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El fantasma de la abadía. por nezalxuchitl

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Notas del capitulo:

Shir hamaalot mima'amakim keraticha adonai; Adonai , schimah vekoli tiyena oznecha kashuvot. Lekol tachanunai.

De profundis clamavi ad te, Domine; Domine, exaudi vocem meam.  Fiant aures tuæ intendentes in vocem deprecationis meæ.

(Desde lo profundo, Señor, a ti clamo; Dios, escucha mi voz. Esten atentos tus oidos a la voz de mi súplica. Salmo 130, Rey David, fragmento)

23º  Algo mas profundo.

 

 

Algo semejante a nubes cruzaban las alturas de la bóveda. Ahí había un clima cambiante, como el ánimo mismo de Lotario.

Notaba que había algo diferente en Teodora, que algo había cambiado, pero no atinaba a decir que era. No era la misma mujer con la que compartió una vida.

La diferencia era algo mas profundo que el color de ojos. El muchachito que ahora animaba el alma de Teodora era distinto. Más alegre, quizá, más humano...

Teodora había sido ideal, inalcanzable. Teodoro estaba ahí, al alcanze de la mano, si aun tuviera mano. Había más chispa en el, más vida. Eso lo hacia mas atractivo y mas lejano para él.

El muchacho no tenia la paciencia de Teodora, le había quedado bien claro cuando le dijo que no procuraría obedecerlo sino que lo obedecería. A él, como siempre, no le quedo mas opción que decir que si. Así son las leyes del amor: el que ama, otorga, y se somete a la voluntad del ser amado. Se convierte en un esclavo: si es correspondido, ¡dulce y compartido yugo! Pero quien ama sin ser amado solo puede apelar a la piedad de su amo, pobre esperanza en verdad.

Castígame, hiéreme, azótame, pero no me dejes. No puedo vivir sin ti. Si las lágrimas fueran gemas ya seria más rico que la reina de Saba. ¿No hay algún ángel que se apiade de los enamorados? ¿Ningún santo al cual encomendarse? ¿Qué puedo hacer, Teodora, para que me ames?

 

***

 

Las dos niñas abandonaron la tienda, o mejor dicho, la niña y la mujer. Acababa de robarle su inocencia a la morena para siempre.

Agnése tomó el guardapelo de oro y lo hizo oscilar con pereza, como hipnotizándose a si misma. Al fin había cobrado su venganza, esa venganza por la que se había rehusado a ir más allá de la puerta, ¿y que tenía ahora?

Nada.

La nada se abría ante sus ojos, basta, inconmensurable, aterradora como aquella estancia donde la Puerta y su Guardiana aguardaban las almas de los muertos.

En su vida pasada había muerto mirando con odio los ojos helados del inquisidor que la bendecía, otorgándole la gracia de ser estrangulada antes de quemada, previo abjuramiento de sus brujerías. Se había muerto jurando que su Ilustrísima Virgilio de Medicis, juez de la Suprema, se las pagaría. Que arruinaría su vida mostrándole lo que era así como el había arruinado la suya.

Atravesó el túnel después de un breve, pero inenarrable, dolor en el cuello, mareada se tambaleó delante de la Puerta, en ese espacio blanco y luminoso que le producía terror. Solo pensaba en volver, tenia miedo, estaba enajenada,  confundida, tenia sed de venganza. Recordar la plática que tuvo con la Guardiana sin rostro aun le producía escalofríos... Pero su odio era tan intenso que pudo volver.

Regreso, consciente de cuanto ocurrió en su vida pasada y de muchas cosas más, merced el cuestionable privilegio, el raro don con que había sido agraciada. Tenia poderes de verdad, para ver en el pasado y en menor medida en el futuro, que no esta escrito.

Busco al inquisidor que la había condenado por el ancho orbe, desde Almería hasta Tel Aviv, desde Helsinki hasta Mozambique... Atravesó el océano y lo encontró en un pueblecito mexicano asentado sobre montañas de plata.

Virgilio mismo fue a ella, atraído por la fatalidad, y la venganza fue ejecutada. Agnése había hecho mal y pagaría por ello... ¡oh, si que pagaría! La Guardiana de la Puerta no conocía la piedad, solo la justicia.

Ahora que ya se había vengado, que ya había arruinado la segunda vida del inquisidor se preguntaba: ¿Qué tanto derecho tenia de condenar a alguien por su vida pasada? ¿Ella misma era la continuación de Géneve, su yo del siglo XIV?

Apretó el guardapelo de oro en su puño. Ese guardapelo que estaba impregnado del dolor del joven que lo había poseído hasta dar su vida por lo suyos... Si hasta los objetos guardaban memoria, ¿Cómo no iban a hacerlo los humanos? Era absurdo creer que uno era la continuación de su vida pasada, pero era igualmente absurdo creer que la vida pasada no tenía nada que ver con la actual.

¿A dónde ir ahora? ¿Qué hacer? ¿El bien para tratar de equilibrar la balanza? Ya tenía cuarenta y tres años, y ahora que no tenia meta estos le pesaban más. Sentía como si en los minutos transcurridos en arruinar una vida las arrugas se le hubieran profundizado, las canas multiplicado, los senos caído...

Cerró su colorida tienda, aislándose del bullicio de la feria de la que formaba parte. Tal vez era tiempo de regresar a España, de dejar el oficio de gitana... podría dedicarse al baile, que era lo que de verdad le gustaba. Ser parte de la variedad de un gran hotel, con la pandereta y las pulserillas en los tobillos.

Tal vez era tiempo de ser feliz, aunque no tuviera derecho a ello.

Pero cuando se durmió una voz le encomendó una misión. Si quería aspirar a la redención tendría que encontrar a una mujer cuyos ojos se contradecían: cálidos en el tono, fríos en la mirada. Una mujer muerta y reencarnada que se había llamado Teodora Ortelano.

 

***

 

Investigando por aquí y por allá Teo sublimaba su frustración sexual. Ni siquiera tenia el animo de masturbarse, no cuando Enrico, su novio, podía perfectamente mamársela pero no lo hacia. Ni besos se dejaba dar. Y con la suegra, los hermanos, el suegro y todos los puñeteros parientes y amigos rondando la casa en un verdadero carnaval ni chance tenia de estar  a solas con Enrico.

En los antiguos manuales de confesores encontró que ser el uke de una relación gay era peor que ser el seme, pues violentaba su naturaleza de macho. Era bien curioso que le pareciera muy, muy mal la idea de dejar que se la metieran, pero no le veía nada de malo a la de que Enrico se dejara sodomizar. Si era en otro no le veía lo humillante ni lo vergonzozo, solo si se trataba de el mismo.

¿Serian puras hipocresías jesuíticas?

Poner a Enrico bocaabajo y dejársela ir suavecito le parecía un placentero acto de amor. Intercambiar lugares no. Pero Enrico seguía negándose... ¿se le negaría hasta que cediera? En ese caso estaba listo de papeles. ¿O acaso llegaría a ceder? Era tanto lo que quería al barón que...

¡Pero porque no conformarse con toques, con sexo oral! Los mismos manuales, vigentes del Medioevo  a la Ilustración llegaban a considerar pecata minuta el sexo oral. Si nadie se la metía a nadie no era sexo. ¡Y era tan placentero! Follarse la boquita húmeda, contemplar la cara hermosa de Enrico mientras le daba placer... Tenía unas ganas locas de sexo y estaba caliente como nunca en su vida. Iba a terminar violando a Enrico si seguía evitándolo.

 Era más alto que el y posiblemente mas fuerte... ummm no, las apariencias podían engañar: Enrico entendía de mecánica, por ejemplo. Seria mas prudente amarrarlo a la cama, o contar con un "nivelador de fuerzas" para poder someterlo y gozarlo. Si, era buena idea...

El retorcido chico se avergonzó al darse cuenta de las barbaridades que estaba pensando.

 

***

 

Negarse a celebrar la misa de gallo de Navidad por quedarse viendo anime le valieron al padre Mikael Oñate la suspensión inmediata como párroco de San Isidro Peñas Altas, amen de presentarse de inmediato en la capital de la arquidiócesis.

El arzobispo de Pamplona y Tudela se enfrentaba a un verdadero dilema. Los pastores escaseaban y este se perdía en... bucólicas, por llamarlas de algún modo, desentendiéndose del rebaño. Muchas veces se le había llamado la atención al padre Oñate por su afición a esas caricaturas japonesas reputadas de satánicas. Se decía que contenían mensajes subliminales, que provocaban convulsiones a los niños, que si las escuchabas al revés oías invocaciones a servir a Satanás...

Personalmente monseñor oía con escepticismo aquella parafernalia porculizante, pero una cosa es la opinión personal y otra la profesional.

Juzgaba inconveniente que un siervo de Dios dedicase su tiempo libre (mas aun su tiempo de trabajo) a ver caricaturas con personajes femeninos con muchas curvas y poca ropa, de origen pagano. Así que luego de hacer aguardar todo el día al joven sacerdote lo recibió con su gesto mas airado, una expresión de juez tan severo que Tomas de Celano hubiese podido inspirarse en el para su Dies Irae.

¡Que lejana aquella estampa del marques eclesiástico ceñudo al siempre sonriente de su pagina web!

Mikael no tenia modo de saber que monseñor estaba siendo hipócrita ahora. Habitualmente era un alma de Dios, pero ahora que debía meter en cintura a un presbítero... De haber tenido rabo Mikael lo habría metido entre las piernas. Con las orejas caídas recibía el rapapolvo de su superior. En un retorcido modo se sentía halagado: lo reprendía el arzobispo en persona, no cualquier pelagato. Aquello contaba, sobre todo cuando eras español de la Comunidad Foral de Navarra.  

Si, lo lamentaba mucho, monseñor. No, no sabía que le había pasado. Si, si comprendía que había estado mal. No, no volvería a ocurrir.

-No, no volverá, porque le prohíbo a usted volver a ver esas caricaturas.

-¡Nooo!!! - exclamó el padre Oñate.

-Si, bajo pena de excomunión. - monseñor no estaba seguro de que aquello estuviera permitido por el derecho canónico, pero tenia que sonar rudo. - Además va a ir usted al Retiro Espiritual de Reintegración Integral para Sacerdotes y Religiosas Confundidos.

-¿Al qué? - preguntó el padre Mikael, abriendo sus grandes ojos zarcos.

-¡Al centro de readaptación para curas chiflados! - tronó monseñor. Si en su mano estuviera, también enviaría a pasar larga temporada ahí al que inventó el nombrecito: Retiro Espiritual de Reintegración Integral para Sacerdotes y Religosas Confundidos. Menuda gilipollez.

-¿Y cuanto tiempo permaneceré ahí?

-Hasta que le den el alta. - con las cejas juntas monseñor extendió su mano para que besase el topacio de su anillo, símbolo de su dignidad eclesiástica.

Mikael salió del palacio arzobispal con sus tremendas maletas, que apenas podía arrastrar y que contenían su ordenador, un televisor portátil, un dvd, un quemador, sus vasos sagrados, dos sotanas, tres jeans y su colección de camisas de las convenciones de anime a las que había asistido.

Con todo aquello ingresó 48 horas después en el edificio del Retiro Espiritual de Reintegración Integral para Sacerdotes y Religiosas Confundidos, RERISRC.

Estaba ubicado en lo que eran las viejas cárceles de la inquisición en Toledo, las cuales, ya fuera por economías o por borrar su negro pasado con el barniz de lo políticamente correcto, habían sido adaptadas para su nueva y más humanitaria función: algunos potros de tortura habían sido acondicionados para bancos, la doncella de hierro servía de librero... un frikki de lo gótico se hubiese sentido en su elemento.

Un sonriente sacerdote le dio la bienvenida, quitándole su equipaje, diciéndole que le seria devuelto al ser dado de alta. Aquello sonaba a algo entre campo de concentración y hospital. Luego lo pasó a una sala de espera donde otro sacerdote aguardaba.

Era guapo, joven, con el pelo color oro quemado, largo, recogido en una coleta... su rostro se le hacia familiar de algún lado. Se volteó y se levantó, mirándolo con afabilidad. La primera impresión de Mikael al estrechar su mano era que se trataba de un hombre triste.

Se llamaba Henno Gui.

-¡Fiuuu!!! - sopló Mikael - ¿El templario que acabó con los horrocruxes?

-Yo no acabe con ellos. - explicó el caballero.

-¡Pero si salió en los noticieros!

El fin de la satánica orden del Horror-Cruxiatos  en el pueblito irlandés de Saint Patrick of the Shore había sido el notición a principios de año. Los de TVE hicieron una mesa redonda para debatir el tema, tan candente que hasta el desventurado padre Apeles regreso de su autoimpuesto exilio para participar.

-No todo lo que dicen en la tele es verdad.

Mikael asintió: en la tele decían que el anime era satánico. Con ese asentimiento dejo por la paz el tema, tan delicado para Henno, tan delicado que lo había mandado ahí. Con ese simple asentimiento nació la simpatía entre los dos sacerdotes.

 

Continuara...

 

Notas finales:

Hoy si tengo notas finales para hechar a puños:

La gitana Agnése, bueno, ella es un "personaje reciclado". La inventé para mi cuento "Regresiones a vidas pasadas" (disponible en esta misma pagina), por si alguien esta interesada.

El padre Henno Gui tambien es reciclado. El sale originalmente en mi novela "El cisne del oeste".

Las aventuras que van a vivir en este relato pueden tomarse como una continuacion, aunque, por supuesto, no pasan de ser personajes terciaria y secundario, respectivamente, y los incluyo en este relato porque necesitaba (para mas adelante) una medium y un exorcista. Para que, jejeje, pueden irselo imaginando,, con la seguridad de que tooodo sera debidamente explicado a su tiempo, no soy de dejar cabos sueltos.

En cualquier caso, cualquier duda, aclaracion, felicitacion, pasadas a mis otros fanfics aqui estoy. Los comentarios seran respondidos a la brevedad posible (cuando termine de leer "El asedio", de Perez-Reverte. ¡Que buen libro joder!).

Byebye beautifulls!


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