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El fantasma de la abadía. por nezalxuchitl

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Notas del capitulo:

Si los ángeles rebeldes necesitaron tan poco para transformar su ardor de adoración y humildad en ardor de soberbia y rebeldía, ¿qué habría que decir de un ser humano?  Umberto Eco, El nombre de la rosa, fragmento.

49º La delgada línea.

 

Estaban sentados en el comedor, frente a frente, mirándose las caras unos a otros. La vetusta mesa de madera había visto de todo a lo largo de sus siete siglos de existencia, debido a ello, era la única que no estaba sorprendida.

-Así es - dijo Ludovico - yo mis comisiones las cobro de acuerdo al peligro. Cuanto más peligroso un encargo, menor es el precio. Yo cobro por aburrirme.

-Entonces, ¿no me cobrará nada? - preguntó Fiammetta con su sonrisa mas coqueta. ¡Pobre ingenua! La única arma con la que creía contar, y era roma contra todos aquellos hombres.

-Tampoco exageres. Un judío de Amsterdam te cobraría el 40% y buscaría el modo de denunciarte a la Interpol. Yo voy a cobrarte el 20%, por ser amiga de mi hermano. Y te buscare un alojamiento seguro de balde.

-¿Dónde?

-En un burdel turco.

-¡Ni loca voy a meterme a un burdel turco!

-Cállate mujer. El dueño es mi amigo. Además, el burdel se especializa en efebos.

-Yo preferiría otra cosa... - el estar rodeada de turcos lujuriosos le parecía tan espantoso ahora como en el 1600.

-¿Un convento, quizá?

-¡Si!

-Pues no. Te jodes: es lo que hay. ¿Dónde están las joyas?

De mala gana Fiammetta le arrojó un relicario. Ludovico lo examinó y silbó.

-Primerísima calidad. - dijo - Pero estas piezas son tan buenas que no se pueden filtrar al mercado mas que a cuentagotas. De lo contrario se devaluarían.

-¿Cuántas podría vender al año?

-Cuatro. Máximo, cinco. - declaró Ludovico.

-¿Cuánto seria eso en efectivo? - la chica frotaba pulgar e índice.

-De cuarenta y cinco a cincuenta. Millones.

La sorpresa fue tal que Fiammetta bajó la guardia y la dejó traslucir. No tenia idea de ser así de rica. Era tan irónico... era una millonaria. Una millonaria andrajosa y prófuga, que tenia que seguir haciendo lo que encontraba más difícil en la vida para salvarse: confiar en otro ser humano. En otros.

-Tu residencia en Turquía te ayudara también a limpiar ese dinero. - le dijo Ludovico - Se hacen muchas menos preguntas sobre las fortunas de medio oriente que sobre las que salen de repente de aquí.

La chica asintió, mansita. Ludovico parecía satisfecho. No sabía cual podía ser la relación de su hermano con esa muchacha, pero la imaginaba: tríos bisexuales para ponerle sabor a la vida. Hurgó en el portafolios que la chica subió a la mesa: ahí había metido las joyas más feas, las menos especiales... había sido doloroso seleccionar cada una. Era como matar a un hijo para salvar a otro. La noche de Fiammetta había sido dura. Ludovico escogió cinco, las envolvió en trapos de la cocina y las metió a su maleta. Sonrió satisfecho.

-Paciencia mujer, en cuanto se venda la primera y te instales a todo lujo en el Cuerno de Oro se te quitará esa mala cara...

-Esta mala cara se me quitará cuando pueda regresar a esta Abadía y salvarla de la ruina. - respondió la pelimorada.

Ludovico silbó admirado: así que no era una vacua egoísta... o no creía serlo: todavía le faltaba la prueba de fuego, tener el dinero en sus manos y seguir fiel a sus convicciones, sin dejarse seducir por el mundo.

-Bueno, pues es todo. - declaró Ludovico.

-¿No te quedas a comer? - Enrico y Teo habían asistido como mudos testigos a la transacción.

-Si, claro.

Como si se hubieran puesto previamente de acuerdo, se levantaron y recogieron sus cosas. En cuanto Fiammetta subió y Enrico salió a la sala Teo se acercó a Ludovico.

-Ludovico, hay algo que quiero pedirte, pero tiene que ser en secreto.

-Si es que te folle, mi respuesta es no. - declaró melodramático - Eres de la familia.

-No seas pesado. - le dijo Teo - Se trata de encontrar a una persona; la exnovia de Federico.

Ludovico enarcó una ceja.

-¿Federico te lo pidió? - Oriana le había pedido expresamente que no le dijera a Federico donde estaba ella, y como era una de las pocas mujeres que respetaba estaba dispuesto a hacerle caso.

-No. La busco por mi cuenta, ella tiene unas ideas... interesantes sobre la física y me gustaría hablar con ella.

Ludovico juzgó la sinceridad del muchacho.

-Esta en lo más profundo del Congo. - dijo - A saber cuando volverá. Si vuelve.

-¿No hay manera de...

-No se llevó el móvil. Se fue a ver las guerras tribales, o algo así. Cuando regrese lo sabré, y te lo comunicaré. Puedo hasta hacerte la cita con ella, pero ni una palabra a Federico.

Teo asintió, modosito también. Luego formuló la temida pregunta:

-¿Y... cuanto va a ser?

Ludovico lo miró extrañado.

-Nada. - dijo casi sintiéndose insultado - Eres de la familia, no voy a cobrarte un favor. - luego lo abrazó por los hombros - ¡Relájate chico! Has entrado a la familia Benzi. La familia es lo mas importante: tu solo mantén a Enrico así de feliz como hasta ahora, porque si lo haces sufrir... bueno, no querrás saber que te haría. - la mirada de Ludovico lo convenció de que no quería saber - ¿A que enfadarnos pensando cosas que nunca van a pasar - le besó las mejillas - caro?

Ludovico lo soltó, y a pesar de que aquella vez era la que mas amable se había comportado su cuñado con el le dio mas miedo que nunca.

 

***

 

Noches hechas de dormir entrelazados entre el perfume de los naranjos, y molestas picaduras de mosquitos que a veces hacían que se rascara el cuerpo equivocado. Despertar a las tantas de la mañana, con los ojos todavía ardiéndoles de la desvelada pasada. Despertar con el cuerpo semidesnudo del otro demasiado cerca, compartiendo calor corporal, frotándose, quizás, durante las erecciones nocturnas uno contra el otro.

Hacer frente con disimulo a las erecciones matutinas. Henno lo lograba con un tenue rubor, pues guardaba en su memoria escenas grabadas en vivo de amor gay. Mikael observaba un poco demasiado los abultados calzoncillos de su amigo antes de cederle el primer turno en el baño como invitado que era.

Sus vacaciones habían sido miel sobre hojuelas: demasiado anime por las noches, siestas en hamacas, misas concelebradas en latín que dejaban a los pueblerinos de Castilleja con el ojo cuadrado. Durante la misa dominical Henno se llevó tremenda impresión al creer que el jovencito que creía ser la reencarnación de una mujer se había convencido de ello y ahora vestía como una mujer, pero cuando la muchachita se acercó a comulgar Henno se dio cuenta de que era más pequeña. Y diferente.

Mikael le dijo que se llamaba Violeta y que era una entusiasta participante de los foros yaoi, además de hermana de Teodoro. Henno, que la noche anterior había tenido que ver un anime llamado Junju Romantica, que no era más que un pretexto para que bellos personajes masculinos se dieran con todo y de todos los modos posibles, tosió.

Y tosió de veras cuando vio a la jovencita al día siguiente llegar puntual al rosario de las cinco y quedarse hasta la misa de seis. Y al siguiente. Y no solo ella. Las mujeres de Castilleja parecían ser muy devotas, y así se lo comentó a Mikael.

-Bah, solo parecen. Creo que solo vienen a verte a ti, porque eres muy guapo.

Aquella apreciación impacto más a Henno que los fotomontajes de ambos de juerga en la feria de San Fermín.

Pero el culmine llegó cuando el viernes por la tarde la hermanita de Teodoro se acerco a confesar. Tenía mucho que Henno no practicaba ese sacramento, y siempre era más difícil con las mujeres, sobre todo las inteligentes, pero jamás se había quedado tan estupefacto como cuando escuchó a esa candorosa niña decir:

-Padre, me acuso de haber tenido fantasías yaoi con usted y el padre Mikael.

Se quedó callado tanto rato que Violeta descorrió la celosía del confesionario y le picó el hombro con su dedito.

-¿Padre? - su mirada era traviesa, pero ingenua.

Luego de un par de improperios en francés Henno la regañó y le impuso la penitencia de no ver yaoi un día entero.

-¿Ni siquiera imaginármelo?

Había tal mezcla de inocencia con je-ne-se-qua que Henno contuvo la risa y poniendo la cara muy seria señalò la puerta:

-Fuera, petit pécheresse!

-¡Pero todavía no termina de confesarme! - protestó Violeta.

-Está bien, vengan tus pecados.

¿Qué pecados podía tener una niña tan dulce? Henno le acarició la cabecita al darle la absolución.

El resto de sus feligresas no se acusó tan directamente como Violeta, pero Henno quedo preguntándose en qué punto la intimidad dejaba de ser fraternal para convertirse en pecaminosa.

 

***

 

Su nombre era Lorraine Waters, una pelirroja de veintisiete años con más postgrados que la Universidad de Harvard; una llamarada de cabellos hasta la cintura y unos ojos más verdes que Hulk transformado, y siempre producía en los hombres que la veían por primera vez los síntomas de una isquemia cerebral.

La agente federal Waters era perfecta, y no podía sino esperar que el mundo a su alrededor lo fuera también. Tenía una hija de cinco años, un exmarido y diecisiete exnovios todos los cuales (los exs) habían sido desechados al demostrar su falta de perfección en errores tan garrafales como ponerse camisas amarillas debajo de trajes grises o hablar a su hija superdotada que ya cursaba estudios universitarios con la voz y cara de imbéciles que los adultos ponen a los niños pequeños.

Durante la semana de la moda de Milán había conocido a un hombre interesante, que lucía perfecto y sabia que las camisas amarillas son unas de las prendas más difíciles de combinar. Su nombre era Teodorico Benzi, vizconde de Treviglio, y en las tres citas que llevaban no había cometido ningún error, ni dentro ni fuera de la cama.

¿Podría ser que ese apuesto hombre de ojos azules y cabello negro estuviera llamado a ser su segundo marido? La parte de la psiquis formada en la agente del FBI por las princesas de Disney quería creer que sí, pero los convencionalismos normales formados por las fabulosas chicas de Sex and the city le advertían que anduviera con recelos.

Podía ser el príncipe azul (vizconde), sí, pero tenía que demostrar que era digno de ella: que era perfecto.

 

***

 

Teodorico arribo como un águila cazadora al nidito de amor de los enamorados. El castello Benzo, que había sido un remanso de amor, estudios y literatura se veía ahora invadido por un enemigo más hostil que las tropas francesas de Avignón en el 1349.

Llegó con una maleta diseñada por Louis Vuitton, enfundado en un traje de lino blanco sin ninguna arruga, a pesar de haber conducido por más de una hora su lamborghini plateado, preguntando la fecha de la boda.

-Puede ser cualquier día después del 17 de octubre, cuando Teo sea legalmente libre de casarse sin el consentimiento de sus padres.

-Que sea el 18... - tecleaba en su blackberry - ¡joder es lunes! ¿Quién ha oído hablar de una boda en lunes?! Ni hablar, será el sábado 23. Vespertina, odio las bodas matutinas, además como ustedes no van a casarse por la Iglesia podemos organizar una gran recepción aquí mismo... ¿o seria más chic en casa de mamá?

Mordiéndose los labios Teodorico sacó un marcador de bolsillo, se paró frente a la pantalla gigante donde Federico viera el mundial, trazó una línea divisoria vertical y de un lado escribió pros y del otro contras.

-¡Oye!  Espero que eso sea lavable. - protestó Enrico.

-Aquí hay más espacio, pero el castello Ortelano está en el centro histórico de Milán... ¿Qué crees tú que impresionaría mas a una agente del FBI?

-¿Qué un criminal saliera de la torta de bodas? - ironizó Enrico.

Teo ensayaba su papel de marido que no dice nada: no quería molestar a su "esposa" ni ser descuartizado por un gurú del estilo.

-Meseros disfrazados de criminales... podríamos contratar amigos de Ludovico y así serían criminales de verdad... no, espera, se pasa de atrevido: criminales y matrimonios no se llevan. Todavía fuera un divorcio...

-¿Ahora celebran los divorcios? - Enrico trataba de frenar la verborrea de su hermano para preguntarle lo que le interesaba.

-¡Claro! Candy Whitehall, la pijolina que escribe la columna de modas del Falcone milano ha sacado un libro sobre lo maravilloso que fue su divorcio: ahora todas las modelos que conozco quieren divorciarse.

-¿Entonces las bodas ya no están de moda? - preguntó Enrico.

-¡Claro! Si no como va a haber divorcios. - Teodorico lo miró con cara de ¡lógico! Por primera vez reparó en Teodoro - ¡Caro! - gritó tapando el marcador y yendo a abrazarlo - ¡Tocayo mío! - le besó ambas mejillas - Que lindo estás: como en la canción de Nicola diBari el amor te hace lindo; no hace falta que te pintes porque tienes un cutis perfecta. ¡Dios lo que es la juventud!

-Teodorico - Enrico lo aventó al sofá - ¿Por qué quieres organizar mi boda pensando en complacer a una agente del FBI?

Teodorico hizo un gesto teatral, mostrando dentro de su cartera abierta la foto de una bomba sexual con cara de malvada.

-¿Tu nueva novia?

-¡No lo sé! En la época de Candace Bushnell después de la tercera cita entrabas oficialmente en el noviazgo, pero ahora no se... Y temo preguntarle y parecerle un tonto... Ella es tan perfecta, además, es oriunda del distrito de Columbia y yo solo había salido con gente de Nueva York, San Francisco y Chicago... no, miento: una vez salí con un texano pero no pasamos de la primera cita porque sus bigotes me cosquilleaban demasiado.

Teo se le quedó mirando: la idea de besar a un tipo con bigotes le asqueaba. Para disimular miró la foto de la posible novia.

-¿Oriana era así? - preguntó. Cada que podía, sacaba a la mujer que esperaba a colación.

-¡Que va! Oriana tenía hermosos ojos y lustrosa cabellera negra, pero no era ni de coña tan hermosa como Lorraine. Además Oriana siempre tenía ese gesto triste y pensativo. No me gustaba la manera como me miraba. - Teodorico se escalofrió - Ver tantos muertos la... hizo diferente. - Enrico asintió - No me habría gustado organizar su boda. ¡Pero la de ustedes si caros! Quedamos que vespertina, pero no puedo elegir el lugar...

Continuara...

 

Notas finales:

¿En qué punto termina la amistad y empieza el amor? Mis pobres curitas no lo tienen nada claro...

¡Proximo capitulo: everithing is alright!

Carpe noctem!


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