Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Fiebre por starsdust

[Reviews - 97]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:


A partir de este capítulo hay spoilers de LOST CANVAS y aparecen Acuario y Escorpio de esa época... por si quieren conocerlos pongo link al capítulo del manga donde aparecen por primera vez juntos (Acuario aparece antes y se porta muy mal, pero con Escorpio cambia y se vuelve más simpático).

Es aquí, en el capítulo 100: http://submanga.com/Saint_Seiya_The_Lost_Canvas/100/7616

Desde allí la historia se centra sobre ellos hasta el capítulo 113, es como una saga aparte.

 

El presente.

Después de que Camus hubo salido, Milo permaneció inmóvil y con la mirada fija en la puerta, como si esperara que su compañero volviera para explicar mejor lo que acababa de ocurrir. Ni siquiera sentía que debiera ir tras de Camus, porque no estaba seguro de que aquello hubiera sido real.

Cuando le quedó claro que nadie volvería, se enroscó en la cama y cerró los ojos, debatiéndose entre desear que todo hubiera sido un sueño o no. El recuerdo del beso hacía que su corazón latiera más rápido, mientras que el de las palabras de Camus le producía escalofríos. Llevó sus dedos a sus labios y los acarició, como si intentara evocar una sensación que no quería que se disolviera.

Alguien había llegado a su habitación, algún sirviente al que le habían informado que algo estaba mal con Milo, seguramente enviado por Camus. Milo apenas lo notó, encerrado en una burbuja de calor que cada vez se volvía más asfixiante. Pero todo aquello no importaba. Las mismas palabras se repetían en su mente, una y otra vez.

¿De verdad te irás? Camus…

·

·

·

El santuario, más de 240 años atrás.

Mientras subía las escaleras en dirección a las doce casas, Dégel de Acuario se detuvo de repente, dándose la vuelta como si acabara de escuchar algo. Se quedó observando el paisaje despejado, un poco confundido al no encontrar a nadie detrás de él. El sol brillaba aquel día sobre el santuario, y una brisa tibia traía desde algún lugar no muy lejano el aroma fresco de la vegetación. Dégel sonrió para sí.

─¡Dégel! ¿Qué esperas? ¡Vamos! ─gritó Kardia de Escorpio interrumpiendo la tranquilidad del ambiente. Estaba mucho más adelante que él, escaleras arriba.

─¿Por qué estás tan apurado, de todas maneras? ─preguntó Dégel. Kardia pareció pensarlo y no ser capaz de encontrar ninguna respuesta adecuada. Esperó por Dégel, jugueteando nerviosamente con la cola de su casco.

En realidad no tenía razón alguna para estar ansioso. O sí. Acababan de volver de una misión y Kardia no podía evitar sentirse insatisfecho. Había esperado encontrarse con algo emocionante, pero al final había sido demasiado fácil, como de costumbre... aquello no había representado ningún desafío para él. Dejó escapar un resoplo de frustración.

Dégel se acercaba, al fin. Kardia se dispuso a seguir adelante, pero al darse la vuelta para continuar su camino hacia arriba, sintió que algo no estaba en su lugar. Fue como si una pieza se hubiera desencajado de repente. Ante su propio asombro, sintió como su cuerpo le fallaba y caía sin que él tuviera ningún control sobre él. Terminó de rodillas, sin entender lo que había pasado.

La noche parecía haber caído de repente sobre el santuario. Levantó la vista y se encontró ante el templo de Aries. Estaba en ruinas, al igual que todo a su alrededor. Un cosmos terrible inundaba el aire, haciendo que le fuera más difícil respirar. ¿Cómo había pasado aquello? ¿Qué terrible fuerza había caído sobre el santuario durante el tiempo que había estado ausente? Aquel no era el lugar que conocía. Había alguien a las puertas del templo.

Shion, intentó decir Kardia; pero aquel no era Shion. Se veía como Shion, pero era alguien totalmente diferente a la persona que él conocía. Su armadura dorada había tomado un color oscuro, y también era siniestro el cosmos que lo rodeaba. Sus ojos eran severos y penetrantes. Escuchó una serie de palabras disparadas directamente a su cerebro:

No puedes oponerte a mí.

Kardia buscó a Dégel con la mirada, pero ni siquiera fue capaz de detectar su cosmos. Shion se acercaba a él. Había visto esa posición antes: se preparaba para atacar. ¿Pero desde cuándo tenía Shion tanto poder? ¿Por qué sentía que su presencia era más amenazadora e imponente que ninguna cosa que hubiera encontrado antes en su vida?

Era el momento de actuar. Aquel ser oscuro que estaba frente a él podía parecerse a Shion, pero no podía ser él. Y fuera quien fuera, estaba dispuesto a enfrentarlo. Quizás había llegado el momento de luchar con alguien a su altura. Dejó que la sonrisa que venía a sus labios se transformara en una risa suave.

Comenzó a hacer arder su cosmos hasta conseguir elevar la temperatura de su corazón. Sintió que se quemaba por dentro con un dolor que le desgarraba las entrañas. Concentraría todo su calor en Antares para dar el golpe definitivo: Scarlett Needle Katakeo.

Pero antes de que pudiera dar un paso adelante, algo detuvo su avance. Frío. Sintió como si unos hilos de hielo lo sostuvieran. ¿Dégel? Una fuerza helada lo tiró hacia atrás, y Kardia volvió a tener aquella sensación de caída libre. Cerró los ojos un instante, y cuando los volvió a abrir sintió el sol sobre los ojos y los brazos de Dégel que lo sostenían. Dégel lo miraba con una expresión afligida que era casi cómica. La sangre le hervía.

Dégel no tenía tiempo de analizar lo que acababa de ocurrir, pero por alguna razón inexplicable Kardia había activado el Katakeo como si estuviera dispuesto combatir con todo su poder, y ahora su temperatura se había ido por los cielos. Debía apresurarse para hacer algo por bajarla. Vio que Shion se acercaba dubitativamente.

─¿Está bien? ¿Qué fue eso? ─preguntó Shion.

─No sé… no es nada. Me ocuparé de esto, no te preocupes. ─respondió Dégel rápidamente, mientras intentaba controlar la temperatura del corazón de Kardia con su aire frío.

Kardia estaba enfermo, pero no eran demasiados en el santuario los que sabían esto, ni hasta qué punto. Kardia había hecho un buen trabajo aprendiendo a controlar y ocultar su enfermedad, por lo que Dégel había sido tomado ahora por sorpresa.

─Siento una agitación grande dentro de él… Creo que estaba teniendo algún tipo de alucinación. ¿Tiene fiebre…?

─¿Una alucinación? ─preguntó Dégel.

─Sí, es como si hubiera recibido una imagen de él… una imagen desagradable… ─Shion se calló. No quería tener que explicar lo que había visto ni la impresión que eso le había provocado─. Iré por el patr…

─¡No! No hace falta… Además, tú estás a punto de irte en misión con Dohko hoy, ¿verdad?

─Sí…

─Shion, de verdad… yo me ocuparé… Te pido, si es posible… que esto quede entre nosotros.

Shion asintió. Había quedado lo suficientemente impresionado por la imagen de sí mismo que había recibido de la mente de Kardia como para querer olvidarla.

El santuario, en ruinas...

─Dégel… ─murmuró Kardia, entrecerrando los ojos. Dégel deseó ser capaz de tomar el lugar de él, si con eso ayudaba a aliviar su dolor. Si sólo hubiera una manera de terminar con aquel sufrimiento…

Dejando atrás el templo de Aries, siguió camino hacia arriba cargando a Kardia y deseando no encontrarse con nadie en el camino. Para su alivio, el templo de Tauro estaba vacío: Aldebarán entrenaba a sus alumnos. Géminis también estaba vacío, pero al llegar a Cáncer se encontró con su guardián a la puerta.

─¡Miren a quién tenemos aquí…! ─exclamó Manigoldo─ Pero qué… ¿qué pasa con Kardia?

─Sólo déjame pasar, es urgente.

─¿Está herido? ¿Algo salió mal en la misión…? Creí que sería fácil…

─¡Manigoldo! Por favor.

─Le diré al patriarca.

─No. Es mi responsabilidad. Te explicaré luego ─dijo Dégel, esperando poder encontrar una buena excusa para darle a Manigoldo más tarde.

Manigoldo lo dejó pasar sin hacer más preguntas, aunque lo carcomía la curiosidad. Sabía que esos dos se traían algo entre manos. Y que había algo que Sage le ocultaba acerca de ellos. Algún día lo averiguaría, pero por esta vez lo dejaría pasar.

El siguiente templo, Leo, también estaba vacío. Aún no había quien portara la armadura. Al llegar a Virgo, Asmita, uno de los pocos que estaba al tanto de la enfermedad de Kardia, salió a recibirlo. No hizo ninguna pregunta y lo dejó pasar, haciéndose a un lado respetuosamente.

Libra estaba vacío, probablemente porque Dohko estaba ya listo para irse con Shion a la misión que se les había asignado.

Al llegar a Escorpio, Dégel colocó a Kardia en una cama, y se quedó a su lado intentando contrarrestar los efectos de calentamiento del Katakeo con su aire helado. En algún momento Kardia se había deslizado hacia un denso sopor febril.

Dégel decidió que se quedaría allí hasta que despertara.

·

·

·

Milo.

Milo despertó de su ensoñación sintiéndose más ligero. La sensación de calor persistía, pero era notablemente menor que antes. Además, estaba rodeado por un aire fresco.

Alguien me abraza, pensó Milo sin poder terminar de entender por qué aquella sensación se sentía tan extraña y familiar al mismo tiempo. Era Camus quien lo rodeaba con sus brazos, quien tenía sus labios apoyados contra su frente. Nunca antes Camus había actuado de esa manera, pero aquello se sentía placentero. Intentó recordar lo que había ocurrido antes de perder noción del tiempo, pero evidentemente había un espacio en blanco allí, porque no recordaba que Camus hubiera vuelto.

Como si temiera romper un frágil hechizo, Milo se mantuvo quieto y en silencio, escuchando la respiración de Camus. Pero no pasó demasiado tiempo hasta que Camus despertó también y se incorporó, desatando a Milo del abrazo.

─Estás despierto ─dijo Camus, con una sonrisa como Milo pocas veces había visto, y a continuación acarició las mejillas de Milo con cariño─. Me asustaste…

─¿Te… asusté?

La expresión de Milo debía de ser de desorientación absoluta, porque la de Camus cambió de amable a preocupada.

─¿Recuerdas lo que ocurrió?

─Recuerdo que no me sentía muy bien. Y que viniste…

─Está bien… no hace falta que te esfuerces. Lo que importa es que estés bien.

A pesar de aquellas palabras, Milo quería recordar. ¿Cómo había terminado Camus allí? Algo parecía haber cambiado en él. Camus sabía ser cortés y preocuparse por los otros, pero a pesar de que fueran amigos, nunca había demostrado aquel nivel de ternura para con él. Excepto por aquel beso…

─Pero te irás… ─balbuceó Milo tímidamente, como tanteando el terreno.

─¿Irme? ¿Adónde?

─Siberia. Dijiste que te irías.

─Ah… eso. ¿A qué viene esa pregunta? Sí, algún día volveré allí… pero mi lugar está aquí, creí que ya habíamos hablado de eso.

¿Lo habían hablado? Ahora sí Milo sentía que se había perdido una parte importante de lo que fuera que había pasado. Aunque escuchar aquello había quitado un peso de su pecho, y temía preguntar más por miedo a que Camus cambiara de opinión.

Pero la sonrisa de Camus era segura. Acomodó el pelo de Milo y se acercó con naturalidad para darle un profundo beso en los labios.

─¿Camus…? ─murmuró Milo, confundido, cuando el acuariano se separó de él. Camus retrocedió instantáneamente.

─¿Qué…? ─preguntó Camus, desconcertado─ ¿"Camus"?

─¿Qué está pasando, Camus…? ─dijo Milo, alarmado por la reacción de Camus.

─¿De qué hablas? ¿Quién es "Camus"?

─¿Es una broma? Es tu nombre…

─Este no es momento para juegos, Kardia.

─¿"Kardia"?

─¿Cómo te llamas?

─¿Qué está pasando? ¿Por qué me preguntas eso, Camus? ¡Soy Milo!

Dégel pareció entender por fin que Kardia hablaba en serio. Algo grave estaba pasando. Dégel había querido creer que los anteriores eventos del día no habían sido más que una crisis pasajera, pero aquello parecía haber dejado una secuela. Trató de esconder sus emociones bajo un aire de tranquilidad y seguridad totalmente falso.

─Está bien que estés confundido, pero "Camus" no es mi nombre, ni "Milo" el tuyo… ─Dégel dudó entre continuar hablando o no, porque la consternación que veía en los ojos de Kardia le encogía el corazón, pero aún así siguió adelante─. Soy Dégel de Acuario… y tú eres Kardia de Escorpio.

─¿Qué? Eso no tiene… no tiene ningún sentido. ¿Cómo vas a decirme quién soy? ¡Soy yo quien lo sabe mejor que nadie!

─Kardia… está bien.

─¡No me llames así!

─Está bien… ─repitió Dégel, como si fuera un mantra.

Algo parecía estar roto en Kardia, y Dégel empezaba a temer que no tuviera arreglo.

Ni siquiera tenía aún idea de que el problema era aún más complicado de lo que aparentaba.

Continúa

Notas finales:

Sobre el fic, lo que pasó con Kardia cuando vio a Shion en Aries fue que hubo una especie de grieta en el tiempo XD Vio al Shion del siglo XX que viene a atacar el santuario. Recordemos que este Shion de 240 años atrás, donde viven los antiguos Acuario y Escorpio, es el Shion de la pasada guerra santa que es solamente el santo de Aries y no el patriarca, y además era más bueno que el pan (y que no ha demostrado ser muy poderoso aún)



Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).