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Cristales del Valhalla por PrincessofDark

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Notas del capitulo:

¡Hola! 

Aquí traigo un nuevo capítulo recién salidito del horno... ¡¡espero que les guste!! Nuevamente, les agradezco a todos los que leen este fic y también a aquellos que además de leer se toman un momento más para comentar. 

¡Dedicado a ti que lo estás leyendo! ¡Gracias! 

-¿Por qué? ¿Por qué me hace esto? ¿Qué le he hecho?

Abel quedó rígido sobre la cama, incapaz de sostener la mirada que reflejaban los ojos de Shun, terriblemente decepcionados.

-¿Usted me entregó a los enemigos? – preguntó Shun a continuación, zafándose lentamente del agarre de Abel, aunque éste lo notó al cabo de un minuto y volvió a sujetarlo - ¡déjeme ir!

-¡No! Eres mío… ¡compréndelo de una buena vez! Si yo no puedo tenerte… me aseguraré de que nadie más te tenga – Abel se abalanzó sobre Shun, intentando inmovilizarlo sobre la cama mientras el más joven luchaba por escapar.

-¡Déjeme! – la exclamación de Shun se vio repentinamente ahogada por los besos posesivos de Abel que reclamaban una respuesta que para sorpresa del dios del Sol logró obtener al cabo de un minuto.

Abel se dio cuenta de la tenue respuesta del más joven y aflojó suavemente la presión al notar que Shun ya se dejaba hacer voluntariamente. Al cabo de dos minutos se arrepintió profundamente de haberlo hecho ya que la rodilla del más joven se alzó y lo golpeó con rabia en la entrepierna, dejándolo casi desmayado del dolor.

-Los consejos de mi niisan siempre vienen bien – murmuró Shun levantándose con rapidez de la cama, colocándose con celeridad su ropa y aprovechando la debilidad de Abel lo ató y lo amordazó encima de la cama antes de mirar a todas partes e intentar escapar.

Se dirigió a uno de los ventanales de la habitación y contempló la noche cerrada y helada que lo esperaba si salía al exterior. Sin embargo, sabía que era su única opción y sin dudar abrió la ventana y se dejó caer por ella para comenzar a correr alejándose del Palacio de Odín. En ningún momento se le ocurrió encender su cosmos para calentarse, sabiendo que sería la forma más fácil que tendrían los dioses nórdicos de encontrarlo una vez que notaran su ausencia.

Temblando de frío, Shun corrió y corrió hasta que las bajas temperaturas comenzaron a hacerle mella. Abrigado simplemente con su pijama de franela, la inclemencia del tiempo le hizo efecto y sus movimientos fueron tornándose más lentos hasta que ya no pudo correr y debió continuar caminando, rogando que ya estuviera lo suficientemente lejos como para permitirse un respiro.

Caminó y caminó, hasta que su cuerpo no pudo más, los dedos de sus manos se congelaron y poco después también sintió los pies negándose a moverse, con los dedos terriblemente azulados y amoratados por el frío.

Finalmente se rindió y con sus últimas fuerzas se metió dentro de una cueva que divisó a lo lejos. Se refugió lo más adentro que pudo antes de tropezar con una piedra, dándose con la cabeza y cayendo inconsciente.

                                                 *          *          *

-Abel debe estársela pasando bien – comentó en voz alta Thor.

-¿Estás seguro de que eso no afectará al ritual? – preguntó Loki a Odín.

-No. No lo afectará en lo más mínimo. ¿Por qué? ¿Acaso tú también estás interesado en nuestro prisionero? – contestó sardónicamente Odín.

-Quizás lo esté. Al final, en el barco fuimos interrumpidos por la caballería y no pude hacer todo lo que quería con el chiquillo – contestó Loki.

-Entonces, ve y compártelo con Abel. Sólo… no lo maltrates demasiado, conozco tus gustos y no quiero al muchacho demasiado averiado para el sacrificio – accedió fácilmente Odín y Loki no tardó demasiado en subir las escaleras rumbo a la habitación en donde estaban Abel y Shun.

Loki regresó a los cinco minutos, con el semblante desencajado y pálido.

-¡Se escapó! ¡Andrómeda se escapó!

-¿Qué demonios dices? – saltó Thor.

-¡El idiota de Abel estaba atado en la cama y amordazado! Andrómeda le pegó en la entrepierna y se escapó por la ventana – explicó Loki.

-No puede haber ido demasiado lejos – fueron las palabras de Odín – está casi desnudo y el clima le calará hasta los huesos. Hay que encontrarlo rápido, si se muere en el medio de la nada… será nuestro final. ¡Vamos! ¡Apresúrense!

En apenas unos minutos, ya los cuatro dioses se habían divido y abandonado el Palacio de Justicia en busca de Shun, intentando rastrearlo de todas las formas posibles, confiados en que no podía estar demasiado lejos del lugar. Previamente, Odín había desatado a Abel y le había aplicado un pequeño correctivo por confiarse tanto y permitir que Shun se escapara, poniendo en riesgo todos los planes que se habían trazado. Un maltrecho Abel había quedado dentro del Palacio de Odín, a la espera de los acontecimientos y con la orden de tener todo lo que se necesitaba para el sacrificio listo ya que apenas Shun fuera encontrado lo traerían para cumplir con el ritual.

                                                 *          *          *

-Despierta. Despierta, muchacho. ¡Despierta!

El hombre sacudía a Shun una y otra vez, sin conseguir que el muchacho despertara. El hombre lo había encontrado dentro de la cueva, a punto de morir congelado y se había encargado de hacer un fuego y abrigarlo con unas gruesas pieles para hacerlo entrar en calor.

A la luz de la llama, la cueva reveló su función como hogar de ese misterioso hombre. Una cama fabricada toscamente en madera y cubierta de pieles se convirtió en el lugar donde el hombre colocó a Shun para calentarlo más rápidamente mientras se dedicaba a atender la herida en la cabeza del joven.

Buscó dentro de un baúl rústico de madera y caña unas vendas limpias y de un pequeño estante extrajo una serie de ungüentos que destapó y utilizó para desinfectar la herida de Shun mientras éste se quejaba imperceptiblemente.

Cuando terminó, se dedicó a observar detenidamente al muchacho. De inmediato se dio cuenta de que no pertenecía a las tierras nórdicas, su complexión pequeña y frágil le hacían muy difícil la supervivencia en esas tierras, por lo que no era originario de ellas. También le faltaba la resistencia de los nórdicos a las bajas temperaturas, ya que el frío le había generado una grave hipotermia que había estado a punto de matarlo.

Sin embargo, también notó la fortaleza que irradiaba ese joven cuerpo y que lo había llevado hacia esa cueva, cuando presumiblemente hubiera estado en otro lugar y en peligro.

 El hombre hizo un gesto de disgusto al suponer que sería Odín el que hubiera secuestrado al muchacho de su tierra para traerlo a esas frías regiones y si Odín era el que estaba detrás de todo no podía ser nada bueno el destino que le esperaba al inconsciente joven.

Al cabo de un par de horas, el hombre consideró prudente despertarlo y averiguar lo más posible sobre su identidad. Se acercó a la cama y con cautela comenzó a sacudirlo y a llamarlo en voz alta hasta que vio abrirse con dificultad los párpados del durmiente y vio la luz de unos ojos verdes como no los había visto nunca.

-¿Cómo te sientes? – preguntó suavemente.

-Como si tuviera un tambor dentro de la cabeza – susurró Shun quedamente.

-Te golpeaste muy fuerte en la cabeza después de que entraste en la cueva. Tuviste suerte de que te encontrara. Soy Forseti y soy uno de los dioses nórdicos, el dios de la cordialidad y la justicia. ¿Cómo te llamas?

-Yo…no sé… no me acuerdo. No recuerdo como me llamo.

Unos pasos en el exterior llamaron la atención del dios que se puso en pie y haciendo un gesto de silencio a Shun se acercó a la entrada de la cueva, justo a tiempo de detener el ingreso de Thor a la misma.

-¿Qué quieres? Este lugar es mío y no quiero que nadie me moleste – la voz cordial de Forseti había tomado un tinte frío frente a su interlocutor que no hizo amague de entrar.

-Lo lamento, Forseti. No sabía que estuvieras quedándote aquí. Estoy buscando a un joven como de diecisiete años, de media estatura, cabellos y ojos verdes. Lleva un pijama de franela.

-¿Un pijama de franela? ¿En medio de este frío? Debe de estar muerto a estas alturas. No lo he visto. Aquí no ha entrado nadie.

-¿Estás seguro? Si lo ocultas y Odín se entera te castigará severamente.

-¿Estás insinuando que miento? Muchos han muerto por atreverse a decir eso – amenazó abiertamente Forseti sin dejar de mirar a Thor.

-No insinúo nada. Sólo te lo advierto. No quisiera que tuvieras problemas.

-¿Para qué necesitan a ese muchacho? ¿Tan importante es?

-Sí. Queremos recuperar todo el poder de los cristales del Valhalla y para eso necesitamos la sangre de Shun por ser el alma más pura de este mundo.

-Ya veo. Supongo que Odín estará desesperado por encontrarlo.

-Exactamente. Lo teníamos, uno de los dioses de las tierras cálidas lo trajo pero el chiquillo logró escabullirse. ¡Debo irme y seguir buscando! Si lo ves… avísale a Odín, Forseti.

-Así lo haré.

Forseti permaneció frente a la cueva hasta que la figura de Thor fue un punto lejano y casi invisible en el horizonte. Finalmente, regresó al interior de la cueva y contempló al joven que había vuelto a dormirse, profundamente agotado y débil.

-Creo que te quedarás un tiempo conmigo, muchacho. Duerme y no te preocupes. Yo me encargaré de que Odín no pueda lastimarte. Sin embargo… me preocupa que no puedas recordar nada. Así será muy difícil poder ayudarte a regresar al lugar que perteneces.   

Forseti se durmió un par de horas más tarde por lo que no se percató de cuando Shun despertó y acomodándose suavemente en la cama se dedicó a observarlo dormir. Forseti era un hombre fornido, de tez particularmente curtida por el frío y las inclemencias del tiempo. Tenía los cabellos enrulados y de un tono negro intenso y Shun recordó al contemplarlo el color también oscuro de sus ojos. Se había dormido recostado a la pared húmeda de la cueva y Shun comprendió que le había cedido su única cama y sintió pena por lo que quiso levantarse.

-Ni se te ocurra. Estás muy débil – la voz de Forseti detuvo su amague cuando apenas había comenzado.

-Pero esta es tu cama.

-Eso no importa. Ya está por amanecer y muy pronto saldré a buscar algo de comer. ¿Aún no recuerdas cómo te llamas?

-No. No lo recuerdo. Y tampoco puedo recordar de donde vengo… o si conozco a alguien más… nada – Shun se había puesto nervioso y Forseti se apresuró a calmarlo.

-Por lo menos averigüé un par de cosas. Tú nombre es Shun y te han traído de las tierras cálidas.

-¿Quién me trajo?

-Uno de los dioses de esa tierra, Thor no me dijo su nombre. Me dijo que Odín te busca porque con tu sangre recuperarán el poder completo de los cristales del Valhalla que representan los cuatro elementos.

-¿Con mi sangre? ¿Por qué? – preguntó Shun extrañado.

-Porque eres el alma más pura sobre la superficie de la tierra. Tu sangre tiene también esa misma pureza.

-Ya veo… pero… si Odín es el señor de estas tierras… tú debes servirle. ¿Por qué no me entregaste a ese tal Thor?

-Porque por encima de todo soy un dios justo y no forma parte de mi noción de justicia ver como sacrifican a un joven inocente por un poco más de poder. Yo no te traicionaré y mucho menos te entregaré a Odín. Esta cueva es mi hogar y nadie se atreverá a meterse en ella si no tiene mi permiso. Aquí estarás a salvo hasta que puedas recordar o hasta que tus amigos vengan por ti.

-¿Tengo amigos? – preguntó Shun dudoso.

-Los seres llenos de luz como tú siempre los tienen y estoy seguro de que ellos deben estar buscándote desesperadamente.

                                                 *          *          *

Hades había organizado su ejército de 108 espectros para subir lo más pronto posible a la superficie terrestre. Poseidón y Atena habían sumado sus generales y caballeros para poder enfrentar a los enemigos que sabían aguardarían en las tierras nórdicas.

La expedición había tardado muy poco tiempo en organizarse, ya que Hades impartía órdenes certeras que debían ser cumplidas al instante, mientras Ikki no dejaba de bufar su impaciencia deseando el sólo partir en busca de su hermano.

Cuando todo estuvo listo comenzaron el ascenso a la Tierra, caballeros, generales y espectros ayudados por el cosmos de sus dioses para poder subir más ágilmente. Ninguno supo con exactitud cuánto demoraron en llegar a la superficie, pero una vez desde allí se dividieron en dos grupos. El primero tendría la función de proteger la superficie terrestre y la otra acompañaría a Hades, Atena y Poseidón en busca de Shun y de las tierras de Odín.

-Te traeré de regreso. Cueste lo que cueste, regresarás conmigo – susurró quedamente Hades antes de comenzar el viaje rumbo al Palacio del Valhalla.  

Notas finales:

Yo creo que a Abel le tiene que haber dolido mucho el golpe... ^_^

Y también creo que cada dos por tres Ikki da sabios consejos... jajaja. 

¡¡Nos leemos pronto!! 


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