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Lágrimas de Cianuro por kitsune gin

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Notas del capitulo: Ninguna en especial. No había podido cargar este capi en ésta página. Gracias por el apoyo recibido. Y mil gracias anticipadas por sus lecturas y reviews, si las hay. Namasté. Kitsune Gin.
2; Interrogantes
Mo’at juntó sus manos en el gesto de bienvenida, rodeada de sus feroces guardias. LosQueCaminanDespuésDeMorir no aparecían seguido, a menos que Eywa ordenase que fueran llamados. Byakuya sonrió y tocó en el hombro a la sacerdotisa.
Mo’at hizo lo mismo, acariciando su hombro y su pecho. Los Na’vi eran táctiles, demasiado para el gusto de Byakuya; pero ese roce implicaba aceptación y no le era permitido a quien no fuese reconocido por los Clanes.
—Tantas lunas sin vernos, Caminante.
—Tantas, Mo’at sama. Hemos venido, de acuerdo al llamado de Eywa.
Mo’at hizo seña de que la siguieran, pero antes, miró a Renji sonriendo y acarició uno de sus tatuados hombros.
—Caminante Rojo… ¡Cuánto has crecido!
Renji se turbó; nunca sabía bien a bien cómo comportarse, si debía saludar o no o si debía interrumpir a su capitán o qué diablos le tocaba hacer. Afirmó con la cabeza y tomó la mano de Mo’at, levantando con cuanta gracia podía, su otra mano y pasándola sobre su ceja izquierda, entre ambos.
—¿Así lo crees, Mo’at sama?
La mujer sonrió, dejando ver sus afilados caninos.
—Las marcas en tu rostro y tus brazos. Por fin son iguales a tus cabellos; tendremos que cuidarte mucho, Caminante… Aydell y Sy’undat te cazarán y te llevarán con ellas más rápido de lo que vuela el viento —lo golpeó, afectuosamente, en el hombro, riéndose—. Y ya no eres un niño. Tus hijos en el Clan serían hermosos…
Renji comprendió; Urahara se había esmerado en mantener esta vez sus tonos verdaderos en el gigai y no sólo el cabello rojo. Byakuya lo rodeó por los hombros.
—Renji es como un hijo para mí, Mo’at… pero no creo que esté aún listo para elegir mujer.
Ella caminó alrededor de él, inspeccionándolo y olfateándolo después. Negó con la cabeza.
—Byakuya, hijo de Eywa, el Caminante Rojo está más que preparado; no dejes que tu Renji se porte como los tarados que Venían del Cielo… vengan, Jeiksully les contará lo que está pasando.
Los demás Na’vi rieron. Byakuya sonrió, siguiéndola y dirigiendo una afilada mirada a Renji. El resto de los Na’vi, al verlos llegar, salió a darles la bienvenida, estirando sus manos hacia ellos, con afecto. Jeiksully, el nuevo jefe y Neytiri, su mujer, les esperaban en el círculo de fuego.
Jake se adelantó y abrazó a Byakuya.
—¡Hermanos Caminantes! ¡Tantas lunas!
—Tantas, Jeiksully-san —Byakuya puso su mano sobre el pecho del jefe Na’vi—; hemos venido de acuerdo al llamado de Eywa. ¿Qué es lo que les está perturbando?
Neytiri se adelantó y Renji contuvo la respiración, porque si había alguna mujer hermosa por sobre todas, sin importar la especie o el mundo al que pertenecía, esa era Omaticaya ‘ Neytiri. Las plumas naranja enredadas en su cabello delataban su status de mujer casada y sus cuatro collares de semilla, el de heredera de la tribu. Sus pechos apenas si aparecían cubiertos por un aytiri parecido al de su capitán y su gracia al caminar era pasmosa. Renji se consideró un torpe al verla y darse cuenta de que contenía la misma nobleza inherente de los Kuchiki, tanto la natural de Byakuya como la aprendida de Rukia.
Maldita hora para tanto roce y toque, después de la total castidad a fuerzas, de parte del loco del capitán Mayuri y sus pretextos de que así los gigai funcionaran al máximo… Y yo con sólo el fundoshi, tsk.
Se quedó congelado cuando ella tocó su rostro y miró sus ojos. Se dirigió a su esposo.
—¡Mira Jake! ¡Tiene los ojos del color de los hongos ts’am!
De inmediato Renji se vio rodeado por los niños y los más jóvenes del clan, admirados de sus extraños colores y de su mismo aspecto Na’vi.
Jeiksully se limitó a sonreír… pero su rostro cambió al momento por uno más serio.
—Capitán Byakuya —dijo, en su inglés natal—algo no marcha… es mejor que me siga. Se trata del Árbol de Voces…
—Para eso estamos aquí.
—Entonces, síganme.
Y siguió lo que Renji más temía; saltar de árbol en árbol, cayendo y deslizándose por las hojas y golpeándose por todos lados, imposibilitado por el gigai de utilizar su shumpo, hasta llegar a la zona del Árbol Sagrado.
Desde el primer instante, los dos shinigami se percataron de lo que ocurría; el luminoso árbol tenía manchas oscuras en largos trechos de sus ramas.
—Reiatsu de hollow —dijo Byakuya a su teniente.
—Pero… en éste mundo ¿qué puede provocarlo, capitán?
Byakuya se volvió hacia Mo’at.
—¿Desde hace cuánto que está pasando esto?
Mo’at alzó las manos.
—Sólo dos lunas. Pensamos que cuando mudara las hojas, la oscuridad se iría. Pero hay voces perdidas y mucho miedo…
Byakuya se volvió hacia Jake.
—¿Todo tu equipo está bien? Me refiero a los que eligieron quedarse.
—¿Max? ¿Norm? Sí, capitán.
Neytiri intervino:
—Eso no es verdad, Jake. Norm no quiere cazar.
Byakuya trató de sacar conclusiones lo más rápido posible. Un cazador que se negara a hacerlo en una sociedad de cazadores simplemente no podría ser reconocido como un hombre del Clan. Automáticamente, causaría desarmonía. Sacó del bolsillo de su aitiry el comunicador de Urahara y luego, inclinando reverencialmente su cabeza, se dirigió hacia Mo’at:
—Dama Dragón… solicito tu permiso para orar ante el Árbol. Tal vez Eywa pueda decirme que sucede.
Mo’at asintió; Byakuya había pasado por todas las pruebas de los Na’vi, incluida la de volar un ikram. Renji, como su teniente, tuvo que pasar por lo mismo. Pero aunque el Clan los aceptó, Byakuya les advirtió que ellos no pertenecían a nadie, ni a Pandora, y que sus órdenes eran sólo cumplir con la voluntad de Eywa y caminar en el espacio entre mundos, cuidando de los espíritus perdidos, de ahí el nombre de Caminantes.
Además, como los mismos Na’vi ya lo habían confirmado, ni Renji ni Byakuya podían morir… cosa que causaba algo de temor entre los nativos. Como fuera, los shinigami tampoco permitieron que se les adorase como a dioses o personas especiales. Sólo podían mirar los caminos de quienes habían muerto y eso era todo. Ese era su trabajo.
Byakuya se inclinó frente al árbol y tomó su trenza de comunicación, abriéndola al extremo, conectando los filamentos en el sagrado acto de Sah’ey’lu, el Enlace Espiritual, con la larga hoja tubular brillante, salpicada de manchas oscuras. Ausencia de armonía, temor oculto, preocupación. La voz de Grace. En japonés -idioma que ni los Na’vi ni Jake comprenderían- habló con Urahara. El rubio y despeinado científico no tardó en situarse frente al monitor:
—¿Qué diablos está pasando allá, Kuchiki-taichou?
—Grace te manda saludos.
Urahara sonrió. Grace Augustine era de las pocas humanas con las que uno podía hablar de biología, largarse de parranda, beber hasta caer dormido y fumar como chimenea. Su paso por el Ojo de Eywa había sido especialmente penoso para Urahara, porque siempre había esperado volver a verla en el Seireitei, tenerla a su lado trabajando en la División Doce, renegando de la existencia de los shinigami -“no creo en cuentos de hadas, Kisuke”- y dirigiendo más experimentos que él y Mayuri juntos. Ahora, formaba parte de la entidad que dirigía un mundo libre de hollows y Urahara la extrañaba y envidiaba a la vez.
—No creo que nos haya llamado sólo para eso.
—No. Ella está tratando de avisar, la intranquilidad ha cundido en el Árbol. Alguien ha venido a orar, lleno de desesperación y las Voces no logran comprender sus sentimientos… si es que entiendo bien a Grace. No logro descifrar más.
—Haz una grabación espiritual y mándamela. Aquí tenemos mejores equipos que lo que llevas y la capacidad de tu sah’ey’lu es limitada, recuerda que estamos muertos.
—En éste momento, Kisuke.
—¿Hay algo más?
—El Árbol está… salpicado de manchas oscuras. Lo notamos como reiatsu de hollow.
—Imposible. Eywa como entidad es una fortaleza… algo está generando intranquilidad.
—O alguien, Grace insiste en ello. Neytiri-sama menciona que uno de los humanos no ha logrado adaptarse.
—¿Tanto escándalo por una sola persona?
—Es un mundo que jamás ha experimentado angustia, sólo equilibrio, Kisuke. Hasta donde he visto, se trata del Árbol de los Omaticaya solamente. Lo importante es que la infección no cunda.
—Averigua lo más que puedas; haré los análisis tan pronto la grabación me llegue. Y dale mis saludos a Jake…
Byakuya rompió el enlace y de inmediato se encaró al jefe:
—Quiero hablar con los que se quedaron contigo, Jake.
El cazador miró sobre el horizonte; Próxima se estaba ocultando y no era seguro salir por la noche hacia las Montañas Hallellujah.
—No antes de mañana, Byakuya… Max está en nuestro hogar, pero Norman fue a las Hallellujah.
—¿Qué hace ahí, si me permites preguntar?
Jake meneó la cabeza, como lo haría el humano que anteriormente había sido.
—Insiste en documentar toda la historia, toda la biología, todo. Como si Grace siguiera viva… a veces no lo entiendo. Pero ya sabes que es un científico.
Byakuya miró fijamente al Na’vi.
—Max también es uno… y está aquí.
Los ojos de Jake demostraron cierta alarma.
—¡Dios mío! ¿Crees que él... ?
El shinigami suspiró, pensativo.
—No quiero pensar en nada, Jake ¿Nos permites aceptar tu hospitalidad por una noche?
—Por las que sean necesarias, Caminante. Este asunto me molesta… no es algo tangible, algo con lo que podamos luchar. Mo’at está preocupada. El clan también… no quieren acercarse al Árbol y sabes que no podemos vivir sin estar en contacto con Eywa. Nuestra Madre provee de todo y fue ella quien pidió a Mo’at que ustedes Caminaran hasta acá. Haremos lo que nos pidas —Jake puso una mano sobre el pecho de Byakuya y éste le correspondió, con el mismo serio afecto, como iguales.
El grupo entero regresó a la base del Árbol Hogar.
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Norman salió del Contenedor de Enlace, suspirando. Su avatar estaba en cama, al otro lado de la cámara de aislamiento, descansando. Se sentía más agotado por la tristeza que por el trabajo en sí… pero le faltaban cosas por documentar y sacó su padd de notas, conectándolo a la computadora. No quedaban más que las fichas de grabación, el escritorio y su silla y su propio catre. El refrigerador estaba vacío… pero aún había algunas fotos pegadas en la puerta.
Te’enzi, con su arco y su sonrisa, al lado de Norm, en su avatar, uno con sus marcas de iniciación como hombre aún frescas y el otro, con su vieja y parchada ropa terrestre.
Norm acarició la foto con un dedo. Y las demás de ambos… incluso la del túmulo conmemorativo, después de que uno de esos leones, de piel húmeda y gris, lograra asesinarlo por defender a Norm. El biólogo se dejó caer en la silla y lloró, amargamente.
Había perdido no sólo a un amigo, si no al que más amaba.
Nunca se lo había dicho, no tenía idea de cómo habría reaccionado el cazador.
Y Norman no era ningún tonto; si aceptaba pasar por el Ojo de Eywa y se convertía en uno del Clan, tendría que elegir a una mujer… y no podía confesarle a Jake y a Max que él no era como el resto.
Había orado frente al Árbol de Voces, pidiendo consejo a Grace. Y había tratado de morir, innumerables veces, sin conseguirlo. Por ahora, tenía tres venenos que podría usar; necesitaba que pareciera un accidente… un suicidio era impensable entre los na’vi. La energía para vivir era prestada, pero uno no podía rechazar ese préstamo. Ahora, el Árbol se estaba oscureciendo en tramos y se negaba a contestarle.
La culpa se lo estaba comiendo ¿Por qué había tenido la fortuna de quedarse en Pandora y a la vez, la desgracia de ser como era? ¿Cuántas veces los fuertes brazos de Te’enzi lo habían rodeado para expresarle no sólo afecto, sino para protegerlo de sus incontables torpezas? ¿Por qué se le había ocurrido dejar el medidor de frecuencias titilando, sabiendo que ello podría atraer fauna peligrosa? El recuerdo del cazador, muerto en sus brazos, y el aullar de su madre y sus hermanos, el dolor y la pena que casi lo había vuelto loco los primeros días regresaron como si jamás hubieran perdido fuerza Se dejó caer en su catre, llorando hasta dormirse de agotamiento y tristeza.
Soñó con Ikram enormes, que tenían profundos agujeros en el pecho, oscuros como la noche y la soledad…
Notas finales: Las cosas comienzan a definirse... pero no serán tan obvias como parece.
Namasté. KG/FA.

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