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El fantasma de la abadía. por nezalxuchitl

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Notas del capitulo:

O akiba-kei. O como más a la moda se denominen a si mismos los aficionados al anime.

21º  El padre otaku.

 

-Ah! Hola Teo, en un momento salgo. - Enrico  estaba inclinado sobre unos documentos y su secretaria, una pelirroja sexy estaba inclinada sobre él, ofreciendo la panorámica de su escote.

Antes, aquello era un taco de ojo para el adolescente: ahora le molestaba.

-Ok. - respondió, dejando caer su mochila sobre el amplio y duro sofá forrado de cuero caqui, acercándose a ver que los senos de la pelirroja no se apretaran en demasía contra Enrico.

Pero este revisaba y firmaba mientras hablaba rápidamente con la secretaria  ésta levantó sus ojos, de un ordinario color oscuro y se encontró con la mirada azul atenta a sus encantos. Malinterpretándola se sonrió satisfecha. Teo se turbó, las mujeres lo intimidaban un poco. Se sonrojó de plano cuando, despedida, le guiñó un ojo al pasar delante suyo.

-Solo apagó mi maquina y ya nos vamos. - Enrico estaba atento a lo suyo.

Los mechoncitos que enmarcaban su rostro lo hacían lucir adorable. Teo se acercó a él por detrás y le rodeó el cuello con los brazos, besándole la mejilla. Enrico se enterneció por lo cariñoso que era el muchacho. Pero de inmediato este bajo las manos por su pecho y buscó su boca.

-Nonononono... - dijo quitándole las manos de encima de su cuerpo e incorporándose.

Teo se mordió el labio inferior. La secretaria volvió a aparecer.

-Solo quería recordarle que no se olvide de preguntar a su padre quien va a pagar los honorarios del licenciado Tranzi.

-Claro que no. Gracias.

La secretaria volvió a mirar a Teo y salió. Minutos después montaron en el ferrari y se dirigieron por el camino empedrado al castello. En cuanto estuvieron en despoblado Teo volvió a las andadas. Se acercó sigilosamente a Enrico, poniéndole la mano sobre el muslo. Al no obtener respuesta lo acarició, apoyando la cabeza en su hombro mientras manejaba, subiendo rápidamente de intensidad, besándole el cuello mientras le frotaba la entrepierna, endurecida ante el primer contacto. Enrico aguantaba estoicamente la carga, con los labios apretados. El abrazo de Teo lo hizo dar un volantazo.

-¡Por dios, niño, modérate!

-Es que eres tan hermoso... - murmuró Teo, sumiéndose en su asiento con la cara roja.

Enrico también se ruborizó, pero cuando llegaron al castello ambos disimularon más o menos exitosamente. Enrico dijo a Teo que se adelantara mientras el revisaba el aceite del vehículo y el muchacho, aunque dudaba de que en realidad el barón entendiera de mecánica obedeció. Para evitar problemas, es decir, encontrarse con Ludovico entró por la puerta trasera, por la cocina en la que ultimamente Tomasa se afanaba en guisar ollones de carne.

Para su mala suerte ahí estaba el pelinegro. Teo puso cara de susto.

-Hola cuñadita, pasa, ¿gustas un cafecito? - el hombre levantó su jarrito, con capacidad para 800 mililitros.

Aquel trato lo desconcertó más que el hecho de que Ludovico llevase un mandil puesto.

-¿Por qué... - empezó a preguntar Teo, pero no hallo que más decir.

-¿Por qué estoy cocinando? Teodorico se llevo a la "nany" al pueblo para seleccionar las viandas de las bodas de algo de mis padres. Así que hoy comemos carne de cerdo a la Montecristo.

-¿A la Montecristo?

-Si, tal como me enseñe a prepararla en presidio. Es una delicia, le pones de todo lo que encuentres, hasta suelas de zapatos.

Teo hizo cara de asco. Ludovico se carcajeó. Aquella afabilidad del hermano menor de Enrico daba miedo.

-¿Por qué no está intentando violarme?

-A que te gustaría, ¿verdad? - se jactó Ludovico - Pero no goloso, tienes a mi hermano y con el debes conformarte.

-Yo no...

-No es necesario que mientas cachorrito, Enrico ya lo despepito todo. ¡Enrico! - saludó a su hermano blandiendo el cucharón.

Enrico le contestó con un "¡Jum!" traía cara de pocas pulgas y las manos manchadas de aceite. Así que deveras entendía de mecánica.

-Le estaba diciendo a tu uke que lo respeto y aprecio como a una hermana.

Teo estaba indignadísimo oyendo aquello: ¿uke? ¿Hermana?

Enrico volvió a gruñir, buscando una herramienta en la gaveta donde se guardaban algunas. Sacó una gran llave de tuercas. Ludovico silbó.

-¿En realidad sabes usar eso?

-Voy a usarlo contra tu cabrona cabezota como no prepares algo decente de comer, así que apúrate y termina con la colada.

Fue el turno de Ludovico de ponerse serio.

-Estoy guisando. - dijo con tono mamón.

Enrico puso cara de pena.

-¿Quieres decir que esta peste no es de tus calcetines sucios sino de lo que pretendes darnos de comer?

Los dos hermanos empezaron a pelear, en detrimento del guisado y del auto. Teo, sintiéndose que sobraba además de indignado se dirigió a su habitación.

Ahí sopeso las palabras de Ludovico, lo creía el uke de Enrico... ¿Enrico lo querría de uke? Apretó las nalgas en reflejo, recordando como su rubio lo había toqueteado por ahí. Eso no era lo que quería: era antinatural... sin embargo, cuando los dos amantes tienen pene y el instinto de meter las cosas se complicaban.

Uno tenia que someter al otro y obligarlo a tomar el rol de mujer... Teo tenía muy claro que no quería abrir las piernas. Pero aparentemente Enrico tampoco. Era mas grande de edad, con mas experiencia, debía de encantarle clavársela a ambos sexos. Imaginarse mordiendo la almohada debajo de Enrico le daba morbo y repulsión, mas de lo segundo que de lo primero.

Cuando por la noche Enrico lo echó de su lecho con la clásica excusa del dolor de cabeza Teo creyó ver confirmadas sus más negras sospechas.

El barón quería follárselo... pero el no quería ser el garçon de nadie. ¡Maldito fuera el placer homosexual! Con razón estaba prohibido por ir contra natura. Era un quebradero de cabeza.

 

***

 

En el año del señor dos mil cinco las descargas eran más lentas. También el trabajo de doblaje. Por eso no es de sorprender que la sorprendente película "Fullmetal alchemist: el ser que va hacia Shambala" tardase casi seis meses en estar disponible, en descarga directa y subtitulada en español en el primoroso pueblo de San Isidro Peñas Altas, Navarra, España.

Por otro lado el padre Mikael  Oñate tampoco disponía de tecnología de punta. Su ordenador, grande, pesado y enfundado en plástico blanco soportaba el sistema operativo Windows XP con ayuda de Dios. El internet se lo robaba el sacerdote de la línea telefónica de la parroquia con un modem casero de su invención. De no haber estado al servicio de divino Mikael hubiese podido estar al servicio de Bill Gates.

El punto es que, reunidos todas estas características, todos estos "accidentes" como diría Santo Tomas la descarga del padre Mikael no acababa de estar, y el pobre sacerdote estaba con el Jesús en la boca, tan cerca y a la vez tan lejos de conocer el final de las aventuras del alquimista de Acero.

Lo peor de todo era que era Nochebuena. Novecientos ochenta y siete mb de mil veinte habían sido copiados, lo que significaba que el 97% de la película, más o menos, había sido descargada. Las campanadas de la primera llamada para la solemne misa de gallo sonaron a las diez y media. Los feligreses, avisados, deberían enfundarse en sus abrigos y gorros. A las campanadas de la segunda llamada, quince minutos después, deberían estar ya en camino, y al cabo de otros quince minutos encontrarse ya en sus lugares dentro del templo.

Mikael, como sacerdote celebrante, debería vestirse también al sonido de la primera llamada, ciñéndose el alba a la cintura con el cíngulo, besando la cruz en el centro de la estola antes de ajustársela, colocándose encima de todo la casulla blanca, color correspondiente a la festividad. Después debía arrodillarse y orar, preparándose para los sagrados misterios de los que iba a ser ejecutor, intermediario entre el cielo y la tierra, haciendo descender al Dios vivo del cielo a la tierra con una invocación brotada de sus labios.

Un rito antiquísimo, milenario y hermoso. Había aprendido los pasos en el seminario como un guerrillero centroamericano aprende a montar y desmontar su AK-47 en la oscuridad. Podría hacerlo hasta dormido.

Pero en vez de prepararse con la devoción y contrición necesarias, Mikael seguía frente a la pantalla tipo televisor de los 90's, haciendo círculos con el ratón en un ademan impotente y desesperado.

Había seguido el anime semana a semana, sufriendo y maldiciendo cuando el capitulo no estaba a tiempo y demoraba hasta quince días en estar. Los primeros lectores de Los tres mosqueteros no debieron estar tan impacientes. El manga y el anime eran románticos, en el sentido de que eran un tipo de arte que se hacia aguardar ansiosamente por sus seguidores, dejándolos mordiéndose las uñas hasta la siguiente entrega, como los folletines decimonónicos.

¡Por fin! La descarga estuvo. Faltaban veinte minutos para las once. Muerto de curiosidad Mikael decidió que tenía tiempo para ver el principio de la película. Renegó entre dientes de su deber sacerdotal. Si un católico cualquiera no quería perderse su película favorita simplemente no iba a misa y no había más bronca. Pero el como sacerdote estaba restringido, oficiando aunque jugara el Pamplona contra el Barcelona, oficiando con los dientes haciendo una aceptable imitación de castañuelas durante las frías madrugadas de invierno, para si mismo y para cumplir con el rito, pues a mas de veinte grados bajo cero ni las devotas ancianas acudían a misa de seis.

¡Impresionante! La animación, incluso en su monitor de baja resolución, era cojonuda.

-Padre, ya he llamado por segunda vez. - dijo Pedro, el sacristán.

-Un segundo hijo. - dijo el muchacho rubicundo al viejo moreno, sin apartar la vista de la pantalla.

Pedro el sacristán negó con la cabeza. Su idea de los curas no incluía por ningún lado la afición a esos dibujitos japoneses y satánicos. Durante cinco minutos espero pacientemente a que el padre Oñate se levantara y se vistiera.

-Padre, faltan diez minutos.

-Si hijo, ya voy. - respondió de mala gana Mikael. ¡La película estaba buenísima, diablos!

-Padre, faltan ocho minutos.

-Si hijo.

...

-Siete minutos padre... seis, faltan seis minutos padre...

-Vaya Pedro, hubieses debido trabajar en cabo Cañaveral.

-Padre, solo faltan cinco minutos, la iglesia ya esta llena. Vístase por favor.

Tal vez el anime si tenía algo de diabólico, tal vez la rebeldía de Mikael había estado reprimida durante mucho tiempo. Lo cierto es que decidió que misa de gallo o no, iglesia llena o vacía lo que era el no se despegaba de esa pantalla.

Con la misma resolución de los niños chiquitos que meten la cabeza bajo las sabanas dispuestos a no ir a la escuela o morir en el intento, con la misma resolución de los soldados que se disponen a mantener la línea o de los toreros que se niegan a lidiar un mal toro pare en lo que pare, así se quedo Mikael frente a la pantalla.

-¡Padre, por el amor de Dios, levántese! - lo jaloneó el sacristán.

-¡Fuera de aquí! - exclamó Mikael sin despegar los ojos del monitor - ¡Fuera de aquí y cierre esa puerta y al que entre lo excomulgo!

La película fue buenísima, triste, épica; el broche de oro que la serie animada necesitaba. Mikael terminó llorando, conmovido. Y a escasos metros, en la nave de la iglesia, los descontentos feligreses protestaban en corros hablando de ir a quejarse con el señor arzobispo.

 

Continuara...

 

Notas finales:

El padre Mikael con el anime es como las indeterminaciones en las matematicas: no se sabe cual es su limite, si es que existe...

¿Que les pareció el nuevo personaje?

Ummm... no se que mas decir hoy que tengo tiempo... ¿disculpen los errores de dedo y faltas de acentos? Reviso el texto conforme lo voy escribiendo, pero algo se me pasa, y la verdad, me gusta que se pase. Odio esos textos amateurs perfectos hasta en la ultima tildita, se me hacen mas falsos que las tetas de Pamela Anderson y mas o menos igual de desagradables...

Oh, y a la chica que me recomendó los Ladrones de tinta, ¡gracias!!! voy en la pagina 80 y algo y me esta encantando!!!


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