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You Have A New Message por Jane Star Kage

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Notas del capitulo: Nota de autor: esto no le hace justicia a Black_Cicada, pero ya ven, soy pésima para los regalos. Y especialmente soy mala para entregarlos a tiempo, hace meses que se fue el cumpleaños, pero en fin.

Nota a la festejada: Que recibas muchos regalos mejores que éste (especialmente en tu vida no-virtual) y pases un día libre de mortificaciones. ¡Feliz cumpleaños! Se te aprecia bastante.

Advertencias: Ninguna, por lo pronto..

Agradecimiento: Anna, mi dulce beta. Ella a veces tarda para entregarme el beteo, pero yo tardo más en corregirlo. Somos tal para cual.

Disclaimer que casi siempre olvido poner: Prince Of Tennis no es mío. Si lo fuera, la historia trataría de otro tipo de pelotas.




Capítulo I: Dejemos que la fiesta empiece


Al terminar de subir corriendo las escaleras que lo separan de las canchas, Eiji se volteó a hacerle señas con la mano a Fuji, que había decidido subir las escaleras a su propio ritmo.


—¡Date prisa, ven a ver esto! —le gritó.


Syusuke Fuji podía oír el ruido que hacía la pelota al ser golpeada por la raqueta, un sonido seco. Había algo de familiar en aquello, no el sonido, más bien en otra cosa. Era algo que no podía explicar, un sentimiento instintivo. Al llegar, todo quedó claro ante sus ojos.


—Kirihara —dijo en un susurro. El demonio del Rikkai sostenía un encuentro con dos jugadores a la vez. Y por la sonrisa burlona que adornaba su rostro, era obvio que jugaba con ellos en más de una forma.


—Esto no va a terminar bien —mencionó Kikumaru mientras se cruzaba de brazos. Syusuke no podía estar más de acuerdo con él.


Si bien esperaban un final brusco, éste llegó más rápido de lo que creían, al lanzar Kirihara un remate justo en la cara de uno de sus oponentes. El pobre terminó en el suelo, con las manos cubriéndole el rostro mientras su compañero le gritaba si se encontraba bien.


—Ni siquiera sirven como calentamiento —habló, posicionando su raqueta en el hombro, la mano libre en su cintura y alzando levemente el mentón, dando una impresión imponente.


—Ese chico nunca cambia — apuntó Fuji. Por la forma en que lo dijo, Eiji no supo si tomárselo como un juicio positivo, negativo o un mero comentario sin intención.


Fuji, por su parte, no necesitaba que su hermana mayor estuviese presente para poder predecir lo que pasaría a partir de ahora. El contrincante al que no le habían partido “eso llamado cara” de un pelotazo, le reclamaría a Kirihara por esa jugada. En seguida, éste contestaría de forma bastante insolente. Y entonces Eiji diría algo —probablemente superfluo— que haría que los participantes del conflicto notaran su presencia, por lo que le tocaría correspondería decir algo para apaciguar los ánimos. Luego la pareja perdedora se marcharía en busca de primeros auxilios para el afectado.


Toda aquella escena no tardó ni dos minutos en hacerse realidad. A lo mejor él también tenía el don de la adivinación.


—¡Qué par de maricas! —bufó Kirihara al verlos marchar.


—No lo entiendo —le dijo Eiji a Fuji mientras señalaba a Kirihara —¡¿Cómo diablos nunca lo expulsan de los partidos?! ¿Acaso hay alguna regla sobre ataques permitidos que aún deba conocer?


Syusuke ignoró a su compañero y le echó una mirada al pequeño demonio de la Rikkai. ¡Vaya que causaba problemas! Lo curioso es que eso era lo que lo hacía excepcional.


Kirihara se mostró un poco incómodo ante la mirada del castaño, pero se la sostuvo, desafiante.


—Es extraño verte aquí, Kirihara —le habló suavemente.


Kirihara le contestó con un gruñido y desvió su rostro bruscamente a un lado.


—Me invitaron —fue su escueta contestación.


—¿Tú también recibiste un mensaje?


—¿Ah?


Kirihara tardó unos segundos en reaccionar.


—¿Tú también? — respondió con la misma pregunta. Al obtener un afirmativo de parte de Fuji, se fijó en Eiji, quien negó con la cabeza.


—Yo sólo vine de animador.


Una sonrisa torcida se formó en los labios de Kirihara.


—Fuji, ¿quieres jugar conmigo?


—Me encantaría jugar contigo —respondió abriendo los ojos por un fugaz instante, mostrando una sonrisa sagaz —. Pero me temo que no es el momento adecuado. Deberíamos esperar a nuestro anfitrión.


La sonrisa torcida de Kirihara hizo sus maletas y se marchó en un avión a Inglaterra. Una expresión descolocada tomó su lugar. ¡Por dios! Esas palabras habían sonado demasiado mal. Y el que Fuji hubiese dejado ver sus ojos azules, aunque fuera por un instante, no ayudó.


—¿Que-qué quieres decir, eh? —balbuceó como pudo.


—¿No lo entiendes, Kirihara? —Eiji caminó hacia él, poniendo una mano en su hombro antes de continuar —Lo que Fuji te quiere decir, es que te patearía el cu…


—¿Lo ves? Como supuse, otras personas también fueron invitadas —una voz procedente de las escaleras, hizo que Eiji callara.


—¡Pero si te lo acabo de decir! —otra le respondió, con cierta ofuscación.


Los tres presentes se fijaron en el inesperado dúo que acababan de subir las escaleras. Mizuki y Oshitari, ambos con los uniformes de sus respectivas escuelas.


Mizuki llevaba su raqueta en su respectiva bolsa, mientras que Oshitari ninguna. Lo que sí tenía —al igual que el primero— era su móvil en la mano, pues acababan de mostrarse sus respectivas invitaciones.


Eiji, con un tono socarrón, no dudó en acercarse a Fuji y susurrarle al oído un comentario acerca del teléfono de Mizuki.


—Es lila, ¿podría ser más afeminado? -decía entre risas.


Syusuke y Eiji caminaron para encontrarse con ellos. Kirihara se quedo atrás, aún aturdido por las palabras del genio de Seigaku.


—¿Tú también? —Fuji lanzó las primeras palabras.


—Así es —respondió Oshitari, escudriñando con su mirada los alrededores.


Podía escuchar el sonido de las pelotas proveniente de las canchas vecinas, pero aparte de ellos, no había nadie más en donde estaban.


—Esto es una grata coincidencia, Fuji —Mizuki se dejó escuchar mientras se interponía entre Oshitari y Syusuke.


Eiji pensó que sólo le faltaba menear una cola para demostrar más satisfacción que la que ya expresaba en su cara.


—Fuji, Que me dices si…


Mizuki tuvo que interrumpirse al ver al señor Fuji largarse junto a Kirihara. Una serie de innombrables e increíblemente complicadas groserías se le vinieron a la mente. Eso y la idea de que experimentaba un deja vú.


—En fin, toca esperar —habló Eiji, colocando las manos tras su cabeza y caminando a sentarse en las bancas.


—Entonces, Oshitari… —Mizuki decidió platicar con la única persona, aparte de Fuji, que podía parecerle más que atrayente—. ¿Has leído algún libro últimamente?


Oshitari suspiró hondamente. Había recibido su invitación justo antes de recibir otro mensaje de Gakuto. Luego de los primeros veinte, lo perdían su encanto. Después de leer, le envío un último de su compañero y se puso en camino al punto de encuentro. Nunca podría comprender como su amigo se las arreglaba para enviar tantos mensajes en tan poco tiempo. Durante unos momentos pensó que esa invitación, bien podría haberla enviado su amigo acrobático. Pero al rato tuvo que deshacerse de esa idea, al encontrarse con Mizuki. Su compañero de dobles jamás invitaría a un chico como ése a nada.


—“¿Se le acabarán las baterías antes de llegar o tendré que escucharlo todo el camino?” — Oshitari recordaba haber pensando luego de los primeros cinco minutos caminando junto al manager de St. Rudolph. Aunque si debía ser honesto, su charla no era desagradable, sólo muy… abundante.


—Novelas románticas —fue finalmente su respuesta, acompañándola con una pequeña sonrisa muy a su estilo.

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—¡Agh, me voy a casa! —exclamó Kirihara, poniéndose de pie, harto de esperar.


Del sol ya quedaban únicamente tenues rayos que teñían las nubes y las canchas habían sido ocupadas por diversas personas en todo el rato que llevaban ahí sentados.


—¿Crees que habrá sido alguna broma? —.le preguntó Eiji a Fuji.


—Es posible —fue su respuesta.


—Me parece que nuestro anfitrión decidió no venir —dijo Oshitari para proceder a ponerse de pie.


—Vaya pérdida de tiempo —musitó Mizuki, quien descansaba a su lado, cruzado de piernas.


—Maldito Niou — masculló Kirihara, lo suficientemente alto para ser escuchado. Al haber obtenido la atención del resto de los invitados, prosiguió—: Ha estado reinventando clásicos —explicó muy resumidamente. Daba por sentado que el público presente entendería el asunto. Después de todo, racionalizaba, conocían a su superior.


—¿Qué? —Eiji no se había enterado de nada. Y no era el único. Los demás lucían igual de confundidos.


—Bromas —dijo Kirihara, como si fuera obvio.


Los chicos siguieron estando tan informados como antes. Todos, excepto Fuji y Oshitari. Inmediatamente relacionaron las frases y dedujeron el punto al cual Kirihara quería llevarlos. Niou estaba jugando bromas clásicas y según afirmaba el chico de la Rikkai-dai, habían sido víctimas de una de ellas.


Mizuki parecía tener sus dudas aún, y Eiji lucía totalmente despistado. Pero tampoco era que eso fuese realmente importante, no, lo importante era otro asunto.


—¿Entonces nadie va a venir? —cuestionó Eiji, decepcionado— ¡Agh, qué estafa!
Esperen, ¿y si vino antes que nosotros, se cansó de esperar y se fue? —Volteó rápidamente a ver a su compañero de curso— ¿Lo ves? ¡Te dije que no debíamos parar en esa cafetería!


Eiji fue ignorado.


—Está anocheciendo —indicó Fuji, mientras miraba el naranja que empezaba a mezclarse con el azul del cielo. Una vista maravillosa.


—Supongo que sería mejor irnos —mencionó Oshitari, un poco molesto.


Antes de que pudieran moverse de sus posiciones o decir alguna palabra más, el estómago de Kirihara le hizo saber a su dueño que debían ajustar cuentas. El muchacho se colocó una mano encima de éste por instinto.


—Eso me recuerda —Eiji miró a Syusuke cual niño malcomido a su madre —Muero de hambre.


Syusuke abrió la boca para sugerir algo, pero el rugido que lanzó el estómago de Oshitari le hizo girarse a verle. Supo que fue su estomago quien “habló” por la mirada confusa que se le dibujó al chico en el rostro.


Oshitari ajustó sus gafas sin necesidad y desvío la mirada a un lado tratando de lucir normal. En términos coloquiales y no propios suyos, estaba malditamente hambriento. No había comido nada al mediodía y las prácticas le habían devastado.


Y lo peor que puede pasar al alguien casi famélico, es que alguien más diga que está en las mismas condiciones.


—Podemos ir a comer sushi —mencionó Syusuke, volviendo a fijarse en Eiji.


Al pelirrojo se le iluminó la cara ante la sugerencia. Era justo lo que quería escuchar.


—¡Ni hablar, vamos! —Eiji gritó eso último, luego de voltearse a ver a los otros tres.


Estos lucieron un poco sorprendidos ante la invitación.


—¿Pagas por mí? —quiso saber Kirihara.


Eiji entrecerró los ojos, mirándolo fijamente. Otro más que quería dañar su economía. Podía ganar ésta, ya había aprendido lo suficiente con Ryoma y Momoshiro. No era tonto. Su billetera no se vería seriamente lastimado por algún oportunista, de nuevo.


—Mitad y mitad.


—Entonces voy —Aceptó con una sonrisa que dejaba ver cada una de sus piezas dentales. No planeaba pagar ni un centavo.


—Me parece una buena idea —aceptó Mizuki de entrada. Había salido a recaudar datos, y eso iba a hacer. ¿Una salida con un grupo distintivo de deportistas de diferentes escuelas? No podía dejar escapar semejante oportunidad, jamás lo haría.


—Lo siento, no puedo ir —Oshitari fue la nota discordante—. Tengo algo importante de que ocuparme.


—¿Eh? —Eiji lucía alarmado —¿Algo más importante que una salida como ésta?


—Sí —respondió quedamente.


—“Oye, por lo menos finge pensarlo antes de contestar” —pensó Eiji dentro de sí, aunque prefirió no decirlo en voz alta para no perder el hilo del tema— Vamos, ¡será divertido!


—Lo siento, debo llegar al hospital.


—¿Hospital? —preguntó Eiji, sorprendido. Al parecer sí era algo importante.


—Me dejan observar —explicó brevemente.


—Es cierto —habló Fuji, mientras llevaba un dedo a su mejilla y levantaba la vista un poco —Oshitari es hijo de un doctor. Y planea seguir la profesión de su padre.


—Así es —el genio del Hyotei lucía complacido al ver como Fuji conocía lo suficiente de él y su familia. —Me dejan ver algunos casos que…


Las facciones del rostro de Oshitari pasaron de “tipo genial” a “tipo cabreado” en el corto lapso de tiempo que le tomó girar su cabeza a su derecha. —¡Kikumaru, suelta mi brazo, dije que no!


…ste hizo un puchero en respuesta. Había intentado halar a Oshitari del brazo mientras estaba distraído para así hacerle caminar hasta el local de sushi “oficial” del equipo Seigaku. Esa técnica funcionaba con sus hermanos mayores, era increíble que Oshitari fuese inmune a ésta. A lo mejor si usaba los ojitos de cachorro… como en la tele.


—Vamos —suplicó —sólo unos veinte minutos.


—¡No!


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—Papá está entregando unos pedidos importantes, así que yo los atenderé hoy —Kawamura hizo una reverencia desde su lugar a sus recién llegados clientes, que yacían sentados frente a la barra que los separaba. Había pocas personas aparte de ellos, y ya estaban por retirarse.


—Muchas gracias, Kawamura —le respondió Fuji con esa sonrisa que sólo sus compañeros cercanos recibían.


—Es increíble nuestro parecido físico, ¿No crees, Kirihara? —comentó Mizuki, observando al aludido que se encontraba a un asiento de distancia, con expresión soñadora.


—¿Parecido? Tienes que estar bromeando —respondió el chico, mirándolo fijamente. Tratando de ver si no se estaba equivocando.


—Pues la verdad, se parecen —indicó Eiji.


—Creía que eran hermanos —confesó Kawamura, para luego sonreír con pena ante la expresión de desconcierto de Kirihara.


—En el campamento Sembatsu… —rememoró Oshitari —, a veces ni podía diferenciarlos.


—Kirihara tiene buen aspecto —dijo Syusuke, aportando un comentario que nadie supo entender del todo: ¿Halagaba a Kirihara o insultaba a Mizuki?


Kirihara de pronto sintió que sí, que tenían ciertas semejanzas. Un poco deprimente el asunto.


Mizuki, que decidió tomárselo por la segunda vía, cerró los ojos unos segundos, respiró profundo y optó por cortar por lo sano.


—Cambiando de tema…


Oshitari suspiró. Vaya que había caído redondo en las redes de Eiji. Era del tipo que podía lidiar con mentes como la de Fuji, Inui e incluso Tezuka. Pero se mostraba confundido —si no es que frustrado— ante mentalidades enérgicas estilo Kikumaru y Gakuto. Ah, y las personas con demasiada autoestima tales como Atobe y Mizuki eran de un nivel más que superior.


—¿Crees que haremos algo más que comer como cerdos? —le había preguntado este último, en voz baja, en el camino hacia el puesto.


—Yo no contaría con ello —había sido su respuesta en medio de un susurro. Y es que Eiji no paraba de hablar de las increíbles cosas que había probado allí.


Ahora estaba en ese sitio, cuando debería estar en el hospital. Pero bueno, tampoco es que fuese algo tan malo, sólo tendría que reorganizar su agenda. Y por lo pronto, evitar que Eiji centrara su atención en él de nuevo.


—Oye, Oshitari…


Muy tarde. ¿En serio se había sentado entre Kikumaru y Mizuki? ¿Acaso había dejado su sentido común en los vestuarios del club aquel día?


—“Estoy ignorándote, déjame en paz” —pensó sin moverse, deseando que el pelirrojo hiciese realidad su pensamiento.


—He estado pensando…


—“Felicitaciones, sabía que algún día lo lograrías. Ahora largo.” —Oshitari seguía sin contestar, ni siquiera lo miraba. Prefería atravesar a Kawamura con la mirada, quien estaba muy ocupado comentándole el menú a Kirihara como para notarlo. El chico lucia animado, aunque quizás era más por el hecho de que podría comer todo lo que quisiese e irse sin pagar que por el menú.


—¿Sabes qué sería bueno para animarnos? ¿Lo sabes?


—“¿En serio debo contestar una retórica?” —armándose de la paciencia que aún le quedaba para con Kikumaru, se giró a hacerle frente. Creyó haber oído a Mizuki reírse en voz muy baja, pero no podía asegurarlo.


—¿Qué?


—¡Un karaoke improvisado! —lanzó por todo lo alto. Luego miró a Oshitari con una mirada que hizo a éste tragar duramente.


—“¡Que alguien me ayude!” —fue su primer pensamiento. Luego decidió lanzar todo al demonio y dejarse llevar. Obviamente no podía luchar contra Eiji, no de esa forma.


En poco tiempo, Mizuki parecía haber recordado su gusto por enrollar un mechón de pelo en sus dedos y Kirihara reía en voz alta por el dúo frente a ellos. Si, frente a ellos. Eiji había considerado que debía mostrarles su talento como cantante y por supuesto, era mejor tener cierta distancia de su público —como todo buen artista que se precie— y había pasado al otro lado de la barra. Había tomado un pescado como micrófono y se dedicaba cantar haciendo copia de los movimientos de sus cantantes favoritos de J-pop. Oshitari se limitaba a estar de pie a su izquierda, sin moverse, cantar lo mejor que podía y de vez en cuando agacharse para evitar los inconscientes intentos de Eiji por encajarle un manotazo en la cara. Vaya que se le hizo larga la canción.


Y claro, ahora Kawamura también era un oyente, y no podía dejar de reír ante semejante espectáculo. Por supuesto, debía detener el espectáculo cada cierto tiempo para atender a algún cliente —que por alguna razón desconocida pedía la comida para llevar— lo que hacía que la canción se alargase aún más, para horror de la dignidad de Oshitari.


Luego de eso — un misterio para el pelirrojo; Oshitari se negó a cantar otra y nadie quiso sustituirlo—, Kirihara retó a Eiji a una competencia de comer wasabi. …ste aceptó, aunque un tanto dudoso. Resultado: Fuji ganó, y ni siquiera participaba de forma oficial.


A Syusuke se le ocurrió una competencia de preparar sushi. Pero tanto él como Kawamura fueron excluidos de ésta. Al primero por su pésimo gusto culinario y al segundo por ser experto.


Oshitari se ofreció a participar, sin quejarse. Era eso o seguir confundiéndose ante los consejos de Mizuki para su cabello. Sí, se preocupaba por su apariencia, pero “sedoso y manejable” no eran palabras que podría usar ni en mil años.


Eiji y Kirihara, luego de casi reventarse de agua, también se ofrecieron a participar. Y Mizuki, al quedarse sin compañero de plática, se ofreció de juez.


Kawamura dudaba de esa competencia, por el tema de los cuchillos, entre otras cosas, pero Syusuke lo convenció. Después de todo, él estaba ahí para supervisarlos. No habría problema mayor alguno.


Duraron quince minutos —el tiempo límite— preparando sus platillos y haciendo sudar frío a Kawamura. Y es que no era necesario cortarse —y lanzar palabrotas que en su vida nunca había oído— como lo había hecho Kirihara. Tampoco quemarse con la plancha, como le había pasado a Oshitari, quien a pesar de su reputación de genio, la mejor idea que tuvo fue llevar sus dedos afectados a su boca, quemándose también la lengua —aunque en su defensa, le había ido bien con el pez—. El que mejor lo hizo fue Eiji, quien ya había alardeado al comienzo de la competencia, que una de sus especialidades era cocinar.


Syusuke, por su parte, tenía una sonrisa de satisfacción enorme, demasiado, asustaba. A tal grado que Mizuki tomó nota mental de no acercársele demasiado cuando la tuviese, de ese momento en adelante. A pesar del buen ánimo en que estaban, Syusuke se negaba a reparar en su existencia. No le había hablado, al menos no directamente. Vaya que podía guardar rencor. Sí, casi destruye el futuro deportivo de su hermano menor, pero tampoco era para tanto.


Mizuki probó los platillos uno por uno. Y el único al que le dio más de un bocado, fue al de Eiji. Por lo que, sin lugar a dudas, fue el ganador.


—Gracias, gracias. Quiero agradecer al juez por votar por mí, y especialmente a mis contrincantes por cocinar tan del asco, ni que lo hicieran a propósito —Eiji dio su discurso de triunfo con verdaderas ganas de picar a sus rivales—. Y como sé que no pude haber ganado sin ustedes, podrán verme comer mi premio… emh, ¿Cuál es mi premio?


—Lo que quieras comer —dijo Kawamura sonriente.


—Bueno, soy un chico de gustos sencillos… ¿ Makizush o Nigirizushi? Oigan perdedores, ¿ustedes que opinan?


Ninguno le respondió con palabras. Kirihara fue el único que le respondió con un gesto; mostrándole el dedo medio de ambas manos.


—¡Mal perdedor! —le gritó Eiji al instante—. Kawamura, ¡dame lo mejor que tengas en el menú, viejo!


Momentos más tarde, Eiji disfrutaba de su premio mientras que para los demás, hubo distintos premios de consolación.


Luego vino lo que hizo que Kikumaru sufriera un ataque de depresión: la cuenta.


—¿De qué sirvió ganar si al final yo tengo que pagar? —murmuraba al momento de decirle adiós a su efectivo, con las burlas de Kirihara como música de fondo. Kawamura miraba al pelirrojo con una sonrisa cargada de pena por su situación.


—¿Estás bien? —se oyó a Oshitari preguntando a Mizuki.


—Sí, solo un mareo repentino.


-¡Tu comida le enfermó! –Eiji y Akaya se acusaron al mismo tiempo, señalándose con el dedo.


Takashi también se sentía un poco mareado, pero eso se lo adjudicaba al estrés obtenido de verlos manejar objetos filosos.


Oyeron el ruido de un vehículo estacionarse frente al negocio.


—¡Papá! —Kawamura sonrió unos segundos antes de borrar su sonrisa, sustituyéndola por una expresión de malestar. Se fue hacia adelante, y si no hubiera sido porque logro apoyarse en la barra con sus manos, se hubiese dado un mal golpe.


Fuji, a quien esto no le había pasado desapercibido, ni siquiera pudo hablar sobre el incidente. Estaba ocupando todas sus fuerzas en no caer. Las piernas le temblaban, todo su cuerpo lo hacía. Vio a Eiji irse encima de Kirihara, yendo ambos a parar al piso.


Mizuki se había desplomado en algún momento y Oshitari se agarraba lastimosamente del borde de una silla antes de ser derrotado por aquel enemigo invisible.


Syusuke Fuji sintió sus piernas flaquear, y terminó cayendo sobre su espalda.


Kawamura logró levantar la cabeza a duras penas. Al ver el escenario, intento llegar hasta sus compañeros. Pero no avanzo más de unos pasos antes de desplomarse contra el suelo.







Notas finales: Notas finales:


1.-No recuerdo dónde ni cuándo, pero creo haber visto partes donde Oshitari perdía su “cool mode” en situaciones similares (en la saga sembatsu de anime, croe). Ni idea si he acertado o si he cometido un poco de OOC justificándolo con Eiji xD (hey, si fue así, al menos fue del legal).


2.- ¿Soy la única que ve parecido entre Kirihara y Mizuki? Joder, cómo obligué a Oshitari a decir: en el campamento Sembatsu (anime) me parecían idénticos. Ya les pondré unas imágenes de eso.


3.-El próximo capítulo empieza todo :D ¡Ya quiero matar!


4.-Fue divertido hacer la partecita de la fiesta. Aunque no sé qué tan bien me quedó, en fin…


5-Kawamura fue el último en caer (cosa que no estaba planeada al comienzo) por un comentario de mi beta: Los de complexión más fuerte, tienen más resistencia. Pues eso.

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