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SI TU ME QUISIERAS... por Orseth

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Notas del capitulo:

¡¡HOLA, HOLA AMIGOS AMANTES DEL LEMMON!!... SI PENSARON QUE YA ME HABIAN CAFETEADO... ¡¡PUES NO!!... AQUÍ ESTOY DE NUEVO, SÉ QUE EN MUCHOS DE USTEDES HAN DESPERTADO LOS INSTINTOS ASESINOS PERO NI MODO...XD... Y BUENO, PUES PARA COMENZAR, DEBO ACLARAR UNOS PUNTOS DE LOS SIGUIENTES CAPIS, EN PRIMERISIMO LUGAR... SERAN ABURRIDOS, PARA MUCHOS, CLARO; XQ PARA MI NO, Y LES DIRÉ XQ: RESULTA QUE EN ESTOS CAPIS EL DIALOGO ENTRE NUESTRO DOS PERSONAJES FAVORITOS ES LO QUE PREDOMINA, SE Q LA HISTORIA VA LENTA PERO YA SABEN Q ASI ES MI ESTILO; EN ESTOS CAPIS ESTOS DOS PLATICAN MUCHO Y ES Q ESO ME ENAMORA ENTRE ESTOS DOS CHICOS... ES AQUÍ EN DONDE HAGO SOLO MIO ESTE LINDO HOBBIE Y ESCRIBO PRACTICAMENTE SOLO PARA MI; ASI Q SI ESTAN APUNTO DE DORMIR MIENTRAS LEEN, PUEDEN ECHARSE UNA SIESTECITA Y LUEGO SEGUIR, Y SIN MAS Q DECIR X EL MOMENTO... ¡¡A LEER!!... Y EN VERDAD ESPERO Q LO DISFRUTEN TANTO COMO YO.... BESITOS!!!

CAPITULO 9


 


            -Te dije cosas horribles... –pensó Draco sintiendo como las lagrimas mojaban el puente de su nariz por estar acostado de lado.


            Siendo casi las cinco de la tarde, Harry entró a la habitación encontrándolo sentado en la cama.


            -Vine hace rato y estabas dormido... –dijo Harry- ¿sigues sintiéndote mal? –preguntó al no recibir respuesta del rubio y verlo con la cabeza inclinada- ¿Malfoy?


            -Estoy bien –musitó Draco sin levantar la cara.


            -¿Seguro? –insistió Harry colocándose enfrente de él e inclinándose para verlo mejor.


            -¿Quieres dejar de hacer eso? –exclamó molesto Draco al sentirse examinado.


            -¿Has estado llorando? –preguntó Harry al verle la nariz roja y los ojos hinchados.


            -No y déjame en paz –respondió Draco levantándose para alejarse de él.


            -Oye ¿no se suponía que teníamos una tregua?... no hago esto por molestarte.


            -Olvídalo Potter... –respondió Draco dejándose caer en el otro lado de la cama- estoy bien.


            Pero en vez de hacer caso a sus palabras, Harry se fijó en todo él; lo vio tan desalentado que sin poder evitarlo sintió pesar.


            -Oye ¿quieres que te traiga un libro? –dijo Harry desde su lugar- así no estarás tan aburrido.


            -No quiero nada –respondió Draco con voz bajita- pero gracias.


            Mordiéndose un labio de manera inconsciente, Harry caminó hasta él sentándose en la silla.


            -Estas llorando de nuevo...


            -No... –gimió Draco sorbiendo la nariz- ya vete ¿quieres?


            -¿Qué es lo que te aflige tanto? –preguntó Harry queriendo ahondar en el silencio del más joven de los Malfoy; sintiéndose muy intrigado y a la vez aprensivo al sentir el cúmulo aplastante de tristeza que envolvía a Draco- yo... ¿puedo hacer algo por ti?


            -Tú no podrías servirme de nada... –respondió Draco intentando controlar el temblor de su voz.


            -Draco... –dijo Harry negando con la cabeza.


            -¿Quieres ser mi amigo y confidente? –dijo Draco en voz baja y sin siquiera mirarlo- en primera tú y yo no podemos ser amigos... nunca pudimos... tú no quieres ayudarme, solo quieres información.


            -Oye...


            -No confío en ti, no confió en tu ayuda... –dijo Draco finalmente viéndolo a los ojos- yo... –continuó Draco ante el silencio de Harry- yo sé que no eres malo y que tienes la mejor de las intenciones.... pero yo soy tu prisionero.... y un prisionero no puede confiar en su custodio, no seas ingenuo.


            Harry ya no contestó, simplemente se quedó viendo como Draco se limpiaba las lagrimas con el dorso de la mano y sin saber que decir, optó por salir de la habitación sintiendo mucho pesar por no haber podido debatir las palabras de Draco; Rato después, cuando regreso con la cena, no hubo conversación.


            -Es melón con miel y un poco de cereal, no es tan desagradable creo.


            Draco comenzó a cucharear el cereal hasta hacerlo puré para después simplemente dejarlo en la charola y pasar a la fruta, la que después de todo si comió.


            -Estoy lleno, gracias.


            -De acuerdo –dijo Harry sin ánimos de discutir.


            Pasaron dos semanas con una rutina casi idéntica; la única diferencia era que Draco ya no peleaba, solo se limitaba a comer o a intentar comer sin replicar, aun cuando a medio bocado le sobreviniera una arcada; aun así su alimentación no mejoro gran cosa y eso se los hizo saber el medimago.


            -Ah bajado de peso –dijo el señor Jackson anotando algo en una tabla.


            -Lo he intentado –dijo Harry en la habitación de Draco, quien simplemente se quedaba callado.


            -No estoy culpándote –respondió el medimago mirando a Draco con ojo  crítico.


            -Y bueno ¿Cómo va? –preguntó Remus.


            -Por ahora podría decir que bien, pero la anemia me preocupa mucho... no has tomado tus píldoras ¿verdad? –preguntó a Draco quien no respondió- hijo ¿puedes comprender que esto es un asunto de mucha gravedad?... si tu anemia se agrava, tendré que hospitalizarte.


            Por toda respuesta, Draco suspiró volviendo el rostro; el señor Jackson chasqueó la boca en señal de desaliento, y guardando sus cosas, dijo:


            -Por hoy terminamos.


            Ya afuera, Remus dijo:


            -Hay algo más ¿verdad?


            -Si señor Lupin ¿recuerda que la ultima vez le dije que había encontrado algo que me llamó mucho la atención?


            -Si


            -Bueno, pues seguí analizando, y son unas sustancias ajenas al cuerpo, sustancias que para nada debieran estar ahí.


            -¿Por ejemplo?


            -Cuerno de unicornio –respondió el señor Jackson.


            -¿Cómo? –exclamó Remus frunciendo el ceño.


            -Si, también encontré flor de lis, foixarda, Galega, Adonis, Ajedrea y.... –los tres aurores quedaron con la boca abierta al escuchar al medimago mencionar cuando menos otras diez sustancias.


            -¡Eso es imposible! –exclamó Sirius- es decir, los efectos permanecen en el cuerpo según el propósito de la poción, pero ninguna deja residuos en el organismo por tanto tiempo a menos que se esté suministrando periódicamente y es obvio que nosotros no lo hemos hecho.


            -Lo sé, señor Black, por eso estoy tan sorprendido, además estas sustancias las encontré desde los primeros análisis.


            -En todo caso –dijo Harry- ¿Qué efecto tendría la mezcla de todos esos ingredientes?


            -No lo sé... he revisado todos los libros de medicina y no he encontrado nada, aunque también es difícil intentar averiguarlo así porque cada día se inventan nuevas pociones.


            -Pero la mezcla debe darle alguna idea ¿no? –dijo Sirius.


            -La verdad no encuentro la conexión, -dijo con pesar el señor Jackson-  unas tienen un determinado efecto y otras son totalmente lo contrario... estoy muy confundido y sigo trabajando arduamente en eso, el director de San Mungo me ha dispensado de mis deberes en el hospital para ocuparme de esto al cien por ciento.


            Después de hablar más cosas referente a la salud de Draco, el señor Jackson finalmente se retiró.


            -Esto cada vez me intriga y me preocupa más –dijo Remus desde el sofá.


            -¿Qué han dicho los informantes? –preguntó Harry.


            -Están desesperados, no han podido averiguar nada.


            Rato después, Harry subió con la comida encontrando a Draco acostado.


            -¿Te sientes mal? –preguntó preocupado.


            -mmm... –masculló Draco encogiéndose de hombros.


            -Te traje ensalada de manzana y sopa de pollo, y no trae pollo, solo le dejé las verduras –aclaró Harry al verlo arrugar la nariz.


            -No me gusta.


            -Ni siquiera la has probado –dijo Harry colocando la charola en el pequeño mueble.


            -Huele a pollo, Potter... no quiero.


            -Malfoy... –dijo Harry ya sentado en la silla- oíste lo que dijo el medimago de tu anemia ¿acaso quieres ser hospitalizado?... Malfoy, te estoy hablando.


            -No


            -Entonces come.


            -De acuerdo, pero solo la ensalada –dijo Draco enderezándose.


            -No, lo comerás todo.


            -Pero...


            -Escucha –interrumpió Harry-, el señor Jackson dijo que si seguías así, tendría que alimentarte por otros medios.


            -¿Otros medios?


            -Si, dijo que no le quedaría más remedio que meterte una manguera por la nariz para alimentarte directamente.


            -¿En la nariz? –exclamó Draco tocándosela y abriendo tremendos ojos impresionado.


            -Si ¿quieres eso?


            -No


            -Entonces come, estas demacrado, alguien mas esta alimentándose de ti, si tú no te cuidas, ¿Quién lo hará?


            -¿Y para qué? –exclamó Draco después de escuchar la perorata de Harry.


            -¿Cómo?


            -Si... ¿para que cuidarme, con qué fin?


            -Draco... –dijo Harry sorprendido- ¿bromeas?... pues para que no te mueras.


            -Claro... –dijo Draco sonriendo débilmente mientras regresaba el plato a la charola- creo que eso sería lo mejor.


            -¿Cómo dices? –exclamó Harry frunciendo el ceño.


            -No quiero la sopa... ni la ensalada tampoco.


            -Pero...


            -Tengo sueño –dijo Draco acostándose y dándole la espalda a Harry, quien simplemente parpadeo un par de veces antes de decir sorprendido: -¿acaso estas negándote a comer definitivamente?


            -Déjame solo, Potter.


            Harry quedó tan sorprendido, que simplemente salió de ahí dando un portazo.


            -¿Sucede algo? –preguntó Remus al verlo bajar la escalera hecho una furia.


            -¡No puedo, no puedo! –exclamó Harry comenzando a caminar de un lado a otro.


            -¿No puedes qué?


            -¡Hacerlo comer!... ¡y ahora resulta que se quiere morir!... ¡¿acaso quiere un maldito tubo en la nariz?!


            -Esto va de mal en peor... –murmuró Sirius mirando fijamente las piezas del ajedrez mágico que jugaba con Remus- era más que obvio que esto podía pasar.


            -¿Cómo? –exclamó Harry deteniéndose abruptamente- ¿a qué te refieres?


            -¿No lo vez, Harry?... –dijo Sirius tomando innecesariamente  un caballo del tablero examinando cada detalle de la pequeña figura- creí que tú más que nadie lo haría.


            -¡Sirius! –exclamó Harry exasperado.


            -Está deprimido.


            -¿Deprimido?


            -Independientemente de que sea mi sobrino y de lo que pueda pensar de él... –continuó Sirius sin dejar de mirar la pieza- es un prisionero con cadena perpetua, un cuerpo fuera de su control, su vida ya no le pertenece y solo tiene veinte años... el solo hecho de caer en Azkaban sin recibir siquiera un juicio, puede enloquecer a cualquiera, créeme... –dijo Sirius ante un Remus y un Harry en completo silencio- te aviso que si la anemia no lo mata, la depresión lo hará.


            Harry ya no dijo nada, simplemente vio como Sirius colocaba de nuevo el caballo en el tablero para aplastar una torre de Remus.


            ¿Cómo es que no lo había notado?... sabía que Draco estaba triste, pero se sintió el mas idiota del mundo al no ver en el rubio los claros síntomas de otra enfermedad.


            -El no confía en ti, ni en ninguno de nosotros... –dijo Sirius esperando el movimiento de Remus sobre el tablero- no puedes confiar en quien te quita la libertad... pensar lo contrario sería ingenuo, Harry.


            Después de eso, Harry subió a su habitación sumido en sus pensamientos... “ingenuo”... dos personas, el mismo día, le habían llamado así.... ¿de verdad lo era?... ¿de verdad pensaba que podía hacerse amigo de Draco de alguna manera sin olvidar la posición de cada uno?... de lo que si estaba seguro era de que no le gustaba verlo de esa manera, prefería verlo refunfuñando y despotricando por todo, que verlo convertido en un hongo.


            ¿Pero cómo llegar a él?... ¿cómo romper esa barrera que desde siempre los separó y que ahora se hacía más patente que nunca?... cuando Remus se lo propuso, él mismo se rio de la idea, y ahora esa idea ya no le parecía ridícula sino imposible también; suspiro dejándose caer de espaldas en la cama, de una cosa estaba seguro y era que no iba a dejar que Draco se saboteara a sí mismo; sabia que sería una misión casi imposible, pero si a algo estaba acostumbrado, era a eso; además no iba a arreglar  todo al mismo tiempo, así que decidió enfrentar los problemas uno por uno, ya pensaría que hacer con lo demás, así que después de pasar un buen rato en su cuarto meditando el asunto, bajó a la sala sintiéndose más despejado.


            -Ya alucino a ese medimago –exclamó Sirius desde el sofá.


            -¿Va a venir el señor Jackson, Malfoy se siente mal? –preguntó Harry al oírlo.


            -Aun no, pero estoy a punto de llamarlo –dijo Remus escribiendo una nota.


            -¿Para qué?


            -¿Cómo para qué?... debe tratar la depresión de Draco, esa enfermedad es muy grave.


            -¡Pero él lo detesta, Remus!


            -Lo sé, pero es necesario.


            -Espera –dijo Harry al verlo levantarse para ir por una lechuza-,  dame unos días.


            -¿Para qué?


            -Déjame intentar animarlo.


            -No lo sé Harry, su salud es muy precaria.


            -Precisamente por eso, traer al señor Jackson lo estresará mas, con esto seguro querrá llevárselo.


            -En eso Harry tiene razón, Monny –dijo Sirius-, es la oportunidad perfecta para llevárselo y estudiarlo más de cerca y sabes el riesgo que todo ese movimiento conlleva.


            -Si, en eso tienen razón –respondió Remus pensativo-, de acuerdo.


            -Gracias –respondió Harry aliviado.


            -Pero si en unos días no veo mejoría, llamaré al medimago.


            -Bien, le llevaré algo de comer.


            Cuando Draco, quien estaba en el baño, escuchó la puerta abrirse, recargó las manos en el lavabo mientras pensaba:


            -¿Por qué demonios no pueden dejarme solo?


            -¿Estás bien?


            -Si, no molestes.


            -Voy a entrar –dijo Harry abriendo la puerta sin esperar permiso.


            -Rayos... –masculló Draco inclinando la cabeza.


            Harry lo miró vestido ya no con sus acostumbrados jeans, sino con pijama, pantuflas, su inseparable sudadera y su cabello suelto y despeinado.


            -En otro momento me hubieras recordado hasta a mi madre por haber entrado así ¿y ahora solo dices “rayos”?... supongo entonces que mi presencia ya no te molesta –dijo Harry desde la puerta.


            Draco ya no respondió, simplemente suspiró si moverse de su sitio.


            -Ven, te traje algo de comer.


            -No quiero, no tengo hambre –respondió Draco sin siquiera alzar la cabeza.


            -Es tomate con miel.


            -No...


            -Y si tú te acabas tu plato... –interrumpió Harry- yo me comeré uno igual.


            Al oír eso, Draco volvió el rostro para mirarlo con el ceño fruncido.


            -¿Cómo?


            -Si, ven –dijo Harry saliendo del baño siendo seguido por Draco más por curiosidad que por otra cosa.


            Harry se sentó en la silla y espero pacientemente hasta que Draco, con pasos lentos se sentó frente a él en la cama; entonces tomó un plato con tomate diciendo:


            -Toma -Draco lo tomó sin decir nada en lo que examinaba la charola, en la que había otro plato con tomate-, ahora come.


            -eee... pero...


            -Ya te dije el trato –dijo Harry bañando su propio plato con miel.


            Draco alzó una ceja sin decir nada, solo vio como Harry clavaba el tenedor en una rodaja de tomate bañado con el dorado líquido; Harry tragó en seco al ver lo que estaba a punto de llevarse a la boca, pero recordando el motivo de todo, se alzó de hombros y se lo zampó.


            Draco abrió los ojos al ver como Harry comenzaba a masticar aquel extraño bocado para luego tragarlo y mirarlo con ojos llorosos.


            -Por Dios, Malfoy... ¡esto sabe horrible!


            Draco parpadeo un par de veces antes de que sus labios comenzaran a curvarse poco a poco hasta que finalmente comenzó a reír.


            -¡Estas demente, Potter!


            -Esto... esto sabe muy feo –dijo Harry mirando fijamente otra rodaja de tomate y sintiéndose íntimamente contento al ver reír a Draco- ¿Cómo te puede gustar?


            -Haber, come mas –dijo Draco cruzando las piernas sobre la cama.


            -Primero come tú, ya te dije que me lo acabaría si te lo comes primero.


            Aun en medio de la sonrisa, Draco torció la boca, no tenía muchas ganas de comer, pero ver la cara de asco de Harry, había sido muy divertido, así que sin más, comenzó a comer hasta terminar su plato; ahora venia la parte mala del trato, pensó Harry mientras comenzaba literalmente a tragar el contenido de su plato ante la mirada atenta de Draco.


            -Creo que voy a vomitar –dijo Harry al terminar poniéndose una mano en la boca y con los ojos chillones.


            -Se siente feo ¿verdad? –exclamó Draco sonriendo tristemente notándolo Harry inmediatamente, por lo que dejó el plato en la charola y sin pensarlo siquiera, lo tomó de la mano jalándolo tras de sí sin darle tiempo ni de ponerse las pantuflas.


            Salió de la habitación para entrar a la contigua, que era la de él; lo soltó y cerró la puerta; Draco se quedó de pie en medio cuarto viendo como Harry buscaba algo afanosamente dentro de su baúl; aunque sorprendido, Draco comenzó  a revisar la habitación con la vista, no era la casa de Harry pero definitivamente se notaba que el ojiverde habitaba ahí; una pila de ropa sucia se apilaba en un rincón, una foto de sus padres en el buró saludando alegremente, varios libros de Quidditch desparramados en la mesa y un característico y suave aroma a Harry; no sabia exactamente que tipo de loción era, pero en esa habitación se percibía mas el fresco olor.


            -Potter –dijo finalmente mientras subía una pierna a la cama y se sentaba en ella- ¿Qué haces?


            -Espera un poco... ¡aquí está! –exclamó Harry triunfante- sabía que lo había traído.


            -¿De qué hablas?


            -De esto –respondió Harry mostrándole una pequeña caja.


            -¿Snap explosivo? –exclamó Draco al reconocerla.


            -Ajá ¿quieres jugar?


            -Pues...


            -Anda Malfoy, me dirás que tienes muchas cosas que hacer.


            Obvio que no era eso, solo que no se sentía con ganas de hacer nada, pero la insistencia de Harry terminó haciéndolo rendir fruto.


            -De acuerdo –dijo Draco rodando los ojos.


            -Bien.


            Después de años sin jugarlo, Draco había perdido practica y había olvidado algunas cosillas, hecho que Harry aprovechó para ganar.


            -¡Eso es trampa! –exclamó Draco ya trepado totalmente en la cama.


            -No es mi culpa que tengas cerebro de pollo y no te acuerdes de algo tan sencillo –exclamó Harry alzándose de hombros mientras extendía las cartas en la cama.


            -¡Eso no es cierto, lo que pasa es que duré años sin jugarlo! –respondió Draco enojado mientras se cruzaba de brazos.


            -Eres muy mal perdedor –dijo Harry burlón-, siempre has sido así.


            -Eso es porque en Hogwarts siempre te dieron ventaja –respondió Draco muy convencido.


            -Si, lo  que digas –dijo Harry repartiendo las cartas en la cama- Malfoy...


            -¿mmm? –masculló Draco analizandolas.


            -Respecto a lo que dijiste hace rato...


            -¿Sobre qué?


            -De que no podías confiar en mí... –dijo Harry mirándolo disimuladamente para ver su reacción.


            -Ah... –fue todo lo que dijo Draco sin siquiera mirarlo.


            -Quiero que sepas que si puedes.


            -Potter...


            -No, escúchame... –dijo Harry mirándolo ya abiertamente aunque Draco mantuviera su atención en las cartas- entiendo tu posición y entiendo tu desconfianza, yo en tu lugar estaría igual porque es cierto que requerimos información que solo tú puedes darnos... pero también hay cosas que ni a la Orden, ni al Ministerio le incumbe... esas cosas son las que tú puedes contarme; si hay algo que tú quieras decir y no quieras que nadie más lo sepa, de acuerdo, nadie lo sabrá... será algo entre tú y yo –terminó de decir Harry viendo que Draco no había alzado la vista ni un instante.


            Los minutos pasaban y Harry comenzaba a desesperarse al ver que Draco continuaba viendo sus cartas en completo silencio; pensó en decir algo más sin saber exactamente qué.


            -Detesto ese cuarto... –dijo de pronto Draco con la vista fija en el juego.


            -¿Tu cuarto?


            -Y ese baño... me recuerdan cuando estuve encerrado... –continuó hablando Draco como si de pronto Harry ya no estuviese ahí, por lo que el ex Griffindor se quedó callado temiendo romper ese momento si decía algo- No me importan los muebles ni la apariencia de las cosas, hace mucho dejo de importarme, es solo... solo que cambie de carcelero únicamente... no he sido libre desde que tenía diecisiete años... en realidad creo que no lo era desde hacía más tiempo...  y nunca lo seré ¿verdad? –preguntó Draco con voz serena mirando finalmente  a Harry.


            -No sé que responderte –dijo Harry con sinceridad.


            -No hace falta que lo hagas –exclamó Draco exhalando un suspiro- sé que terminaré mis días en Azkaban... ¿no puedes poner una ventana en mi habitación? –dijo de pronto mirando la de ese cuarto.


            -Lo siento, no puedo.


            -¿Ni aunque te lo pida “por favor”? –preguntó Draco sonriendo débilmente.


            -Me temo que no... pero puedes venir un rato a ver lo que hay afuera.


            -¿En serio?


            -Claro


            -¿Estás diciendo que puedo salir de mi habitación?


            -Si


            -¿Y Lupin está de acuerdo?


            -Bueno, aun no se lo he dicho, pero no creo que haya ningún problema.


            -¿Seguro?... puedo intentar escapar o asesinar a alguno de ustedes.


            -Escapar es imposible, y además no eres un asesino, y en caso de que lo fueras, de un soplido te tumbamos y sin necesidad de usar varita.


            -¡Oye!


            -Es cierto, estas tan débil que pareces niña.


            -¡Yo no parezco niña!


            -Bueno, tal vez no, pero una señora fodonga sí.


            Draco abrió la boca al oír tal aseveración.


            -¡Pero!... ¿¡cómo te atreves?!  -exclamó finalmente- ¡tú no eres un ejemplo de elegancia precisamente, Potter!


            Harry empezó a reír al ver el enfado de Draco, entonces dijo:


            -Llámame “Harry”


            -¿Eh?


            -Deja de llamarme por mi apellido y yo te diré “Draco” ¿de acuerdo?


            -No


            -¡Draco! –exclamó Harry con expresión de desconsuelo.


            -No me llames por mi nombre, no te lo he autorizado.


            -¿Qué tiene de malo?


            -Mi nombre es lo único que poseo, por eso.


            -No seas así, ya te dije que tú puedes llamarme por mi nombre.


            -Tu nombre es tuyo, por eso puedes hacer lo que sea con él.


            -Malfoy... –exclamó Harry poniendo cara de perrito triste.


            -No


            -¡Malfoy! –gimió Harry en tono exageradamente suplicante.


            -¡Por Salazar, está bien, está bien! –respondió Draco aventando las cartas.


            Harry sonrió triunfante y simplemente continuó jugando.


            A la hora de la cena y después de medio comer, Draco finalmente se durmió, por lo que Harry bajó a cenar con los otros dos aurores.


            -¿Dejarlo deambular por la casa?... no lo sé, Harry.


            -Vamos Remus, salir al exterior le será imposible, y como está, no creo que logre mucho en una lucha cuerpo a cuerpo.


            -Podría tomar un cuchillo de la cocina y lastimarse a sí mismo.


            -Pondré en hechizo en los cajones, además yo lo vigilaré.


            -¿Ese chico deambulando por ahí como si nada? –intervino Sirius mientras endulzaba su té-, si intenta algo, yo me encargaré de él.


            -De eso  no me cabe la menor duda –dijo Remus alzando una ceja.


            -¿Entonces se puede? –preguntó Harry.


            -De acuerdo, aunque para eso los tres debemos estar más atentos... ¡ah, Harry! Y cuando esté en tu habitación, tampoco lo dejes solo, aunque estamos protegidos, la ventana no deja de ser un peligro.


            -Lo haré, gracias.


            ________________________________________________________________________________


 


            Al día siguiente, después de sentir que el alma se le iba en cada arcada en el baño, Draco descansaba en su cama cuando entró Harry con el desayuno, y después de la consabida discusión sobre la comida, finalmente Draco comió algo.


            -¿Por qué no me das tu sudadera para lavarla?


            -No, gracias –respondió Draco sentado en la cama.


            -Hace semanas que no la sueltas, desde que llegaste no la dejas para nada, ya ha de oler mal.


            -No es cierto.


            -Draco...


            -Bueno, tal vez si... –exclamó Draco titubeante- pero no quiero que la laves.


            -No tardaré, te la regreso hoy mismo.


            -No –respondió Draco impaciente.


            Harry lo miró con una ceja levantada hasta que Draco exclamó:


            -Basta ya, Harry.


            -¿Por qué no te la quieres quitar?


            -Porque no quiero –respondió Draco sintiéndose cada vez mas incomodo-, deja de molestar ¿sí?


            -Ya tienes casi tres meses ¿verdad?


            -¿Cómo?


            -Vamos Draco, te la traigo en una hora, de todos modos nadie te va a ver.


            Comprendiendo que Harry no lo iba a dejar en paz, Draco lanzó un bufido.


            -Está bien... pero no te tardes.


            -Claro.


            Draco se levantó y dándole la espalda a Harry, cruzó los brazos por enfrente para sacarse la susodicha prenda; desde la silla, Harry sonrió comprendiendo porque Draco no quería quitársela, sabía que era para ocultar su cuerpo, lo que no evitó que mirara atentamente cuando Draco, al quitarse la sudadera, sin darse cuenta  alzara también la camisa de la pijama; de espaldas no se le notaba el vientre abultado, lo que si se vio y muy bien, fue la suave curva de las caderas por lo grande del pantalón, y la blanca espalda, que a Harry se le antojó tan tersa que de pronto se preguntó que se sentiría tocarla.


            -Listo... –dijo Draco arrojándola a la cama y bajándose la ropa interrumpiendo los pensamientos de Harry.


            -¿Eh?


            -Que ya está –dijo Draco cruzándose de brazos instintivamente.


            -No tienes que hacer eso –dijo Harry notándolo- no te ves mal.


            -¿De qué hablas? –preguntó Draco sintiéndose pillado.


            -Vamos Draco, sabes a que me refiero –dijo Harry mirándole el vientre abultado.


            -Deja de mirarme –exclamó Draco sintiéndose apenado-, no tienes que ser amable, sé que me veo horrible.


            -Claro que no... tal vez un poco redondito, pero nada más.


            -¿Redondito? –exclamó Draco horrorizado.


            -Es decir... –se apresuró a aclarar Harry- que solo por enfrente se te nota un poco, de ahí en fuera para nada.


            -Mientes –exclamó Draco sentándose en la cama dándole la espalda- sé lo que piensas... soy un fenómeno.


            Harry se levantó de la silla y fue a sentarse junto a Draco, quien permanecía con la cabeza inclinada.


            -¿Quieres que sea sincero? –dijo Harry observando como Draco cada vez se encogía más en su lugar.


            -No –respondió Draco sintiéndose muy triste de repente- va a darme más vergüenza.


            -De todos modos hablare... aunque has bajado de peso, tu cara se ve un poco mas redondeada, el vientre no es muy notorio debido a la ropa que usas, fuera de eso estas como siempre.


            -No te creo.


            -¿Por qué no mejor te das un baño y te cambias para que te levantes los ánimos?


            -¿Y luego qué?... ¿salir al teatro?... vamos, Harry, no tiene caso.


            -¿Y que hacías allá para divertirte?


            -¿Allá?... ¿te refieres con los mortífagos?


            -Si


            -Bueno... después de casi un año pude tener un radio y varios libros, acostumbro escuchar música y leer.


            -¿Leer?... bueno, pues ve a bañarte y regreso en diez minutos.


            -No tengo ganas de bañarme.


            -Ya hueles mal, Draco.


            -¡Eso no es cierto, me bañé ayer! –exclamó Draco indignado.


            -Ya lo sé, ahora regreso –respondió Harry riendo.


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