Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Cristales del Valhalla por PrincessofDark

[Reviews - 253]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo: Hola! ¡Muchas gracias por sus comentarios, siempre es un verdadero honor recibirlos, leerlos y contestarlos! Espero que este capítulo sea de su agrado y me lo hagan saber así como cualquier duda, sugerencia o crítica. Dedicado a ti que estás leyendo, ¡muchas gracias!

Shun quedó estático por un par de minutos antes de recordar que tenía que volver a su templo. Se sentía muy raro, primero por la invitación de Abel y ahora por la cena que tenía con Hades. Era consciente de que no le serviría ninguna excusa para evitar ese compromiso con el dios del Inframundo y aunque no quisiera reconocerlo tampoco lamentaba demasiado el hecho de tener esa cena.

Regresó a Virgo para encontrarse con el silencio más absoluto. Se dirigió a su habitación y se acostó, no tardando en dormirse profundamente. Los sueños regresaron esa noche a él, los báculos se mostraron uno a uno y los cuatro se colocaron juntos en un altar desconocido pero igualmente cubierto de nieve.

Su mente recordó el pedido de Shaka de intentar tocar tan siquiera uno de esos báculos por lo que una de sus manos tomó uno de los mismos, el correspondiente al agua y apenas lo sujetó un poder terrible lo recorrió llenándolo de dolor.

Su grito retumbo por toda la casa de Virgo y Shaka que dormía profundamente se levantó sobresaltado y casi tropezando se dirigió a la habitación de Shun.

-¡Shun!

-¡Duele! ¡Me duele! – Shun gritaba y se agitaba en sueños y Shaka pudo contemplar horrorizado como sus manos sangraban abundantemente a través de heridas que surgían espontáneamente.

-¡Despierta! ¡Shun! – Shaka lo sacudió una y otra vez hasta que el menor despertó temblando intensamente - ¿Qué sucedió?

-Toqué uno – jadeó nervioso – agarré uno y dolió… mucho.

-¿Hablas de los báculos? ¿Tocaste uno de los báculos?

-Sí… demasiado poder… duele…

-Cálmate – pidió Shaka con falsa calma – tengo que ir hasta Leo. Le pediré a Aioria que sane tus manos.

-¿Mis manos? – Shun las puso frente a sus ojos y lo que vio lo sacudió, sus manos eran un pequeño charco de sangre que no parecía detenerse - ¡Por Dios!

-Tranquilo. Ya regreso.

Shaka recostó al joven e improviso unas vendas con trozos de sábanas antes de abandonarlo. El camino hasta Leo se le hizo demasiado largo pero cuando entró se olvidó de la hora y llamó con voz firme.

-¡Aioria! ¡Ikki!

El Fénix fue el primero en aparecer proveniente de una de las habitaciones de la derecha, parecía haber estado despierto por la rapidez con la que surgió pero Shaka se ahorró preguntas innecesarias.

-¿Está Aioria?

-¡Aquí estoy! Son las tres de la mañana, Shaka. Más te vale tener una buena excusa – gruñó Aioria en ese momento.

-Necesito que cures a Shun. No tengo tiempo ahora, después les explico. Sus manos pierden mucha sangre.

Ikki apenas mencionó el nombre de Shun ya había salido de Leo en veloz carrera y Aioria evitó preguntar para salir con tanta prisa como Shaka.

-¡Shun! – Ikki entró casi violentamente en el dormitorio de Shun, justo para ver como su hermano intentaba cambiarse unas vendas empapadas en sangre - ¿Qué demonios pasó?

-Niisan – Shun sintió como su hermano se hacía cargo de sacar las vendas manchadas con los dedos temblándole violentamente – yo… toqué uno de los báculos… no debí…

-¿Qué báculos?

-Los de mis sueños

Aioria que acababa de entrar miró a Shaka con curiosidad antes de apartar a Ikki.

-Déjame a mí, Ikki. Necesito que te relajes, Shun. Estás muy nervioso y eso hace que la sangre fluya más rápido.

Aioria pasó la siguiente hora sanando una por una las heridas de las manos de Shun hasta que logró regresarlas a todas a la normalidad. El joven se durmió en medio de tantas curaciones, pero afortunadamente no volvió a tener pesadillas.

-¿Qué ha estado soñando, Shaka? – preguntó Aioria con preocupación luego de cerrar la puerta y mirando al rubio que estaba sentado al lado del Fénix. Ninguno de los dos parecía que volvería a dormir esa noche.

-Sueña con cuatro báculos que simbolizan cada uno de los cuatro elementos. La última vez le sugerí que intentara tocarlos y ya ves lo que pasó. Las heridas de sus sueños se reflejaron en la realidad.

-Debes informarle a Atena de esos sueños. Me ha sido muy difícil curar esas heridas y ha perdido abundante sangre. Sea lo que sea que le sucede, Atena debe saberlo.

-Tiene demasiadas preocupaciones en estos momentos, por eso no le había comentado nada. Sin embargo, esto me está alarmando incluso a mí. Hablaré con ella y le plantearé lo que está pasando.

-Será mejor que me retire a mi Templo. He perdido mucha energía y necesito reponerla. Ikki, puedes quedarte si así lo deseas y no le molesta a Shaka.

-No. No me molesta. ¿Quieres tomar una habitación o vigilarás el sueño de Shun?

-Me quedaré con él – dijo Ikki entrando en la habitación de su otouto y cerrando la puerta.

-Te agradezco mucho que hayas curado a Shun – agradeció el rubio cuando quedaron a solas.

-Descuida. Cualquier cosa que llegue a suceder no dudes en avisarme.

-Así lo haré. Gracias.

                                                             *          *          *

Shun despertó muy tarde, casi cuando el sol llegaba al cénit del mediodía y enseguida notó la mirada de su hermano, mirándolo atentamente.

-Buenos días, otouto. ¿Cómo te sientes?

-Bien. Sólo un poco cansado. ¿Por qué el maestro Shaka no me despertó para entrenar?

-Vino temprano a fijarse como estabas y me dijo que te dejara dormir. Él subió muy temprano a hablar con Atena. Supongo que iría a contarle lo que ha pasado.

-Voy a levantarme – indicó Shun poniéndose en pie.

-Quédate un rato más.

-No. Hoy me toca a mí preparar el almuerzo y me siento bien como para hacerlo.

-Pero… Shun.

-Vamos, niisan.

Shun se levantó y se cambió el pijama con rapidez, colocándose un sencillo equipo deportivo. A los pocos minutos ya estaba en la cocina, preparando el almuerzo en compañía de Ikki cuando Shaka entró al Templo.

-¿Por qué te has levantado? – preguntó de inmediato el rubio preocupado.

-Estoy bien. Me siento maravillosamente bien. Además me toca preparar el almuerzo. Maestro… ¿usted habló con Saori?

-Sí, Shun. Era lo que correspondía después de lo de anoche. Fue muy peligroso.

-¿Qué fue lo que dijo?

-Que lo investigaría y que le preguntaría a los demás dioses para ver porqué tendrías esos sueños. Shun… ¿no hay algo que se te haya olvidado mencionar?

Ikki volteó a ver a Shun con mirada inquieta, mientras el más joven tomaba un tinte apenado.

-Sí, maestro. ¿Se refiere a lo de…?

-Me refiero a las dos cosas, primero a lo de Abel y después a lo de Hades.

-Yo le dije al señor Abel que tenía un compromiso para cenar con Hyoga y Camus y no le gustó mucho. El señor Hades no me dio opción. Me dijo que hoy a la noche cenara con él en el Recinto Principal, aunque quizás pueda escaparme si se entera de lo que sucedió.

-Al contrario. Hades le dijo a Atena que durante la cena investigaría también esas visiones. Así que deberás cumplir con ese compromiso. Sólo te pido que tengas cuidado y que te des tu lugar.

-Sí, maestro – indicó Shun, intentando no ver la cara de preocupación de Ikki.

                                                 *          *          *

Shun abrió una de las puertas del Recinto Principal y sin decir palabra Radamanthis le señaló una habitación en la cual ingresó con tranquilidad. Se sentía bien por el sólo hecho de no haberse cruzado con Abel en todo el día, especialmente porque no había abandonado la casa de Virgo hasta ese momento.

Hades ya estaba allí, parado al lado de una mesa tendida con extremo cuidado y provista de abundantes alimentos. Shun de inmediato sintió la mirada analítica del mayor posada en él y no pudo evitar estremecerse. Se había vestido lo más discreto posible con una túnica en tono negro y sin ningún tipo de detalle y se había calzado con unas sencillas sandalias al tono. Sin embargo, la mirada aprobatoria del mayor se hizo sentir al cabo de un momento.

-Muchas gracias por venir – Hades ayudó a Shun a sentarse, mientras el joven se ruborizaba.

-De nada. Le agradezco la invitación.

-Creo que si vamos a cenar deberíamos de llamarnos por nuestros nombres por más que me digas que no es correcto.

-Está bien, entonces.

Hades miró con un deje de preocupación las muñecas de Shun antes de mirar los preciosos ojos verdes.

-¿Cómo te sientes?

-Bien. Me dolía mucho cuando desperté, pero Aioria me curó y ya no duele. ¿Por qué me pasó eso?

-No lo sé con exactitud. ¿Por qué no me lo cuentas?

Shun pasó los siguientes minutos contándole los pormenores de sus sueños a un atento Hades a medida que la comida de los platos iba desapareciendo. Hades se mostró como un atento interlocutor que sugirió algunas posibilidades del porqué de sus sueños y también le comentó que cuando las visiones eran muy poderosas podían exteriorizarse al exterior.

-¿Tú maestro las ha visto?

-Sí. También se sorprendió mucho y me dijo que si volvía a suceder le diríamos a Atena.

-Lo que hizo hoy por la mañana. Te confieso que por un momento creí que sería una excusa para no asistir a la cena. Aunque apenas entré me fijé en las heridas.

-No sería capaz de fingir estar enfermo para no venir.

-Pero tú maestro sí sería capaz de sugerirlo.

-¿Por qué Shaka haría eso?

-Para proteger a su aprendiz – dijo Hades directamente mirando los ojos verdes.

-Usted no se atrevería a lastimarme – la respuesta sorprendió gratamente al mayor.

-¿Por qué?

-Porque ayer me ayudó con el señor Abel cuando podría haberlo ayudado. Después de todo los dos son dioses y Atena está intentando formar una alianza.

-¿Tienes alguna idea de por qué no se ha formado todavía la alianza? – inquirió Hades, buscando cualquier destello de conocimiento en los ojos verdes.

-No. Mi maestro no me ha dicho nada, aparte de que es difícil que todos se pongan de acuerdo – la respuesta fue totalmente honesta a los ojos de Hades que no le diría tampoco la verdad a Shun.

-Sí, ciertamente es algo complicado. Pero ya nos pondremos de acuerdo. Es importante que nos arreglemos de una vez por si surge cualquier problema. Me alegra saber que no me tienes miedo.

-¿Debería? – preguntó Shun con cierta sorpresa.

-No. No tú. Yo sería incapaz de lastimarte o de hacer algo fuera de tu voluntad de nuevo. Y créeme que me arrepiento de todo aquello que hice.

-No lo mencionemos – pidió Shun – yo… preferiría no recordar aquello.

-Lo lamento. No volveré a recordarlo.

El resto de la cena transcurrió en una charla sencilla y amistosa hasta que llegó la hora de despedirse. Shun se puso de pie suavemente, pero Hades lo detuvo con delicadeza.

-Aguarda un momento.

Hades desapareció dentro de una habitación contigua y reapareció portando un violín que Shun reconoció como el que noches atrás le había tocado una maravillosa melodía.

-¡Tú! – exclamó Shun verdaderamente sorprendido.

-Yo… espero no te haya molestado y que el regalo te haya gustado.

-Es hermoso – murmuró Shun – me gustó mucho.

Hades asintió y comenzó a tocar una bella melodía que Shun finalmente reconoció como un fragmento de una de las Cuatro Estaciones de Vivaldi. La música inundó la estancia llenándola de cálidos ecos y suaves murmullos que Shun disfrutó con los ojos cerrados durante un largo rato hasta que la obra llegó a su fin y el silencio reinó por un momento.

-Eso… fue hermoso – susurró Shun.

-Gracias.

-Yo… no sabía que tú podías… tocar así…

-Hay muchas cosas que me guardo y que sólo las comparto con las personas que considero más allegadas. Aprendí hace mucho tiempo, ya ni recuerdo cuando con exactitud. Me alegro mucho de que te haya gustado.

Shun estaba sentado en un sillón tapizado en cuero negro y Hades se dejó caer a sus pies con suavidad. Depositando el violín a un lado posó sus ojos en el rostro bello del menor que mostraba una mirada serena. Sus labios tomaron una de las manos de Shun y le dieron un respetuoso beso haciendo que el más joven se ruborizara fuertemente mientras sus dedos acariciaban con delicadeza el perfecto rostro.

-Te agradezco mucho que hayas venido. Espero que hayas disfrutado esta cena.

Shun titubeó al responder, preso en las sensaciones que inconscientemente se despertaban en él ante ese contacto.

-Yo… me lo pasé muy bien. ¡Muchas gracias!

Hades lo ayudó a ponerse de pie y lo escoltó hasta la puerta, ofreciéndose incluso a acompañarlo hasta la casa de Virgo, cosa que Shun rechazó con un breve gesto de agradecimiento. El ambiente era distendido e incluso el más joven se despidió con un breve beso en la mejilla.

Shun comenzó el camino de regreso a la casa de Virgo en silencio, sin prestar demasiada atención a su alrededor, hasta que a medio camino del famoso jardín de rosas de Afrodita una figura se interpuso delante de él. Tardó apenas un segundo en reconocer a la figura como Abel, un molesto Abel.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).