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PiercedEye por Vanuzza

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Notas del capitulo:

La tribu urbana de las "muñecas" es algo basado en las chicas de Sin senos no hay paraiso n_nU. Enjoy~

Eros parpadeó un par de veces, analizando con cuidado la pregunta que Merlov acababa de formularle, ¿Qué si eran novios? ¿Qué clase de pregunta era esa? Bueno, a decir verdad, el tampoco estaba muy seguro de ese hecho.

-¿Tu qué crees, Merlov? –Preguntó al no saber que responderle. Divirtiéndose cuando vio las mejillas del punk sonrojarse violentamente. “Lo que me pagarían por una foto de este momento” pensó, paciente cuando aquel comenzó a tartamudear un tanto nervioso.

-Ah…bueno, pues…-Llevó una mano tras su cabeza, frotando las puntas bajas de su mohicano, agradeciendo plenamente que el salón estuviera vacio, porque seguro que hasta el profesor que se encontrara le miraría expectante- Este…no sé, si tu quisieras….

-¿Tu quieres que lo seamos? –Preguntó, con los parpados anchos y las pupilas casi brillando de ilusión.

-¡Ah, deja de contestarme con preguntas, Eros! ¡Así no se responde! ¡Somos pareja, por el bajísimo! –Gritó exasperado, hablando demasiado rápido- Si somos pareja, nos queremos, nos amamos, porque no podemos ser n….

-Acepto.

Merlov se detuvo al instante que aquella palabra cruzó sus oídos, un tanto incrédulo-. ¿Qué?

-Acepto –repitió, su sonrisa ampliándose tiernamente mientras se quitaba los auriculares del mp3 y se lanzaba a sus brazos con efusividad, aparte de una amplia sonrisa- Acepto ser tu novio, mi Merly.

-¡Eros! ¡No me llames “mi Merly”! –se quejó, frunciendo el entrecejo, aunque no oponiéndose al abrazo, aferrándole de la cintura y levantándole unos pocos centímetros del suelo.

-¿¡Por qué!? –Exclamó, con un puchero que le provocó al punk volver a morder sus labios- Suena tan bonito.

-Suena cursi, suenas como esas horrendas “muñecas”.

-¿Te puedo decir “mi amor”?

-Bueno, eso es más aceptable que Merly.

-De acuerdo…entonces te diré “mi amor”, mi amor…-Buscó su boca en un beso sutil, sintiendo sus pantalones ceñidos apretarle incluso más cuando la lengua sinuosa de su amado delineó sus labios.

Sin saber que aquellas demostraciones de afecto eran observadas por uno de los skaters que se había ido a buscar a Merlov luego de verlo entrar al bloque de Diseño, quien corrió a toda velocidad a contarle al respecto a los punk de no ser que un tobillo le hizo rodar literalmente por los tres escalones que daban al vestíbulo de la facultad, dejándolo sano pero inconsciente.

-Lo siento, patinador, pero no puedo permitir que arruines ese momento –Comentó Christopher, quien también había pasado por el pasillo, en busca de Carrie Marie para llevarla al cine, a ver La Profecía del no Nacido, a la cual criticó el cartel hasta que no pudo más, pero que igual quería ver la película.

*

En las afueras de la universidad, a dos cuadras de esta, se encontraba el pequeño grupo de niños muñeca, esperando, Paolo felizmente de traer con él lo que llamaba “la mejor mercancía”. Daniel por su lado sentía que los tobillos le temblaban nerviosamente.

-Ya, hermanito, vera que todo saldrá perfecto –Comentó Paolo mientras le guiñaba un ojo a Daniel- Se ve tan guapo que si fuera mujer es capaz que me lo roban para meterlo a certamen de Reina de Belleza.

-¿Tú crees? –Preguntó, sintiéndose casi desnudo con la ropa tan ceñida, incluso peor que la que llevaba antes. Aquellos pantalones tan cortos que dejaban a la vista sus piernas torneadas, lampiñas como las de un jovencito- ¿Era necesario todo esto?

-Ay, mijo, recuerde, estos “manes” son todos unos apasionados por las guapas, pero les gusta llevarse a niños lindos como usted a pasear por allí –Le resonó, agregando-: Además ¿Qué no deseaba tener en la billetera algo más que solo mosquitas flotando?

Daniel rodó los ojos, acariciando uno de los mechones de su pelo, ahora teñido de pelirrojo después que Paolo le dijera que “a ellos les gustan con apariencia de mucho kilometraje”. Pronto divisó una camioneta 4 x 4, negra y reluciente, con los motores gruñendo cual si fueran unas bestias, poniéndole los pelos de punta cundo Paolo se alejó de su lado para hablarle al pasajero.

Las mejillas de Daniel se enrojecieron totalmente al verle, aquel hombre de facciones perfectas, parecía salido de una película, a diferencia de cómo se los imaginaba por las palabras de Frank y Johnny, los otros muchachos a “disposición” Tal cual si fueran muñecas de aparador. Pero ese hombre que ocultaba sus ojos tras unos lentes espejados era uno de los grandes narcotraficantes del país.

-¿Entonces, Lugo? ¿Cuál le gusta?

El Lugo analizó a cada uno de los tres jóvenes que esperaban, parados de costado para darle una buena vista de sus perfiles. –Me llevo a los mismos de siempre.

Paolo enarcó una ceja, torciendo los labios- ¿Esta seguro? ¿No le gusta el nuevo? Es un virgencito, esta todo disponible para usted.

-Es que le falta algo –Comentó haciendo un ademan con las manos- Esta demasiado plano, que aumente un poco más.

-Pero, Lugo…el pobre apenas acaba de aparecerse…

-Y está muy bonito el niño, pero ya le he dicho lo que me gusta, Diablo. –Le llamó por el sobrenombre que le había dado otro de los mafiosos- Me llevo los otros, el otro dígale que cuando se ponga prótesis podríamos hablarlo. Vaya, vaya, que si quiere plata hay que darle rápido a la vaina, diablo.

-Como diga –Suspiró, yendo hasta los niños y avisándoles a los otros que fueran. Frank y Johnny no tardaron en subirse y el auto arrancó sin más. Rodó los ojos mirando a Paolo- Tranquilo, amigo, nos ingeniaremos algo.

-¿Pero porque no…?

-Es que mijo, le falta cola. –Dijo con simpleza, pasándole un brazo por los hombros, caminando lejos de aquel sitio para acompañarlo a su casa- Y pues, Frank y John lo tienen más grande.

-¡Pero esos son de mentira! –Exclamó refiriéndose a que tenían prótesis allí metidas y era por ellos que se veían tan bien.

-Daniel, compréndalo, a ellos les da igual si son de madera…-Dijo sin ningún reparo-...Les gustan los culos grandes. Ahora, váyase a descansar, mañana veremos cómo le hacemos…quizás conseguimos alguien más.

Sin más llegaron frente a la casita en el barrio de clase media baja, donde vivía Daniel, la casita menos pintada y el portón más oxidado, abriéndolo con desgano para despedirse de su amigo. Abrió la puerta y apenas pudo esquivar una botella de cerveza. Su padre se había pasado de copas nuevamente.

-¿Donde estuvo? ¿Volviendo a pasearse por allí con esa ropa de ramera? –Preguntó, levantándose del sillón mientras se tambaleaba, aunque no gritara de la rabia, en sus ojos se demostraba toda la furia que estaba conteniendo- ¡Y ese pelo teñido, ahora se ve más puta incluso!

Daniel tragó grueso sin saber realmente que responder, haciendo una pequeña venia a modo de saludo mientras caminaba en dirección al cuarto, pequeño, el tapiz de las paredes se estaba desconchando. Se dejó caer en la cama buscando descanso, aunque la puerta se abrió de golpe, dejando ver la impotente figura de su padre nuevamente, sosteniendo el cinturón de cuero.

-¡Ahora va a ver! –Gritó- ¡Le enseñare a ser un hombre y no una zorra putaza!


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