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No puedes comprar mi amor por zandaleesol

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Título: “No Puedes Comprar Mi Amor”


Personajes: Harry Potter/Draco Malfoy


Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, son de propiedad de J.K. Rowling, sólo los tomo prestados para divertirme con ellos, no percibo ningún beneficio económico.


Advertencia: Post Deathly Hallows, sin Epílogo. Esta historia comienza a desarrollarse justo cuando faltan dos días para el primer aniversario del enfrentamiento final entre Harry y Voldemort.


Capítulo 3. Primer Aniversario


&&&


Harry ya estaba sentado poniéndose los calcetines cuando la madre de Ron golpeó con fuerza la puerta para despertarlos y luego de un instante la empujó entrando a la habitación.


—Ah… Harry ya estás levantado… por qué tan temprano ¿No dijiste anoche que no irías a la ceremonia en Hogwarts? —preguntó Molly mientras ponía a los pies de la cama de Ron la ropa que le había preparado.

—Sí… es que pienso quedarme en Hogsmeade mientras ustedes estén en Hogwarts.

—Entiendo… pero estando ahí la gente te verá y se preguntarán porque estás ausente de la ceremonia.

—Aunque no me vean en Hogsmeade igual se lo preguntarán —dijo Harry.

—Esos es cierto —respondió Molly.


Harry prefirió continuar con la postura de los calcetines para no tener que mirar directamente a la madre de su amigo.


—Llevaré la capa de invisibilidad y tal vez use un disfraz.


Ron contrario a lo que era su costumbre con el sonido de las voces acabó por despertarse. Al abrir los ojos lo primero que vio fue a su madre.


—Ah me alegro que despertarás —dijo Molly.

—Buenos días —dijo el chico sentándose en la cama y dando un largo bostezo.

—No se tarden demasiado Ron… iré a despertar a los demás —dijo Molly mientras salía de la habitación.


Ron le dio una rápida mirada a Harry que ahora ataba los cordones de sus zapatos. Le incomodaba la frialdad que mostraba su madre con Harry, aprovecharía que el chico no iría con ellos a Hogwarts para hablar de ese asunto con ella.


—¿Harry vas a llevar la capa de invisibilidad o vas a disfrazarte?

—Había pensado en la capa, pero me resultará algo incomoda… quizá sea mejor un disfraz.

—No creo que yo pueda ayudarte, no soy bueno con los disfraces… tal vez Hermione pueda.

—¿Crees que llegue pronto?

—No me extrañaría que ya estuviese allá abajo… dijo que traería a sus padres temprano.

—¿Quieres que te espere? —preguntó Harry.


Ron iba a decir que no, pero pensó que Harry se sentiría incómodo de llegar solo a la cocina donde debía estar su madre ya preparando el desayuno.


—Sí, espérame… no me tardo.


*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~


Aquel día era muy solemne para todos los Weasley, sin necesidad de que Molly los apresurara, cuando Harry llegó con Ron a la cocina ya estaban todos sentados a la mesa y perfectamente ordenados esperando el desayuno.


—Vamos Harry y Ron, siéntense de una vez —ordenó Molly mientras ponía la leche caliente sobre la mesa.


Esta vez Harry quedó sentado junto a Bill y a Fleur.


El ambiente de esa mañana era visiblemente triste para la familia Weasley. Sólo se escuchaba de vez en cuando la voz del Arthur que preguntaba algo a sus hijos, éstos respondían escuetamente y todo volvía a quedar en silencio.


Por primera vez Harry deseaba estar a mil leguas de ahí para no tener que presenciar la tristeza tan palpable de todos. Por eso sintió mucho alivio cuando miró hacia el patio y vio que lo cruzaba Hermione en compañía de sus padres.


—Ya llegó Hermione —anunció Harry.


Todos giraron la cabeza para mirar hacia el patio. Molly de inmediato se levantó de la silla para recibir a los recién llegados.


Hermione entró a la cocina y sus padres detrás de ella, Arthur se levantó para ir saludarlos. Los Granger se veían algo abochornados por haber llegado tan temprano y encontrarlos aún desayunando, la madre de Hermione miró a su hija con gesto desaprobatorio mientras la chica castaña se encogía de hombros a modo de disculpa.


Ginny se levantó y acarreó tres sillas más para hacerles espacio en la mesa. Todos debieron apretarse un poco.


Harry agradeció la llegada de Hermione y sus padres. Aquello ayudaría a distender un poco el ambiente pesado que había hacía apenas unos minutos. Los padres de Hermione estaban aún algo aturdidos por el medio de trasporte que había utilizado su hija para llevarlos hasta “La Madriguera”, había embrujado el auto de su padre, tal como lo había hecho Arthur Weasley hacía muchos años atrás.


Ron estaba fascinado escuchando el relato de su novia sobre como habían volado por varias ciudades, los demás también estaban asombrados de la audacia de Hermione, Harry por su parte sólo se limitó a sonreír, tal parecía que su amiga estaba superando el miedo a volar.


*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~


Desde la ventana de la habitación de Ron, Harry pudo ver a todos los Weasley mirando el automóvil de los Granger. Harry buscaba en su baúl la capa de invisibilidad cuando escuchó que la puerta de la habitación se abría, se volvió a mirar adivinando quien era.


—¿Cómo estás Harry? —preguntó Hermione.

—Bien Hermione, estoy bien.

—Me dijo Ron que necesitabas un disfraz para ir a Hogsmeade.

—Sí… ya sabes… no iré a la ceremonia en Hogwarts y la capa es algo incomoda.

—Estoy de acuerdo con que no vayas… esas pesadillas podrían empeorar ¿Has tomado la poción?

—Sí, pero no da mucho resultado… anoche otra vez los vi —dijo Harry con tristeza.


Hermione se quedó observando a Harry por un segundo y luego lo abrazó. Aquel era un día difícil para todos, pero sobretodo para Harry.


La puerta de la habitación se abrió de pronto, era Ron. En un primer instante tanto Harry como Hermione miraron al pelirrojo con preocupación, pero luego de que lo vieron sonreír se relajaron.


—¿Ayudarás a Harry con el disfraz ahora mismo? —preguntó Ron mientras entraba y cerraba la puerta tras él.

—Sí… usaremos la aparición para llegar a Hogsmeade —dijo Hermione y luego mirando otra vez Harry preguntó —. ¿Qué color de pelo prefieres?


Harry sonrió.


—Lo dejo a tu criterio, me da igual mientras los que me vean no puedan reconocerme.

—Esta bien —dijo Hermione mientras sacaba de su bolsillo la varita.


Tras unos cuantos movimientos de varita Harry estuvo completamente transformado. Tenía el cabello rubio cobrizo y los ojos de un azul claro. Hermione lo miró con detención.


—Hmm… sí yo creo que te vez bien así ¿Qué piensas tú Ron? ¿Se ve guapo cierto?

—Pues creo que sí… si yo fuera una chica te encontraría guapo —dijo el pelirrojo mirando a su amigo de pies a cabeza.


Harry miró a Hermione sonriente.


—Para que Ron opine eso… tienes que haberme dejado realmente bien parecido.

—Claro que sí… ya sabes que soy muy talentosa.


Finalmente Hermione, Ron y Harry con su nueva apariencia llegaron al patio, cuando todos los Weasley y los Granger se preparaban para ir hasta Hogsmeade.


&&&


Lucius Malfoy aquella mañana desayunaba junto a su esposa. Draco no los acompañaba, pues aún dormía. Y él había permitido aquello a pesar de que contravenía las normas que imponía la etiqueta en su hogar, pero realmente deseaba hablar con su esposa a solas del asunto del matrimonio.


—Cissy… iré a Hogsmeade.

—¿Hoy?

—Sí, debo verme con alguien.

—Pero hoy, pensé que especialmente este día querrías quedarte en casa —dijo ella mirando extrañada a su esposo.

—Bueno es cierto, hubiese preferido no tener que salir, pero esta reunión es importante, me encontraré con el prometido de Draco.


Narcisa miró asombrada a su esposo.


—¿Prometido has dicho? Pero imaginaba que el asunto no estaba del todo claro.

—Para mí lo está, no tengo dudas… es necesario hacer ese matrimonio como sea. Y aprovechando que ella debe asistir al dichoso “aniversario” pues nos hemos citado en Hogsmeade temprano.

—Será verdad que está tan interesada en esta boda… me parece muy extraño todo esto, estaba segura que después de todo querría mantenerse muy lejos de nosotros, sobretodo ahora que tiene un cargo tan importante en el Ministerio.

—A ella siempre le agradó Draco.

—Sí, pero antes de que se convirtiera en Mortífago igual que tú.

—La verdad no me importa demasiado cuales son los reales motivos de ella, a nosotros nos conviene… será una forma de recuperar nuestra fortuna… todo quedará en familia, al final Draco de todos modos heredará a su marido —dijo Lucius con una sonrisa satisfecha.

—Estoy a punto de creer que haces esto más por ti que por nuestro hijo —dijo Narcisa muy seria.

—Lo hago por la familia —concluyó Lucius.


*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~


Lucius cruzó con paso lento y seguro la calle en Hogsmeade y entró a la taberna “El Caldero Chorreante”. Una vez allí dio una mirada en derredor, era una suerte no había clientes a esa hora, aún era demasiado temprano. Madame Rosmerta que estaba tras el mostrador, le miró seria.


Lucius naturalmente no se dejaba intimidar por nadie así es que totalmente seguro de sí mismo se encaminó hacia donde estaba la mujer.


—Buenos días Madame Rosmerta —saludó el rubio inclinando brevemente la cabeza.


Ella le respondió del mismo modo, los Malfoy no eran de su agrado, recordaba perfectamente que Draco le había aplicado un Imperius cuando estaba en sexto curso.


—He abierto el local sólo por un rato, después cerraré para ir hasta Hogwarts a la conmemoración… ¿Usted también asistirá?

—No Madame, me temo que no puedo… voy a esperar a una persona con la que me he citado aquí en su taberna, sería posible que me facilitara un lugar más privado —dijo Lucius intentando darle a sus palabras toda la cordialidad de la que era capaz.


La mujer asintió con la cabeza, salió tras el mostrador y condujo a Lucius hacia el rincón más apartado y él hombre se instaló tras un biombo que le hacía quedar oculto de la mirada de los curiosos.


—Desea beber algo mientras espera —dijo Madame Rosmerta con tono seco.

—No por el momento gracias.


Ella sólo asintió con la cabeza y se marchó, dejando a Lucius Malfoy a la espera de las personaa con las que debía reunirse.


*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~


La familia Weasley, los Granger y Harry calcularon que habían llegado excesivamente temprano a Hogsmeade, pero como los ánimos no eran muy buenos decidieron igual emprender el camino a pie hacia Hogwarts. Molly quería asegurarse de estar muy temprano por si la Directora precisaba de ayuda. El grupo tomó dirección hacia Hogwarts mientras Harry se quedó en Hogsmeade, ya había muchas tiendas abiertas a pesar de ser un día no muy bueno para las ventas. Pero la mayoría de los comerciantes del pueblo necesitaban recuperar las pérdidas tras la disminución económica por causa de la guerra. “Sortilegios Weasley” era una de las pocas que había tenido ganancias a pesar de todo. George le había dicho a Harry que pasara por ahí mientras él asistía a la ceremonia en Hogwarts, de seguro que Lee Jordan ya tenía abierta la tienda.


Harry caminó relajado hacia la parte de la calle donde estaba la tienda de George. Desde donde estaba vio a Lucius Malfoy entrar al “Caldero Chorreante”. Le resultaba tremendamente desagradable el ver a ese hombre, no soportaba la arrogancia que aún mostraba pese a todo lo sucedido. Cómo ahora llevaba el disfraz que Hermione le había aplicado, el hombre rubio no reparó en él aunque sí había notado su mirada cuando entraba a la taberna. Como seguía sintiendo el mismo desprecio por ese hombre, no tanto así por su esposa e inclusive por Draco, sin prestarle más atención decidió encaminarse hacia la tienda de George.


En ese preciso momento vio aparecer frente a sus ojos a esa mujer horrenda que él seguía detestando con toda su alma y no estaba sola, había un hombre joven junto a ella. Esa mujer era justamente uno de los motivos por los que le desagradaba la nueva administración. Ella tenía ahora un cargo más importante que el anterior pese a que había secundado a Fudge en toda su estúpida obstinación de no querer reconocer que Voldemort había regresado. Le resultó algo extraño verla entrar al “Caldero Chorreante” a una hora tan temprana. Aún faltaban más de dos horas para la ceremonia en Hogwarts.


Harry dio su suspiro y decidió olvidarse de esa bruja odiosa y seguir su camino, pero instintivamente miró el dorso de su mano, habían pasado más de tres años desde que ella le hiciera escribir “No debo decir mentiras” y aún las tenues huellas de ese castigo estaban ahí en su piel. Se detuvo abruptamente, pensó que era demasiado temprano para que esa mujer anduviese por ahí, además recordó que antes había entrado a la taberna Lucius Malfoy. Una extraña idea le cruzó la mente, era poco probable siendo quien era Dolores Umbridge, pero él había aprendido que lo improbable a veces podía ser muy acertado.


Dio una mirada en derredor, acto seguido sacó la capa de invisibilidad, sólo era para estar seguro de que lo improbable realmente lo era y, desapareció bajo ella.


*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~


Lucius estaba ansioso, tamborileaba los dedos sobre la mesa. Pero cuando escuchó la voz de Dolores saludar a Madame Rosmerta, compuso la postura y aparentó estar sereno. Escuchó los pasos que se acercaban hacia la mesa y asomándose sobre el biombo pudo ver el rostro de la mujer, cuyas facciones extrañas le recordaban a un sapo. En un gesto de cortesía de inmediato se puso de pie, ella venía acompañada.


—Buenos días Dolores —saludó Lucius a la mujer y luego miró al hombre que la acompañaba.

—Ah Lucius… es un place volver a verlo —dijo la mujer con una risita taimada, mirando al hombre más joven junto a ella.

—Le agradezco infinitamente que haya aceptado verse conmigo tan temprano —dijo Lucius.

—Muchas gracias… tan gentil Lucius —dijo Umbridge con aire risueño —. Le presento a mi querido hermano Magnus…


Lucius miró al hombre, era casi igual a Dolores.


—Encantado Magnus… Lucius Malfoy para servirle —dijo el rubio tendiéndole la mano al hermano de Umbridge.


El hombre sonrió y fueron aún más evidentes sus facciones que asemejaban a un sapo.


—El gusto es mío señor Malfoy —mirando con abierto interés al hombre rubio.

—Lamento que hayan tenido que venir tan temprano —dijo Lucius mientras con amabilidad les indicaba que podían sentarse.

—No se preocupe debía estar por aquí temprano… ya sabe por esto del aniversario —dijo la bruja mientras su hermano y ella tomaban asiento.

—Claro por supuesto —dijo Lucius, evitando seguir el tema por ese lado que tanto le incomodaba.

—Por tal motivo le agradecería que fuésemos directo al asunto que nos convoca.

—Sí… bueno usted sabe que mi hijo acaba de graduarse y…

—Oh sí claro que sí… me alegra muchísimo, pero dígame ¿Cuándo quiere que llevemos a cabo la boda?


Lucius le miró algo sorprendido, pero infinitamente feliz.


—¿Quiere decir entonces que usted Magnus desea casarse con mi hijo?

—Pero claro que sí señor Malfoy.

—Le he contado a Magnus sobre lo atractivo e inteligente que es Draco y no desea otra cosa.

—Eso es fantástico —dijo Lucius con evidente alegría —, Draco estará feliz cuando le de la nueva noticia.

—Espero que podamos reunirnos pronto para celebrar este compromiso —dijo Umbridge alegre.

—Por supuesto… será un honor que visiten mi casa —dijo Lucius sin poder ocultar su entusiasmo.

—Y eso será muy pronto, no le quepa duda Lucius —dijo Dolores.


El hombre rubio sonrió feliz y luego se levantó de la silla.


—Bueno Dolores no es mi intención distraerla por más tiempo de sus obligaciones.

—Claro Lucius… le agradezco, tenga por seguro que en cuanto volvamos a vernos podremos hablar con más tranquilidad y más extensamente sobre esta boda.

—No lo dudo —dijo Lucius al tiempo que inclinaba la cabeza en señal de saludo, luego miró al hermano de Umbridge y le tendió la mano —, Espero verlo muy pronto otra vez.

—Así será señor Malfoy —dijo el hombre.


*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~


Luego de eso Lucius salió de la taberna felicitándose, el asunto de concertar la boda de Draco había resultado más sencillo de lo que él había pensado.


Dolores Umbridge y su hermano le vieron marcharse con regocijo.


—Fue muy fácil Dolores ¿No crees?

—Lo fue… lo bueno es que ha quedado más que claro que es él quien está ansioso por casar a su hijo, y aunque para nosotros sea muy conveniente este matrimonio no debemos mostrarnos desesperados.

—Nuestra fortuna está hecha Dolores.

—Casi… aún no estás casado —dijo la mujer con seriedad —, Cuando el matrimonio esté consumado entonces podremos celebrar.

—Sí… pensé que jamás llegaría este día.

—La paciencia es una gran virtud, y de eso tú y yo sabemos mucho.

—Supongo que celebraremos la boda lo antes posible.

—Querido… el asunto no debe hacerse de forma precipitada, recuerda que no deseamos despertar sospechas de nadie.

—Si el muchacho resulta ser la mitad de atractivo que su padre, entonces mi fortuna será el doble.

—Es atractivo, pero aunque no lo fuera de todas formas esa boda se hace… y tú deberás embarazarlo enseguida… eso es lo más importante de todo, de eso depende nuestro éxito.

—Eso no será un problema.

—Bueno será mejor que caminemos hacia Hogwarts, debo hablar con esa insoportable mujer, antes de que empiece la ceremonia.

—¿Te refieres a Minerva McGonagall?

—A quién más querido Magnus… es una lástima que la escuela haya quedado en sus manos, yo hubiese sido una mejor Directora.

—Pensé que ya no te importaba.

—Por supuesto que me importa. Esa mujer debe llenarles la cabeza a esos niños con esas ideas de que todos los magos son iguales, las mismas ridículas ideas que tenía Dumbledore. Pero no importa, ya llegará el momento de comenzar a cambiar todo eso.

—Sólo espero que consigamos todo lo que te has propuesto Dolores.

—¿Aún tienes dudas? Mira hasta donde hemos llegado, estamos a un paso de que te cases con el muchacho —dijo Dolores.

—Sí, fue una suerte que estuvieras presente cuando Trelawney hizo aquella profecía.

—Así fue… y yo estaba convencida de que sólo era una embustera, y que lo dicho por ella esa noche en que fui a decirle que estaba despedida era una estupidez. Y ahora sólo hace unos meses me entero de que realmente hizo una profecía que relacionaba al Innombrable con Potter, que resultó cierta, el muchacho acabó con él… “El único con poder para derrotar al Señor de las Tinieblas… lo señalará como su igual… pero él tendrá un poder que el Señor de las Tinieblas no conoce…”… bla… bla… bla… y resultó totalmente cierto.

—¿No piensas decirme cómo fue que supiste lo que decía esa profecía? Tú misma dijiste que se rompió cuando Harry Potter entró aquella vez al Departamento de Misterios.

—Ya te lo contaré algún día querido… ahora vamos a Hogwarts, nuestro Ministro tiene un discurso que dar y naturalmente mi presencia es fundamental —dijo Dolores Umbridge con una sonrisa grotesca.


Finalmente Dolores y su hermano se levantaron de la mesa y salieron tras el biombo encaminándose hacia la salida. Madame Rosmerta salió de la trastienda justo antes de que ellos alcanzaran la puerta, intercambiaron algunas breves palabras de que se encontrarían en Hogwarts otra vez, luego todo quedó en silencio.


Tras el biombo, un asombrado Harry se quitaba la capa de invisibilidad por un momento. Comprendió tras oír aquella conversación que algo muy serio sucedía. La profecía que había hecho Trelawney hacía tantos años acerca de Voldemort y él, se había roto y de las personas que sabían a ciencia cierta que decía dos estaban muertas. Sólo él conocía las palabras exactas, pero esa mujer por alguna razón conocía el contenido tal cual. Harry estaba atónito, como era posible que lo supiera, como lo había averiguado, quién se lo había dicho, de inmediato comprendió que algo andaba mal, muy mal.


*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~


Aunque Minerva McGonagall había hecho todo lo posible porque la ceremonia de conmemoración en la escuela fuera sencilla, no podía impedir que las pomposas autoridades del mundo mágico, para empezar al Ministro Thaddeus Rathbone, llegara rodeado de un séquito de gentes que ni siquiera habían luchado en la guerra. El nuevo Ministro era un hombre anticuado y no muy inteligente, pero tenía un gran don, el de saber agradar a todo el mundo con una permanente sonrisa en el rostro. Minerva estaba segura de que un hombre con tan poco carácter no era lo que se necesitaba para reconstruir el mundo mágico, le hubiese gustado que Kingsley Shacklebolt hubiese quedado definitivamente como Ministro de Magia, pero el Auror pasado los tres primeros meses había dejado el cargo aludiendo que no tenía cualidades para la política, lo suyo era la acción.


Minerva sabía que el mundo mágico las cosas no cambiarían mucho. Llegaba acompañando al Ministro esa bruja insoportable que era Dolores Umbridge y que había sido nombrada como jefa de una nueva oficina recientemente creada, “Reparación y Justicia”, una soberana estupidez pensaba Minerva McGonagall. ¿Qué podía reparar Dolores Umbridge? ¿Qué justicia podría darle ella a las miles de familias que habían sido atropelladas en sus derechos mientras duró la guerra? Por supuesto que ninguna pues ella era la primera en no respetar los derechos de los demás. Cómo olvidar los atropellos que había cometido mientras había actuado como Suprema Inquisidora con el poder absoluto en Hogwarts.


Sin embargo ante toda la comunidad mágica Dolores mostraba otra cara. Ahora defendía los derechos de todos y continuamente se estaba refiriendo a que en el nuevo orden todos los seres del mundo mágico, aún los más insignificantes tendrían un lugar de respeto. Discurso que naturalmente a ella no le llegaba, pues conocía mejor que nadie la naturaleza miserable de esa mujer. Ella estaba convencida de que Dolores era una bruja ambiciosa y sedienta de poder, no había cambiado ni un ápice sus creencias, sólo lo aparentaba porque era lo que le convenía.


Minerva sabía que pasaría mucho tiempo, antes de que las cosas en el mundo mágico cambiaran. Porque en esencia todo era lo mismo, aún persistían las diferencias. Por eso no era extraño que todos esos cambios, los proyectos nuevos, disposiciones, que no eran mejores que los adoptados antes del regreso de Innombrable, no llegaban al fondo de la cuestión, sino que, como agujas de un reloj separadas de su mecanismo, giraran arbitrariamente, sin objeto, sin poner en movimiento nada. Lo único diferente era que había quedado de manifiesto durante el tiempo que el Innombrable había ido tejiendo silenciosamente sus redes en el Ministerio de la Magia, que las grandes autoridades no habían tenido la fuerza ni la inteligencia suficiente para evitar, cuando habían podido hacerlo, el ascenso del Innombrable. Un trío de adolescentes finalmente había podido terminar con el poder de Voldemort y sus Mortífagos.


Minerva dejó el despacho luego de hacerle varios comentarios airados al retrato de Albus Dumbledore, sobre que debería verle la cara a esa desagradable mujer, aludiendo a Dolores Umbridge, el ex director desde su retrato le dijo a Minerva que estar muerto tenía grandes ventajas y que no tener que tratar con Dolores era una de la más agradables.


La directora finalmente dejó el despacho y se reunió con los profesores Sprout, Fliwick, Slughorn, Trelawney y todos los demás que daban clases en el colegio para reunirse en los jardines cerca de donde estaba la tumba de Dumbledore, lugar que había escogido para la ceremonia, después de todo ella que finalmente había conocido la historia de los Horrocruxes, pues Harry se la había contado, creía que Dumbledore había sido fundamental en el triunfo sobre el Innombrable, aún muerto había seguido ayudando a Harry Potter.


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