Capitulo XIII “No me dejes solo”
¿Por qué siento un vacío tan grande dentro de mí?
Como si hubiese perdido algo muy importante…
¿Qué será?
¿Por qué tengo tantas ganas de llorar?.. jamás pensé albergar tantas lágrimas…
Tan vacío… tan perdido.
-Harry… Harry… ¡Harry!- le grita Hermione que a esas alturas ya estaba irritada por la falta de concentración de su amigo- Mou, hoy estás en las nubes.
-Lo siento- responde echando los ingredientes equivocados a la poción, causando una densa niebla en el aula.
Todos los presentes tuvieron que evacuar para no ser afectados.
-Cien puntos menos para gryffindor- dice Snape, molesto- como siempre… le encanta llamar la atención… Potter- dice el mayor como escupiendo su apellido.
-Lo siento- dice el moreno, luego de verle a los ojos y sale corriendo lo más rápido posible.
Ron quedó en estado de shock por el inmenso cambio de actitud de su amigo.
¿Dónde quedaba el valor y coraje de un gryffindor?.. ¿y desde cuando se disculpaba con el pelo grasiento?
-Así dices que me involucré con ese cara-rajada… un montón de mentiras- bufa Draco quien veía la escena de un costado- imposible- resopló.
-Que lo hayas olvidado, no significa que nunca pasó- le recuerda Blaise, quien le siguió de regreso al aula.
-Un montón de basura… eso es lo que he oído hasta ahora- toma su morral y lo cuelga en su hombro izquierdo- y si fue cierto, terminó- sale del aula.
Había pasado una semana desde aquel incidente. El desastre de su relación. Había terminado con el olvido voluntario de Harry y el forzado de Draco.
Sin embargo, de cierta manera, sentía una profunda nostalgia. Como si le faltase alguien a su lado. Apenas se recuperó, buscó un amante diferente por noche. La reputación del príncipe de las serpientes regresó con fuerza y nuevas víctimas.
Pero incesantemente buscaba aquel olor que estaba impregnado en sus sábanas de seda. ¿Quién era él?... sencillamente no podía creer que se tratase de… cara-rajada Potter.
Algo había cambiado en su interior desde ese día. La costumbre de expulsar a sus amantes clandestinos, era la misma, pero deseaba un abrazo… ahora.
Detuvo sus pasos a mitad del pasillo hacia las mazmorras. En un costado, un bulto llamó su atención.
Con sus piernas recogidas ocultaba su rostro. Sólo podía oír el gemido de un llanto reprimido.
-¿Se te corrió la Torre?- pregunta el rubio, molesto por esa presencia.
-Vete al demonio- responde sin alzar el rostro.
-Estás en un territorio peligroso… ¿lo sabes?- dice el sly jalando el cabello del gry para ver su momento de vulnerabilidad.
-¿Ahora eres feliz?, siempre te ha gustado esto… humillarme- dice con sus ojos anegados en lágrimas.
Draco estaba entre complacido y culpable, más no se dejó amilanar por sentimiento alguno, e iba a responder, cuando…
-¿Tú curaste mis heridas?- pregunta el ojiverde, quien se levantó del suelo y de su bolsillo sacó unas vendas con rastros de sangre seca.
-Claro que no- dice sin pensarlo dos veces- jamás lo haría- añade- tu inmunda sangre hubiera ensuciado mis pertenencias.
Harry sintió un dolor punzante en su corazón. Como si no fuese la primera vez que escuchaba esas palabras tan llenas de desdén.
-Soy un idiota al creer que así fue- le tira la venda a la cara y se va más dolido sin ninguna explicación.
Draco recogió la venda y con cierto asco la revisó. Pasó algo que jamás había pensado… aquella venda tenía sus iniciales grabadas en un costado.
-Mentira… mentira- repetía para si mismo.
El profesor de pociones veía a la distancia todo lo que estaba sucediendo.
Había hecho una jugada brillante al borrarles la memoria… pero los vestigios de su relación, los testigos, no hacían nada más que escarbar las heridas de una relación tormentosa.
Por otro lado, no había hecho movimiento alguno para acercarse a su alumno. En esa fogosa oportunidad, sólo se quedó con ese recuerdo, el sabor de sus labios, y lo cálido de su cuerpo.
Había algo de cierto en este punto. Un slytherin no se conforma con una sola vez.
Cuando su presa u objetivo es así de preciado, nadie debería interponerse en sus planes, si valoran su existencia.
Eran demasiados años de silencio, de reprimirse y sólo desearle con ahínco. Con las manos y el corazón encadenados a la moral y el pasado. Pero… pero… la delgada línea de la fantasía y la realidad, se había esfumado en cuestión de segundos.
-Todavía puedo hacer algo…- dice y esperando a un decepcionado Potter estuviera en el blanco, lo aturdió y se lo llevó a su oficina.
Cerró con seguro y silenció con un hechizo las paredes. Aunque gritase… nadie vendría en su ayuda.
El niño-que-vivió sentía que su cuerpo se estaba enfriando y luego, subiendo de temperatura.
Una puerta se abrió ante él… y lo que vio no le gustó nada.
La escena de él siendo poseído por su maestro de pociones.
Un escalofrío le recorrió la espina dorsal. Eso debía ser mentira.
¿Por qué lloraba entonces?, ¿por qué razón aquel hombre le secaba sus lágrimas y le besaba?
Corrió y la puerta se cerró detrás de él. Unos segundos más tarde, abrió los ojos.
El mismo techo, el mismo lugar, el mismo sujeto.
-Bienvenido a la realidad… Potter- dice el profesor en su oído.
-Ni se atreva a tocarme- dice el ojiverde empujando al maestro.
-Todavía no sabe con quien está tratando- con su varita invoca un hechizo quedando el cuerpo de Harry, preso de unas cuerdas- ¿le pareció interesante envenenar a mi ahijado?
-¡Yo no hice eso!- exclamó en su defensa.
-No mienta, menos a mí- dice Snape mostrándole un pequeño frasco que brillaba.
-¿Qué va hacerme?- pregunta Harry luchando en vano contra las cuerdas. Mientras más peleaba, éstas se aferraban a su cuerpo, provocándole serias heridas.
-Sus recuerdos- dice y guarda el frasco en una gaveta.
-¿Mis recuerdos?
-Eso dije… que lento.
-Cállese- le mira con resentimiento- ¡suélteme!
-¿Qué hará si no lo suelto?
Harry le seguía mirando con mucha rabia. Sabía que el profesor le odiaba, pero de ahí a torturarlo, era un grado superior de locura en su lista.
Lo que creyó iba a ser una maldición, fue un inesperado beso. Con sus ojos muy abiertos por la repentina acción, no pudo moverse. Estaba paralizado.
En un segundo su cuerpo quedó libre de las cuerdas y las heridas sangraban hasta formar pequeños charcos.
Mientras que Draco, se fue a su habitación, logrando a duras penas ocultar su desconcierto.
-¿Qué te sucede?- pregunta Blaise, acercándose.
-Cuéntame todo Blaise- mira fijamente- dime todo lo que sabes.
-¿Estas seguro?
-Quiero saber… si en verdad yo… me involucré con… él.
No he prometido un para siempre,
Tampoco amarte,
Un cielo cerrado, un beso robado,
Un amor fracasado.
Mis palabras rotas,
Nuestros recuerdos arrancados,
El fugaz deseo de un veneno,
Demasiado irresistible para mí.
Cuando secaba tus lágrimas,
El sol se ocultaba,
Nuestros cuerpos quebrados se queman,
Olvidando quienes somos.
Al hablar de ti, me duele,
Una verdad de la vida,
Los secretos de una alcoba,
Fueron sellados con un silencio.
Aunque desees ponerle una lápida a lo nuestro,
Sí, fue un accidente,
Yo creeré,
En que todo aquello vive dentro de mí.
Y si fue una equivocación,
Entonces cerraré mis ojos a esa verdad,
Que me palpita el alma y no puedo,
Ni siquiera pienso decírtelo,
Que sólo eres mío… en cuerpo y alma,
Quedará grabado mi nombre,
Y tú…
Sólo lo proclamarás…
Me extrañarás…
Me amarás…
No me dejes solo…
continuará...
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