63º Death unlimited.
Le faltaba confirmarlo pero estaba seguro de que ya lo había logrado. Había ganado la partida contra el Jugador omnisciente y fostiado la paradoja de Newcomb, así que podía relajarse.
Esperaría a que pasara la navidad y llegara el año nuevo para hacerlo. De pronto, las semanas que tenía delante le parecían eternas. Cada instante con Enrico se prolongaba y su risa, sus jadeos, se quedaban resonando en sus oídos. Lo había notado un poco preocupado, por él, seguramente, así que se comportó de un modo espectacular. La sombra que cruzaba sus pupilas, la inquietud que no declaraba pero sentía, desapareció, o se hizo tan pequeña que Teo no pudo percibirla.
Si tan solo pudiera despedirse de mamá... pero ella no quiso contestarle el teléfono. Se lo quedó mirando en la penumbra de su casa sin decorar como quien mira una bestia peligrosa. Dejó que los timbrazos se agotaran antes de que se activara el contestador. Y como el maldito contestador solo dejaba espacio para que dijeras tu nombre, Teo solo pudo oír la voz de su madre diciendo su nombre. Grabó el mensaje de todos modos. Críptico, como siempre. No había palabras entre ellos, aunque hacían falta.
"Mamá, soy Teo. Adiós."
Sabella se arrepentiría por el resto de su vida de haber borrado de inmediato ese mensaje.
***
- You know nothing about us, fuck you!!!
El cantante pasaba el micrófono adelante para que el público coreara el fuck you. Fiammetta, con el pelo rabiosamente morado era de las que más duro coreaban, y eso que no se sabía la letra. Pero le llegaba al corazón.
- We don't care about your thoughts, fuck you!!!
La garganta se le irritaba por gritar tan recio. ¿O seria por tantos cigarros que había fumado? Llamó la atención del chico que deambulaba vendiendo cervezas entre los asistentes, una proeza considerando que todos eran metaleros brincando y haciendo headbang.
- Fuck you, you're just a piece of shit!
-¿Cerveza?
-¿No tienes algo mas fuerte?
-¿Vodka?
-Dame dos. - sacudió la melena mientras escuchaba otro fuck you - ¡Dame toda la maldita botella!
Servicial ante la perspectiva de una propina el chico sacó la botella de su mandil de mesero.
- You can say what ever you dare, it's all the same cos we don't care! - el cantante se desgañitaba en el escenario.
-Fuck you!!! - gritó Fiammetta desde el fondo de su alma.
La canción terminó. Fiammetta pegó sus labios a la botella y no los despegó hasta quedar satisfecha. Le entregó al chico uno de a mil y le dijo que se quedara con el cambio y se jodiera. El chico agradeció y siguió vendiendo su cerveza: Fiammetta no se fijó que tenia buen trasero hasta que ya se iba. Joder, para habérselo nalgueado. Follado. Sacudió la cabeza al ritmo de la siguiente canción. Esta no tenía un coro fácil y pegajoso, por lo que solo apretó los dientes y levantó el puño.
Era liberador estar ahí, haciendo de su vida y de su cuerpo lo que quería. Era suyo y solo suyo. Ella era su única dueña, se lo demostraría a ese cabrón de Enrico. Se llevó otro cigarrillo a los labios y un chico ni guapo ni feo le ofreció fuego. Se lo agradeció con una mirada coqueta. Si no pillaba algo mejor se iría a la cama con ese. Veía un poco doble y estaba eufórica. Le dio otro entre a la botella. Sin que se lo explicara esta se separó de sus labios. En medio de los destellos enceguecedores de la luz que parpadeaba al ritmo de los frenéticos tambores distinguió el rostro barbudo del tipo sin camisa que la acompañaba.
-¡Orhan, joder, dame la botella!
-No deberías de beber tanto en tu estado.
-¡Jódete! - le hizo una seña obscena con el dedo medio - ¡Hago lo que quiero! ¡No soy yo la que decidió tener este crio aquí dentro - se golpeó el estomago - y vivirá solo si yo lo quiero! ¿¡Escuchaste, pedacito de mierda?! - gritó a su estomago, acunando las manos para hacerse oír sobre el estruendo del death metal - ¡Vivirás solo si yo lo quiero!
Se rió como una loca y arrebató la botella a Orhan. Con los ojos nublados, entrecerrados, le dio fondo. Mientras la miraba beber hasta la última gota Orhan se preguntó si había hecho bien al darle la libertad. Fiammetta arrojó la botella contra el suelo y brincó alzando el puño. Estaba enojada y tenía motivos para estarlo. Por eso le gusto tanto aquella canción de Norther, Fuck you cuando la escuchó en su laptop...
...Con lágrimas en los ojos, en la habitación del hotel, ella le dijo que era la primera vez en meses que podía acceder al internet. Su correo ya había sido borrado pero su cuenta de facebook y de otros lados seguía vigente. Sin embargo, no podía usarla. Deambulo nostálgica por sus sitios sin comentar, sin dejar huella. Era la mujer X y tenía que empezar de cero. Eso sí, con mucho dinero.
Orhan la sacó de Turquía y la regresó a Europa. Norther se presentaba en Madrid a los dos días que ellos arribaron, por lo que acordaron despedirse después del concierto. Orhan tenía un hogar al que intentaría volver y Fiammetta aun no sabía qué cosa haría.
Ya había asimilado las terribles revelaciones del brujo. Si sus manos temblaban ahora al recordar que Enrico la había sometido a aquel infierno para usarla como incubadora era de rabia, no de consternación.
El maldito rubio de mierda, auxiliado por el proxeneta panzón, la engañó. Para embarazarla a la fuerza. Aquellos tecitos que con tanta ternura le servía Abdallas eran pócimas para aumentar su fertilidad, lo mismo que los remedios "anticonceptivos" que le dieron el día del trío y después. Creyendo que era algo que le evitaría una posibilidad remota bebió remedios naturistas que favorecían la concepción y la implantación. Y vaya si eran efectivos, ellos y la ley de Muphy. Quedar preñada de una sola vez! Bueno, dos. Tanto el rubio cabrón como Teo se habían corrido en su vagina.
Según Orhan Teo no sabía nada, todo era cosa de Enrico... ¿Qué pensaría el chico a quien ella le caía mal si supiera que tenía un 50% de probabilidades de ser el padre de su hijo? ¿Eh, que pensaría? Vengativa, tenía ganas de decírselo, para que le ajustara cuentas al cabrón de Enrico. Tal vez hasta lo dejara: tal posibilidad la hacía relamerse los labios.
Pero no se atrevía a hacerlo porque aun no sabía si iba a tener ese hijo. Si decidía tenerlo y notificaba a los posibles padres ellos tendrían derechos legales sobre su hijo. Su hijo. Y eso no pensaba permitirlo, porque nunca, jamás, dejaría que Enrico se saliera con la suya y obtuviera el crío que no podía llevar el su vientre por su sexo. Jamás. Si nacía, nunca lo vería.
Si nacía... mientras estaba cautiva estaba muy preocupada por él. No notificó de su existencia a Abdallas por temor de que lo mataran. Pero ahora, al conocer la verdad, lo odiaba un poco. O quizás la verdad no importaba en absoluto y de cualquier forma ella habría llegado a esta fase en que lo odiaba.
Era horrible pero lo odiaba. Odiaba a su hijo. No tenía ningún derecho a alojarse en sus entrañas y vivir parasitariamente de ella. Dios o el que inventara la vida era un jodido sádico. Y uno que odiaba a las mujeres. Seguramente Enrico pensaba que la maternidad era un don incomparable y lo envidiaba, lamentando tener testículos en vez de ovarios, pero si el muy imbécil supiera...
Fiammetta odiaba todas las películas cursis, todas las novelas ridículas que hablaban sobre el instinto maternal, sobre la abnegación de una madre... Ella no poseía ese instinto ni sentía inclinación por la abnegación. A la mierda con ello. Ella poseía el instinto del superviviente, inclinación por ser ganadora.
Un hijo representaba tiempo desperdiciado. Dinero tirado a la basura. Exfuerzo malgastado. Un hijo exigía demasiado sin garantizar nada a cambio: podría ser la mejor madre del mundo y su hijo resultarle un cabronazo. Era excesivamente arriesgado.
"Debería matarte, crio. - le decía Fiammetta por las noches a su hijo - No tienes idea de cómo es el mundo. La vida es una guerra que se repite cada día, y hay gente que no está preparada para ello. ¿Qué tal si tu eres uno de esos? ¿Qué tal si un día me reclamas el haberte dado la vida? No soy tan prepotente como Dios, que reparte la vida a su antojo. ¡No! Yo no te quiero, ni te necesito... Eliminarte sería tan fácil, ¿Por qué no me atrevo? - Fiammetta lloraba sobre la cama, dándole de puñetazos - ¿Por qué no me haces un favor y te mueres tu solito? ¿Eh? Morir es bien fácil, vamos, inténtalo, empuja tu huevo con tus muñoncitos, si es que ya los tienes, sepárate de mi útero, vete, desvanécete, regresa a la nada. ¡Nunca debiste salir de la nada! - Fiammetta hipo sobre la cama. Con la calma algo recuperada prosiguió - Te lo digo como amiga. Esta vida es una revista de estafas. Una tras otra vendrán las esclavitudes. Trataran de engañarte con el cuento de la libertad, no les creas, no existe. La democracia no es más que una pantomima, una payasada en las que tus derechos son decididos por el tendero de la esquina. Te pondrán a trabajar y nunca podrás hacer lo que te guste. Incluso si trabajas en lo que te guste será una estafa porque lo estarás haciendo por alguien más, vendiéndolo, prostituyéndote para vivir. El trabajo no es más que otra mentira inventada a conveniencia de los que organizaron este mundo. No hay amigos tampoco; incluso la persona más bondadosa solo está esperando el momento de apuñalarte por la espalda. Y lo más triste es que el amor no existe tampoco: yo lo he buscado años y años y jamás lo he encontrado. Ni lo encontraré, porque no existe. Otros, mas ridículos, te vendrán con el cuento de buscar el significado de la vida. Es una tontería que gusta en particular a los gringos, así que imagínate. El significado de la vida voy a decírtelo yo ahora mismo: no es vivir, es morir. La vida solo existe para alimentar a la muerte. Solo naces para morir. Ahora que lo sabes ahórrate todo esto, hijo, vete, desvanécete, ahórrate el exfuerzo. Créeme, si a mí mi madre me hubiese advertido, si me hubiese dado a escoger, yo no me habría metido en esto. Hay que detener esta cadena de arbitrariedades, este círculo vicioso en el que un ser humano obliga a otro a nacer. - Fiammetta acarició casi con cariño su vientre - Así que sé un buen chico y muérete."
Pero aquel no era un buen chico. Era hijo de Enrico, o de Teodoro. Tenía las venas llenas de mala sangre, o de mala leche. Seguía aferrado a la vida, como una pulga a un perro. Y Fiammetta no se lo podía sacudir...
-... I am the Death Unlimited, and death is all I have to give!
La multitud coreaba y Fiammetta era pasada en manos por los asistentes al concierto, medio inconsciente de borracha. Como era una tía buena, aprovechaban para manosearla y ya le habían robado el móvil. Orhan la observaba desde lejos. Preocupado por ella ni siquiera pudo disfrutar su concierto. Por eso no le gustaban las mujeres, eran un lio.
Ella estaba genuinamente preocupada por su hijo cuando la encontró. Ahora quería matarlo. ¿Qué haría a final de cuentas con él? ¿Lo mataría y seguiría con su vida? ¿Lo mataría y se mataría? ¿Lo daría a aquel que lo deseaba insanamente? ¿Lo condenaría a un orfanatorio?
Cuando terminara el concierto la llevaría al hotel y ahí separarían sus caminos. Lo que hiciera ella con la libertad que él le había restituido era asunto de ella, no de él. Era ella a quien Alá pediría cuentas de sus actos, nadie más.
Con tristeza, se preguntó si Dios había hecho bien en darle la libertad al hombre.
Continuara...