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SI TU ME QUISIERAS... por Orseth

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            -Sin embargo no quiero quitarle autoridad a Wright y…

            -¿Teme herir sus sentimientos? –exclamó Sirius sarcástico.

            -Cállate Black, tan bocón como siempre.

            -Pues  eso entendí –respondio Sirius cruzándose de brazos.

            -A lo que voy es que retiraré esa orden, pero Draco Malfoy deberá solucionar su situación con la ley.

            -Gracias… -murmuró Sirius sentándose mientras el ministro tomaba un pergamino.

            -Harry es el padre ¿verdad?

            Las palabras del ministro dejaron helado a Sirius mientras lo veía escribir algo en un papel.

            -Nunca pensé pescarte con esa expresión de idiota –dijo Kingsley levantando el rostro- quédate así para tomarte una fotografía.

            -eee… bueno ¿y qué, si es el padre?

            -Lo que haga Harry con su vida privada no me incumbe, tampoco lo que haga el chico Malfoy –respondio Kingsley entregándole el pergamino y recargándose después en su silla- pero esto causará revuelo, así que mi consejo es que Malfoy resuelva su situación con la justicia y que Andrew Jackson aclare esto con el consejo médico, que estoy seguro lo llamara a dar cuentas; por lo demás no creo que esto pase a mayores, pues el caso del horrocrux ya paso a la historia.

            -¿Esta seguro?... porque si Umbridge y Keller están aquí, es porque seguramente querrán echarle el guante al hijo de Malfoy, pues servicios infantiles se lo ha quitado y se niegan a entregarlo.

            -Esto es como un juego de ajedrez, Sirius… no importa quién se mueva primero, sino como sea su jugada; si ustedes hacen las cosas correctas, esos dos se quedaran con las ganas de hacerse de ese bebé, así que evalúen  cada situación con la cabeza fría y no se dejen llevar por las provocaciones de nadie, pues te adelanto que en esto yo no puedo intervenir como antes; así que prepárense para el escándalo que se avecina, que va a ser un festín para los medios y para la gente chismosa.

            -Lo imagino –respondio Sirius apesadumbrado.

            -Ya imagino los titulares… -continuo Kingsley mirando al espacio y con la mano en el aire- “Harry Potter, amante de un mortífago”

            -¡Oiga!

            -¿Qué? Es la verdad –respondio Kingsley con aire inocente.

            -¿Le parece gracioso?

            -La verdad si… -dijo el ministro riendo ya abiertamente- ya me imaginaba que ese “sentido de justicia” tan apasionado de Harry por el chico Malfoy era un tanto… exagerado.

            -Hablando de gente chismosa ¿no? –replicó ceñudo Sirius antes de salir de ahí.

 

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            Una sensación semejante a intentar salir de un hoyo, fue lo que sintió cuando algo frio oprimió su vientre.

            -mmm…

            -Bien, ahora veamos… -dijo una voz masculina.

            -¿Qué… que hace? –balbuceó Draco abriendo los ojos con dificultad.

            -Señor Malfoy, que bueno que despertó –dijo un hombre muy sonriente- necesito que responda algunas preguntas.

            -¡Ahí esta! –Exclamó la enfermera que lo asistía señalando una mancha en la pantalla- ¡oh por Merlín, ahí está!

            -¡Woow es un bebé de verdad! –dijo el sanador pasando la varita por el vientre de Draco, quien intentaba espabilarse con mucho esfuerzo.

            -M-mi… mi hijo… -exclamó Draco recordando de golpe lo sucedido anteriormente siendo invadido al instante por una angustia aplastante- ¿Dónde… donde esta?

            -Eso estamos viendo, señor Malfoy.

            -Ese… no… mi hijo Harry… ¿Qué es es-esto? –balbuceó intentando levantarse encontrando sus manos atadas a la cama.

            -Usted está en custodia, por eso está atado –respondio el sanador embobado viendo la pantalla.

            -Suélteme… quiero… quiero ver a mi hijo…

            -Su hijo está bien, mejor dígame si concibió este otro bebé ingiriendo alguna poción especial.

            -¿Cree que pueda darme una fotografía? –musitó la enfermera viendo también la pantalla.

            -Es increíble ¿no?

            -Si, mi familia no se la creerá.

            -¡Basta!... –gimió Draco intentando soltarse- ¡devuélvanme a mi… a mi hijo!

            -Creo que no responderá –dijo el hombre contrariado a la enfermera.

            -Su presión sanguínea sigue subiendo, sanador Wallace.

            -Ya intente de todo y no logro bajarla…

            Draco escuchaba como el hombre indicaba una dosis más de quien sabe que medicamento dándose cuenta de su tono emocionado, el mismo de quien tiene ante si un interesante fenómeno.

 

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            Para descanso de la mujer, vio a Harry levantarse y salir de ahí en medio de palabrotas; pues en realidad el auror necesitaba saber algo de Draco, por lo que de nueva cuenta se dirigió a San Mungo.

            El moreno se había levantado y sentado por enésima vez cuando vio a lo lejos al sanador Jackson acompañado de una mujer de aproximadamente treinta años que cargaba un maletín.

            -Ya estamos aquí.      

            -¿Quién es ella?

            -Ella es mi hija Kelly, es sanadora y trabaja conmigo en mi clínica, no confío en ninguna de las enfermeras de aquí.

            -Hola –saludo la chica extendiéndole la mano a Harry, quien la tomó educadamente sin dejar de verla con cierta sospecha.

            -Tranquilo, ella es muy discreta.

            -Como es mi obligación serlo en esta profesión –dijo Kelly sentándose y abriendo su maletín para sacar una enorme carpeta.

            -Acabo de darle la historia clínica de Draco, sé que es mucha información, pero en mejor que comience desde ahora.

            -Claro –respondio Harry sentándose de nuevo, siendo imitado por el medimago- los medios ya lo saben… -dijo mirando al frente después de un momento.

            -Sí, me lo dijo el señor Black… me mostró el diario.

            -¿Cómo supieron?

            -Sé que aparte de ustedes, solo yo sabía, pero te juro por mi honor de sanador, que yo no revelé esta información.

            Harry no dijo nada, simplemente dirigió su vista a Kelly, quien con una pluma muggle en la boca, mantenía su vista en los pergaminos.

            -Ella tampoco fue, pues no sabía que Draco estaba esperando de nuevo otro bebé –dijo el señor Jackson.

            -Pues voy a averiguarlo, y cuando lo haga, conocerán al hijo de puta que puedo ser.

 

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            -Llame a Harry Potter… él no sabe que estoy aquí –dijo Draco viendo al sanador quitar la pantalla.

            -¿Concibió al producto con sexo común entre homosexuales o hizo algo más? –preguntó el hombre colocando unos tubos extraños a ambos lados de la cama.

            Draco no contestó, pues miraba confundido lo que el hombre hacía ayudado por la enfermera.

            -¿Qué… es eso? –preguntó viendo como la enfermera ajustaba la altura.

            -Tranquilo, señor Malfoy.

            Draco comprendió de golpe lo que esos tubos significaban cuando la enfermera comenzó a levantarle una pierna.

            -¡No! –gritó intentando soltarse sin éxito, debido a su debilidad.

            -Usted tranquilo, no pasa nada –dijo ella subiendo su pierna a uno de los estribos obstétricos y sujetando su muslo con una correa de tela.

            -¡Malditos!... ¡n-no!...

            Después de sujetarle una pierna, la enfermera hizo lo mismo con la otra mientras el sanador removía algunas cosas cerca de ellos.

            Draco Tragó en seco mientras el pánico comenzaba a invadirlo, pues sabía muy bien que iban a hacerle y ahora no estaba Harry, ni siquiera el señor Jackson, absolutamente nadie para ayudarlo.

            -¡Bas-bastardo de mierda!... ¡no me… toque! –gritó, o al menos eso intentó cuando el sanador levantó la sabana que lo cubría por la parte de abajo.

 

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            -¡Buenas noticias! –Dijo Sirius llegando de prisa a la sala de espera en donde estaban Harry y los demás- la orden de restricción fue anulada.

            -¡Bien! –exclamó Harry apretando los puños.

            -Vamos -intervino el señor Jackson poniéndose de pie.

            -Un momento –dijo una voz a sus espaldas haciéndolos girarse para encontrarse nada menos con Phillipe Wright- ¿A dónde demonios creen que van?

            -A atender a mi paciente –respondio el viejo sanador comenzando a caminar siendo detenido de nueva cuenta por el jefe de aurores.

            -Usted no se mueve de aquí, tiene prohibido acercarse siquiera a esa habitación.

            -Ya no es así –dijo Sirius levantando un pergamino- aquí tengo el permiso del ministro Kingsley que le permite al señor Jackson atender a Draco Malfoy.

            Wright arrebató el pergamino para desdoblarlo y leerlo rápidamente.

            -¿Te saltaste mi autoridad? –exclamó viendo fijamente a Sirius cuando terminó de leer.

            -Hice lo que tenía que hacer –respondio el auror levantando los hombros.

            -Ahora si te pasaste, Black.

            -Despídame –concluyó Sirius dándose la vuelta.

 

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            -Sentirá el lubricante un poco frio –dijo el sanador en medio de las piernas de Draco, quien no dejaba de forcejear.

            -¡No me toque!... ¡no quiero!...

            -Cálmese, esto no tardara mucho.     

            -¡Hijo… de puta!... ¡cabrón malnacido!... ¡no lo haga!...

            Draco se quedó callado de repente al sentir el frio contacto de unos dedos en medio de sus nalgas buscando su entrada.

            -Dios mío… -musitó viendo el techo con los ojos muy abiertos.

            -Relájese –dijo el sanador comenzando a hundir un dedo lentamente.

            -¡N-no…! ¡No! –gimio el rubio cerrando con fuerza los ojos mientras sentía con gran angustia la intrusión en su cuerpo- ¡infeliz bastardo, hijo de perra!... ¡no lo haga!

            -Calma, no pasa nada –musitó el sanador Wallace tanteando el interior del chico.

            -Basta… basta ya…

            Pero el hombre no le escuchaba, pues estaba muy ocupado metiendo ahora dos dedos para detectar alguna cosa fuera de lugar, sin contar que ni siquiera sabía que buscaba.

            -¡Me lastima, idiota!

            -Relájese… -respondió el sanador presionándole el vientre suavemente mientras empujaba mas su mano.

            -Me duele… pare ya… -balbuceó Draco intentando mover las piernas.

            -¿Hay algo extraño? –preguntó la enfermera muy intrigada observando a su lado.

            -Aun no –respondio el medimago imprimiendo un poco más de fuerza.

            -¡Ah!...

            -No pasa nada, no pasa nada –dijo el hombre en tono supuestamente tranquilizador- señorita, alcánceme el espéculo.

            -Enseguida.

            -Juro… que lo mataré… -balbuceó Draco apretando los puños- cuando… cu-cuando me suelte, yo… lo asesinaré… bastardo… ¡ay!... ¡me duele, maldito imbécil!... me duele… esta lastimándome…

            -Con calma, solo tranquili…

            -¿¡Que diablos está haciendo!? –exclamó el señor Jackson abriendo de golpe la puerta.

            -¿Quién es usted, como entró? –Dijo molesto el sanador Wallace sacando su mano del interior de Draco- ¡Esta habitación está restringida, salga inmediatamente!

            Todos entraron, a excepción de Sirius, que se había quedado discutiendo con Lance.

            Harry miró horrorizado la posición en que tenían a Draco y claramente vio su angustia, miedo y humillación en medio de su ira.

            -Hijo de perra… -masculló el auror lanzándose sobre el medimago, que ni siquiera alcanzó a meter las manos cuando una lluvia de golpes le cayó encima.

            -Te quitaré esto –dijo el señor Jackson a Draco desatándole las piernas con ayuda de su hija mientras la enfermera gritaba asustada por el pleito de los dos hombres.

            -Lo mataré… lo mataré…. Al hijo de puta, juro que lo mataré… -balbuceaba Draco con la vista fija en el techo.

            El señor Jackson dejó que Kelly terminara de soltarlo mientras él le revisaba la presión sanguínea viendo alarmado que el chico comenzaba a sufrir una arritmia cardiaca.

            -Kelly, sácalos a todos –dijo el medimago atendiendo a Draco.

            La chica asintió sacando su varita y paralizándolos a todos, incluido Harry, quien angustiado se vio levitado hacia afuera, en donde aun discutía Sirius y los dos aurores.

            Cuando los liberó del hechizo, Harry se levantó rápidamente intentado entrar a la habitación.

            -Por favor… déjame entrar –exclamó impidiendo que Kelly cerrara la puerta.

            -Ahora no Harry, déjanos ayudarlo y en cuanto se pueda te dejaremos entrar.

            Harry ya no dijo nada, simplemente se quedó parado frente a la puerta cerrada mientras Lance y Sirius no dejaban de vociferar.

            -¡Esto es un atropello, lo demandaré! –gritó el sanador con el pómulo roto y la nariz sangrando.

            -¡Te vas a arrepentir, Black! –dijo a su vez Lance señalando a Sirius, quien al ver a Harry de pie ante la puerta, no hizo más caso al tipo.

            -¿Sucedió algo? –preguntó  a su ahijado poniéndole una mano en el hombro.

            -No sé… nos sacaron –respondio Harry sin dejar de mirar la puerta.

            -Tranquilo, todo saldrá bien.

            -También demandaré a ese sanador Jackson… -continuo vociferando Wallace- quitarme a mi paciente… infeliz…

            Sin decir “agua va” Harry se volvió y le estampo otro tremendo puñetazo en el rostro, haciendo que  el hombre simplemente se desplomara inconsciente siendo atendido al momento por la enfermera.

            Cuando los ánimos se calmaron, los cuatro aurores que estaban ahí, guardaron silencio sin dejar de lanzarse miradas asesinas, a excepción de Harry, que simplemente miraba la puerta y el techo alternativamente esperando alguna noticia.

            Al cabo de una eterna hora, la puerta se abrió asomándose la hija del señor Jackson haciéndoles una señal para que entraran.

            -¿Cómo esta? –preguntó Harry apenas entró.

            -Mal –respondio el señor Jackson inyectando algo en el suero que Draco tenía clavado en la mano.

            -¿Por qué?

            -Fue sometido a mucho estrés y no tomó sus medicamentos, eso lo desestabilizó gravemente… Harry, Draco tiene daño en los pulmones.

            Harry miró hacia la cama en donde Draco yacía dormido con una mascarilla puesta; sintiendo un nudo en la garganta, se acercó con pasos lentos hasta quedar junto a la cama, en donde se sentó para ver el rostro amoratado del chico.

            -Lo siento… -musitó quitándole un mechón de la frente mientras lagrimas amargas escapaban de sus ojos- nunca fue mi intención que pasaras por esto…

            Sirius exhaló un suspiró sintiéndose muy triste de repente al ver a los dos  chicos en una situación que ninguno merecía.

            Harry siguió llorando  mientras todos guardaban silencio sin saber que decir y sintiéndose incómodos por presenciar algo tan intimo; entonces el moreno le dio un beso en la frente y se levantó limpiándose las lágrimas.

            -Lo dejo en sus manos, yo tengo que ir a recuperar a mi hijo.

            -Tranquilo, yo me ocupo –respondio el sanador.

            -Sirius, cuídalo por favor.

            -Lo haré, no te preocupes –dijo el auror palmeándole la espalda.

            Harry salió de ahí con paso seguro al albergue infantil.

 

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            Cuando Harry llegó de nuevo al albergue infantil con una carpeta bajo el brazo, la recepcionista solo lo miró nerviosa mientras anunciaba su llegada a su jefa.

            -En un momento lo atiendo –escuchó Harry por respuesta, por lo que deseando que en verdad lo hicieran esperar mucho para que Arthur Weasley tuviese tiempo de hacer lo que fuera que estuviese haciendo.

            Las horas transcurrieron lentas en medio de su angustia por Draco y por el pequeño, pues hacía más de un día que no sabía nada de él y eso también lo estaba enloqueciendo. Cuando el reloj en la pared marcó las 4:00 pm, comenzó a ponerse aun más nervioso, pues la hora de atención al público era hasta las 5:00 pm.

            La recepcionista atendía a otras personas con la excusa de que eran asuntos más sencillos que no requerían tanta atención, por lo cual él tenía que esperar a que su jefa lo atendiera personalmente.

 

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            -Dile de una vez por todas a Dolores Umbridge que no la atenderé –exclamó Kingsley a su secretaria- que ese asunto con el bebé de Draco Malfoy está concluido y que no pienso abrirlo de nuevo, que si quiere algo, vaya con el director de asuntos familiares y que deje de joder; ya ni un grano en el culo fastidia tanto como esa desagradable mujer.

            La secretaria asintió apenada por el ultimo comentario del ministro y enseguida salió a dar su recado a una Umbridge que respondio cosas peores que el ministro.

 

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            -Yo no veo cual es el problema con el bebé gestado por Draco Malfoy –exclamó el director de asuntos familiares- es más, no entiendo cómo es que no se lo han entregado a su tutor, pues su padre solo está arrestado, no condenado.

            -¡Pero estamos hablando del hijo de Draco Malfoy! –Bufó Umbridge indignada- ¡el engendro que vino al mundo gracias a la magia oscura del que no “debía ser nombrado!

            -Mire,  señora –respondio el hombre haciendo evidente acopio de paciencia- ese asunto ya fue discutido por el Wizengamot; si usted cree que yo voy a enfrentarme a ellos pidiendo que revisen de nuevo ese asunto solo porque usted lo dice, está muy equivocada.

            -¡Pero…!

            -Y si Harry Potter tiene todos sus papeles en regla y adoptó a ese bebé como dice, es mejor que sea entregado, pues si ese hombre demanda a todo el departamento de servicios infantiles, tenga por seguro que yo mismo me encargaré de que el Departamento de Regulación y Control de Criaturas Mágicas pague la demanda.

            Dolores quedó con la boca abierta al escuchar al hombre, quien evidentemente dio por concluida la conversación comenzando a escribir furiosamente sobre un pergamino sin prestarle más atención, por lo que ella se levantó y salió muy indignada de ahí para alivio del pobre mago.

 

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            Cuando las 4:30 dieron en el reloj, Harry tuvo que hacer acopio de todo su autocontrol para no morderse las uñas; fue entonces que el hombre que entró por la puerta con actitud algo apresurada, casi lo hace saltar de alivio.

            -Harry, Sirius me dijo que podría encontrarte aquí, estoy muy preocupado por este asunto y no pude esperar hasta verte en casa ¿Cómo estás?

            -Bien, gracias señor Weasley –respondio Harry poniéndose de pie ante la mirada curiosa de la recepcionista.

            -Cuéntame como esta Draco, pero antes quisiera lavarme las manos, la red flú de la tienda de la esquina arroja mucho hollín y siento que lo traigo hasta en los calcetines.

            -Claro, hay un baño por aquí –dijo el moreno guiándolo hasta el sanitario.

            Al quedar solos, Harry dio rienda suelta a su nerviosismo.

            -¿¡Que sucedió, logró hacerlo o algo salió mal?! –preguntó el chico a bocajarro.

            -Buenas noticias… esta hecho –respondio Arthur sonriendo al tiempo que levantaba su portafolios.

            -¡Dios mío! –gimio Harry encorvándose para apoyar sus manos en sus muslos.

            -Pero costó todo el dinero… los ciento cincuenta galeones que me diste, se terminaron –dijo Arthur apenado.

            -Eso es lo de menos, mejor explíqueme como está el asunto.

            -Mira… -dijo Arthur abriendo el portafolios y sacando unos pergaminos- todo está en regla, la fecha de adopción es de hace una semana; pero hay dos cosas muy, pero muy importantes en esto, Harry.

            -¿Qué cosas? –preguntó Harry examinando los documentos.

            -Primero, tienes dos semanas para autentificar la adopción ¿Cómo es eso? Pues que tienes que firmar los documentos, lo mismo que Draco, sino lo hacen, los datos asentados en los libros de actas, se borraran automáticamente.

            -Eso podemos hacerlo ¿Qué más?

            -Que aunque estos documentos pasen por auténticos, finalmente no lo son hasta que ustedes firmen.

            -Draco no puede hacerlo en este momento.

            -Lo sé, por eso lo segundo que te diré es importante… por regla, todo tipo de documento importante, se revisa aplicándole un hechizo de autenticidad.

            -Aja… -exclamó Harry ya sabiendo eso, pues él mismo debía hacerlo de vez en cuando en su trabajo.

            -Estos documentos pasaran con éxito el primer hechizo, pero si a quien los revisa se le ocurre lanzarle un segundo hechizo, estos no resistirán y se revelara que son apócrifos.

            -Por lo que debo estar atento con eso.

            -Exacto.

            -Bien, entonces creo que todo está listo.

            -Eso parece.

            -Gracias.

            Cuando salieron del baño, Arthur se despidió con actitud apenada.

            -Siento no poder quedarme más, pero Molly esta esperándome para ir a visitar a Draco en el hospital.

            -No permiten visitas… además la situación no es muy buena ahora, preferiría que esperen un par de días por favor.

            -¡Oh que pena!... vaya, en fin, eso preocupará mas a Molly.

            -Lo lamento.

            -No te preocupes, entendemos… ahora debo irme, suerte.

            Cuando se despidieron con un apretón de manos, Harry se volvió a mirar el reloj que ya marcaban quince minutos para las 5:00, por lo que mirando ceñudo a la recepcionista, exclamó:

            -Le advierto que si no me atiende antes de que den las 5:00, le armaré un maldito escándalo que se escuchará hasta el otro lado del país.

            La mujer no supo que decir, simplemente se levantó y desapareció por una puerta.

           

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