Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El fantasma de la abadía. por nezalxuchitl

[Reviews - 339]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Dies iræ, dies illa, solvet sæclum in favilla, teste David cum Sibylla!

(Día de la ira, aquel día, disolverá los siglos en cenizas, ¡así lo profetizaron David y la Sibila! Tomas de Celano, Dies iræ, fragmento.)

43º  Redemptoris.

 

 

Agnese Sidonia dormía intranquila. Había imaginado que una especie de paz celestial descendería a ella en cuanto realizara su obra redentora, pero no había sido así. El cansancio de trabajar hasta altas horas de la noche como mesera sumado a ese otro cansancio poco definible seguía acompañándola al meterse al lecho.

No había experimentado ninguna epifanía, ninguna apoteosis. Seguía sintiéndose tan desdichada como desde el día que realizara su venganza. Buscaba la redención como un perrito faldero busca un refugio de la lluvia. Hacia mucho frio ahí afuera, estaba muy sola... ¿siempre había estado así?

El ardor, el ahínco con el que buscaba al inquisidor que había insertado en su alma por medio del odio (si, el odio es tan fuerte como el amor, y mas común) había desaparecido dejando una desconcertante quietud, como si en lo mas violento de un incendio el fuego se hubiera apagado súbitamente, dejando cenizas grises en torno a tu sorprendida persona.

Agnese comenzaba a sentirse enojada: Edmundo Dantes tenía un final feliz luego de realizar su venganza. ¿Por qué ella no? ¿Dónde estaba la Haydeè con la que habría de pasar el resto de su vida? No le habían advertido que después de lograr su objetivo se enfrentaría a la nada. Nada le quedaba por hacer... salvo aspirar a la redención. Tal vez por esto aspiraba a ella, aunque desde lo más íntimo de su corazón no creía que fuera posible.

Quizá por eso su animadversión contra el Salvador. Bruja pagana, al fin y al cabo, creía que lo hecho no se podía deshacer. No había manera de corregir los errores: podía fingirse la virginidad pero no recuperarse.

En medio de su sueño sintió que se acercaba a un lugar familiar. Muy blanco y muy basto. Un piso para demarcar arriba y abajo, y ella desnuda, sola, sin encontrar la Puerta por ningún lado. Una risita infantil, escalofriante, le erizó los pelos de la nuca. La Guardiana sin rostro estaba detrás de ella.

-Que ridícula. - le dijo - Haciéndote la víctima. ¿No conseguiste lo que querías? ¿De que te quejas? ¡Paga el precio! Nada es gratis.

-¿Dónde esta la Puerta? - preguntó Agnese angustiada - ¿Por donde voy a ir a la salvación?

-Si no la ves es que no puedes cruzarla.

-¿Me dices que no sabre si estoy condenada hasta que me muera? - la Guardiana continuo riéndose - ¡Que injusta eres!

La Guardiana se calló de golpe. Agnese sintió temor.

-Mide tus palabras, humana. Yo soy la justicia. Y no estoy ciega, como ustedes, minúsculas criaturas, se empeñan en engañarse. Yo lo veo todo. Yo extraigo tu corazón y lo peso contra la pluma de Maat. ¡Ay de ti si resultas más pesada!

Agnese sentía el miedo anegándosele en la boca de la garganta, la mano helada introduciéndose en su pecho, apretando su corazón, que palpitó purulento, por todas sus malas acciones. Agnese temió que lo sacara en ese mismo instante y lo pesara contra la pluma de la verdad. Perdería, si lo sacaba ahora, pesaría más...

-¡Aléjate! ¿Acaso creías que la redención se lograba tan fácilmente? ¡Jajajaja!!!

Las carcajadas de la Guardiana sin rostro resonaban aun en sus oídos cuando se despertó, sudorosa, en su habitación con vista al Guadalquivir.

 

***

 

Teo y Enrico despertaron después del mediodía. Al dirigirse al pueblo para enterarse de que cosas quedaban por hacer en la escuela vieron una enorme afluencia hacia la Abadía. Temiendo por Lotario Enrico enfiló el ferrari rojo hacia el lugar antes de que Teo dijera nada.

Había tanta gente que tuvo que dejar el auto aparcado fuera del camino de terracería y dirigirse a pie hacia el lugar. Al reconocer a su antigua secretaria entre los curiosos le preguntó:

-¿Qué pasa?

-¡Señor barón! - exclamó la pelirroja. Teo la escaneó con rencor que la otra malinterpreto irguiendo orgullosa la pechuga - No lo sé. Dicen que han hecho vandalismo, pero yo creo que fueron los fantasmas.

-¿Vandalismo?

-Si, si, venga, mire. - la joven los condujo dando de empeñones para abrirles paso hasta el borde mismo de la tierra quemada en forma de ovalo - ¿Lo ve? Ese viejo arco se cayo, y botaron los pobres huesos por todos lados.

-¿Quién haría algo así? - preguntó alguien.

-¡Debieron ser los anarquistas! - gritó un anciano, levantando su bastón. - ¡Deshonran a nuestros muertos!

Un coro aprobador se reunió en torno a él.

-¡Estúpido! - le gritó un hombre - ¿Qué no ves que esa marca es la de un platillo volador? ¡Esto lo han hecho los aliens!

Los simpatizantes de culpar a los anarquistas se mofaron de el, pero el de los aliens encontró aliados. La secretaria pelirroja se santiguó.

-Para mi que lo han hecho los fantasmas. Dicen que había un remolino y luces del infierno, rojas.

-No es cierto, estaba oscuro. - la contradijo otra mujer.

-¡Italianos! - mascullo Enrico, apartándose. Teo fue tras el. - ¿Tienes modo de saber si el esta bien?

-Puedo llamarlo, pero no estoy seguro... hay mucha gente... si el esta herido tal vez no pueda hacerse invisible.

-¡Oh! - Enrico se había tapado la boca horrorizado - ¿Por qué estaría herido?

-Porque el... quedó de vengarte. Contra el Abad.

Desde lo más profundo de su alma Enrico deseo ver a Lotario. El fantasma, al sentirse llamado por un alma que estaba vinculada a la suya abandono gozoso aquel lugar, y grande fue su sorpresa al llegar y darse cuenta de que quien lo había llamado era Enrico.

-¡Lotario! - gritó este, saltando a abrazar el aire. Algunos curiosos lo voltearon a ver, Teo, para disimular, lo abrazó.

-¿Puedes verlo? - Enrico asintió conteniendo las lágrimas: podía verlo perfectamente y estaba bien. - ¿Por qué te muestras a Enrico? - preguntó usando la mente a Lotario.

-Yo no me he mostrado. - respondió aún sorprendido el fantasma.

 Las palabras de la gitana, de que su novio solo podría verlo mediante un vínculo de amor le hicieron sentir como un retorcijón. Disimulándolo lo mejor que pudo preguntó a Lotario:

-¿Estas bien? ¿Fue difícil? ¿Por qué tardaste tanto?

-Teodora... ¿te preocupas por mi? - inquirió Lotario enternecido.

-Por supuesto que me preocupo por ti, ¡somos amigos!

Un dulce dolor invadió a Lotario, tomó las manos de Teo entre las suyas.

-Discúlpame: el Abad estaba durmiendo, y no aparecía.

-Esta bien, no fue eso lo que quise decir... ¿estas bien verdad? ¿No te paso nada?

-Nada Teodora, Dios me protege, sin duda gracias a tus oraciones.

Teo casi carraspeó: ¿sus oraciones?

Enrico miraba con un nudo en la garganta: Teo y Lotario, los dos comunicándose de un modo que el no podía, excluyéndolo, pero no se sentía mal por el sino por ellos... se veían tan bien juntos. Sintió que estaba de más.

-Vayamos detrás de ese árbol. - dijo Teo en voz alta - Ahí podremos hablar tranquilamente... ¿Y bien? - dijo en voz alta - ¿Qué pasó con el Abad?

-No lo se Teodora. - Lotario le refirió el episodio. Enrico sintió miedo, acercándose instintivamente a los dos, pero Teo, que sabia en que cosa se había convertido el Abad sintió como un escalofrío que le helara la columna vertebral.

-Entonces... ¿tu no sabes a donde ha ido? ¿Qué le ha pasado?

-Ya te dije que no, y lo siento mucho,  pues tampoco creo poder averiguarlo, pues el Abad era el único fantasma que conocía.

-¿Y los monjes?

-Nunca he hablado con ellos, no se siquiera si son fantasmas como yo. Mas no te acongojes mi señora, no creo que el Abad este bien... me pregunto incluso si no nos habremos excedido en el castigo.

-Ese hombre merecía lo que le paso. - afirmó Teo - Vete a saber a cuantas personas mató antes de tratar de matar a Enrico. - aprovechó el tema para sacar el punto a colación - Enrico mismo estaría muerto de no ser por ti. - con la mirada le pidió una explicación.

Lotario se sonrojó y dirigió una mirada baja a Enrico.

-Tú misma me lo pediste Teodora: "Por lo que más quieras, sálvalo", ¿recuerdas? Lo que mas quiero eres tú...

Enrico sintió tanta ternura por Lotario que poco faltó para que se lanzara a besarlo. Teo sintió como una gentil puñalada en el corazón.

-Además - prosiguió el fantasma - yo solo fui el vehículo. La energía que lo volvió a la vida era tuya Teodora, procedía de ti. En las noches, mientras dormías, la tomaba de ti y se la llevaba a él.

Enrico ahogó un grito: los dos se volvieron a mirarlo.

-Lotario - le dijo - ¿eso no significara que tomaste la vida de Teo?

-Si, eso significa. Tome vida de él y la puse en ti.

-Pero... - la posibilidad era demasiado horrorosa y no estaba seguro de que fuera buena idea hablarla frente a Teo, sobre todo porque, de resultar cierta su sospecha de que la vida de su amado había menguado para mantenerlo a el con vida, buscaría la manera de devolvérsela para que viviera todos los años que tenia destinados - pero... ¿Qué causó todo ese desastre? - señaló a donde la multitud.

-Los huesos, las piedras... fue el Abad. La tierra, el ojo... - luego se comunicó mentalmente con Teo - Necesito decirte algo Teodora, hay algo que me inquieta...

-Tal vez sea lo mismo que me inquieta a mí. - replicó Teo - no hablemos mas de esto ahora. Necesito pensar. Hagámoslo en la noche.

-En la noche entonces.

-Solo... - Teo se turbó un poco - no acudas hasta que te llame. Por favor.

-Descuidad, así lo haré. - Lotario no quería volver a atentar contra el pudor propio y de su dama descubriéndola en los brazos de Enrico.

-Tenemos que ir al pueblo. - dijo en voz alta Teo. - Necesitamos hablar con el padre Aramis, para saber si aun podemos asistir a la fiesta de fin de curso y salir en el anuario.

-Ya veo.

-Nos vemos Lotario. - se despidió Teo dándose la vuelta y agitando la mano.

-Hasta pronto Teodora. - su mirada anhelante se posó en su mano: ¡oh! ¡cómo quería depositar un ósculo ahí!

De la misma manera deseosa Enrico lo miró.

-Gracias Lotario. Espero que volvamos a vernos pronto. - trató de poner énfasis en el pronto sin hacerlo obvio para el chico.

-Id con Dios barón. - se inclinó cortésmente Lotario, desvaneciéndose de vuelta a su limbo.

-¡Mira, ahí esta el padre Aramis! - señaló Enrico.

Teo se dirigió a donde el inconfundible bigotito del francés destacaba.

-Padre Aramis.

-Señor de Haro. ¡Es terrible, terrible! - negó con la cabeza.

Teo asintió.

-Esos pobres huesos...

-No, es terrible el no poder hablarle sin la presencia de un abogado. Compermiso.

-¡Que! ¡No! ¡Espere! - lo sujetó de la sotana - Sobre eso... mi madre... no levantara cargos, la hemos conven... le hemos explicado el malentendido.

-Ah, vaya... - dijo el padre Aramis ya con otro tono de voz - ¿Me da su palabra?

-Si. - replicó muy serio Teo.

Aramis consideró que la palabra de aquel muchacho valía lo que la suya no. Ese chicuelo se regia por el código del honor... ¡españoles! Todavía quedaban algunos que hacían honor a sus clichés nacionales, en caridad de Dios.

-Pobres difuntos... ha saber desde cuando estarían ahí... después de que la policía averigüe de que época son (y si son recientes abrir una investigación) el padre Schuffo pedirá permiso para enterrarlos con todos los honores.

"¡Oh no! - pensó Teo - Si entre esos huesos están los de Lotario y lo entierran en sagrado que pasara? ¿A donde irá?!"

-Pobres... padre, me pregunto si aun estaré a tiempo de salir en el anuario... - se calló al ver la expresión de pena del padre.

-Que pena señor de Haro: el anuario ya fue hecho. La escuela ya esta cerrada. El baile de graduación fue la semana pasada. De haber sabido...

-No, esta bien. - dijo asimilando el golpe. No quedarían fotos de él, y dentro de cien o setenta años o cuando el ya no estuviera no habría nadie que pudiera comprobar su existencia - Era solo un capricho, debí haberme quedado pero... mi colegio es San Diego de Alcala, no Santa Chiara da Montefalco.

-Muy bien dicho jovencito: uno debe recordar siempre a donde pertenece. -aseveró el padre - Ahora, si me disculpan...

-Lo siento Teo.

-No tiene importancia... Ya tampoco tiene sentido ir al pueblo.

-Yo creo que sí. - dijo Enrico - Nos terminamos el helado de vainilla y... quien sabe  - sonrió pícaro - podríamos necesitar más. En todo caso necesitamos comprar comida para sobrevivir hasta que Tomasa regrese.

-¿Qué no hay comida en casa?

-Comida preparada. - especificó Enrico - Cuando Tomasa se va de vacaciones voy a los restaurantes y pido mis platillos favoritos para congelar. Mantienen buen sabor hasta por dos días: después de eso hay que volver a aprovisionarse.

Abrazándolo por la cintura Enrico lo condujo hasta el ferrari.

 

Continuara...

 

Notas finales:

En el capitulo anterior se me olvido incluir el link al video de parodia de Sanchez-Dragó, donde sale hablando de sus pajas al reves (es realmente flipante): http://www.youtube.com/watch?v=ssT4dudS42E

 Link a una interpretacion del Dies irae: http://www.youtube.com/watch?v=oxws3ia2w3Q

Quiero agradecer a las personas que leen este cuento y aun mas a las que comentan, ¡gracias! en serio lo aprecio aunque de repente no tenga tiempo para contestar.

¡Proximo capitulo: Violeta encuentra el mundo yaoi en internet!

Hasta el proximo lunes. Carpe noctem!

pd: finalmente he terminado mi cuento "Romance de oficina o tienes pinta de uke", aquimismo esta publicado.

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).