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Chocolate por Henta_Hime

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Notas del capitulo:

Hi Hi Minna-san!! Se que prometí que este capítulo no iba a tardar mucho, pero mi Internet estuvo funcionando mal últimamente, y me tardé en subirlo, disculpen la tardanza Ú~Ù 

Espero que les guste, voy a intentar no demorar mucho con el siguiente D: 

 

Matta-ne!

 

-Ya no puedo más…-Articuló con una voz cargada de lujuria una vez separaron sus caras.-

-Eiri…-Un débil susurró salió de sus labios incitando al mayor, quién sin esperar segunda opinión tomó al cantante por la cintura y lo llevó hasta la habitación recostándolo en la mullida cama.

Los besos continuaron subiendo a cada segundo su nivel de intensidad. Dos pares de manos se movían con destreza recorriendo el ya tan conocido cuerpo de su amante, y deshaciéndose de las camisas en un segundo.

 

El pelirosa dejó escapar varios gemidos cuando el ojimiel descendió su boca hasta el borde se sus pantalones y, con suma maestría lo desabrochó dejándolo fuera del campo de batalla, solo una prenda cubría a su pequeño, y muy pronto dejaría de estorbar también.

 

Ansioso, posó sus manos en el bóxer de Shuichi, pero no logró su cometido ya que éste había girado y ahora estaba a horcajadas sobre su cuerpo.

 

-Aún no… tú todavía tienes los tuyos.- Se quejó con un brillo extraño en sus ojos besando aquellos labios tan adictivos para él, mientras descendía sus manos hacia el pantalón del mayor y lentamente se los quitaba rozando aquella parte tan sensible de su cuerpo, logrando excitarlo aún más.

 

Contempló con lujuria el grado de excitación de su amante, y sin poder evitarlo quitó la única prenda que restaba, dejándolo completamente desnudo.

 

Lentamente comenzó a acariciar el miembro de Yuki con su mano, podía escuchar los leves y roncos gemidos de éste, lo que lo excitó aún más y ya sin hacerlo esperar, decidió continuar el trabajo con su boca.

 

Eiri sin poder evitarlo dejó escapar un gemido que el pelirosa alcanzó a oír, por lo cual aumentó el ritmo, su lengua se movía con ávida destreza, lamía y succionaba toda la hombría haciendo gozar al escritor que a pesar de la excitación que cargaba encima, observaba sin perderse detalle, cada movimiento de su koi.

 

-Pequeño pervertido… aprende demasiado rápido.- Pensó con diversión el escritor mientras observaba la lengua del cantante deslizándose por toda su extremidad.

 

Dos manos se posaron en la cabellera rosada llamando la atención del portador, dejó su trabajo para ser atraído hacia la boca de su amante con extremo gusto, haciendo danzar una vez más a sus lenguas.

 

-Me parece que aquí ya hay una desventaja.-Dijo el rubio con sensualidad una vez roto el beso.

 

Shuichi solo sonrió mientras volvía a besarlo con ahínco y Yuki aprovechaba para volver a tomar las riendas de la situación.

 

Besó el cuello del cantante dándole un par de lamidas, siguiendo por su clavícula, bajó un poco más hasta llegar a los pequeños botoncitos rosados, con los cuales se entretuvo un buen rato escuchando los gemidos tan jodidamente excitantes del menor.

 

Cuando creyó haberse divertido lo suficiente, trazó un camino invisible desde su pecho, pasando por su ombligo, llegando hasta el borde de la única prenda que cubría el pequeño cuerpo.

 

Con sus dientes cogió el borde del bóxer y lo deslizó hasta finalmente dejarlo fuera del juego. Observó con deleite el excitado miembro de Shuichi, lo sujetó con sus manos, moviéndolas de arriba a abajo rápidamente, lo que hizo que el pelirosa gimiera con fuerza.

-Yu… Yuki… por favor hazlo…-Pidió con su voz cargada de deseo.

 

Eiri no estaba para hacerse las de rogar, así que sin pensarlo dos veces llevó el miembro hacia su boca, jugando con su lengua y haciendo jadear deliciosamente a su amante.

 

 

-Mhm… ¡Aah!... más… quiero más Yuki…-Shuichi estaba jodidamente excitado y sabría que no aguantaría mucho tiempo más, lo que provocaba la locura en él.-

 

Y tal como lo predijo, con un alarido de placer, Shindou terminó en la boca del escritor. Éste lo miro con su mirada de “Soy súper sexy y voy a violarte” mientras lamía los restos de la esencia blanquecina de sus dedos.

 

-Mmm… eres delicioso Shu… creo que ya no puedo aguantarme más.- Llevó una de sus manos al traserito del pequeño y lo presionó levemente ganando un gemidito de su amante.-

 

-Te estás tardando mucho… Eiri.-Con una mirada muy sensual, Shuichi atrajo el cuello de Yuki para besarlo con ímpetu degustando en su totalidad su boca.

 

Mientras el beso se desenvolvía entre roces de cadera, el rubio llevó una de sus manos a la entrada del cantante, comprobó que como muy pocas veces, estaba muy húmedo, por lo cual introdujo uno de sus dedos sin problemas.

 

Un gemido ahogado murió entre ambas bocas cuando un tercer dedo se abrió paso dentro del pequeño cuerpo haciéndolo vibrar. Movía sus dedos en forma circular, dilatándolo para el siguiente paso.

 

-Yuki… por favor…-Rogó completamente extasiado.

 

La súplica no se hizo esperar, Eiri sacó sus dedos ganándose una pequeña queja, que no tardó en transformarse en jadeantes susurros cuando introdujo su miembro completamente excitado en la pequeña cavidad, primero la punta, y luego de que se acostumbró al lugar, lo introdujo por completo.

 

El calor se agolpaba en sus rostros y cuerpos como si de una llama fuera de control se tratase. Sentían sus cuerpos arder deliciosamente.

 

Cuando las embestidas empezaron a ser más salvajes Shuichi no pudo contra sus deseos y comenzó a gritar de placer, y en busca de más contacto movía su cadera al ritmo de la de su koi.

 

Eiri tomó el miembro de su amante y comenzó a masturbarlo ganándose más gemidos de placer.

 

La imagen de su pequeño con el cuerpo completamente bañado en una fina capa de sudor y completamente excitado, era como un fuerte afrodisíaco para él. Desde que lo probó aquella vez, hace cuatro años, se había vuelto su marca personal de heroína, mejor que cualquier droga y más adictivo que una.

 

Embestía cada segundo con más fuerza, hasta que logró encontrar el lugar que hacía delirar de placer a su cantante. Arremetió contra ese erógeno lugar escuchando los suaves y excitantes gemidos de éste.

 

Lo amaba. Y con demencia, lo reconocía. Pero su estúpido orgullo no le permitía demostrárselo con palabras, por eso siempre aprovechaba esas situaciones para expresarle todos sus sentimientos.

 

-¡Aah! Yuki… ¡más... se siente muy bien…aah!-Shuichi movía su cuerpo fuera de control mientras aferraba sus piernas a la cintura del rubio y posaba las manos en sus hombros.-

 

El ojiambár observó el dedo anular de la pequeña mano izquierda y sonrió casi sin poder evitarlo al ver un anillo adornándolo.

 

Esa misma mañana le había propuesto matrimonio. Pensaba hacerlo desde hace un tiempo ya, pero quería que fuese perfecto, por lo cual se tomó su tiempo en planearlo todo.

 

Investigó cual sería el mejor anillo, y también cómo y cuándo se lo daría. Finalmente se decantó por hacerlo en su cumpleaños, pensó que sería un buen regalo.

 

Así que mientras su pequeño dormía deslizó suavemente la alianza bañada en fino oro blanco esperando a que éste despertara. Observó atentamente cada gesto del de iris violáceo, primero una cara de obvia confusión, el sueño no le ayudaba mucho. Luego uno de sorpresa, seguido de una mirada preguntándole si lo que estaba pensando era cierto.

 

Admitía que estuvo muy nervioso por la respuesta que podría recibir, pero cuando vio aquel brillo en sus hermosos ojos amatista, se permitió volver a respirar y dejar escapar una sonrisa como muy pocas veces lo hacía.

 

Escuchó claramente como un “Sí” ahogado por las lágrimas de felicidad, escapaba de sus rosados labios, seguidos de un abrazo y un “Te amo mucho… gracias”. Y aún así… él no pudo contestarle más que con un beso. Se sentía estúpido por eso, pero estaba seguro de que algún día le diría esas palabras tan ansiadas, tal vez no hoy, ni mañana, pero lo haría. Sólo por ver en su cara una sonrisa, una sonrisa que Él le causó.

 

El fuerte gemido proveniente de Shuichi lo devolvió a la tierra. Su amante se había venido entre ambos vientres y él lo siguió segundos después viniéndose en su interior.

 

Se dejó caer a lado del pelirosa, posó sus brazos alrededor de la estrecha cintura atrayéndola hacia él. Shuichi sólo sonrió mientras se acomodaba en su pecho.

 

-Te amo Yuki...-Susurró con una suave sonrisa mientras cerraba sus ojos.

 

-…Yo… también te amo… Shu…-Sonrió muy levemente cuando vio que el pequeño yacía totalmente dormido.

 

-Yo más…-Y con estas últimas palabras el vocalista cayó rendido a los brazos de Morfeo.

 

La sonrisa del rubio se hizo más notoria mientras se aferraba más al tibio cuerpo, siguiéndolo en su viaje de sueños…

 

 

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Abrió con pesadez sus gatunos ojos observando al bello durmiente que se encontraba a su lado soñando. Sonrió un poco ante la imagen.

 

Giró un poco su cabeza para observar el reloj comprobando que era muy temprano aún, las 6:50 a.m. Volvió a acomodarse con claras intenciones de volverse a dormir, pero una molesta sed lo invadió por lo cual decidió levantarse.

 

Se movió lentamente intentando no molestar al pelirosa, cogió unos pantalones y se encaminó a la cocina.

 

Llegó a la heladera y pensó que era muy temprano para una cerveza, por ende se decantó por un vaso de jugo de naranja.

Pudo ver a través de la ventana que llovía fuertemente, lo que le dio aún más cansancio. Una vez saciada su sed, caminó nuevamente hacia su habitación para continuar su sueño.

 

30 Minutos después…

 

El molesto ruido del teléfono retumbó en el calmo departamento.

 

-Mhm… Yuki… timbre.- Murmuró muy adormilado mientras colocaba la almohada en su cabeza en señal de que, obviamente, no iba a ser él quien se levantara.

 

-Hmm…-El rubio simplemente gruñó, si no atendía tal vez dejaran de fastidiar a tan tempranas horas de la mañana.

 

 Luego de unos minutos el silencio volvió a hacerse presente una vez más dejando en paz a la pareja.

 

Riiing… Riiing…

 

-¡Mierda!-Yuki se levantó de muy mala gana y cogió el aparato.- ¿Quién?-Preguntó con el tubo pegado a la oreja y casi gruñendo.-

 

-¡Hermano! Soy yo, Tats…-Antes de que terminase de hablar colgó la llamada y desconectó el cable con intenciones de volver a dormir.-

 

Ni siquiera llegó a darse la vuelta, cuando la puerta timbró. Eiri maldijo a todos los Dioses que de seguro se estarían burlando de él en este momento por su suerte.

 

El timbre seguía sonando y cada vez con más insistencia. Por lo que rindiéndose la abrió de mala gana para encontrarse con la desagradable sorpresa de su hermano y su loco novio amante de los conejos.

 

-¿Qué diablos quieres fastidiándome el día desde tan temprano Tatsuha?-

 

-Vaya vaya aniki ¿te levantaste de malas? como sabía que ibas a colgar antes de que pudiese decir nada, decidí darte una visita sorpresa, ¿qué dices?-Sonrió guardando el celular con el cual segundos antes lo había llamado, viendo como su hermano fruncía el entrecejo notoriamente y hacía ademanes de cerrar la puerta.

 

-¡Yuki-san! –El pie de Sakuma le impidió cerrarla por completo.- Es descortés irse sin saludar a las visitas, o siquiera invitarles a pasar.- Acotó en su versión adulta con una sonrisa retadora.

 

El mayor de los Uesugi simplemente lo miró de mala gana, y luego de unos minutos de batalla visual dejó que ambos entraran.

 

-No les voy a ofrecer nada de beber, porque todo lo que hay aquí es mío únicamente. Si quieren algo vayan a comprárselo, si tocan algo, lo limpian, si rompen algo, los dejo sin herencia aunque no vayan a usarla nunca, y aleja al conejo de mi habitación o lo mato.- Ordenó de muy mal humor mientras iba en busca de una camisa, si seguía con el pecho descubierto cogería un resfrío, y eso no le hacía mucha gracia.

 

-… ¿Siempre tiene tan buen humor?-Preguntó con sarcasmo Ryuichi mientras se sentaba en el cómodo sillón de la sala.-

 

-Nah, a veces es peor, y más cuando lo despertamos nosotros antes de que pueda saludar a mi cuñadito.-Una sonrisa surcó sus labios mientras se recostaba en el regazo de su koi.

 

El peliverde acariciaba lentamente el cabello del menor en espera del escritor, quien luego de un rato apareció ya vestido con su conocida camisa blanca.

 

-Muy bien, dime qué quieres para que puedas largarte lo más rápido posible.-Dijo el ojiambár mientras le daba una calada a su cigarro.-

 

-Aniki, deberías pensar seriamente en ser más sociable –Mirada asesina de parte del mayor- en fin… verás, ayer cuando nos sacaste a patadas dejé por accidente una bolsa con cosas mías dentro ¿no la has visto?-Preguntó revisando curioso los muebles en busca de dicho objeto.-

 

-¿Viniste a las siete de la mañana a pedirme una estúpida bolsa?-Acotó de malas mientras cuidaba al conejo que merodeaba por su alcoba en su forma chibi.-

 

-Síp.-Fue la única respuesta que recibió.-

 

-¿Y no podías esperar a que sea más tarde?-

 

-Nop.- Su sonrisa solo cabreó más al rubio que sin responderle nada fue hasta su habitación.-

 

-Oh, la guardó allí…-Susurró mientras esperaba que su hermano viniera con su preciada bolsa, pero solo vino con su Honey arrastrándolo del cuello de la camisa.-

 

-Te dije que lo alejaras de mi habitación.-Habló parco tomando de paso el paquete del moreno que se encontraba en la mesa del comedor.-Ten, ahora vete.-

 

-¡Oh! Pero ya que Shu entrará pronto a trabajar, y hoy ensaya con my Honey podrían irse juntos ¿no? Además así podremos pasar un tierno momento en familia.-Sugirió mientras pasaba uno de sus brazos por el cuello de Yuki.-

 

-Ni hablar, tú y ese anormal se largan ahora de mi casa, y sin replicar.-Declaró secamente.-

 

-¡Jo aniki! Vamos no te cuesta nada, si van al mismo, lugar no seas aguafiestas.-Se quejó el ex monje poniendo cara de molestia.-

 

-No.-

 

-¿Por qué no?-Preguntó indignado, dispuesto a convencerlo para así poder hablar un rato con su cuñadito.-

-Porque no quiero que esté cerca de ese loco, la estupidez es contagiosa en Shuichi, y tu novio sólo podría hacerlo más estúpido de lo que es.-Respondió con simpleza dándole otra calada al cigarrillo.-

 

-¡Eso no es cierto! Él no está loco, ni es estúpido, tú eres un amargado de la vida que no quiere que Shu tenga más amigos para que no tengas competencia.-Desafió Tatsuha elevando el tono de voz.-

 

Yuki simplemente lo observó con su gélida mirada y una venita en su frente. Sakuma toqueteaba todos y cada uno de los objetos en el departamento con suma curiosidad de niño, ajeno al pleito de hermanos que se efectuaba detrás de él.

 

De repente el rubio calló, recordando algo que quería confirmar con su hermano.

 

-Es cierto... Oye ¿Qué tenían los chocolates de ayer?-Preguntó con algo de intriga,  aunque ya suponiendo la respuesta.-

 

-¿Cómo dices? ¿Los chocolates? Pero si no tenían nada…-La cara de ingenuidad del monje dejó dudando al mayor por un segundo, pero tras ver que no había rastro de engaño quiso seguir indagando.-

 

-¿Cómo que nada? Está más que claro que tenían un algo.-

 

-Hermano, en verdad, juro que no tenían nada.-Respondió totalmente confundido.- ¿Por qué lo dices?

 

Eiri guardó silencio unos segundos.

 

-Bueno… luego de que comerlos… todos se pusieron, ¿cómo decirlo? Estábamos más calientes que una pava en hervor.-Dijo finalmente terminando su dosis de nicotina.-

 

-¿Pero qu-…? –De repente, y como si de un foco de luz se tratase, le vino a la mente- … Honey… ¿Cuándo veníamos para acá ayer, de qué color me dijiste que era la caja de Shu?-

 

-¡Roja! Esto seguro de que me dijiste que era roja.- El cantante se lanzó hacia la cabeza de su amante en forma chibi.- ¿Por qué?

 

-Y… ¿de qué color era nuestra caja?-Volvió a inquirir un poco dudoso.

 

-¡También era Roja! Me dijiste que ibas a ponerles algo para identificarlos y no confundirte de regalo.-

 

Tatsuha comenzó a reír nerviosamente, y Yuki ya pudo saber el por qué.

 

-¿Te confundiste de caja… verdad?- El moreno solo asintió apenado.- Le diste tu pervertida caja con afrodisíacos, ¿cierto?-El ojinegro volvió a asentir.- Idiota.-Concluyó con los ojos cerrados, aunque internamente le agradecía por su equivocación, ya que la disfrutó mucho.-

 

-Eiri… ¿por qué hay tanto ruido?-El pequeño cantante se refregaba uno de sus ojitos adormilados haciendo acto de presencia cubriéndose únicamente con un bóxer y una camisa del rubio.-

 

-¡Shu-chaa~n!-Exclamó con un grito de júbilo el cantante mayor mientras se prendía al pelirosa en un abrazo.-

 

-¿Sakuma-san…? ¿Qué está haciendo aquí?-Preguntó con sorpresa ahora más despierto.-

 

-Ryu-chan vino porque Kuma-chan quería saludarte.- El conejito rosado se hizo ver saliendo de quién sabe dónde y colocando sus largas orejas en los ojos de Shuichi a modo de saludo.-

 

-Je… Jeje… H-hola… Kumagoro....-Un poco incómodo por la situación en la que se metió el pelirosa intentó discretamente ir a su cuarto para ponerse algo de ropa ya que el frío del invierno le estaba calando hasta los huesos.-

 

-Oye tú, aléjate de mi propiedad.-Ordenó al peliverde, quién sólo lo miró son su mirada chibi haciendo un puchero.-

 

-No es justo, Shu no es de su propiedad, no tiene su nombre escrito en ninguna parte.-Reclamó al borde de la histeria.-

 

-No voy a discutir contigo porque no vale la pena, sólo aléjate de él. Y para que lo sepas, sí tiene mi nombre, lo que ocurre es que no lo ves porque está cubriéndolo con su ropa interior.- Le dio otra calada a su cigarro tranquilamente, observando como Shuichi enrojecía hasta los pies y le chillaba cosas in entendibles.-

 

 

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40 Minutos después…

 

La tormenta se había vuelto diluvio en pocos minutos, dejando escapar sonoros truenos que hacían saltar a ambos cantantes y abrazarse como niños de 4 años a sus amantes.

 

-Tat-chan… se está haciendo tarde, creo que deberíamos irnos ya.-Sugirió Ryuichi abrazado al moreno.-

 

-Es verdad, además con esta tormenta de seguro tardaremos bastante.- Tatsuha se deshizo pese a su voluntad del abrazo de su novio para ponerse el abrigo que traía puesto cuando llegó, siendo imitado por el Shuichi y el peliverde.-

 

-No van a irse debajo de esta lluvia.- Declaró el rubio con los brazos cruzados y una mirada seria.-

 

-¿Pero qué está diciendo Yuki? No podemos faltar al trabajo sólo por una llovizna.- Se quejó el pelirosa.-

 

-He dicho que no irán debajo de esta lluvia, no que no irían.- Respondió simplemente mientras cogía su chaqueta y sus llaves.- Yo los llevaré hoy, pero que no se te haga costumbre oíste, solo lo hago para que después no tenga que soportarte resfriado.-

 

Los tres allí presentes sonrieron cómplicemente. Sabían perfectamente que era porque se preocupaba por ellos, pero no tenía caso mofarse de ello, mejor aprovechaban que estaba de buenas y aceptaban la oferta. Después de todo ninguno quería mojarse con ese frío infernal

 

El camino se hizo endemoniadamente largo para el escritor, quien se tuvo que aguantar las acostumbradas estupideces de su amante, y ahora además, siendo suplidas por las de Sakuma y su hermano.

 

Sin mencionar, que no podían faltar las canciones de esos elefantes que se reproducían en una telaraña, Yuki perdió la cuenta luego del número 216, pero sabía que llegaron a muchos más porque no se detuvieron por un buen rato.

 

Y luego estaba el tráfico, el jodido y endemoniado tráfico. Sabía que en los días así había mucho, pero no sabía que era tanto.  En el trayecto hasta NG, terminó una cajetilla entera de cigarrillos, y pudo jurar que el volante quedó con las huellas de sus dedos marcados.

 

Ese mismo día Yuki Eiri se prometió a sí mismo, Nunca Jamás ofrecerse nuevamente para llevar a ese trío de descerebrados a Ningún lugar…

 

Notas finales:

Espero que les haya gustado ^^. una vez más, se aceptan críticas, tomatasos, pastelasos, y otras palabras que terminen en aso xD, Ya saben, si quieren alguna situación con una perja en especial, solo díganmelo y veré que puedo hacer ^^

Se me cuidan!

Matta-ne! ^^


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