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Angel Audaz por Shiochang

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Ángel audaz

Un regalo para todos aquellos que me dejaron el mismo día que lo publique, sus comentarios.


Escapar como sea

 


Naruto se despertó con un agudo pinchazo en las costillas. Un hombre corpulento y fornido vestido con poco más que harapos gesticulaba mirándolo, y él notó que le faltaba uno de sus dientes. Otros dos hombres, mugrientos, lo acompañaban.


— Te dije que no estaba muerta — dijo el hombre fornido mientras tomaba a Naruto de un brazo y lo hacía ponerse de pie.


— Hermosa damita — agregó otro de los hombres, poniendo una mano en el hombro de Naruto. Él se hizo a un lado pero la mano siguió en el mismo lugar; el vestido se rasgó, dejándole un hombro desnudo.


— ¡Yo primero! — jadeó el tercer hombre.


— Una verdadera dama — dijo el forzudo, con la mano puesta en el hombro de ella.


— Soy Naruto Namikase y si me llegan a hacer daño, el conde de Bayham pedirá sus cabezas.


— Fue un conde el que me echó de mis tierras — apuntó uno de los hombres— Mi mujer y mi hija murieron por el frío del invierno. Se congelaron. — Su expresión al mirar a Naruto era siniestra. Él hubiera querido retroceder pero el tronco que tenía detrás se lo impedía.


El forzudo la agarró por la garganta.


— Me gusta que las mujeres me supliquen.


— A casi todos los hombres les gusta — respondió él fríamente, haciendo que el hombre parpadeara.


— Esta es de las malas, Bill— agregó otro de ellos—  Déjamela a mí primero.


De repente la expresión del hombre cambió. Lanzó un extraño graznido y cayó pesadamente hacia adelante, a los pies de Naruto.


Diestramente él esquivó la forma que caía y apenas si echó una ojeada a la flecha que aparecía clavada en su espalda. Mientras los otros dos hombres se agachaban sobre su compañero muerto, Naruto se levantó las faldas y saltó sobre el tronco.


De la espesura surgió Sasuke. Atrapó el brazo de Naruto y la expresión de su rostro hizo que el corazón de él se detuviera. Estaba contraído por la furia, sus labios no eran más que una línea apretada, los ojos parecían carbone negros y las cejas se veían muy unidas, respiraba agitadamente.


— ¡Permanece aquí! — le ordenó.


Por un momento él le obedeció, y al permanecer quieto se dio cuenta de por qué Sasuke Uchiha se había ganado las espuelas en el campo de batalla antes de cumplir los dieciocho años. Los hombres con quienes se enfrentaba no estaban desarmados. Uno de ellos hacía girar una bola con puntas sostenida con una cadena y con mucha destreza la lanzó contra la cabeza de Sasuke. Este la esquivó y atacó con su espada al otro hombre.


En el lapso de pocos segundos los había destrozado a ambos, mientras que su pulso apenas si parecía acelerado.


Naruto no perdió tiempo en contemplar las complejidades de su enemigo, sino que se lanzó a toda carrera fuera del campo de batalla. Él sabía que no podía avanzar más rápido que Sasuke, pero pensó que tal vez pudiera engañarlo. Cuando encontró una rama baja colgando, trepó por ella y trató de seguir hacia arriba.


Casi de inmediato apareció Sasuke justo debajo de él. Había sangre en su jubón de terciopelo, sangre en su espada desenvainada. Como un oso acosado, movía la cabeza de un lado a otro, luego se quedó quieto y aguzó los oídos.


Naruto contuvo el aliento y no emitió sonido alguno.


Después de un momento, Sasuke repentinamente miró hacia arriba y gritó.


— Baja ya mismo, Naruto — lo dijo con una voz mortífera.


Una vez, cuando él contaba trece años, algo muy parecido había ocurrido. Él  se había descolgado del árbol, directamente sobre el odioso hombre que lo perseguía, le había hecho perder el sentido y antes de que éste pudiera recuperarse, había escapado. Sin más, se lanzó sobre Sasuke.


Pero éste no cayó. En cambio, soportó su peso sin resbalar y la apretó fuertemente contra él.


— Esos hombres podían haberte matado — explicó él, aparentemente sin darse cuenta de que él tenía todas las intenciones de derribarlo— ¿Cómo has logrado deslizares entre mis guardias?


— ¡Suéltame! — exigió, luchando contra él, pero sin conseguir soltarse.


— ¿Por qué me has desobedecido cuando te dije que me esperaras?


Esa pregunta estúpida hizo que dejara de forcejear.


— ¿Debería haber obedecido a esos rufianes si me hubieran ordenado esperar? ¿Qué diferencia hay entre ellos y vos?


Los ojos de él mostraron su enojo.


— Maldición, Naruto. ¿Qué queréis decir con eso de que me parezco a esa carroña? ¿Es que te he hecho algún daño?


— Así que la has encontrado — llegó la voz de sir Juugo con un tono divertido— Soy sir Juugo Linacre, mi—  lady Naruto, que luchaba por soltarse de Sasuke, le hizo un gesto con la cabeza.


— ¿Ya has terminado de maltratarme? — le espetó con rudeza.


El la soltó tan rápidamente que ella estuvo a punto de caer. El brusco intercambio de movimientos fue demasiado para el estómago vacío de Naruto. Se puso una mano sobre la frente y, cuando todo a su alrededor pareció volverse negro, trató de encontrar algo que la ayudara a sostenerse en pie.


Fue sir Juugo quien lo tomó en sus brazos evitando que cayera al suelo.


— No me toque — susurró él, desde dentro de una espesa niebla.


Cuando Sasuke le tomó de brazos de sir Juugo, dijo:


— Por lo menos no es solamente por mi persona por quien siente repulsión.


Cuando Naruto abrió los ojos. Sasuke la estaba mirando con disgusto.


— ¿Cuándo comiste por última vez?


— No hace tanto como para sentirme dispuesta a daros una bienvenida — respondió mordazmente.


Sasuke rió al escuchar esto, no con una de sus medias sonrisas, sino con una carcajada baja y profunda, y antes de que Naruto tuviera tiempo de reaccionar, él inclinó la cabeza y lo besó en los labios con fuerza.


— Sois absolutamente única, Naruto.


Ella se limpió la boca con la palma de la mano con tanto ardor que parecía querer arrancarse la piel.


— ¡Bajame! Soy perfectamente capaz de caminar.


— ¿Y permitir que trates de escapar otra vez? No, creo que de ahora en adelante os mantendré encadenada a mí.


Sasuke instaló a Naruto delante de él en la montura y juntos cabalgaron de regreso al campamento.


 


Se sorprendió al ver que las tiendas habían sido desmanteladas y que las mulas estaban cargadas, listas para partir. Naruto hubiera querido preguntar a donde lo llevaban, pero en vez de eso se mantuvo rígido sobre la montura, tocando a Sasuke lo menos posible y rehusando hablarle.


El se alejó de los hombres que aguardaban para dirigirse al bosque, con sir Juugo pisándole los talones. En el bosque había una mesa puesta cubierta con platos que humeaban. Un anciano de corta talla se afanaba arreglándolo todo, pero se interrumpió cuando Sasuke con un gesto le indicó que se retirara.


Desmontó y alzó los brazos para bajar a Naruto, pero este lo ignoró y se deslizó al suelo sin ayuda. Hizo esto lentamente, para que no se repitiera la ridícula escena en la que casi se había desmayado.


— Mi cocinero nos ha preparado una buena comida — explicó Sasuke mientras la tomaba de la mano y la guiaba hacia la mesa.


Él dio un respingo ante ese contacto y miró la comida. Pequeñas codornices asadas descansaban sobre una capa de arroz, rodeado por una salsa cremosa.


Una bandeja contenía ostras crudas. Había huevos duros cortados en rodajas bañados en salsa de azafrán, jamón ahumado, huevas de pescado sobre pan tostado, lenguado aderezado con cebollas y nueces, peras asadas, tartas de crema y un pastel repleto de moras.


Después de una mirada de sorpresa, Naruto se dio la vuelta.


— Estás acostumbrado a viajar bien.


Sasuke la tomó del brazo y cuando la hizo caminar, Naruto nuevamente se sintió mareado, por lo que tuvo que sostenerse de una silla de tijera que estaba próxima a ella.


— La comida es para vos — dijo él, ayudándola a tomar asiento— No voy a permitir que sigáis matánte de hambre.


— ¿Y qué es lo que vais a hacer? — inquirió él cansadamente— , ¿Me pondrás carbones calientes en la planta de los pies? Tal vez tengas vuestros propios métodos para obligar a las mujeres a que hagan lo que vos deseas.


Una sombra cruzó el rostro de Sasuke, y éste frunció el ceño. La tomó de los brazos y la puso de pie frente a él.


— Sí, tengo mis propias formas de castigo.


Naruto jamás le había visto esa mirada antes, esos ojos negros ensombrecidos con pequeñas llamitas azules en el fondo. Inclinándose, le puso los labios sobre el cuello y la ignoró cuando se puso rígido y forcejeó para soltarse.


— ¿Tienes idea de lo deseable que eres, Naruto? — murmuró sobre el cuello de él. Sus labios fueron subiendo, apenas rozándole la piel, lo suficiente como para que sintiera su calor, mientras que su mano derecha jugaba con el hombro desnudo que había quedado expuesto cuando el vestido se rasgara.


Sus dedos fueron deslizándose lentamente hasta que comenzó a acariciarle la parte superior de los pechos, mientras que con los dientes le mordía suavemente la oreja.


— Me gustaría haceros el amor, Naruto — susurró él, en voz tan baja que casi sintió las palabras en lugar de oírlas—. Me gustaría quebrar esa fría capa exterior. Me gustaría tocar y acariciar cada centímetro de vuestro cuerpo, miraros, que me mirarais con e! mismo deseo que yo siento por vos.


Naruto se había quedado muy quieto mientras Sasuke lo tocaba, y como de costumbre no sentía nada. En realidad él no le provocaba repulsión, porque su respiración sobre el era agradable y no le estaba haciendo ningún daño, pero no sintió ninguno de esos cosquilleos especiales de los que tanto hablaban las muchachas en el convento.


— Si juro comer, ¿os detendréis con todo esto? — le preguntó fríamente.


Sasuke se separó de ella y le estudió el rostro durante un momento, mientras Naruto se preparaba para la desagradable escena que seguramente seguiría.


Todos los hombres, cuando caían en la cuenta de que ella era indiferente a sus tentativas amorosas, respondían diciéndole cosas muy desagradables.


Sasuke le sonrió lentamente, le acarició la mejilla otra vez y le ofreció su brazo para acompañarla hasta la mesa. Ignorándolo, se acercó a la mesa solo, tratando de que Sasuke no notara su estado de confusión.


El mismo le sirvió la comida, eligiendo los mejores trozos de cada cosa y poniéndolos en una bella fuente de plata, y sonrió nuevamente cuando él probó el primer bocado.


— Seguramente ahora os estaréis felicitando por haber evitado que me dejara morir de hambre — comentó él — Mi hermano os estará muy agradecido por devolverme a él en buen estado.


— No tengo intenciones de devolveros todavía — dijo Sasuke calmadamente.


Naruto no permitió que él notara cuánto lo alteraba su comentario, y siguió comiendo.


— Deidara pagará cualquier suma por mi rescate, no importa cuánto le pidáis.


— No aceptaré ningún dinero del asesino de mi hermana — respondió Sasuke con voz ronca.


Él dejó en el plato la pata de codorniz que estaba comiendo.


— Ya habéis hecho antes el mismo comentario. ¡No sé nada de vuestra hermana!


Sasuke la miró y sus ojos se pusieron de color del acero.


— Deidara Namikase intentó capturar a la mujer que iba a desposarse con mi hermano Shisui y, cuando Shisui luchó por su prometida, vuestro hermano lo atacó por la espalda.


— ¡No! — resopló Naruto, poniéndose de pie.


— Shisuile ganó el combate a Namikase pero se negó a matarlo, y como venganza, Namikase secuestró a mi hermana y, más tarde, a la prometida de Stephen. Violó a mi hermana, y ella, horrorizada, se arrojó desde una ventana.


— ¡No! ¡No! ¡No! — gritó Naruto, tapándose los oídos.


Sasuke también se puso de pie y le sujetó las manos.


— Vuestro primo Gaara amaba a mi hermana y, cuando ella se suicidó, liberó a mi cuñada y nos devolvió el cuerpo de mi hermana.


— ¡Mentís! ¡Sois un malvado! ¡Soltadme!


Sasuke la acercó más hacia sí, abrazándola con suavidad.


— No es agradable enterarse de que alguien a quien uno ama es capaz de hacer tanto daño.


Naruto tenía mucha experiencia en escapar de los hombres, y Sasuke nunca antes se había enfrentado con mujeres que desearan que él las soltara. Rápidamente, Naruto le dio un rodillazo entre las piernas e instantáneamente él la dejó ir.


— ¡Maldición, Naruto! — jadeó él, apoyándose en la mesa, doblado por el dolor.


— ¡Maldición, Uchiha! — le replicó mientras agarraba una jarra de vino y se la lanzaba contra la cabeza, echándose a correr.


Con un mismo movimiento él esquivó la jarra y la atrapó de un brazo.


— No escaparéis de mí — dijo, atrayéndola nuevamente hacia él— Os enseñaré que los Uchiha son inocentes de esta disputa, aunque tenga que morir para probároslo.


— Vuestra muerte es el primer comentario agradable que he oído en los últimos días.


Por un momento Sasuke cerró los ojos, como si rezara en silencio pidiendo ayuda. Cuando volvió a mirarlo, parecía repuesto.


— Ahora, si ya habéis terminado de comer, cabalgaremos. Nos vamos a Escocia.


— ¡A...! — comenzó, pero él le puso un dedo sobre los labios.


— Sí, ángel mío — la voz estaba llena de sarcasmo— vamos a pasar un tiempo con mi hermano y su esposa. Quiero que conozcáis a mi familia.


— Sé más que suficiente acerca de vuestra familia. Son...


Esta vez Sasuke lo besó, y aunque ella no reaccionó visiblemente, cuando la soltó permaneció silencioso.


Cabalgaron durante horas a paso tranquilo pero constante. Las mulas cargadas con equipaje, muebles, ropas, alimentos, armaduras, y armas, que iban detrás de ellos, no les permitían avanzar con más celeridad.


 


Naruto pudo montar su propio caballo, pero éste tenía una soga que iba atada a la montura de Sasuke. Dos veces intentó él empezar una conversación, pero no le contestó. Estaba muy ocupada pensando y tratando de no pensar en lo que Sasuke le había dicho sobre su hermano.


En los últimos dos años, el único contacto que ella había tenido con su familia había sido por medio de las cartas de Deidara y de algunas murmuraciones de los músicos viajeros. Por supuesto, los músicos sabían que era un Namikase, de manera que no se explayaban demasiado ni en un sentido ni en otro con respecto a su familia.


Pero la numerosa familia Uchiha era otra cosa. Eran tema favorito para los chismes y canciones. Itachi, el hermano mayor, había rechazado a la bella Sakura Haruna y, llena de despecho, ella había desposado a Minato, el hermano de Naruto. Él le había suplicado a Deidara que suspendiera la boda, diciendo que la pobre mujer no se merecía terminar con el traicionero Minato. Deidara había dicho que nada podía hacer para evitar la boda. Pocos meses después, Itachi Uchiha había contraído matrimonio con la riquísima heredera Revedoune, y después del asesinato de Minato, la celosa heredera había arrojado aceite hirviendo en el rostro de la pobre Sakura Namikase. Naruto había escrito desde el convento rogándole a Deidara que se hiciera cargo de la viuda de su hermano, a lo que Deidara había respondido de inmediato, asegurándole que nada le faltaría.


Menos de un año después, Deidara había escrito que la heredera escocesa Bronwyn MacArran había pedido que le permitieran contraer matrimonio con Deidara, pero Shisui Uchiha estaba obligando a la desdichada a convertirse en su prometida. Deidara había desafiado a Shisui, en un intento por proteger a la MacArran, y durante el combate, Uchiha, muy inteligentemente, se las había arreglado para que pareciera que Deidara lo había atacado por la espalda. Como resultado de esto, Deidara había caído en desgracia.


No estaba muy segura de por qué Gaarhabía abandonado el hogar. Deidara jamás se lo explicó. Pero sí estaba segura de que tenía algo que ver con los Uchiha. Gaara era sensible y gentil. Tai vez ya no podía soportar todos los horrores que había padecido su familia a causa de los Uchiha. Pero cualquiera que hubiera sido la razón de la partida de Gaara, seguramente nada tenía que ver con las mentiras que había oído ese día. Incluso no estaba muy convencida de que Deidara estuviera enterado de que los Uchiha tenían una hermana.


Durante la larga cabalgada, él, perezosamente, había tratado una y otra vez de sujetar el hombro desgarrado de su vestido con el cuello. Cuando Sasuke ordenó un alto, se sorprendió de ver que estaba oscureciendo. Sus pensamientos la habían mantenido abstraído durante horas.


Ante ellos se levantaba una posada de piedra y troncos, vieja pero de apariencia próspera. El dueño los esperaba fuera y en su rostro rubicundo se leía una alegre bienvenida.


Sasuke se apeó y se dirigió hacia el caballo de él.


— Naruto — extendió los brazos— no os molestéis en rechazarme — dijo él haciendo un guiño al ver que levantaba un pie para darle una patada.


Naruto lo pensó un momento y le permitió ayudarlo a descender del caballo, pero tan pronto como estuvo en el suelo, se alejó de él. Dos de sus hombres entraron en la posada mientras Sasuke tomaba a Naruto del brazo.


— Tengo algo para vos. — Mirándolo de cerca, le mostró un hermoso broche trabajado en oro con la figura de un pelícano, con el pico escondido bajo un ala desplegada y apoyado en una línea de diamantes.


Naruto permaneció imperturbable.


— No lo quiero.


Con exasperación, Sasuke le puso el broche, sujetándole el hombro rasgado del vestido.


— Entrad, Naruto — dijo calmadamente. Obviamente el posadero los estaba esperando, porque la actividad que se desplegaba en el lugar era notable.


Naruto quedó a un lado mientras Sasuke hablaba con sir Juugo, y el posadero esperaba recibir instrucciones.


Estaban en un gran salón lleno de mesas y sillas, un gran hogar a un lado. Por primera vez, Naruto miró atentamente a los hombres de Sasuke. Eran alrededor de una docena y al parecer no causaban ninguna molestia. En ese momento iban de un lado a otro, abriendo puertas, controlando muy tranquilamente que no hubiera ningún peligro en el lugar.


¿Tenía Sasuke Uchiha tantos enemigos como para estar permanentemente preocupado... o simplemente era cauteloso?


Una bonita criada saludó a Sasuke con una reverencia y él le sonrió a medias.


Naruto observó con curiosidad que la criada se sonrojaba y arreglaba sus ropas bajo la mirada de Sasuke.


— Sí, milord — agregó ella, sonriendo y asintiendo— Espero que la comida que les he preparado sea de su agrado.


— Así será — contestó Sasuke con tono práctico. Sonrojándose nuevamente, la joven volvió a la cocina.


— ¿Tenéis hambre, Naruto? — preguntó Sasuke, volviéndose hacia ella.


— No de eso que usted parece inspirar. — Hizo un gesto hacia la criada, que ya se alejaba de ellos.


— Cómo desearía que hubiera celos en vuestras palabras, Pero sé ser paciente —  agregó, sonriendo, y lo empujó ligeramente hacia la mesa antes que ella pudiera responder.


Sasuke y él ocuparon una mesa pequeña separada de la de los hombres, pero en el mismo salón. Les llevaron plato tras plato de comida, pero Naruto apenas probó bocado.


— No parecéis tener un gran apetito.


— Si vos estuvierais prisionero, ¿os dedicaríais a entreteneros con la comida de vuestro captor?


— Probablemente no perdería un segundo en planear la muerte de mi secuestrador — contestó él con sencillez.


Naruto lo miró en silencio y Sasuke se concentró en su comida.


Durante el largo tiempo que les llevó alimentarse, sin hablar, Sasuke tomó la mano de una de las criadas que ponía un plato de salmón fresco sobre la mesa. Cuando Naruto levantó los ojos sorprendido, vio que la mano de la criada estaba lastimada y magullada.


— ¿Cómo te has lastimado? — le preguntó Sasuke con gentileza.


— Con las zarzas de las moras, milord — contestó ella, un tanto asustada pero al mismo tiempo fascinada por la atención que le dispensaba Sasuke.


— ¡Posadero! — llamó Sasuke— . Haz que le curen las manos a esta muchacha y que no las vuelva a meter en agua hasta que esté curada.


— ¡Pero milord! — protestó el hombre— . Ella es sólo una criada de la cocina. Esta noche me está ayudando con las mesas porque mi otra criada tiene viruela.


Sir Juugo se levantó lentamente de la cabecera de la mesa donde comían los hombres de Sasuke, y la talla del gigante fue más que suficiente para que el posadero diera un paso atrás.


— Vamos, muchacha — dijo con tono resentido.


— Gracias... gracias, milord — ella hizo una reverencia antes de abandonar el lugar.


Naruto se cortó una loncha de queso francés.


— ¿Sir Juugo ha salido en defensa de la muchacha o de vos?


La expresión de Sasuke pasó de la sorpresa a la diversión. Le tomó la mano y depositó un beso en su palma.


— A Juugo no le gustan las peleas por criadas de cocina.


— ¿Y a vos sí?


Sonriendo, se encogió de hombros.


— Prefiero evitar las peleas no importa por qué se produzcan. Soy un hombre pacífico.


— Pero hubierais combatido con un posadero gordo y simpático por las manos lastimadas de una muchacha cualquiera. — Esto era una afirmación.


— Yo no la considero una cualquiera. Pero — dejó de lado el tema— debéis de estar fatigada. ¿Queréis ir a vuestro cuarto?


Todos los hombres de Sasuke le desearon buenas noches y él les devolvió el saludo con un gesto. Luego siguió a Sasuke y al posadero escaleras arriba hasta llegar al cuarto individual — con una sola cama—  que los esperaba.


— ¡Ya veo! Habéis esperado hasta ahora para obligarme a compartir vuestra cama — dijo cuando estuvieron solos— Quizá las paredes de la tienda fueran muy delgadas para amortiguar mis gritos.


— Naruto — dijo él, tomándolo de la mano— Yo dormiré junto a la ventana, y la cama será para vos sola. No puedo permitir que tengáis vuestro propio cuarto, porque aprovecharíais para iros.


— Escapar, querréis decir.


— Como queráis, escapar. Ahora venid aquí. Deseo hablaros. — Lo llevó hasta el banco que había bajo la ventana, se sentó y la hizo sentar a su lado. Cuando él puso su pecho contra la espalda de él, el joven empezó a protestar.


— Calmaos, Naruto. Dejaré mis manos aquí, en vuestra cintura, y no las moveré, pero no permitiré que os levantéis hasta que estéis tranquila y me habléis.


— Puedo hablar de pie, lejos de vos.


— Pero no puedo evitar querer tocaros — dijo él con vehemencia— Todo el tiempo deseo acariciaros, aliviar vuestro dolor.


— No estoy sufriendo — forcejeó para librarse de su abrazo. Era un hombre corpulento, alto y ancho de hombros, y la curva de su pecho se adaptaba perfectamente al arco de la espalda de ella.


— Pero estáis lastimada, Naruto, probablemente más de lo que creéis.


— Ah, sí, ya lo veo. Algo malo me debe de pasar porque no me derrito de adoración cuando os tengo cerca.


Sasuke le besó el cuello, riendo entre dientes.


— Tal vez merezca vuestras palabras. Quedaos quieta y os besaré más. — La instantánea rigidez de ella lo hizo retroceder —  Quiero que me digáis qué es lo que os gusta. La comida no os interesa, tampoco las ropas bonitas. El oro y los diamantes no os hacen pestañear. A los hombres no les dedicáis ni una mirada. ¿Cuál es vuestra debilidad?


— ¿Mi debilidad? — preguntó ella, quedándose pensativa. El había comenzado a masajearle las sienes, y a pesar de sí mismo, Naruto estaba comenzando a relajarse. Los dos últimos días de tensiones y furia la habían dejado sin fuerzas. Sus largas piernas estaban extendidas a los costados del largo banco, y él estaba en el medio.


— ¿Cuál es vuestra debilidad, Uchiha?


— Las mujeres — murmuró él, sin darle importancia al asunto— Contadme de vos.


Los músculos de su cuello se estaban aflojando y paulatinamente se iba recostando contra él. No era una sensación del todo desagradable ser sostenido con tanta firmeza por ese par de brazos fuertes cuando el hombre no la manoseaba, ni le rasgaba las ropas, ni lo lastimaba.


— Vivo con mi hermano y mi primo, los amo a ambos y ambos me aman a mí. Estoy muy lejos de ser pobre, y sólo tengo que insinuar que me gusta un traje o una joya para que mi hermano Deidara me los compre de inmediato.


— Y... Deidara — le costó pronunciar el nombre— ¿es amable con vos?


— El me protege. — Sonrió y cerró los ojos. Sasuke le estaba masajeando los tensos músculos de su cuello.—  Deidara siempre nos ha protegido a Gaara y a mí.


— ¿Protegido de qué?


De Minato, estuvo a punto de decir, pero se contuvo a tiempo. Abrió los ojos repentinamente y se sentó muy derecha.


— ¡De los hombres! — casi escupió—  Siempre les he resultado atractiva, pero Deidara consigue mantenerlos a raya.


El mantuvo las manos de él entre las suyas.


— Conocéis muchos trucos para ahuyentar a los hombres y os habéis envuelto en una coraza de acero. Obviamente sois una mujer apasionada, pero ¿qué es lo que ha destruido vuestra pasión? ¿Tal vez Deidara no estuvo siempre lo suficientemente cerca como para protegeros?


Naruto se negó a contestarle y se maldijo por su momentánea sinceridad.


Después de un momento, Sasuke lanzó un profundo suspiro y la dejó ir. Inmediatamente ella se alejó de un salto.


— Id a la cama — le dijo cansadamente y permaneció de pie, dándole la espalda.


Naruto no esperaba que él cumpliera con su palabra de dormir en otro lado, pero no haría nada para provocar su enfado. Completamente vestido, a excepción de los suaves zapatos de cuero, se deslizó en la gran cama.


Sasuke sopló la única vela que había encendida y por un momento su silueta se recortó en la ventana, contra la luz de la luna.


Cuando Naruto no oyó ningún sonido por parte de él, giró muy despacio sobre su espalda para observarlo. Tenía el cuerpo tenso por el temor de lo que habría de sobrevenir. Resignadamente vio cómo se desvestía, y cuando estuvo desnudo, contuvo el aliento. Pero Sasuke levantó la delgada manta que había en el banco y se estiró sobre él... o trató de hacerlo. Lanzó una maldición cuando sus pies chocaron contra los brazos del banco.


Pasaron algunos minutos antes de que Naruto se convenciera de que Sasuke Uchiha no tenía intenciones de forzarlo. Pero sin embargo, sospechaba que no bien estuviera dormido, él se abalanzaría sobre él. Dormitaba ligeramente, pero se despertaba con cada ruido. Cuando Sasuke trataba de girar en su estrecha cama, la despertaba, y él se ponía tenso; pero cuando nuevamente oía su respiración pausada, se tranquilizaba y se volvía a dormir... hasta que llegaba el siguiente ruido.


 


— ¿No habéis dormido bien? — le preguntó Sasuke a la mañana siguiente, mientras se vestía. Negras y ajustadas calzas cubrían sus poderosas piernas, mientras que una chaqueta bordada apenas si cubría la parte superior de sus caderas.


— Nunca duermo bien en presencia de mis enemigos — le replicó.


Sonriendo a medias, él no hizo caso de los gestos de Naruto y se dedicó a arreglarle el pelo, sujetándoselo con un lazo. Cuando hubo terminado, le besó el cuello, haciendo que saltara bruscamente mientras se frotaba para borrar el beso.


El le tendió el brazo.


— Sé que estaréis triste por no poder disfrutar más de mi compañía, pero mis hombres nos esperan abajo.


Él no hizo caso de su brazo y salió del cuarto antes que él. Aún era muy temprano, y el sol no era más que un cálido reflejo en el horizonte. Sasuke murmuró que un poco más adelante en el camino habría una comida esperándolos, pero que antes habían de cabalgar unas horas.


Sasuke y Naruto estaban uno junto a otro en el pequeño porche de la posada, sir Juugo estaba delante de ellos, y los caballeros de Sasuke esperaban junto a los caballos y a las mulas cargadas, detrás del gigante.


— ¿Está todo listo? — preguntó Sasuke a sir Juugo— .¿Le habéis pagado al posadero?


Antes de que sir Juugo pudiera responder, una niña como de cuatro años, vestida pobremente, salió corriendo de la posada, giró para esquivar a Sasuke y cayó escalones abajo. Instantáneamente Sasuke se puso de rodillas, tomando a la niña en sus brazos.


— Ya, ya, pequeña — susurró, poniéndose de pie con la criatura agarrada al cuello.


Para sir Juugo y sus caballeros, ésta era una escena repetida, y se dispusieron a esperar pacientemente, con aire aburrido, a que Sasuke se tomara su tiempo para reconfortar a la niña. Naruto no pensó en Sasuke. Su único pensamiento fue para la niña lastimada. Estirando un brazo, acarició el cuello de la pequeña, que lloraba.


La niña levantó su cabecita del hueco del hombro de Sasuke y, con los ojos arrasados por las lágrimas, miró a Naruto. Comenzó a sollozar nuevamente y estiró los bracitos para que Naruto la abrazara.


Era difícil decir quién estaba más sorprendido: Sasuke, sir Juugo o los caballeros de los Uchiha. Sasuke se quedó boquiabierto y por un momento sintió su orgullo herido.


— Ya pasó — decía Naruto, con una dulzura en la voz que Sasuke no le había oído antes—  Si dejas de llorar, sir Juugo te dará un paseo a hombros.


Sasuke tosió para ocultar la risa que amenazaba ahogarlo. Entre la estatura de sir Juugo y la horrible cicatriz de su rostro, todo el mundo le tenía terror, especialmente las mujeres. Nunca nadie antes había sugerido que él pudiera hacer de caballo para una criatura llorosa.


— Estarás tan alta — continuó Naruto, balanceándose con la niña— que podrás alcanzar una estrella.


La niña inspiró audiblemente, se separó de Naruto y la miró.


— ¿Una estrella? — hipó. Naruto le acarició la mejilla húmeda.


— Y cuando ya tengas la estrella, se la darás a sir Sasuke para agradecerle el vestido nuevo que te va a comprar.


Los ojos de todos los caballeros se fijaron en los de su señor para ver cómo reaccionaba... y ninguno de ellos se atrevió a reír al ver su gesto de indignación.


La niñita inspiró nuevamente y giró la cabeza para observar a lord Sasuke. Le sonrió, pero cuando miró a sir Juugo se aferró nuevamente de Naruto.


— No tienes por qué temerle — dijo Naruto— A él le gustan mucho los niños, ¿no es verdad, sir Juugo?


Sir Juugo lanzó a lady Naruto una mirada asesina.


— A decir verdad, milady, los niños me gustan mucho, pero ellos no saben qué hacer conmigo.


— Ya pondremos remedio a eso. Ahora, pequeña, ve a dar tu vuelta con sir Juugo y trae una estrella.


La niña, dudando al principio, se acercó a sir Juugo y se agarró de su cabeza cuando él la sentó sobre sus hombros.


— Soy la niña más alta del mundo — chilló, mientras sir Juugo se alejaba con ella.


— Es la primera vez que os veo sonreír — dijo Sasuke.


La sonrisa de Naruto desapareció como por encanto.


— Os reembolsaré el dinero por el vestido de la niña cuando vuelva a mi casa. —  Se dio la vuelta.


Sasuke la tomó de la mano y la llevó a donde sus hombres no pudieran oírlos.


— La niña es sólo una pordiosera.


— ¡Oh! — dijo ella con desenfado— . Pensé que tal vez fuera una de las vuestras.


— ¿Mías? — dijo él, sorprendido—  ¿Creéis que yo permitiría que una hija mía anduviera por ahí vistiendo harapos, sin ningún cuidado de ella?


Él se volvió hacia él.


— ¿Y cómo sabéis dónde están todos vuestros hijos? ¿Lleváis un registro con sus nombres? ¿Con los detalles de sus vidas?


El rostro de Sasuke reflejó diversas emociones: incredulidad, un poco de furia, diversión.


— Naruto, ¿cuántos hijos creéis que tengo? Ella levantó el mentón.


— No sé, ni me importa saber cuántos bastardos tenéis.


El la agarró del brazo y la obligó a mirarlo.


— Hasta mis propios hermanos exageran este tema de mis hijos, así que ¿por qué habría de esperar otra cosa de una extraña? Tengo tres hijos: Obito, Fugaku y Nidate. Y uno de estos días espero noticias del nacimiento del cuarto. Espero que esta vez se trate de una niña.


— Vos esperáis... — resopló ella— ¿No sentís remordimientos por las madres? ¿Por haber utilizado a esas mujeres para después dejarlas de lado? ¿Y qué hay de los niños? ¡Tendrán que crecer sabiendo que son bastardos! ¡Parias por un momento de placer de un hombre odioso!


El le apretó más el brazo, y esta vez había furia en sus ojos.


— Yo no "utilizo" a las mujeres — le dijo, con los dientes apretados— Las mujeres que me han dado hijos han venido a mí por su voluntad. Y todos ellos viven conmigo y son muy bien atendidos por niñeras competentes.


— ¡Niñeras! — Trató de soltarse pero no pudo — ¿Y las madres de vuestros hijos las arrojáis a la calle? ¿O les dais algún dinero, como hicisteis con Bridget, y las abandonáis a su suerte?


— ¿Bridget? — Sasuke buscó en el rostro de ella por un momento. Su mal genio se calmó.—  Supongo que os referís a la Bridget que es la madre de mi James — No esperó una respuesta— Os diré la verdad sobre Bridget. Mi hermano Itachi envió un mensaje al convento de Santa Catalina para solicitar algunas muchachas para el servicio. Quería que fueran muchachas de buena reputación, que no se dedicaran a provocar a los hombres, para que no hubiera peleas. Desde el mismo momento en que Bridget entró en nuestra casa, comenzó a perseguirme.


Naruto trató de soltarse.


— Sois un mentiroso.


Sasuke le aferró también el otro brazo.


— Una vez me dijo que había oído tantas historias de mí que se sentía como una criatura a la que le hubieran dicho que no jugara con fuego. Una noche me la encontré en la cama.


— Y la tomasteis.


— Le hice el amor, sí, esa noche y varias noches más. Cuando se dio cuenta de que iba a tener un hijo mío, tuve que soportar las burlas de mis hermanos.


— Y la echasteis, después de quitarle el niño, por supuesto.


El sonrió levemente.


— En realidad fue ella quien me dejó. Yo hice un viaje de cuatro meses, y ella se enamoró del segundo jardinero de Itachi. Cuando regresé, hablé con ellos, les dije que me gustaría quedarme con el niño porque pensaba hacer de él un caballero. Bridget aceptó encantada.


— ¿Y cuánto dinero le disteis? Seguramente le habréis ofrecido algún consuelo a una madre que se desprende de su hijo.


Sasuke la soltó, echando fuego por los ojos.


— ¿Conocíais muy bien a Bridget? Si así fuera, sabríais que a ella le preocupaba mucho más su placer que la maternidad. El jardinero con quien se casó no la quería, ni a ella ni al niño, y pasado el tiempo se atrevió a pedir dinero "por su sacrificio". No le di nada. James es mío.


Por un momento ella guardó silencio.


— ¿Y qué hay de las otras madres? –preguntó con calma.


El se alejó unos pasos de ella.


— Me enamoré de la hermana menor de uno de los caballeros de Itachi cuando no era más que un muchacho. Obito nació cuando Margaret y yo teníamos sólo dieciséis años. Yo la hubiera desposado, pero su hermano la alejó de mí. No conocí a Obito sino cuando Margaret murió de viruela, un mes después dé su nacimiento.


Miró nuevamente a Naruto y rió entre dientes.


— La madre de Fugaku era una bailarina, una criatura exótica que compartió mi lecho — suspiró profundamente—  durante dos semanas sumamente interesantes. Nueve meses después, envió un mensajero con Fufaku. Nunca más la vi ni oí hablar de ella.


Naruto estaba fascinada con sus historias.


— ¿Y éste nuevo niño que esperáis ahora? — Sasuke bajó la cabeza, y si hubiera sido una mujer, Naruto hubiera estado segura de que se había sonrojado.


— Me temo que esta criatura puede causar algunos problemas. La madre es una prima lejana. Traté de resistirme todo lo que pude, pero... — Se encogió dé hombros —  Su padre está furioso conmigo. Dice que me enviará el niño, pero... no estoy del todo seguro.


Naruto no hacía sino mover la cabeza con incredulidad.


— Seguramente debe de haber otros niños. –La voz de él era sarcástica.


El se estremeció ligeramente.


— No lo creo. Siempre trato de estar enterado de las cosas de mis mujeres y estoy atento a la aparición de niños.


— Como si recogierais huevos — dijo, con los ojos muy abiertos.


Sasuke ladeó la cabeza y le lanzó una mirada oblicua.


— Hace un momento me condenasteis por dejar a mis hijos en harapos, desparramados por la comarca como si fueran basura, y ahora me criticáis porque me preocupo por ellos. No soy un hombre célibe ni intento serlo, pero tomo mis responsabilidades con seriedad. Amo a mis hijos y les proveo de todo lo necesario. Me gustaría tener cincuenta.


— Como comienzo, no está mal — agregó, y lo dejó solo.


Sasuke permaneció donde estaba, mirándola encaminarse hacia donde se encontraban los hombres con los caballos. Se mantuvo un tanto apartado de ellos, con su típica pose altiva. Ella no era como ninguna de sus cuñadas, acostumbradas a la autoridad y cómodas cuando estaban rodeadas de siervos.


Naruto Namikase se mantenía rígido siempre que había hombres cerca. El día anterior, accidentalmente, uno de sus hombres que montaba a caballo lo había rozado y Naruto había reaccionado violentamente, tirando con tanta fuerza de las riendas de su cabalgadura que casi había hecho caer al caballo.


Había logrado controlar al animal, pero la experiencia le había causado disgusto a Sasuke. Ninguna mujer — ni ningún hombre, para el caso—  debería asustarse tanto ante el contacto de otro ser humano.


Sir Juugo regresó, solo, a donde estaban los hombres y de inmediato buscó a Sasuke, encaminándose rápidamente hacia donde éste se encontraba.


— Se hace tarde. Deberíamos partir. — Hizo una pausa —  O tal vez hayas reconsiderado tu decisión y prefieras devolver la dama a su hermano.


Sasuke estaba mirando a Naruto, quien ahora hablaba con la madre de la niña que se había golpeado un rato atrás. Se volvió hacia sir Juugo.


— Quiero que envíes un par de hombres a mis comarcas del norte. Deseo que me traigan a Obito aquí, conmigo.


— ¿A tu hijo? — preguntó sir Juugo.


— Sí, a mi hijo. Que venga con su niñera. ¡No! Pensándolo bien, traedlo solo pero con una buena escolta. Lady Naruto se ocupará de él.


— ¿Estás seguro de lo que te propones? — volvió a inquirir sir Juugo.


— A lady Naruto le encantan los niños, de manera que voy a compartir uno de los míos con ella. Si no puedo llegar a su corazón de un modo, lo haré de otro.


— ¿Y qué harás con esta mujer cuando hayas conseguido domesticarla? Una vez, siendo yo un niño, había un gato salvaje que reclamaba un determinado lugar, cerca de un refugio, como propio. Cada vez que alguien se acercaba al refugio, el gato lo arañaba y mordía. Me impuse la tarea de domesticarlo. Me llevó varias semanas y mucha paciencia ganarme su confianza, pero me vi recompensado cuando comenzó a comer de mi mano. Pero más adelante el gato comenzó a seguirme a todas partes. Me topaba con él todo el tiempo y se había transformado en una molestia mayor. Después de algunos meses ya le estaba dando patadas y lo odiaba porque había dejado de ser esa cosa salvaje que yo había amado al principio, para no ser sino un gato cualquiera, como todos los demás.


Sasuke seguía estudiando a Naruto.


— Tal vez lo que me atrae sea simplemente la cacería — dijo con tranquilidad— O tal vez soy como mi hermano Itachi, que no puede tolerar ninguna injusticia. Todo lo que sé por el momento es que Naruto Namikase me fascina. Tal vez quiera verla comiendo de mi mano... pero quizá cuando lo haga, yo me haya transformado en su esclavo.


Nuevamente se volvió hacia sir Juugo.


— A Naruto le gustará Obito y mi hijo sólo puede beneficiarse con su contacto. Y personalmente me va a dar mucho gusto verlo. Envía el mensaje.


Sir Juugo asintió con la cabeza antes de retirarse y dejarlo solo.


Minutos más tarde habían montado y estaban listos para partir. Sasuke no trató de entablar conversación con Naruto, sino que se limitó a cabalgar a su lado.


Él comenzaba a mostrarse cansado, y, hacia mediodía, Sasuke no estaba muy seguro si debería devolverlo a su hermano.


Media hora más tarde, ella volvió bruscamente a la vida. Mientras que Sasuke se había estado lamentando por él, Naruto había estado ocupado desatando la cuerda que la sujetaba al otro caballo. Espoleó con fuerza a su cabalgadura, usó los extremos de las riendas para golpear las ancas de dos caballos que había frente a él y, escudándose en los dos animales que quedaron a su lado, ganó preciosos segundos para huir. Ya había recorrido media milla de camino, lleno de baches y de maleza, antes de que Sasuke pudiera reunir a sus hombres para comenzar a perseguirla.


— Yo la traeré de vuelta — gritó por sobre su hombro a sir Juugo.


Sasuke sabía que el caballo de Naruto no era muy veloz, pero él estaba sacando todo el partido posible. Llegó a estar lo suficientemente cerca como para atraparlo, cuando la cincha de su montura se aflojó y él comenzó a deslizarse hacia un costado.


— ¡Maldición! — bufó, comprendiendo muy bien quién había aflojado la cincha y al mismo tiempo sonriendo ante su ingenuidad.


Pero Naruto Namikase no estaba preparado para un hombre que se había criado con dos hermanos mayores. Sasuke estaba acostumbrado a estos juegos de aflojar cinchas y sabía muy bien cómo salir del paso. Con soltura, trasladó su peso más hacia la cruz del caballo, cabalgando casi a pelo y sobre el cuello del animal, con la montura floja detrás de él.


Perdió un poco de velocidad cuando el caballo amenazó con rebelarse frente a su nueva postura, pero Sasuke consiguió dominarlo.


Naruto dirigió su corcel hacia un campo de maíz cuando el camino original desapareció, y quedó muy desconcertado cuando vio que Sasuke venía pisándole los talones.


En el campo de maíz lo atrapó, sujetándolo por la cintura. Él luchó salvajemente, y Sasuke, que no tenia estribos donde apoyarse, comenzó a caer. Cuando lo hizo, su brazo aún sostenía firmemente la cintura de Naruto.


Cuando caían. Sasuke se puso en posición de quedar debajo, amortiguando el golpe de Naruto, y levantó un brazo para protegerlo eventualmente de los cascos de los caballos. Los animales corrieron unos pocos metros más y luego se detuvieron, jadeantes.


— Soltadme — exigió Naruto cuando recuperó el aliento. Estaba caído desmañadamente sobre Sasuke.  Los brazos de él la tenían bien sujeta.


— ¿Cuándo aflojasteis la cincha? — Cuando no contestó, él comenzó a abrazarla con tanta fuerza que Naruto sintió que se le quebraban las costillas.


— Durante la cena — pudo articular. El la agarró por la cabeza, obligándolo a inclinarla hacia un lado.


— Naruto, sois tan inteligente. ¿Cómo lograsteis escabulliros entre mis hombres? ¿En qué momento os perdí de vista?


Tenía el cuello lleno de sudor y su corazón latía con fuerza contra el suyo. El ejercicio había borrado por completo toda huella de cansancio en Naruto y se sentía feliz, aunque no hubiera logrado escapar.


— SÍ que me habéis hecho correr — dijo él, divertido— Si a mis hermanos no les hubiera resultado tan gracioso hacerme cabalgar con la cincha suelta, no hubiera sabido qué hacer. Por supuesto que ellos se aseguraban de que mi cabalgadura no fuera demasiado veloz, para que nada me pasara en caso de caer. — Cambió de posición para poder mirarla de frente — ¿Os hubierais alegrado mucho si me hubiera roto el cuello?


— Sí, muchísimo — dijo, sonriendo, casi nariz con nariz con él.


Sasuke rió, la besó rápidamente, se la quitó de encima y se puso de pie, frunciendo el ceño cuando vio que ella se limpiaba la boca con el dorso de la mano.


— Vamos, hay una posada no lejos de aquí y allí pasaremos la noche. — No le ofreció su ayuda para que se levantara.


Cuando regresaron donde se encontraba el resto de los hombres, sir Juugo le dirigió a Naruto una rápida mirada de admiración, y entendió que él se mantendría mucho más alerta en adelante. Ya no iba a tener más oportunidad de jugar con los arreos de esos hombres.


No fue sino hasta que estuvieron otra vez sobre las cabalgaduras cuando Naruto notó que había un corte sangrante en el brazo de Sasuke. Supo que había ocurrido cuando él puso el brazo entre él y los cascos de los caballos.


Sir Juugo inspeccionó la herida y la vendó, mientras Naruto miraba desde su caballo. Era extraño que este hombre, un Uchiha, hubiera protegido a una Namikaze de sufrir un daño.


Sasuke la vio mirándolo.


— Una sonrisa vuestra, Naruto, haría que cicatrizara mucho más rápido.


— Espero que se os envenene la sangre y que perdáis el brazo. — Aguijó con los talones a su caballo.


No volvieron a hablar hasta que llegaron a la posada, a la cual, como antes.


Sasuke había enviado un hombre para que estuvieran listos para recibirlos. Esta vez. Sasuke y Naruto comieron solos en un salón separado.


— Contadme más de vuestra familia — la instó él.


— No — respondió ella simplemente, intentando alcanzar un plato de caracoles en salsa de ajo.


— Entonces os hablaré de la mía. Tengo dos hermanos mayores y...


— Lo sé. Vos y vuestros hermanos son famosos.


El levantó una ceja.


— Decidme qué habéis oído de nosotros.


— Encantada. — Cortó un trozo de carne y pastel de pollo.—  Vuestro hermano Itachi es el mayor. Debía casarse con Sakura Haruo pero la rechazó para poder casarse con la acaudalada Judith Revedoune, que es una mujer de mal carácter. Entre vuestro hermano y la esposa lograron hacer que Sakura — una Namikaze ahora—  se volviera loca.


— ¿Conocéis a vuestra cuñada? Naruto estudió la comida que tenía en el plato.


— No siempre fue lo que es ahora — Esa perra siempre fue una puta. Rechazó a mi hermano. Ahora decidme qué sabéis de Shisui.


— Forzó a una mujer a quien mi hermano quería desposar.


Los ojos de Sasuke ardían.


— Después que vuestro hermano violó a mi hermana y Mary se suicidó, Itachi condujo algunos hombres del rey con la intención de atacar a vuestro hermano Diedara. El rey lo declaró traidor y ahora mi hermano vive en el bosque con una banda de criminales. — Hizo una pausa —  ¿Y qué sabéis de mí?


— Vos sois un libertino, un seductor de jovencitas.


— Me halaga que mi virilidad sea tan famosa. Ahora permitidme que os cuente la verdad sobre mi familia. Itachi tuvo que hacerse cargo de la crianza de sus dos hermanos y de la administración de la heredad cuando tenía alrededor de dieciséis años. Casi no tuvo tiempo para ocuparse de las mujeres. Se enamoró de Sakura Haruno y le rogó que se casara con él, pero ella lo rechazó. Entonces contrajo matrimonio con Judith Revedoune, y pasó largo tiempo antes de que pudiera darse cuenta de que en realidad la amaba. Sakura trató de desfigurar a Judith con aceite hirviendo, pero fue ella la que sufrió las consecuencias.


— Mentís todo el tiempo — respondió Naruto.


— No, no miento. Shisui es el pacifista de nuestra familia, y él e Itachi se llevan muy bien. Itachi... — Hizo una pausa y rió.—  Itachi cree que las cargas del mundo descansan sobre sus anchos hombros. Es un buen hombre, pero increíblemente testarudo.


— ¿Y vos? — preguntó ella suavemente. El se tomó su tiempo para responder.


— Yo estoy solo. Mis hermanos parecen muy seguros de lo que quieren. Shisui lleva adelante su cruzada con los escoceses, Itachi quiere cambiar el mundo, pero yo...


El lo miró por un momento y entre ambos hubo un silencioso entendimiento.


Ella también se había sentido sola en la vida. Minato era un malvado, Deidara estaba siempre de mal humor y ella se había pasado la vida huyendo de Minato y de sus amigos mientras trataba de proteger a Gaara.


Sasuke le tomó una mano y el no trató de liberarse.


— Vos y yo hemos tenido que crecer rápidamente. ¿Tenéis recuerdos de cuando erais niña?


— Muchos — dijo monótonamente, retirando la mano.


Por algunos instantes comieron en silencio.


— ¿Vuestro hogar... era feliz? — preguntó ella con tono ligero.


— Sí. —  Sasuke sonrió —  Cada uno de nosotros fue criado por su propia nodriza, pero de todas formas pasábamos mucho tiempo juntos. No es fácil ser el hermano menor. Todo el mundo resulta muy exigente.


— ¿Y vos fuisteis feliz?


— No. Yo estaba demasiado ocupada tratando de huir de Minato para poder pensar en algo tan tonto como la felicidad. Y ahora me gustaría retirarme.


Sasuke la acompañó hasta el cuarto que compartirían, y ella vio que alguien había puesto un catre junto a una de las paredes.


— No voy a dormir en un banco — dijo él alegremente, pero Naruto no se inmutó. El le tomó ambas manos entre las suyas.


— ¿Cuándo vais a tenerme confianza? Yo no soy como Minato o como Dounzu, o esos otros hombres detestables que conocéis.


— Vos me mantenéis prisionera. ¿Es que los hombres tan buenos como vos creéis ser tienen prisioneras a mujeres inocentes?


El le besó las manos.


— Pero si yo os devolviera a vuestro hermano, ¿qué haríais? ¿Esperaríais a que Deidara os encontrara un esposo y os dedicaríais a la bienaventuranza del matrimonio?


Se alejó de él.


— Deidara me ha dado permiso para no casarme si así lo deseo. He estado pensando en tomar los hábitos.


Sasuke la miró con horror. Antes de que pudiera protestar lo atrajo a sus brazos, le acarició la espalda.


— Tenéis tanto amor que dar. ¿Cómo podéis pensar en negar esa realidad? ¿No os gustaría tener hijos, verlos crecer? No hay nada en el mundo como la mirada de un niño llena de adoración y confianza.


El retiró la cabeza de su hombro. Casi se estaba acostumbrando a que él lo tocara y la tuviera en sus brazos.


— Nunca he conocido a un hombre a quien le gustaran los niños. Todos los hombres que conozco sólo están interesados en luchar, beber, violar mujeres.


— De vez en cuando no viene mal una buena batalla, y me he emborrachado más de una vez, pero me gustan las mujeres que vienen a mi cama por su voluntad. Ahora venid, vamos a quitaros ese vestido.


Él se soltó forcejeando, sus ojos hostiles.


— Tengo pensado dormir en ese catre frío, duro y solitario, pero supongo que ya debéis de estar harta de ese vestido. Estaríais más cómoda si os lo quitarais para dormir.


— Estoy más cómoda con mis ropas puestas, gracias.


— Muy bien, como queráis. — Se dio la vuelta y comenzó a desvestirse, mientras Naruto buscaba rápidamente la protección de su lecho.


La única vela continuaba aún encendida, y cuando Sasuke sólo tuvo puesto su calzón, se inclinó sobre él, retirándole la sábana del rostro. El se quedó rígido, duro, mientras él se sentaba en el borde de la cama y le acariciaba las sienes. Sin hablar, él simplemente lo observaba, disfrutando del contacto de su piel.


— Buenas noches, Naruto — susurró, mientras le plantaba un beso suave en los labios.


La mano de ella salió disparada para limpiarse el beso, pero él lo agarró de la muñeca.


— ¿Qué os llevaría a que pudierais amar a un hombre? — murmuró él.


— No creo que pudiera — contestó ella sinceramente— Al menos no de la forma que vos pretendéis.


— Estoy comenzando a pensar que me gustaría poneros a prueba. Buenas noches, mi frágil ángel.


La besó nuevamente antes de darle tiempo a que le gritara que no tenía nada de frágil, pero al menos esta vez pudo limpiarse el beso.


 


 


Continuara…

 


Voy a poner una explicación, aunque yo pensaba que estaba claro.  El Minato del que tan mal hablan no es el mismo Minato que nosotros conocemos, ese era el padre de Naruto ¿no recuerdan que dije que deshonraba el buen nombre de su padre con sus correrías?  Pero más adelante lo explicaré mejor y con más detalle cuando lleguen a Escocia.


Por cierto, el fic es de capítulos largos pero creo que sólo tendrá 10.


Por cierto, gracias por sus comentarios, especialmente para aquellas personitas que los dejaron apenas lo había colgado en la red.


Shiozhang.


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