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El fantasma de la abadía. por nezalxuchitl

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Notas del capitulo:

Professed thou heaven thou wouldst send; as a disciple of a villian didst thou act the tragedienne.

Iam amore virginali totus ardeo; amor volat indique, captus est libidine.

Circa mea pectora multa sunt suspira  de tua pulchritudine, que me ledunt misere.

(Profesaba que del cielo habias sido enviado, mas actuaste como el discipulo de un villano causando toda esta tragedia.

Por un amor tan virginal la libido fue incitada; el amor vuela a mi alrededor y es capturado por el deseo.

En mi pecho siento muchos suspiros de toda tu pureza que me lleva a la miseria. - Theatre of Tragedy, Venus, fragmento.)

58º  Iam amore virginali totus ardeo...

      (Por un amor tan virginal la libido fue incitada...)

 

 

Los cadenciosos compases de la música turca inundaban el ambiente, ya de por si cargado por el humo de las muchas pipas turcas que eran fumadas en el burdel. Estaba en el barrio islámico de la ciudad, un sitio totalmente desconocido para él. No le daba ni tantita seguridad el saberse rodeado de creyentes de Alá que mostraban preferencia por los muchachos, como lo demostraba el bailarín que se desnudaba en el escenario.

Busco con la mirada alguien a quien dirigirse, incomodo por los muchos ojos que se lo comían. ¡Joder, si pudiera darles de hostias a esos descarados que se lo follaban en la imaginación! A él nadie se lo follaba, más que Enrico. Y eso. Se dirigió a una gorda que discreta miraba todo desde las sombras, excesivamente maquillada, a la usanza de los años setenta.

-¿Madame? - preguntó.

-Oui. - respondió en francés.

De francés no andaba muy bien Teo, pero con todo pidió hablar con el señor Orhan Siyah, para una consulta de ingeniería.

-¡Ingeniería! - se mofó la madame, en español - Niño, no seas tímido. ¿No te gusta más "el Prieto"? - señaló con su boquilla a un negrazo de dos metros que se adivinaba bien despachado.

Teo lo miró con asco. Luego, poniendo su cara más agria insistió:

-Necesito ver a Orhan Siyah.

La madame suspiró por sus ganancias perdidas. ¿Qué tendría ese jodido turco para que tantos fueran a buscarlo? Más que casa de citas su burdel parecía el despacho de ese tipo desde que en el se alojara.

-Habitación tres... en el segundo piso. ¡Ea garçon! Apura que me antojas a la clientela.

Teo subió la escalera, maldiciendo por los lujuriosos y el tiempo perdido en buscar a ese jodido brujo. Si la gitana no le parecía una persona recomendable su colega debía ser toda una fichita: hechicero, homosexual, infiel...

Sorprendentemente quien le abrió la puerta fue un tío moreno, guay, con la barba peinada en dos colitas y una camisa de Nightwish. Pero la simpatía de reconocer a otro metalero se le acabó en cuanto el otro lo escaneó desvergonzadamente y sonrió.

-Vengo a hacerle una consulta de ingeniería.

-Ya. - sonrió, feliz de la vida - Será mejor que pases.

Teo enarcó una ceja: no le daba nada de confianza entrar en la habitación de un brujo turco y gay.

-Mejor abajo.

-Ya. No se puede, las consultas de ingeniería las doy aquí.

Teo se resignó a entrar, lamentando nunca haber adquirido la buena costumbre de cargar con una navaja, como su papá.

-¿Le gusta Nightwish? - mejor ganarse su simpatía.

-Mi banda favorita. - le indicó que se sentara en un puf escandalosamente rojo - ¿Qué consulta quieres hacerme?

Teo ganó tiempo mirando el decorado de la habitación. Era decididamente hortera, a su cuñado Teodorico le habría dado un sincope de verla. Sobre la mesa había algunos planos doblados. ¡Solo faltaba que el tipo de veras fuera ingeniero y se descojonara cuando le planteara la cuestión!

-Necesito saber la hora exacta de mi muerte. - soltó.

-Cuesta mil duros.

Teo abrió mucho los ojos.

-¿Acepta tarjeta de crédito?

-Ni siquiera yo puedo aparecer una terminal de la nada. - abrió los brazos - Efectivo o cheque. Y si rebota... bueno - sonrió que le recordó a Ludovico - mejor asegurarse de que tiene fondos.

-Pero si puede decírmelo.

-Claro.

Teo suspiró, aliviado.

-Volveré mañana, no traigo efectivo, ni cheque. - explicó.

El turco lo miraba, siempre sonriente, a los ojos. Tenía una mirada hipnótica.

-Tienes prisa. - le dijo - Te hago el servicio ahora, me envías el cheque con alguien.  - le guiñó el ojo.

-Gracias. Se lo enviaré tan pronto como llegue a mi hotel.

-Lo sé.

Orhan sacó de su mochila un platito de oro muy antiguo, incrustado de rubíes que marcaban las puntas de un pentagrama. Teo no pudo más que asombrarse de que llevase algo tan valioso en un viejo morral metalero. Lo puso en la mesita baja delante de ellos, de su mochila también sacó una jeringa nueva, una bolsita de algodones y una botellita de alcohol. Con un dedo vertical sobre los labios lo conminó  al silencio, y entonó  bajito un cantico en una lengua oriental que Teo no reconoció. Le indicó por señas que se descubriera el brazo y lo estirara.

Con recelo, Teo lo hizo. El turco le limpió el doblez interno del codo y le buscó la vena con la habilidad de una vieja enfermera. Luego le extrajó unas gotitas de sangre que inyectó sobre las líneas del pentagrama. Teo se sujetaba el algodoncito contra la punción mientras el turco seguía con su salmodia. La sangre, contrario a las leyes biológicas, perdió viscosidad, volviéndose muy liquida y repartiéndose uniformemente por la superficie del platito. A Teo le pareció que el brujo repetía dos veces el mismo párrafo, y luego cesó.

Con el ceño fruncido miró a Teo.

-El Misericordioso no ha decidido cuando vas a morir. - declaró.

-¿¡Qué?!

Orhan elevó las manos al cielo.

-Es la primera vez que veo un caso así, pero la respuesta es inconfundible. Alá, en su infinita sabiduría, no ha puesto límite aun a tus días.

-¡La gitana me dijo que no me quedaba ni un año de vida! - reclamó Teo. Se sentía tan tonto: había llegado a creerse el truquito del turco para que ahora se desenmascarara el fraude.

-¿Qué gitana? - inquirió Orhan.

-Agnese, la mesera del Templo de la Copla.

-Entonces es muy posible que así sea. - declaró Orhan - Pero la fecha exacta ni Dios la sabe.

-Pero eso si - dijo con muy mala leche Teo - usted querrá sus mil duros.

-No. - Orhan metía su platito, inexplicablemente limpio, a su mochila - No te cobro ni el intento. Vete en paz.

-¿Qué pasó con mi sangre? - preguntó Teo, un poquito más histérico de lo que le hubiera gustado sonar.

Orhan sonrió.

-Vete en paz y que sea lo que Él quiera.

-¡No puedo! ¡Necesito saber la hora exacta de mi muerte! Si no la sé, no podré decírsela a mi amigo, no podré llevarlo conmigo... por favor, ayúdeme...

-Así que quieres llevar a un fantasma al más allá. - dijo Orhan.

Asombrado, Teo asintió.

-Ay un modo... - el turco se hacia el remolón - pero es muy feo y cuesta veinte mil duros.

-¡Dígamelo!

-Te mato. - Teo se quedó  impactado - ¡No aquí, ni ahora! - se rió - Cuando tú me digas. No te dolerá... mucho. Dolerá intensamente, pero por poco tiempo. Ten en cuenta que es una especie de suicido, con las complicaciones que eso trae para tu alma, pero mientras agonizas tendrás tiempo de arrepentirte, y el Alá el Clemente, el Misericordioso, seguramente te perdonará.

Teo estaba estupefacto.

-¿Y... un alma que va al infierno sigue el mismo camino que una que va al paraíso?

-Hasta la Puerta de la Verdad. - hizo una pausa para que el joven le preguntara que era la Puerta de la Verdad, pero aparentemente, trataba con alguien bien informado - Es ahí donde los bienaventurados se separan de los maldecidos.

-Está bien. - dijo Teo - Es todo lo que necesito. Hágalo ahora. - estiró su brazo pinchado.

Sorprendido por el valor del joven Orhan negó con la cabeza.

-No. - dijo - No hay vuelta atrás. Una vez que comience es imparable.

-Estoy decidido. Necesito morir, ¿sabe? - la tristeza de su voz era conmovedora. Un angelito, pensó Orhan, una hurí - Es difícil decidirlo, y mantenerse en la decisión...

-Lo sé. - Orhan le tocó el brazo - Pero por eso mismo no puedo hacerlo ahora. Sería poco profesional de mi parte matar a todos los descocados que vienen a pedírmelo. La muerte es la solución que las menos de las veces es la correcta.

-¡Pero yo necesito llevar a mi amigo al más allá! - exclamó Teo - ¡Ha esperado ochocientos años! ¡No puede esperar más! Está sufriendo... por favor.

Orhan se mostró terminante.

-Tres meses a partir de hoy. Medítalo por tres meses y entonces me comunicas tu decisión. Lo siento hermoso, es mi regla.

Teo lo miró feo.

-Me hará sufrir por tres meses a mí y a mi amigo.

-Tres meses no son nada. Apenas tiempo suficiente para despedirte de los que amas, dejar tus asuntos en orden...

Aquello era doloroso para Teo. Sentiría que su fuerza era falsa, solo una careta, de no provenir esta del intenso cariño que lo unía con Lotario. ¡Y Enrico! Su pobrecito Enrico... sentía que el corazón se le desgarraba cada que pensaba en dejarlo solo. Todo aquel dolor lo exteriorizó en forma de ira contra el brujo.

-Que mierda de brujo es usted. - le espetó - Mas fácil me mato yo y sin cobrarme un duro. - se paró muy enojado - ¡Con razón el sobrino de la duquesa no quiere saber nada de usted!

-¡Álvaro! - exclamó Orhan, parándose y cogiendo del brazo a Teo, que se retiraba - Has visto a Álvaro. ¿Qué te dijo? - lo miraba intensamente a los ojos.

-Nada, solo donde encontrarlo. - se soltó - Aunque por lo visto hubiese podido ahorrarse las molestias. Compermiso. ¡Y Nightwish con Anette apesta! - concluyó ya desde el pasillo.

No era verdad y lo sabía, pero quería molestar al turco. Este sonrió en su habitación: era un buen joven. Le había mostrado, involuntariamente,  un posible, probable modo de reconciliarse con Álvaro.

Vio en su memoria las palabras de su amado cristiano y occidental que no entendía su necesidad de macho de tirarse a otros hombres que nada valían y nada importaban; vio también el paradero de una joven en posesión de un tesoro en venta, de piezas tan maravillosas que una sola, llevada como prenda de buena voluntad, podría suavizar el ánimo de Álvaro, servir de aceite sobre el que resbalaran sus promesas de fidelidad y enmienda.

 

***

 

Lotario acudió al padre Mikael. Necesitaba orientación, contarle su terrible secreto, su angustioso temor a una autoridad de probada dignidad. Esperando no ser inoportuno acudió a la misa de ocho y en terminada, lo siguió invisible a la sacristía.

-Padre...

Mikael, que se quitaba la casulla, pegó un grito.

-Válgame Dios hijo, que susto me has dado...

-Lo siento padre. ¿Podéis oírme en confesión?

-Hijo, que te has confesado la semana pasada, y estas muerto, ¿Qué pecados habrás cometido?

Mikael tenía una reunión a las nueve en punto por Skype con el círculo de traductores de doujinshis del que formaba parte. Prácticamente todo el material por y para fans en la lengua euskera había sido traducido por él.

-Esta bien hijo. Siéntate. - señaló una silla a su lado.

-¿No en el confesionario?

-Hay unas beatas rezando, van a creer que estoy loco si me ven confesando al aire... - Mikael se preocupaba de su reputación.

-Tenéis razón. Comencemos.

-Ave María Purísima.

-Sin pecado concebida.

-¿Cuáles son tus pecados?

-Me he besado con el esposo de Teodora.

Lotario estaba más rojo que su traje de terciopelo, gorro incluido. Mikael lo miró con una exagerada expresión de desconcierto.

-¿Besado?

-¡Ay si! He pecado contra la castidad y contra Teodora, mas he de decir en mi descargo que no busqué yo el ósculo.

-¡¿Enrico te besó?! ¿Pero que no esta enamorado de Teo?

-¡Ay! Lo mismo creía yo, pero el muy licencioso me ha dicho que me ama a mí también.

-¡Ostras! - exclamó el padre.

-Reverendo padre, estoy lleno de congoja e incertidumbre. Al conocer a Enrico me pareció un hombre de bien, lujurioso quizá, pero bueno. Mas ahora pienso si no será un vano epicúreo, un desvergonzado seductor que hará sufrir a Teodora con sus infidelidades.

-Huuuy... - Mikael negaba con la cabeza.

-Me ha parecido cruel de su parte el tratar de seducirme justo a mi, ¡a mi! De quien sabe amo solamente a Teodora, de quien sabe he usado toda mi fuerza de voluntad para apartarme y dejarles casarse. Padre mío: ¡no solo ha sido infiel a Teodora, sino que me ha hecho a mi ser participe de su infidelidad!

-Claro... - Mikael le escuchaba atentamente. Su empatía era su principal don como sacerdote.

-Luego de esto me he sentido preso de la ira. Le apreté el cuello y le dije palabras hirientes. Reverendo padre, me siento un tonto por haber cedido a Teodora. Me siento un tonto por no haber muerto al seductor: la humillación de sentirme burlado me pone furioso. Ganas me dan de ir a matarle.

Mikael se sintió atemorizado por la vehemencia de Lotario.

-Si, de matarle. No solo por vengar mi ofensa, sino también la de Teodora. Padre mío, cuando pienso en esto imagino que ha burlado innumerables veces a Teodora, y la rabia crece de imaginar su dolor sabiéndose despreciada, traicionada.

-Hijo - Mikael le puso la mano sobre el brazo - me parece que estas arrepentido de tu buena acción de dejarles el campo libre. Comprendo tus sentimientos, ese sentirse un tonto, porque también... he amado. Es muy doloroso el saberse no correspondido. Pero uno nunca debe arrepentirse de una buena acción, porque eso es peor que cometer una mala.

Lotario estaba conmovido.

-Tengo miedo de obrar por celos, de que en un arranque pueda matar a Enrico y hacerla infeliz a ella. Nunca me lo perdonaría.

-Eso es hijo: no disfraces tus sentimientos. No cometas una barbaridad sin fundamentos. ¿Sabes de cierto que Enrico es infiel?

-Solo me consta su infidelidad conmigo.

-Fue solo un beso.

-Me dijo que me amaba padre. - Lotario se mostró inflexible - La traición del sentimiento es peor que la de la carne.

-Eso si... pero hijo... ¿te has planteado la posibilidad de que también Enrico este sufriendo?

-¡Pero si tiene a Teodora!

-No dudo de que ame a Teo, pero Enrico... es un ser lleno de amor. Yo también le he notado que es lujuriosillo, pero veo en el amor... de cualquier otro que me viniera a contar que ama a dos a la vez le daría de rosariazos, pero de él... lo creería. Lo creo. Mucho debe amarte para atreverse a confesártelo, creo yo.

-¿Pero porque padre? ¿No ve que me hace daño? ¿Qué se lo hace a ella? Si tal es su situación debió sufrir en silencio.

-Es que la gente de ahora hijo... no sabe soportar el dolor. Encontrar a alguien con la décima parte de tu entereza esta jodío. Los han educado con la idea de que el sufrimiento es algo malo, que tienen que comunicárselo a todo el mundo para quítaselo.

-Pero eso es una tontería.

Mikael suspiró.

-Yo también creo que el sufrimiento es algo necesario. Hermoso. Pero quiero darte a entender la situación de Enrico. El es un noble, hijo; rico, que de penurias ha conocido muy pocas. - Mikael miraba al suelo - Nunca ha sabido lo que es no tener una peseta, el no poder confesar tu amor... Creo que es la primera vez que se enamora, y como él es muy intenso no ha podido frenar la marejada de su amor y esta llega  a rozarte a ti.

-Padre, si me ha dolido es porque yo también le estimo. Pero cabalmente, a lo viril, como a un amigo. - por primera vez Lotario reparó en que Enrico podía sentirse respecto a el como él respecto a Teodora - No esperaba esta felonía de él, no le creía capaz... me he sentido personalmente traicionado.

-Perdónalo hijo. No pienses más en matarlo: un segundo asesinato dañaría demasiado tu alma. Piensa en Teodora.

-En ella lo hago, noche y día... - Lotario miró hacia la pantalla, que no dejaba de titilar - Hablaré a Enrico, padre. Le diré que no puedo aceptar sus amores tan bochornosos, le diré que los entierre y se centre en Teodora, porque si le es infiel, si la hace infeliz... No me quedara mas remedio que matarle padre, porque hay ciertas cosas que la dignidad de un caballero no puede sacrificar a la cristiana caridad.

-Hazlo hijo, tengo confianza en que Enrico ha dejado atrás su faceta donjuanesca, ahora que esta casado tiene que ser fiel, hasta la ley civil lo dice.

-Así lo espero yo también. Absolvedme padre.

En la solemne penumbra Mikael lo hizo.

-Vete en paz.

-¿Y de penitencia padre?

Mikael negó  dulcemente con la cabeza.

-Nada. Ya quisiera yo que todos mis feligreses fueran tan buenos como tu. - pensaba en Sabella, cuyas ganas de asesinar a Enrico solo eran reprimidas por el temor a la cárcel.

-Para nada... - Lotario se levantó y al pasar cerca de la computadora preguntó - ¿Qué idioma es ese?

-Es japonés hijo. Están bonitas las letritas, ¿verdad?  ¡Pero son tan difíciles de entender!

-Gracias a mi condición de fantasma las entiendo todas. - dijo modesto. Mikael lo miraba con sus expresivos ojos como platos - La maldición de Babel no pesa mas sobre un muerto.

En el interior de Mikael las campanas repicaron y un Te Deum laudamus subió a las alturas, entre angelitos arpados que prorrumpían en aleluyas.

 

***

 

Béziers, la ciudad donde Dios reconoció a los suyos, se alzaba tan hermosa y pagada de si misma como de una francesa se podía esperar. Tal como Enrico supusiera Teo la encontró encantadora. Por más herejes que hubiese albergado en el siglo XIII la ciudad se congraciaba con Dios con bellezas como la église de la Madeleine o el puente que cruza el río Orb.

De aquel lado de los Pirineos nadie se cohibía de su historia ni de tener dos plazas de toros, una datada de la época romana y la otra de principios del siglo XX. En esta se dieron el gusto de asistir a una novillada en la que resulto triunfadora una esbelta muchacha que reavivó las fantasías bisexuales de Enrico, pues vestida con el típico traje de luces no se daba cuenta uno al primer vistazo de su sexo.

Por sus callecitas medievales de casas con rojos techos de dos aguas se encontraron con toda clase de placas y monumentos conmemorativos: desde el que señalaba el lugar donde Saint Aphrodise fue decapitado por una horda de paganos hasta la que señalaba el domicilio de uno de los hijos predilectos de la ciudad, el torero Sebastien Castella.

Se hospedaron en una suite con vista panorámica del río Orb, que incluso poseía un jardincillo privado desde el que se podía tocar el río, aunque no era recomendable bañarse por cuestiones de contaminación.

En las modernas instalaciones del CIRDOC (el Centre Inter-Regional de Desvolopalment de l'Occitan) la única biblioteca-hemeroteca-centro de estudios del occitano del mundo ambos fliparon por la cultura del Languedoc.

Tal como se lo prometiera poco antes de casarse Teo ponía todo de su parte para hacer de Enrico el marido más feliz del mundo. Se sometía a él en la cama luego de someterlo, y en los escasos ratos libres que el viaje de bodas le dejaba anotaba en su libreta.

Su vieja libreta de filosofía. Las clases que dictara el padre Tezza llenaban sus primeras páginas, pero mas adelante todo era la filosofía de Teo: sus intentos por racionalizar la vida y por dar un significado al azar. Ahora, convencido de que no quedaba más que resignarse se entretenía con una nueva paradoja, con un problema imposible.

¿Cómo suicidarse sin cometer suicidio? En la columna de la derecha anotaba un posible modo, en la de la izquierda lo refutaba. Era un planteamiento de nunca acabar. ¿Cómo, si la oración se contradecía en si misma? El juego comenzó con aquel cretense que aseguraba que todos los cretenses eran mentirosos, y seguía con el gato de Schödinger y quizás todo se limitaba a la paradoja de Newcomb: ¿Cómo jugar contra un oponente omnisciente?

¿Cómo jugar contre El oponente Omnisciente? ¿Cómo ganarle la partida?

Quizá esa y no Inshallah era la formula de la Vida para Teo. Era un luchador nato.  Siempre le habían gustado las paradojas, como un desafío a su inteligencia. Se llevaban bien con su naturaleza rebelde. Ahora que trabajaba en la última paradoja de su vida, en la más importante, en la que terminaría el juego, se encontraba alegre.

Se daba cuenta que era raro encontrar entretenida la búsqueda de la ultima respuesta. Sabía que una vez encontrada esta no le quedaba más que la tumba. A cumplir su misión y a volar con los angelitos, si es que de verdad existían en aquel otro mundo.

Quizá se debiera a su profundo orgullo como ser humano, pero la idea de unos humanoides alados, estéticamente asexuales, no le molaba mucho. Aunque le molaba aun menos la idea de que fueran bebés mofletudos con alitas. De plano se negaría a creer en los ángeles, de no ser fan de uno que se rebeló y cayó.

Tres meses, le solicitó el brujo. Estaba seguro que en menos de tres meses encontraría él sólo la respuesta.

 

Continuara...

 

Notas finales:

Bèziers es la ciudad en la que la leyenda dice que Simon de Montfort pronuncio su terrible y mamona sentencia, "Dios reconocerá a los suyos" cuando, tomada la ciudad en la que se refugiaban bastantes herejes, ordeno que mataran a todos los habitantes, pues ellos no tenian tiempo para diferenciar quienes eran fieles y quienes herejes, asi que dejaba esa tarea a Dios.

Desde antes ya habia dado a entender que Lotario entendia todas las lenguas, ¿si no como creen que leia en español moderno?

Link a la cancion: http://www.youtube.com/watch?v=L39j5kd7fP4

Carpe noctem!


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