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SI TU ME QUISIERAS... por Orseth

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            -Es que… -titubeó Betsy dándose cuenta de que hablaba de mas, pero deseosa también de aclarar que su amo no era malo- él sufre mucho por las manchas de su rostro… todos los días se queda mucho rato mirándose al espejo mientras pone cara triste, dice que cada vez está más feo.

            Los gemelos quedaron sorprendidos al escucharla, para finalmente mirarse entre sí comprendiendo el asunto.

            -Nunca fue mi intención hacerlo sentir mal –dijo Fred rascándose la cabeza.

            -Lo sé señor Fred, usted no tiene la culpa… pero por favor no se enojen con mi amo.

            -Tranquila, iré a hablar con él.

            -Iremos los dos –exclamó George.

            Dentro de la habitación, Draco le daba su biberón a un inquieto Harry mientras derramaba tremendos lagrimones.

            -¿Quién se creen para juzgarme?... –balbuceó sentado en la cama cargando a su hijo- ya se… que estoy horrible, no tenían por qué decirlo… anda, toma tu leche.

            Pero Harry se retorcía mientras comenzaba a llorar.

            -No llores… por favor no llores… -exclamó sintiéndose rebasado.

            -Hola ¿podemos pasar? Gracias –dijo George abriendo la puerta de repente pasando a la habitación con su hermano detrás.

            -¿¡Como se atreven?! –exclamó el rubio indignado.

            -Es que si tocábamos nos ibas a mandar a la mierda –respondio Fred mientras cada uno se sentaba a su lado dejándolo en medio.

            -¡Y tenían razón! –exclamó levantándose.

            -¡Espera, déjanos hablar! –exclamó Fred poniéndosele enfrente.

            Draco intentó esquivarlo mientras giraba el rostro para que no vieran que había estado llorando.

            -Draco por favor –dijo Fred tomándolo por los hombros.

            Para colmo, Harry comenzó a llorar más fuerte.

            -Tiene fiebre, déjenme en paz para poder atender a mi hijo.

            -De acuerdo –declaro el gemelo viendo que era prácticamente imposible hablar, por lo que salieron de ahí.

            Media hora después, entraron nuevamente sin tocar provocando que Draco se levantara hecho una furia.

            -¡Ya basta de invadir mi privacidad! –exclamó entre dientes para no despertar a Harry, que finalmente se había dormido.

            -Perdón, es la última vez que lo hacemos –respondio George.

            -Por supuesto, pues en cuanto despierte Harry me regreso a casa.

            -Escúchame, nunca fue mi intención ofenderte, no sabía que lo que dije iba a afectarte tanto –dijo Fred.

            -No tiene importancia –respondio Draco sacando su valija del armario.

            -Espera Draco –dijo George sentándose en la cama- sé que no tienes muchos motivos para confiar en nosotros, pues no nos conoces aun, pero déjame decirte que nunca haríamos algo para dañarte… tal vez cuando íbamos al colegio, pero ahora ya no.

            -También es cierto que nosotros no te conocemos a ti, no sabemos en realidad como debemos tratarte… no sabemos qué cosas te afectan, te disgustan o te gustan; nadie dijo que conocernos iba a ser simple.

            -Si dije algo que te hizo sentir mal, te pido disculpas, pero también debes aceptar que no puedes correr cada vez que algo no te guste; si algo te incomoda debes decirlo, nadie es adivino…

            A pesar de querer aplicarles un “Avada Kedavra” Draco reconoció que lo que los gemelos decían era muy cierto, por lo que enojo fue mezclándose con vergüenza.

            -Tu salud es delicada –dijo George- por eso queremos que descanses, esa era la finalidad de este viaje, pues sin deseos de ofenderte, la verdad es que te cargas una estampa de agotamiento que no engaña a nadie.

            Draco se cubrió la cara para ocultar el nuevo sollozo que pugnaba por salir deseando que la tierra se abriera y se tragara a los gemelos… no  a él, por supuesto.

            -Mierda… -mascullo sentándose en la cama sin descubrirse el rostro.

            -Deberías quedarte a terminar el fin de semana –dijo Fred sentándose a su lado.

            -S-son… las… malditas hor-hormonas… -dijo al fin Draco aun con sus manos en la cara- yo no… yo no era tan sentimental…

            -Bueno, ahora lo sabemos –exclamó George.

            -No saben… lo horrible que es… -dijo Draco bajando sus manos a su regazo- lo que es el no poder controlar tu temperamento…

            -Pero siempre has sido así –exclamó Fred algo extrañado- eras un exagerado en el colegio.

            -No, pero…. Me refiero a lo…  a lo sentimental… es muy vergonzoso confesarlo, pero… no puedo evitar llorar por cualquier tontería… es muy estresante… -continuo gesticulando exageradamente con la manos mientras las lagrimas fluían y fluían- vivo en una constante vorágine de emociones… vaya… no sería tan malo si siempre hubiese sido así, pero… todo es consecuencia de los hechizos que tengo encima… hechizos que nunca… van a poder quitarme… ade-ademas de todos mis cambios físicos…

            Los gemelos se miraron entre sí sintiéndose consternados por Draco, pues nunca imaginaron que el hechizo que tenia encima, tuviera más consecuencias que el de concebir hijos solamente.

            -Bueno… ahora lo sabemos –dijo George poniéndole una mano en el hombro.

            -Quédate Draco, aun podemos hacer un montón de cosas divertidas que no sean tan desgastantes para ti.

            Draco sorbió la nariz mientras asentía con la cabeza.

            -Descansa un rato –exclamó Fred poniéndose de pie- y cuando te sientas mejor saldremos a dar un pequeño paseo ¿Qué te parece?

            Draco se alzo de hombros mientras se sonaba la nariz con un pañuelo.

            -Bien, te dejamos –dijo George levantándose también y dirigiéndose a la puerta.

            Cuando quedó solo, Draco lloro un rato mas hasta quedarse dormido siendo acompañado de su fiel elfina.

 

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            -Vaya… -exclamó George sentado afuera mientras pedía un par de cervezas  muggle- la verdad nunca me imaginé que se sintiera así.

            -Si, igual yo… ahora entiendo el porqué Harry lo cuida tanto ¿y ves cuantos medicamentos toma?

            -Si, siempre lleva consigo ese pequeño maletín de piel e imagínate ahora con un bebé llorón.

            -¿Llorón?

            -Si Fred ¿no viste a Harry muy inquieto?

            -Pues sí, la verdad sí, pero pensé que tenía sueño.

            -Pues no, ya le está saliendo un diente.

            -¿Su primer diente? –repitió Fred sonriendo mientras se giraba a ver a su hermano.

            -Ajá… sentí su encía y se siente durita –exclamó George sonriendo también mientras destapaba la cerveza que había llevado el elfo domestico.

            -¿Le metiste el dedo a la boca? –Dijo Fred haciendo gestos- eres un cerdo, pobre niño.

            -No seas tarado, antes me lave las manos, además Betsy me dijo que le diera masajes a su encía con una gasa con agua helada.

            -Ah bueno…

            Cuando Draco salió de nuevo a medio día, se mostró un poco avergonzado por lo acontecido anteriormente, sin embargo la actitud despreocupada y divertida de los gemelos terminó por relajar el ambiente; fueron a pasear en barco, algo que contrariamente a lo que esperaba el rubio, terminó por relajarlo mientras los gemelos cuidaban a Harry.

            -Ya se durmió –dijo George viendo en la cubierta a Draco tumbado en una mullida silla mientras la brisa marina jugaba con su cabello.

            -¿Y tú porque lloras, ya te duelen tus encías de nuevo? –exclamó Fred acariciando a Harry.

            -¡Ba… ba…!

            -¿Y si le damos otro masaje con la gasa? –preguntó Fred a su hermano.

            -Nada perdemos con intentarlo.

            -Pero ahora se lo doy yo, Betsy trae lo necesario mientras me lavo las manos.

            -Si señor Weasley.

            Cinco minutos después Fred metía su dedo en la pequeña boca quedando sorprendido con algo.

            -¡George!

            -¿Qué sucede?

            -Creo… ¡que son dos dientes!

            -Uy pobre nene, con razón estas tan molesto ¿verdad?

            Cuando desembarcaron, Draco bajó muy fresco para alivio de todos, pues los gemelos prácticamente se habían hecho responsables del cuidado de Harry dejándole algo de espacio.

            -¿Qué hacemos ahora? –dijo George empujando la carreola.

            -Ustedes pueden ir a donde quieran, ya les dije que por mí no se preocupen.

            -¿Quieres que regresemos al hotel?  -preguntó Fred caminando a su lado.

            -Bueno, la verdad si.

            -¿Te duele algo?  -preguntó George viendo que comenzaba a cojear.

            -La pierna… solo un poco.

            -¿Quieres que nos sentemos un rato?

            -Si, estaría bien –aceptó el rubio verdaderamente agradecido.

            -Se me antoja algo fresco ¿quieren tomar algo? –preguntó Fred mientras ellos se sentaban en una banca de piedra de un parque.

            -Si, yo quiero un sorbete de fresa –exclamo George viendo un pequeño puesto rodante- ¿y tu Draco?

            -Yo quiero uno de limón.

            -Voy por ellos ¿y tu Betsy?

            La elfina se quedó helada al oír el ofrecimiento del gemelo.

            -Habla ya –exclamó Draco.

            -U-uno de… de limón también.

            -Bien.

            Cuando Fred se alejó, Draco comenzó a sobar su pierna por la parte de abajo.

            -¿Te duele mucho?

            -Algo…

            -¿Y no puedes tomar algo para eso?

            -Ya tomé algo hace una hora, pero ya no puedo tomar cosas más fuertes, tomo demasiados medicamentos como ya se habrán dado cuenta, pero no te preocupes, ya estoy habituado.

            George asintió en silencio sin saber realmente que decir, pues los achaques de Draco lo asombraban cada vez más.

            Fred llegó con los sorbetes para después pasar un rato agradable y tranquilo mientras los comían.

            -Si quieren pueden acompañarme hasta el hotel y después vayan a donde quieran, disfruten esto.

            Sabiendo que si se quedaban en el hotel, Draco se sentiría culpable, así que aceptaron acompañarlo para después salir a dar una vuelta.

            Cuando dieron las 8:00 pm, los gemelos tocaron a su puerta siendo recibidos por Betsy.

            -Hola Draco ¿listo para cenar? –preguntó Fred.

            -Hola… -respondio Draco sonriendo débilmente mientras daba una golosina a una lechuza.

            -¿Recibiste correo de Harry? –preguntó George sentándose en un sofá de la pequeña sala.

            -No… bueno si y no, pues el correo de Harry lo recibí hace como una hora y ésta es del señor Jackson, mi medimago.

            -¿Te sientes mal?

            -No es por eso, esta es una dosis de una poción que debo tomar.

            -¿Otra?

            Draco reprimió un gesto de exasperación, pues hablar de su salud con los gemelos era todo un rollo, sin embargo aquellos pelirrojos habían resultado muy agradables y comprensivos después de todo y sabía que merecían saber algunas cosillas sobre él, sobre todo porque se veía que en verdad se esmeraban para que disfrutara del paseo.

            -Esta poción se llama “Conservatus” –dijo Draco enseñándoles un recipiente de un litro de capacidad- y  sirve para que mi cuerpo no rechace al bebé, tal como sucedería si no la bebiese, pero cuando el señor Tenebroso planeo hacer su horrocrux usándome, no estaba planeado que yo sobreviviera, por eso sus hechizos no fueron diseñados para ser retirados después de cumplir su propósito, por lo tanto mi cuerpo está reaccionando de forma algo diferente a la primera vez que concebí a Harry… -continuo el rubio destapando su recipiente y vaciándolo en un vaso- antes una dosis de esto mantenía mi organismo en orden por espacio de algunos meses, pero ahora la asimilo muy rápido y debo tomarla cada semana.

            -¿Cada semana?... eso es un cambio muy drástico ¿no? –dijo Fred mirando curioso el vaso.

            -Si, pero el problema para mí no es tanto ese… -exclamó Draco mirando desanimado su vaso.

            -¿Y cuál es?

            -Es su sabor… sabe espantosamente tan amargo que irremediablemente vomito… siento ser tan especifico, pero es la verdad.

            -Ah ya entiendo, por eso te envían todo eso ¿verdad? O es que debes tomar todo ese frasco.

            -No, solo necesito un vaso, pero como desperdicio mucho, siempre cuento con lo suficiente.

            -¿Puedo probarla? –Pregunto George tomando el recipiente y echándole un ojo- ¿me hará daño?

            -Harry una vez lo hizo y le dio diarrea, pero él si tomo un sorbo.

            -Tal vez si solo lo degusto y lo escupo no pase nada.

            -¿Yo también puedo probar? –preguntó Fred igual de curioso que su hermano.

            Draco rió al ver la curiosidad de los gemelos, por lo que alzándose de hombros dijo:

            -Adelante.

            George fue por un vaso en el que puso solo una mínima cantidad y sentándose junto a su hermano lo olisqueó.

            -Huele a amoniaco –exclamó arrugando la nariz.

            Y sin más apuró el sorbo abriendo al instante tremendos ojos.

            -¿Qué tal? –preguntó Fred viendo que hermanos hacía gestos mientras se levantaba corriendo al baño para escupir.

            -¡Sabe a mierda! –exclamó después de enjuagarse la boca.

            -¿La has probado? –dijo Draco riendo.

            -No, pero imagino que así ha de saber… no, corrección, esto sabe peor.

            -Ahora voy yo –dijo Fred picado por la curiosidad en vez de lo contrario.

            La reacción fue la misma haciendo que todos, incluida Betsy, rompieran en carcajadas.

            -¡Demonios!... es… ¡asqueroso!...

            -Si, lo sé… -dijo Draco dejando se reír poco a poco- pero ni modo.

            -Mierda Draco, no sé cómo puedes tragar esto –dijo Fred limpiándose el agua que escurría por su boca.

            Draco se encogió de hombros mientras se levantaba y sacaba una toalla pequeña del armario.

            -Harry siempre está conmigo, prácticamente me obliga a tragarla, aunque más bien son ánimos los que me hecha… así que se imaginaran que lo que menos quiero ahora es cenar.

            -¿Quieres que te dejemos solo? –preguntó Fred viéndolo tomar su vaso e ir a sentarse a la cama.

            -Se los agradecería… no es un espectáculo agradable el verme vomitar.

            Dándole palmadas de ánimo, los gemelos salieron de ahí. Quince minutos después comenzaron a escuchar arcadas desde su habitación.

            -Oye, esto es cada vez más deprimente –dijo George a su hermano, quien recostado en su cama miraba el techo.

            -Si… pobre Malfoy, de verdad que su salud es una mierda.

            Pero después de unos minutos el silencio volvió a reinar haciéndolos mirarse intrigados.

            -¿Ya termino tan pronto? –exclamó Fred.

            -No creo, yo ni siquiera pude tragar nada, sabia espantoso.

            Se quedaron callados haber si escuchaban algo más, pero el silencio que siguió, los hizo acercarse sigilosos a la puerta.

            -No quiero Betsy… ya no…

            -Pero mi amo, solo ha tomado unos traguitos y ya lo vomitó… -escucharon decir a Betsy.

            -Sé que debo seguir… pero mi garganta se niega a tragarla… tal vez más al rato…

            -Amito Draco, por favor, no se detenga… usted sabe lo que pasará si no la toma, el dolor que sufrirá será muy feo… amo, por favor…

            -Ya no lo tolero Betsy… solo los medicamentos evitan que tenga una maldita ulcera en el estomago de tanto vomitar…

            Claramente escucharon unos sollozos que hicieron a Fred recargar su frente en la puerta para abrirla sin previo aviso sorprendiendo a su mismísimo hermano.

            Draco, quien estaba postrado en el suelo alfombrado con un cuenco a su lado y su vaso de poción a un lado, solo negó con la cabeza al verlo entrar.

            -Vamos Draco, tu puedes, no logro imaginar lo difícil que debe ser, pero puedes hacerlo –dijo el gemelo arrodillándose junto a él.

            Draco solo negó mientras las lágrimas corrían por sus mejillas.

            -El estomago ya le duele –musitó Betsy estrujando la toalla con sus manos- y apenas empieza…

            George se sentó atrás de Draco y abriendo sus piernas lo puso entre ellas para que su espalda se apoyara en su pecho.

            -Dame el vaso –dijo a Betsy- y dale la toalla a mi hermano- vamos Draco, un trago a la vez.

            En vez de protestar, Draco recargó la cabeza en el pecho de George antes de abrir los labios y sorber la poción.

            Una hora después, estaba en su cama profundamente dormido.

            -Está agotado –dijo Fred secándole la frente con la toalla.

            -Betsy ¿siempre sucede esto cuando debe tomarla?

            -Últimamente si, el amo Harry lo ayuda porque no puede hacerlo solo.

            -Lo imagino.

            -Pero ustedes fueron muy amables al ayudarlo… aunque mi amo se sentirá avergonzado mañana… -concluyó Betsy desanimada.

            -No te preocupes, ya nos encargaremos de eso mañana, por lo pronto nos llevaremos la cuna de Harry, lo cuidaremos por si despierta en la noche.

 

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            Al día siguiente, el desayuno fue incomodo para Draco, que simplemente miraba su plato mientras aquellos dos no dejaban de parlotear.

            -Draco, ¿Tu fruta esta buena? –preguntó George.

            -Si, gracias.

            -Oye, vamos Malfoy levanta la cara, tú no eres así.

            -¿Así como, de que hablas? –pregunto Draco extrañado.

            -Lo que sucedió ayer fue inevitable, sé que te incomoda hablar de esto pero debemos hacerlo, al menos para no amargarnos el resto del viaje… mira, olvidemos lo que sucedió y…

            -Yo no puedo olvidarlo –interrumpió Draco mirándolo- ¿crees que me gusta que me vean hecho una mierda?... ¿Qué necesite de ayuda para tomar mi medicina como si fuera un niño?

            -Hasta yo requeriría de ayuda para tomar esa medicina… mira, podemos ser conocidos o podemos ser amigos, los amigos se ayudan sin importar nada, sin juicios ni prejuicios… al menos yo creo que eso es ser un amigo y lo que yo veo en esta situación, es la oportunidad de ser amigo, no solo conocidos o los amigos de Harry; es más, no nos pesa ayudarte con Harry ahora que le están saliendo los dientes, porque déjame decirte que son dos, no uno…

            -¿Dos? –exclamó Draco sorprendido.

            -Ajá… dos dientotes… bueno, dientitos –respondio George- y es un niño adorable, muy risueño cuando el pobre no está molesto, nos gusta cuidarlo, jugar con él… y créeme que no lo hacemos por obligación, es un niño que se da a querer con suma facilidad, es un sobrino para nosotros pues Harry es otro hermano, por lo tanto  ya es un nieto para nuestros padres, así que no queremos ser solo conocidos, Draco… queremos ser tus amigos.

            Draco lo miró boquiabierto mientras los gemelos lo miraban con franca sinceridad; las palabras del chico eran más de lo que se había propuesto, pues el que su hijo se los ganara era de esperar en un niño de tan agradable carácter, pero el que los gemelos weasley le ofrecieran a él un amistad como la que le daban a Harry, era algo que nunca esperó.

            -¿Y bien? –dijo Fred recargando sus antebrazos en la mesa.

            -Pues… la verdad me siento abrumado, nunca esperé esto.

            -Lo haces sonar como si acabáramos de proponerte matrimonio –exclamó sonriendo el gemelo.

            -Si, lo siento… -respondio Draco sonriendo nervioso- es que sé que solo vinieron porque se los pidió Harry y no esperaba otra cosa.

            -Pues sí, eso es cierto, pero tampoco esperábamos que la convivencia contigo fuese así de sencilla, ni que a pesar de su irritabilidad Harry fuera tan buen niño; escucha Malfoy, no hay trucos en esto.

            Draco no pudo menos que sonreír y extenderle la mano a Fred y luego a George, para después comenzar a charlar todos de cosas triviales.

            Cuando terminaron de desayunar alquilaron unas motocicletas con carritos a un costado en donde recorrieron la playa; Fred manejando una con Draco de pasajero a un lado y un guía especializado en el otro, en donde George iba en el carrito con Harry en sus brazos y Betsy a un lado, pues era lo suficientemente pequeña para caber sin molestar en tanto un impresionado bebé balbuceaba mientras señalaba todo haciendo reír a George.

            Draco iba feliz, pues el viento en su cara le daban una sensación de libertad y relajación; podía ver todo con total libertad y tomar las fotografías que el día anterior no había podido; después visitaron el Acuario Sea Life, en donde Fred le sugirió a Draco usar una silla de ruedas para ir con comodidad, pero contrario a lo que los gemelos esperaban, el rubio no objetó, pues reconocía que no podría aguantar todo el recorrido yendo con sus propios pies  y en verdad deseaba disfrutar el acuario junto con los gemelos y su hijo.

            -¡Bá!... –exclamo Harry mordisqueando su mordedera de agua y señalando con su pequeño dedito una enorme tortuga que nadaba perezosamente en el gigantesco tanque con pared de cristal.

            -¡Nos va a comer, corramos! –Exclamo Fred, quien ahora lo cargaba.

            Visitaron el túnel de cristal en donde un mundo de agua los rodeó dejándolos sin palabras; el auto-pecera los hizo reír y se tomaron muchísimas fotografías en todo el lugar, pues los gemelos también habían llevado su cámara. Finalmente se detuvieron agotados en el restaurant.

            George sonrió discretamente al ver el rostro de Draco, el cual a pesar de su mejillas oscurecidas, podían notársele sonrosadas, y cuando el rubio anuncio tener hambre, rió abiertamente.

            -¡Vaya! Parece que el mar finalmente te está sentando bien.

            -Si, la verdad hoy me siento mucho mejor y la pierna casi ni me molesta… hasta se me antoja la langosta.

            Los gemelos también pidieron langosta, junto con otros tantos platillos que hasta Draco probó mientras daba de comer a Harry después de aplicarle su gel en las encías.

            -¿A dónde vamos ahora? –preguntó Fred mientras tomaban una cerveza al terminar de comer.

            -Pues Harry por lo pronto a dormir –dijo Draco intentando arrullarlo mientras éste no dejaba de retorcerse y lloriquear.

            -Y también tú por lo que puedo ver –exclamó George al ver su rostro agotado.

            -Si, la verdad estoy muy cansado, no lo puedo negar.

            -¿Qué te parece si regresamos al hotel para que descansen un par de horas mientras nosotros vamos a curiosear?

            -Me parece muy bien.

            -De acuerdo.

            Dos horas después, ya descansados y frescos, continuaron su recorrido por los sitios turísticos del lugar.

            -Y pensar que no quería salir del hotel… -exclamó Draco a punto de entrar en el Royal Pavilion.

            Esa noche cenaron en un restauran pequeño con una carta muy variada y ambiente acogedor y tranquilo.

            -Es una lástima que esto termine –dijo George mordisqueando un camarón empanizado.

            -Si, deberíamos planear otro viaje, pero de una semana y que sea con Harry y Sirius también, sería muy divertido ¿tú como ves, Draco?

            -Estaría muy bien, solo que Harry trabaja mucho.

            -Bueno, pues hay que proponerlo y visitar otro lugar.

            -¿A qué hora partimos hoy? –preguntó Fred destapando una cerveza.

            -A las 10:00 pm –respondio el rubio dándole un biberón con agua a Harry- son las 8:00, tenemos el tiempo justo.

            Cuando regresaron al hotel, Draco pidió un servicio que estaba incluido en el paquete y que no había solicitado aun; era la instalación de un jacuzzi en la puerta trasera de su habitación, con vista al mar; con ayuda de Betsy se metió en la burbujeante agua para recibir después a Harry, quien nunca en su vida había entrado en una tina así, por lo que manoteando entusiasmado, no paraba de reír en brazos de su papá.

 

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