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PiercedEye por Vanuzza

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Notas del capitulo:

Gomene por el super atraso con este capitulo, he estado terriblemente ocupada este trimestre al punto que apenas he tenido tiempo para dormir y comer, cada vez las entregas me consumen más el tiempo. Pero bueno, aqui me tienen de vuelta con esta historia. Realmente muchas gracias por sus comentarios, dare lo mejor de mi para ser mas constante y que la historia se mantenga en buen pie n____n, sin mas que decir, ENJOY~

-Ouch. -Se quejó Daniel mientras Iván curaba su labio, nuevamente roto después del golpe que le había propinado Richard, una vez más, cuando había ido a su casa para buscar algunas cosas en secreto.

 

-Eres tan terco, te dije que hicieras una lista y luego del trabajo iría.

 

Daniel bufó aburrido, pensando en cualquier asunto menos en el hecho de que acababan de molerle a golpes otra vez. Pero es que ya estaba harto de causarle tantos problemas al doctor, aun cuando este le recordara una y otra vez que eso no era cierto, que no le molestaba cuidarlo, atender sus necesidades y todo eso, su ego estaba herido, comenzando a creer que hasta Pinchy era, con sus ladridos de peluche, más valiente que su persona.

 

"Soy un reverendo inútil..."

 

Murmuraba entre sus pensamientos, desviando la mirada de los ojos de su doctor. Necesitaba conseguir un trabajo, ayudarle de alguna manera. Iván le había tomado bajo su protección, como un águila que cubre bajo su ala al polluelo. Pero aquello era el mundo animal, en el caso donde existía una innegable y fuerte relación filial. En cambio, este era el mundo humano, e Iván no era su padre, ni siquiera eran familia.

 

No eran nada.

 

"¿Y si me tiene con el solo por lastima?"

 

Se repetía nuevamente, odiando el modo en que su propia mente le jugaba la contraria a su propio corazón, cuando en lo más profundo le quería, le admiraba...

 

"Le amo"

 

-¡Conseguiré un empleo!  -Dijo finalmente, con el entrecejo fruncido, en su rostro se denotaba perfectamente que hablaba enserio-. Te ayudare con los gastos...

 

-¿Empleo? -Preguntó el médico, acomodándose los lentes sobre el tabique con  una suave sonrisa.

 

-Sí. -Asintió Daniel, enfatizando su respuesta con sus gestos. Muy seguro de sí mismo y de su plan.

 

-¿Y en qué piensas trabajar, Daniel?

 

Entonces su idea se golpeó contra un poste de alto, siendo que la verdad era que no tenía la mas mínima idea de en que podría trabajar. Quizás...asistente, florista, cajero...

 

-¡Buscare en el periódico! -Nuevamente su cabecita ideaba una salida.

 

-Me niego.

 

Pero no contaba con esa respuesta. El pelirrojo ensanchó los ojos, parpadeando un par de veces, sin poder creer que su salvador, su doctor, su ángel nazi, se hubiera negado a tal idea.

 

-¿Por qué?

 

-¿Tienes siquiera idea de cuántos de esos empleos son impresos con los peores fines? -Se cruzó de brazos, enarcando una ceja y con los labios fruncidos, totalmente a la defensiva.

 

"¿Estará molesto? Se ve tan sexy cuando se molesta"

 

Daniel se regañó al instante en que aquello cruzó sus pensamientos, ¿Cómo podía pensar en eso cuando el chiste era que Iván aceptara que trabajara? Pero con todas las de la ley, el hombre, aun a sus treinta y cinco años, era bastante atractivo al grado que el jovencito no terminaba de procesar que no tuviera pareja.

 

-Te prometo que no me pasara nada malo, Iván.

 

-Eso no depende de ti, Daniel.

 

Tenía razón, odiaba cuando tenía razón.

 

-¡Pero no quiero que gastes tanto en mi!

 

-Lo hago con el mayor gusto del mundo. -Y allí fue cuando la sonrisa retornó a su boca de labios seductores, y la amabilidad de su mirada reinó, junto a la seducción que mantenía bailoteando en sus pupilas-. Para mí, lo importante es que vuelvas a estudiar. -Tomó sus manos entre las propias, besando el dorso de sus dedos ante lo cual sonrojó las mejillas de Daniel-. Quiero llevarte por el buen camino, que te vuelvas un profesional, que tu mundo de un giro total.

 

El pelirrojo sentía su corazón acelerar, cada palabra era como una leve caricia de su voz sensual.

 

-Quiero ser espectador en todos tus días, ver que vuelvas a sonreír...

 

El momento era justo como el de una novela, cuando los protagonistas estaban a punto de confesar su amor el uno por el otro.

 

-Que no te falte nada, que valores tu vida como siempre ha de ser...

 

-Pero no quiero ser una carga para ti, el dinero que gastas en mi bien podría serte útil para cosas que necesites.

 

-Nunca serás una carga para mí -Prosiguió Iván-. Al fin y al cabo lo único que necesito es a ti.

 

Todo en su mundo se detuvo, y sentía que poco a poco dejaba de respirar. Sus ojos humedeciéndose y las lagrimas que comenzaban a escapar, formando caminos de melancolía en sus tersas mejillas. Siendo la primera vez que oía aquellas palabras tan bonitas para él.

 

Fue entonces que le pareció que su rostro se acercaba con lentitud, los segundos dejaron de correr y los relojes se detuvieron, en el último instante en que sintió su aliento acariciando su piel, y sus labios a pocos centímetros, susurrándole aquel par de palabras que tanto añoraba.

 

-Te amo.

 

Y sin más, lo besó.

 

 

***

 

 

Era martes en la noche. Faltaban pocos minutos para el inicio del concurso de Nuevas Bandas. Tras bastidores todos los concursantes estaban aglomerados esperando que llamaran sus respectivos números. Christopher tocaba la batería con afán, ansioso de que si bien no ganaban, cabía la posibilidad de que algún representante surgiera, y poco a poco crecer en el mundo del Rock. Merlov por su parte esperaba pacientemente por Carrie y Eros, siendo que ambos tenían un examen en el turno nocturno de la Universidad y llegarían unos minutos tarde.

 

El punk sin embargo, no paraba de ver su reloj. Sentía que algo no estaba bien.

 

-Cálmate, hermano. -Pidió Chris, deteniendo su afán en destrozar los platillos con las baquetas.

 

-¿Cómo quieres que me calme cuando se han atrasado tanto?

 

-Ah! No te pongas como mi madre cuando me atraso un minuto del toque de queda. Ni que Carrie o Eros fueran Cenicienta para estar pendientes del reloj. Aparte ya sabes cómo está el tráfico últimamente...

 

Merlov suspiró pesadamente. Quizás si estaba exagerando, preocupándose demasiado por su novio y su cuñada. No se contuvo una sutil sonrisa al pensar en esa palabra "novios", él y Eros eran una pareja. El pequeño emo pelinegro era solo suyo...Exclusivamente suyo.... Y sabia que eso implicaba que el también fuera solo de su niño.

 

Se lo recordaba siempre que iban por un café en la esquina de la universidad, y Merlov no evitaba que sus ojos se fueran hacías las piernas de las niñas fresas. Ganándose una mejilla pellizcada y un reclamo.

 

Se volvió a entretener al punto que olvidaba donde estaban, pensando en cómo habrían de ser las piernas de Eros... las imaginaba algo femeninas, torneadas, perfectas. No se contenía a relamerse los labios de solo pensar en estas rodeando su cintura, sus brazos afianzados a sus hombros, perdiéndose en el sabor de su cuello...

 

-¡Merlov! ¡Christopher! -Gritaba Carrie, arremangándose la larga falda para correr hasta ellos, apresurado, empapado en sudor, deteniéndose frente a ambos mientras jadeaba agotado.

 

-¡Carrie! -Exclamó Christopher- ¿Qué te ha ocurrido? ¿Por qué estas tan agitado?

 

-¿Dónde está Eros? -Preguntó Merlov, al darse cuenta que el jovencito no le acompañaba.

 

-Camino a la universidad, nos encontramos con los punketos...-Relataba, pausadamente, intentando retener el suficiente aire en sus pulmones. Sin embargo, a la sola mención de aquel grupo, el punk ensanchó los ojos, temiendo que aquello estuviera dirigiéndose hacia lo que menos deseaba que pasara-. Nos atacaron...yo estoy bien, no me hicieron nada... pero...Eros esta en el hospital...

Merlov se quedó petrificado. Las imágenes de lo que posiblemente le hubieran hecho, que conociéndoles no sería solo golpearlo, comenzaron a cruzar su mente como una película en alta velocidad. De súbito volvió en sí- Vamos, ¡rápido! ¿En qué hospital esta? -preguntó, tomando a Carrie en brazos para correr junto a Chris fuera del lugar, no había tiempo que perder.

 

-En el Saint Marie...-Respondió el gótico con la voz cansada, más pálido que antes del cansancio y el terror que presenciar tal cosa le había provocado, cuando los punks solo le mantuvieron sostenido para que no fuera en busca de nadie ni fuera un estorbo.

 

Pronto estuvieron en el auto rumbo al Hospital Saint Marie, mientras el locutor anunciaba al público del establecimiento:
-¡Y con ustedes, PiercedEye!


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