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AMORTENIA por giovanetta

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Notas del capitulo: Hola, espero que este capi sea de su agrado, actualizaré por ahora, sólo este fic, muchas gracias a mi amiga Hera-chan, ella me ayudó con sus grandes ideas y logró aclararme lo que yo quería para un buen final, ^‘^
Capítulo XVI “Mal de Amores”


Hermione notó que ya era de noche. Eso dificultaba un poco en bajar esas escaleras donde sus peldaños son pequeños y algo resbalosos. ¿Cómo nadie se le ocurría buscarlos allí?... ¿es que acaso nadie nota que existen?


Hasta que una luz de esperanza le devolvió el alma al cuerpo. Era Ron.


-¡Al fin los encontré!- exclama y ve a su amigo inconsciente- Hermione, ¿qué le hiciste a Harry?- mira muy feo.


-No le he hecho nada, ¡estúpido!- reclama la castaña, furiosa por la desconfianza de su amigo- mejor lo llevamos a la enfermería, esto no me gusta nada- dice levantándose del suelo.


-Vamos o nos buscaran por todas partes- dice Ron y saca su varita- ¡levitacorpus!- pero algo andaba mal, pues el hechizo rebotó, flotando él.


-¡Finite incantatem!- exclama Hermione, suspirando- yo lo llevaré- ¡levitacorpus!- un choque de magia, le extrañó.


-¿Qué sucede?- pregunta el pelirrojo, libre de su propio hechizo.


-No es nada- dice la castaña, sospechando algo. Volvió a convocar el mismo hechizo y ocurrió lo mismo. Se devolvía.


-¿Qué hacemos?


-Lo llevaremos nosotros- tomó un extremo de Harry y Ron hizo lo mismo.


Llegaron más que cansados hasta la enfermería.


Madame Pompfrey los despachó en un santiamén. Así que fuera de la enfermería, ambos chicos se encogieron de hombros y se dirigieron al Gran Comedor. El hambre se hacia notar y no faltó que se pusieran rojos como un tomate maduro.


Ellos cenaban de lo más tranquilos. Pero Hermione se quedó pensando y sus pensamientos viajaban de un lado al otro dentro de su mente. Hasta que sintió la mirada insistente del profesor Snape. Ella alzó la vista y de sus ojos salían chispas.


Era como: “sé lo que le hiciste a mi amigo” (n/a eso me recuerda a la película, sé lo que hicieron el verano pasado, sólo quítenle el terror de la trama, fíjense en el título), mientras que el mayor, estaba intranquilo. Su alumno y próximo amante, sea por las buenas o las malas, estaba ausente. Después de su breve visita a la Torre no se habían visto. Algo le decía que las cosas irían de mal en peor, pero aún así, prefirió dejar esos pensamientos para más tarde. Después de todo, dicen que la culpa te persigue hasta el día de tu muerte.


Ron, de lo más tranquilo, sólo comía.


Draco, por su parte, sentía algo extraño en su pecho.


Una especie de calidez, una sensación que le proporcionaba una profunda paz, mezclada con intranquilidad.


Madame Pompfrey no tenía dudas. Tenía listo su diagnóstico, pero estaba preocupada. Lo que le ocurría a su paciente que parece tener una especie de contrato con la enfermería, no estaba enfermo. Pero si eso seguía avanzando, sería un problema de proporciones.


-En qué lío te has metido muchacho- decía y dejaba descansar a Harry. Quien no se daba ni por aludido en lo que se convertiría su vida de ahora en adelante.


GRAN COMEDOR…


Dumbledore no era ningún estúpido al que puedas engañar fácilmente. Por algo es uno de los magos poderosos, aunque su avanzada edad era un impedimento.


Sabía lo que pasaba en el corazón de Severus Snape.


Estaba al corriente de los últimos acontecimientos.


Mientras cenaba y le observaba de reojo, se le ocurrió una idea que para variar no iba a traer nada bueno. Y más encima, iba a perjudicar enormemente a Harry.


Pasada la cena, Albus llamó a Severus para que fuese a su oficina. Con su aire de sabiduría y vejez creciente, le miró por debajo de los lentes con forma de media luna.


-Toma asiento, Severus- dijo el anciano, luego de esbozar una sonrisa.


Snape se sentó y se miraron fijamente.


-Quiero pedirte un favor- dice y saca de su bolsillo un caramelo de limón. Saca el envoltorio y se lo lleva a la boca.


El profesor esperaba el favor, pero su paciencia ya rebasaba el límite.


-¿De qué se trata, Albus?- pregunta rechazando el dulce que el Director le ofrecía.


-Quiero que te hagas cargo de Harry Potter- dice y como si hubiese sabido lo que pasaría después, esbozó una sonrisa de triunfo.


-¿Por qué tengo que cuidarlo?- pregunta el mayor, frunciendo el ceño.


-Porque eres el que está más capacitado para hacerlo…- pausa- además, he notado que Harry últimamente está más triste y eso no es bueno.


Personas tristes hay en todo el mundo. Pero esa era la oportunidad perfecta. Es como si se lo estuviesen entregando en bandeja de plata.


-Lo cuidaré- dice el maestro levantándose de su silla- debo retirarme- dice.


-Puedes retirarte- dice el anciano y ve como Snape salía de la oficina.


Pasaron alrededor de dos horas y Harry despertó en la enfermería. Le dolía mucho la cabeza. Madame Pompfrey se acercó y le tomó las manos.


-¿Qué pasa?- pregunta el ojiverde, atontado y sorprendido.


-Potter, desde hoy tu vida va a cambiar- dice la enfermera- estás embarazado- dice y esa noticia fue como un balde de agua fría para el niño-que-vivió.


Después de unos minutos, logró tranquilizarse. El pánico se adueñó de él.


-Por favor, no se lo diga a nadie- suplicaba el pelinegro, mientras la poción para sedar le hacia efecto. El sueño volvía a llevarle a un mundo feliz.


-No le diré a nadie, no te preocupes- dice Poppy y dejó las cortinas cerradas para que nadie le molestase.


En los labios de Severus sólo se podía ver una enorme sonrisa. Era perfecto. Nada de planes sucios. El viejo le estaba entregando a Harry Potter y por fin lo tendría en sus manos.


Como ya era muy tarde, Ron y Hermione, quedaron de acuerdo en ir a visitar a su amigo al otro día a la enfermería.


Pero Severus tenía otros planes. Esa misma noche iba a llevárselo a su nueva residencia. Una habitación que claramente, él tendría las llaves.


Fue hasta la enfermería y habló con Madame Pompfrey.


Sacó por deducción que Harry estaría allí.


Poppy, algo reticente, dejó marchar a su paciente. Eran órdenes de Albus y no las iba a contrariar.


Harry sólo al despertar de ese sueño, caería a la cruda realidad.


Severus lo llevó con cuidado y lo acomodó en la nueva habitación. Era un cuarto que tenía en secreto en caso de que alguna vez tuviese un amante.


La habitación era algo tosca, pero no fea. Algunos cuadros pequeños colgados en las paredes. Sólo algo lúgubre y poco iluminado. Nada más.


Dejó el cuerpo del niño-que-vivió en la cama. Lo tapó con un chal y se sentó en una silla que tenía al lado de la cama.


Contempló ese rostro que se mantenía sereno mientras dormía. El movimiento de su pecho al respirar. Estaba tranquilo.


Pasaron alrededor de unas tres horas. Snape había salido a revisar unos pergaminos de las clases pendientes y Harry abría sus ojos.


-¿Dónde estoy?- pregunta e inconscientemente se lleva una mano sobre su vientre.


Se asustó al ver aquella figura de traje negro que entraba a la habitación.


-Profesor, no se me acerque- decía y se iba corriendo de la cama para que el mayor no le tocase.


-No corra en vano, Potter- dice el profesor esbozando una sonrisa para nada amable- tengo el permiso para hacerme cargo de usted- tira del brazo y lo atrae hacia su cuerpo.


Sólo de tenerle cerca, lo encendía. ¿Qué clase de hechizo puso sobre él?, que ya no tenía cabeza para pensar en nada más que no fuese él.


Su respiración volvía a agitarse. Sólo quería poseerlo allí mismo. Y ya nadie se interpondría en su camino.


Absolutamente nadie.


Y sin piedad alguna, poseyó ese cuerpo. Sin importarle lo que podía sentir Harry, ni que reprimía cualquier sensación de posible placer. …l sólo satisfizo sus propias necesidades y deseos. Hasta los más impuros. Era incansable. Apenas se recuperaba, volvía a besarle, acariciarle, penetrarle. Sí no era amor, no le interesaba.


Era lo que era, y a nadie tendría que darle explicaciones de sus acciones.


Al llegar la mañana, él estaba fresco como una lechuga.


Mientras que Harry, apenas cubierto por unas sábanas viejas, no tenía fuerzas i para hablar. Todo el cuerpo le dolía enormemente y le daba asco que todo su cuerpo estuviese impregnado de aquel olor tan despreciable.


Apenas el maestro salió de ese cuarto, Harry vomitó una y otra vez. Aunque ya no tenía nada en el estómago, las arcadas seguían y se doblaba por el dolor.


¿Y cuándo regresaron las lágrimas?... no podía parar de llorar. Un ataque de histeria que no le hacia nada bien, ni a él ni a su bebé. Por unos segundos, llegó a odiar a su hijo.


A ese pequeño ser que crecía dentro de él. Porque lo más probable era que ese hijo, fuese de Severus Snape.


Quien sólo ha sido capaz de abusar de su cuerpo incontables veces. Sólo de pensarlo, aquel dolor punzante volvía.


Golpeaba el suelo con los puños. Aquella herida que fue curada, volvió a abrirse. Y como si fuese un vampiro, sorbió la sangre, sólo para vomitarla.


Se miró al espejo. Estaba pálido como un papel. Helado como témpano de hielo.


Tiritaba de pies a cabeza. Apenas podría mantenerse en pie. Aún así, fue hasta el baño y se duchó. No sin antes refregarse bien el cuerpo. Aunque sea a la fuerza, borraría aquel olor.


Los ojos estaban hinchados de tanto llorar. Rojos como los de un conejo. Aún así, se secó y vistió. Aunque no fuese a ninguna parte, sólo quería salir de ahí.


Al llegar a la puerta, movió el pomo y salió. Caminó despacio. El dolor no pasaba.


Vino un mareo y tuvo que afirmarse de la muralla para no irse de frente al piso. Se afirmó con todas sus fuerzas hasta que aquel malestar pasase.


Sentía que las voces que le saludaban estaban muy lejos. Sólo atinaba a sonreír y siguió caminando. Cada paso era una tortura. Todo le quedaba demasiado lejos, pensaba.


Hasta que vio la puerta principal del Gran Comedor.


Estaban todos reunidos y Harry fue hasta la mesa de gryffindor.


Hermione le reprendió por haberse ido de la enfermería así como así. Estaban muy preocupados por el estado de salud de su amigo.


Draco, también se percató del mal aspecto que tenía Harry. Su extrema palidez y el hecho de que no comía nada. Con suerte había bebido un poco de zumo.


-¿Preocupado?- pregunta Blaise.


-Para nada- responde el rubio y desvía la mirada hacia otra parte.


Así terminó el desayuno. El trío dorado se fue a la clase que les tocaba. Harry trataba de caminar al mismo ritmo que sus amigos, pero varias veces se quedó atrás.


Cuando le preguntaron qué tenía, él sólo sonrió, diciendo que era falta de vitaminas, nada serio. Pero no se le daba muy bien mentir, aún así, lo dejaron pasar.


Llegaron a la sala unos minutos más tarde y se sentaron para no causar mayor conmoción.


Hermione veía de vez en cuando a Harry, quien parecía que iba a desmayarse en cualquier momento. Su vista estaba en el suelo y su aspecto era de estar muy cansado.


De pronto, Harry no pudo soportar más y se desmayó en medio de la clase.


Hermione se acercó rápidamente y los otros alumnos se acercaban, haciendo un círculo, para ver el espectáculo.


-¡Harry, reacciona!- exclamaba la castaña, angustiada.


Pero el moreno, oía esas voces muy lejos. En un espacio diferente.


De pronto, despierta y ve a toda esa multitud sobre él.


Se sentó en el suelo y al percibir tantos olores, el estómago se le revolvió. Como pudo, fue hasta el baño y vomitó todo.


Se enjuagó la boca y salió de los sanitarios. Aquel calvario sólo estaba empezando.


“Llevo en mi vientre al bastardo de ese hombre”, pensó.


Simplemente pensar de que ese hijo podía ser de él, hacia odiarlo con todas sus fuerzas.


Esa era la peor situación de todas. Llevar en el vientre al hijo de un tipo tan despreciable como él. Para cuando lo pensó, ya estaba en la habitación que su maestro le había preparado. Vio su maleta y todas sus pertenencias allí.


Respiró con pesadez. Llevó ambas manos a su vientre.


-Aunque tú seas inocente… estoy tan manchado de culpas…- decía y volvía a enojarse.


Cayó a la cama, con el rostro cubierto de lágrimas secas. Allí estaba él, otra vez, para reclamarle.


Sólo cerró los ojos y bloqueó su mente por completo.


Mientras su cuerpo era otra vez presa de aquel hombre que le arrebató la vida.


Continuará…
Notas finales: espero que les haya gustado, haré mi mejor esfuerzo para que el final sea excelente, besos, y abrazos, se despide, gio-chan ^O^

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