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El fantasma de la abadía. por nezalxuchitl

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Notas del capitulo:

Kawashita hazu no nai yakusoku ga kyou mo bokura no mirai wo ubaou to suru hoshigatte ita mono wo te ni shite mo. Sunao ni umaku waraenai no wa naze darou.  Afureru namida wa yowasa ya koukai janai: Itami ga unda kakera de.

(Las promesas que no deberían haberse cruzado intentarán y se llevarán nuestro futuro hoy también. Incluso si obtengo lo que yo había querido me pregunto porque todavía no puedo sonreír naturalmente. Estas lágrimas que se desbordan no son de debilidad ni arrepentimiento: son fragmentos que provienen del dolor. Shunkan Sentimental, Scandal, fragmento)

29º Scandal

 

-¡Lotario da Milano, cabrón, aparece ahora mismo hijo de la gran puta! - lo mas florido del lenguaje español brotaba de labios de Teo mientras avanzaba hecho una furia por la nave de la Iglesia, cometiendo sacrilegio, sin saberlo. - ¡Hijo de mala madre, cicatero, mal perdedor!

El Abad despertó, molesto. ¿Qué horas eran esas de pegar semejantes voces? Asomó la cabeza por encima del túmulo de joyas que yacían sepultadas aun bajo el altar, decidido a pegar un buen susto al escandaloso, decisión de la que se retractó a regañadientes al ver de quien se trataba. La manceba del caballero. Menuda lata daban el caballero y su entretenida.

Manteniéndose invisible, indetectable, el Abad lo siguió discreto, protegiendo su tesoro así como enterándose del chisme.

-¡Canalla, bastardo, hijoputa, cabrooooon!!! - la voz se le quebró de dar la nota tan alta - ¡Ven! ¿O tienes miedo?

El Abad se burló de la mocita: ¿miedo un fantasma de un vivo? Que absurdo.

-¡Lotario! - Teo había llegado a las ruinas octogonales - ¡¿Qué le hiciste a Enrico?! ¡Cúralo, por favor, por lo que más quieras! - apretaba los puños, las lagrimas resbalaban por su rostro enrojecido - ¡Cabrón! ¡Cobarde! ¡Te odio! ¿Me oyes? ¡Te odiooo!!! ¡Si no apareces ahora mismo y lo curas te maldeciré, no volveré a dirigirte la palabra!!! ¡Buscaré tus huesos y me cagaré en ellos, hijo de perra!

¡Vaya vocabulario que tenia la barraganita!, consideró el Abad. Pero, ¿Qué otra cosa podía esperarse de la querida de un caballero?

-¡Te odio!  - gritó Teodoro, cuando se dio cuenta de que vociferaba en vano - ¡Te odio! ¡Nunca más volveré a verte! ¡Deseo que sufras y que te mueras y que nunca alcanzes la redención!

Regresó por donde había venido, con paso firme, rápido, pero sin correr. El Abad se aseguró de que hubiera abandonado su Abadía y retomó la labor que había interrumpido por falta de fuerzas: llevar su tesoro de la cripta debajo del altar a su nuevo escondite, entre los huesos de los que habían fallecido la noche de la tragedia. Era un buen lugar ahí, sobre omoplatos y caderas, y sobre todo, secreto para el caballero.

El Abad estaba firmemente convencido de que Lotario quería entregar su tesoro a la mozuela aquella, por lo que juzgó prudente cambiarlo de escondite. No obstante, sin manos con que realizar aquella labor, ésta era lenta y cansada. Trasportarlos con esa misteriosa fuerza que aun poseía era cansado. Le llevaba muchos viajes, y muchos disgustos: no faltaba el ladrón que acechara, como el rubio de la noche pasada. ¡Ja! Lo pilló con las uñas llenas de tierra, retirando las piedras con las manos desnudas... ¡ladrón e imbécil! Buena cuenta había dado de él. No volvería a intentar robar nada.

Satisfecho con el trasporte de una primorosa aguamarina engarzada en una tapita de plata el Abad salió por el pórtico de su iglesia, mirando lo que quería ver: el espectro de lo que había sido en otro tiempo, con campesinos  cargando gavillas y jalando gordos cerdos. ¡Ah, la riqueza del campo!

Un suspiro satisfecho escapó de sus labios. Al darse la vuelta miró al caballero, sentado en el hueco vacío de la roseta. Se veía más triste que nunca. Zumbón, el Abad lo saludó.

-¿Por qué esa cara tan larga, señor caballero? ¿Llegasteis tarde a la cita con vuestra amada?

Lotario miró al hombrecillo ruin y por una vez su vileza no le importó. No le importaba ya nada.

-Teodora... me odia.

-¿Pues que le habéis hecho?

-Amarla...

-Algo decía de un Enrico.

Lotario se encogió de hombros.

-Es su amante.

-¿Le habéis matado?

-¿Yo? - dijo con sonrisa irónica - No podría hacer sufrir a Teodora.

-Pero Teodora sufre.

-No es por mi causa.

-¿Por qué no se lo habéis dicho?

-¿Creéis que me hubiera creído? - chasqueó la lengua - Escuchadme en confesión, señor Abad.

-Ya no puedo absolver los pecados...

-Da igual, oídme: he deseado mal a un hombre y ese mal le ha llegado.

-¿Y no estáis satisfecho? - preguntó incrédulo el Abad.

-No. - dijo - He hecho mal y el mal se ha vuelto sobre mi. ¿Por qué el cielo escuchó suplica tan descabellada?

-Tal vez la escuchó el Maligno. - apuntó oportunamente el Abad.

Lotario se persignó.

-Rezad conmigo por la salud del amante de Teodora.

El Abad no se podía creer los cuernos que soportaba ese tipo. Rebasaba su comprensión, la superaba por completo: o sea, un caballero que en primera no se atreve a matar al amante de su querida, y contentándose con desearle mal se aflige de que su deseo se haya hecho realidad. ¡Y todavía reza por el fulano! Ese Lotario da Milano tendría mucha apariencia y mucha fama de valiente pero para el Abad no era más que un pusilánime y un tonto.

-Dispensadme, pero ya no puedo rezar. - sin embargo, antes de irse, le echó la bendición solo para ver refulgir su precioso anillo arco iris.

 

***

 

Madonna acariciaba la frente de su hijo, checando de reojo sus signos vitales en las pantallas de los aparatos médicos. Su hijo, su precioso hijo. Los médicos lombardos la habían decepcionado. Lo llevaría a una clínica alemana: esos alemanes tenían fama de meticulosos. Y si los alemanes no podían, con los japoneses. Y si no con la Virgen de Lourdes: de madre a madre se entenderían.

Madonna sollozó. ¿Qué tenia Enrico, por todos los cielos, que tenía?

-Mamá. - la voz espantada de su hijo favorito la hizo darse la vuelta, aun sin haberse frotado los ojos.

-Ludovichi... - intentó sonreír.

-Mami. - la abrazó - ¿Cómo está? Estaba en medio de una orgia cuando me enteré, y salí corriendo sin siquiera quitarme el condón.

-Hay hijo, tu siempre con tus chistes...

-¿Cómo esta mamá? - Ludovico la había soltado y acariciaba con preocupación la mejilla fría de su hermano mayor.

-Bien. - contestó  Madonna, cogiendo la impresión de un análisis y estrujándola - Eso es lo malo: todo esta bien con él, menos que no despierta.

Ludovico le levantó el parpado para ver que no estuviera fingiendo, aunque no lo creía capaz de preocupar así a su madre, con lo que la quería...

-Enrico, despierta... - le dio una cachetadita. Frunció los labios - ¿Todo esta bien con él?

-Todo... - dijo la mama desesperada - sus leucocitos incluso están por encima del promedio.

-¿Ninguna herida, ninguna contusión? - Ludovico dio la vuelta con cuidado al cuerpo inerte de su hermano para revisarlo: los putillos le habían enseñado como pegar sin dejar marca.

-Nnno. - titubeó Madonna.

-¿No? - Ludovico enarcó una ceja.

-Estaba un poco... rozado.

-¿Del culo? - preguntó sin delicadeza. Madonna asintió.

-Pero los médicos ya han descartado algo gastrointestinal...

Ludovico levantó las cejas, con sorpresa. Culo rozado más su "hermanita" mas el efebito que tenia por novio daban igual a que Enrico interpretaba el papel pasivo, lo cual, aunque carecía de relevancia médica, era sumamente sorprendente. O peligroso, si mamá decidía que la inexplicable enfermedad de Enrico era ukesitis o algo así, y mandaba castigar al culpable a la italiana. La idea de un Teodoro en cachitos en el canal del desagüe le contrariaba: además de ser un desperdicio Enrico seguro lo lamentaría.

-Habrá usado un papel de baño muy duro.

-Seguramente. - concedió Madonna.

-¿Y el españolito?

-Bien, supongo, se lo encargué a Tranzi.

-No se lo encargaste de ese modo, ¿verdad mamá?

-Por Dios Ludovico, no seas ridículo. - Mamá parecía sincera... pero mamá era mejor actriz que Angelina Jolie o como se llamara la zorra de moda en Hollywood. - ¿Y Federico y Teodorico?

-No se, deben estar por llegar. - dijo sacando el móvil.

-No - lo detuvo Madonna - Ya les hablé.

-¿Y papá?

-Sale a las 5, maldito horario de oficina: solo eso nos dejaron los americanos: el nine to five y sueños ridículos.

 

***

 

Violeta estaba apoltronada en el sofá cama de la sala de estar, con el control remoto en una mano y una bolsa de palomitas de microondas al alcanze de la otra, viendo la película de Hannah Montana para mitigar la soledad que sentía por las tardes en su casa vacía.

El trajín de las llaves y de la puerta abriéndose le indicaron que ya no estaba sola. Saltó del sofá y corrió hacia el vestíbulo, segura de encontrar a papá porque no había oído el auto.

-¡Papito! - gritó lanzándose abierta de brazos a la puerta que se abría.

Pero no era papito quien llegaba. Con un gesto terrible y hosco, peor que el de la vez que le rompió uno de sus cómics de Asterix...

-¡Teo! - a  Violeta le dio la impresión de que Teodoro la iba a morder, pero solo gruñó algo parecido a un "hola".

A pesar del peligro que entrañaba, Violeta lo abrazó. El chico la asió fuertemente entre sus brazos, pero solo un instante.

-¡Teo! ¡Que alegría! ¿Pero que haces aquí?

¡Uff! En llegando y ya le estaban pidiendo explicaciones: mierda de vida. Arrastró su maleta de rueditas hasta al lado de la mesita y ahí dejo caer su mochila. Luego se dejó caer a si mismo en el sofá.

-Apaga esa mierda. - dijo señalando con la cabeza a Hannah Montana. Violeta se apresuró a obedecer.

-Teo, ¿Qué haces aquí? No te esperábamos hasta finales de julio.

Teo frunció el ceño: odiaba dar explicaciones.

-Mi tutor se enfermó y tuve que regresar.

-¡Dios santo! ¿No será nada grave, verdad?

Teo se encogió de hombros y rechinó los dientes antes de contestar:

-¡A saber!

-¡Teo! ¿Pero como puedes ser tan indiferente con una persona que te cuidó?

-Metete en tus asuntos, ¿quieres?

Violeta giró el control remoto entre sus manitas, cabeza gacha.

-Lo siento Teo. Yo también estaría de malas si me hubieran agüitado mis vacaciones.

-Ven acá. - Teo indicó el hueco entre su brazo y su cuerpo. Como un cachorrito feliz Violeta se abalanzó ahí. Teo inclino su cabeza hacia ella; su hermana no tenia la culpa de sus problemas. - Oye... ¿crees que podrías ayudarme a esconderme? Ya sabes, subiéndome comida de contrabando, para que mamá no se entere de que estoy en casa...

-¡Que malo eres! ¿Por qué no quieres que mamá se entere de que estás en casa?

Teo hizo gesto: mamá era la persona mas fastidiosa del mundo, siempre metiéndose en lo que no le importaba, queriendo apuntarlo en el club de futbol, organizándole campamentos para el verano, diciéndole que porque no era un niño normal...

-Por el mismo motivo por el que no le contestaba el teléfono.

-¡Que malo! ¿Y papito? ¿Tampoco quieres que se entere?

Papá era harina de otro costal. El si lo aceptaba aunque tampoco lo entendiera. Lo defendía de su agresiva mujer con frases como "déjalo ser Sabella, que el niño no juegue futbol no quiere decir que sea un subnormal".

-No, tampoco. Mamá siempre le saca la sopa.

Violeta se rió. Teo había extrañado mucho esa risa cristalina y alegre. De niña.

-¿Cómo es Teo? - Teo se alarmó: por un segundo creyó que se refería a Enrico...  pero Violeta no podía saber.

-¿Italia?

-¡Si! Debe de ser hermosa con todos esos castillos y príncipes y...

-Ja, pues si tú me vas a contar como es no sé para que me preguntas.

-Lo siento. - Violeta tenía una patológica necesidad de disculparse.

-Es muy bonita. Muuuy bonita. - afirmó con convicción.

-Neee... ¿me estas hablando de tu novia o de Italia?

-Italia. No tengo novia, ni creo tenerla nunca.

-¡Bah! Ni que fueras Javiercete...

-¿Cómo esta Javiercete?

-Bien... normal. Exentó matemáticas.

-Claro.

-¡El coche! Ahí viene mamá: ¡escóndete! - lo urgió Violeta.

Teo se planteó el subir a toda leche con sus maletas. Pero iba a dar lo mismo. Se quedó ahí. No tardó en aparecer el cuerpo perfectamente en forma de Isabel, enfundado en ropa deportiva de marca, de rigor. Con una bolsa de papel de una tienda naturista llena de brócoli. Mierda de vida, repitió Teodoro, brócoli.

-Violeta, niña, nunca me ayudas a meter las compras... - se quejó sin siquiera mirarla.

-¡Mira mamá, quien esta aquí!

-¡Teodoro! ¡Hijo! - pareció que Isabel iba a lanzarse a abrazar a Teo, pero su personaje de madre responsable se impuso. Así que se cruzó de brazos y le dirigió la mirada que recomendaban para meter en cintura a los hijos sin necesidad de violencias tales como prohibirles mirar el televisor en el programa de variedad matutino. - Vaya, es un honor. ¿A que debemos tu visita?

-Mi tutor se enfermó y tuve que regresar.

-¿De donde sacaste para el pasaje?

-Mi tutor me dio.

-¿Y porque no habló ese tutor tuyo para decirnos que te mandaba de regreso?

-Porque no puede hablar.

-¡Ah, vaya! ¿Mudo?

Teo la miró con fastidio: su madre, jugando a ser sarcástica, era un incordio.

-En estado de coma, madre.

-¡Oh! - Isabel se quedó perpleja: no estaba nada bien visto hablar mal de ningún enfermo o discapacitado - ¿Por qué no contestabas mis llamadas? Estaba preocupada por ti.

-Tenía muchos estudios. La educación en Italia si esta buena, no como aquí.

-Pues lastima. Tendrás que conformarte con lo que Andalucismo Andaluz te puede ofrecer - sonaba desalentador - porque tu padre y yo no tenemos dinero para pagarte los estudios en el extranjero.

-Pero si tienes para pagarte el manicure, ¿no?

-No me hables en ese tono jovencito. El manicure me lo hace mi amiga la Pilarica a cambio de lecciones de cardiopilates. ¿Terminaste los exámenes?

-Si.

-¿Ya te dieron los resultados?

-No.

-¿Entonces?

-Me los van a dar por Internet. - ya se inventó, estuvo tentado de añadir, pero no quería pelear. Súbitamente se sentía muy cansado. Su mamá asintió. Dio un paso al frente y le tomó ambas manos.

-Hijo, me tuviste de verdad muy preocupada, a mi a y a tu papá. Yo se que eres joven y quieres divertirte, pero por favor no olvides que somos tu familia.

-Esta bien... - Teo sintió ganas de desahogarse en su regazo, de llorar, de contarle que lo habían separado de su amado sin permitirle siquiera darle un beso de despedida, de lo terriblemente desesperado que estaba, de la traición de su amigo, de...

-Ya... - sin darse cuenta de cómo, su madre lo tenia abrazado, protectora, aunque era menos alta que él - cuando quieras me lo contarás...

Violeta contemplaba la escena asombrada: ¿había algo malo con su hermano?

Teo asintió. Ambos sabían que ese "cuando quieras" no llegaría jamás. Pero mamá estaba ahí para apoyarlo.

-Voy a cocinar al vapor este nutritivo brócoli para la cena.

Sus dos hijos pusieron gesto.

Continuará...

 

Notas finales:

Scandal me mola un monton. Les dejo el link a la cancion completa, con letra y una traduccion que aunque no esta muy molona esta completa:

http://www.onlylyrics.com/hits.php?grid=16&id=1040718

la siguiente traduccion esta mejor (claro, tiene la marca de calidad de Trigosubs: ¡los amooo!!! ¡Y Mikael tambien!!!):

http://www.youtube.com/watch?v=ZFtEVM4w2v0

 

Proximo capitulo: "Por lo que mas quieras" no te lo pierdas!!!

 


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