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SI TU ME QUISIERAS... por Orseth

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            -¿Cómo vas Malfoy?

            Draco le enseño su dedo medio mientras se sentaba también ayudado por Harry.

            -Pronto ese estúpido orgullo se quebrará –se mofó Kingston- cuando grites de dolor como una perra.

            Draco hubiese querido responder, pero francamente se sentía muy cansado, por lo que solo atinó a recargar su cabeza en el hombro de Harry.

            -Nos vemos en un rato –dijo el hombre saliendo del cuarto.

            -Draco ¿Qué tan mal te sientes? –preguntó Harry preocupado.

            -Estoy bien Harry, solo estoy cansado.

            Afuera mientras tanto, las cosas no iban tan bien para Michael Kingston.

            -¿Cómo que te vas?

            -Si, usted ya no puede pagarme más y no voy a hacer esto por amor al arte –respondio uno de los tres hombres que tenía a su servicio.

            -Te pagaré cuando todo esto acabe.

            -¿Acaso cree que no me doy cuenta?... usted esta jugándose el todo por el todo, matar a Harry Potter no es cualquier cosa y yo le hice un favor aceptando el mísero pago que usted me dio, pero también sé que no puede salir de aquí y que el dinero que tiene ya es una mierda; así que no me trate de estúpido diciendo que me pagará después.

            Michael Kingston lo vio darse la vuelta y dirigirse a la salida, así que sin pensarlo más, sacó su varita y le apunto diciendo:

            -Avada Kedavra.

            El hombre se desplomó sin vida ante la mirada furiosa de Kingston, que después de deshacerse del cuerpo fue a tomar una copa del poco whisky de fuego que le quedaba.

           

____________________________________________________________________________________.

 

            -¿Quieres levantarte?

            Draco solo hizo gestos, pues esa opción no era precisamente una solución; estar acostado hacia que le doliera la parte baja de la espalda y estar de pie, le mataba la pierna.

            -¿Quieres que…?

            -¡Cállate!... ¡sólo cállate! –exclamó sintiendo las lagrimas aflorar en sus ojos.

            Harry no se enfadó, solo le atrajo la cabeza y lo abrazó lo más tierno que pudo.

            -¿Quieres un masaje en la pierna? –susurró acariciándole el cabello.

            -N-no… me duele hasta para moverme…

            Fue entonces que se decidió, algo tenía que hacer si no quería ver el dolor de Draco ir en aumento de manera irremediable.

            -¿A dónde vas? –preguntó al ver al moreno levantarse y dirigirse a la puerta.

            Harry no respondió, tomó la perilla y la giró suavemente encontrándola cerrada.

            -No habrás… esperado que estuviese abierta –dijo Draco sorbiendo la nariz.

            -Claro que no, pero esto indica que debe cerrarla porque no tiene quien la vigile desde afuera.

            -Ah…

            Y era cierto, en el tiempo que Kingston no estaba en la habitación, estaba embriagándose en un salón contiguo rumiando su suerte y odiando al mundo, principalmente a los dos que había atrapado.

            Harry movió con más fuerza la perilla para tantear que tanto ruido podía hacer sin atraer la atención, por lo que después comenzó a revisar las bisagras.

            -No podrás abrirla, seguro la cerró con un hechizo.

            -Ajá, pero el hechizo esta solo en la cerradura, hay que usar métodos muggles.

            Así que comenzó a revisar la habitación en busca de algo que le sirviera de destornillador.

            -¿Qué buscas?

            -Algo que sirva para quitar  las bisagras.

            -mmm… tal vez mi reloj sirva.

            El reloj que Draco tenía para avisarle de sus medicamentos fue desmantelado para poder hacer uso de su pequeña tapa siendo al principio algo inútil.

            -¿No  sirve, es muy pequeño?

            -Si… pero algo es algo.

            -¿Quitaras los tornillos de las bisagras?

            -No se puede, estas bisagras no tienen ranura en el tornillo, lo único que queda hacer es romper la madera que los cubre y así poder quitarlas.

            Draco no comentó que eso se le hacía muy difícil, pues roer la madera de cuatro bisagras con la tapa de un pequeño reloj era una tarea titánica.

            Pero eso no le importaba a Harry, ni le importó el dolor que comenzó a sentir en los dedos y en las uñas al ir escarbando poco a poco y con mucho cuidado la madera que rodeaba las bisagras deteniéndose de vez en vez para pegar la oreja a la puerta.

            -Alguien viene –dijo recogiendo las virutas de madera y guardándoselas en el bolsillo.

            La puerta se abrió dejando ver a Kingsley apuntándolos con su varita.

            -¡Malditos hijos de puta!

            Harry se puso rápidamente delante de Draco al ver al hombre con el rostro enrojecido y abotagado, claro signo de su ebriedad.

            -¡Van a mo-morir!... sufrirán lo… lo indecible…

            El auror no dijo absolutamente nada para no provocar al hombre, lo único que hizo fue quedarse delante del rubio hasta que al hombre se le ocurriera terminar con su acceso de furia, sin embargo apunto con su varita exclamando:

            -¡Crucio!

            Draco vio con horror cómo Harry caía al suelo retorciéndose de dolor mientras el hombre aquel lo miraba con expresión desquiciada; deseó gritar y pedir que parara, pero sabía que si lo hacía, solo animaría más a Kingston a seguir haciéndole daño.

            Al cabo de unos minutos de intensa tortura, Kingston salió de ahí mascullando insultos y caminando en zigzag.

            -¡Harry! –Exclamó yendo a gatas hasta Harry, quien respiraba entrecortadamente en el suelo- ¡tranquilo, ya se fue!

            Tomó su cabeza y colocó debajo de ella su chaqueta a modo de almohada.

            -Harry…

            -Estoy bien, nene… no hay de qué preocuparse… -musitó Harry sonriéndole cansinamente.

            Draco ya no dijo nada, solo le dejó recuperarse sin atosigarlo.

            -Ven, acuéstate en el colchón –dijo al verlo levantarse.

            -No, tengo que seguir, debo aprovechar que esta ebrio.

            Harry siguió en su labor aun sintiendo todos sus huesos crujir y sus músculos protestar.

 

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            -¿Tú cargando a Harry? –exclamó Fred sorprendido al llegar a la madriguera y ver a Ron cargando al nene.

            -Si ¿Por qué?

            -¿No que eres alérgico a todo lo que tenga que ver con Malfoy?... digo, te recuerdo que ese bebé estuvo en su cuerpo y que no es hijo de Harry, al menos no biológico.

            Ron suspiró al escuchar a su hermano, pues sabía que tenía toda la razón en ser incisivo en ese tema.

            -Lo sé, lo sé… me equivoqué…

            -¡Na!... bu… -balbuceó Harry señalando su conejo morado, mismo que Ron le dio.

            -No solo te equivocaste hermanito… -dijo George tomando de brazos de Ron,  a Harry- la cagaste soberanamente.

            Ron no respondio ¿Qué caso tenía? Sabía que sus hermanos tenían razón y que en realidad no tenía ninguna excusa y tampoco deseaba darla.

            -Me gustará ver la cara de Malfoy cuando le diga que tú cuidaste al pequeño Harry y hasta le cambiaste los pañales.

            Entonces Ron levantó el rostro y miró a George jugar con Harry y comprendió las palabras de su hermano… “cuando le diga a Malfoy…” claro, porque Draco Malfoy y Harry Potter iban a regresar… ¿verdad?

 

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            -¿Cómo te fue, querido?

            -Creo que bien –respondio Gregory a su esposa mientras dejaba su carpeta en un sofá y ella le servía un té.

            -No te veo muy convencido.

            -Es que lo que propuse es un arma de dos filos.

            -¿Pues qué propusiste? –preguntó Sophia colocando galletas de coco en una bandeja.

            -Un juicio sin fiscal, aunque eso es solo una mera expresión, pues los fiscales son ellos, ellos tienen toda la autoridad sobre un preso, además abro la puerta para que también sea un juicio sin defensa.

            -¿Pero no hicieron ya eso con Sirius Black?

            -Sí.

            -¿Y con Draco Malfoy en su primer juicio?

            -Ajá.

            -¿Y entonces por qué tanta alharaca?

            -Porque son personas de doble moral, se dan golpes de pecho mientras le patean el culo al de enfrente y porque se trata de dejar salir a un preso de ese calibre, porque mira que si de encarcelarlo se tratara, ya hubieran pasado por encima de los supuestos derechos que ahora defienden con tanto ahínco; pero bueno, esperemos que esa doble moral libere a Lucius Malfoy esta vez; también me gustaría que lo hicieran antes de encontrar a Malfoy y a Harry Potter.

            -Ya veo… noticia nueva desbanca a noticia vieja.

            -Exacto.

 

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            Harry hizo un gesto mientras se secaba la sangre que manaba de sus dedos, pues después de dos días royendo la madera, había terminado quitando pequeñas astillas de madera hasta con las uñas.

            Draco solo miraba desde el colchón, veía el dolor y determinación de Harry sin decir una sola palabra, pues sabía que no había otro camino; además intentaba por todos los medios tragarse cualquier queja, cualquier dolor, cualquier molestia; esa era su manera de apoyar al moreno que seguía en su afán de quitar las bisagras de la puerta.

            -mmm… -se quejó por lo bajo reacomodándose por quinta vez en diez minutos.

            -¿Cómo vas?

            -Bien, no hay problema –respondio sonriendo a medias, pero sí que había problema, pues ese día se había sentido extraño; no sabía exactamente de qué manera, pero un terrible miedo y pesadez se había instalado en su pecho.

            -No ahora… no aun…-pensó intuyendo a que se debía ese raro malestar- al menos aun no me duele tanto cuando se mueve, como cuando aquella vez…-pensó en un intento por quitarle importancia al asunto.

            -No han traído el pan –dijo Harry deteniéndose para tomar un descanso.

            -Si, ya tiene mucho… ahora hasta eso me comería.

            -Eso puede significar que siguió ebrio y que no tiene quien nos traiga de comer.

            -Lo que significa que no hay nadie en la casa ¿verdad?

            -Exacto… no sabemos con cuantos hombres cuenta, pero si no están aquí, entonces deben estar vigilando los alrededores.

            -El que no haya nadie en la casa es bueno.

            -Sí, puedo quitar la puerta sin que alguien venga de inmediato a atacarnos.

            Y era cierto, Michael Kingston se había pasado los dos últimos días totalmente ebrio, estado en el cual sus dos únicos hombres lo habían encontrado, por lo que fastidiados, habían ido a los alrededores a continuar vigilando, incluido Rupert, bajo el maleficio Imperius.

            Así que Harry volvió a su titánica labor de quitar la puerta, y al cabo de un par de horas, finalmente se detuvo.

            -Creo que ya esta… -dijo mirándola.

            -¿En serio? –respondio el rubio enderezándose en la cama.

            -Ajá… intentémoslo.

            Con mucho esfuerzo y mucho cuidado, intentó arrancar la puerta para no llamar la atención, algo que para su gran alivio, logró.

            -¡Lo lograste! –susurró Draco apoyándose en la pared para poder levantarse.

            Empapado en sudor, Harry terminó de quitar la puerta y hacerla a un lado sintiendo sus manos punzar de dolor.

            -Espera… -dijo asomándose- voy a revisar.

            -Ten mucho cuidado.

            Harry miró los solitarios pasillos y las puertas que estaban a los lados; caminó despacio intentando que sus zapatos no hicieran el menor ruido, no se animó a abrir ninguna puerta, lo que sí hizo fue recorrer el pasillo para ubicar la salida. Draco mientras tanto esperaba con el corazón palpitándole como tren por la angustia.

            -Esta libre, nos vamos –dijo Harry apareciendo de repente y tomándolo de la mano.

            Pegados a la pared, recorrieron el pasillo hasta llegar a la puerta que daba al exterior, entonces se detuvieron nuevamente.

            Harry giró con suavidad la perilla y abrió lentamente dándose cuenta de que el día ya estaba avanzado y la tarde caía; se asomó escudriñando el lugar viendo que estaban en  un bosque, más específicamente en una cabaña.

            Sin decir nada, jaló a Draco para salir de la casa e internarse entre los arboles sintiendo que en cada paso que daban, alguien les pondría la mano en el hombro deteniendo su escape. El frio viento que les golpeaba el rostro era como bocanadas de libertad a pesar de saberse aun en un grave peligro, por lo que a pesar de saber que el rubio no podía caminar rápido, lo jalaba para no detenerse.

            -Descansemos… ya no puedo… -musitó Draco para no ser escuchado.

            -No podemos, debemos alejarnos lo más que podamos.

            Draco hizo una mueca mientras un punzante dolor atravesaba su pierna y su columna; sabia que Harry tenía razón, sabía que estaban a un paso de la muerte… pero el dolor era demasiado.

            -Solo un poco más… -dijo Harry sonriéndole tranquilizador ante su silencio.

            -Está bien, puedo esforzarme mas –respondio con gotas de sudor corriéndole por la frente a pesar del frio.

            Sin embargo deseaba gritar de dolor, ya arrastraba la pierna y sentía que se desmayaba a cada paso, pero también sacaba fuerzas de flaqueza al recordar el motivo de sus dolores físicos… su hijo no moriría a manos de un lunático, el pequeño Sirius conocería a su  hermano y a la excéntrica familia de pelirrojos… a su padrino y a aquel hombre lobo; así que apretando con fuerza la mano de Harry, siguió caminando.

            El camino era duro, pues había piedrecillas y el camino que seguían era hacia arriba, sabia del tremendo esfuerzo que hacia Draco al caminar, sabía que la pierna le mataba y aun así tenían que seguir, debía encontrar un refugio pues tampoco podía forzarlo mucho.

            -Si tan solo pudiera desaparecerme -pensó mirando la cadenilla de su muñeca que Kingston le había puesto.

            -¡Ah!

            No alcanzó a detener a Draco, quien se había golpeado las rodillas al caer al suelo.

            -Ven, solo un poco más –dijo poniéndose un brazo en el cuello para ayudarlo a levantarse.

            -Descansemos un poco…

            -No podemos Draco.

            -Solo un poquito… ya no puedo… -exclamó dejándose arrastrar prácticamente.

            Harry ya no contestó, siguió caminando a pesar de que Draco arrastraba los pies, pues no habían avanzado ni un kilometro siquiera.

            Sudor frio les empapaba el cuerpo, pues el esfuerzo de ambos era enorme; Draco se sujetaba con fuerza de Harry y éste se sujetaba de los arboles al cargar prácticamente todo el peso del rubio.

            Vio entonces una especie de cuneta natural bordeaba de un par de grandes árboles, y comprendió que no podrían avanzar más, así que asumiendo el riesgo, se dirigió ahí.

            -Con cuidado –dijo mientras soltaba a Draco ayudándolo a sentarse en el hueco de la tierra.

            Draco se desplomó resoplando y recostándose en el suelo sin importarle que la tierra estuviera húmeda, de hecho la sentía reconfortante pues estaba muy acalorado.

            Harry se quedó de pie mirando a los alrededores, ya que estaban muy cerca de la casa y no podía confiarse.

            -Me… me recuperaré en un momento…

            -Tranquilo, descansa, creo que pasaremos la noche aquí, ya esta anocheciendo.

            Pero contrario a eso, él quería avanzar precisamente aprovechando la oscuridad de la noche, pero era imposible en el estado de Draco, sabía que no podía forzarlo mucho a riesgo de ponerlo mal… más aun de lo que el pobre ya se sentía.

            -Harry…

            -¿mmm?

            -Sé que debemos seguir… que estoy retrasándonos…

            -Tu descansa, que de nada nos serviría avanzar si te me desmayas a medio camino, es preferible que nos detengamos un rato –dijo sonriéndole para tranquilizarlo.

            Draco hubiese querido seguir, pero eso era demasiado para él, estaba exhausto y sentía que no podía dar un paso más. Harry en tanto escudriñaba los alrededores, estaba cansado y hambriento, pero la adrenalina que le recorría el cuerpo le hacía olvidarse de todo aquello.

           

 

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            -Nada en la ropa de esos tipos –dijo Remus con rostro exhausto, pues llevaba más de treinta y seis horas sin dormir.

            -Lance ¿Cómo van las investigaciones de las propiedades de la zona triangulada? –preguntó Wright en medio de un montón de pergaminos.

            -Hay quince propiedades, jefe… mi equipo y yo estamos investigándolos.

            -¡Pues usa a dos equipos más, no tenemos tiempo! Sirius esta patrullando esa zona y no puedo enviarlos a ciegas ni agotarlos más de lo que ya están.

            -Ya no hay más equipos.

            -Entonces quita a los estudiantes de los escritorios y forma equipos, ya no es necesario que se ocupen de las llamadas.

            -Si jefe –respondió Lance saliendo de prisa.

 

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            Draco se removió inquieto atrayendo la atención de Harry.

            -Ya no enfriamos y está haciendo cada vez mas frio –dijo el moreno acercándose a él e hincándose.

            Draco no respondio, esa sensación extraña seguía clavada en su pecho.

            -¿Qué sucede?

            -Nada…

            -Ya sé que te sientes mal, pero si te pasa algo mas…

            -Estoy bien –interrumpió el rubio con expresión tensa- solo tengo frio.

            Harry miró de nuevo a su alrededor y luego ayudó a Draco a sentarse para después colocarse atrás de él quedando el rubio en medio de sus piernas abiertas, después abrió su chaqueta y lo abrazó con ella.

            -¿Mejor?

            -Si… -respondio agradecido por el tibio calor de los brazos del auror.

            -Pronto saldremos de aquí, ya verás.

            -Lo sé.

            -Intenta dormir un poco, tendremos que seguir en un par de horas.

            Draco asintió en silencio mientras recargaba la cabeza en el pecho de Harry; el moreno en tanto exhaló un suspiro mientras escudriñaba con la vista su alrededor, considerando que la visibilidad tampoco era muy buena debido al anochecer.

            El calor del cuerpo de Draco y su cansancio lo hicieron entrar en una agotadora duermevela que solo le provocaron jaqueca mientras el rubio dormía claramente incomodo entre sus brazos; lo escuchaba quejarse en su sueño y respirar sofocado debido a la posición, aunado al tiritar debido al intenso frio; pero nada podía hacer al respecto, por lo que simplemente lo dejó descansar lo más posible antes de emprender el camino.

            Sin tener noción del tiempo transcurrido en realidad, Harry decidió que era hora de moverse, por lo que con gran pesar despertó a Draco.

            -Draco, tenemos que irnos…

            -mmm…

            -Anda, te ayudaré a levantarte.

            Draco se enderezó sintiéndose sumamente agotado, pero no dijo nada cuando Harry le tendió la mano para ayudarlo a levantarse.

            -Oh… -se quejó apenas estuvo de pie.

            -Dame tu brazo.

            Cuando su brazo estuvo en los hombros de Harry, el tortuoso avanzar comenzó de nuevo.

 

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            -Son tres los propietarios que pueden tener algo que ver en esto –dijo Lance ante su jefe y varios aurores, entre ellos Remus.

            -Erick McGlaguen –leyó Wright en el informe- se fue de Inglaterra hace dos semanas y no ha dado señales de vida; Banner esta siguiéndole el rastro, es muy probable que esté en Japón, su familia ya está siendo interrogada... ¿Tu opinión?

            -No creo que sea él, tiene que ver en un lio de faldas… el tipo al parecer era muy mujeriego y sus problemas ya tenían tiempo, por lo que solo canalice a dos aurores para seguirle el rastro.

            -Bien… -respondio Wright pensativo mirando un pergamino- el siguiente es Donald Johansson.

            -El es un asunto más complicado, está en coma en San Mungo por un accidente en su laboratorio de pociones y sus propiedades están bajo un encantamiento Fidelio debido a un problema de herencia, así que aunque tengamos su ubicación, su esposa dice que cambio las construcciones de lugar.

            -Maldito dilema, eso es ilegal.

            -Y el último propietario a investigar es una mujer, Eva Morris, pero es una anciana senil que no sabe ni en donde vive, dice que tiene una cabaña, pero que la prestó y ya no recuerda a quien, no tiene familia y vive sola.

            -Aquí no está la ubicación de ninguna cabaña.

            -No, según algunos vecinos, su difunto marido la construyo sin pagar licencia de construcción, por eso no está registrada.

            -Así que solo tenemos una par de hectáreas de bosque para buscar una casa que sabrá Merlín en donde está.

            -Exacto.

            Wright exhalo un suspiro mientras los aurores lo miraban en espera de indicaciones.

            -Desecha a Erick McGlaguen –dijo esperando no equivocarse- Lance, ocúpate de Donald Johansson, busca familiares y amigos y encuentra al guardián secreto, quiero esa maldita palabra lo antes posible; Remus, ve con Eva Morris e investiga todo lo que encuentres en su casa, tal vez alguna fotografía o algún diario de su marido nos den alguna idea, yo avisaré a Sirius que se mueva de posición.

            -Si jefe.

 

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            -Rayos… -masculló Draco después de estornudar.

            -Espero que no te hayas resfriado.

            -No, solo fue un simple estornudo.

 

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