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PiercedEye por Vanuzza

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Notas del capitulo:

Hola! Disculpen por la tardanza en la actualización, recien comence la universidad y este trimestre me tiene dando más vueltas que un trompo..pero prometo esforzarme para llevar esta historia lo mejor posible! neh~ n___n Enjoy!

El clima era un desastre últimamente, un día era el calor extremo porque no había una sola nube, y al siguiente llovía a cantaros como si fuera el fin del mundo. Hoy era una de esas ocasiones.

 

-La prueba irrefutable del calentamiento global -Murmuró Daniel, sin saber realmente de lo que hablaba, caminando por toda la casa de Iván con una escoba, seguido de Pinchy, el pequeño Pomerania, mascota consentida, príncipe de la casa, rey de los perros, entre otros títulos que el canino de dos años parecía creerse con total convicción, paseándose con la cabeza en alto, más orgulloso que un mafioso.

 

Suspiró pesadamente, recordando como su desgracia, y su nueva vida, habían comenzado desde  tres días atrás, que aquel "Angel Nazi" lo recogió de la suciedad, el frio y la despiadada realidad de su mundo. Sentía que no merecía todo lo que Iván hacia por él. Le dio hogar, comida, calor, alguien quien pudiera escucharle realmente. O al menos fingía hacerlo.

 

-Como todos, supongo. -Murmuró.

 

Porque todos fingían escucharle, todos fingían que le amaban. Analizándole desde cierto punto, cuando se ve el problema desde el exterior puedes atar todos los cabos sueltos. No era tan complicado, inclusive Paolo se lo había dicho.

 

"Ese narco lo que quiere es un virgencito" Le había dicho "Le gusta sentir que es un semental robándose buena parte la inocencia que aun puede sobrar. Usted es perfecto, con esos ojos grandes y carita de ángel, seguro que le derretirá al tener sexo con usted"

 

Dolía. Muy en el fondo, su corazón estaba herido. Por supuesto, si estaba dispuesto a pagarle lo necesario para obtener uno, y Paolo no se resistía a una alta suma de dinero ¿Quién lo haría en estos días?

 

-Ni que fueran de madera, a ellos les gustan grandes...-Repitió sus palabras, llevando una de sus manos a sus nalgas, torciendo los labios con disconformidad. En realidad si eran demasiado planas o quizás muy pequeñas, de cualquier manera, el punto era que no tenía un gran atractivo.

 

¿A Iván le gustarían así? ¿De gran proporción?

O mejor dicho ¿Le gustarían los hombres?

 

Delineó su mentón, pensativo de las probabilidades. No estaba casado, y si lo estaba, estaría divorciado. Si estaba divorciado, debía de existir una razón, de las cuales la primera que se le ocurrió fue que hubiera podido descubrirse como homosexual. Aunque todo era sobrio, masculino, con sus brazos fuertes llenos de tatuajes. ¿Habrían sido los tatuajes? ¿O quizás la cadena de la milicia nazi? ¿Sería un Skinhead? No, un Skinhead no se volvía medico ¿O sí?

 

-¡Argh! -Gruñó, sacudiendo la cabeza con desesperación. Empezando que ¿Por qué debía de preguntarse esas cosas?

 

Pinchy le miraba interesado, aunque sin comprender el extraño comportamiento del ser humano, ladeando la cabeza y rascándose una orejita con sus patas traseras. Ya averiguaría que pensaba ese extraño humano. En el momento en que viera su plato de comida lleno, después de todo era una prioridad.

 

Daniel suspiró con pesadez, cansado de la manera en que su cerebro intentaba obtener respuestas a preguntas que ni siquiera había acabado de formular- Esto es ridículo.

 

- ¿Qué es ridículo?

 

-¡Iván! -Se sorprendió, con las mejillas arreboladas al encontrarle a algunos pasos lejos de él. Tanto se había sumido en sus propios pensamientos, que en ningún momento le había sentido entrar por la puerta- Llegaste temprano.

 

-No habían demasiados pacientes, así que no tuve que quedarme horas extra -Rió, mientras dejaba el portafolios en la mesa, acercándose hasta el menor para saludarle con un beso en su frente. Tenía que inclinarse un poco al ser mucho más bajito-. Me alegra tanto que ya puedas moverte con liberta, tus heridas han sanado rápidamente.

 

El rubor se incrementó, como el cruel delatador del palpitar de su corazón. Tenía ganas de preguntarle todo aquello que se había cuestionado durante la tarde. Pero Iván lucia cansado, así que decidió no molestarle, en cambio se apresuró a la cocina.

-¡Iré a preparar la cena enseguida! -anunció, girándose con cierta gracia. A lo cual Iván no pudo deleitarse con el largo cabello que caía por su espalda como una cascada de fuego, detallando que la raíz se había decolorado hasta alcanzar un rubio dorado. Brillante como rayos de sol.

 

-¿Entonces ese no es tu cabello? -Preguntó de la nada, siguiéndole.

 

-Ah...no -Dijo con cierta vergüenza, agradeciendo que estaba ocupado preparando la masa para las creppes. No era la gran cosa pero al menos la cena no se le quemaría esa noche.

 

Iván sonrió con suavidad, acercándose y apoyando una mano en el borde del mueble de cocina, aprisionando aquel cuerpo menudo, con el propósito de aspirar el aroma sutil que despedían sus cabellos, en especial esas hebras rubias que comenzaban a surgir cual si fueran los pequeños brotes de una rosa.

 

-Parecen pequeños rayos de sol en medio del amanecer.

 

Era el rojizo cielo, y el sol coronado de luz apenas levantándose de su sueño. El doctor tenia alma de poeta, al punto que su familia le había preguntado varias veces porque no escribía un libro y lo mandaba a alguna editorial, siendo que lo más probable era que fuera publicado. Que las quinceañeras enamoradas los leyeran y se desmayaran, o algo parecido había dicho su tía la última vez que la vio.

 

Daniel por su lado se estremeció al mero contacto, sus latidos se apresuraron, su mente dejo de pensar, al punto que agradeció que el bol donde preparaba la mezcla estuviera apoyado en esa repisa. Sentía la caricia de la punta de la nariz del doctor sobre sus cabellos, descendiendo por su nuca hacia sus hombros. La piel de sus labios los había rozado y aquel apresurado pajarillo dentro de su pecho, estaba por romper su prisión, escapando lejos de la realidad una vez más.

 

Pero todo acabó en cuanto escuchó el timbre. Carraspeando, con una sonrisa algo nerviosa:
-Yo abriré, doctor. No se moleste

 

Aseguró, escapándose de sus brazos y dejando a Iván atónito incluso de sus propios actos ¿Qué planeaba su corazón, que su mente no sabía?

 

El pelirrojo por su lado, abrió la puerta con su habitual sonrisa, quizás sería alguno de los pacientes que solían visitarlo- Disculpe la tardanza, estábamos a punto de... -Su voz se extinguió al igual que su gesto de amabilidad, en cuanto observó quien era, aquel hombre de rasgos duros, cabello negro azabache, ojos penetrantes, y un cuerpo forjado con años de lucha libre.

 

-Papá...

 


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