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SI TU ME QUISIERAS... por Orseth

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Notas del capitulo:

HOLA DE NUEVO!!!.. AQUI OTRA VEZ ORSETH TRAYENDO UN CAPITULO NUEVO, PERO ANTES DEJENME DECIRLES ALGO... HACE UNOS DIAS PREPARE UNA PAG EN METROFLOG, UNA PAGINA EN DONDE SE PUEDEN SUBIR FOTOS Y COSAS ASI, PARA LOS QUE LLEVAN TIEMPO LEYENDO ESTAS LOCURAS ME GUSTARIA PRESENTARME, ASI QUE AL FINAL DE LOS CAPIS PUSE UN LINK Q LOS LLEVARA DIRECTAMENTE AHI, LA FINALIDAD DE ESTO NO ES SOLO PARA QME CONOZCAN, SINO PARA CONOCERLOS MAS A USTEDES Y SI HAY ALGUIEN Q ESTA TAMBIEN AHI, PUES ME GUSTARIA PASAR A FIRMARLES Y CONOCERNOS MEJOR.

ASI Q APARTE DE DEJAR SU COMENTARIO (PARA LOS Q ME DEJAN, CLARO) ME GUSTARIA Q PASARAN A MI METROFLOG, ESTARE ESPARENDOLOS!!!

AHORA SI, A LEER!!!

 

           

 

            Sin aflojar su abrazo, Harry sonrió con tristeza.

 

            -No Draco, no tienes que decir eso para hacerme sentir bien… no hace falta.

 

            Pero no… no era por eso y Draco lo sabia; era por algo que le había estallado en el alma y que no podía contener.

 

            -No estoy diciéndote eso  para hacerte sentir bien… -dijo  separándose un poco para mirarlo a la cara viendo el dolor más puro reflejado en esos ojos verdes con tal claridad que le partió el corazón.

 

            -Sé que no me amas –dijo Harry tomándole el rostro entre las manos- que si estás conmigo es solo por mi insistencia… pero está bien, yo sabré ganarme tu corazón, ya lo veras.

 

            -Es que date cuenta Harry… -respondió Draco quitándole las gafas para ver mejor ese par de hermosos ojos- ya lo hiciste.

 

            -Draco… -sonio Harry titubeante.

 

            -No solo te quiero… -dijo Draco mirándolo directamente- yo te amo.

 

            Harry miró fijamente los ojos grises que lo miraban anhelantes, como queriendo gritarle algo.

 

            -Draco… -musitó entrecerrando los ojos incrédulo- ¿no estás…?

 

            -No miento Harry, no miento –dijo Draco abrazándolo fuerte- abrázame y siente mi alma… nadie puede sentirla como tú… nadie me puede hacer sentir como tú.

 

            -No bromeas ¿cierto?... yo no… no soportaría una broma de esas.

 

            Draco no pudo evitar reír ante la cara de idiota que puso Harry.

 

            -Así es, no bromeo –reiteró Draco apresurándose a decir: -¡y por favor no me des vueltas!

 

            -No me gusta que juegues con eso –dijo Harry tomando una expresión seria.

 

            -Sabes que no lo haría –respondió Draco poniéndose serio también- déjame convencerte de ello.

 

            Harry no dijo nada, o más bien no pudo decir nada, pues Draco le pasó los brazos por el cuello atrapando sus labios de forma gentil pero firme.

 

            El moreno sintió la lengua de Draco invadir su boca al tiempo que sus dedos se enredaban en su cabello; ni tardo ni perezoso correspondió el beso separándose después con un pequeño chasquido; contra lo esperado por Draco, Harry lo abrazó al tiempo que recargaba su cabeza en su hombro, por lo que titubeante le acaricio el cabello.

 

            -¿Harry?

 

            -Shhh… déjame disfrutar este momento –respondió Harry abrazándolo por la cintura.

 

            Sonriendo, Draco recargó su mejilla en el suave cabello sin dejar de acariciarlo.

 

            -Tienes el cabello muy suavecito –dijo Draco.

 

            Habiendo cerrado los ojos, Harry sonrió mientras decía:

 

            -¿Pues qué esperabas, un alambre de púas?

 

            -Francamente si, pareces un erizo con patas, ya te lo había dicho antes ¿no?

 

            Harry sonrió apretando mas fuerte a Draco haciendo que este hiciera gestos de dolor.

 

            -Ha… Harry… ¿podrías…?

 

            -No me pidas que te suelte –interrumpió Harry aferrado a él- sé que no te gusta ser muy expresivo, pero ahora nadie nos ve.

 

            -Pues sí, nadie nos ve, pero…

 

            -No puedo creerlo aun –volvió a interrumpir Harry sin aflojar su agarre- dímelo de nuevo para terminar de creerlo.

 

            -Con una condición –dijo Draco conteniéndose para no aventar a Harry.

 

            -¿Cuál?

 

            -Que nos sentemos.

 

            Con pesar y después de lo que a Draco le pareció una eternidad, Harry soltó su cintura para mirarlo de frente.

 

            -Dímelo ya.

 

            Sintiendo un gran alivio en su costado, Draco miró el anhelante rostro de Harry.

 

            -Vamos Draco, necesito escucharlo.

 

            -Aun no te convenzo ¿verdad? –dijo Draco comprensivo.

 

            -Me siento feliz, pero… se me hace tan raro –respondió Harry poniéndole las manos en los hombros- temo que todo sea por lo del juicio de mañana y cuando todo haya pasado te des cuenta de que te engañaste a ti mismo.

 

            -Entiendo tu reticencia y bueno… no voy a decirte como llegue a esa conclusión pero…

 

            -¿Por qué no? –interrumpió Harry deseoso de saber hasta el mas mínimo detalle.

 

            -Porque no, porque son pensamientos míos.

 

            -Pero que me incluyen a mí ¿Por qué no los compartes conmigo? –insistió Harry con la actitud de un niño pequeño que desea saber porque el cielo es azul.

 

            -Tendrás que confiar en mi palabra –dijo Draco sonriendo mientras se encogía de hombros.

 

            -¿En serio me amas? –preguntó Harry queriéndolo traspasar con la mirada- ¿estás seguro?

 

            -Si, estoy seguro.

 

            Harry alzó la cara al techo mientras abría la boca y volvía a cerrarla sin saber exactamente qué decir.

 

            -¿Y bien? –Dijo Draco ya con cierto temor- no lo digo para que vengas esta noche, es mas… no quiero ya que vengas, solo quiero que me creas.

 

            Harry fijó su vista en el rostro de Draco para finalmente decir:

 

            -Te creo.

 

            Cuando Draco escuchó eso, el alma le volvió al cuerpo al tiempo que Harry lo volvía a abrazar permaneciendo así un par de minutos.

 

            -Entonces… ¿es cierto que retiras tu propuesta? –dijo Harry en su oído.

 

            -¿Cuál propuesta?

 

            -La de hace un rato… la de venir a pasar la noche aquí.

 

            -¡Ah, esa! –respondió Draco sintiendo un repentino vuelco en el estómago- bueno, pues tu dijiste que no querías ser el último deseo de un condenado ¿no?

 

            -Y lo sostengo, pero ahora ya no sería eso, ahora sería verdaderamente hacer el amor ¿no crees? –concluyó Harry separándose para mirar a Draco a la cara.

 

            -eee… sí, claro –respondió Draco comenzando a sentir pánico.

 

            -¡Por Griffindor, aun no me la creo! Estoy muy feliz –dijo Harry tomándolo de la mano y arrastrándolo al sofá- ya verás que no te arrepentirás, tú y tu hijo pueden confiar en mí.

 

            -Lo sé Harry, lo sé.

 

            -Vaya… -dijo Harry poniéndose de pie como si no pudiera estarse quieto ni un momento- bueno, lo que habrá que hacer es hacer que el señor Jackson no se quede esta noche en la habitación contigua.

 

            -¿Eh?... ¿y porque?

 

            -Draco, por todos los cielos, no pretenderás que él se quede aquí mientras tú y yo…

 

            -¿Entonces si vas a venir? –interrumpió Draco ocultando su ansiedad.

 

            -Ahora sé que me amas –respondió Harry con una radiante sonrisa- ahora sé que esto significa tanto para ti como para mí.

 

            -Ya veo…

 

            -Yo me encargo del señor Jackson.

 

            -¿Eh? –Exclamó Draco volviendo a la tierra- ¿y puedo saber cómo lo harás?... no pensarás decirle que no venga porque piensas cogerte al rubito ¿cierto? –añadió Draco nervioso.

 

            -¡Claro que no! Pero ya veré, tú no te preocupes, ahora me voy, tengo que presentar unos informes –dijo Harry dándole un sonoro beso en los labios para después dirigirse a la puerta- Draco… -añadió antes de abrirla.

 

            -¿Si?

 

            -Gracias por darme una oportunidad.

 

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            Cuando Draco quedó solo, no se levantó del sofá, sentía que su mundo había dado un giro de 180°… se sentía raro, como si no fuera él mismo; ciertamente era muy extraño porque se sentía feliz, tan feliz que una sonrisa boba fue dibujándose en sus labios.

 

            Se abrazó a si mismo percibiendo en su ropa el aroma a Harry, el cual inhaló profundo.

 

            -Lo quiero… -susurró sin dejar de sonreír- no, no lo quiero… lo amo… ¡Por Salazar! –exclamó recargándose en el sofá- ¡yo enamorado de nuevo!... si… -añadió sintiendo que se había vuelto loco al divagar tanto en voz alta- amo a Harry Potter.

 

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            Sintiendo que caminaba entre nubes, Harry hizo sus informes con cara de bobo todo el tiempo.

 

            -Me ama… -pensó sonriendo mientras estampaba su firma en un pergamino- en verdad me ama.

 

            -¡Harry!

 

            -¿Eh?

 

            -Estas en la luna –exclamó Tom Jordan, un joven auror recién egresado de la academia- ya van dos veces que te hablo y tú ni me pelas.

 

            -Perdón, no te había oído.

 

            -Ya me había dado cuenta y por la sonrisilla que traes me imagino porque.

 

            -¿De qué hablas?

 

            -O te ganaste el sorteo mágico de un millón de galeones o acabas de tener un buen faje.

 

            -Ninguna de las dos cosas, simplemente hoy fue un buen día- respondió Harry cerrando la carpeta y tomando otra- ¿y para que me hablabas?

 

            -¡Ah sí!, el secretario del señor Parrish dice que qué paso con los exámenes médicos de Draco Malfoy.

 

            -De eso se iba a encargar el medimago Jackson, además apenas en la mañana tomó nuevas muestras.

 

            -Yo no sé de eso, pero dice que las espera desde hace veinte minutos.

 

            -Iré a ver qué sucede en cuanto termine esto.

 

            -Bien, le avisaré.

 

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            Maravillado de sí mismo, Draco permanecía tumbado en el sofá saboreando el sabor de Harry en su boca.

 

            -Me he enamorado de nuevo…-pensó tocándose los labios- enamorado de nuevo… ¡por Merlín! –pensó recargando su cabeza en el respaldo mirando al techo sin dejar de sonreír- y el muy tonto no me creía.

 

            Suspiró pensando en lo extraño que era Harry Potter, pues habiendo tenido infinidad de sexo ocasional con prácticamente desconocidos, con él se había negado simplemente porque no había amor de por medio.

 

            -Y ahora que sabes que me he enamorado, aceptaste tener sexo conmigo… -susurró sonriendo al tiempo que su mente analizaba esas palabras haciendo que su sonrisa se fuese borrando poco a poco dando paso a un completo espanto.

 

            -¡Por las putas bolas de mi abuelo! –exclamó levantándose de un saltó sin acordarse siquiera de su patada en el costado- ¡sexo conmigo!... ¡por Salazar!... –gimió poniéndose las manos en la cabeza- ¿¡que estaba pensando?!... ¿¡estoy idiota o qué?!... ¡por todos los cielos! –continuó comenzando a caminar de un lado a otro- ¡sexo conmigo!... ¡ay Dios, sexo conmigo!

 

            Una punzada en sus costillas le hicieron detener su frenético andar.

 

            -¿Qué voy a hacer? –Gimio cerrando los ojos- ¡oh cielos, yo y mi bocota!

 

            Sintiendo un hormigueo en las manos debido a los nervios, sacó el ungüento para aplicárselo sintiendo casi al instante un delicioso alivio.

 

            -Si le digo que siempre no, pensará que no lo amo… -pensó afligido mientas guardaba su medicina comenzado de nuevo a caminar de un lado a otro- Rayos… ¡oh rayos!

 

            Con paso apresurado se metió al baño a mirarse al espejo y lo que vio reflejado en el no le gustó nada.

 

            -Demonios… -susurró desconsoladamente- creo que tengo conectada la boca con el cuelo, porque cada que hablo la cago.

 

            Con todo el pesar del mundo se levantó la camiseta al tiempo que bajaba la cintura elástica de su pantalón dejando ver una cicatriz horizontal de unos diez centímetros en su vientre; mordiéndose el labio inferior se acomodo la ropa poniéndose ahora de costado frente al espejo mirándose el trasero confirmando lo que ya sospechaba.

 

            -Me crecieron las nalgas… no hay duda –musitó palpándoselo con ambas manos- tengo cabuz de caballo… es un milagro que no me crecieran tetas.

 

            Exhalando un profundo suspiro soltó su trasero para mirarse de nuevo de frente añorando como nunca una cita en uno de los salones de belleza a los que solía acudir con su padre para cortarse el cabello, arreglarse las uñas y tantas cosillas mas.

 

            -Parece que tengo un mechudo en la cabeza… y todavía me atrevo a criticar a Harry –musitó viendo su cabello disparejo- y mis manchas… malditas manchas… -añadió tocando las tenues manchas de cloasma de sus mejillas- parecerá que esta besando a un mapache.

 

            Bajó la tapa del inodoro para sentarse en el al tiempo que recordaba la mirada radiante de Harry al convencerse de que en verdad lo amaba.

 

            -No quiero… no quiero hacerlo… -pensó recargando sus codos en sus rodillas dándose cuenta al mismo tiempo de que si quería… y es que su miedo era un conjunto de cosas, era su físico que ya no era como antes, era la situación nueva de relacionarse físicamente con otra persona aparte de Pansy y Roger.

 

            -Y con Pansy ni siquiera nos encueramos.

 

            Sintiéndose al borde de un ataque de nervios, se pasó los dedos por entre el cabello.

 

            -¿Qué voy a hacer, que voy a hacer?

 

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            -¡Señor Jackson! Justamente lo andaba buscando –dijo Harry apareciéndose en San Mungo encontrándose con el medimago doblando una esquina.

 

            -¿Qué sucede?

 

            -El señor Parrish ya quiere los resultados de los exámenes y…

 

            -Sí, sí… -interrumpió el medimago un tanto serio- ya hable con él por la chimenea y se los enviaré tan pronto estén.

 

            -¿Sucede algo?

 

            -Pues sí, veras ¿recuerdas que hace unos días tuve una llamada urgente?

 

            -Sí.

 

            -Era nuestro medimago familiar, mi esposa sufrió una caída y estaba inconsciente, pero fue atendida rápidamente y todo parecía en orden; paro acaban de avisarme que tuvo un desvanecimiento.

 

            -¡Oh! lo siento, debe estar muy preocupado.

 

            -La verdad si, necesitan mi permiso para realizarle unos estudios y…

 

            -No se preocupe –interrumpió Harry- las muestras de Draco ya están en el laboratorio, usted ya habló con el señor Parrish y solo queda el papeleo; vaya con su esposa, ella lo necesita más.

 

            -Pensaba esperar un par de horas en lo que salían los resultados de Draco, pero creo que hablaré con el ministro –dijo el señor Jackson con rostro pálido y nervioso.

 

            -¿Quiere que yo lo haga?

 

            -No, no, ya voy yo, gracias, también tengo que recoger unos pergaminos, así le avisaré de una vez a Draco que no estaré esta noche, por cierto Harry…

 

            -¿Sí?

 

            -¿Podrías quedarte esta noche con él?... podría pedírselo a otro medimago pero no hay síntomas que indiquen cuidado extremo, si se siente mal basta con que avises rápidamente.

 

            -No se preocupe, yo lo atenderé –respondió Harry sintiéndose una rata inmunda por sentirse feliz de estar solo con Draco pero también deseando que el problema del señor Jackson no fuese grave.

 

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            -¿Pero es necesario que vaya? –preguntó Draco viendo al señor Jackson poner al alcance de su mano sus medicamentos.

 

            -Si, pero no te preocupes, mañana estaré aquí.

 

            -Si no  es por mañana por lo que me preocupo –pensó Draco.

 

            -Tranquilo, Harry vendrá a pasar la noche aquí, si sucede algo avisará a un medimago que dejaré a cargo.

 

            -Tranquilo… -repitió Draco alzando una ceja- claro.

 

            -Bueno, me voy –dijo el señor Jackson palmeándole el hombro.

 

            -eee… si, adiós –respondió Draco viendo salir por la puerta a su salvación.

 

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            -¿Cómo está Draco? –preguntó Sirius a Harry cuando éste regresó al departamento de aurores.

 

            -Nervioso por lo de mañana pero bien ¿y cómo van las cuadrillas allá afuera?

 

            -Ya los organicé, muchos periodistas ya se apostaron frente al ministerio y ni que decir de los chismosos, muchos ya traen pancartas luminosas que dicen “Todos los Malfoy son mala hierba, con mayor razón el engendro del que no debe ser nombrado”

 

            -Supongo que se refieren a Harry.

 

            -Sí.

 

            -Idiotas.

 

            -También dicen que los entreguen a los dementores y acaben con la semilla del mal que germina en ese bebé.

 

            -Partida de imbéciles –gruñó Harry entre dientes.

 

            -Pero también los hay que dicen “Los hijos no son responsables de los errores de los padres, un bebé siempre es inocente”

 

            -Y hablando de él ¿Cómo esta Harry?

 

            -Ya sabes cómo lo cuida Molly, está bien, solo que últimamente está algo inquieto.

 

            -¿Cómo es eso? –preguntó Harry preocupado.

 

            -No sé gran cosa, se supone que nada sale de esa sala, pero ya sabes cómo se las gasta Molly.

 

            -Si, si ¿y luego? –exclamó Harry impaciente.

 

            -Dice que está muy llorón.

 

            -¿Está enfermo?

 

            -No y tampoco es el brote de ningún diente.

 

            -¿Entonces?

 

            -Tranquilo, no es nada malo… creo.

 

            -¡Ay Sirius, sino sabes el chisme completo, mejor no digas nada! –exclamó Harry ceñudo.

 

            -Ajá y si no te lo hubiera dicho, igual te hubieras enfadado, mejor me voy, debo hacer unas rondas… ¡ah! Y para que te quedes más tranquilo, Molly dice que seguramente ya extraña a su papá, algo raro ya que a un bebé tan pequeño le da igual quien lo cargue, ahora sí, adiós.

 

            Sin más, Sirius se fue dejando a Harry ya más tranquilo.

 

            -Bueno, este asunto está por terminar –pensó Harry firmando su último informe y disponiéndose a escapar más temprano a su casa- pronto estaremos juntos los tres.

 

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            -¿Qué haré, que haré? –Musitó Draco caminando de un lado a otro- ni siquiera tengo ropa para una cita, mucho menos una buena loción.

 

            Entonces una idea surgió de su mente haciéndolo mirar a la puerta que conectaba su habitación con la del señor Jackson.

 

            -No te atrevas Draco, no puedes caer tan bajo… -exclamó en voz alta permaneciendo quieto tan solo un par de segundos antes de dirigirse hacia ella- en fin… -suspiró entrando a la habitación.

 

            Tratando de dejar todo igual, Draco comenzó a revolver los cajones hasta encontrar lo que buscaba.

 

            -Veamos… -susurró abriendo el frasco de loción olfateándolo- mmm…

 

            El aroma no era exactamente de su agrado, pero tampoco era malo, era un olor suave y dulce.

 

            -Digno de un viejo –masculló con resignación regresando a su cuarto.

 

            Ya en el baño mientras llenaba la tina, revisó su cabello tijera en mano sustraída igualmente del cuarto del medimago pensando en algún posible arreglo; su suave melena dorada se levantaba rebelde dándole un aspecto un tanto infantil a pesar de sus veintiún años.

 

            -Ya está muy largo –pensó viendo que ya le rozaba los hombros, por lo que tomó un mechón y acercó las tijeras dudoso- necesito un corte pero… rayos… -pensó resoplando mientras bajaba las tijeras- si lo hago yo parecerá que me comió el cabello un asno –entonces volvió a tomar otro mechón soltándolo nuevamente.

 

            -¡Necesito un salón de belleza! –gritó a todo pulmón pateando el suelo.

 

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            -Haber… -musitó Harry abriendo su armario lleno de pantalones, camisas, chaquetas y camisetas tanto de mercados de pulgas como de diseñador- esto no… esto tampoco… haber este… no mmm…

 

            En su habitación comenzó una lluvia de ropa que poco a poco fue formando montículos en el suelo.

 

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            Cuando la comida apareció, Draco ni siquiera la probó; el nudo que sentía en el estómago no lo dejó, más bien permanecía sumergido en la tina de agua caliente hasta la nariz cual vil cocodrilo.

 

            -Es un maldito promiscuo… -pensaba Draco haciendo olas en el agua- diablos, ha de saber un montón de cosas… ¿Quién lo diría de Potter, el cara rajada?, si alguien me hubiese dicho en el colegio que Potter saltaría de cama en cama y de amante en amante cual conejo en celo, me hubiese reído a carcajadas viendo que ni siquiera sabía bailar.

 

            Después de un rato mas, decidió salir del agua para no terminar como una pasa; vistió su más que nunca odiada ropa deportiva color azul cielo rematando con la loción del señor Jackson.

 

            -Creo que comeré un poco… -pensó picoteando el pollo asado mientras desenredaba su cabello, el cual optó por no cortar.

 

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            Siendo ya las ocho de la noche, Harry llevaba su decimo tercer cambio de ropa.

 

            -¡No, maldición, parece que voy a una boda!... –gimió quitándose un saco color azul marino- ¡y aun me falta bañarme! ¡Es tardísimo!

 

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            Siendo ya las diez de la noche, Draco casi formaba un surco en el suelo de tanto caminar de un lado para otro.

 

            -¡El muy idiota!...-pensó con los nervios a flor de piel- ¡no me dijo a qué hora venia!...no, más bien la culpa la tengo yo por no preguntar

 

            Mientras afuera, Harry llegaba a la puerta custodiada por dos aurores, uno de los cuales al verlo dijo:

 

            -¡Vaya!... que pinta traes Harry ¿vas a ir a alguna fiesta?

 

            -Iba a ir, pero a último momento tuve que cancelar, me acaban de avisar que el señor Jackson no va poder estar y me pidió quedarme en su lugar.

 

            -Diablos, que fastidio… eso si que te jodió la noche ¿no?

 

            -Gajes del oficio –respondió Harry encogiéndose de hombros.

 

            -Ni modo, pero mírale el lado bueno, esta semana termina todo.

 

            -Eso espero, buenas noches.

 

            -Buenas noches.

 

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            Draco se paralizó a media habitación al oír los toquidos en la puerta y abrirse esta casi inmediatamente entrando Harry por ella.

 

            -Hola –saludó este habiéndola cerrado tras de sí y colocando en el mueble una bolsa de plástico negra.

 

            Cuando Draco lo vio de pie a un par de metros de él, literalmente se quedó con la boca abierta.

 

            -¡Por los calzones de Merlín! –pensó Draco casi tirando la baba.

 

            Y es que el auror estaba hecho un tiro; se había recortado un poco el cabello, pero solo en la parte baja, lo demás lo había dejado igual de alborotado dándole un aspecto verdaderamente sexy y moderno; eso, aunado a una camisa blanca con una chaqueta de piel negra ajustada lo hacían lucir increíblemente arrebatador; y rematando esa sensual imagen unos jeans negros que resaltaban sus piernas y su trasero.

 

            La mirada de Draco lo recorrió desde la cabeza hasta los impecables zapatos negros.

 

            -Siento llegar tan tarde –dijo Harry acercándose a él hasta ponerle las manos en los hombros dándole un ligero beso en los labios haciendo que un aroma fresco y embriagante inundara la nariz y los sentidos de Draco, quien solo atinó a mirar los ojos verdes que tenia a un palmo de distancia adornados con larguísimas pestañas negras.

 

            -Yo… eee… quiero ir al baño –balbuceó dando un paso atrás para correr inmediatamente al baño dejando a un desconcertado Harry- ¡Oh por Dios! –exclamó cerrando la puerta tras de sí y recargando la espalda en ella- esta… ¡esta guapísimo!

 

            Se estrujó las manos mientras comenzaba a caminar nerviosamente por el pequeño cuarto.

 

            -Por Merlín… es todo un bombón… ¡un maldito bombón!... ¡¿cómo puede alguien ser tan jodidamente guapo y sexy al mismo tiempo?!... –masculló manoteando como desquiciado- y huele tan rico…

 

            Entonces de repente se cogió la camiseta por el frente acercándosela a la nariz.

 

            -¡Me lleva la…! ¡Él oliendo tan rico y yo a viejo!... ¿Por qué a mí? –gimio lastimeramente.

 

            -¿Todo bien? –preguntó Harry del otro lado de la puerta.

 

            -¡Sí, ya voy! –saltó Draco entrando en pánico y comenzando a dar vueltas en su propio eje para sacarse de pronto la camiseta y aventarla al piso siguiendo después con las pantuflas, pantalones y ropa interior.

 

            -¡Debo quitarme este olor!... ¿¡qué demonios estaba pensando?! ¡Si ni siquiera me gusta!

 

            Se metió a la tina abriendo la llave de la regadera, tomó el jabón y comenzó a lavarse a toda prisa; desde afuera, Harry pegó la oreja a la puerta.

 

            -¿La ducha? –pensó arrugando el ceño en un gesto de extrañeza.

 

            En menos de dos minutos, Draco se enjabonó el cabello, el cuerpo y todo lo demás; cuando terminó se secó lo más rápido que pudo quedándose tieso al verse el cabello en el espejo.

 

            -¡Tengo cabeza de erizo! –susurró al ver su cabello alborotado en todas direcciones debido a la fricción de la toalla.

 

            Pero el horror tuvo que ser dejado a un lado para dar paso a otro.

 

            -¿Y ahora que me pongo?... toda mi ropa esta en el armario.

 

            Y no era que realmente tuviera un gran guardarropa, pues todas las prendas eran exactamente iguales entre sí como si de un maldito uniforme se tratara; la camiseta que se acababa de quitar, ni de broma la usaría otra vez pues tenía impregnada la esencia del señor Jackson; con desconsuelo miró la prenda que había usado en la tarde y que ahora estaba hecha bola en el cesto de la ropa sucia.

 

            Con todo el pesar de su corazón la sacó y después de sacudirla la olfateó; el realidad no olía a nada, pues estando encerrado sudaba muy poco y solo la había tenido puesta unas cuantas horas, por lo que sin más remedio terminó poniéndosela de nuevo.

 

            -Esta toda arrugada… parece que la saqué de la panza de un caballo.

 

            Mientras tanto afuera, Harry cada vez entendía menos lo que pasaba.

 

            -¿Oleré mal? –Pensó levantando los brazos y olisqueándose las axilas- o tendré mal aliento.

 

            Draco en tanto peinaba su cabello añorando el sin fin de tratamientos capilares traídos desde Francia para la familia Malfoy que su madre mandaba traer y que él mismo solía desperdiciar como si lo regalaran.

 

            -Bien… -murmuró alisándose la camiseta frente al espejo- creo que estoy listo… ¿a quién engaño? – Pensó encorvándose con desaliento- nunca estaré listo para el tiro de hombre que esta allá afuera.

 

            Harry en tanto no dejaba de revisar su aliento, su ropa, sus zapatos, todo, desconcertándose cada vez más al no saber que había disgustado a Draco.

 

            -A lo mejor mi ropa no le gustó –pensó desanimado.

 

            Entonces la puerta se abrió saliendo un sonriente Draco.

 

            -Siento haber tardado.

 

            -¿Te bañaste? –preguntó Harry incrédulo.

 

            -No… bueno si, es que no lo había hecho… ¡bueno, no es que no lo hubiera hecho! –Se apresuró a aclarar  no queriendo dar la impresión de desinterés- es solo que… bueno… no importa.

 

            Un tenso silencio se dejó sentir mientras Draco pasaba nerviosamente su mano sobre su cabello húmedo en tanto Harry dudaba en acercarse mientras trataba desesperadamente de adivinar que le había disgustado al rubio.

 

            -Traje unas cervezas de mantequilla –dijo de pronto acercándose a tomar la bolsa que había dejado en el mueble- me hubiese encantado traer vino, pero como no puedes tomar alcohol pues pensé que cerveza de mantequilla estaría bien.

 

            -Eso está muy bien, gracias –respondió Draco tomando la botella que le ofrecía Harry- ¡mmm! Hacía años que no probaba una.

 

            -¿En serio? –preguntó Harry sorprendido.

 

            -Ajá –respondió Draco dando otro sorbo.

 

            -¿Cuándo estabas con ellos no lo hacías?

 

            -No, evitaba a la gente lo más posible y ellos solían tomar vino más que nada.

 

            -Ah…

 

            Y nuevamente el pesado silencio se impuso entre ellos; Harry entonces decidió romper la tensión abrazándolo, por lo que se acercó a él haciendo que Draco diera un paso atrás.

 

            -¿Sucede algo? –preguntó Harry sintiéndose algo ofendido.

 

            -¿Algo como qué?

 

            -Pues no sé… creo que hay algo que te disgusta de mí.

 

            -¿De ti? ¿Porque dices eso? –preguntó Draco haciéndose el tonto.

 

            -Pues me dio esa impresión desde que entré.

 

            -¿En serio? –preguntó Draco sorprendido.

 

            -Si y me acerco y tú te alejas.

 

            -¡Oh!... ¡ah!... no, no me disgusta nada de ti ¿Qué tonterías dices?

 

            -¿Entonces porque te alejas? –preguntó Harry haciendo que Draco se percatara de que habían estado caminando hacia atrás hasta llegar la pared.

 

            -¿Te incomodo? –Preguntó Harry poniéndole las manos en los hombros- porque si lo que dijiste esta tarde solo fue…

 

            -No es eso –interrumpió Draco decidiendo sincerarse lo más posible al ver el rostro confundido de Harry- mira… la verdad es que estoy muy nervioso.

 

            -¿Nervioso?

 

            -Si, si, nervioso… -replicó Draco recargándose en la pared- mira… -continuo sin mirarlo directamente y gesticulando con las manos en un gesto que reconoció como un típico tic nervioso del rubio- hoy tu estas… yo nunca esperé… bueno, no es que no lo estés siempre, pero yo… si me sorprendí y… pues yo estoy…

 

            -A ver, a ver… -dijo Harry tomándole las frenéticas manos e intentando mirarlo a la cara- no te estoy entendiendo nada.

 

            -¡Ah! Pues yo no tengo la culpa de que no entiendas –respondió Draco sintiéndose cada vez mas empequeñecido por la arrolladora cercanía de Harry.

 

            Dándose cuenta del nerviosismo de Draco, Harry le tomó el rostro entre ambas manos sorprendiéndolo.

 

            -Solo dime que sucede -Draco se vio atrapado ante la suave mirada de Harry- ¿algo en mi apariencia te molestó?

 

            -¿De tu apariencia?... ¿eso piensas? –preguntó Draco sorprendido.

 

            -¿Y no es así?

 

            -Por favor Harry –respondió Draco rodando los ojos mientras se quitaba las manos del rostro y se alejaba unos pasos de él- suena como cliché pero no eres tú, soy yo.

 

            -No entiendo.

 

            -Tan solo mírate –dijo Draco haciendo que Harry se mirara extrañado- y ahora mírame a mí.

 

            -¿Y tú que tienes?

 

            -¿Cómo qué?... ¡Harry es obvio!

 

            Harry verdaderamente estaba sumergido hasta la coronilla en el pozo  de la confusión, pues al decir Draco que lo mirara, él no veía nada raro.

 

            -Pues discúlpame pero no entiendo nada.

 

            Draco pateó el suelo con exasperación para luego decir:

 

            -¡Mírate, tu estas…! ¡Estas…!

 

            -¿Estoy? –continuo Harry alzando una ceja en un ademan para animarlo a continuar.

 

            -¡Buenísimo! –concluyó Draco enrojeciendo hasta las orejas.

 

            -¿Buenísimo? –repitió Harry cayendo en cuenta en un segundo de lo que Draco quería decir.

 

 


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