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El fantasma de la abadía. por nezalxuchitl

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Notas del capitulo:

Regreso con otro redundante titulo que homenajea a Perla Shumajer. Lamento mucho la tardanza, exceso de trabajo y exceso de frio me tenian el ingenio y los dedos inactivos.

Advertencia: el trio es 1/3 hetero, es decir, dos chicos+una chica. Y es extralargo. El capitulo, quiero decir.

Enjoy it!

60º Trío de tres.

 

 

Cuando despertó al día siguiente lo primero que escuchó fue su risa alegre. La de la chica: una risa aun sin complejos, sincera. O era una ingenua o tenía el don de la risa. Cualquiera de las dos opciones causaban envidia a Teo, y mas porque quien la hacia reír era Enrico. Del otro lado del biombo de madera de sándalo estaban desayunando, en cojines sobre la alfombra y cubiertos con sendos mantos.

Enrico abrió su manto y le señaló un lugar junto a él. Teo se sentó y Enrico lo cubrió con su manto. Unió sus labios a los suyos con naturalidad y ternura y luego le preguntó señalando las viandas:

-¿Lahmacun?

-¿Qué es eso?

-Pizza turca. - contestó Fiammetta.

-¿Y eso verde?

-Chicharitos secos, como los de la botana. - contestó Enrico.

-Vale.

Teo se sirvió un café negro como el diablo, caliente como el infierno, dulce como el amor y puro como un ángel; es decir, un café en regla, que no fue muy del agrado del joven, que lo prefería simple, frío y menos cargado.

-¿No hay leche?

-Ayran. - señaló Enrico.

Teo cogió la jarrita de contenido blancuzco y la acerco al café.

-Yo no haría eso. - advirtió Fiammetta - es yogur de búlgaros con sal y limón.

Teo hizo cara de asco.

-¿Es que no hay algo decente que comer por aquí?

Fiammetta lo miró como diciéndole: ¿ves mi situación?

-Sabe rico, anda, ábrete a nuevas experiencias. Anda. 

Enrico le acercaba una cucharada del yogur de marras del mismo modo en que Madonna obligaba a comer algo saludable al conde. Cometió el error de sonreír al considerarlo y Enrico le metió la cuchara. Tan feo no sabia. Un poco de yogur le escurrió por la comisura de la boca. Atento, su esposo lo limpio con una servilletita. De repente, aquello se le hizo muy íntimo para estarlo compartiendo con la excuradora de museo.

-¿Y que vamos a hacer hoy?

-Pues podríamos tomar algún tour grupal, para que te ubiques en la ciudad, que tengas una vista general, y ya mañana podría llevarte a mis lugares favoritos. - respondió Enrico. Por supuesto que pensaba omitir sus burdeles favoritos, los sitios que tan asiduamente visitara.

-Vale.

Fiammetta los miraba aprensiva.

-Yo tampoco conozco la ciudad. - dijo - Ludovico me trajo aquí de noche, y ese cerdo de Abdallah no me deja salir.

-Es por tu seguridad. - dijo Teo.

-¡Llevo tres meses sin salir a la calle! - gimió Fiammetta.

Enrico se sintió compadecido.

-No creo que hubiera peligro en que salieras con nosotros, ¿verdad Teo? Nosotros si estamos oficialmente hospedados aquí... podríamos hacer creer que somos tres turistas y no dos. Incluso Fiammetta podría hacerse pasar por mi mujer para mayor seguridad del grupo.

Teo estaba sorprendido. Fiammetta casi brincaba en su cojín.

-¿Tu mujer? - preguntó este bajito.

-Si: caro, es peligroso andar oficialmente gay por los países islámicos.

-¡Oh, por favor! Seré como una sombrita, dos pasos atrás y callada, como buena turca. - Fiammetta hacia la señal de la cruz con los dedos y la besaba.

-Pobresita... - Enrico paso un brazo tras su espalda e inclino la cabeza hacia ella - ¿tienes corazón para dejarla aquí encerrada?

Teo se cruzó de brazos e hizo mohín pero cedió. A pesar de las protestas del padrote, que vertía ceniza sobre su cabeza advirtiéndoles que estaban locos y que iban a violarlos a los tres salieron. La primer parada fue en el más cosmopolita centro comercial. Abnegado a que lo arrastraran de nuevo de tienda pija en tienda pija Teo se dejaba conducir de Enrico, quien lo tomaba de la mano más de lo conveniente para la seguridad del grupo.

La antipatía que sentía por Fiammetta se diluyó al verla tan emocionada comprándose abrigos y vestidos, mallas y botas, y cada que iba a pagar una cuenta con su tarjeta sin limite de crédito lloraba de felicidad y decía que debería estar prohibido poner semejantes precios. Volvió a ver a la empática chica como aquel primer día en la Abadía, y su regocijo infantil le recordaba a su hermanita.

Sin embargo, prefirió no profundizar en comparaciones con Violeta, pues una vez vestida a su gusto Fiammetta lucia regia. Ya se había teñido el pelo (¿a que horas? se preguntó Teo), maquillado y ni siquiera el abrigo de cuero blanco disimulaba que tenia un buen trasero. Oscilándolo al andar en sus botas de plataforma hacia girar turbantes y relamerse bigotes. O por lo menos esperaba que fuera ella y no su esposo y el en traje.

Regresaron a dejar las compras, provocando nuevos lamentos de Abdallah, que juraba que los ladrones iban a saquear su casa sin dejar piedra sobre piedra. Dejaron al buen padrote rasgándose las vestiduras y caminaron por el centro de la ciudad. La alegría de Teo y Fiammetta fue idéntica cuando encontraron un macdonalds. Enrico solo sonrió y los dejó ordenar, y cuando ellos descubrieron que aquel debía ser el peor macdonalds del mundo se carcajeó en su cara y los llevó a almorzar a un restorancito típicamente turco.

Ahí probaron varios platillos, algunos ricos a pesar de su apariencia extraña, otros no tanto, y Teo descubrió que una buena alternativa para los cafés tan espesos que hacían quedar al expresso como agua de calcetín eran los tes y zumos de frutas, variados y deliciosos.

No obstante de ser un país islámico, Turquía tenía su bebida alcohólica nacional. Probaron el raki en el restaurantito y Enrico, cliente vip del lugar, pudo comprar incluso un par de botellas para llevar a casa, con la condición de que las fuese a beber en público.

Al salir alcanzaron a tomar el último tour del día. Un par de veces, mientras Teo y Fiammetta se maravillaban por primera vez con Santa Sofía, la Torre Galata, el Cuerno de Oro y toda la parafernalia Enrico se les desapareció brevemente. Se tomaron tantas fotos que la batería de la cámara se agotó. Fiammetta, en un desplante, compró una cámara entera nueva al regocijado guía de turistas.

Molidos y con el viento frío amenazando llevar los nubarrones de nieve hasta la ciudad se detuvieron solo a comprar varias clases de pastelillos llamadas baklava en una panadería donde la anciana dueña saludó encantada a Enrico y le preguntó por sus cosas. Llegaron a la casa de Abdallah medio cargando entreambos a Fiammetta, que no aguantaba ya sus pies.

Abdallah, que no sabia de que otro modo lamentarse, los apuró a subir al segundo piso porque la clientela ya estaba llegando y les preguntó si les preparaba un baño.

Lo que no esperaban era que fuese un baño para los tres.

Sorprendidos y un tanto apenados se miraron. Caballerosamente, los esposos cedieron a Fiammetta el primer turno. Enrico se puso a descargar las fotos a su macbook y Teo, que no tenía ganas de pensar en la muerte lo acompañó.

Cuando la chica pasó a avisarles que estaba listo el baño Enrico se alegró de comprobar que a Teo se le fueron los ojos por los muslos mojados de la fémina. Luego se metieron juntos en la vieja tina de madera, besándose y enjabonándose, jugueteando en el agua hasta que Teo cargo sobre sus rodillas a Enrico y lo penetró con ayuda del agua, moviéndose con mayor libertad en aquella densidad diferente, comiéndole el cuello entre vapores perfumados y gemidos levemente sofocados.

Enrico se corrió pensando en que aquello que tenia en mente iba muy bien.

 

***

 

Tal vez fuera debido a que llevaba tres meses sin ver un hombre guapo por lo que ahora que veía dos  y siendo cariñosos entre ellos andaba de flipe en flipe.

Fiammetta no era una fujoshi, a diferencia de Violeta. No era fan del anime yaoi ni se había adentrado en el mundo del doujinshi y fanfic de boys love. Se lamentaba de que mejor los gays que los heterosexuales lucían guapos, pues sabían y se esmeraban en arreglarse. Le parecía un desperdicio para el bello sexo que hubiera varones indiferentes a sus encantos. Sin embargo, había una venita ecchi en ella, una que le hizo sentir un ardiente calorcito entre las piernas la primera vez que leyó sobre actos sexuales entre hombres.

Fue en Justine, del marques de Sade: la escena entre el conde de Bressac y su criado Jasmine. La pagina debió desgastarse de tanto que la joven Fiammetta la leyó, fascinada, repulsa, excitada. La repulsión fue sustituida por entusiasmo cuando leyó sin censura los cuentos del Decamerón. El décimo cuento de la quinta jornada, la picante historia de Pietro de Vinciolo, su mujer y el amante de su mujer se convirtió en su favorito, por el buen juicio de Pietro y su peculiar manera de dejar a tutti contentti.

Y si se iba una a los clásicos, ¡mamma mia! Las Bucólicas de Virgilio, escritas por el poeta según la leyenda  para callar la boca de quienes lo calumniaban de no gustar de los muchachos, eran casi una oda al amor gay. El Satiricón de Petronio "Arbiter elegantorum" era una joya tan excelsa, lo que se conservaba, que la llenaba mas que ningún otro texto del agridulce sentimiento de perdida a medias que toda antigua obra de arte arruinada deja.

Teo y Enrico... los besos que se daban, la manera como se miraban. El día que los conoció no imaginó que fueran a terminar casándose. ¡Que vueltas da la vida!  Más que por lo jovencito que era Teo por que sintió que el barón estaba interesado en ella. Se notaba que Enrico Benzo debía ser un buen amante. ¡Quien fuera la dichosa que estuviera en sus brazos! O el dichoso en este caso. Sentía envidita por Teo, aunque reconocía que el lo merecía mas porque lo amaba. Ella solo lo deseaba. ¿O los deseaba? No dejaba de pensar en ellos mientras se bebía el te que Abdallah, con diligencia casi maternal, le subía todas las noches.

 

***

 

No le sorprendió al despertar el oler el perfume de la muchacha. Pero del otro lado del biombo no se oian risas ni conversaciones francas, sino murmullos. La voz de ella y la voz de Enrico, hablando rapido y quedito en italiano. Voces que callaron cuando lo oyeron levantarse. Al pasar al otro lado del biombo vio la mesita puesta a un lado y una cantidad mayor de cojines sobre el suelo.

Enrico solo llevaba puesta una camisa de manga larga desabotonada y los boxers, Fiammetta usaba una larga bata de seda china, rosada, con bordes negros y pajaritos bordados en el mismo color. Bata que dejaba al descubierto sus hombros y parte de su escote. Lo primero que Teo penso al verlos fue que descombinaba con su piyama negra de dos piezas.

-¿Qué pasa? - preguntó sentandose al lado de Enrico.

Este le paso un té que se apuró en beber, pues estaba sediento.

-Teo, ¿recuerdas que platicamos de que nos gustaria hacer un trío con  una chica?

Teo asintió pasandose con dificultad el último trago de su té. Fiammetta tenía bajo el rostro y las mejillas tan rosadas como su bata.

-Pues a Fiammetta le gustaria hacer un trío con dos chicos.

Teo no pudo evitar el imitar la expresión facial de Javiercete.

-¿Qué te parece? - dijo Enrico, poniendose de rodillas detrás de Fiammetta - ¿No es hermosa? - le bajó la bata por los hombros hasta mostrar sus senos, redondos, erguidos, con pequeños pezones bien erectos. Enrico le ladeó la cabeza y le besó el cuello - ¿No se te antoja hacerla tuya? - retiró la cinta y abrió la bata y mostró un vientre blanco, unas caderas orondas, femeninas. Deslizó los dedos por entre los senos, hasta más abajo del ombligo.

-¿Tú quieres?

-Yo sí. Y ella tambien. - le susurró al oido que abriera las piernas y ella obedeció tremula, separando timidamente sus  muslos hasta que Enrico le apretó ambos pechos y le mordió la oreja. Entonces gimió y los separó bien, dejando a la vista de Teo su apetitoso sexo de hembra.

Sintiendo una especie de nausea por el deseo Teo estaba trabado y no podia pensar. Recordaba haber prometido ser el marido más complaciente del mundo y la idea de conocer como seria el sexo con una mujer no representaria un gran sacrificio. De hecho tenia ganas.

-Ven... - Enrico la había dejado sobre el lecho y lo tomaba de la mano para llevarlo donde Fiammetta.

Se pararon enfrente de ella. Enrico desabotonó su piyama. Recorrió a besitos su mejilla hasta su oído.

-¿Si quieres?

-Si... - volteó a ver a la chica, que había juntado sus rodillas, flexionadas, y los miraba mordiéndose su carnoso labio inferior.

Estaba hermosa con esos pechitos redondos y ese sexo liso, desconcertante. Quería abrir con su lengua aquella valva de Venus, explorársela. Enrico lo dejó desnudo en un santiamén, agasajándoselo de lo lindo ante las ardientes miradas de Fiammetta, recorriendo la distancia entre su vientre y sus muslos, sin tocar la erección que apuntaba firme hacia delante.

A Fiammetta se le hacía agua la boca y otra parte corporal de admirar la belleza de dos ejemplares tan altamente potables. Se levantó y fue por Teo. Se le abrazó por delante, buscando su boca en tanto Enrico se apretaba contra su espalda, comiéndole la nuca a besos.

Por delante sentía a una mujer y por detrás a un hombre: tan distinto lo que tenía a uno y otro lado y tan igualmente excitante. Afianzó sus manos sobre el trasero de la chica y dominó el beso: le coló lengua por entre labios y encías mientras masajeaba sus nalgas, las jalaba y las soltaba bruscamente, adivinando el rebote.

Se retorció para liberarse de ambos. Tiró a Fiammetta sobre los cojines y se dejo caer sobre ella, besándole ávidamente el cuello, los pechos... estaba fascinado con los pechos. Los estrujaba con una fuerza quizá excesiva, chupaba los pezones como si quisiera arrancarlos y terminó por morderlos. La chica gritó y él le dio una nalgada. No protestó más porque Enrico, tendido a su lado, la besó tiernamente en la boca.

Teo bajó de prisa por el vientre, separando las piernas con violencia, dejando ir su lengua en picada contra aquel remanso de suavidad. Lamió la vulva, descubrió el clítoris, lo rodeó con su lengua, lo chupó provocándole contracciones a Fiammetta que ahogaba sus gemidos en la boca de Enrico. Cuando él separó sus labios húmedos ella apretó los dientes, estimulada por la penetración que con sus dedos ejecutaba Teodoro.

El rubio descendió a donde estaba él y lo miró hacer. Con un par de dedos abiertos en V froto en círculos el monte de Venus. La chica redobló sus gemidos y Teo, fascinado, dejó de penetrarla para observar la habilidad de Enrico. Este le indicó que se acercara y lo besó, estimulando su deseo sin dejar de masturbar a Fiammetta. Cuando el cuerpo femenino se estremeció presa del orgasmo el rubio se detuvo. Se inclino rápido sobre el regazo de Teo y engulló su miembro, más por excitarlo que por que hiciera falta: los fluidos de la muchacha lubricaban generosos su pasaje.

-Penétrala. - le indicó, yéndose a acurrucar sobre su pecho a la joven, sosteniéndola con las manos sobre sus senos.

Fiammetta misma levantó la cadera para ofrecer su sexo: ansiaba ser tomada, penetrada una y otra vez por un varón cuyo miembro viril producía tan rico cosquilleo. Arqueó  la espalda al sentirse penetrada, sus pechos se sacudieron por el vaivén que imponía a todo su cuerpo la vigorosa cadera del pelicastaño.

Teo decidió follarsela duro desde el principio: si eso era lo que quería la muy zorra a dárselo desde el principio. Envidioso de los besos y caricias que su esposo le prodigaba la jaló, le dio la vuelta y la penetró manteniéndole las caderas en alto. Ella se sostuvo sobre sus codos y mantuvo la cabeza gacha, gozando del exquisito miembro del muchacho.

¡Qué manera de moverse! Lo tenía duro como solo un jovencito puede, y tenía una energía interminable. Ser follada por un chico joven, pero con experiencia, nunca le había tocado. Y adivinar cómo fue adquirida esa experiencia la hacía relamerse más.

Enrico se colocó detrás de Teo, para disfrutar del primer plano de las nalgas de la muchacha asomado sobre el hombro del pelicastaño, besándoselo. Para que la experiencia fuera un deleite para todos los sentidos cogió la redoma que contenía una aceitosa esencia de rosas de Damasco y vertiendo una viscosa cantidad entre sus manos, para calentarla, la frotó, liberando el perfume, ungiendo en seguida a Teo, el pecho, el vientre, hasta dejarlo brillante como un dios, con los abdominales y los bíceps resaltados.

Le ungió las nalgas mientras yacía jadeante sobre la pelimorada, consternado aun por la nueva experiencia de correrse en un túnel tan húmedo y aterciopelado. Exquisito. Se retiró con su pene ya solo erecto a medias, la sonrosada bóveda que formaban los pétalos de la joven brillaba con sus fluidos, así como su espalda brillaba con el aceite que le había embarrado Teo.

Lo dejó recostarse. Fiammetta se llegó gateando a él y le hizo sexo oral. Lamió con su traviesa lengüita la erección de Enrico, besándola con sus carnosos labios, engulléndola con esos así como quería hacer con los otros, metiéndosela por completo en aquella boquita que no parecía capaz de albergar tanto.

Una vez que hubo probado así el miembro tan deseado se acostó sobre Teo, entre sus piernas extendidas; subió las propias y las apretó contra sus pechos, exponiendo su sexo goloso a un nuevo ataque.

Admirado de que después de la follada que le había dado todavía quisiera mas Teo estiró el cuello para ver como Enrico hacia de hombre con una mujer. Fiammetta se derritió en sus brazos y se retorció sobre su regazo, gozando de sentir tan pronto otro miembro dentro de ella. Rodeó con sus piernas al rubio y coordinó su cadera con la de él, siguiendo el ritmo mesurado que el marcaba, pero profundizando los movimientos para sentir más.

Libre de recorrer a la fémina con sus manos Teo la acarició una y otra vez, cuanto podía, desde el rostro hasta los muslos, jugueteando con mas comedimiento con sus tetas, pasando rápidamente sus dedos separados sobre los pezones de ella, poniéndolos duros como piedras  y haciéndola gemir del placer. Se estiró para coger la redoma que estaba ahí cerca y con sus dedos aplicó gotitas de perfume frío sobre los pechos de la joven, sobre su vientre, dibujando un diseño simétrico que Fiammetta se encargó de borrar cuando se acaricio a sí misma, próxima al clímax.

-Mas rápido. - le pidió el a Enrico, aunque más rápido lo aplastaban más.

-Mastúrbala. Pasa tus dedos en V sobre su sexo, en torno a mi pene.

Teo obedeció y los gemidos de Fiammetta alcanzaron nuevas dimensiones de sensualidad. No chillaba como una puta de película porno, sino que gemía de un modo bajo y caliente que le erizaba los vellos a Teo. Le volteó el rostro y la obligó a callar a besos. Fuertemente apretado por las piernas de la hembra Enrico se corrió dentro de ella.

Sumamente excitado por decir algo tan soez pidió a los dos amantes que se inclinaran como en reverencia oriental, empinando bien los culos. Con una sonrisa ecchi Enrico animó a Fiammetta y ambos se pusieron a disposición del pelicastaño.

Teo flipaba de ver juntos, lado a lado, el trasero de un hombre y el de una mujer, con sus respectivos sexos vislumbrándose debajo, tan distintos. Le sorprendió que la vulva abultara tanto y se dirigió primero a ella, recorriéndola con un dedo mientras pegaba su mejilla al trasero, abrazándolo. Luego se lo comió a besos, sin dejar de deslizar su dedo por la húmeda rajita, dejando que los fluidos mezclados de los tres corrieran por su índice hasta el dorso de su mano, para luego dirigir ese dedo al estrellado esfínter de la joven.

Fiammetta se lo dejó tocar, y deliciosamente complacida de ver tan próxima a realizarse su fantasía se abrió. Advertida por Enrico de que el principal requisito para disfrutar el sexo anal era mentalizarse para disfrutarlo se convenció de que el dedo se sentía bien y no era nada, que recibiría más y lo gozaría como loca. Miró a Enrico, que aguardaba paciente su turno mirando atrás; pero al sentir la mirada de los ojos negros se concentró en ella y la besó.

Teo, que había estado absorto en percibir como era aquel orificio en una hembra, salió de su ensimismamiento para ver como se besaban: flipante, era flipante. Era un milagro médico que su pulso pudiera seguir subiendo. Llevo una mano al trasero de Enrico y lo sobó, cariñoso. A ese lo conocía bien. Lubricó ese índice en la vagina de Fiammetta, que por unos instantes gozó ya de su doble penetración, para luego introducirlo en el orificio de Enrico.

El rubio ronroneó de gozo y meneó la cola. Teo con una mano en cada trasero se sentía todo un seme. Un machazo. Sus dos ukes se besaban, complacientes, y el no podía decidir cual culito era mejor, es más, no podía ni detectar la diferencia, en caso de que existiera. Que debía de existir, recordó vagamente, por lo menos por la próstata, que hacia que, en teoría, los hombres gozaran más que las mujeres por detrás.

Sin embargo, en aquel momento, mientras dedeaba a dos bellos ejemplares de cada sexo, a juzgar por sus ruiditos y meneos, dudó de la veracidad de la ciencia, pues de haberles preguntado quien gozaba mas los dos habrían contestado "¡yo!"

Sacó sus dedos y tocó mas abajo, acariciando una vulva y unos testículos. ¡Se sentía tan bien! ¡Comérselos, quería comérselos! Hundió el rostro entre las nalgas de Enrico, esas ricas nalgas que tan bien conocía, paseó su lengua por entre las nalgas, por el agujerito: lo toqueteó y lo rozó y lo penetró un poquito. Luego, con su percepción fresca en la memoria se dirigió a Fiammetta. Exploró las turgentes colinas y el agujerito, mas apretado que el de Enrico. Sin dejar de lamer su culo penetró con un par de dedos a Enrico. Luego penetró a Fiammetta y lamió a Enrico. Y luego, como no podía esperar más para cogerlos, pero tampoco decidir con cual quería empezar, preguntó:

-¿Quién me quiere primero?

-Primero las damas. - se apuró a contestar Enrico, parándose y jalando a Fiammetta para tenderla sobre la mesita baja, con la cadera apoyada en el borde. Se montó sobre ella, la penetró vaginalmente, le subió las piernas y comenzó con su mete y saca.

-¿Qué esperas? - preguntó a Teo - Nos tienes a tu disposición.

-Fóllame - pidió Fiammetta - estoy lista.

Con los ojos cerrados y expresión concentrada la joven se abrazaba a Enrico, pegando sus pechos al de él.

Teo se acomodó para penetrarla. Aquel acomodo ideado por Enrico era exquisitamente perverso: mientras la follaba a ella podía verlo a él, o dedearlo, y viceversa. Además, ni el ni ella dejaban de gozar independientemente de a quien favoreciera con su verga.

-Déjame lubricarlo. - pidió a Enrico.

El rubio se retiró momentáneamente de la joven, su pene rozo con el de Teo cuando este se dirigía a la mojada cavidad. La penetró rápido tres, cuatro, cinco veces y luego se salió de ella. Enrico y Teo la penetraron a la vez. Fiammetta gritó.

-Vas a gozarlo... - le dijo Enrico con voz tierna, acariciándole una mejilla - recuerda preciosa, vas a gozarlo.

Fiammetta asintió con los ojos obstinadamente cerrados para contener las lágrimas. Ladeó el rostro y buscó los dedos de Enrico con sus labios. Los chupó con fuerza mientras se relajaba lo mas que podía repitiéndose mentalmente que iba a gozarlo. Pero no le pillaba el modo, era excesivo. Por delante no le incomodaba, pero por detrás... Teo era un brusco, mira que joderla así sin pararse a considerar que podía ser virgen por ese lado. Por más que se mentalizara a gozarlo esos rápidos vaivenes eran...

Teo se retiró de ella y penetró a Enrico. Este gimió de puro placer.

-¡Aah! - gozar de los dos sexos a la vez, ¡eso era vida! - ¡Teo! ¡Fia! - cogió los pechos de la joven en sus manos - ¡Más, más!

Fiammetta sintió que el deseo corría por sus venas como una droga. Era la primera vez que presenciaba como dos hombres lo hacían. Realmente lo hacían. Teo estaba penetrando a Enrico y Enrico a ella y los tres lo gozaban. Apretó la vagina y también el trasero, llevó ambas manos a sus nalgas, jalándolas, tratando de sensibilizarlas.

-¡Teo, a mi! - pidió ella, mirándolo por encima del hombro de Enrico.

Considerando que seria maricón no follarse a una chica que lo pedía Teo salió del rubio y entró en ella. Suave, caliente, quizá solo un poco mas apretado... pero lo que sin duda sintió Teodoro fue que esta vez ella estaba más dispuesta. La sintió abrirse a su paso, derretirse. La penetraba rápido, los dos la penetraban rápido. Teo ensalivó dos dedos y los introdujo en el ano de Enrico, haciéndolo gozar con sus hábiles aleteos. Separaba los dedos, los giraba, lo penetraba con ellos. Enrico jadeaba, masajeando los pechos de la muchacha. Y ella gozaba como una loca de la doble fricción, tal como se lo prometiera ser follada por dos hombres, por los dos lados, al mismo tiempo, era lo más delicioso que había vivido.

Dicen los que saben que si una persona fuera honesta consigo misma la lista de sus mejores recuerdos abundaría en recuerdos de tipo sexual. Aquel encuentro habría de quedarse hasta el final de sus días como la mejor experiencia de Fiammetta: cuando llegó al orgasmo, sacudida por las sensaciones a ambos lados fue... cuando aquello no se detuvo y la fricción del mete y saca continuó fue más... cuando sintió que iba a enloquecer si aquello continuaba estuvo a punto de desmayarse...

Menos mal que en aquel momento Teo terminó, retirándose. Enrico, que quería gozarla por completo, cambio de orificio, y tras sodomizarla algunos minutos terminó. Dejó a la chica exhausta, literalmente chorreando de semen sobre la mesa. Teo se la comió con los ojos: deliciosa, con su sexo, culo y pechos enrojecidos. Se acercó a ella para besarla por el rostro y cuello, toqueteando los pechos.

Enrico, elegante incluso después de un trío, se acercó con una copa de vino turco para cada uno.

 

Continuara...

 

Notas finales:

Cancion sugerida para este cap: http://www.youtube.com/watch?v=zuniVlOVUtc

Muchas gracias por seguir pacientemente esta historia, agradezco sus reviews y los contestare a la brevedad posible.

A proposito de brevedades, si gustan pueden contactarme en twitter: http://twitter.com/#!/_Nezal_

Carpe noctem!!!


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