interrumpió una voz afuera sobresaltándolos a los tres.


            -¿¡Qué demonios quieres?! –respondió Remus.


            -El señor Tenebroso te llama.


            Los tres aurores se miraron entre sí preocupados mientras Remus respondía:


            -¡Ya voy!... Emmeline… -dijo Levantándose- ve por el bebé y en cuanto lo tengas vete de aquí.


            -Entendido.


            -Harry.


            -¿Si?


            -No sé si llegaré a tiempo, así que ve al calabozo a esperar a los demás, todos han estudiado los planos del castillo, indícales los puntos mayormente vigilados y ubícalos en los que ya fijamos.


            -Remus…


            -¿Si, Harry?


            -Ten cuidado.


            -Igual ustedes.


            Sonriéndoles en un gesto tranquilizador que estaba muy lejos de sentir, Remus salió de la habitación.


            Después de cinco minutos, Harry y Emmeline salieron de ahí cada uno a cumplir su encomienda.


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            -Son las 11:22… -pensó Harry viendo su reloj encontrándose ya en el calabozo.


            Emmeline mientras tanto llegaba al pasillo que llevaba al cuarto del bebé.


            -Bien Terence, llama a Rufus, lo inmovilizaremos aquí y después nos encargaremos de los otros dos.


            -Sí.


            -“No puedo arriesgarme a que la enfermera escuche el alboroto afuera” –pensó Emmeline viendo como Terence se alejaba en lo que ella lanzaba un hechizo de silencio en esa zona.


            Su plan funciono a medias, ya que después de haberse deshecho de uno de los tres mortífagos, otros dos alcanzaron a ver el ataque, por lo que se produjo una escaramuza dejando a todos los mortífagos muertos incluido Terence y a ella herida.


            Con una costilla rota, la auror paso por encima de los cuerpos para finalmente llegar a la habitación y abrir la puerta encontrándose con…


            -¡¿Qué demonios…?!


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            -Pasa… -escuchó Remus al tocar la pesada puerta del salón principal.


            -Ya, ya…. Shhh… -canturreó una mujer en un extremo de la habitación haciendo que Remus se quedara congelado al oír el llanto de un bebé.


            -Ya deseo que sea luna llena… -dijo Voldemort caminando lentamente de un lado a otro regodeándose de su propio plan- ¡muy pronto dejare este cuerpo imperfecto!


            Remus se obligó a mirar hacia Voldemort.


            -Sí, mi señor, su plan fue perfecto.


            -Tráeme a esa criatura –dijo Voldemort a la mujer, quien temerosa se acercó.


            -Si, si… al momento –respondió Clarisse acercándose presurosa.


            -Fascinante… -susurró la horrible figura levantando la manta que envolvía al pequeño bulto que la enfermera le mostraba- ¿¡qué diablos le pasa, está enfermo?! –exclamó al tornarse el llanto en algo verdaderamente desesperado.


            -¡No, no! –Respondió presurosa Clarisse- ¡seguramente tiene hambre!


            -¡Pues haz algo para que se calle!


            -¡Sí, sí! –exclamó ella alejándose.


            -Greyback.


            -¿Si?


            -¡Pronto será luna llena y mis planes por fin se cumplirán! –Exclamó Voldemort entusiasmado- ¡ya no puedo esperar!


            -Deberá armarse de paciencia –respondió Greyback.


            -Sí, lo sé, lo sé… -exclamó Voldemort con un dejo de impaciencia en la voz- solo dos noches me separan de mi destino, por eso mande traer a ese niño… deseo verlo, deseo sentir la proximidad de mi triunfo, de que por fin el mundo tenga a un mago que verdaderamente represente lo que es la magia en el estado más puro.


            -Lo sé, mi señor, pero el llanto de ese bebé solo esta poniéndolo nervioso, debería ordenar que se lo lleven a su habitación para que usted pueda descansar, necesitara toda su energía.


            -Sí, tienes razón –respondió Voldemort regresando a su silla- Clarisse, llévatelo… su llanto me exaspera.


            -Lo que ordene, mi señor –dijo Clarisse saliendo de ahí.


 


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            Cuando Emmeline descubrió que la habitación estaba vacía, se recargó en la pared oprimiéndose un costado.


            -¿Dónde está?... –gimió con la cabeza recargada en la pared al tiempo que cerraba los ojos tratando de no dejarse sobrepasar por la situación.


            Al cabo de unos minutos se puso de nuevo en acción; procedió a ocultar los cuerpos en la habitación y a cerrar la puerta doliéndose de sus golpes, fue entonces que escuchó el llanto de un bebé acercándose, por lo que colocándose atrás de la puerta, inmovilizó a Clarisse apenas cruzó el umbral con un Desmaius, tomando al bebé antes de que esta cayera; la ató con un hechizo y sujetando firmemente al bebé contra su pecho, procedió a desaparecerse.


            -“¿¡Que rayos…!?” –pensó desconcertada al darse cuenta de que no podía desaparecerse intentándolo una y otra vez-“ no puede ser, seguramente hay un hechizo anti desaparición.”


            Colocó al bebé en la cuna para despertar a Clarisse, quien al darse cuenta de lo que pasaba, exclamó:


            -¡¿Qué te pasa, bruja estúpida?!... ¿¡acaso estas traicionando al señor Tenebroso?!


            -¿Por qué no puedo desaparecerme? –Preguntó Emmeline- ¿Quién puede quitar el hechizo anti desaparición?


            Clarisse se le quedó mirando fijamente para después exclamar estupefacta viendo los otros cuerpos a su alrededor.


            -¡Tú…! ¡Tú no eres Stella!


            -No tengo tiempo de estupideces –masculló Emmeline apuntándola con su varita- Imperius…


            Sin siquiera poder defenderse, Clarisse quedó con cara de idiota.


            -Bien, empecemos de nuevo –dijo Emmeline- ¿Quién puede quitar el hechizo anti desaparición?


            -No hay ningún hechizo anti desaparición –respondió Clarisse.


            -Explícate.


            -Se puede entrar pero no salir, la magia oscura del señor Tenebroso resguarda este lugar, está hecho así para que ningún auror pueda desactivarlo.


            -¡Maldita sea! –bufó Emmeline alzando la cara al techo al escuchar a la enfermera dándose cuenta que ni antes ni ahora hubiese podido sacar al bebé como había sido el plan; por lo que mirando a los muertos, puso su mente a trabajar.


            -Cúrame –fue la primera orden de Emmeline al tiempo que la liberaba de sus ataduras- y después quédate aquí cuidando al niño como siempre; si alguien pregunta por los que estaban en la puerta, diles que el señor Tenebroso los mando a otra misión.


            Ya después de haber bebido una dosis de poción reparahuesos, Emmeline no espero a que el dolor se le pasara, sino que comenzó a correr lo más rápido que pudo para llegar con Harry.


 


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            -Recibirás tu recompensa, Greyback… -exclamó Voldemort sentado en su gran silla mientras el hombre lobo asentía aparentemente agradecido pensando hasta que jodido momento tendría que soportar la diatriba sin sentido de aquel loco- dos días más y el mundo recibirá a un nuevo mago, mientras tanto debo pensar, debo prepararme para el gran paso, por eso te he mandado llamar.


            -Usted dirá, mi señor.


            -Me voy… -dijo Voldemort haciendo que Remus lo mirará desconcertado.


            -¿Cómo?


            -Quedas a cargo, Greyback; ese niño queda bajo tu resguardo al igual que este cuartel –respondió Voldemort poniéndose de pie.


            -¿P-pero  a donde irá, mi señor? –preguntó Remus con  el corazón acelerado, ese monstruo no podía irse, no ahora que había todo  un plan para…


            -A donde tú no puedes ir –respondió Voldemort desapareciendo ante los azorados ojos del auror.


 


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            Sintiendo que los minutos pasaban eternamente, Harry espero hasta que finalmente dieron las doce de la noche; y  habiendo despejado el camino, vio como Sirius aparecía varita en mano junto a un grupo de diez hombre que tocándose el hombro entre ellos habían logrado transportarse por medio de un traslador en forma de zapato viejo que sostenía Sirius en la otra mano.


            -Hola Harry –saludo el animago alegrándose mucho de verlo ahí, ya que significaba que habían logrado infiltrarse a pesar de que se suponía sería Remus quien estaría ahí- ¿Cómo andan las cosas por aquí?


            -Por ahora bajo control.


            -¿Y Moony?


            -Aun no sabemos.


            -De acuerdo, procedamos; por lo visto no pudieron comunicarse con nosotros ¿cierto?


            -Los intercomunicadores no sirven aquí.


            -Base, aquí equipo dos, hemos llegado bien ¿me copian?... base, respondan… pues sí, imaginamos que eso pasaría –dijo Sirius viendo que tampoco a él le contestaban-  bueno, hagámonos a un lado para dar espacio a los que vienen.


            En cuestión de minutos, otros dos grupos de diez hombres cada uno habían llegado llenando hasta el tope el calabozo en tanto Harry y Sirius estudiaban unos puntos marcados en unos planos.


            -¡Sirius, Harry! –exclamó Emmeline llegando en ese momento.


            -¿Qué pasa? –preguntó Sirius alerta.


            -¿Y el niño? –preguntó Harry viéndola llegar con las manos vacías.


            -Tenemos un problema, el bebé sigue en el castillo; un hechizo anti desaparición lo protege, se puede entrar pero no se puede salir, desde un principio no hubiese podido sacarlo.


            -¿Y dónde está ahora? –preguntó Harry no pudiendo evitar sentirse angustiado.


            -Con la enfermera, la controlo con un Imperius.


            -¡Remus! –exclamó Sirius al ver al horrible Greyback bajar presuroso por las escaleras.


            -Cambio de planes –anuncio el jefe del gran escuadrón- Voldemort se fue.


            -¿¡Cómo?!


            -¡¿A dónde?! –exclamaron todos en voz baja procurando reprimir su adrenalina.


            -Regresará en dos días, cuando la luna este llena; mientras tanto me ha puesto a cargo.


            -Demonios… -masculló Harry sintiéndose sobrepasado- esta oportunidad… no podemos…


            -Esto complica las cosas –intervino Emmeline- Remus, no pude sacar al bebé.


            -¿Por qué?


            -Nadie puede salir del castillo, Voldemort lo dispuso así, por lo tanto nadie de los que estamos aquí puede regresar, lo que significa…


            -Que nuestra poción multijugos no nos alcanzara hasta entonces –completó Remus.


            -No podemos conformarnos con sacar al bebé –dijo Sirius- no volveremos a tener otra oportunidad así, debemos matar a ese maldito, no podemos regresar hasta completar esta misión.


            -¿Pero cómo? –exclamó desalentada Emmeline.


            En eso, el sonido de un último grupo que llegaba los hizo voltear.


            -Jefe… -dijo uno de ellos llamado Tobby de aproximadamente treinta años de edad, de cabello tan rojo que bien hubiese podido pasar por un weasley, se dirigió a Remus al tiempo que le extendía un garrafón- tome, pensé en traer esto por si alguno de ustedes perdía su poción multijugos, pero como se me ocurrió en el último momento no pude vaciarla en un recipiente más chico y traje todo el galón.


            Todos se le quedaron viendo por unos instantes con rostros perplejos haciendo que Tobby se quedara muy quieto.


            -¿Qué rayos les pasa? –preguntó al fin molesto.


            -Tobby, eres un genio –exclamó Remus al fin tomando el garrafón- ¡nos salvas el día!


            Varios sonrieron como bobos al darse cuenta del gran golpe de suerte.


            -¿De qué habla, jefe? –preguntó Tobby intrigado.


            -Ya habrá tiempo de contarte, ahora los planes son otros ¿no Moony? –exclamó Sirius.


            -Así es, me temo que no podremos hacer nada hasta que Voldemort regrese.


            -¿Qué haremos en dos días? –Preguntó un auror- ni siquiera podemos suplantar a otros mortífagos, la multijugos no alcanzaría para todos y tampoco podemos arriesgarnos a que alguien le de aviso a Voldemort de ninguna manera.


            -Bien, haremos esto…



 



 


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