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Dr. Feelgood por Aluminia

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Notas del capitulo:

Gracias a las personas que dejaron comentario en el cap primero, de verdad, espero que este les guste : D

Miré por la ventana de mi oficina, llovía muy fuerte y el viento golpeaba el vidrio de mi ventana, suspiré resignado, tenía un montón de papeles acumulados en mi escritorio, pura burocracia estupida, pero de todos modos era mi responsabilidad, lancé otro suspiro al aire, me acomodé en mi silla y seguí con mi tarea.


 


La puerta se abrió dando paso a mi amigo Weasley.


 


-Hola, hermano, ¿Cómo vas?- dice a manera de saludo, sonriéndome.


 


-Pues…mas o menos- le contesto, algo fastidiado, era viernes y me tocaba cuidar a mi trío de insufribles y adorables escuincles, pero con todo ese trabajo llegaría a casa de los Weasley muy entrada la noche, y ya no podrían recibirme tan entusiastas, con besos y abrazos como siempre, la sola idea hizo que mi corazón diera un vuelco.


 


Ron comprendió mi sufrimiento, acercó una silla y se sentó frente a mí.


 


-Vamos, déjame ayudarte con eso- me dice, tomando la mitad de la pila de papeles que tenía en el escritorio.


 


-Como crees, Ron, es mi trabajo- hablo apenado, tratando de quitarle los papeles.


 


-Anda, no has bajado a comer y ya es tarde, guardé el almuerzo que Mione nos preparó, te ayudo, comemos y nos vamos juntos a casa de mis padres, tengo ganas de ver a mis sobrinos-


 


Solo atiné a sonreírle con sinceridad, con la ayuda de Ron acabé el trabajo mas rápido de lo que imaginé, eran las 7, no había nada mas que hacer, después de comer pensaba pedir la salida para ver a mis niños, desde mi divorcio con Ginny, Hermione me preparaba el almuerzo, cosa que siempre le agradecía, pues yo apenas me levantaba con el tiempo justo para ducharme, cambiarme y salir apurado por la red flu, Ron y yo comíamos en silencio, hasta que el habló.


 


-y…que locura eso de Malfoy como doctor, ¿no crees?- me dijo, dando una buena mordida a su sándwich.


 


-si pero…bueno, según nos dijo la enfermera Saphir, es el mejor doctor, así que Hermi será muy bien atendida-


 


-Si, hermano, eso dice ella – hablo mi amigo, dándole un sorbo a su café – ¿pero quien te garantiza que el idiota ese de Malfoy no le haga una mala pasada a mi Mione?, mira que se pasó de listo en la revisión.


 


-Pero Ron- le protesté –nos trató muy bien, y a Mione mas, y es la revisión de rutina, y por lo que dijo el, no estaba muy encantado de atendernos, y aun así se portó como un profesional-


 


No podía creer que yo había dicho eso, ¿Harry Potter hablando bien de Draco Malfoy?, ¿El-niño-que-vivió-y-venció defendiendo al ex mortífago?, vaya, de todas las cosas bizarras que me habían pasado en la vida (y vaya que habían sido muchas) esa era la mas extraña, y creo que Ron se dio cuenta, por que me miró como el bicho mas raro del carnaval.


 


-Harry…estamos hablando de Malfoy, ¿recuerdas?, el idiota que nos hacia la vida imposible en Hogwarts, el niñato que se metió a las filas de los mortífagos, ¡nuestro enemigo jurado!-


 


-Si…-asentí con la cabeza –pero eso fue hace 10 años, Ron, la gente cambia, además, el se metió al ejercito de Voldemort por que lo obligaron, para proteger a sus padres, no tenía opción- Sentí algo extraño removerse en mi interior, en realidad nunca había reflexionado sobre las causas que orillaron a Malfoy a unirse a los mortifagos, solo lo había juzgado de imbécil, recuerdo haber hecho una rabieta cuando me informaron que los Malfoy habían sido exculpados y regresaban a su mansión tan tranquilos, la mirada de mi pelirrojo amigo seguía clavada en mi, traté de distraer la atención tomando un poco de mi termo de café.


 


-Bueno- agrego Ronald –tú sabrás lo que haces, pero yo no me confiaré de ese tarado-


 


Lo miré con resignación, ni yo mismo sabía por que había defendido a Malfoy, solo sentí que era lo correcto, justo cuando pensaba volver a mi comida, uno de los muchachos de mi equipo entró corriendo como un loco a la oficina, en sus ojos vi reflejado el terror, nada bueno debía estar pasando.


 


-¿Qué pasa, Johnson?- le preguntó Ron, tratando de calmarlo.


 


-Se...Señor Potter, se…señor...están, oh por Dios, Jacob está…- el muchacho empezó a llorar convulsivamente, Ron me miró preocupado y tomó al chico por los hombros.


 


 -Cálmate, Roger, dinos que está pasando- le insistió Ron, estrujándolo.


 


-Mataron a Jacob Morrison, está muerto- gimoteó Roger, sin poder dejar de llorar.


 


-Roger, habla de una puta vez- le exigí, perdiendo la paciencia.


 


-mo…mo…mortífagos, señor Potter, atacaron cerca de Hosmeagde, creímos que eran un par, Jake se me adelantó y lo mataron, lo mataron señor Potter, por mi culpa- el pobre muchacho hipaba y lloraba descontroladamente, puse mi mano en su cabeza y lo acaricié como lo hacía con mis hijos, Roger era un crío, tenia 22, y el fallecido, Jacob Morrison era un auror de 45 años, con esposa e hijos, el solo pensar en darles la terrible noticia me cayó mal.


 


-Harry, hay que movernos- me gritó Ron, desde fuera de la oficina, me acerque a Roger y le di unas palmaditas en la espalda.


 


-tranquilo muchacho, mejor quédate-


 


-no- me respondió –debe dejarme ir con ustedes, señor Potter, por Jake- al mencionar el nombre del compañero muerto, los ojos de Johnson se llenaron de lagrimas otra vez, las cuales limpió con la manga de su capa –déjeme ir-


 


-¡Harry!- gritó Ron, impacientándose.


 


-Bien, pero no estorbes, Roger- le sentencié, y el joven auror asintió con decisión, ya había dejado de llorar.


 


Nos aparecimos en Hosmeagde enseguida, y el panorama que vi no me gusto para nada, la gente corría histérica por las callecitas del pueblo, los aurores se dispersaban entre la gente, se abrían paso con desesperación, y a lo lejos veía el resplandor de los hechizos lanzados, Roger temblaba a mi lado, lo miré con desesperación, Ron, que no tenía la misma paciencia que yo, se adentro en el mar de gente, lo seguí sintiendo como el muchacho Johnson me seguía, la lluvia tan fuerte no ayudaba para nada. Llegamos a un claro, donde se estaba desarrollando la batalla, el cuerpo inerte de Jacob estaba a mis pies, y provocó un ataque de histeria a Roger.


 


-Joder, Harry, debiste dejarlo- se quejó Ron, dándole una bofetada al muchacho –escucha niño idiota, llévate el cuerpo de Morrison a San Mungo, es tu única tarea, ¿de acuerdo? –


 


Roger asintió, y se aferro al cuerpo de su compañero para desaparecer enseguida.


 


-¡Expeliarmus!- escuché gritar, volví mi mirada para encontrarme con un grupo de unos 10 mortífagos luchando por agruparse, imagine que lo que querían hacer era desaparecerse, Ron me miró y comprendió mi corazonada, con un movimiento de mi mano el resto de los aurores se movilizaron, dispersamos el grupo y acorralamos individualmente a cada mortifago.


 


- ¡Ríndanse, los tenemos rodeados!- grité, apuntando con mi varita al mortifago que tenía en frente, un hombre repulsivo que apestaba a alcohol.


 


- ¡Nunca!- me gritó, casi escupiéndome la palabra e la cara -¡el Lord volverá por ti, Harry Potter, te matará, el vendrá!- gritaba el hombre como poseído, mi cara se descompuso en una mueca de asco.


 


De repente, aquel mortífago levanto la varita, estuve a punto de hechizarlo pero me percaté que los demás mortifagos le imitaban, algo tramaban, traté de adelantarme a Ron para detenerlo, pero el hombre dejó caer un frasco de cristal, que al romperse soltó un extraño vapor verde, traté de acercarme pero no pude ver nada, solo escuché una risa maniática, una que me recordó a Bellatrix, y las palabras “el volverá, el volverá…” perdiéndose en el aire.


 


Disipé la niebla verdosa a punta de hechizos, y lo que vi me dejó horrorizado, mis compañeros de trabajo, mi amigo Ron, estaban en el piso, revolviéndose de dolor, llenos de sangre y gritando, en seguida pedí refuerzos y llevamos a los afectados a San Mungo.


 


El saldo fue devastador, 5 muertos y mas de 20 heridos, entre ellos, mi amigo Ronald Weasley, que se debatía entre la vida y la muerte, sentí que se me iba el alma cuando lo vi bañado en sangre, el no podía morirse, era mi amigo, mi hermano, mi única familia, se me revolvió el estomago por los nervios, al llegar a San Mungo el panorama no fue para nada alentador, el hospital mágico estaba que no se daba abasto con tanta gente entrando, pues no solo habían resultado afectados los aurores, también ciudadanos de Hosmeagde estaban convalecientes.


 


Con mi amigo pelirrojo palideciendo en una camilla, entre desesperado, pero todo estaba lleno, encontré a todo el personal ocupado, una enfermera pasó casi corriendo a mi lado y la intercepté.


 


-¡Señorita!- la llamé con frustración –aquí hay aurores heridos, por favor, que alguien nos atienda- le supliqué, y la joven me miró con profundo pesar en los ojos.


 


-Lo siento, señor, pero estamos llenos a tope…- sin saber como disculparse, la joven se desapareció de ahí.


 


Volteé mi mirada para encontrarme con el auror Johnson temblando en una esquina, el muchacho sostenía entre sus brazos la capa de Morrison, el recuerdo del señor Jacob me invadió, un viejo bonachón de mirada serena y barbas abundantes, siempre amable, siempre dispuesto, siempre protegiendo a los desvalidos, sentí una profunda pena apoderarse de mi, y mis memorias de la guerra oscura me acecharon, traté de incorporarme, la escena de Roger llorando me hizo volver a la realidad, me acerque a el.


-Hey, Johnson, ¿quieres ser de ayuda?- le dije, tomándolo del rostro para que me mirara, el asintió. –mira, ahí esta el auror Weasley, ve a tratar de controlar su hemorragia mientras busco ayuda, ¿entendido?- eso ultimo lo dije como una orden.


 


-Sssi, señor Potter- me contestó, parándose al instante para correr a encontrarse con Ronald, que cada vez estaba más pálido.


 


Corrí por todo San Mungo en busca de alguien que pudiera ayudar, pero todos estaban atareados con tanto trabajo, a veces conseguía un “no” con mucha pena, otras ni siquiera me contestaban, estuve a puto de rendirme cuando una cabellera rubia platinada apareció frente a mi, Malfoy parecía ir de salida, iba junto a la enfermera Saphir, los alcancé corriendo.


 


-¿Potter?- exclamó Malfoy exaltado.


 


-Una emergencia, Ron está…-respiré hondo –Ron está perdiendo mucha sangre, esta herido junto con otros aurores, no nos pueden atender-


 


-Tranquilo- respondió el, sin cambiar su expresión serena -¿dónde están tus compañeros?-


 


-En la sala de espera, por favor Malfoy, salva a mi amigo, te lo suplico- me aferre de las mangas de su bata, a lo que el solo respondió asintiendo con la cabeza, me siguió junto con Saphir hasta encontrarnos con mi amigo Weasley, que estaba siendo atendido por Roger, quien había destrozado la capa de Jacob para hacer torniquetes para los heridos.


 


-Weasley, soy Malfoy- le dijo Draco a Ron, mientras le oscultaba con un estetoscopio- ¿Cómo te sientes?-


 


-Te amo, Hermione- dijo Ron, sonriendo, y Malfoy puso una cara de preocupación que jamás le había visto.


 


-¿Cómo te llamas?- le preguntó, mientras miraba las pupilas de Ron con una pequeña lámpara.


 


-Claro que amaré a nuestro bebé, Mione…es de los dos, lo hemos hecho con nuestro amor- Ron estaba delirando, Malfoy miró a su enfermera que enseguida lo ayudó a movilizar la camilla, yo los seguí desesperado.


 


-Potter, ¿tienes alguna idea de que hechizo o que cosa usaron para lastimar así a tu equipo?- me preguntó Malfoy con semblante preocupado.


 


-No fue un hechizo, fue…una poción, una neblina verde- los ojos de Malfoy brillaron ante mi cometario.


 


-Bien, se como tratarlo, lo peligroso aquí es que ha perdido mucha sangre, te sugiero que llames a las familias de estas personas-


 


Las siguientes horas para mi pasaron como minutos, tuvimos que ayudar al personal del hospital, asistiendo en lo que podíamos, el auror Roger y una compañera más, Kelly Cooper, me ayudaron a movilizar a los heridos, Malfoy nos enseñó a usar unos hechizos simples, como el que había usado en su consultorio con Hermione, invocando una luz que usábamos como señal, la luz ambarina significaba llamado no urgente, la luz azul indicaba paro cardiaco, cuando llegábamos con los aurores caídos para ingresar lanzábamos una señal de luz verde, y cuando los pacientes empeoraban, utilizábamos código rojo, nos explicó que la luz sería visible solo para nosotros y el personal de San mungo (esto para evitar que la gente se alarmara) ,Malfoy estaba afanado en salvar a Ron, le daba pociones, le inyectaba cosas, le lanzaba hechizos curativos, pero mi amigo parecía no estabilizarse,  llegué corriendo a la habitación donde Ron convalecía con una unidad de sangre para el, Saphir la recibió de prisa y se la colocó a mi amigo de igual forma.


 


-Es mejor que llames a Granger, esto no se ve bien…no te garantizo nada- Hablo Malfoy, que se acercaba para darle a Ron otra poción.


 


Enseguida mandé una lechuza para avisar a mi amiga, casi puedo asegurar que esperaba a Ron despierta, pues en menos de lo que canta un gallo se apareció por Red flu, con los ojos hinchados de llorar y con una expresión de abandono que me dolió en el alma.


 


- ¡Hermi!- le llamé, y ella se acercó lo mas rápido que su embarazo se lo permitió.


 


- ¡Ay, Harry!, ¡¿Dónde esta mi Ron?! ¡¿Cómo está?!-


 


Traté de tranquilizarla con un abrazo, después la conduje a la habitación de su marido, quien seguía siendo atendido por Malfoy y Saphir.


 


De repente, vi como los aparatos a los que Ron estaba conectado se descontrolaban, y ese “pip” mortal se dejó escuchar, ensordeciéndome, pude ver como Malfoy gesticulaba como si gritara, junto a Mione y yo pasaron un par de muchachos con un carro rojo, y pude ver un destello azul muy tenue pasar frente a mis ojos, sentí a Hermione asirse de mi brazo con fuerza, la sentí llorar, pero no podía escucharla, solo escuchaba el pitido que marcaba que el corazón de mi mejor amigo, de mi hermano se había detenido.


 


Lo siguiente que vi fue a Malfoy, Saphir y a los otros dos muchachos apuntado con sus varitas a Ron, rayos blancos brotaron de ellas y se dirigieron al pecho de mi amigo, impactándolo con fuerza, duraron así unos segundos, provocando que la espalda de Ron se arqueara, después Malfoy le practicó resucitación durante un tiempo que me habían parecido horas, de nuevo hicieron lo de las varitas, y el sonido mortal cesó, dando paso a un palpitar irregular que me devolvió el sentido del oído.


 


-¡Señor Potter!, ¡Señor Potter!- la voz me hizo reaccionar, Roger me miraba extrañado, luego dirigí la vista  Hermione, que estaba hecha un mar de lágrimas.


 


-Habla, Johnson-


 


-Mandé a Cooper a casa, espero que no le moleste-


 


-Para nada, pero deberías irte tu también, ya cumpliste con tu parte- le dije al muchacho, que negó con la cabeza.


 


-Aún me necesitan aquí- afirmó, clavando la vista en mi compañera.


 


-De hecho…- suspiré con pena, por encerrarme en mi miedo y mis pensamientos olvidé que la embarazada esposa de Ronald Weasley lo había visto morir y volver, un golpe muy duro para ella –Lleva a la señora Weasley a la cafetería, tomen un té, has que se calme-


 


Lo que vino después de esa horrible escena fue la peor parte del trabajo de auror, el dar las malas noticias, informar de los fallecimientos, es como decirle a una mujer que su querido esposo no volverá para hacerle el amor, llegar con la “buena nueva” a sus hijos, decirles que se han quedado sin padre.


 


Yo me encargué de la desagradable tarea, fueron 25 aurores en esa misión, 5 habían muerto en la escena y otros dos perdieron la batalla contra la muerte en el hospital, suspiré, gracias a Dios, Ron se había salvado… y también gracias a Malfoy, y por cierto, ¿Dónde estaba Malfoy?, aunque me pesara tenía que darle las gracias, mas aún sabiendo que Ron nunca lo haría.


 


Después de convencer a Hermione de que regresara a casa y que mandara un “relevo” para que se quedara con Ronald, busqué a mi excompañerito Malfoy por todo el hospital, lo busqué en la cafetería que ya estaba mas que vacía, en su oficina, en la sala de espera, incluso fui a dar a un sótano pero ni rastro de Malfoy.


 


-que problema…- susurré para mi mismo, estaba muerto de cansancio, tanto que casi podría dormirme de pie, pero no me iría sin decir gracias.


Fue entonces que lo encontré, en un cuarto vacío, visiblemente cansado, tal vez mas que yo, recordé que le pedí ayuda cuando el ya iba de salida, una punzada de culpa me caló en el pecho, después vi una figura mas pequeña abrazarle con fuerza y el le correspondió, le tomó de la cintura y la acercó a su cuerpo, ella hundió su rostro en el pecho de Malfoy, estaba agotada también, de nuevo la punzada de culpa, esta vez por interrumpirles.


 


-ah…disculpen- murmuré con torpeza, al instante Draco se incorporó para mirarme, pero sin dejar de sostener la cintura de su compañera.


 


-Potter…- dijo, usando el mismo tono que usaba en Hogwarts, arrastrando mi apellido con desprecio –Vi que te quedaste como idiota y dejaste a Granger ver a su esposo casi morir, tu estupidez no conoce límites, ¿te das cuenta de que en su estado puede hacerle mucho daño?, y más a la pobre creatura, ¿Qué coño tienes en la cabeza?, es obvio que no hay un cerebro-


 


No supe que responderle y ni ánimos de discutir, estaba muerto de cansancio, solo asentí y hablé –por Hermione no te preocupes, ya se fue a casa, ¿cómo sigue Ron?-


 


-A Weasley lo salvamos de milagro, por poco se nos va por el shock hipovolémico *, pero como bien dice el dicho, “mala hierba nunca muere”, y lo salvamos al muy…- me di cuenta de que ahogó la grosería en la garganta –está fuera de peligro, pero su estado aún es delicado, se quedará en observación toda la noche-


 


A punto estaba de soltarle el “gracias” cuando Roger Johnson irrumpió en la sala, al verlo el Doctorcito Malfoy soltó a Saphir de su agarre, y miró a mi subordinado con curiosidad. El muchacho Johnson se dirigió a mi, pasando de la mirada analizadora de Malfoy.


 


-Señor Potter, por favor, déme una tarea, para algo debo servir- dijo suplicante, pero por ese día ya todo estaba hecho.


 


-Muchacho, lo peor ya pasó, ¿si?, me encargué de avisar a las familias de los difuntos y…- no continúe por el aspecto de Johnson, se puso pálido como el papel y me miró aterrado.


 


-Morrison…-susurró –Yo…rompí su capa, Jefe, la rompí, la hice jirones para hacer los torniquetes…-


 


Languideció ante el esfuerzo de llorar, lo sostuve con firmeza, después le revolví el cabello con cariño, ante mi gesto, Johnson me miró con sorpresa, con esos ojos ambarinos empañados de lágrimas.


-Rogie…fuiste muy valiente, salvaste la vida de muchos de nuestros compañeros con tu acción, no debes lamentarte, hoy salvaste el día, pequeño, fuiste un héroe, buen trabajo, auror Johnson- Le sonreí ampliamente, y su llanto se volvió histérico, convulsivo, su cuerpo temblaba y se arqueaba por el esfuerzo, volvió la vista al suelo, como si en el se encontrara la cura contra el cáncer o la tipa mas buena de todo el asqueroso universo, en un impulso, se abalanzó a mis brazos y me apretujó torpemente.


 


-Vale, cálmese- intervino Saphir –lo mejor será que descanse-


 


La joven enfermera lo guió a una de las camas del cuarto y le ayudó a quitarse los zapatos y la capa, luego lo recostó con suavidad.


 


-Le voy a dar algo para que se relaje, cuando lo beba dígame el sabor de la poción, ¿de acuerdo?- le dijo, con una sonrisa dulce, el joven Johnson se bebió de un sorbo la poción rosácea que Saphir le dio.


 


-Sabe...no sabe, está insipida- respondió Roger, ya recostado y visiblemente agotado.


 


-¡Wow!, eso significa que en realidad está usted muy cansado- Dicho esto, Saphir arropó a Roger como lo haría una madre a su querido hijo, después le despejó la frente de todos los cabellos traviesos que se atravesaban. –descanse-


 


Mi subordinado no tardó ni cinco minutos para caer a los brazos de Morfeo, me sentí con un poco de envidia, también estaba hecho pedazos.


 


Salimos de la habitación sin hacer ruido.


 


-Saphir- le llamé, y ella asintió sin decir palabra -¿crees que podrías darme lo mismo que le diste a Roger?...dudo mucho que pueda dormir bien esta noche-


 


La enfermera me miró divertida.


 


-Lo que le di al señor Johnson fue agua coloreada, es un viejo truco-


 


Le sonreí cansinamente, de verdad estaba esperanzado en que esa poción me ayudara con mi terrible insomnio, pero ni hablar…otra noche en vela.


 


El sonido de unos pasos alejándose por el pasillo me pusieron de nuevo en alerta, pero o mi reacción fue muy lenta o el cabronazo de Malfoy caminaba muy rápido, se fue, sin que pudiera agradecerle.


 

Notas finales:

saludines :3


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