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AMORTENIA por giovanetta

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Notas del capitulo: hola, new capi al fin ^-^
Capítulo XXI Mírame una vez más…


Todo se había acabado. Eso es seguro. No había vuelta atrás. Al menos eso es lo que pensaba el ex maestro de pociones Severus Snape. Perdió su trabajo. Su vida. Todo por el hijo del hombre al que tanto odiaba y de la mujer que tanto amó.


El destino tal parece que gozaba verle sufrir. Y por dios que ahora lo sabía muy bien.


No le quedó más remedio que regresar a su casa. En aquel callejón difícil de encontrar. Y conocido por muy pocos.


Mientras desarmaba el equipaje, sólo podía seguir pensando en él. En aquel joven de ojos verdes esmeralda que le quitó la razón. Le trastornó y ahora yacía muerto y enterrado. Qué clase de pecado había cometido. Que ahora lo pagaba demasiado caro.


Es muy doloroso. Solitario. Desolador.


Creo que si cierro los ojos, estoy seguro que podría verle.


Sentirle. Cómo podría olvidar aquellos labios, tan finos que ni siquiera esbozaban una linda sonrisa. Cómo olvidar esa piel acanelada, tan cálida y temblorosa. Cómo olvidar aquellos ojos que me miraban con recelo y temor. Hasta odio. Lo sé.


Dumbledore me lo dijo varias veces. Pero fui incapaz de escuchar siquiera una.


Ahora, ahora no tengo nada más que perder. Es tan triste vivir de esta forma.


Siempre solo y aferrándome a un simple y llano recuerdo que no me alcanza a llenar para nada.


¿Por qué es tan difícil de comprender?... ¿por qué no fui yo quien murió?... ojala viniese un rayo y me partiera en dos.


¿Por qué es tan difícil de creer?... acaso se necesitan años de soledad para que al fin, encuentro lo único que me podía hacer feliz… siento como si todo se fue entre mis dedos. Como el agua, como la arena, como el viento que no se puede tocar ni retener.


Una vez probado, no podría detenerme. Cómo lo sabía.


Pero acaso es pecado querer ser feliz.


Jamás me había sentido tan vivo, como con él. Compartir aunque sea el odio en su mirada, era sentir la sangre que circulaba por mis venas.


¿Y ahora?, he vuelto a ser el mismo. El mismo ser vacío y frío. Pero lo más terrible es que cuando pruebas la felicidad, cuesta demasiado dejarla ir.


Si, aunque sólo fue a la fuerza que conseguí tu cuerpo, no te pido que me redimas.


Porque sé demasiado bien, que muchas veces tuve tu cuerpo. Pero tu corazón, siempre estuvo lejos. Jamás pude tocarlo. Jamás pude sentirlo con mis oídos. Y ahora jamás lo sabré.


Qué raro es todo esto. Ni siquiera soy la sombra de lo que era. Del que alguna vez fui. Sin embargo, tenerte cambió mi vida.


Porque dentro de mí, este corazón late. Porque dentro de mí, todavía vives. Respiras. Porque dentro de mí, nunca estarás muerto. Ni lejos.


¿Era demasiado pedirte un poco de tu amor?... ¿era mucho pedir un poco de tu atención?...


Si me vieras, tal vez te espantarías o con tu gran complejo de héroe, tratarías de salvarme. Pero te equivocas. Lo que tengo, no tiene cura. Porque mi enfermedad, fue amarte. La cura era tenerte. Y lo hice.


Pero no como hubiese querido. Y ahora, que simplemente te fuiste, he vuelto a caer enfermo… pero de soledad.


Todavía sigo esperando la noticia de que estás vivo en alguna parte. Todavía sigo esperando ir a dar mis aburridas clases. Todavía siento… que quien murió ese día fui yo.


Que ya no deseo nada. No siento nada. Me importa un soberano pepino que mañana haya sol y no lluvias o nubes.


¿Por qué toda mi existencia se reduce a que tú estés presente?...


Si pensara que sólo nací para conocerte, no lo creería.


Alguien como yo, sólo vive, por vivir. Eso solía pensar.


Tú le diste un sentido que no tenía a mi vida. La llenaste de dudas, enojos, celos y recriminaciones…


Por eso, mírame, aunque tus ojos no puedas abrir.


Mírame con odio, resentimiento y hasta terror. Pero no dejes de mirarme.


Mi memoria es frágil y con los años, tu rostro terminará por borrarse. Ojala pudiese plasmar en un lienzo, todo lo que estoy sintiendo. De cómo era antes, y lo que queda de mí, ahora.


Sin tu voz, mis oídos no desean volver a escuchar. No necesito mis sentidos, en un mundo donde tú no estás.


Porque una vez, lo hemos perdido todo, de alguna u otra forma, todo se recompone.


En mi caso no hay cambios. Estoy ciego. Sordo. Sin tacto. Olfato. Sin gusto.


Es por ello que en estos momentos, lo que menos siento es miedo. Ya no.


Y sé muy bien quién me ha venido a buscar. Sus palabras son ley en las creencias de muchos. Para mí, no son nada.


-Hola- la voz de Bellatrix llegó a los oídos del pelinegro, quien la mira con desdén- nuestro amo, nos está esperando- dice y suelta una loca carcajada.


-Ya voy- dice Snape, quien deja la maleta en su sitio y guarda su varita en el cinturón.


La capa negra, no tocaba el piso de cemento. Como si viese el futuro, sabía perfectamente que volver a su casa, no sería posible.


Desaparecieron los dos y por medio de un traslador, llegaron a su lugar de destino.


El escondite de Lord Voldemort.


Bellatrix se adelanta, corriendo por los pasillos de piedra.


Era una lunática.


En cambio Snape, con paso firme iba a firmar su sentencia de muerte.


Llegaron al salón principal, donde los mortífagos y el líder de ellos, aguardaban la llegada del maestro de pociones.


Lord Voldemort, sonríe ante la llegada de uno de sus seguidores. Snape hace una reverencia y espera nuevas órdenes.


Pero sólo obtuvo múltiples crucios que le hacían gemir de dolor.


Rápidamente, fue encadenado en un pilar de piedra y despojado de su varita.


Aunque Lord Voldemort, sabía a la perfección que era un gran mago, también su furia era tremenda. Y él sería su válvula de escape.


-No sirves para nada- le vuelve a torturar- tu misión era traerlo vivo, para mí- otra invocación- y tú hiciste que se suicidara- otra invocación.


Los otros mortífagos, sólo contemplaban la escena.


-¿De verdad creíste que te lo iba a permitir?- resopla el maestro, cansado por los constantes crucios- no me hagas reír.


-Eres un maldito traidor- dice el Lord alzando su varita- ¿sabes cómo castigo a los traidores?- una malvada sonrisa se dibujó en sus labios.


-Hágalo- le desafía.


Aquellas palabras que abandonaron su boca, serían su sentencia de muerte.


Uno por uno, todos los mortífagos, abusaron de él. Snape quedó entre la conciencia y le inconciencia.


Manchado de semen de quizás quien en su cuerpo.


Moretones y marcas que no se podrían borrar fácilmente.


Sus labios estaban partidos, sangrantes.


Sus piernas, quedaron levemente abiertas.


Completamente desnudo. Era un espectáculo humillante y degradante.


-Ruégame que te mate- dice Voldemort sonriendo y sosteniendo por el mentón a Snape- dilo… mátame por favor- su voz era apenas un susurro.


-No lo haré- dice el profesor con lo poco de fuerza que aún conservaba.


-¿Todavía quieres desafiarme?- dice mientras le acariciaba su entrepierna- es muy fácil… dilo.


-No lo haré- volvía a decir el maestro, reprimiendo cualquier deseo, pero, su voluntad poco a poco, fue cayendo.


Abrió los ojos y vio una figura masculina a unos metros de distancia. El cabello negro azabache alborotado. Esas gafas horrorosas. Esos ojos verdes que le miraban con ternura.


Snape en vano, intenta zafarse de las cadenas que le herían las muñecas, hasta quebrarle los huesos. Sólo quería alcanzar esa figura. Ese era su último deseo.


Pero ese joven, se desvaneció.


Se corrió con fuerza en la mano de Voldemort y una luz verde, golpeó su pecho.


No sabría decir, cuándo… pero al menos, aquel joven, le miró una vez más…


Porque hasta un moribundo, puede hacer realidad su último deseo.


Continuará…
Notas finales: espero les haya agradado, nos leemos en el siguiente capi, besos, se despide, gio-chan ^-^

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