Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El fantasma de la abadía. por nezalxuchitl

[Reviews - 339]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

You know that it would be untrue, you know that I would be a liar if I was to say to you girl, we couldn't get much higher.  Come on baby, light my fire, come on baby, light my fire!  Try to set the night on fire! Try now we can only lose, and our love become a funeral pyre! Come on baby, light my fire!!!

(Sabes que podría ser falso, sabes que podría ser un mentiroso si yo te dijera no podemos elevarnos mas. Vamos nena, enciende mi fuego, vamos nena, enciende mi fuego! ¡Trata de prenderle fuego a la noche! Inténtalo: ahora solo podemos perder, y nuestro amor se convierte en una pira funeraria. ¡Vamos nena, enciende mi fuego!!! Light my fire, The Doors, fragmento.)

32 º Clash of the titans.

 

Sabella no esperaba que nadie llamara a su puerta dos veces en menos de tres minutos. Ni siquiera el cartero era así de desesperado.

-¡Ya voy, ya voy! - dijo malhumorada, blandiendo el plumero con el que sacudía aquella mañana sabatina. Al abrir la puerta se quedó estupefacta.

Una reina llamaba a su puerta: su traje sastre era Chanel legitimo, de la colección que todavía ni salía, sus medias gritaban seda y sus zapatillas eran las de tacón de titanio de Manolo Blahnik. Los diamantes de su collar debían valer tanto como su casa, pero brillaban menos que sus ojos.

-¿Doña Isabel Mendoza Ganzúa? - preguntó con acento suave, cantarín.

-Si... - respondió confundida, avergonzada de su facha de ropa deportiva - ¿Quién me busca?

-Soy la marquesa Manzoni; el joven es mi hijo Ludovico. - el menor de los Benzi era el único sin titulo. - ¿Nos permite pasar?

-¡Ah! - Sabella tenía la escoba y el trapeador en la sala de estar. Pero no podía tener a una marquesa parada en la puerta, con sus pendientes de diamantes refulgiendo al inclemente sol. - Adelante. Disculpad el tiradero.

Madona y Ludovico entraron, este último echó una ojeada al desorden. Dijo algo en italiano a su madre que esta tradujo con un gesto de leve reproche.

-Dice mi hijo que no se apure usted señora, que su casa nunca ha estado así de limpia.

Mortificada, Sabella sacó los instrumentos de limpieza al vestíbulo y gritó a Violeta que bajara a preparar una limonada. Dietética, obviamente. Se quitó el delantal y se sentó frente al sofá cama donde sus visitas habían tomado asiento.

-En un minuto nos traen algo de beber. - se oían pasitos que corrían en el piso de arriba.

-Gracias. Debe usted disculparnos por lo intempestivo de nuestra visita, pero el asunto es de vida o muerte.

-¡Señora! Me espanta.

-Soy la madre del barón Enrico Benzo, el tutor de su hijo Teodoro en Italia.

-Aja. Teodoro me comentó que su tutor se enfermó.

-Así es.

-Que pena, ¿Qué tiene? - se oyó que algo de cristal se rompía en la cocina. Sabella negó con la cabeza.

-No lo sabemos a ciencia cierta, pero parece que es tanto autoinmune como psicológico.

-Que pena... - repitió Sabella.

-Por eso necesitamos a su hijo.

Violeta entró en la sala, con lo que dio tiempo a que su mamá asimilara lo dicho por la marquesa mientras servia las limonadas en vasitos de cristal desde una jarra de plástico. Casi le tiró encima la bebida a Ludovico por estarlo viendo. ¡Era guapísimo! ¡Era como un príncipe rockero! Ludovico le guiñó un ojo: podía tolerar la admiración de una niña. Sobre todo si esta tenia los mismos ojos con pestañotas de su cuñadito.

-¿A mi Teo?

-Si.

Ludovico sorbía para disimular la risita socarrona. El buen humor le había regresado desde que Enrico salió de aquel coma tan profundo. Se había carcajeado ante la indignación de mamá al descubrir que su bebé no la llamaba a ella sino al noviecito. Pero lo mejor fue cuando papá trató de tranquilizarla con aquello de que ya lo decía la Biblia, que el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su mujer, porque entonces mamá estalló con que todavía pasaba si fuera una mujer, pero un chiquillo mosquita muerta era el colmo. Exteriorizó sus teorías sobre que la enfermedad de Enrico bien podía deberse a que ese mocoso hubiera enyerbado a su hijo para violarlo, por lo que se determinó a ir por el a España o al infierno, y que mejor compañía que Ludovico, para traérselo por las buenas o por las malas.

-No la entiendo señora...

-De Benzi. - Madona cambió la pierna que mantenía elegantemente detrás de la otra, con la falda impecablemente lisa - Mi hijo necesita al suyo para sanar.

-Oiga, si se trata de un trasplante o algo... - no estoy dispuesta, iba a decir Sabella.

-Tranquilícese señora Mendoza.

-Señora de Haro. - dijo molesta: para algo se había casado.

-Señora de Haro. No es físico lo que necesitamos de su hijo, sino psicológico.

-¿Cómo?

Violeta espiaba muy atenta desde la puerta, aunque casi no podía apartar los ojos del apuesto príncipe rockero.

-Mi hijo llama insistentemente al suyo en su delirio. - Madona no podía ocultar su despecho: un extraño robándole el corazón de su hijito.

Sabella se quedó como Javiercete, tardó en responder.

-¿Por qué?

-Es que se encariñaron mucho... - dijo Ludovico con cara de absoluta inocencia: le parecía divertidísimo que la cura de su hermano fuera una "inyección de penecilina". Desgraciadamente, a Madona no se lo parecía tanto, por lo que le dio un pisotón con sus tacones de titanio.

-¿¡Se encariñaron!? - a Sabella todo aquello le empezaba a sonar a tomadura de pelo. Incluso a estafa, si los diamantes de la marquesa no fueran legítimos. - ¿Qué quieren exactamente de mi hijo? O sea, les agradezco mucho lo que hicieron por el en Italia pero eso no les da derecho a venir y tomar su sangre o lo que sea que necesite su hijo.

¡Su sangre, aaaag!!! ¡Madona quería bañarse en ella!!! Culpaba de todo a Teodoro de Haro.

-Por supuesto. - dijo ecuánime, dejando el vasito vacío de limonada. - Es un favor. Se lo pido de madre a madre... los médicos dicen que es muy probable que mi hijo se recupere mas de prisa si tiene cerca lo que quiere. - Madona omitió decir que también lo decía "El decamerón".

-Lo que quiere, o sea, mi hijo. - Sabella estaba molesta de que aquellos ricos vinieran a por su hijo como a por una medicina, o sea, como si estuvieran en la época feudal y las acciones de Andalucismo Andaluz no hubieran traído el progreso.

-Por favor señora. - Madona la miró con sus grandes ojos expresando necesidad, como cuando decía que no podía pagar mas por la máscara del faraón - Su hijo no se verá perjudicado en nada: solo le pido que le permita ir a tomar la mano de un enfermo que no cesa de pedir por el. Hágalo por caridad. No le costara nada, nosotros pagaremos todos los gastos.

Sabella revolvió su limonada, incomoda. Visto así se veía mal no conceder una petición a un enfermo... pero todo aquello no dejaba de parecerle raro.

-Que decida mi hijo: es él quien debe hacerlo.

Madona asintió.

-¿Nos permite hablar con el muchacho?

-Nada mas que llegué. Salió a ver al cura con su amigo Javiercete.

-¿Al cura? - preguntó Madona, quien no quería dejar pasar ninguna pista sobre Teodoro.

-Si, se la viven con el cura estos muchachos, creo que hasta se quieren meter a curas.

Ludovico dijo algo en italiano que Madona consideró prudente:

-¿No lleva móvil, para llamarlo? Tenemos prisa.

-Ahí esta su número - Sabella les pasó el teléfono - pero nunca contesta.

 

***

 

-Tengo mucha fe en este ritual. - dijo el padre Oñate mientras preparaba lo necesario en el escritorio de roble.

Teo estaba de pie con los pulgares en los bolsillos de jean rotete, desganado. Mikael igual había tenido mucha fe en colgarle un buda, pegarle con engrudo papeles de arroz con palabras mágicas japonesas y dibujar una kekai, una barrera mágica japonesa a su alrededor. Aquello fue largo, tedioso, asqueroso (por el engrudo) e inútil. Lotario había llegado puntual y patéticamente aquella misma noche.

Teodoro se hacia el dormido para que el fantasma no le hablara, y si hacia como se despertaba, harto de que le sujetara la mano, se volvía invisible, aunque seguía sintiendo su presencia. La timidez de Lotario le parecía chocante, aunque no tanto como su insistencia. Si esa noche se le aparecía, lo cual sospechaba seria bastante probable, a pesar del ritual de indios pieles rojas que el padre iba a efectuar, le iba a gritar unas sus verdades en su cara, como que el mismo se lo había buscado dañando a Enrico, que si de veras lo amaba tendría que dejarlo ir, que si tan siquiera lo conociera habría sabido que no iba a perdonarle una acción así.

Si Teodoro hubiera medido la cantidad de tiempo que dedicaba a pensar en Lotario, en que decirle, en lo dolorido que se sentía, se habría dado cuenta de que era más tiempo que el que dedicaba a lamentarse por la pérdida de Enrico, a lamerse las heridas provocadas por sus besos indelebles. Teodoro nunca había rezado por su bienestar. Estaba tan lleno de ira, de dolor, de frustración que no quería dar cabida a ningún sentimiento piadoso. Era demasiado orgulloso para pedirle a aun Dios al que no se creía digno de pedirle nada.

Y, era tanto lo que extrañaba a Enrico por un lado y a Lotario por el otro, que si dejaba fluir ese sentimiento se desbordaría y se pondría a llorar. Y era demasiado hombre para llorar. Asi que se reprimía, aplicaba la formula de que si no le decía no se daba cuenta y andaba de mal humor todo el día. O casi.

Una peste dulzona de hierbajos quemados lo volvió a la realidad. Tosió y abanicó el humo con la mano.

-¿Qué es eso padre?

-La salvia hijo. - parte indispensable de cualquier ritual nativo norteamericano - ¡Venga, Javiercete! - llamó fuerte al chico que estaba sentado en la contemplación de combinaciones numéricas que nadie mas podía ver. - ¡A cantar lo que esta en esas hojitas!

Segundos después Javiercete se levantó, cogió unas hojas engrapadas y se puso a canturrearlas monótona y lentamente:

-Je...ya ju...e...lla o...je...yaju...e...lla

Mikael negaba con la cabeza, sosteniendo el atado de salvia que llenaba de humo la sacristía.

-Léelo, hijo, léelo.

-No soy lelo - se interrumpió Javiercete - sólo tengo un leve retraso cognitivo.

Su mamá le había enseñado a responder así a los grandullones.

-Nooo hijo! - Mikael manoteo con el ramo de salvia - No te digo que seas lelo, sino que lo leas.

-Pues lo leo.

-¿No lo puedes leer mas rápido?

-Pues no.

Mikael suspiró. Teo, que estaba descamisado para el ritual se cruzó de brazos, conteniéndose para no empezar a gritarles que eran unos gilipollas que no sabían hacer nada bien. No podía: uno era cura y el otro amigo.

El padre fue al ordenador a poner cánticos nativos norteamericanos en youtube, partió la rama de salvia en dos, dio una a Javiercete y le mostró como debía hacerle la limpia a Teodoro, sahumándolo con la hierba quemada, danzando en torno. Aquello torno surrealista cuando los cánticos indios, que parecían ser una introducción, variaron a música heavy. Nigthwish, reconoció Teo, un par de locos me están haciendo una limpia con música de Nightwish de fondo. Mikael se dio por satisfecho cuando Teo quedo ligera y parejamente tiznado.

-¿Cómo te sientes? - le preguntó con afable sonrisa.

"Como un imbécil" estuvo tentado de responder, pero se encogió de hombros. Cogió su camisa, pero al verse tan tiznado optó por no ponérsela. Volvió a dejarla sobre la mesa.

-Verás que con este ritual si te libras del fantasma: lo diseñó el mismísimo Romain du Draguan. - le mostró el libro. Teo lo tomó con desgana y lo hojeó, parecían puras gilipolleces: hierbas, ruegos a la madre tierra... hasta que en la solapa trasera se topó con la foto del autor, un presunto satánico que había causado revuelo años atrás.

-¿Este es el autor? -preguntó Teo una octava mas agudo de lo que le hubiera gustado - ¿El de los Horrocruxes?

-Si, pero esto no es satánico hijo, sino nativo norteamericano. - no se pasa por el RERISYRC impunemente. - A du Draguan le funcionaba de maravilla.

-¡Si, porque tenia a todos los diablos a su servicio! - Teo bufó.

-No hijo, solo a uno. Una.

-¿Se lo contó en persona padre? - preguntó en sarcasmo, pero de inmediato temió que el curita hubiera hecho brujería.

-No, me lo contó mi amigo Henno, que estuvo a cargo del caso.

-¿Su amigo Henno? - frunció las cejas tratando de recordar lo visto hacia mucho tiempo en el telediario.

-Si, Henno Gui: es exorcista de la Orden del Temple.

-Exorcista de la Orden del Temple. - repitió Teo.

-Ajá.

-Y amigo suyo.

-Ujum.

Teo se esforzó por comunicarse con paciencia, como si tratara de explicarle la teoría de la relatividad a un reguetonero:

-¿Y porque no le comenta a ese amigo suyo mi situación a ver si él puede ayudarme?

-¡Hombre! Pues no es mala idea. Le voy a mandar un correo.

-Perfecto. - dijo Teo con una sonrisa que no sabia de donde sacaba - Hágalo, pronto, por favor.

-Claro. - el padre ya estaba buscando mas novedades de anime en el youtube. - Nos vemos, entonces. No se les olvide venir mañana a misa.

-No padre. - Teo no pensaba dejarlo en paz hasta que ese amigo exorcista estuviera delante de el para exorcizarle a Lotario.

-¡Venga Javiercete! - habló con voz clara y fuerte - Hala.

Javiercete fue a besar la mano sobre el mouse del padre y salio detrás de Teo. Pasaba del mediodía y el sol caía a plomo sobre las calles centrales de Castilleja. El sol arrancaba colores con su fuerza a los viejos muros, cansados de tanto reflejar: piedra desnuda o encalados de colores ocres.

Se daba la situación de que el centro histórico de Castilleja había quedado aislado por sus viejos muros, medio derruidos todos ellos, con sus puertas abiertas, ampliadas, o tiradas para permitir el paso de los automóviles. El barrio de los muchachos estaba extramuros, en una colonia de obreros pobres de los años 70's que había pasado a ser zona residencial. Tomaron el camino de la Vega, el mas directo, y que pasaba por un viejo acueducto romano (o que pasaba por tal) bajo cuyo arco podían pasar peatones, burros y motocicletas. Al fresco de la vega descuidada, jardín casi salvaje en el corazón de la ciudad, se detuvieron a comer moras, golpeando las ramas superiores (las inferiores ya estaban peladas) con una escoba vieja tirada ahí como mucha otra basura. Los frutos maduros llovieron sobre ellos, manchándolos con su color carmín.

Así que cuando finalmente llegaron a casa de Teo no presentaban un buen aspecto. El tufillo a humo de hierba los precedía, el torso renegrido de Teo presentaba manchas como moretones y Javiercete parecía que se hubiera revolcado en el contenedor de basura.

Madonna frunció su encantadora naricilla frente al mocoso que le robaba el corazón de su bebé, y que tenia pinta de ser un marihuanillo pendenciero. Ludovico en cambio, sonrío ampliamente: a este fue al primero que reconoció Teo cuando sus ojos se acostumbraron a la penumbra.

-¡Ludovico! - exclamó, y dio un paso atrás.

Ludovico agitó la mano. Madonna se puso en pie, y Sabella detrás como un resorte; las dos empezaron a hablar a la vez:

-Teodoro...

-Hijo...

- ... necesitamos...

-... estas personas quieren...

-... que vengas con nosotros.

-...que vayas con ellos.

Las dos madres se fulminaron con la mirada, pues cada una creía que la otra debió cederle la palabra, una por estar en su casa, otra por ser noble.

-Dona Madonna - dijo reconociéndola - mamá, ¿Qué pasa?

Sabella abrió la boca para decirle pero Madonna se adelantó y le cogió de las manos, a pesar de estar mugriento.

-Enrico te necesita.

-¡¿Enrico!? - Teo sintió que se le aceleraba el pulso.

-Así es  - dijo mamá Sabella - Esta señora sostiene que su hijo te necesita para curarse, como si fueras su medicina.

Ludovico soltó una carcajada al recordar su chiste de la "penecilina".

-¿Qué tiene Enrico? - la angustia de su pregunta no se le escapó ni a Violeta, quien espiaba por el resquicio de la puerta.

Ante la mirada atónita de Sabella Madonna solo repitió:

-Te necesita.

Teo sintió un nudo en la garganta y evadió la mirada de los ojos oscuros. Asintió.

-Tenemos el avión listo en Sevilla.

-Ok: me baño, me visto, me hago la maleta y nos vamos.

Madonna iba a decir quizá que no había tanto tiempo cuando Isabel hizo valer su autoridad madre.

-¿¡Como que te vas?! ¡No sabes para que te quiere esta gente!

-No son contrabandistas mamá. - tanto Madonna como Ludovico despuntaron un cuarto de sonrisita colmilluda - ¿Para que me quieren? - preguntó a Madonna. Esta explicó la versión oficial, lo que decían los doctores - ¿Oíste mamá? No es nada malo, serán un par de días. - dijo, confiando en que fueran mucho más.

Madonna, por su parte, no pensaba soltarlo nunca si de veras resultaba ser lo que necesitaba su bebé para estar bien: Teodoro se convertiría en un mal necesario.

-Vamos mamá. - Teo sentía pena por su mamá, pero se consideraba lo bastante grande para no tener que pedirle permiso. - Incluso podré recoger mis calificaciones en persona.

Al oír que Teo se preocupaba por primera vez en voz alta por su futuro Sabella se alegró: soñaba con un brillante porvenir para su hijo; desde que estaba en su vientre había hecho por su educación leyéndole, estimulándolo con música y masajes. Si Javiercete, ese pobre niño medio discapacitado apuntaba alto su Teo llegaría mucho mas arriba, mínimo, imaginaba la devota madre, a presidente de Andalucismo Andaluz.

-Me gustaría que esperaras a tu padre para que contaras también con su permiso.

Fernando trabajaba medio día los sábados.

-Quizá llegue mientras me baño, me visto y me hago la maleta. ¡Venga Javiercete, ayúdame!

Ludovico reparó en aquello que había confundido con un perchero: ¿seria la mascota de la familia? ¿En España dejaban tener gente de mascota? De ser así tendría que mudarse.

 Los muchachos desaparecieron por la puerta donde Violeta los esperaba para acosar a preguntas a su hermano mientras le ayudaba a hacer la maleta.

Madonna se volvió a Sabella y le preguntó:

-¿Acostumbra llegar su hijo siempre en esas fachas?

-No. Ha estado haciendo cosas raras con el cura.

La cara de Ludovico se iluminó al oír aquella posible mencion a una  fantasía nunca realizada.

-No esa clase de cosas. - puntualizó Isabel al verle la sonrisa - Nuestro cura es muy bueno, no es pederasta ni nada de eso, solo que esta un poco chiflado. Javiercete le sigue la corriente y como Teo es muy amigo suyo... - dejó flotando en el aire Sabella.

Continuara...

 

Notas finales:

Hoy me sentia setentera: peli y cancion de los setentas para el titulo y las notas del capitulo. Pero comprendanme, Jim Morrison es papacito y la version viejita de la furia de titanes mola un monton, nada que ver con el puto remake. Y el encuentro entre Sabella y Madonna es un verdadero choque de titanes, jajaja!!!

Les dejo el enlace a la cancion:

http://www.youtube.com/watch?v=0LtPVBqQsf8&feature=related

Proximo capitulo: Lotario y Enrico, kyaaa!!!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).