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El fantasma de la abadía. por nezalxuchitl

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Notas del capitulo:

Polvo eres y en polvo te convertirás.

28º  No somos nada.

 

Atraído por voces que discutían Enrico se aproximó cauteloso. Se había propuesto espiar a Teo en su próxima conversación telefónica con Javiercete para descubrir alguna pista sobre el calibre de su rival o el peligro que representaba para su relación.

Pero el "No somos nada, Lotario" que escuchó, ése si que no se lo esperaba. ¡¿Lotario!? Abrió un poquitito la puerta, muy despacito, temiendo a cada instante ser sorprendido. Pero los hombres ahí dentro estaban muy ocupados en discutir.

Conforme escuchaba la conversación Enrico no podía creer lo que oía. ¿Teodora? ¿Lotario? "¡Esa mujer esta muerta y tu estas muerto y ni siquiera tendrías que estar aquí!"

Enrico se llevó la mano al pecho. No podía, no podía ser... ese hombre vestido a la usanza medieval debía de ser un actor que ensayaba con Teo el parlamento de una obra de teatro.

"Amo a Enrico"

Abrió un poquito más la puerta y se asomo un poquito más. El dolor del hombre vestido a la usanza medieval era tangible. Su rostro lo había visto solo una vez y solo por unos segundos, pero no podía olvidarlo. Lo reconoció al instante. El fantasma que se le había pegado a Teo a la Abadía, el que, espantándolos, los hizo compartir su primera noche.

¡El fantasma de Lotario da Milano!

Y Teodoro la reencarnación de Teodora Ortelano, en cuya casa se había criado. Aquel amor de leyenda que debió continuar en esta vida se veía obstaculizado por su presencia. O eso creyó hasta oír aquello de "Tal vez lo era, tal vez por eso no te hizo caso."

¿Teodora no había amado a Lotario? Era absurdo... Teo debía estarlo negando, mintiendo para alejar a Lotario, por culpa suya. No tenía ningún derecho a interponerse en su relación.

Las palabras siguientes de Lotario le calaron hondo. Decía verdad el fantasma, era un indigno, un canalla, un pederasta... ¡Pobre Teo! Incluso creía que lo había seducido, cuando la seducción entera corrió de su parte, flirteándole desde el primer momento, manteniéndolo cerca suyo cuando se sabía irresistible...

Dio razón a Lotario en su determinación a buscar venganza. El mismo se pondría a su disposición. Debía una satisfacción a Lotario da Milano, por haberle birlado la novia mientras estaba ausente. La idea de haberse convertido en tercero en discordia en aquel amor de leyenda lo aterró, lo hizo asquearse de si mismo.

Jamás se habría enredado con Teo de haber sabido lo que era. Era evidente que Teo si sabia... ¿sabría ya aquella noche de su primer beso? ¿Cuánto lo había engañado? Se sintió traicionado por el muchacho, traicionado por si mismo al darse cuenta de que ni la traición ni el engaño cambiaban sus sentimientos... ¡Pobre Lotario! Debía sentirse así, traicionado, engañado, herido... No merecía eso de ningún modo. Había sido un caballero ejemplar, un enamorado modelo, uno que seguía amado después de la muerte mientras que el solo era... solo era un miserable pervertido.

Todo su refinamiento le pareció vacua vanidad, su sibaritismo mas que nunca una baja pasión. Le gustaban las mujeres, le gustaban los hombres: solo buscaba el placer. Placer, puro placer, nunca amor. El sexo como una actividad social; sexualizar. Se había revolcado con todos y había cometido todos los excesos.

Cada vez que se tiraba a una tía por simple mutua atracción se sentía menos digno del amor, pues algo en el fondo de su ser creía que lo desvirtuaba cada vez que follaba por diversión. La culpa, siempre sedada, se levantó de su letargo. Lo atacó con sus punzantes espolones. ¿Cuántos años tenia que no rezaba? No era digno de implorar una plegaria.

No era digno del amor de Teo, haberlo encontrado le parecía demasiado bueno para ser cierto. Como haber encontrado un tesoro. Uno que ahora sabia pertenecía a otro. Era un vulgar ladrón.

Se alejó sigilosamente del corredor: tenia que devolver lo que no era suyo. Tampoco era digno de dirigirle la palabra a Lotario pero tenia que hacerlo, para explicarle... que había sido culpa de Teo, para pedirle que fuera indulgente, para anunciarle que le dejaba el campo libre. Dejaría a Teo en el castello al cuidado de Tomasa e Igor hasta que terminara el ciclo escolar y el se iría a Turquía, a China,  a América, a donde fuera.

No hizo ningún equipaje, no se despidió de Teodoro, pues lo amaba demasiado para poder soportar decirle adiós. Simplemente se subió al auto (aquel mismo auto en el que había pecado esa tarde) y se dirigió al exilio. La primera parada era la Abadía.

 

***

 

Ahí estaba, ahí debía estar... que tontos habían sido. Todos. Generaciones y generaciones de lombardos habían escuchado la leyenda de Teodora y Lotario sin ponerla jamás en duda. Los venecianos habían matado a Lotario y habrían arrojado su cadáver a la laguna. A nadie, absolutamente a nadie se le ocurrió que Lotario podía haber fallecido en el incendio de la Abadía, cuando aun hoy en día Belcançone era parada intermedia entre Milán y Venecia.

Conforme deambulaba por las ruinas débilmente iluminadas por el cuarto creciente más y más intuía Enrico que tenia razón. El valiente caballero, haciendo posta en la aldea o quizá en la misma Abadía debió ofrecer su ayuda cuando el incendio se desató, perdiendo la vida en el proceso como otros tantos. Era un desconocido, un viajero... en el caos subsecuente nadie se hizo cargo de su cadáver, si es que había quedado algo de él. Un fuego tan poderoso como el que acabo con la Abadía podía quemar los huesos hasta las cenizas.

Las sombras lo asustaban, pisar lugar sagrado, cargado de culpa como estaba... por entre los arcos de la iglesia el viento susurraba y las nubes pasaban rápidas frente a la luna, pintando un variante claroscuro.

Tropezó con el trozo desprendido del altar y cayó sobre aquella tierra que jamás había sido exconsagrada. Llorando amargamente rasguñó  la tierra, amasando lodo con sus lágrimas. ¿Bastaría aquel suplicio para perdonar sus pecados?

Se levantó  y anduvo a trompicones hasta el cementerio. Algunas cruces y lapidas se habían sumido cuando el osario inferior colapsó en el siglo XVIII, pero la mayoría seguían en pie. Tan erosionadas que apenas se podía adivinar algún grabado. Nombres no, pues aquel era un cementerio de monjes.

-Lotario - dijo arrodillándose sobre un montón de piedras que juzgo podrían ser la fosa común de los muertos aquel día - perdóname. Teodoro es tuyo. Es demasiado hermoso para ser mío. Teodoro es tuyo.

Una nube ominosamente negra cubrió la claridad lunar. Con los ojos anegados en lágrimas Enrico apenas tuvo tiempo de ver el destello brillante del anillo arco iris en una de las manos que se cerraron sobre su cuello.

 

***

 

Teodoro se quedó toda la noche con la piyama puesta, sólo, en su cama. Tardó horas en conciliar el sueño, mirando obstinadamente la vasta oscuridad para evitar derramar lágrimas.

¡¿Lágrimas de qué?! , se preguntaba molesto. Lotario no era nada de él. Era un pegoste castrante. Era su amigo. Pero no quería pensar en él como en un amigo, porque si lo hacia los ojos se le humedecían. No temía por Enrico, no creía a Lotario capaz de hacerle daño a nadie. O por lo menos no lo creyó hasta que llego la mañana siguiente, cuando vestido y listo para ir a la escuela Enrico no aparecía por ningún lado.

El mayordomo jorobado dijo que el señor barón había salido antes de las once, pero que no había de que alarmarse, pues el señor barón solía darse ese tipo de escapadas. Dudando mucho de que su novio hubiese ido a serle infiel Teo le exigió al mayordomo que sacara el todoterreno y emprendieran el camino al pueblo. Mientras Igor conducía lentamente Teo miraba a ambos lados del camino.

La certeza de que un desastre había ocurrido cayó sobre el cuando vio el ferrari rojo estacionado frente a la iglesia. Jaló la manga de Igor para mostrárselo y alarmado, el mayordomo se dirigió a la Abadía. Estacionó el todoterreno detrás del ferrari y corrió detrás de Teodoro, llamando a voces a su amo.

El destello rubio de su cabello movido por la brisa llamó la atención de Teo en medio de aquel campo verde grisáceo a la luz del amanecer. El brazo de Enrico estaba torcido en un ángulo muy extraño. El sol despuntó en el horizonte el mismo tiempo que Teodoro cayó de rodillas, lo mas cerca que estuvo, durante toda su existencia, de desmayarse.

Mareado, vio como Igor se llegaba diligente a su amo, dándole la vuelta, mostrando un rostro mortalmente pálido. Las yemas de Igor se posaron sobre su yugular, deteniéndose ahí por largos segundos en los que Teodoro sentía que todo daba vueltas.

-Esta vivo. - anunció el mayordomo.

Teo sintió un alivio tan grande que debió haber dado gracias al cielo, pero en vez de eso vomitó sobre la hierba. Mientras el vaciaba arcada tras arcada de baba y bilis Igor llamó por su móvil una ambulancia.

Cuando el mareo cedió empujó a Igor para quedarse el acunando la cabeza de Enrico en su regazo. Unos veinte minutos después la ambulancia llegó. Teo se negó a separarse de Enrico, y como él también lucía mal lo dejaron subir tras la camilla. Se quedó de pie, tieso, bien pegadito a la pared interior del vehículo, sin estorbar a los paramédicos, atento a todos los procedimientos que le hacían a su amado.

Al llegar al hospital Enrico fue llevado a la sala de terapia intensiva. Teodoro se quedo con la cara pegada al cristal de la puerta hasta que un médico fue por él para examinarlo. Un rato después llego una trabajadora social, la misma que se había hecho cargo de el cuando la denuncia por abuso sexual. Teo ni siquiera la reconoció. Estaba demasiado preocupado por Enrico, demasiado absorto en la idea de que Lotario había sido capaz de hacerle daño...

El facultativo que reconoció a Enrico estaba desconcertado. Le comunicó a Teodoro (lo mas cercano a un pariente que el barón tenia ahí) que hasta donde el alcanzaba el barón no había sufrido golpes ni heridas ni fallos cardiacos ni apoplejías ni embolias ni nada en absoluto. Pasando por alto el hecho de que parecía estar en estado de coma, el barón gozaba de un estado de salud envidiable.

-¿Eso quiere decir que no sabe lo que tiene?

-No. - declaró el galeno.

-¡¿Cómo que no sabe?! ¡Usted tiene que saberlo! ¡Es doctor! ¡¿Para que coño fue a la universidad entonces?!

-Le hemos realizado una glicemia, un análisis de gases arteriales, un ionograma y un hemograma: todo esta normal. El electrocardiograma revela un corazón sano y no encontramos nada anormal en la tomografía.

-¿Qué significa todo eso? - preguntó Teo con la voz quebrada, pues como lego que era no entendía los arcanos términos de la medicina - ¿Por qué no despierta?

-No lo sabemos. Su organismo esta bien y no presenta ningún trauma... ¿dice que lo encontró en las ruinas de la Abadía? - el facultativo lo miraba con lástima. Teo asintió. El doctor negó con la cabeza.

-¡Que! - exclamó Teo histérico - ¿Qué significa eso?

-¿Nunca ha oído las leyendas de aquí? Los embrujos existen, joven, aunque no estén reconocidos por la ciencia.

-¿¡Me esta diciendo que Enrico esta embrujado!? - Teodoro estaba lleno de pánico de que un galeno coincidiera con su propio diagnostico.

-Extraoficialmente - dijo- es una posibilidad.

Teodoro cerró los ojos: aquello era una pesadilla.

-Estamos haciendo todo lo que podemos por él. - el médico le tocó el brazo.

Asintió. Se sentó a la cabecera de su cama, acariciándole la cabeza cubierta por un gorro desechable. Hacia menos de veinticuatro horas había estado jadeando en su hombro, ahora estaba con un tubo de oxigeno cruzándole en diagonal la cara.

Una enfermera vino a cambiarle el suero. Cuando se fue Teo tomó la mano piqueteada. Le daba tanta tristeza verlo así que no consideraba el consuelo que era el poder tomar su mano.

Madonna llegó a media tarde. Llamada por Igor la matrona corrió a donde estaba su cachorro. Llegó en una ambulancia de la mejor clínica de Milán, y entró en el hospitalito de Belcançone arrasando. El médico con el que antes había hablado caminaba aprisa a su lado, explicándole y mostrándole hojas con los resultados de los análisis clínicos.

Cuando se detuvo a los pies de la cama de su hijo su primer mirada, llena de angustia, fue para Enrico. Luego reparó en su presencia, y los ojos grises demostraron sorpresa de encontrarlo ahí. De la sorpresa pasó al análisis, como si cotejara todo lo que sabia del muchacho  con su presencia a la cabecera de su hijo, usurpando el lugar que le correspondía.

Con un marido canceroso Madonna entendía de medicina casi tanto como una enfermera, además de poseer ese sexto sentido que solo las madres tienen para la salud de su familia. Era como una leona para defender a sus cachorros, como una hiena en cuanto a líder del matriarcado. A su familia nadie la tocaba, y la intuición de que aquel mocosito mosca muerta tenía que ver con el mal de su hijo bastaba para querer destrozarlo de un zarpazo.

Teo percibió la amenaza en el paso al frente de aquella pequeña mujer y se puso de pie.

-Hola Teo. Tengo entendido que tú lo encontraste, ¿Qué puedes decirme?

Nada. Que estaba bocabajo frente a un túmulo, inconsciente ya. Que de hecho Igor le había sentido el pulso.

-Te habrás llevado un susto terrible. - dijo examinando su palidez - Gracias por cuidar de Enrico, Teo. Pero ya llegue yo para hacerlo. - se volvió e hizo una seña a los camilleros milaneses para que pasaran. Uno lo empujó para poder trasladar a Enrico.

-¿A dónde lo lleva? - el corazón se le aceleró, ¡no quería separarse de él!

-A la clínica de Nuestra Señora de los Remedios, ahí atienden a mi esposo.

Los camilleros se llevaban a Enrico. El que lo empujó llevaba ahora el suero en alto. Teo estiró la mano. No podían llevárselo...

-¿Estará bien allá?

-Es la mejor clínica de Italia. - Madonna comenzaba a impacientarse - Yo soy su madre Teo, yo se lo que es mejor para él.

Aquello le dolió... un "no somos nada" resonó en su mente.

-Pero...

-La servidumbre de mi hijo seguirá ocupándose de ti y del castello. - rebuscó en su bolso - Si te hace falta cualquier cosa telefonea al licenciado Tranzi. Es casi de la familia. Hasta la vista.

Impotente Teodoro vio como Madonna se llevaba a Enrico. Solo alcanzó a mascullar un "Cuídelo" que la matrona no dio señales de escuchar. Se quedó solo, parado en mitad del aséptico cuartito de hospital, pensando que no era posible que se hubieran separado así, sin unas últimas palabras, sin un beso.

Continuara...

 

Notas finales:

Kyaaa!!! Sin un beso :(...

¿Cómo seguira esto? Descubralo el proximo lunes. A las personas que me han dejado comentario, muchisimas gracias: he andado ocupadisima y no he tenido tiempo de responderles pero les prometo que para el lunes sus comentarios estaran debidamente contestandos.

Y sobre el libro que les comente el capitulo pasado, Alexis, para mi es una mierda. La autora se proyecto muy burdamente en su prota y solo habla de ella, de ella y de su mundo interior.

Un besote fantasmal!


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