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El fantasma de la abadía. por nezalxuchitl

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Notas del capitulo:

Alone you die, my frozen angel; alone you fade away from this world.

(Mueres solo, mi ángel congelado; solo te desveneces de este mundo. - Norther, Frozen angel, fragmento.)

 

62º Alone you die.

 

-¿Qué quieres, como llegaste aquí?

Orhan bajó de un brinco y se sentó en el alfeizar. Dio otra chupada a su cigarrillo. Que la chica no hubiera gritado como histérica pidiendo ayuda era buena señal.

-Por donde vine puedo llevarte. Tú quieres irte de aquí.

Lo aseveró. Fiammetta se quedó helada. No sabía que pensar; ¿estaría entre la sartén y el fuego?

-Ven conmigo. - se paró y extendió la mano.

-¡No! - Fiammetta dio un paso atrás - No voy a ir con un desconocido.

-¿Ni siquiera porque este desconocido es tu única salvación?

-Estoy aquí para protegerme de...

-¿Gente como yo? - Orhan terminó su frase. Era como si le leyera la mente. Fiammetta sintió escalofríos. ¿Estaba volviéndose... - No, no estás loca. - le dijo Orhan - Puedo leer tu mente. No, yo tampoco estoy loco. Soy un brujo. No mujer, entiende que no: ni tú ni yo estamos como putas cabras. Soy real. - se acercó y la tocó en el brazo. Voy a sacarte de aquí y voy a darte las respuestas que tanto deseas conocer. Pero piensa bien antes si de verdad quieres conocerlas.

Fiammetta se quedó callada, mirando la inexplicable desaparición de la celosía de la ventana. De nuevo estaba en la encrucijada, de nuevo estaba oculta en el bosque, como luego de encontrar el tesoro. Tómalo o déjalo, y ella siempre lo tomaba. Mejor el cambio, lo que viniera. El tal Orhan supo antes que ella que se iría con él. No tenía otra opción, nadie más a quien recurrir. O se iba con ese turco guarro que anunciaba que era brujo como si tal cosa o se quedaba a podrirse en esa celda. El ave estiró las alas, aunque sabía que podía costarle una desplumada.

-¿Quién me garantiza que no vas a sacarme de aquí para robarme y luego matarme?

-Nadie. - le respondió Orhan.

-¿Pretendes que confíe en ti cuando llegas en mitad de la noche? ¿Qué te crea que eres un brujo cuando si de verdad lo fueras y vinieras por mi dinero podrías haberlo tomado sin necesidad de mí?

-Es cierto que si quisiera tus joyas, las menos importantes, podría haber ido por ellas a la caja fuerte numero ... del banco ... de Florencia, pero... - se puso serio - No voy a sumar a mis pecados el de ser un ladrón. Ahorré para comprarte lo tuyo, hace mucho tiempo que sé que estabas aquí. Y ahora que te encuentro cautiva te propongo liberarte por puro amor a la libertad, porque yo también estuve una vez atrapado.

¡Que raro era el corazón humano! Un brujo que no quería pecar de ladrón, alguien que la ayudaba por pura empatía. Fiammetta se permitió ser débil y echó a llorar.

 

***

 

Ludovico regresó de sus compras navideñas a  mediados de diciembre. Había ido a hacerlas al mercado negro de Estambul, no tanto porque le importara economizar como porque aquello le parecía más malo. Llegó con muchos paquetes, unos más sospechosos que otros y un gesto alegre.

-¡Ludovichi! - Teodorico se le colgó del cuello - ¿Qué me has traído hermanito?

-Una cornetita, por cabrón. - se lo quito de encima. Todavía no le perdonaba lo de los hombrecitos de jengibre.

Teodorico hizo puchero.

-No sé que regalarle a Lorraine, ¡lo tiene todo!

-Ponte un moño. - sugirió Federico.

-O pónselo a tu amiguito, si es que todavía sirve. - se carcajeó Ludovico.

-O ponla en contacto con mi hermana. - sugirió Teo - Será como sincronizar un par de altamente sofisticados aparatos enviciados con el yaoi.

Enrico ronroneó en su regazo.

-¿Tú crees? - preguntó escéptico Teodorico - O sea, no es por menospreciar a tu hermana, pero ¿Qué puede enseñarle una chiquilla de secundaria a una agente del FBI con maestría?

-En materia de yaoi puede que si... Violeta cree haber encontrado yaoi hasta en el metal. Jura que Kristian Ranta expulsó a Petri Lindroos de Norther por desavenencias amorosas.

Teodorico siguió escéptico hasta que Ludovico encendió un cigarrillo y comentó:

-Podría ser...

-¿Tú sabes de eso? - se volvió rápido a su hermano.

-Soy gay, así que figúrate...

-No, del metal.

-¡Claro! ¿O qué? ¿Crees que escucho a Justin Bieber con lo macho que soy?

Teo hizo cara de asco al escuchar el nombre.

-Caro - Teodorico se le abrazó del cuello - ponme en contacto con tu hermanita.

Teo transfirió los datos de Violeta de su móvil al de su cuñado. Ludovico se sentó del otro lado y le dijo algo al oído a Enrico que hizo que inmediatamente el gesto del rubio se descompusiera. Se levanto y salió a la galería, para disimular. Teo lo siguió. Ludovico los siguió.

-¿Qué pasa?

-Que Fiammetta desapareció. - respondió el rubio.

Teo puso gesto hosco.

-¿Y eso en que nos afecta?

-Es nuestra amiga.

Teo se mordió los labios. "Que tuviéramos sexo con ella no la convierte en nuestra amiga", hubiera replicado de no estar presente Ludovico.

-¿Pero cómo pudo desaparecer? - pregunto Enrico.

-Como por arte de magia. - respondió Ludovico. Expulso una bocanada de humo cuidando de no echársela a su hermano - Por la noche estaba y por la mañana no. La celosía de la ventana estaba intacta, los muros estaban intactos. Solo faltaba ella, y sus efectos personales. Quizá escapó, Abdallah dijo que estaba enferma e insistía en ver a un médico.

-¿Y porque no se lo llevaron? - preguntó Enrico.

-¿Enferma? - se alarmó Teo - ¿De qué? - ¡con la cantidad de fluidos corporales que compartieron! Miró aprensivo a su esposo.

-Estaba sana cuando la visitamos... - lo tranquilizó - lo que tuviera le dio después.

-Y no será muy grave porque vació su cuenta y su caja fuerte. Dondequiera que ande andará podrida en dinero.

-Mientras esté bien...

-Es una malagradecida. - dijo Ludovico, tirando el cigarro y pisándolo.

-¿Qué tal si la secuestraron? ¿Qué tal si todo es invento de Abdallah?

-Pues si Abdallah era capaz de mentir mientras le hacía cosquillitas con un clavo es un cabronazo. - declaró Ludovico.

-¿Lo torturaste? - se alarmó Enrico.

-Está bien; ni siquiera le rompí un hueso. Es blando como la manteca, ese gordo. Además, ¿Qué te preocupa tanto? Esa zorra es capaz de cuidarse sola.

-Es una chiquilla... - se condolió Enrico.

-Tu marido es un chiquillo, y míralo: tiene una cara de "Terminator" que no puede con ella. Si sigues poniéndolo celoso va a buscar a esa zorra pero para meterle un plomazo entre ceja y ceja.

Enrico se alarmó y miró a Teo como preguntándose si de veras sería capaz de matar a alguien. El pelicastaño resopló y se fue de ahí.

-¿Ya la buscaste? - insistió Enrico.

-Hasta con el Google.

Enrico suspiró abatido.

-¿Qué te traes con esa vieja? - inquirió suspicaz Ludovico.

-Nada.

-Ummm...

-¡Nada! ¿O que? ¿También a mi vas a hacerme cosquillitas con un clavo?

Ludovico levantó las manos.

-El que tiene derecho a hacértelas es el ausente. Por cierto... mamá manda preguntar que qué cojones podemos regalarle para navidad.

-No un clavo. Ni una pistola. - Enrico frunció los labios, pensando - ¿Tal vez algo metalero?

Ludovico se le quedo mirando.

-No tienes ni puta idea de que darle, ¿verdad?

-No... - confesó Enrico.

-Lo del moño en el pito es buena idea. Aunque tu mejor te lo pones en el culo.

 

***

 

El plazo de los dos meses se acercaba, y Teo todavía no encontraba el modo de suicidarse sin suicidarse. Miraba los foquitos de navidad, que parpadeaban como las vidas humanas. Tan insignificantes los foquitos, tan insignificantes las vidas... Sin embargo, si uno se fundía la serie podía dejar de funcionar.

¿Qué sería de Enrico, de Violeta, de papá, de mamá, de Javiercete, cuando lo lograse? ¿Qué sería de Enrico? Quería tomarlo de las manos y decirle que todos nos morimos solos, que tenía que dejarlo mucho antes de lo previsto pues tenía que exceptuar la regla y morirse con Lotario.

Llevaba casi dos meses pensándolo, pero lo único que tenía claro era que no iba a dejar una nota. No le gustaba dar explicaciones y no tenía sentido. Con nota o sin nota de suicidio su muerte seria investigada. Enrico seria investigado cuando más vulnerable estaría... ¿De qué modo afectaría eso su cordura?

Si uno se preocupa por que las cosas que deja pendientes mientras se va de viaje funcionen bien, cuánto no se preocupará por las cosas que deja para siempre.

Se sentía solo, al final. Se acurrucó más bajo la suave frazada blanca de Madonna. No tenía a quien recurrir. No podía contárselo a Lotario, ni a Enrico. Mucho menos a Violeta o a Javiercete. Estaba solo, solo... no podía pegarse un tiro, no podía cortarse las venas. En última instancia tendría que recurrir al suicidio sin trampas. Quitarse la vida sin triquiñuelas jesuíticas, desafiando a Dios y siendo condenado por él.

¿Por qué la ley de los hombres y la de Dios eran tan distintas? El único asesinato que no se paga dentro de la justicia humana es el de uno mismo. El único asesinato que la justicia divina no perdona es el de uno mismo. ¿En qué estribaría tan curiosa diferencia? ¿En que el hombre se tiene a sí mismo como centro del universo y Dios espera que orbites en torno a Él? ¿Era porque el pecado no podía ser confesado y absuelto? ¿O era porque lo que Dios no te perdonaba era ser tan gilipollas de autodestruirte? ¿Por qué Inshallah tenía que ser la única respuesta?

Sacudió la cabeza. Acéptalo Teodoro, acéptalo de una vez. Ya no es hora de plantear preguntas si no de obtener respuestas. Acéptalo. No puedes hacer nada para cambiarlo: será como Dios quiera.

La luz se hizo en su mente. Como un prisma potente que surgiera de lo más profundo: no quería ni siquiera terminar de pensarlo, por temor a que la idea se malograra.

Será como Dios quiera. Como Él quiera. Entonces tendré que pedírselo. Pedírselo con fe, esperanza, y caridad, desde lo más profundo de mi corazón. Morir. Quiero morir. Señor, Dios mío, quiero morir. Concédemelo, Señor, quiero morir.

Teo detuvo su plegaria. Si era honesta era tan potente como para llegar a Sus oídos, y, si Él quería, caería muerto en ese instante. Tuvo miedo de Su poder. Y todavía no quería morir, quería vivir un poco más. Solo un poco más...

Como cuando era pequeño y no quería levantarse de la cama; así era ahora que era adulto y no quería morir. Deja que pase navidad, suplicó.  Quiero haber vivido un año con Enrico. Un año, solo un año: ¿Es mucho pedir? Es la diecisieteava parte de mi vida. Uno sobre diecisiete, solamente. Lotario puede aguantarlo, todavía no está en su punto de quiebre.

Antes de que lo llamara él apareció, reconfortándolo con su mirada. No necesitaban palabras para comprenderse. Lotario se acurrucó en su pecho y puso su mano sobre la suya. Las lágrimas comenzaron a rodar por las mejillas de Teo: esa calidez era tan hermosa que iba a matarlo.

¿Por qué tenía que llorar tanto? ¿Por qué la belleza producía desagradables efectos físicos?

Cuando terminó de llorar le dijo con la voz de su cuerpo:

-Lotario, voy a llevarte al paraíso. Solo espera un poco más.

Lotario asintió y se abrazó a su cintura. Conforme caía dormido resbalaba, hasta quedar con la cabeza sobre su regazo. Teo acariciaba sus cabellos rubios, peinándolos.

Valía la pena hacerlo por él. Hacerlo para ver en el rostro bienamado la expresión que nunca, ni en esta vida ni en la otra, había visto: una expresión de absoluta felicidad.

 

Continuara...

 

Notas finales:

You're alone, in the end, so alone...

link: http://www.youtube.com/watch?v=bZne-2fZRhA&feature=related

¿No tienen a alguien por quien harian lo que fuera solo para ver su sonrisa una vez mas?

Kiitos!

 


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