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Amor Prohibido por Kiryan

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Notas del capitulo:

E aquí el segundo capítulo, espero lo disfruten y me dejen algún Rewin que sin ellos no puedo vivir.

 

Light: Tks eso no se lo creo ni YO

Pero que dices, bastardo, tu no eres Dios, eres un payaso ¬¬

Light: ¬¬... Espero disfruten el fic... ¬¬

 

Barcelona, 04:15, Aeropuerto

- Princesa...

Elisabeth: Hola Sara – la princesa le susurró dulcemente mientras se acercaba hasta la chica. Sara era una mortal de unos 18 años, tenia el pelo rizado y leonino de color negro como el carbón largo hasta rozarle las caderas, era de piel blanca con pequitas esparcidas sobre las mejillas y el cuerpo como oro en p. También tenia los ojos grandes y puros de un negro azulado, un cuerpo hermoso y cautivador, toda una belleza andante desde luego.
Llevaba una camisa cuello alto sin mangas de color blanco, encima, un jersey de lana negro con el escote un poco más abajo del abultado busto. Vaqueros negros con forma de pitillo dentro de unas botas altas hasta la rodilla y sin tacón, por ultimo una chaqueta de cuero blanco con detalles dorados junto con los botones y la cremallera.

Sara: ¿Qué tal el vuelo, Mi lady? - preguntó mientras la cogía de la mano ayudándola a bajar los escalones del avión.

Elisabeth: Bastante agradable, la verdad. ¿Cierto, Kiryan?

Kiryan: Claro, Princesa – la rubia apareció justa al lado de la morena dándole el mayor susto de su vida.

Sara: Señorita Kiryan, ¡¡no vuelva a hacer eso por Dios!! - reprochó mientras se cogía el pecho con una mano.

Elisabeth: Jajajaja – la rubia sonrió de forma burlona mientras la princesa se acercaba a ella, cogiéndola del brazo ambas marcharon hasta el interior del aeropuerto para recoger el equipaje su equipaje.

Sara se las quedo mirando, siempre las había admirado por su fuerza y su poder. La princesa era la personificación de la bondad y la compasión mientras que la señorita Kiryan lo era del odio y la destrucción, no podían vivir la una sin la otra y eso la cautivaba enormemente. Se fue corriendo tras ellas, dándoles alcance en el aparcamiento, viendo como la rubia metía las maletas en el descapotable rojo que había traído para la mayor.

Kiryan: ¡Vamos Sara!

Sara: ¡¡Voy!! - la morena corrió hasta el coche, montándose en la parte del copiloto viendo como su reina se encontraba estirada cómoda y relajadamente en los asientos traseros, sus ojos cerrados y su respiración acompasada le daban un toque angelical.

Kiryan: ¿Lista? - preguntó con una sonrisa psicópata y los ojos afilados, divertida, espero a que la pobre chica pudiese contestar.

Sara: Cla-claro... - afirmo de forma dudosa ya que en su vida había compartido coche con la temeraria ojigris.

Elisabeth: Kyra, no seas mala - la regaño divertida, sin abrir los ojos.

Kiryan: Por supuesto - el coche arrancó y lo único que se escucho aun por encima del potente y atronador rugido del motor fue el grito asustado de la ingenua e ilusa copiloto...


Mansión Gabriel, 05:30 pm

Kiryan estaciono en la entrada, salio del coche, lo rodeó para abrirle la puerta a su Señora mientras la pobre mortal salia del descapotable, tambaleante y sobre todo, mareada.

Kiryan: Hum – sonrió mientras acompañaba a la princesa por el jardín, saludando a los guardias que se encontraba por el camino hacia la Mansión, viendo como la asustada niña les seguía con paso trémulo.

Elisabeth: Eres malvada y cruel, Kyra – le susurró al oído con una sonrisita divertida, sin poder contenerla.

Kiryan: Lo sé y eso te encanta – susurró igual de bajito. Ambas entraron seguidas de Sara a la gran y lujosa mansión, fueron recibidas por el mayordomo que las guió hasta el gran comedor donde una gran fiesta de bienvenida las esperaba. La rubia se escabullo silenciosamente, sin que nadie lo advirtiera se fue hacia su recamara para descansar del largo y duro viaje.

Después de dejar a su ama en el comedor se fue directamente a su habitación, lo que no se esperaba era que encontraría a un chico durmiendo sobre su cama con la respiración suave y harmoniosa, tenia el pelo ondulado y largo hasta los hombros de color negro y brillante como el azabache, la piel tostada y suave y un cuerpo proporcionado y fuerte, sus músculos marcados y firmes con una belleza inocente y cautivadora. Tenia una camisa de botones negra y esta estaba abierta dejando ver su pecho y abdomen marcados y fuertes, también llevaba unos pantalones rojo oscuro, casi negro, holgados y le caían sobre las perfiladas caderas e iba descalzo.

Sus ojos se volvieron rojos mientras sus colmillos crecían, letales, hambrientos y deseosos de probar la sangre de aquel cuerpo virgen, los vírgenes siempre se le habían antojado deliciosos por su nobleza y su nauseabundo sentido de la bondad y la pureza. Se acercó con paso grácil y felino, sigilosa como un depredador experto hacia su arrinconada presa, advirtió que se removía y se despertaba, levantándose de la cama se sentó en forma de loto y sus ojos puros, ingenuos e impresionante mente negros la paralizaron momentáneamente. Sus ojos color ónice eran cándidos, brillantes, inocentes y la miraban con una fascinación irritante y totalmente repugnante, como si fuera algún ángel bajado del cielo.

Kiryan: ¿Qué miras, humano? - le siseó venenosamente mientras se paraba a los pies de la cama.

- ¿Eres un ángel? - pregunto inocente y maravillado con la salvaje belleza que desprendía la chica frente a él.

Una carcajada de auto desprecio salio de lo más profundo de su garganta, ¿un ángel, ella?... No, ella era un monstruo, un demonio que solo encontraba el placer en la destrucción y en el dañar a otros... en la matanza era donde ella había nacido, y allí seria donde perecería.

Kiryan: No, chico, soy el diablo en persona - hizo una burlona reverencia mientras sus ojos brillaban sarcásticos - ¿cómo te llamas?

- Mi nombre es Adrienne, pero puedes llamarme Adrie - le sonrió de forma alegre mientras gateaba encima de la cama hasta la chica. Ella se quitó sus botas y también subió a la gran y espaciosa cama, gateando hasta que los dos quedaron de rodillas uno frente al otro, la ojiroja saco despacio la lengua mientras acercaba los labios al moreno cuello de él, el ojinegro la abrazó por la cintura, estrechándola más contra sí, ladeando la cabeza para darle más espacio, guiándola hasta su cuello y su garganta mientras cerraba los ojos y ella le pasaba los brazos por la fuerte espalda, lamiendo su tostada piel con deleite dejando un camino húmedo hasta el lóbulo de su oreja, el muchacho se estremeció de placer ante tales atenciones.

La guerrera clavó con fiereza sus largos colmillos en el largo cuello tostado oyendo el ahogado gemido de dolor que salio de lo más profundo de la garganta de su victima, cerró los ojos disfrutando de la sangre que le inundo la boca y satisfago sus sentidos. El moreno abrió los ojos sorprendido, encontrándose que no estaban en la habitación y que su hermoso ángel de fríos y salvajes ojos no estaba entre sus brazos, se levantó despacio de lo que parecía un desierto y camino buscando con la mirada a su ángel. El paisaje cambió súbitamente para pasar a un campo de batalla donde cuerpos esparcidos y mutilados yacían con la carne salvajemente abierta, ríos de sangre deformaban aquel verde prado, ahora teñido de rojo, el viento golpeaba contra su cuerpo mientras que el hedor de la sangre y la muerte le llenaba las fosas nasales y entonces, a lo lejos, la divisó. Su ángel dorado llevaba un traje echo de cuero y metal y traía una espada en la mano, su cara y ropas llenas de sangre y sus ojos, lo que vio en ellos le asusto más que nada en el mundo: sus ojos eran de color dorado con rayas rojas y su pupila afilada como la de un gato, su expresión sádica y psicópata y sus filosos y plateados colmillos reluciendo por el reflejo del Sol la hacían siniestra y terrorífica. Oyó una voz a lo lejos del campo de batalla, vio a una chica de larga melena negra y roja con un vestido blanco y hermoso debajo de una túnica con capucha, también blanca, que tapaba su rostro y por ultimo unas sandalias atadas hasta las rodillas de tacón alto, intento avanzar hasta ella para que le explicase que pasaba pero entonces un rayo blanco cayo encima de su ángel, volteó a verla descubriendo a la chica de antes intentado correr hasta su lado, gritando un nombre que no conseguía oír, la capucha cayó y entonces pudo ver su rostro, su tez morena y suave y esos magníficos ojos marrón oscuro con destellos plateados anegados en lágrimas de puro dolor. Todo cambió, de repente, ahora se encontraba en la sala de un gran palacio y vio a la misma chica llorando amargamente sobre un ataúd de piedra  repitiendo lo siento a cada momento, sintió un feroz aguijonazo de dolor atravesarle la garganta y cuando abrió los ojos se encontraba de nuevo en aquella habitación y su ángel le mirada furiosa y con la mano en el corazón, sus colmillos y la comisura de sus sensuales labios chorreando sangre... Su sangre.

De vuelta al salón la princesa se acercaba a sus amigos para agradecer las molestias que se habían tomado en hacer la fiesta.

Elisabeth: Chicos, ¡muchísimas gracias! - exclamó contenta y llana de júbilo.

- Nada es suficiente para vos, Mi lady

- Eso es cierto

Elisabeth: Maria, Dorian muchísimas gracias, de veras – les abrazó a ambos como muestra de afecto y gratitud. Dorian era también un pureblood aparte de ser el jefe de rastreo y seguridad de la mansión y el encargado del armamento, era un muchacho alto y de piel pálida con el pelo castaño claro y algunas mechas doradas esparcidas de forma dispar. Sus ojos lilas eran afilados y de mirar impulsivo y desafiante, tenia un cuerpo vigoroso y apuesto, era deseable y con una belleza salvaje. Era leal y protector con los suyos pero algo alocado y violento. Maria era todo lo contrario, ella había sido mortal pero acabaron enamorándose y termino convirtiéndola en un vampiro con solo 16 años, ahora estaban casados y era muy felices. Tenia el cabello castaño oscuro largo hasta los hombros con mechas amarillas en el flequillo y en la nuca, su piel morena destacaba asombrosamente con sus dulces y puros ojos azul celeste. Tenia un cuerpo sensual y elegante con una impresionante belleza exótica.

El chico llevaba un traje de color negro sin chaqueta, una camisa de lino rojo con los 3 primeros botones abiertos dejando a la vista el musculoso pecho y por ultimo unos zapatos de vestir también negros, la pelicastaña llevaba un largo y hermoso vestido de terciopelo de color rojo con escote napoleón y una raja hasta el muslo del lado izquierdo, el pelo recogido en un moño con una fina trenza detrás de la oreja y el flequillo de lado. Sus sandalias negras atadas hasta la rodilla le daban un toque sexy y por ultimo un collar de oro con un pequeño corazón rojo que nunca se quitaba ya que era un regalo de su marido.

Dorian: No hay de que – le sonrió con amabilidad

Maria: Usted merece esto y más.

Sara: Señora, ¡¡bienvenida!! - la chica apareció de entre todo la multitud y con un vestuario diferente dada la ocasión. Se había puesto una minifalda negra de tela de traje, una blusa de seda de color lila eléctrico y unas sandalias a juego con la blusa de tacón alto. El rebelde pelo rizado recogido de un lado cayéndole sobre el hombro derecho.

Elisabeth: ¡¡Muchísimas gracias a todos!! - los demás que estaban en la sala, conversando o riendo, alzaron sus copas y gritaron al unísono : ¡¡¡Por la Reina Elisabeth!!!

Maria: ¡Por la reina!

Dorian y Sara: ¡Por la reina!

Sara: Antes de que se me olvide, le hemos preparado un regalo muy especial para vos, Mi lady. Y para la señorita Kiry.... ¿Dónde se encuentra la señorita Kiryan? - pregunto mientras la buscaba por el gran salón.

Dorian: Jajajaja eso es por que eres nueva por aquí.

Maria: La señorita Kiryan se fue a su habitación nada más llegar, dijo que estaba cansada.

Elisabeth: Esa Kiryan, siempre escabulléndose de las fiestas, que voy a hacer con ella. Bueno, iré a ver que es eso que me habéis preparado, seguro que Kyra ya lo encontró jajajaja. Con permiso. - despidiéndose de todos subió por la amplia escalera de caracol hasta las habitaciones, fue hasta su recamara abriendo la puerta con sigilo encontrándose con un muchacho de unos 18 o 19 años acostado boca arriba en su cama con la respiración acompasada y el rostro sereno. Se le quedo mirando a los pies de la cama, era un joven de pelo corto de color negro azulado y de piel blanca con unas facciones potentes y marcadas, su cuerpo parecía débil y frágil pero al pasar las yemas de sus dedos por el pecho deslizándolos hasta el abdomen pudo notar la fuerza y la dureza de esos músculos marcados, el chico llevaba una camisa de botones blanca con los primeros 4 abiertos mostrando los marcados músculos, también llevaba unos pantalones negros de cuero e iba descalzo.

La princesa se quito los tacones ya que estos resonaban en el suelo de mármol, de forma suave y con mucho cuidado de no despertar al durmiente la chica se acostó en la cama abrazando aquel cálido cuerpo junto al suyo, notando el latir de su corazón resonar en sus oídos. Se acercó a su rostro y paso la puntita de la lengua por el labio inferior, abrió la boca contraria sujetando la mandíbula con sus finos dedos firmemente y de forma suave pero decidida introdujo su húmeda lengua en la virgen cavidad del chico mientras entrecerraba los ojos.

Ella notó como unas fuertes y grandes manos la sujetaban de las caderas para ponerla contra el colchón siendo impúdicamente aplastada contra los almohadones de plumas por ese cuerpo joven y caliente. La princesa rodeó con sus esbeltos brazos el robusto cuello del muchacho mientras que este colaba una de sus piernas entre las de la chica, la beso de forma feroz, desesperada, ansiosa, inexperta y ella solo devolvió el beso con la misma pasión contenida mientras entrecerraba sus ojos, ahora dorados, por el placer de sentir a esa boca inexperta intentado complacerla. Él perfilo los colmillos de ella con su deseosa lengua mientras la reina acariciaba su garganta y su cuello con suavidad y satisfacción, sintiendo el acelerado pulso chocar contra sus dedos y notando como la sangre corría con rapidez bajo su dulce tacto; se separaron lentamente y con desgana, el pelicorto abrió los ojos suavemente mientras la chica solo le observaba de forma comprensiva, un hilo de saliva fue lo que quedo del húmedo beso y este se escurrió por la comisura del labio inferior del joven, la ojidorada lo recogió con la lengua para después dejar caer un casto beso sobre sus labios cerrados. El humano se sonrojo furiosamente y ella solo le miro divertida y enternecida por su ingenuidad.

Elisabeth: ¿Cómo te llamas?

- Karel, Mi lady...

Elisabeth: Sabes por qué estas aquí, ¿verdad?

Karel: Solo se que moriré entre vuestros brazos, mi señora

Elisabeth: No tienes por que morir - comentó ella distraidamente

Karel: Pero mi señora...

Elisabeth: Sssshhh... calla – le puso un dedo encima de los carnosos labios, perdiéndose dentro de aquellos hermosos y cautivadores ojos azul cobalto, dos océanos que te hipnotizaban y cautivaban. La chica se acerco delicadamente a su cuello abriendo la boca y dejando a la vista sus largos e intimidantes colmillos plateados, el ojiazul tembló y jadeó pesadamente mientras notaba el cálido tacto de la lengua de su princesa, esta abrazó su cuello y flexiono las piernas, abriéndolas, haciendo que el moreno quedase entre estas y que su largo vestido se esparciese sobre la cama dejando a la vista esas piernas sinuosas y elegantes. Recostándose completamente sobre ella, Karel la abrazó con fuerza notando el furioso pinchazo de  los colmillos de Elisabeth sobre su carne, justo en el centro de su cuello, perforándolo; cerró con fuerza los ojos y apretó los dientes intentado resistir aquel dolor insoportable y abrasador pero unas lágrimas traicioneras descendieron de sus ojos mojando sus rojizas mejillas, la princesa las limpió con sus dedos mientras seguía bebiendo con avidez, cuando noto que ya era suficiente paró y recogió las gotitas que se escapaban de las heridas. Le cogió de las mejillas y le hizo mirarla a los ojos, luego le beso y le hizo poner sus labios contra su hombro descubierto, el chico beso con adoración su hombro, pasando por el cuello y terminando en la garganta, mojándola con sus húmedos besos y ahora fue él el que hincó los dientes en ese largo y fino cuello. Notó como la milenaria sangre de su señora le invadía la boca y le nublaba los sentidos, cerró los ojos con fuerza mientras le abrazaba el cuerpo con toda sus fuerzas y sentía como ella gemía bajito y como trazaba figuras invisible en su espalda, con extrema delicadeza.

De vuelta al comedor.

Las grandes puertas de madera se abrieron de forma estridente, en medio de ellas y con los brazos  extendidos Iván Calisto, su expresión furiosa y sus ojos plata le daban un aspecto peligroso, iba acompañado de sus dos mejores guerreros.

Dorian le frenó en seco, impidiendo que avanzaran más mientras que los demás se situaban a la retaguardia, esperando el momento idóneo para atacar conjuntamente si las cosas se ponía peligrosas.

Dorian: ¿Qué buscas, Calisto? - siseó, enseñando los colmillos de forma amenazante mientras sus ojos rojos brillaban letales.

Iván: Eso es algo que a ti no te importa, lacayo – le escupió con veneno y rabia. Pero pronto calló y todos observaron hacia arriba, al principió de las escaleras la princesa salia de una habitación y la guerrera de la otra, ambas se miraron y la morena asintió suavemente, dubitativa de lo que le había permitido hacer a su hermana. Esta sonrió, enseñando los colmillos mientras sus ojos escarlatas brillaban dementes, varios truenos la envolvieron, su poder se incrementó y sus ropas y cabellos ondearon debido a la energía que estaba desprendiendo su cuerpo, salto de la escalera aterrizando sobre una rodilla mientras el campo eléctrico que la rodeaba incrementaba y su poder crecía de forma vertiginosa y apabullante, Dorian sonrió y su puso al lado de su jefa, su elemento se dejo ver y sus manos empezaron a concentrar bolas de energía, la esferas se convirtieron en potentes ráfagas de viento, girando y girando sobre sus manos de forma violenta, la rubia se levantó de golpe y con una rapidez sorprendente los subordinados del ojiesmeralda ya estaban en el suelo, mutilados, manchando la tapicería con la negra sangre vampírica. La rubia le miro de reojo, con una mirada demente y lamiendo la sangre de sus manos embadurnadas del aquel líquido de vida, la pureblood y el mestizo desaparecieron del campo de visión de todos los presente mientras que en las escaleras la princesa se ponía las manos en el corazón, notando el frenético latir de este mientras sus ojos se llenaban de lágrimas. Unos fuertes brazos la rodearon por detrás y un cálido pecho se apoyo en su espalda, ella se recostó sobre ese hombre que le brindaba calor mientras veía hacia la habitación de su hermana, un joven salio de ella, tambaleante y mareado, aun con las marcas en su cuello sangrante. La princesa corrió hasta él seguida de Karel, ayudaron al chico a sentarse en el suelo para que se recuperase un poco de la gran perdida de sangre que había sufrido su cuerpo debido a la imperiosa sed de la rubia.

Elisabeth: ¿Cómo te llamas muchacho? - le preguntó mientras le cogía ambas mejillas para que la mirase, viendo dentro de aquellos ojos negros el desconcierto, la confusión y sobre todo, el dolor.

Adrienne: Mi nombre es Adrie señora, lo que me gustaría saber es que a pasado con mi ángel.

Elisabeth: Tu ángel, no es más que un demonio con apariencia angelical. Mi hermana no descansara hasta matarte, puedo ver en tus ojos que has irrumpido en un pasado oculto. El suyo.

Karel: Pero mi señora, ¿no podemos ayudarle de alguna forma?

Elisabeth: No, solo podemos esperar. Mi hermana debe encontrar su lado más humano... aunque carezca de él – dijo mientras miraba aquellas puertas abiertas, el infierno estaba a punto de desatarse por la misma mano de su contra parte...

Mientras tanto en el jardín, Dorian y Kiryan luchaban contra el ojiesmeralda en una feroz batalla, la rubia estaba desatando su poder junto a su implacable oponente. Los letales relámpagos que envolvían a la rubia alumbraban fugazmente el escenario de lucha.

Kiryan: ¡¡¡Dorian, marchate!!!... Él es mio – sentenció, su rostro de marfil desfigurado por esa mirada desquiciada y esa sonrisa de odio y cinismo.

Dorian: ¡¡Avisare a la Princesa!! - el chico volteó, aun preocupado de ver el estado en que se encontraba su jefa, cruzo todo el jardín hasta llegar hasta su princesa, varias heridas surcaban su sensual cuerpo pero tan rápido como habían sido echas, así desaparecieron.

Dorian: Princesa - el ojilila entró desesperado a la mansión, yendo justo donde su encontraba su princesa - tenemos un problema....




.............................  Continuara  .............................................

Notas finales:

Bueeeeeeeenuuuuuuuu este era el seg cap, espero le haya gustado, besito!!!!!!


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