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El fantasma de la abadía. por nezalxuchitl

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Notas del capitulo:

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: os aseguro que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto.     Evangelio según San Juan, fragmento.

45º  Telaraña.

 

Mikael pateaba las calles de Sevilla a punto de convertirse en un manchón derretido sobre el pavimento. El calor era sofocante, y el, vestido con su sotana negra (le encantaba usar su ropa de sacerdote, era como un cosplay permanente) sudaba la gota gorda.

Cuando por fin dio con la calle de Matadores brincó de gusto, mismo que se convirtió en susto al ver que el número 65, "El templo de la copla" estaba cerrado y el letrero pintado en la pared ponía que abría de siete de la noche hasta que el cuerpo aguantara. ¡¿Qué iba a hacer el hasta las siete de la noche?! La batería de su móvil no le alcanzaría mas que para ver anime unas dos horas, ¿y después?

Ya Dios proveería (quizá los cielos se abriesen y una mano descendiese para entregarle el próximo e inédito manga de Hiromu Arakawa). De momento se sentó en el umbral de la puerta, donde por lo menos daba sombra. Procuró sombra también a su maletín eclesiástico no por temor  a que las hostias se arranciaran sino por temor a que el calor afectara los dvd's vírgenes que llevaba.

Apenas llevaba vistos un par de capítulos cuando una mujer morena, bajita y bien despachada apareció frente a él con llave en mano. La llave le temblaba en la mano y la mujer lo veía abriendo mucho sus grandes ojos.

-Hola hija. - la saludó Mikael con desparpajo - Tú eres la mesera, ¿verdad? ¿Ya vas a abrir?

-¿Qué quiere? - preguntó recelosa: de su vida pasada había heredado miedo por los sacerdotes.

-Hacerte unas preguntas, nada más, de parte de un amigo.

-¿Es usted inquisidor?

-No, no, yo no... pero si tengo un amigo que es algo así: es de la orden del Temple.

¡La orden del Temple! A Agnese casi se le cayó la llave.

-¡Váyase, yo no quiero saber nada de usted! ¡Váyase!

-Señorita Sidonia, ¿Qué modo es ese de tratar a un reverendo hombre de Dios? - preguntó don Ibrahim, que iba a hacer la contabilidad mientras Agnese hacia la limpieza. - Disculpe padre, pase usted por favor.

Don Ibrahim, como libre pensador que era, no podía permitirse el creer una doctrina que no fuera el ateismo, sin embargo, su cultura le había heredado un respeto innato por los hombres de sotana.

-Gracias, hace un calor... - don Ibrahim le cedió el paso a Mikael - Espero no serles molesto, solo vengo a hacer un recado de parte de un amigo.

-¿Y quien podrá ser ese amigo?

-Teo de Haro.

-¡Ah, vaya! El amigo del hijo de doña María.

-Si, creo que si.

-Dígame en que le puedo servir padre.

-Pues la pregunta es para la señorita. - como Teo no había pedido que guardara el secreto ventiló el asunto enfrente de don Ibrahim y del retrato de Jorge Negrete.

Agnese, que por la pregunta había reconocido a la reencarnación de Teodora Ortelano se sintió aliviada. Podría ayudar más. Necesitaba ayudar más, si es que quería la redención, o por lo menos convencerse de que la quería.

-No pasa nada - dijo - si los restos estaban dentro del perímetro de la abadía siempre han reposado en sagrado, pues en las antiguas abadías todo el terreno estaba consagrado.

-Bien. - Mikael quedó muy contento con la respuesta - Oiga, ¿pero entonces que pasa con los fantasmas que no están enterrados en sagrado y eso es lo que quieren?

-Esos no son fantasmas, son espectros... hay... una diferencia. - Agnese se mostraba renuente a revelar sus arcanos a un hombre de Dios.

-Que interesante. ¿Y que sabe de los onis?

-¿Eso también me lo manda preguntar Teodoro?

-No.

-Entonces discúlpeme, pero yo ya no hago consultas. Si me disculpan, tengo que ir a fregar. - y se lanzó a esconderse a la cocineta.

-Mujeres... - don Ibrahim puntualizo su aseveración con una bocanada de humo. Mujeres, fantasmas, curas: todos ellos enfrascados en supercherías - ¿Puedo ayudarle en algo mas padre?

-Umh... pues si sabe donde vendan quemadores de bluray baratos...

Para don Ibrahim la tecnología había acabado con los discos de acetato. Negó con la cabeza.

-¿Una copita de anís?

-No, gracias. Tengo que regresar a mi parroquia y dar el recado.

 

***

Teo había vivido pendiente de su correo electrónico. Era extraño, casi irónico que a él, que le habían cancelado dos cuentas por falta de uso, ahora revisara su mail hasta por el móvil, aguardando por una respuesta que no llegaba, y que no ayudó a relajarlo cuando lo hizo.

Su mail, su móvil, su vida... últimamente usaba de mucha reserva al aplicar los adjetivos posesivos en primera persona: mi, mío, míos...

¿Realmente eran suyos? Su alma, su vida, su cuerpo... ¿no pertenecían a una mujer medieval? ¿Quién te ayuda a definir a quien pertenece una vida cuando el dueño original del alma sacrificó su mente para reencarnar? Estaba seguro que el derecho romano no le esclarecería esta cuestión. Ni ese ni ninguno.

Podía recordar, sentir el dolor de Teodora Ortelano en el momento de su verdadera muerte, cuando la Guardiana sin rostro le cerró los ojos.

A su manera de verlo, la vida no se la había dado Dios, sino Teodora. El no existiría sin el sacrificio de Teodora. Como decía el Evangelio (y le había dado miedo, ahora sabia porque) es necesario que el grano muera para que la espiga nazca. Daba escalofríos pensarlo, saberlo.

Teodora había renunciado a si misma por su amigo. Se había desintegrado en la nada para poder salvarlo. La misión de su vida, entonces, debería ser salvar a Lotario, llevarlo al mas allá. Ese era su cometido, puesto que su vida no le pertenecía, sino que era donada por una tercera, para ese fin.

Su situación se parecía a la de la Iglesia en el siglo XIII: ¿los bienes que poseía, en este caso su vida, los poseía de facto o en uso? Usufructuaba el don de la vida que le había sido concedido por Teodora Ortelano, así como los religiosos del siglo XIII usufructuaban los monasterios bajo su mando. Pero aquella vida, aquellos monasterios, ¿pertenecían a otro?

Que usaba de su vida y la poseía, era innegable, pero en rigor, por derecho, en el mundo de las ideas, ¿esa vida era suya?

La Iglesia del siglo XIII resolvió el conflicto de manera practica, contestándose que si y poseyendo de facto sus bienes hasta que las diferentes revoluciones le fueron quitando todo, dejándola como estaba hoy, sin nada y rascándose los bolsillos para continuar con sus obras de caridad, entre las que se contaban la manutención en buen estado de los patrimonios de la humanidad bajo su custodia.

Teo podía decir: esta vida es mía, y hacer de ella lo que quisiera, sin importarle Lotario, pero entonces... ¿Podría venir su legítima dueña a quitársela? No, ella había desaparecido... ¿Pero que tal la Guardiana sin rostro? ¿Esa personificación de la justicia podría agarrarlo y ejercerla? Pero a quien engañaba, incluso si no hubiera quien lo amenazara el no podría dejar solo a Lotario. Quizás Teodora le había heredado algo más que su alma.

O quizás, como había dicho Lotario, el alma sola era suficiente, pues el volver a encarnar en un cuerpo generaría una mente parecida, similar. Visto desde ese modo Teodora había sido muy astuta: vivir dos veces.

Siendo así, "la continuación" de Teodora Ortelano podía darse por satisfecho: ya sabia quien había ganado, aunque todavía no terminara de ganar: el imperio, el poder humano, que estando mas cerca que el poder divino, se daba mas a desear. Cuando la seducción del mundo terminara, (y no faltaba mucho) hombres como Henno, como Mikael, ya no serian necesarios. Sobre los tesoros culturales los secuaces del imperio caerían, cual aves de rapiña, destrozándolos y hurtándolos para su propio beneficio.

Visualizándose como una continuación de la existencia de Teodora su misión ya estaba cumplida: había encontrado a Lotario y sabía como salvarlo.  Por añadidura, había conocido el amor. No podía pedir nada más.

¿No?

¡Si! Desde lo mas profundo de su alma una voz clamaba: "¡Esta es mi vida, mía, me pertenece!"  

El, a quien nunca le había gustado recibir instrucciones se encontraba con que su destino estaba escrito. Aquella predestinación, o sensación de predestinación afrentaba poderosamente a su espíritu altivo, rebelde.

Entendió porque Luzbel se negó a interpretar el papel asignado por Dios en su obra maestra, convirtiéndose en Lucifer.

Pero... pero si eso, el negarse a su destino, fuera en realidad su verdadero destino? ¿Y si el caos fuera solo aparente, el disfraz de un orden terrible e imbatible?

Matemáticamente, era mucho más difícil expresar el desorden que el orden. La ley de la entropía, la tan temida ley de la entropía, que elevaba  a máxima absoluta  de la ciencia (y de la filosofía) la condenación al caos, la inevitable condenación al caos, pues, aunque tú quisieras remediarlo, el caos usa tu propia fuerza, la fuerza que lo combate para crecer.

Tal vez la Biblia estaba mal, y en el principio no era el caos, sino el orden, que fue roto por este monstruo imparable. Piénsalo: el big bang. Al principio todo estaba metido dentro de un espacio mas pequeño que un electrón, luego algo lo hizo estallar y ahora tiene dimensiones inconmensurables, que no hacen sino crecer, que no pararan de crecer, jamás.

La idea de la eternidad, de tal inmensidad, le dio miedo a Teo; quiso tener cerca a Lotario, el amigo. No a su madre posesiva ni a su amante a quien poseía, para mitigar ese miedo no quería estar con quien lo protegía ni con quien protegía, sino con su igual, con quien estaba por puro gusto, sin obligaciones.

 Comparado con tal magnitud su insignificancia resultaba más evidente que nunca. No era mas que un humano, un simple humano de limitadas fuerzas, capaz de pocas cosas, destinado a resignarse a doblar el cuello ante ese Algo poderoso que hizo estallar el big bang, a irse con Lotario según lo que fue decidido, renunciando a su vida de delicias con Enrico.

¿Era eso?

¡No!!!, gritaba su espíritu rebelde. ¡No puede ser eso! ¿Qué hay de mi libre albedrio, regalo de Satanás? Pero por más que quisiera luchar contra sus invisibles molinos de viento se sentía atrapado. Como si una red finamente hilada, desde tiempos inmemoriales, le cayera encima.

Pensó en la gitana, que había iniciado su viaje desde México para buscarlo mucho antes de que el sintiera deseos por ayudar a Lotario. Pensó en que uno de los motivos, el motivo que era importante para él,  por el que  esa gitana había nacido en su vida pasada fue solo para ser quemada en la hoguera, reencarnar y ayudarlo, sucediendo su muerte, quizás, antes de que Lotario naciera. Aquello era desmesurado, pero quizás todo lo que había sucedido había sido predeterminado por una Existencia malévola y omnipresente, con una capacidad logística que rebasaba lo imaginable, coordinando al mismo tiempo, desde hacia mil años, hasta el mínimo detalle de su existencia y de muchas otras, formando una especie de tejido asombrosamente intrincado, un tapiz que podía compararse con una ecuación, o con el método lógico de la reducción; una igualdad en la que uno de los gemelos esta desenmascarado y al otro hay que quitarle la mascara, parte por parte, hasta dejarlo tan desnudo como a su hermano.

Era como si su historia hubiera sido planeada con meticulosidad prusiana, tallando cada faceta de su carácter con instrumentos de joyero. O mejor aun, mas ordenado, perfecto y escalofriante: dejándolo tallarse a el mismo, otorgándole unas condiciones iniciales desde las cuales partiría hacia lo que Eso quería, pues era indudable que dándole esos genes, esos padres, esa crianza, resultaría él: cualquier factor que hubiera cambiado y no seria el mismo: si no hubiera nacido Violeta no seria así de protector, si no fuera así, mezcla de culto y rebelde, no le gustaría el metal, si no tuviera por amigo a Javiercete seria un nerd, o un pandillero: el delicado equilibrio de su personalidad se sostenía en la cima de un castillo de naipes de hierro fundido. Frágil en apariencia, pero que una vez hecho, era imposible de deshacer.

Quizá pudiera modificarlo, abandonar a Javiercete, renegar del metal, pero seria construir sobre los cimientos del anterior castillo de naipes.

Era como un matemático inventando una función, atribuyendo un valor arbitrario a X para luego someterle a Y. Ye igual a efe de equis, la pobre ye yendo siempre como pendeja en pos de la equis, dependiendo de su valor, sin valer ni poder hacer nada por si misma.

Era como escribir un relato también: con el autor designando las características iniciales, que por más mínimas que fueran, conforme avanzara la historia, lo encallejonarían mas y mas hasta llegar al único final posible, pues cada decisión tomada eliminaba a sus competidoras y le ponía delante un reducido numero de caminos que seguir, y así una y otra vez hasta que en la encrucijada solo había una opción;  partía de un mundo de posibilidades infinitas hasta encasillarse, reducir las posibilidades siguientes por cada decisión tomada, como en aquella teoría cuántica que decía que cada vez que una elección es tomada, cada vez que un electrón gira hacia la derecha el universo entero se parte, creando otro universo alterno donde la única diferencia es esa elección tomada, ese electrón girando hacia la izquierda.

Era monstruoso, todo aquello. Se sentía abrumado. No había elección posible, pues incluso, el rehusarse a elegir era una elección. Hiciera lo que hiciera la maraña de la entropía seguiría conduciéndolo, como en un organigrama en forma de triangulo, hacia el vértice, sin que el pudiera ver los pasos a seguir para llegar a él, o para escapar a él.

¿Podía escapar al destino? Quería creer que si, necesitaba creer que si, que poseía su libre albedrio y que podía negarse a seguir los deseos de su Creador, de su Creadora.

"¡Chúpate esa, Teodora Orteano! - dijo, haciendo una seña obscena, - ¡Yo soy Teodoro de Haro y hago lo que me da la gana!"

Le había declarado la guerra a su mente pasada.

 

Continuara...

 

Notas finales:

Tambien el cine mexicano tuvo su epoca dorada en la primera mitad del siglo pasado: mientras en Gringolandia habia Casablancas y Halcones malteses aqui habia Peñones de ánimas y Enamoradas. Teniamos un Jorge Negrete que poner al lado de Humprey Boggart y... y aquella fue la epoca en que mas intercambio cultural hubo entre el otro lado del Bravo y este, cuando mas respetuosa y atentamente nos mirabamos para ver que aprendiamos unos de los otros.

Lastima que aquella fue una de las tantas revoluciones que se perdieron durante el siglo pasado.

¡Proximo capitulo, MikaElric 4ever etiquetó una foto tuya en Facebook!

Carpe noctem!

 


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