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Deep connection por LadyHenry

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Había salido una hora antes del trabajo, alimentando los rumores sobres las posibles causas de su cambio de actitud, andaba despistado, sin su habitual tono cortante, simplemente estaba ausente, cumplía con sus obligaciones sin preocuparse por más. Y se tomaba licencias como cambiar su agenda para salir antes sin dar explicaciones, de algo tenía que servir ser el heredero... ya era hora de sacarle provecho. Contaba con la ventaja de que su padre no fisgase en su "inexistente vida social" estaba demasiado ocupado metiéndose en la vida de su hermanastro, así que jugaba con ventaja, aunque no sabía por qué estaba seguro de que si su padre intentaba jugársela a Akira no iba a salir bien parado, algo le decía que ese chico guardaba un fuerte carácter detrás de esas deliciosas y encantadoras sonrisas.

Por primera vez en su vida dudaba de qué ponerse, solía recurrir al traje de chaqueta siempre, sólo lo sustituía por ropa deportiva para hacer ejercicio, pero no quería ir tan formal, al lado de Akira le haría parecer mayor de lo que ya era y se sentiría incómodo, encorsetado... para esta ocasión tendría que buscar algo más casual, algo que no tenía, motivo por el que había salido antes, para pasar por la tienda de Mae, una de sus compañeras de la universidad, que al acabar montó su propia empresa de diseño.

Nada más entrar al lujoso establecimiento se topó de frente con ella, que se disponía a salir, y al reconocerlo parpadeó extrañada, no solía ir a buscar ropa, mandaba a su secretaria a recoger los pedidos que encargaba por catálogo. Sólo había ido en dos ocasiones para tomarse las medidas y hacer una ficha que le permitiera elegir sin tener que volver.

Por eso le extrañaba tanto verlo aparecer de improvisto, sin ni siquiera haber avisado, debía ser algo urgente.

-¿Ha pasado algo Haruiko?-preguntó Mae con semblante preocupado.

-Un compromiso de última hora, necesito ropa casual-respondió sin acabar de entender la preocupación de la mujer.

-¿Casual?

-Sí.

-Vaya, eso es nuevo, acompáñame a la planta baja, buscaremos algo que te guste.

No entendía qué tipo de compromiso podría urgirle a Haruiko para tener que buscar ropa de ese estilo, pero no pensaba perderse esa irrepetible ocasión, iba a asesorarlo personalmente, de hecho estaba deseando ver cómo cambiaba su aspecto, era un hombre atractivo, pero a sus treinta y un años lucía demasiado formal, siempre funcional para cumplir con sus obligaciones.

Mae le preguntó si deseaba algún tipo de prenda en concreto, obteniendo como respuesta un simple "algo que me siente bien", se dedicó a seleccionar pantalones vaqueros, chinos, cazadoras, camisetas de algodón ajustadas en colores discretos, botas, tenis de piel... toda una selección de artículos que estaba segura le sentarían como un guante.

-Hay un problema-dijo Haruiko saturado ante la montaña de ropa y complementos que tenía delante.

-¿Cuál?-preguntó Mae extrañada.

-Mi cita es en menos de una hora, tengo que elegir que ponerme, aunque me lo vaya a llevar todo.

-Oh entiendo, no pensé que fuera tan urgente... veamos-exclamó Mae mientras buscaba algo que combinase a la perfección-estos pantalones vaqueros, esta camiseta negra, la cazadora larga y las botas... sí, eso es, quedará muy bien, pruébatelo.

-Vale-fue la respuesta de Haruiko.

Cinco minutos después las predicciones de Mae se cumplían, las prendas se ajustaban a la firme y elegante silueta de Haruiko, marcando sus músculos y dándole un aire más desenfadado.

-¡Perfecto!-celebró Mae encantada con el cambio, ahora sólo tienes que cambiar el peinado y ponerte este reloj-dijo pasándole un reloj de diseño más sport aunque elegante.

-¿Qué le ocurre a mi peinado?-cuestionó Haruiko confuso.

-Nada, sólo que quedaría mejor si le dieras un toque más moderno, espera aquí voy a buscar a Ling, ella siempre lleva fijador en el bolso.

-Pero tengo que pasar por mi apartamento a ducharme.

-Vale, le diré que te deje un poco, lo aplicas cuando salgas de la ducha con el pelo mojado, sólo hará falta que lo revuelvas un poco y uses un secador.

-Diez minutos después Haruiko iba corriendo hacia su coche con cuatro enormes bolsas y un bote de fijador en las manos. Llegó con el tiempo justo para arreglarse, estaba nervioso por no llegar a tiempo, y por tener que peinarse de esa manera. Pero como no tenía tiempo para pararse a pensar se limitó a seguir las instrucciones, usando la ropa que Mae le había elegido, y peinándose como Ling le sugirió.

El resultado se le hacía extraño, su pelo lucía como si no lo hubiese peinado y el viento lo hubiera desordenado, y el resto del atuendo realzaba esa imagen descuidada y podría decir que desafiante, pero ya no había marcha atrás, tenía un cuarto de hora para llegar a su cita con Akira, y no tenía intenciones de hacerle esperar, así que se puso la colonia que Ling le dio de muestra, le gustaba ese olor entre cítrico y amaderado. Sin darle más vueltas tomó las llaves del deportivo y fue al encuentro de Akira.

Llegó cuando el reloj comenzaba a dar las campanadas de las seis, Akira estaba sentado en un banco en frente de la cafetería, lucía radiante sin el uniforme, con vaqueros y un polo azul eléctrico que realzaba el de sus ojos, que miraban curiosos el entorno buscando a alguien.

-Bunas tardes-saludó Haruiko plantándose delante de Akira.

El chico parpadeó varias veces ensanchando su sonrisa, no se había dado cuenta de que ese tipo que parecía un modelo y caminaba a toda prisa era Haruiko, lucía mucho más joven y salvaje sin el traje y el cabello con la raya a un lado. Cada vez le gustaba más, no paraba de darle sorpresas agradables.

-Buenas, no te había reconocido, te sienta bien el look informal-elogió Akira.

-Tú también estás mejor sin el uniforme-apuntó Haruiko observándolo detenidamente.

-¿Qué te apetece hacer?-preguntó el menor ansioso por cambiar de tema.

-No lo había pensado, no suelo salir mucho, mejor elige tú-respondió Haruiko sintiéndose algo torpe, normalmente propondría algún lujoso restaurante, pero con Akira no quería ir a ninguno de esos sitios, quería que las cosas fueran más naturales.

-Ya que nos gusta probar cosas nuevas, vayamos a algún sitio que no hayamos visitado antes, incluso algún tipo de comida que no conozcamos.

-En realidad no soy muy amante de las sorpresas-aclaró Haruiko, no quería que Akira se hiciera ideas equivocadas.

-Cuando estás conmigo sí-remarcó guiñándole el ojo y arrancándole su ansiada sonrisa.

-Está bien, experimentemos-cedió Haruiko cabeceando resignado.

-Tenía razón-sentenció  Akira con seriedad.

-¿Cómo?-se extraño el mayor ante el cambio de actitud.

-Tienes una sonrisa increíble, haré lo posible por verla más a menudo.

Y es que ver cómo se dulcificaban los rasgos del perfecto ejecutivo y aparecía una mirada traviesa que iluminaba ese agitado gris tormentoso no tenía precio.

-Por mí estupendo-respondió Haruiko intentando ocultar su turbación-¿entonces a dónde vamos a cenar?

-¿Has probado la comida hindú?

-No.

-Perfecto, yo tampoco, uno de los clientes de la cafetería tiene un restaurante cerca del centro, si vamos ya podremos conseguir mesa.

-En marcha pues...

El trayecto en coche se les hizo muy corto, Akira le hablaba de sus estudios de biología y cómo había entrado a trabajar en la cafetería, mientras Haruiko escuchaba atentamente, sorprendido de lo responsable y maduro que era el chico para su edad. Por experiencia propia sabía lo que era tener que renunciar a las diversiones propias de la vida universitaria por obligaciones familiares.

Al llegar, el dueño que casualmente pasaba a dejar algunos papeles, saludó a Akira,  y los llevó  a una mesa que tenía unas vistas preciosas al mar, deseándoles una buena velada y agradeciendo la confianza puesta en su local.

Haruiko estaba algo extrañado, también tenía que comer sentado en el suelo, como en esos restaurantes tradicionales japoneses a los que solía llevarle su padre. Una vez les dieron la carta Akira charló con el camarero, pidiéndole algunas sugerencias sobre los platos. Haruiko se dedicaba a leer con detenimiento mientras escuchaba al camarero, de vez en cuando levantaba la vista para ver a un entusiasmado Akira. Después de divagar un rato ante la mirada divertida de Haruiko, verlo así de emocionado por elegir la cena era toda una novedad, se decidió por probar el pilaff con frutos secos, las samosas, el dal y el chutney de verduras. Haruiko se limitó a aceptar su propuesta, estaba descubriendo que dejarse llevar no estaba mal, sobre todo tratándose de Akira. Aunque cuando vio que tendría que comer con las manos le dedicó una mirada reprobadora que hizo reír al menor de buena gana.

-No pongas esa cara, será divertido-dijo Akira entre risas-. Es fácil, usa los dedos de tu mano derecha, exceptuando el índice.

-¿Algo más?-preguntó con tono irónico.

-Qué aproveche-sonrío llevándose el primer bocado.

Tenía razón, en parte, más que divertido le resultaba muy sexy ver cómo Akira tomaba la comida de sus dedos, lo hacía de una manera suave, a veces exasperantemente lenta, decía que era para que no se le cayese comida, pero en realidad le encantaba ver la expresión voluptuosa que ponía Haruiko cuando su mirada se desviaba involuntariamente de sus dedos a su boca, momento que aprovechaba para deleitarse con el sabor especiado de la comida, degustándola despacio, saboreando glotonamente.

A penas habían hablado durante la comida, no más que para elogiar lo buena que estaba y pensar en repetir para probar otros platos, ninguno podía negar que era la cena más sabrosa que hubieran probado y no sólo por la comida...

Para Haruiko fue una deliciosa tortura comer de ese modo, lo peor había sido el postre Akira había pedido un kulfi de manzana y otro de elaichi, empeñándose en que probasen ambos, el intercambio había sido embarazoso, Akira se había incorporado de rodillas acercándose, pensó que iba a darle del suyo y extendió la mano, pero Akira aprovechó para apoyarse en ella y acercase a su kulfi  lamiéndolo, tomando un poco al hacer presión con los labios, que se encargó de limpiar con la lengua mientras disfrutaba como un niño de la expresión sorprendida de Haruiko, sabía que era algo cruel por su parte divertirse de ese modo, y puede que hasta resultase peligroso tentar su suerte de esa manera, pero no podía evitarlo, cada pequeño gesto que le revelaba alguna de esas facetas espontáneas que distaban del frío ejecutivo que se sentó para tomar un té en su turno, le hacía sentir que no se había equivocado, que estaba frente a alguien especial, ya habría tiempo para conocerlo más, de momento quería poner  a prueba su resistencia. Justo después Akira le ofreció del suyo, en principio quiso negarse, aún tenía el pulso desbocado por el atrevimiento del chico, pero ante su insistencia no le quedó más remedio, imitándolo tomó un poco con los labios relamiéndose para quitar los restos mientras clavaba sus ojos en los de Akira con aire desafiante, diciéndole alto y claro que no pensaba darle el placer de verlo claudicar. Lejos de molestarse Akira sonrió satisfecho, le gustaba ese carácter fuerte que se adivinaba caprichoso, porque sabía que era el único resquicio de inmadurez que se permitía mantener, después de haber observado su actitud distante con el resto de la gente y esa mirada de suficiencia, había comprobado que la mejor brecha para romper esa fachada era provocar su lado competitivo, era de esperarse que así fuera, alguien como él tenía que estar demostrando constantemente sus cualidades y capacitación, ponerlas en duda era la forma más efectiva de hacerlo sacar la artillería Akira no quería condescendencia, no más amores que lo subestimasen, no le gustaba el paternalismo, él sabía valerse por sí mismo, le gustaba su independencia y quería a alguien que fuera fuerte y que respetara su espacio, también podía jurar que Haruiko podía llegar a ser celoso, por la manera en la que había evaluado su encuentro con el dueño del restaurante, pero en ningún momento quiso mostrar su inseguridad, por respeto tanto hacia sí mismo como hacia su acompañante, y eso le gustaba era la mezcla perfecta de interés y consideración que buscaba, no quería amores asfixiantes pero tampoco indiferencia, le gustaba la idea de que alguien lo mimara y se preocupara por él, y si conseguía derretir la gélida apariencia dando paso al verdadero Haruiko lo habría conseguido, aunque sospechaba que tendría el honor de que eso sólo sucediese con él en privado.

Salieron del restaurante media hora después, Akira le propuso bajar al paseo marítimo y caminar para bajar la cena, no quería acabar la cita tan pronto, se sentía muy a gusto y quería aprovechar esa complicidad recién estrenada para conocer más a Haruiko, después de hacer el tonto con el postre y reírse de que casi se acaban pringando, lo notaba más receptivo.

-Bueno, Haru, permíteme la licencia después de pasar por tan delicada circunstancia juntos-bromeó Akira haciendo referencia a su pequeña y dulce batalla.

-Sólo si me dejas llamarte Aki-chan-contraatacó Haruiko.

-Suena bien, si sale de tus labios, acepto-le guiñó el ojo sin darle tregua al flirteo.

-Dime...-le instó a seguir.

-Reflexionemos un momento sobre nuestra situación, ambos somos bastante recelosos, aunque lo llevemos de distinta manera ¿no?

-Supongo que sí...

-Estamos en situaciones muy distintas, tú eres un alto ejecutivo y yo soy un estudiante que trabaja a tiempo parcial.

-Hay una diferencia de edad considerable, sí.

-Eso no es problema para mí, más bien me refería al estatus social.

-Puede que hace unos años eso fuera algo relevante, pero hoy no podría importarme menos-declaró Haruiko harto de tantos convencionalismos, si algo había aprendido de su hermanastro es que si no te impones con lo que quieres no vas a conseguir que te dejen en paz.

-Estupendo, ¿qué te ha parecido salir conmigo?

-Lo estoy pasando muy bien.

-¿Tanto como para repetir?

-Sí ¿y tú?

-Repetiría sin dudarlo.

-Entonces ¿cuándo repetimos?

-¿Cuando tu apretada agenda te lo permita?-rió Akira ante su expresión molesta.

-¿Te gusta chincharme verdad?

-Me encanta, disfruto muchísimo cuando me miras irritado-volvió a reír.

-¿Por qué?

-Veamos... luces adorable cuando haces ese mohín con los labios y frunces el seño contrariado, además son las ocasiones en las que te comportas como un simple mortal, te siento más cercano.

-Con que más cercano... eso puede remediarse, hay muchas formas de conseguirlo sin tener que incordiarme-dijo Haruiko aproximándose con decisión hasta los labios de Akira.

Una vez más volvía a sorprenderle que ese hombre tan flemático pudiera ser apasionado, pero ese beso estaba despejando todas sus dudas, y es que no hay nada como la piel para demostrar lo que las palabras no pueden alcanzar. Sus labios eran cálidos, se deslizaban sensualmente sobre los suyos, haciéndolo estremecer, despertando sus sentidos adormecidos. Poco a poco iba profundizando el beso, dejándose llevar por las caricias de su lengua, por las pequeñas mordidas, sintiendo las manos de Haruiko pasearse por su cintura, descendiendo lentamente mientras aproximaba más sus cuerpos.

Si tenían alguna reserva respecto a intentar seguir adelante, ésta se evaporó con el calor del beso, Haruiko respiraba sofocantemente, sus ojos brillaban agitados, sentir cómo Akira se estremecía entre sus brazos entregándose por completo había despertado sensaciones desconocidas, placenteras y exigentes que clamaban por más. Mientras el menor estaba a punto de derretirse al leer el intenso anhelo que destilaban las dilatas pupilas de Haruiko, tan fuerte y tan frágil al mismo tiempo.

-Vaya Haru, eso ha sido sorprendente-susurró Akira estando aún a escasos centímetros del rostro de Haruiko.

-¿Bueno o malo?

-Demasiado bueno... Aunque vayamos un poco deprisa.

-No estoy acostumbrado a salir con alguien que me guste de verdad, supongo que no he sabido controlarme-se disculpó.

-No quiero que te controles, me gusta saber que soy yo el que provoca que pierdas los papeles, sólo quería asegurarme de que no es sólo un capricho...

-Admito que suelo ser bastante caprichoso, y que no paro hasta conseguir lo que quiero, pero me gustaría por una vez, hacerlo lo más apropiadamente posible.

-Por esta vez creo que sería apropiado seguir con la tónica de saltarnos lo adecuado y arriesgar, hagamos otra excepción-musitó Akira tirando de las solapas de su cazadora para iniciar otro beso que le robase el aliento.

Después de algunos besos más decidieron acabar la noche en el apartamento de Haruiko. Al llegar Akira intentaba mirar los detalles del maravilloso edificio, pero no era una tarea fácil teniendo las manos de Haruiko sobre él, reclamando su atención.

-Vives en un sitio precioso-comentó observando los amplios ventanales y las esculpidas columnas.

-Ya sabes que tengo buen gusto, me tomé mi tiempo para diseñarlo-respondió Haruiko buscando de nuevo los labios del menor.

-¿Eres arquitecto?-preguntó sorprendido Akira poniendo algo de distancia para poder mirarlo a los ojos

-Algo así, aunque no me dedique a ello a tiempo completo.

-Eres una caja de sorpresas...

-No tanto, en cuanto pasemos un tiempo juntos, verás que no soy tan enrevesado.

-¿Qué más has diseñado?

-Si prometes olvidarte de eso ahora y hacerme caso, te prometo que el fin de semana te llevaré de visita a un lugar que diseñé y que te va a encantar.

-¿Un museo?

-NO.

-¿Un teatro?

-NO.

-Venga dímelo y lo dejo ya-protestó Akira. Haciendo que Haruiko sonriera, acababa de descubrir a qué se refería el chico cuando afirmaba que lucía adorable al estar molesto.

-Un acuario.

-¿En serio? ¿Cuál?-preguntó entusiasmado.

-Aki-chan déjate de cháchara y sígueme-le advirtió Haruiko conduciéndolo al interior de su apartamento.

En ese momento Akira suspiró, estaba demasiado disperso con las cosas que acababa de descubrir, además el apartamento era espectacular, pero de momento sólo vería el dormitorio, además Haruiko había empezado a desvestirle y no pensaba quedarse quieto.

Las prendas fueron cayendo una tras otras marcando el camino al dormitorio, cuando se dejaron caer en la cama apenas tenían algo encima, que Akira sentándose sobre Haruiko se encargó de quitar. Una vez estuvieron libres de ropa dejaron unos segundos para comerse con la mirada. Los músculos perfectamente esculpidos, la espalda ancha... si vestido era atractivo, sin ropa quitaba el aliento y sentirse arropado por esos fuertes brazos hacían desfallecer a Akira, cuyas esbeltas piernas se afanaban en rodear la fornida figura de Haruiko, que se maravillaba con el tacto suave de esa piel tersa y blanca que lo envolvía, despertando miles de placenteras sensaciones al frotarse con la suya.

Haruiko se complacía al observar la esbelta figura del menor, y sobre todo su elasticidad, lo rodeaba con las piernas a pesar de ser mucho más bajo, y se movía cual felino, desplazándose con movimientos elegantes y ágiles, de una rapidez asombrosa. Iba recorriendo su cuello, presionando con los labios a veces lenta y dulcemente, otras aplicaba los dientes mordisqueando las orejas con más intensidad, provocando una serie de intermitentes escalofríos que hacían estremecer a su víctima. Por su parte Haruiko buscaba sus labios una y otra vez, haciéndolo ceder, para poder tumbarlo y empezar a recorrer cada poro de esa piel de perfume embriagador.

Sus besos húmedos se iban esparciendo por la clavícula, los pectorales que succionaba con dejadez notando cómo Akira se revolvía en una muda petición de que aumentase la presión, cosa que no tardó en hacer al descender con su mano a la hinchada entrepierna masajeándola con firmeza, escuchando a continuación los primeros gemidos de Akira, que se balanceaba en sus manos, abriendo las piernas para darle mayor acceso.  La visón de Akira con las mejillas arreboladas, suspirando y gimiendo, meciéndose a su merced estaba haciendo a su excitación desbordarse por momentos, nunca había experimentado palpar la belleza de una entrega incondicional y anhelada, y sin duda nada le había colmado tanto como ese sentimiento de intimidad cómplice, en el que había un profundo entendimiento sólo con roces y miradas, como si las orbes azules de Akira fueran capaces de traspasarle.

Sin poder contenerse más descendió hasta llegar al miembro del menor engulléndolo mientras comenzaba a aplicar lubricante en sinuosos masajes que iban preparando la zona con delicadeza y mimo, tratando de ser gentil al ir dilatándolo, mientras Akira se debatía por las intensas caricias aproximándose al clímax. Pero justo cuando estaba por llegar a la cúspide del placer Haruiko paró, provocando una desanimada protesta.

-Haru... no pares... ahora no...

-Sólo será un momento, ya es hora de pasar al plato fuerte-susurró en el oído del menor haciendo que se girara a mirarlo-relájate ahora me toca probarte del todo amor.

Akira respiró hondo, no había nada que deseará más en ese instante que sentir a Haruiko, colarse en su interior y perder el control entre los brazos de ese hombre que después de haberse despojado de todas sus máscaras de suficiencia y frialdad se había mostrado como un auténtico volcán.

Lo hizo con una lentitud desesperante, saboreando cada sensación provocada por el estrecho y cálido interior de Akira, disfrutando de su expresión suplicante y enardecida. Definitivamente ese chiquillo le había hecho perder los papeles, y todo resquicio de compostura que tan apegada a la piel tenía.

Akira se impulsó con sus caderas tomándolo por los hombros para voltear y hacerse con el control, no podía más con ese ritmo agónico que lo exasperaba necesitaba sentirlo con fuerza, que desplegara todo ese apasionado potencial que se empeñaba en controlar, y eso mismo consiguió cuando lo miró descaradamente desafiándolo a cumplir sus fantasías. Sujetándolo por las caderas comenzó a embestirlo con fuerza, haciendo que volviera a caer sobre el colchón, consiguiendo agitar su respiración hasta hacerle gemir entrecortadamente, al igual que él, que al sentir cómo se iba contrayendo el abrasivo interior dejaba escapar de sus labios sonoros gemidos que hacían sonreír a Akira.

Ver a Haruiko  despeinado, sudoroso, alborotado, luchando por llegar al clímax mientras lo devoraba con la mirada era tan turbador como excitante, no podía aguantar más, simplemente se dejó ir cuando notó de nuevo la mano de Haruiko cerrase sobre su miembro, agitándolo casi violentamente, arrancándole el conocimiento para nublar sus sentidos de placer derrochado. Nada más ver su expresión arrebatada, fuera de sí, dejándose llevar más allá de su alcance para caer embelesado y satisfecho lo hizo estallar con una intensidad hasta ahora desconocida. Pasaron unos minutos disfrutando de los resquicios de placer que les recorrían como traviesos escalofríos, poco a poco se separaron, para acomodarse entre las desperdigadas sábanas, Haruiko los cubrió mientras Akira lo abrazaba, dejándose dormir mientras escuchaba cómo se iban ralentizando los latidos de su corazón, el sonido más relajante que hubiera escuchado en mucho tiempo, además el que Haruiko jugase con sus cabellos sólo aumentaba su relajación, en pocos minutos cayó rendido, seguido del mayor. Esa noche disfrutarían de un sueño muy plácido, como hace años no lo hacían.

 

 

 


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