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El fantasma de la abadía. por nezalxuchitl

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Notas del capitulo:

A mi me parece un trato justo...

18º  Si no me das un besito te daré una tentadita.

Enrico,  asomado por una ventana, con los codos apoyados en el alfeizar suspiraba por Teodoro. Veía las nubes cirros avanzar rápidamente por la esfera más alta de la atmosfera que les es permitida. Arrastradas y desgarradas en volutas por el fuerte viento de los Alpes ocultaban y revelaban la luna creciente; jirones claros sobre fondo azul oscuro.

Por el castillo sus hermanos se afanaban: Teodorico pegado al teléfono, consultando precios, comparando, indicando a Federico los servicios que debían comprar online para la fiesta de las bodas de algo de sus padres.

Ludovico miraba pornografía en la pantalla gigante de la sala principal.

-¿Que luz es luz, si mi niño no esta aquí? - se plagiaba los versos de Shakespeare - ¿Qué gozo es gozo si no es compartido con Teo? A menos que imagine que lo veo...

Al notar su ausencia su primera reacción fue de hacer un drama. Pero luego se calmó: el pajarito debía volar del nido. Debía dejarlo ir. La sospecha de que estuviera divirtiéndose con la chica llamada Elisabetta le hacia sentir retorcijones de celos, era demasiado desagradable y no podía quitársela de la cabeza. ¡Si tan solo tuviera trece años menos! ¡Oh, si su edad fuera una palabra! ¡De tener escrita esa palabra la rasgaría, pues le resultaba odiosa desde que lo separaba de Teo!

La sangre reconcentrada de numerosos poetas y pintores, artistas y mecenas, vieja como Italia misma que corría por sus venas le hacia padecer los más variopintos pesares amorosos. ¡Oh, el amor personificado en un jovencito de ojos azules! Más dulce cuanto mas desesperanzado...

-¡Suélteme o llamaré a su mamá! - la voz de Teo provenía histérica de la sala principal.

Dejando de soñar despierto Enrico se precipito escaleras abajo gritando a la italiana:

-¡Ludovico como le hagas algo a ese niño te mato de veras!

*

Teo había entrado receloso. Sonidos guturales, sonidos asquerosos de slash-splash, bramidos de bestia humana en celo sonaban de manera tridimensional gracias al home-theater del barón. Penes del tamaño de bates, en la pantalla gigante, entraban en culos que es preferible no detallar produciendo el ruidito de slash-splash.

El chico temió toparse con una orgia, pero afortunadamente esta era de pastel: presente solo en un dvd titulado "Chicos y penes 3", película que se podía disfrutar sin haber visto las otras dos de la trilogía (como de hecho sucede con la mayoría de las trilogías).  Ludovico volteó a ver quien entraba, escaneando descaradamente a Teodoro.

Este miró la pantalla con las cejas levantadas por la sorpresa. Ludovico, tan fresco, lo invitó a disfrutar de la función. Teo negó con la cabeza y apuró el paso hacia la puerta. Lo apuró más cuando, superado el nivel del sofá, tuvo en su campo visual al depravado hermanito de Enrico, chaqueteándose una polla de considerables dimensiones sin la menor vergüenza.

Para su mala suerte la puerta tenia llave.

-La cerré para que no me molestaran. - la voz de Ludovico estaba muy cerca y muy detrás. Teo se volteó espantado, mirándole primero la polla y luego la cara - ¿Me das una manita?

Teo hizo pucherito y trató de ganar la puerta por la que había entrado, para mejor acceder a la casa por la puerta de servicio (lo que significaba un rodeo como de una cuadra) pero Ludovico lo atrapó entre su cuerpo y la pared.

-No seas tímido precioso... no muerdo... ¡muajajaja! Bueno, no mucho.

-Déjeme en paz. - Teo se aplicaba en poner su expresión menos amigable.

-Que bonito eres. Dame un besito.

-¡Joder, no!

-Si no me das un besito te daré una tentadita. - le apretó una nalga.

-Suélteme. - Teo estaba tieso como un palo, aunque no del mismo modo que Ludovico.

-Estas bien rico chiquito... con razón traes loco a Enrico.- aquello si lo turbó, aunque ya sabia, de boca del propio Enrico, que le gustaba - Me has vuelto loco también a mi. - trato de besarlo pero hurtó la cara.

Era un experto en hurtar cuerpo y cara a las agresiones: era su modo de pelea. Lástima que el modo de pelea de Ludovico era sucio: su malévola lengua recorrió toda su mejilla hasta su orejita.

-Anda, no seas difícil... yo soy mas guapo que Enrico. - susurró con la convicción de haber enunciado la ley de la gravedad. Teo lo miró con escepticismo - ¿No crees? Te voy a mostrar lo que es un hombre de verdad y no nenazas como mi hermanito.

Como aquella demostración tenia pinta de ser muy parecida a la película que se reproducía Teo forcejeó, inútilmente contra el tipazo de casi dos metros. Al intuir peligro en el aire y en la manera en cómo le tocaba el trasero gritó:

-¡Suélteme o llamaré a su mamá!

-Mira que miedo... - dijo Ludovico metiéndole mano entre los muslos, muy arriba.

-¡Ludovico como le hagas algo a ese niño te mato de veras! - Enrico derrapó estampándose contra la puerta cerrada; la aporreó - ¡Deja a Teodoro y abre la puerta!

-No seas tacaño hermanito, no es jabón que se acabe. - dijo maliciosamente Ludovico y le metió la mano entre los muslos, hasta arriba, tocando su entrepierna.

-¡Abre!

Solo le contestaron los gemidos de los actores porno.

-¡Suélteme!

-Oh fuck, oh fuck oh moreee! - decía la tele.

-¡Ludovico! - gritaba desesperado Enrico dando puñetazos a la puerta.

Ludovico había atrapado por fin la boquita de Teo y le chupaba la lengua, deteniéndole el cuello con una mano, como estrangulándolo. Con la otra le sobaba las nalgas, su tremenda polla manchaba con sus fluidos el pantalón de Teo.

A los gritos y golpes llegaron Teodorico y Federico.

-Hazte a un lado Enrico. - le dijo muy serio su hermano de pelo rubio y ojos grises.

Llorando de rabia se apartó de la puerta. Con una carrera Federico impulsó su poderoso cuerpo y al golpe de su hombro venció la puerta, que afortunadamente no era de la edad media o hubiese tenido que ir por un arriete. Sin parar la carrera llegó hasta donde su hermano menor y lo separó a pura fuerza del jovencito. Teodorico entró detrás y paro el concierto de pujidos con el botón de stop. Enrico se había quedado en la puerta secándose inútilmente las lágrimas de rabia que seguían manando.

-¿Estás bien caro? - le preguntó Teodorico a Teodoro, por una vez sin el celular pegado a la oreja y con toda la atención de sus grandes ojos azules sobre su interlocutor.

-Si... - dijo este, limpiándose la baba de las comisuras.

-Ludovico, vete. - dijo Federico.

-No me voy. - respondió éste, metiéndose la erección en los pantalones y cruzándose luego de brazos.

-Te saco. - le dijo Federico.

-Sácame. - lo retó Ludovico.

Federico se lanzó sobre Ludovico y se enfrascaron en una pelea más propia de la lucha libre que de dos hermanos. Teodorico pasó un brazo por los hombros de Teo y lo condujo a la puerta desvencijada: cuando los dos gigantones de la familia peleaban era más saludable no ponerse al alcance de sus poderosos puños. (o de los proyectiles que estos pudieran lanzar)

Teo se detuvo en cuanto vio a Enrico tapándose la cara.

-Barón...

-Lo siento mucho Teo. - Enrico seguía tapándose la cara con una mano y con la otra lo alejaba - Será mejor que te vayas...

 ¿Irse? ¡Ni de coña! pensó Teo.

-... no puedo ofrecerte la seguridad que necesitas...

-Oh, Enrico, no seas dramático, Federico ya esta lanzando a Ludovico. - ruidos como de un huracán se oían de fondo. De cosas que se rompen.

-Barón yo no me quiero ir. - a Teo le aterraba la posibilidad que lo mandaran de vuelta a España, que Enrico lo alejara de si y de Lotario. - Quiero acabar mi prepa aquí...

-Oh, si, yo seguiré pagando lo que necesites, pero estarías mas seguro en la casa parroquial, con los chicos seminaristas...

-¡No! - grito Teo, sorprendiéndose a si mismo - No quiero vivir con los seminaristas.

-¡Oh, caro! - decía Teodorico - No seas así... ¿Quién quiere vivir con los seminaristas? ¡Solo otros seminaristas!

-Necesito estar solo. - los cortó Enrico dándoles la espalda de plano.

Teodorico asintió con gravedad, acarició el hombro de Teo y lo condujo hasta la cocina, donde le preparó un té de tila para el susto, retomando su parloteo.

Teo le contó que había estado investigando en la parroquia de Belcançone, luego fingió estar muy cansado y dijo que se iría a dormir.

Pero la habitación a la que se dirigió fue a la de Enrico. Se metió en su armario y ahí lo esperó con la luz apagada.

 

Continuara...

 

Notas finales:

¿Mandaran a Teo a vivir con los seminaristas? ¿Que pretende ocultadose en la alcoba de Enrico? ¿Lograran sobrevivir y derrotar a Homunculo?... oh, no, esta ultima pregunta no es de aqui jejeje ;)

Proximo capitulo... ñacañaca... estara interesante.

Besitos y nos leemos!


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