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El fantasma de la abadía. por nezalxuchitl

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Notas del capitulo:

Now I see, you were meant to go, meant to go away. Now I know, I was meant to stay, meant to stay away...

(Ahora lo veo, tú estabas destinado a irte, a irte lejos. Ahora lo sé, yo estaba destinado a quedarme, a quedarme lejos... Kristian Ranta, Meant to go, fragmento.)

66° Meant to go.

    (Destinado a irse.)

 

Los policías hacían muchas preguntas que no comprendía del todo. Para ser sincero ni siquiera hacia el intento de comprenderlas. Ya había declarado y no diría ni una palabra más. ¿Qué podían llevarlo a la cárcel? No le importaba nada, estaba muerto para el mundo.

¿No podían ver que estaba enfermo de dolor? Maldita sociedad modernizada, tan inhumana. Lo único que lamentaba era que mamá estuviera tan preocupada por él.

-Enrico, bebé, ¿Por qué estaba cortada la mano de Teodoro? ¿Y la tuya?

Madona estaba de rodillas frente a él, acariciándole a lo largo del corte. Del corte: su promesa. No ensuciaría su promesa contándosela a esos cerdos. Nadie sabría de la última noche entre ellos dos. Nadie, pertenecía a Teo y a él, y se la llevaría a la tumba.

-Fue un accidente. - repitió.

Madonna exhaló, abrumada. Ludovico, que lo miraba con gesto preocupado detrás de su hombro dijo:

-Digamos que eran aficionados a los jueguitos guarros.

-¡Puta madre Ludovichi, este no es momento para tus bromas! ¡Por cinco gotas de sangre esos imbéciles creen que tu hermano desangró a ese chico!

La policía, siempre eficiente, tenía menos indicios que nunca. La negativa del viudo a dejar que practicaran la autopsia les hizo sospechar un crimen conyugal. Pero realizada esta, tras una orden judicial, no obtuvieron nada. Nada. El occiso no había sido envenenado, estrangulado, apuñalado, asfixiado ni asesinado de ningún modo conocido. Tampoco padecía ninguna enfermedad. De hecho, pasando por alto el hecho de que estaba muerto, el médico lo habría encontrado en perfecto estado de salud. Obligado a anotar alguna causa de muerte optó por el paro cardiaco, aunque el corazón era uno de los más grandes y fuertes que había visto.

La gente no se muere solo porque si, sostenía la policía. Menos cuando tiene 18 años y un brillante futuro.

-¿Ya terminaron? - preguntó la sombra de Enrico - ¿Ya puedo verlo?

-Caro, no deberías...

Madonna ya había inspeccionado el cadáver. El mejor embalsamador de Milán lo había preparado para el velorio y las puntadas habían sido tan bien maquilladas que eran casi invisibles. Ya estaba vestido para su funeral y volvía a parecer un ser humano luego del trato de pedazo de carne recibido por las autoridades. Madonna, que lo detestaba, casi no soporto el verlo así.

-Quiero estar con él todo el tiempo posible mamá, por favor.

-Está bien... - Madona se levantó y lo tomó de la mano.

-El no puede abandonar la comandancia hasta que su situación se resuelva. - se apuró a decir el detective.

Madonna se volteó con furia, decidida a sacarle los ojos con las uñas. Ludovico la sujetó gentilmente por detrás, abrazándola.

-Quédate con Enrico. Yo iré a ver si papá y Federico ya arreglaron lo de la fianza.

Madonna se sentó junto a su hijo, pasando un brazo por su espalda, consolándolo. El tiempo que sus otros hombres tardaron en volver le pareció eterno. Antes de abandonar la sala de interrogatorios miró con profundo odio al detective. Doscientos años atrás ese plebeyo jamás se habría atrevido, semejante episodio jamás habría ocurrido... Como se alegró de que lo que el derecho le negaba el dinero se lo seguía comprando: la venganza.

 

 

***

 

Los deudos, muchos, enlutados, se aglomeraban en el cementerio. Como la mayoría iban solo para quedar bien con la marquesa, esta tuvo que hacer un alto antes de llegar a la cripta de los Benzi, agradecerles su compañía en aquel momento de dolor y solicitarles respeto para la privacidad en la que los miembros de la familia Benzi querían despedirse de Teodoro en el interior de la cripta.

Gente que ni siquiera se sabía el nombre del difunto asintió con cara de circunstancias y de igual modo trató de aproximarse lo más posible.

Enrico iba al lado del féretro, ajeno a todo, contemplando ese rostro que pronto dejaría de ver. Quería grabárselo con fuego en el alma, quería que lo enterraran junto a él... ¿para que lo querían afuera? Su lugar estaba al lado de su amado...

El arzobispo largaba su gorigori y los hisopazos de agua bendita se confundían con las lágrimas en los rostros de Enrico, de Violeta, de Fernando, de Sabella... a media ceremonia la madre no pudo contenerse mas y se lanzó a llorar sobre el féretro, abrazándose a la caja de madera como nunca se permitió hacerlo con su hijo, tratando de clavar las uñas en el elegante barniz al tiempo que sollozos guturales, animales, eclipsaban por momentos los cánticos sagrados.

Madonna trataba de disimular un gesto que nadie podría confundir con pesar. Le chocaba todo aquello, comenzando por el mal gusto del crío de morirse en Navidad, aguando la fiesta a todos, seguido por la ineptitud policial y coronada la empresa por los aullidos de plañidera de pésimo gusto de su suegra.

Nunca llegó a apreciar a Teodoro, y los problemas que le había causado superaban a los que le habían dado todos sus hijos juntos. Exceptuando a Ludovichi, que se cocía aparte. Cuando el arzobispo de Milán terminó el servicio fúnebre y los albañiles, armados con mortero y cucharas de albañilería se acercaron, ella también se acercó a su hijo.

-Es hora Enrico. - puso las manos sobre sus hombros y dijo con firmeza - Tienes que dejarlo ir.

Silenciosas, las lágrimas corrieron más abundantes por las mejillas de Enrico. Desde hacia mucho tiempo sabia que el día de su separación llegaría, que Teo estaba destinado a irse, a irse lejos, y el a quedarse, a quedarse atrás...

"Labios, un último beso..."

Sin importarle el que dirán metió la cabeza dentro del ataúd por la abertura que dejaba a la vista el busto y besó los labios fríos de Teo; fríos y duros, tan diferentes a los que solía besar... entonces lo aceptó. Que Teo se había ido, se había ido de verdad. Se incorporó y él mismo cerró la tapa.

Al verlo que hacia por cargar el solo el féretro hacia el nicho Fernando dejó a Sabella en brazos de Violeta y se acercó a ayudar. Ludovico, Federico y Teodorico se acercaron también, y entre los cinco metieron la caja en el lugar en que permanecería hasta el final de los tiempos.

Luego retrocedieron y los trabajadores llenaron rápidamente la boca del hueco con cemento fresco. Las lágrimas de Enrico no manaban más; Sabella, transida de dolor, sollozaba de hinojos en el piso y Javiercete, que hasta entonces asistiera al funeral con la beatitud que le caracterizaba, pareció comprender que nunca más vería a su amigo y una lágrima, de una pureza brutal, trazó el sendero para sus hermanas.

Ver llorar a Javiercete fue lo que más se le quedaría grabado a Violeta del funeral de su hermano. Nunca lo había visto llorar, no lo creía capaz de llorar, y ahí estaba, llorando. Sin comprender nada, como todos los ahí presentes.

¿De que había muerto su hermano? Las ideas de asesinato que su madre gritara al enterarse se habían disipado por completo. ¿Casualidad? Teodoro le enseñó a no creer en ella. ¿Suicidio? Era la única opción... pero, ¿por qué? Súbitamente, se sintió molesta con Teo, enojada con el, por morirse y causar tanto dolor a tanta gente. "¿Por qué te moriste, le dijo en su mente a la placa de mármol que ya ocultaba su caja de la simple vista, si no tenias una razón? Siempre necesitabas una razón. ¿Cuál fue? ¿O te acobardaste y huiste de la vida? ¡Siempre creí que eras valiente!"

El penoso trabajo concluyó y los albañiles se retiraron. Los deudos se retiraron. El exterior de la cripta estaba abarrotado de flores y adentro una niña convirtiéndose en mujer se paró justo en frente del recién cerrado nicho.

Enrico se acercó a ella y le acarició la cabeza como Teo solía hacerlo. Pero dejó de hacerlo cuando ella lo volteó a ver con esos ojos tan cambiados.

-¿Por qué?

Creyéndola todavía una niña inocente, y considerando que la verdad era difícil de creer, Enrico respondió:

-Era necesario.

Violeta apretó los puños.

-Así que ni siquiera te lo dijo a ti. Y se suponía que te amaba. - su rostro se crispaba y lagrimas de rabia, de dolor, escapaban pese a sus esfuerzos por contenerlas - Era un egoísta.

-No le digas así... - apenado, Enrico la abrazo. Quería decirle que tenía sus razones, que lo amaba... pero su garganta estaba oprimida.

Violeta calló por no herirlo más, pero el dolor de esa persona tan gentil la hizo enfurecerse más con su hermano. Furiosa, estaba verdaderamente furiosa por primera vez en su vida. ¡Quería golpear la losa recién pegada de mármol!

-Hijita - su papá la llamaba. Se soltó de Enrico y corrió a sus brazos: papá la necesitaba más, había algo quebrado en él.

Su dolor no era tan aparatoso como el de mamá, pero no por eso era menos profundo. ¡Maldito Teo!

-Vámonos de aquí papito, ¡vámonos pero ya! - Violeta no creía poder seguirse conteniendo al ritmo al que se incrementaba su furia.

-Dame solo un momento princesita.

Fernando también se acercó a poner la mano sobre la tumba de su hijo. Era una tumba que quedaba muy lejos de casa y no sabría si podría volver a visitarla. La última vez que vio a su hijo... jamás hubiera imaginado que sería la última. Era, quizás, el único que creía que Teo había muerto de causas naturales, inexplicablemente. Estaba acostumbrado a tener en cuenta el factor sorpresa, pero no a esta escala. Estaba destrozado.

Levantó gentilmente a su mujer del suelo.

-Vámonos Sabella.

-¡No, no! - se arrojó contra el nicho, golpeándolo, haciendo caer grumitos de cemento fresco - ¡Mi hijo! ¡Es mi hijo! ¡Devuélvanmelo! ¡Devuélvanmelooo!!!

-Sabella, Isabel, por favor...

Madonna estaba en la puerta, con las llaves en la mano, solo esperando a que ellos salieran.

-Tienes que ser fuerte...

-¡No quiero! ¡Quiero a mi hijo! ¡Ellos me lo quitaron! - señaló a Madonna, y a Enrico, que se había acercado.

Madonna tenía cara de querer matarla y enterrarla en la misma tumba que su jodido hijo. Pero Enrico se acercó, gentil.

-En todo caso - le dijo - también me lo han quitado a mí.

Entre los dos hombres la sacaron a rastras. Madonna cerró la cripta, dejando a Teodoro en compañía de viejos emperadores, duques y consortes, disolutos unos, virtuosos otros, emparejados todos por el rasero de la muerte.

Sus hombres la aguardaban, se reunió con ellos. Enrico dio la mano a Fernando. Este se la apretó fuertemente. Luego dio la vuelta y se fue con los suyos, dejando a la pequeña y mutilada familia lamentándose aún frente al mausoleo.

Continuara...

 

Notas finales:

Dos capitulos mas y se termina gente!!! Symphony of destruccion y Till death unites us, son los titulos.

Les agradezco muchisimo su compañia, su lectura, sus comentarios que siempre ando a la greña buscando un ratito para contestarlos...

Link a la cancion, aunque no sé cuanto tiempo su dueño vaya a dejarla disponible: http://www.myspace.com/kristianranta/music/songs/meant-to-go-78570356

(Si, es el mismo Kristian Ranta de Norther :P)

Pd: frikipedie otro articulo: http://www.frikipedia.es/friki/Finntroll

Carpe noctem!!! (aprovecha la noche!)


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