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Angel Audaz por Shiochang

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Notas del capitulo:

Una capítulo largo para la gran demanda que ha tenido.

Realmente, la historia está casi terminada, pero hasta esta parte se mantiene pegada al original, ya veremos cómo modifico un poco el resto.

Ángel audaz

Mm, estaré más al pendiente de lo que hago, pero me confundí en el apuro de querer subirlo ya.  Perdón el error, espero que les guste este capitulo también.


Una farsa para conquistar

 


Sasuke, Naruto, sir Juugo y los caballeros de Uchiha viajaron dos días antes de llegar a la frontera sur de Escocia. Naruto trató una vez más de huir —  durante la noche, mientras Sasuke dormía suyo cerca— pero no había llegado a la puerta cuando él la había atrapado y llevado nuevamente a su cama.


Después del episodio Naruto no había podido conciliar el sueño, pensando en que estaba prisionera pero que no era tratado como tal. Nunca se habían ocupado de él con tanta cortesía como lo hacía Sasuke Uchiha. El insistía en tocarlo cada vez que podía, pero ya se estaba acostumbrando a ello. No es que le resultara un placer, pero ya no le parecía tan repugnante como al principio. Una vez, en una posada donde se habían detenido a cenar, un borracho había resbalado sobre Naruto, y él, en acto reflejo, se había aproximado a Sasuke buscando protección. El se había mostrado extraordinariamente complacido por eso.


Hoy le había dicho que a partir de ese momento tendrían que usar su tienda, puesto que las posadas no abundaban en Escocia. El sospechaba que podrían tener problemas al cruzar las montañas, porque a los habitantes de las tierras altas no les gustaban los ingleses.


Durante la cena se había mostrado inquieto y había hablado varias veces con sir Juugo.


— ¿Los escoceses están de verdad tan sedientos de sangre? — preguntó él la segunda vez que él se levantó de la mesa.


El no pareció entender a qué se refería ella.


— Debo encontrarme con alguien aquí y no llega. Ya debería estar aquí hace rato.


— ¿Uno de vuestros hermanos... o se trata de una mujer?


— Ninguna de las dos cosas — dijo él prontamente.


Naruto ya no hizo preguntas. Mientras se metía en la cama, usando el mismo vestido que Sasuke le había regalado, se volvía de lado para poder mirarlo dormir en su catre. Dormía inquieto y a cada momento cambiaba de posición.


Cuando alguien golpeó la puerta con fuerza, Naruto saltó de la cama casi tan prestamente como Sasuke. Sir Juugo entró en la habitación, y un niño lo seguía.


— ¡Obito! — gritó Sasuke abrazando al niño como si fuera a partirlo en dos. Al jovencito no pareció molestarle, ya que a su vez se abrazó a Sasuke.


— ¿Por qué han tardado tanto? — preguntó Sasuke a sir Juugo.


— Quedaron atrapados en una tormenta y perdieron tres caballos.


— ¿Ningún hombre?


— Todos salieron ilesos, pero les llevó su tiempo reemplazar a los tres animales. El joven Obito se mantuvo sobre su montura, mientras que dos de los caballeros no lo lograron — agregó sir Juugo con orgullo.


— ¿Es verdad lo que me cuentan? — inquirió Sasuke, mirando al niño de frente.


Naruto vio una réplica de Sasuke en pequeño pero con ojos castaños en vez de grises, un hermoso niño de rostro solemne.


— Sí, padre — respondió Obito— El tío Itachi me dijo que un caballero jamás pierde su montura. Y después, ayudé a los hombres a sacar todo el equipaje del agua.


— Eres un buen niño — Sasuke rió entre dientes, abrazando nuevamente a Obito —  Puedes irte, Juugo, y ocúpate de que los hombres coman bien. Partiremos a primera hora.


Obito se despidió de sir Juugo con una sonrisa y después le preguntó a su padre:


— ¿Quién es ella?


Sasuke puso a Obito en el suelo.


— Lady Naruto — dijo formalmente—  ¿puedo tener el placer de presentaros a Obitor Itachi Uchiha?


 


— Mucho gusto — dijo ella, estrechando la mano que el niño había extendido—Yo soy lady Naruto Namikaze.


— Eres muy bonita — dijo él—  A mi papá le encantan las mujeres bonitas.


— Obito... — comenzó Sasuke, pero Naruto lo interrumpió.


— ¿Y a ti te gustan las mujeres bonitas? — le preguntó.


— Oh, sí. Mi niñera es muy, pero muy bonita.


— Seguramente debe serlo si la eligió tu padre. ¿Tienes hambre? ¿Te sientes cansado?


— He comido un buen montón de ciruelas azucaradas — dijo Obito orgullosamente— . ¡Oh, papá! Tengo un mensaje para ti. Es de un tal Madara.


Sasuke frunció el ceño, pero a medida que leía el mensaje sus rasgos se fueron aflojando.


— ¿Buenas noticias? — preguntó Naruto, sin poder ocultar su curiosidad — Sasuke se apaciguó y arrojó el mensaje sobre su catre revuelto.


— Sí y no. Mi prima acaba de dar a luz una niña, pero mi tío Madara me amenaza de muerte.


Naruto no supo si reír o sentirse disgustada.


— Tienes una hermanita, Obito — dijo por fin.


— Ya tengo dos hermanos. No estoy interesado en una hermana.


— Me parece que es tu padre quien debe tomar esas decisiones. Ahora me parece que es muy tarde y que deberías acostarte.


— Obito dormirá en el catre y yo... — comenzó Sasuke, parpadeando.


— Obito dormirá conmigo — dijo Naruto con altanería, ofreciéndole su mano al niño.


Obito aceptó de buen grado y bostezó mientras ella lo llevaba a la cama.


Sasuke los miraba y sonreía con expresión casi de triunfo, mientras Naruto desvestía al niño somnoliento y lo dejaba con su ropa interior. Gustoso, él se dejó coger en brazos para que ella lo introdujera en el lecho. Naruto trepó a la cama junto a él y lo atrajo hacia sí.


Por un momento Sasuke se quedó de pie, mirándolos. Con una sonrisa, se inclinó y depositó un beso en cada frente.


— Buenas noches — susurró antes de dirigirse a su catre.


 


En el transcurso del día siguiente, Sasuke no tardó en comprender que el interés de Naruto se concentraba únicamente en Obito. Y el niño se portaba con él como si lo hubiera conocido de toda la vida. El único comentario de Naruto fue; "Siempre me han gustado los niños, y ellos parecen darse cuenta de ello.”


Fuera cual fuera la razón, Obito parecía perfectamente cómodo con Naruto. Por la tarde él cabalgó a su lado, y se durmió contra su hombro. Cuando Sasuke sugirió que él se haría cargo del pesado cuerpecito, Naruto prácticamente le gruñó.


Por la noche se acurrucaron lo mejor que pudieron en un catre y durmieron con toda tranquilidad. Sasuke los miró y se sintió casi un extraño.


Viajaron aún tres días y Naruto supuso que ya estarían acercándose a la comarca de los MacArran. Sasuke se había pasado el día cavilando, y dos veces lo había visto discutir con sir Juugo. Por el ceño fruncido de Juugo, Sasuke obviamente tenía en mente un plan que no era del agrado del gigante. Pero cada vez que Naruto se aproximaba lo suficiente como para poder oír, los hombres dejaban de hablar.


Hacia mediodía Sasuke detuvo al grupo de hombres y muías y preguntó si él y Obito estarían dispuestos a cenar con él. Usualmente comían todos juntos para mantenerse protegidos y no perderse de vista.


— Parecéis muy satisfecho — dijo Naruto, observándolo.


— Estamos a un día de marcha de la casa de mi hermano y su esposa — dijo Sasuke, bajando a Obito del caballo de Naruto.


— El tío Shisui usa faldas y lady Bronwyn puede cabalgar más rápido que el viento — le informó Obito.


— Shisui usa una manta escocesa — corrigió Sasuke mientras hacía descender a Naruto del caballo e ignoraba los intentos de ella por sacarse sus manos de encima—  Mi cocinero nos ha preparado una comida en medio del bosque.


Obito tomó a Naruto de la mano y Sasuke tomó la otra mano del niño, y juntos se adentraron en el bosque.


— ¿Qué os parece Escocia? — preguntó Sasuke mientras la sostenía cuando él tropezó contra un tronco caído.


— Parece como si el lugar no hubiera sido tocado desde el comienzo de los tiempos. Es muy agreste y... y poco fino.


— Casi como su gente. — Sasuke rió —  Mi hermano se ha dejado crecer el cabello hasta los hombros, y sus ropas... no, os dejaré que lo veáis por vos misma.


— ¿No nos estamos alejando demasiado de vuestros hombres? — El bosque primitivo se cerraba en torno de ellos, y la maleza casi no les permitía avanzar.


Sasuke cogió un hacha que llevaba colgando a la espalda y con ella comenzó a abrir un sendero más fácil de transitar.


Con una mirada de intriga, Naruto se volvió hacia él. Usaba ropas sombrías de un verde oscuro y una capa castaña sobre sus hombros, y además iba completamente armado. Colgando de un hombro llevaba un gran arco con profusión de flechas, y también el hacha; su espada al costado y una daga en la cintura.


— ¿Algo anda mal, verdad?


— Sí — dijo él, mirándola— .La verdad, Naruto, me hicieron llegar un mensaje según el cual tendría que encontrarme aquí con alguien, pero ya nos hemos alejado demasiado.


Ella levantó una ceja.


— ¿Y arriesgaríais la vida de vuestro hijo en esta entrevista secreta?


El guardó el hacha en su funda.


— Nuestros hombres están por todas partes. Y prefiero que vos y Obito estén cerca de mí antes que dejarlos con ninguno de los caballeros.


— ¡Mira, papá! — dijo Obito muy excitado— Allí hay un ciervo.


— ¿Qué te parece si vamos a verlo? — dijo Naruto con calma— . Corre delante de nosotros y nosotros te alcanzaremos. — Sin perder de vista a Obito, se volvió hacia Sasuke —  Me quedaré con Obito y vos id en busca de los hombres. Creo que alguien ha planeado un truco para que nos separemos de ellos.


Los ojos de Sasuke se abrieron de par en par cuando cayó en la cuenta de que le estaba dando órdenes, pero sin pensarlo dos veces desapareció en el bosque mientras Naruto corría detrás de Obito. Cuando transcurría el tiempo y Sasuke no volvía, ella comenzó a mirar alrededor con ojos ansiosos.


— ¿Estás triste, Naruto? — preguntó Obito, tomándola de la mano.


Él se arrodilló para estar a su altura.


— Simplemente estaba pensando dónde podría estar tu padre.


— Ya volverá — contestó Obito tranquilamente— Mi papá se hará cargo de nosotros.


Naruto trató de no mostrarse descorazonado.


— Seguramente así será. Oigo un río en esa dirección. ¿Te parece que lo vayamos a buscar?


No les fue fácil atravesar la densa maleza, pero finalmente llegaron al arroyo. Era un arroyo que corría con fuerza, formando numerosas cascadas rocosas.


— El agua está fría — dijo Obito, dando un paso atrás— ¿Crees que habrá peces?


— Probablemente haya salmones — dijo Sasuke detrás de Naruto, haciéndolo saltar. Sasuke le pasó un brazo por los hombros— No quise asustaros.


Naruto dio un paso para alejarse de él.


— ¿Y qué ha pasado con los hombres? — Sasuke miró a Obito, quien en ese momento se entretenía arrojando ramitas al torrente de agua para ver cómo se alejaban arrastradas por la corriente. El le tomó las manos entre las suyas.


— Mis hombres se han ido. No hay rastro de ellos. Naruto, ¿no os asustaréis, verdad?


El lo miró a los ojos. Tenía miedo al estar en tierra extraña con una criatura y este hombre en quien no confiaba.


— No — dijo con firmeza—  No deseo preocupar a Obito.


— Bien. — El sonrió, frotándole las manos —  Estamos en la frontera sur de la comarca MacArran y si marchamos hacia el norte, deberemos encontrar alguna de las cabañas de los campesinos a más tardar mañana por la noche.


— Pero si alguien se ha apoderado de vuestros hombres...


— Por el momento, lo único que me preocupa son vos y Obito. Si nos quedamos en el bosque, tal vez no nos vean. No me importaría tener que combatir, pero no quiero que Obito o vos salgan heridos. ¿Me vais a ayudar?


Él  no se soltó de sus manos.


— Sí — dijo suavemente— Os ayudaré. El le soltó una mano.


— Esas montañas son muy frías incluso en verano. Poneos esto. — Le alcanzó una gran tela de lana tejida en azul oscuro y verde.


— ¿De dónde habéis sacado esto?


— Esto es todo lo que ha quedado de la comida que mi cocinero nos había preparado. La comida no estaba, pero la tela con que la había cubierto, una de esas mantas escocesas que Bronwyn me había dado, apareció a un lado de la mesa. Esta noche la necesitaremos. — El le mantuvo la mano firmemente apretada, mientras que, con la otra, Naruto se echaba la manta sobre los hombros para dirigirse hacia donde se hallaba Obito.


— ¿Te gustaría caminar hasta la casa del tío Shisui? — preguntó Sasuke a su hijo.


Obito miró a su padre con desconfianza.


— ¿Dónde está sir Juugo? Un caballero no camina.


— Un caballero hace todo lo que sea necesario para proteger a las mujeres.


Los dos varones intercambiaron una larga mirada. Obito podía no tener más de cuatro años, pero sabía desde su nacimiento que habría de llegar a ser un caballero.


A los dos años le habían regalado una espada de madera y todas las historias que había oído versaban sobre la caballería. Obito tomó de la mano a Naruto.


— Nosotros os protegeremos, milady — dijo formalmente, y le besó la mano. Sasuke palmeó el hombro de su hijo orgullosamente.


— Ahora, Obito, corre delante de nosotros y fíjate a ver si encuentras algo para cazar. Con un conejo o dos bastará.


— Sí, papá. — Sonrió y se alejó corriendo por la orilla del río.


— ¿Vais a dejarlo que se pierda de vista?


— No lo hará. Obito sabe que no debe alejarse demasiado.


— Parece que no estáis demasiado preocupado por la pérdida de vuestros hombres. ¿Habéis visto signos de batalla?


— En absoluto. — Pareció quitarle toda importancia al asunto, se detuvo, arrancó una flor silvestre amarilla y se la puso a Naruto detrás de una oreja —  Parece que pertenecierais a este lugar salvaje, con vuestro cabello suelto, vuestro vestido rasgado sostenido con diamantes. Me gustaría mucho regalaros cantidades de diamantes, Naruto.


— Preferiría mi libertad.


El dio un paso para alejarse de ella.


— Ya no sois mi prisionera, Naruto Namikaze — declaró él— . Podéis iros para siempre.


Ella miró hacia el bosque negro y frío.


— Sois muy, pero muy inteligente, Uchiha— contestó ella con disgusto.


— Debo entender que vais a permanecer conmigo — dijo él, con los ojos brillantes, y antes de que ella pudiera responder la levantó, la hizo girar en el aire y le plantó un beso en la mejilla.


— Soltadme — protestó ella, pero había huellas de una sonrisa en sus labios.


El frotó su nariz contra la oreja de ella.


— Creo que podríais tenerme a vuestros pies si tal fuera vuestro deseo — susurró él.


— Atado y amordazado, espero — le replicó ella, tratando de soltarse—  Pero, ¿vais a tratar de buscarnos comida o traéis ese arco colgando porque es un bonito adorno?


— ¡Papá! — aulló Obito antes de que Sasuke pudiera responder— . ¡He visto un conejo!


— Apuesto a que me está esperando para que le corte el cuello — dijo Sasuke con la risa contenida, mientras Obito llegaba corriendo hacia ellos.


Naruto profirió un sonido que sólo pudo haber sido de risa contenida, por lo que Sasuke se volvió a mirarla, atónito.


Ella se negó a mirarlo.


— ¿Dónde está el conejo, Obito? Tu valiente padre se enfrentará al animal, y tal vez podamos comer algo, aunque no se trate de una cena completa.


Después de caminar una hora, durante la cual Sasuke parecía haberse preocupado únicamente por juguetear con los dedos de Naruto, no habían visto más conejos. Era más tarde de lo que ella había calculado y estaba oscureciendo... o tal vez fuera que el bosque parecía oscuro.


 


— Acamparemos aquí esta noche. Obito, junta leña — Cuando el niño hubo partido, Sasuke miró a Naruto.—  No lo perdáis de vista. Traeré algo que comer — Inmediatamente se internó en el bosque.


Tan pronto como Sasuke se fue, Naruto comenzó a sentir el aislamiento del bosque. Siguió a Obito, cargando en sus brazos gran cantidad de ramas secas. No había notado antes, pero le parecía que ojos extraños la estuvieran observando. En la casa de su hermano había llegado a desarrollar un sexto sentido para los hombres que se escondían por los rincones, listos para saltar sobre su persona.


— ¿Estás asustada, Naruto? — le preguntó Obito, los ojos muy abiertos.


— Claro que no. — Se esforzó por sonreír, pero no podía dejar de pensar en todas las historias que había escuchado sobre el salvajismo de los escoceses. Eran gentes rústicas, que torturaban a los niños.


— Mi papá te protegerá — la tranquilizó Obito—  Se ganó sus espuelas cuando no era más que un niño. Mi tío Itachi dice que papá es uno de los mejores caballeros de Inglaterra. No va a permitir que nadie te haga daño.


Ella cogió al niño en sus brazos.


— Tu padre es realmente un gran combatiente. ¿Sabías que hace unos días tres hombres quisieron atacarme? Tu papá los puso fuera de combate en pocos minutos y ni siquiera salió con un rasguño. — A pesar de los alardes de valor del niño, se dio cuenta de que estaba asustado —  Creo que tu papá podría vencer a todos los hombres de Escocia. No hay nadie en ninguna parte que sea tan fuerte y tan valiente como tu papá.


Una risa sorda hizo que Naruto se diera la vuelta, para encontrarse con Sasuke, que sujetaba dos cortejos muertos por las orejas.


— Os agradezco los elogios, milady.


— Naruto tenía miedo — explicó Obito.


— Y tú has hecho bien en reconfortarla. Debemos proteger siempre a nuestras mujeres. ¿Tienes idea de cómo se despelleja un conejo, Naruto?


Este bajó a Obito al suelo y tomó los conejos con aire confiado.


— Ya veréis cómo una Namikaze no es una damita Uchiha que se sienta en almohadones de raso y espera a que los sirvientes le sirvan la comida.


— Habéis descrito perfectamente bien a las esposas de Shisui e Itachi. Ven, Obito, veamos si los Uchiha varones servimos para algo.


En muy corto tiempo. Sasuke y Obito habían encendido una hoguera y Naruto había despellejado y espetado los conejos. Sasuke clavó un par de palos en el suelo, con su hacha, y colocó encima una rama cruzada para los conejos.


Apoyado sobre los codos, Sasuke miraba silenciosamente la hoguera, mientras Obito hacía girar los conejos.


— Parecéis muy tranquilo — dijo Naruto, estremeciéndose y hablando en voz muy baja— Nos encontramos desprotegidos en tierra extraña, y sin embargo encendéis una hoguera. Pueden vernos desde millas de distancia.


El le tiró de la falda hasta que ella se sentó a su lado.


— Esta tierra pertenece a mi hermano y a su esposa, y si los MacArran nos ven, reconocerán los leopardos de los Uchiha en mi capa. Los escoceses muy raramente matan a mujeres y niños. Os entregarían a Shisui y lo único que tendríais que hacer sería explicar quién sois.


— ¿Pero qué ha sucedido con vuestros hombres?


— Naruto, mis hombres han desaparecido sin dejar rastro de haber librado un combate. Me imagino que los han escoltado hasta Larenston, el castillo de Bronwyn. Mi única preocupación por el momento son vos y Obito. Cuando lleguemos a Larenton y no vea a mis hombres, entonces me preocuparé. ¡Obito! Estás dejando que la carne se queme de un lado.


El se acercó más a ella.


— Naruto, estáis completamente a salvo. He revisado toda el área y no he visto a nadie. Tenéis frío — dijo cuando lo vio temblar—  Tomó la manta escocesa, que yacía en el suelo a su lado, se la pasó por los hombros y lo atrajo hacia sí.


— Es sólo para que entréis en calor — le dijo, cuando empezó a forcejear, y no permitió que se soltara.


— ¡Ya he oído eso antes! — le replicó—  Entrar en calor es sólo el comienzo. ¿Os divertís mucho obligándome a hacer lo que no quiero?


— No me gustan vuestras insinuaciones de que soy parecido a los imbéciles amigos de vuestro hermano — contestó él rápidamente.


Naruto dejó de luchar.


— Tal vez la vida con Minato sí ha distorsionado un poco mi forma de pensar, pero con todo no me gusta que me pongan las manos encima.


— Ese punto ya lo habéis aclarado lo suficiente, pero si queremos sobrevivir a esta noche, vamos a necesitar darnos calor unos a otros. Obito, corta una pata. Me parece que ya está bien asada.


Los conejos estaban medio crudos por dentro y muy asados por fuera, pero los tres estaban demasiado hambrientos como para detenerse en ello.


— Me gusta, papá — dijo Obito— .Me gusta estar en el bosque.


— Hace un frío horrible — dijo Naruto, envuelto completamente en la manta— Si esto es el verano, ¿cómo será el invierno en Escocia?


— Bronwyn cree que en Inglaterra hace calor. En invierno se arropa con una de esas mantas y duerme en la nieve.


— ¡No! — suspiró Naruto— . ¿Realmente es tan salvaje?


Sonriendo, Sasuke miró a su hijo y vio que los ojos se le cerraban de sueño.


— Ven, acuéstate a mi lado — le dijo Naruto, y el niño fue hacia él.


Sasuke desplegó su capa, e hizo que Naruto y Obito se acostaran sobre ella, para cubrirlos después con la manta escocesa. Después de echar más leña al fuego, levantó la manta y se deslizó junto a Obito.


— Vos no podéis... — comenzó ella, pero se detuvo. El no tenía otro sitio donde dormir. Entre ellos, el cuerpecito de Obito que dormía los mantenía abrigados.


Naruto era agudamente consciente de la proximidad de Sasuke, pero en lugar de sentirse asustado, su presencia lo reconfortaba. Con la cabeza apoyada en uno de sus brazos, observaba el fuego.


— ¿Cómo era la madre de Obito? — preguntó suavemente— ¿Se enamoró de vos la primera vez que os vio vestido con vuestra armadura?


Sasuke lanzó una fuerte carcajada.


— Margaret Sidney levantó su hermosa naricita y se negó a hablarme. Hice todo lo que pude para tratar de impresionarla. Una vez, cuando ella se acercó al campo de entrenamiento para llevarle agua a su padre, me di la vuelta para mirarla, perdí uno de los estribos e Itachi me golpeó de lado con su lanza. Todavía tengo la cicatriz.


— Pero yo creí...


— Vos habéis creído que le vendí el alma al diablo y que puedo tener todas las mujeres que deseo.


— He oído esa historia — dijo monótonamente, sin mirarlo.


El le tomó la mano que le quedaba libre y le besó los dedos.


— El diablo no me ha hecho ninguna oferta por mi alma, pero si lo hiciera, lo pensaría.


— ¡Blasfemo! — respondió ella, y retiró la mano. Se quedó tranquila por un momento—  Pero finalmente vuestra Margaret Sidney cambió de parecer.


— Ella tenía dieciséis años, era muy hermosa y estaba completamente enamorada de Itachi. No quería saber nada de un jovencito como yo.


— ¿Y qué la hizo cambiar de idea? — El sonrió, satisfecho.


— Supe ser persistente. Naruto se puso rígida.


— Y cuando finalmente la conseguisteis, ¿cómo lo celebrasteis?


— Le pedí que se casara conmigo — Sasuke respondió prontamente —  Os he dicho que la amaba.


— Vos dais vuestro amor muy a la ligera. ¿Por qué no os casasteis con Bridget, o con esa prima que acaba de daros una hija?


El tardó en responder.


— He amado a una sola mujer; le he hecho el amor a muchas. Sólo le he pedido que se casara conmigo a la madre de Obito, y cuando se lo pida a alguna más, será porque estoy enamorado de ella.


— Pobrecita — suspiró Naruto—  Va a tener que soportar que le presenten dos o tres bastardos por año.


— A vos no parece molestaros demasiado mi hijo, y en la posada cargasteis en brazos esa niñita pensando que era mi hija.


— Pero, afortunadamente, yo no estoy casada con vos.


La voz de Sasuke se hizo más baja.


— Si fuerais mi esposa, ¿os importaría recibir hijos míos de vez en cuando?


— No tendría nada que decir de los cuatro hijos de vuestras pasadas transgresiones, pero si yo me casara, cosa que no tengo intención de hacer, y mi esposo me humillara embarazando a todas las siervas de Inglaterra, creo que arreglaría su muerte.


— Me parece bastante justo — respondió Sasuke, con tono divertido. Se puso de costado, pasó su brazo sobre Obito y los hombros de Naruto, y atrajo a ambos hacia sí—  Buenas noches, ángel mío — susurró, y se quedó dormido.


 


Sasuke se despertó con el pie de Obito en sus costillas, mientras el niño trataba trabajosamente de subirse sobre su padre.


— Quédate muy quieto, papá — susurró Obito cerca del oído de su padre—  Vas a despertar a Naruto. — Pasó por encima del padre y corrió hacia el bosque.


Sasuke miró a su hijo, frotándose las costillas.


— ¿Sobrevivirá? — le preguntó Naruto jocosamente, yaciendo junto a él.


El se dio la vuelta y sus ojos se encontraron. El cabello de Naruto estaba desparramado sobre la capa, y sus rasgos se veían suavizados por el sueño. Sasuke no había caído en la cuenta del estricto control que él ejercía sobre sí mismo.


Cautelosamente, sonriendo apenas, él pasó su mano del hombro de él a su mejilla, la acarició suavemente y recorrió el contorno de su mandíbula.


Contuvo el aliento cuando no hizo ademán de escapar. Era como si fuera un animal salvaje que debía domesticar, cuidando cada movimiento para no espantarlo.


Naruto miró a Sasuke y sintió su mano sobre el rostro con una sensación extraña. Los ojos de él parecían líquidos, sus labios, llenos y suaves. El  nunca había permitido que un hombre lo tocara y nunca se había preguntado cómo sería ser acariciada por uno de ellos—  Y allí estaba, acostado, junto a Sasuke Uchiha, preguntándose qué pasaría si lo tocaba. El tenía la barba crecida, lo que acentuaba la firmeza de sus rasgos. Un mechón de pelo oscuro caía sobre su oreja.


Como si le leyera los pensamientos, Sasuke tomó una de sus manos y la posó sobre su mejilla. Él no la retiró, sintiendo que su corazón latía con violencia.


Sentía que estaba haciendo algo prohibido. Después de un largo momento, le tocó los cabellos. Eran suaves y limpios, y se preguntó qué aroma tendrían.


Volvió a mirar a Sasuke y supo que él iba a besarlo. Aléjate, pensó, pero no se movió.


Lentamente, diciéndole con los ojos que no estaba obligado a nada, él se le acercó más, y cuando sus labios se encontraron mantuvo los ojos abiertos.


Qué sensación tan agradable, se dijo.


El no hizo más que tocarle los labios con los suyos y dejarlos ahí sin forzarla a abrir la boca, sin agarrarlo y echarle su peso encima como habían hecho otros hombres; sólo dejó que ocurriera ese beso ligero y placentero.


El fue el primero en retirarse, y su mirada era tan cálida que él comenzó a ponerse rígida. Ahora vendrá el ataque, pensó.


— Ch... — la tranquilizó él, la mano sobre su mejilla— . Nadie os hará daño nunca más, Naruto.


— ¡Papá! — aulló Obito, y el encanto quedó roto.


— Seguramente esta vez ha encontrado un unicornio — dijo Sasuke entre dientes, levantándose con desgana. Su broma se vio recompensada por una muy leve sonrisa de Naruto.


Cuando a su vez se puso de pie, Naruto sintió una fuerte punzada en un hombro. No estaba acostumbrada a dormir en el suelo.


Como si fuera la cosa más natural del mundo, Sasuke comenzó a masajearle los hombros.


— ¿Qué has encontrado esta vez, Obito? — preguntó al niño.


— Un sendero — volvió a gritar—  ¿Puedo seguirlo?


— No hasta que todos lleguemos allí. ¿Mejor? — le preguntó a Naruto, y cuando este asintió, él le besó el cuello, para comenzar rápidamente a reunir sus pocas pertenencias.


— ¿Siempre sois tan libre con las mujeres? — preguntó con curiosidad— Cuando visitáis la casa de alguien, ¿besáis tan tranquilamente a todas las mujeres?


Sasuke continuó enterrando las cenizas de la fogata de la noche anterior.


— Puedo ser civilizado, os lo aseguro, y por lo general me limito a besar las manos de las damas... al menos en público. — Se volvió para mirarla, sonriendo, con los ojos brillantes —  Pero con vos, mi encantadora Naruto, desde nuestro primer, eh... encuentro, nada ha sucedido según mi costumbre. No puedo evitar pensar que habéis sido un regalo, un regalo muy precioso, algo que debo conservar a cualquier precio.


Antes de que ella pudiera contestar — y verdaderamente se encontraba demasiado atónito como para responder—  él lo tomó de la mano y comenzó a caminar hasta donde Obito los esperaba, impaciente.


— Veamos a donde nos conduce este sendero.


Sasuke no la soltó, mientras Obito los guiaba hacia un sendero angosto y largo tiempo en desuso.


— ¿Qué pensáis de mi hijo?


Naruto sonrió mientras el niño pateaba un montón de setas. Este los miró y continuó corriendo delante de ellos.


— Es muy independiente, inteligente y bastante adulto para la edad que tiene. Debéis de sentiros muy orgulloso de él.


Sasuke sacó pecho ostensiblemente.


— Tengo dos más en casa. Fugaku Shisui tiene un aire tan exótico como su madre, y un temperamento que espanta a su niñera, y no tiene más que un año,


— ¿Y vuestro otro hijo? ¿El hijo de Bridget?


— Nidate es todo lo opuesto a Fugaku, y ambos están constantemente juntos. Tengo el presentimiento de que siempre será así. Nidate le da sus juguetes a Fugaku cuando éste se los pide. — Rió.—  Lo único que Nidate no comparte con nadie es su niñera. Grita como loco si alguien la toca, incluso yo.


— Debe de gritar todo el tiempo — contestó ella sarcásticamente.


— Nidate habla muy poco — dijo Sasuke, riendo. Se acercó más a él.


El lo alejó de sí jugando.


— ¡Papá! — chilló Obito, corriendo hacia ellos— Ven a ver esto. Es parte de una casa, pero está quemada.


Doblando la curva, se observaba lo que quedaba de una cabaña de campesinos quemada; parte del techo se había derrumbado y sólo quedaba un ángulo en pie.


— No, Obito — dijo Sasuke cuando su hijo hizo ademán de entrar en la ruina. Algunas pesadas vigas, muy quemadas, colgaban de la única pared en pie hasta el piso—  Déjame entrar a mí primero.


Naruto y Obito se quedaron juntos mientras Sasuke probaba una viga tras otra, echándose sobre ellas con todo su peso. Cayó un poco de polvo, pero las vigas se sostuvieron.


— Parece bastante resistente — dijo Sasuke, mientras Obito se lanzaba al interior de la estructura y comenzaba a revisar todos los huecos.


Sasuke tomó a Naruto del brazo.


— Vayamos hacia arriba de la colina, porque si no me equivoco, creo que ésos son manzanos.


En la parte superior de la colina había una pequeña huerta, pero casi todos los árboles estaban muertos, aunque de algunas ramas colgaban cerca de una docena de manzanas raquíticas, no del todo maduras. Cuando Naruto trató de tomar una. Sasuke la atrapó por la cintura y lo alzó. Él pudo llegar a la manzana y él la bajó lentamente, sus cuerpos pegados. Cuando puso los labios sobre los suyos, se oyó la llamada de Obito.


— Mira lo que he encontrado, papá. — Naruto giró para sonreírle al niño.


— ¿De qué se trata?


Con un suspiro intenso. Sasuke soltó a Naruto.


— ¡Es un columpio! — aulló el pequeño.


— Exactamente — asintió Sasuke, sosteniendo la mano de Naruto. Agarró las cuerdas del columpio y les dio un violento tirón—  Déjame ver hasta dónde puedes llegar — le dijo a su hijo.


Naruto y Sasuke dieron un paso atrás cuando Obito se subió al columpio y comenzó a propulsarse salvajemente, hasta que con los pies tocó la rama de un árbol.


— Se va a lastimar — dijo Naruto, pero Sasuke la tomó del brazo.


— Ahora muéstrale a Naruto lo que sabes hacer.


Naruto dio un respingo cuando Obito, columpiándose todavía muy alto, levantó las piernas y se puso de pie en el columpio.


— ¡Ahora! — ordenó Sasuke, con los brazos muy abiertos.


Para estupor de Naruto, Obito salió volando por el aire y su pequeño cuerpo aterrizó en los brazos de Sasuke. Cuando Obito gritó encantado, Naruto sintió que se le aflojaban las rodillas.


Sasuke puso al niño en el suelo y lo tomó del brazo.


— Naruto, ¿qué sucede? Sólo era un juego. Cuando yo tenía la edad de Obito, solía arrojarme en brazos de mi padre como ha hecho Obito ahora.


— Pero si hubierais estado en el sitio equivocado... — comenzó él.


— ¡En el sitio equivocado! — El estaba muy sorprendido —  ¿Y dejar que Obito cayera? —  Lo estrechó en sus brazos, tranquilizándolo —  ¿Nadie jugaba con vos de niña? —  preguntó suavemente.


— Mis padres murieron al poco tiempo de nacer yo. Minato era mi guardián.


Ese simple comentario le dijo mucho a Sasuke. La alejó un poco de sí para mirarla mejor.


— Ahora vamos a poner remedio a vuestra falta de una niñez como es debido. Subios al columpio y yo os daré impulso.


A Naruto le agradó la oportunidad de borrar los recuerdos de Minato y rápidamente se dirigió al columpio.


— Yo lo haré, papá — dijo Obito, tratando de empujar el asiento del columpio, sin lograrlo— Es muy pesada — susurró el niño en voz alta.


— Pero no para mí. — Sasuke rió, besó en la oreja a Naruto y sujetó las cuerdas —  Levantad las piernas, Naruto — le dijo, mientras comenzaba a impulsarla.


— No puedo ahora, pero lo haré — gritó él sobre su hombro.


Sasuke la soltó y el salió volando. Cada vez que el columpio volvía hacia él, en lugar de impulsarla por el asiento del columpio le empujaba el trasero, pero todo lo que hacía Naruto era reír. La falda se le subió hasta las rodillas, él se sacudió los zapatos y estiró las piernas.


— ¡Salta, Naruto! — le ordenó Obito.


— Soy muy pesada, ¿recuerdas? — se burló ella, riendo.


Sasuke estaba a su lado. Cuanto más tiempo pasaba con ella, más hermosa le parecía. Tenía la cabeza echada hacia atrás y sonreía como nunca antes.


— Mi papá puede atraparte — insistía Obito.


— Sí, tu papá está sumamente interesado en atrapar a lady Naruto. — Sasuke rió entre dientes, poniéndose frente a ella. Vio una sombra de duda en su rostro —  Confía en mí, Naruto. — El sonreía, pero al mismo tiempo se mostraba mortalmente serio —  No me voy a hacer a un lado; os atraparé no importa la fuerza con que caigáis.


Naruto no hizo el truco de Obito de ponerse de pie en el columpio, pero sí se soltó de las cuerdas y salió volando hacia los brazos de Sasuke. Cuando golpeó contra él, se le vaciaron los pulmones de aire.


Sasuke la agarró con firmeza, y entonces, con mirada horrorizada, dijo:


— Naruto, de veras sois muy, muy pesada.


La caída de Sasuke fue la mentira más ostentosa que había visto nunca, y mientras él se dejaba caer entre gruñidos estentóreos, trataba de ocultar su contento, bien sujeto a él. Sasuke seguía gimiendo miserablemente entre gritos de "Oh", "Ah", y comenzó a rodar cuesta abajo con él en brazos. La rodada también era fingida. Cuando Sasuke se encontraba debajo de ella, apretaba a Naruto pasándole las manos por el cuerpo; pero cuando ella quedaba debajo, él la mantenía alejada del suelo, de manera que ni la más pequeña piedrecita la rozó.


La sonrisa a medias de Naruto se transformó en carcajada, por lo que no tenía fuerzas suficientes para sacárselo de encima. Cuando Naruto estaba arriba, no le daba tiempo para intentar nada, y cuando estaba abajo, era Naruto el que se aferraba a él con todas sus fuerzas.


Al pie de la colina se detuvieron, él quedó tendido con los brazos abiertos y los ojos cerrados.


— Estoy destrozado, Naruto — dijo con tono herido.


Obito, que no quería perderse la diversión, bajaba a toda velocidad por la cuesta y se abalanzó precisamente sobre el estómago de su padre, pillándolo desprevenido.


Esta vez el quejido de Sasuke fue legítimo, y Naruto rompió a reír nuevamente. Haciendo muchas muecas, Sasuke se quitó al niño de encima y se volvió hacia Naruto.


— ¿Disfrutáis viéndome sufrir, no es cierto? — su tono de voz era serio pero los ojos le brillaban picaramente— . Ven, Obito, vamos a mostrarle a lady Naruto que no puede reírse de dos caballeros del reino.


Con los ojos muy abiertos Naruto se puso de pie y dio un paso atrás, pero Obito y Sasuke fueron más rápidos. Sasuke lo atrapó por los hombros, mientras que Obito le lanzaba todo el peso de su cuerpo contra las piernas. Naruto tropezó con su falda. Sasuke tropezó con Obito y el niño, por su parte, siguió empujando.


Los tres juntos cayeron riendo a carcajadas y Sasuke comenzó a hacer cosquillas a Naruto, mientras su hijo lo imitaba.


— ¿Suficiente? — preguntó Sasuke, muy cerca del rostro de Naruto, que estaba bañado en lágrimas— , ¿Estáis lista para admitir que somos los mejores caballeros?


— Yo... jamás dije que no lo fueran — jadeó ella. Sasuke comenzó nuevamente a hacerle cosquillas.


— Decidnos lo que somos.


— Los más valientes, los más apuestos caballeros de toda Inglaterra, y de todo el mundo.


Las manos de él se quedaron quietas alrededor de su cintura, los pulgares apretados debajo de los supuestos senos de Naruto.


— ¿Y cuál es mi nombre? — susurró él, completamente serio.


— Sasuke — murmuró ella a su vez, con los ojos fijos en él— Sasuke Uchiha. — tenía las manos sobre los hombros de él y las bajó suavemente a su cuello.


Sasuke se inclinó y la besó, dulcemente, y por primera vez hubo una chispa de algo entre ellos. Obito saltó sobre la espalda de su padre y los rostros de ambos se separaron.


— Vamos a columpiarnos otra vez, papá.


— Y pensar que yo amaba a mi hijo — susurró Sasuke al oído de Naruto mientras se ponía de pie, con el niño pegado a sus espaldas.


Ninguno de ellos había notado que el cielo se había oscurecido en los últimos minutos, y todos quedaron muy sorprendidos cuando las primeras gotas frías cayeron sobre ellos. Las compuertas del cielo se abrieron y casi los ahogaron.


— A la cabaña — dijo Sasuke, levantando a Naruto mientras le pasaba el brazo por los hombros. Los tres juntos corrieron a buscar refugio.


— ¿Te has mojado? — le preguntó, mientras bajaba a Obito de la espalda.


— No, no mucho. — le sonrió brevemente y se volvió hacia Obito.


Sasuke puso la mano con naturalidad sobre el hombro de Naruto.


— ¿Por qué no preparan un fuego los dos mientras busco alguna cosa para comer?


Obito asintió entusiasmado, mientras Naruto miraba dubitativamente la lluvia torrencial que caía.


— Tal vez deberíais esperar a que amaine un poco el aguacero.


Sasuke la miró, encantado.


— No me va a ocurrir nada. Y ahora, quédense aquí los dos; no estaré muy lejos — Diciendo esto, se escabulló entre las vigas y desapareció.


Naruto se acomodó en un rincón del refugio y lo miró alejarse. Estaba seguro de que Sasuke Uchiha no tenía idea de que éste había sido un día completamente fuera de lo común para él. Había pasado una mañana entera con un hombre y ni siquiera una vez había habido violencia. ¡Y qué manera de reír! A él siempre le había gustado reír, pero sus hermanos eran muy solemnes... todo aquel que vivía en la misma casa que Minato Namikaze pronto se volvía solemne también. Pero esa mañana había podido reírse con un hombre y él no había intentado arrancarle las ropas. Antes, siempre, si él llegaba a sonreírle a un hombre, éste trataba de atraparla, de hacerle daño.


No es que Naruto fuera tan hermoso que despertara la lujuria de todos los hombres, especialmente porque también era uno, aunque fuera doncel. El que siempre la había puesto en el papel de víctima de las agresiones de los hombres era su hermano Minato. Su distorsionado sentido del humor lo había llevado a hacer apuestas con sus invitados sobre cuál de ellos podría llevarse a Naruto a la cama sin aclarar su verdadera condición. Minato se sentía profundamente disgustado porque no le tuviera terror. Cuando era niño solía llevarla a casa después de buscarla en el convento donde pasaba casi todo el año, y lo golpeaba con frecuencia, haciéndola rodar escaleras abajo. Pero de alguna manera Naruto había logrado no salir seriamente lastimado.


Cuando llegó a los doce años aprendió a defenderse mejor. Conseguía mantener a su hermano a raya con una antorcha encendida. Después de algunos episodios de este tipo, Minato y sus juegos se pusieron más peligrosos, y Naruto tuvo que desarrollar mayores habilidades para quitarse de encima a sus perseguidores. Aprendió cómo hacer daño a los hombres qué lo atacaban. Logró convencer a su hermano Deidara de que le enseñara a usar el hacha, la espada, la daga. Aprendió a defenderse con una lengua muy afilada.


Después de algunas semanas con Minato y los hombres de que éste se rodeaba, solía escaparse nuevamente al convento, casi siempre con la ayuda de Deidara, y allí se tomaba un tiempo de descanso... hasta que Minato volvía por él nuevamente.


— Ya tengo el fuego encendido, lady Naruto —  dijo Obito detrás de ella.


Naruto le sonrió con dulzura. Siempre había amado a los niños. Ellos eran exactamente lo que parecían ser, nunca trataban de aprovecharse de él, siempre daban con entera libertad.


— Tú has hecho todo el trabajo, mientras yo no hacía más que mirarte. — Fue hacia él —  Tal vez quieras que te cuente un cuento mientras esperamos a tu padre.


Se sentó, apoyada contra la pared, los pies cerca del fuego y su brazo sobre los hombros de Obito. Echó encima de ambos la capa de Sasuke y comenzó a relatarle al niño la historia de Moisés y el pueblo de Israel. Antes de llegar a la parte en que el mar Rojo se abría para permitirles pasar, Obito se había dormido, acurrucado contra él.


La lluvia golpeaba sobre el sector de techo que tenían sobre sus cabezas, en el que se veían tres goteras. Mientras ella miraba el fuego, Sasuke apareció entre los vapores de la humedad, le sonrió y se acercó a alimentar el fuego. Permaneció silencioso mientras desollaba y preparaba un cerdo pequeño, cortando la carne en piezas y sujetándolas con ramas para que se asaran.


Mientras lo observaba, no podía evitar pensar en lo extraño que era él. ¿O es que todos los hombres eran como él? Deidara había dicho siempre que Naruto sólo veía lo peor del género humano, y por la forma en que algunas damas jóvenes del convento alardeaban acerca de sus amantes, Naruto había pensado más de una vez que tal vez hubiera hombres distintos de ésos que había conocido.


Sasuke se arrodilló junto al fuego, mientras sus manos trabajaban ágilmente con los trozos de carne. Cerca de él estaba su arco, y las flechas le colgaban de la espalda, mientras que la espada nunca se movía de su lado. Incluso cuando rodaban cuesta abajo, la espada había permanecido bien sujeta a su cintura. ¿Qué clase de hombre era aquél, que podía jugar y reírse con una mujer  o alguien que fingía serlo sin dejar de estar preparado para el peligro?


— ¿En qué pensáis? — le preguntó Sasuke tranquilamente, mirándola con intensidad.


Naruto pareció despertar.


— En que estáis tan mojado que en cualquier momento vais a ahogar el fuego. El permaneció de pie.


— Este es un país muy frío, ¿no es cierto? — Comenzó a quitarse las ropas mojadas, colocando cada prenda extendida cerca del fuego.


Naruto lo observaba con un interés distante. Los hombres desnudos no eran ninguna novedad para el, y más de una vez sus hermanos se habían entrenado no usando otra cosa que sus pequeños calzones. Pero dudaba que alguna vez hubiera observado realmente a alguno de estos hombres.


Sasuke era esbelto pero musculoso, y cuando se volvió hacia ella, sin otra cosa que su taparrabos, vio que tenía un triángulo de vello oscuro en el pecho.


Tenía muslos fuertes por el entrenamiento con armadura, y sus pantorrillas estaban bien desarrolladas.


— Naruto — susurró Sasuke—  Vais a hacer que me sonroje.


Fue Naruto quien se sonrojó, y no pudo mirarlo de frente cuando el rió entre dientes.


— Papá — dijo Obito, levantándose— Tengo hambre.


Sin demasiado entusiasmo, Naruto dejó ir al niño. Tanto como amaba a los niños, no había estado mucho en contacto con ellos durante su vida. No había nada como tener en brazos un niño que lo necesitara, que confiara en él, que lo tocara.


— Tenemos cerdo y algunas manzanas — le dijo Sasuke a su hijo.


— ¿Tienes frío, papá? — preguntó Obito.


Sasuke no miró a Naruto.


— Tengo la cálida mirada de una dama que me da calor. Venid a comer con nosotros, lady Naruto.


Todavía con las mejillas sonrojadas, Naruto se acercó a los hombres y en pocos momentos pudo superar su turbación. Ante la insistencia de Obito, Sasuke comenzó a contar historias de él y sus hermanos cuando eran niños. En todas ellas, él era el héroe que salvaba a sus hermanos, que les enseñaba cosas. Los ojos de Obito brillaban como estrellas.


— Y cuando vos prestasteis juramento — apostilló Naruto inocentemente— ,¿no tuvisteis que prometer que jamás mentiríais?


Los ojos de Sasuke relampaguearon.


— No creo que eso tenga nada que ver con impresionar al hijo de uno o a la... —  Pareció buscar la palabra adecuada.


— ¿Cautiva? — le sugirió ella.


— Ah, Naruto — contestó él lánguidamente. — ¿Qué pensaría una dama de un caballero cuyos hermanos mayores trataban permanentemente de arruinarle la existencia?


— ¿Lo hacían?


Él pareció tan interesado en su pregunta que él se dio cuenta de que él  había tomado sus palabras en sentido literal.


— No, en realidad no — le aseguró— Nos quedamos solos siendo muy pequeños y supongo que algunas de nuestras travesuras eran un poco peligrosas, pero logramos sobrevivir.


— Con toda felicidad — dijo duramente.


— ¿Y cómo era vivir con Minato Namikaze? — preguntó él con aire despreocupado. Naruto encogió las piernas.


— A él también le gustaban las... travesuras — fue todo lo que dijo.


— ¿Estás satisfecho, Obito? — preguntó Sasuke, y cuando se volvió para servirse otro trozo de cerdo, Naruto vio la larga incisión en la parte interior de su muñeca. Se había abierto nuevamente y estaba sangrando.


Sasuke parecía no perder ni una sola de las miradas de ella.


— Me he golpeado con la cuerda del arco. Podéis curarme, si queréis — dijo, con tanta ansiedad, con tanta esperanza, que lo hizo reír.


Se levantó la falda, arrancó una larga tira de tela de su ropa interior y la mojó con agua de lluvia. Sasuke estaba sentado frente a él con las piernas cruzadas y el brazo extendido, mientras Naruto enjuagaba la sangre.


— Jamás sabréis cuánto me gusta veros sonreír — dijo él— Obito, no te subas a esas vigas. Toma el trapo de dentro del carcaj y limpia mi espada. Y ten cuidado de no dañar el filo. — Miró nuevamente a Naruto —  Es un honor que me sonriáis. No estoy seguro, pero no me parece que hayáis sonreído a muchos hombres.


— A muy pocos — fue todo lo que ella contestó.


El le levantó la mano, tomándola por la muñeca, y le besó la palma.


— Estoy empezando a pensar que sois tan angelical como parecéis. Obito os adora.


— Tengo la sensación de que Obito jamás ha estado con una desconocida. Creo que él adora a todo el mundo.


— No lo creo. — Le besó la mano nuevamente.


— ¡Ya basta! — Se alejó de él— Os tomáis demasiadas libertades con vuestros besos.


— Estoy portándome muy bien limitándome a besaros. Lo que me gustaría sería haceros el amor, ¡Obito! — le gritó a su hijo, quien en ese momento balanceaba la espada sobre su cabeza— . Te arrancaré el pellejo si se te ocurre golpear la espada contra algo.


A pesar de sí misma Naruto rió, mientras le devolvía a Sasuke su brazo perfectamente vendado.


— Creo que deberíais dejar a vuestro hijo en casa cuando pretendáis cortejar a alguien.


— Oh, no – Sonrió — Obito ha logrado más de lo que yo mismo hubiera podido en meses.


Con esta críptica afirmación, se levantó para arrancar de las imprudentes manos del niño su querida espada.


 


Esa noche, los tres durmieron juntos nuevamente, Obito cómodamente instalado en medio de los dos. Naruto permaneció despierta mucho tiempo oyendo las respiraciones de Sasuke y Obito. Los últimos dos días habían sido muy extraños, muy distintos de cualquier cosa que ella hubiera experimentado antes. Era como un rayo de sol después de años de lluvias.


Cuando se despertó, estaba solo sobre la capa, muy bien envuelta en la manta escocesa. Sonrió, todavía somnoliento, y se encogió más entre las cubiertas, deseando por un momento poder quedarse mucho tiempo más en ese lugar, deseando que todos los días de su vida pudieran estar tan llenos de risas.


Se acostó de espaldas, se desperezó y echó una mirada por el pequeño refugio, para darse cuenta de que no había nadie allí. Sus sentidos se habían obnubilado un tanto en estos últimos días. Por lo general, dormía con un ojo abierto y los oídos atentos, pero de alguna manera, Sasuke y Obito habían logrado salir sin molestarlo. Prestó atención a algún sonido que pudiera delatar la presencia de ellos y sonrió cuando escuchó suaves pisadas no muy lejos de la cabaña.


Cautelosamente, en silencio, dejó el refugio y se internó en el bosque. Una vez la espesura, bien oculta, escuchó los sonidos inconfundibles de Obito y Sasuke a su izquierda. Pero entonces, ¿quién merodeaba por la maleza un poco más adelante de donde ella se encontraba?


Usando todos sus años de experiencia escapando de los amigos de su hermano, se deslizó por el bosque sin ningún esfuerzo. Pasaron algunos minutos antes de que viera quién era el que trataba con tanto esfuerzo de acercarse a ellos.


Arrastrándose sobre su estómago, por momentos dejando su muy largo cuerpo inmóvil, .estaba sir Juugo, que movía la cabeza de un lado a otro para localizar el lugar donde Obito y Sasuke se encontraban.


Sin otro sonido que el de su respiración, Naruto se arrastró hasta ponerse junto a sir Juugo. Se detuvo, se puso de pie y recogió una pequeña piedra, que apretó cerrando el puño. Deidara le había enseñado que aun cuando su puño fuera pequeño, podía transformarse en un arma peligrosa si sujetaba algún objeto pesado. Con la roca en una de sus manos, se inclinó y le quitó a sir Juugo la daga que llevaba en la cintura.


El gigante se puso de pie instantáneamente, con un solo movimiento.


— ¡Lady Naruto! — jadeó.


Naruto dio un paso atrás para poner alguna distancia entre ella y el hombre.


— ¿Por qué nos seguís? ¿Habéis traicionado a vuestro amo y ahora venís a acabar con él?


La cicatriz del rostro de sir Juugo se puso lívida, pero el hombre no respondió. En vez de ello, volvió la cabeza en dirección a Sasuke y emitió un prolongado silbido.


Naruto sabía que Sasuke respondería a la llamada, que era una señal entre ellos. Si sir Juugo podía llamar libremente a su amo, entonces Sasuke debía de conocer la razón por la cual el gigante actuaba como lo hacía.


Casi de inmediato apareció Sasuke, solo, con la espada en la mano.


— La dama desea saber si estoy aquí para matarte — dijo sir Juugo solemnemente.


Sasuke miró a uno y otro.


— ¿Cómo ha hecho para encontrarte? — Los ojos de sir Juugo no se apartaban del rostro de Naruto. Parecía molesto y al mismo tiempo lo miraba con admiración.


— No la he oído aproximarse — Los ojos de Sasuke centellearon.


— Devolvedle la daga, Naruto. No hay ninguna duda acerca de la lealtad de Juugo.


Naruto no cambió de posición. Todavía mantenía apretada la piedra en su mano, y ésta, escondida entre los pliegues de su falda, y al mismo tiempo observaba el pie finamente calzado de sir Juugo, apoyado sobre una roca plana.


Los pies eran puntos vulnerables, incluso para los hombres más fuertes.


— ¿Dónde están vuestros hombres? — le preguntó ella a Sasuke, sin dejar de mirar a sir Juugo.


— Veréis... Naruto — comenzó él— . Yo pensé que tal vez...


Por los ligeros cambios de expresión en el rostro de sir Juugo, Naruto supo que todo lo que había ocurrido lo había ideado Sasuke Uchiha.


— ¡Hablad! — ordenó.


— Estamos en la comarca de los MacArran y yo sabía que estaríamos a salvo, de manera que decidí hacer el camino a pie, con vos y Obito. En ningún momento hemos estado en peligro.


Se volvió hacia él, pero no perdió de vista a sir Juugo.


— Esto ha sido todo un truco — dijo sin emoción— Vos mentisteis cuando dijisteis que vuestros hombres habían desaparecido. Mentisteis cuando dijisteis que estábamos en peligro. Habéis hecho todo esto para estar a solas conmigo.


— Naruto — trató de tranquilizarlo – Estamos rodeados de gente. Pensé que tal vez si estábamos solos un tiempo podríais llegar a conocerme mejor. Y Obito...


— ¡No profanéis el nombre de ese niño! El no tiene nada que ver en este horrible complot de vuestras mercedes.


— No ha sido un complot — dijo él, con ojos suplicantes.


— ¿Y qué me decís del peligro? Vos habéis arriesgado mi vida y la de vuestro hijo. Estos bosques están llenos de hombres malvados. — Sasuke sonrió comprensivamente.


— Cierto, pero esos hombres malvados resudan ser mis parientes políticos. Estoy seguro de que incluso en estos momentos estamos rodeados de MacArrans.


— No he podido detectar a nadie, con la excepción de este inmenso jabalí.


Sir Juugo, a su lado, se puso rígido.


— No hay ningún daño que lamentar. — Sasuke le sonrió —  Dadme la daga, Naruto.


— No hay daños salvo las mentiras que se le han dicho a una mujer — le replicó.


Instantes después, todo pareció ocurrir de repente. Ella se lanzó contra Sasuke con la daga. Sir Juugo la golpeó en la mano y consiguió que Naruto la soltara, y mientras el pequeño cuchillo caía, ella le dio un terrible taconazo en el pie izquierdo a sir Juugo. Sasuke, mientras se volvía para mirar atónito a sir Juugo, que rugía de dolor, no vio el puño de Naruto, quien aún escondía la piedra, cuando se estrelló contra su estómago. Con grandes demostraciones de dolor. Sasuke se dobló en dos.


Naruto dio un paso atrás, mirando cómo sir Juugo se sentaba y trataba de quitarse la bota, su cara una mueca de dolor. Sasuke parecía a punto de vomitar la cena en cualquier momento.


— Bien hecho — le llegó una voz a sus espaldas. Ella giró rápidamente y se topó con el rostro magnífico de una hermosa mujer, de cabellos negros y ojos azules, y tan alta como Naruto, lo cual era extraño. Un gran perro la acompañaba.


— Esto debería enseñarte. Sasuke — continuó— que no a todas la mujeres les gusta ser utilizadas para los caprichos de los hombres.


Los ojos de Naruto se agrandaron al ver que varios hombres comenzaban a descolgarse de los árboles y que desde la dirección donde se encontraba la cabaña se aproximaba un hombre mayor con Obito de la mano.


— Lady Naruto Namikaze — dijo la mujer— , yo soy Bronwyn MacArran, del clan de los MacArran, y cuñada de este joven intrigante.


Sasuke comenzaba a recuperarse.


— Bronwyn, qué bueno verte otra vez.


— Tam — dijo Bronwyn al hombre mayor— Revisa el pie de sir Juugo. ¿Se lo habéis roto?


— Probablemente — contestó Naruto— Todas las veces que lo he hecho antes he descubierto que lograba romper fácilmente los dedos más pequeños del pie.


Bronwyn le dirigió una mirada casi de admiración.


— Estos son mis hombres: Douglas — a medida que los iba nombrando, ellos daban un paso al frente e inclinaban la cabeza ante lady Naruto— , Alex, Jari y Francis.


Naruto midió con la mirada a cada uno de los hombres. No le gustaba verse rodeada por ellos, y cambió de posición para no tener más a sir Juugo a sus espaldas. En la situación en que estaba, se sentía como si estuviera encerrada en una pequeña celda de piedra.


Sasuke, frotándose el estómago, notó el movimiento y se acercó a Naruto, y cuando Tam dio un paso adelante. Sasuke le puso la mano sobre el brazo, en un gesto de advertencia. Un tanto confundido, Tam soltó a Obito y se alejó unos pasos de Naruto, notando que los ojos de ella se mantenían atentos, vigilantes.


— ¿Y dónde está mi inútil hermano? — le preguntó Sasuke a Bronwyn, quien miraba tranquilamente la escena que se desarrollaba frente a ella.


— Está patrullando la frontera norte, pero espero que se reúna con nosotros antes de que lleguemos a Larenston.


Sasuke tomó a Naruto del brazo y se lo apretó cuando trató de zafarse.


— Bronwyn tiene una criatura — dijo en voz alta. Y luego, en un susurro, agregó— Estáis a salvo. Manteneos cerca de mí.


Naruto lo miró queriéndole decir que no se consideraba más seguro por estar con él, pero no se movió de su lado. Los hombres de Bronwyn estaban curiosamente vestidos, con las rodillas al aire, los cabellos por los hombros y espadas muy anchas sujetas a la cintura.


Bronwyn sentía que había algo más en todo esto, aparte del truco infantil que Sasuke le había jugado a Naruto, pero no tenía idea de cómo eran las cosas en realidad. Tal vez cuando regresaran a Larenston podría averiguar qué era toda esa tensión que se sentía en el ambiente.


— ¿Nos vamos?


Naruto permaneció en su sitio, sin moverse hasta que los hombres de Bronwyn estuvieron frente a ella. Tuvieron que caminar un trecho hasta donde habían dejado ocultos los caballos, y los hombres formaban un grupo silencioso. Sir Juugo les seguía el paso con dificultad, apoyado en una gruesa rama.


— Yo quiero cabalgar detrás de los hombres — dijo Naruto, con el mentón muy erguido.


El comenzó a protestar pero se contuvo, murmuró algo a Bronwyn, y, a una seña de ella, los escoceses y sir Juugo pasaron adelante, con Obito montado junto a Tam.


— Naruto — comenzó Sasuke desde un caballo a su lado—  Los hombres de Bronwyn no os van a hacer ningún daño. No hay razón. No hay razón para que los temáis.


Este lo miró desafiante.


— ¿Debo creer en vuestra palabra? ¿La palabra de alguien que me ha mentido? ¿La palabra de alguien que pertenece a una familia que está en guerra con la mía?


Sasuke lanzó una resignada mirada hacia el cielo.


— Tal vez he hecho mal en engañaros de esta forma, pero si os hubiera pedido que pasáramos unos días juntos en el bosque divirtiéndonos con Obito, ¿qué hubierais respondido?


Él miró hacia otro lado.


— Naruto, debéis admitir que os habéis divertido. En el bosque, por unas cuantas horas, no habéis tenido miedo de los hombres.


— Yo jamás tengo miedo de los hombres — replicó ella— Simplemente he aprendido a ser cautelosa.


— Vuestra cautela domina toda vuestra vida — dijo él tozudamente— .Miradnos ahora mismo, tragando el polvo que ellos levantan porque si vos no los tenéis a la vista pensáis que os van a atacar.


— He aprendido... — comenzó ella.


— ¡Sólo habéis aprendido la parte mala de la vida! No todos los hombres son como Minato Namikaze o Dounzu. Mientras estemos aquí, en Escocia, vais a aprender que existen hombres dignos de confianza. ¡No! — lo pensó mejor, clavándole la vista— . Vais a aprender que yo soy digno de confianza. — Con esto, espoleó a su caballo y se situó junto a sir Juugo, dejándola solo.


Bronwyn se volvió para observar a Naruto e hizo girar a su caballo para cabalgar a su lado. Formaba una pareja sorprendente: Naruto, con sus delicados rasgos de rubio; Bronwyn, con los suyos bien marcados de morena.


— ¿Una pelea de amantes? — le preguntó Bronwyn, observando su rostro.


— No somos amantes — dijo Naruto fríamente. Al oír esto, Bronwyn levantó una ceja, pensando qué debía de ser la primera vez que Sasuke pasaba algún tiempo con una mujer sin llegar a poseerla.


— ¿Y cómo es que una Namikaze cabalga con un Uchiha? — inquirió en el mismo tono que Naruto había usado con ella.


Naruto le dirigió a Bronwyn una mirada áspera.


— Si tenéis pensado soltar veneno contra mi hermano Deidara, pensadlo dos veces.


Bronwyn y Naruto se miraron fijamente durante unos instantes y después —  mientras varios mensajes no verbales fueron de uno a otra—  Bronwyn hizo un pequeño gesto con la cabeza y se alejó con su caballo, dejando sola a Naruto.


— ¿Ya habéis enfurecido a Bronwyn? — le preguntó Sasuke, acercándosele nuevamente.


— ¿Es que tengo que escuchar todo tipo de maldades contra mi propio hermano? Esa mujer le juró a Deidara que se casarla con él y después no cumplió con su palabra. Como resultado de ello...


— Como resultado de ello Deidara Namikaze atacó a mi hermano por la espalda —  interrumpió Sasuke. Hizo una pausa y se acercó al caballo de ella, para tomarla de la mano— Dadnos una oportunidad, Naruto — le dijo suavemente, con ojos implorantes—  Todo lo que pido es que nos deis a todos nosotros el tiempo necesario para demostraros que somos dignos de confianza—  Antes de que Naruto pudiera responder, llegó a ellos el sonido de cascos de caballos. De inmediato todos los hombres desenvainaron sus espadas y, antes de que ella pudiera protestar, los escoceses de Bronwyn habían formado un círculo, encerrando en él a las dos mujeres. Sasuke acercó más su caballo hacia Naruto.


— Es ese idiota del marido mío — dijo Bronwyn, y su tono de alegría no tenía nada que ver con sus desagradables palabras.


Cinco hombres se detuvieron frente a ellos, y su líder era un hombre alto, de cabellos de un rubio oscuro y largos hasta los hombros, un hombre de muy buen aspecto, que obviamente se divertía con las palabras de enojo que le lanzaba su mujer.


— Te estás poniendo viejo, Tam — dijo el hombre rubio perezosamente, reclinándose en su montura.


Tam sólo emitió un gruñido y volvió a envainar su espada.


— Maldición, Shisui — masculló Bronwyn—  ¿Por qué tenías que bajar el acantilado de esa forma? ¿Y por qué no has mandado avisar que te acercabas?


Lentamente, él desmontó y le dio las riendas de su caballo a uno de los hombres que habían llegado con él, mientras se encaminaba hacia donde se encontraba su esposa. Distraídamente, le puso una mano en los tobillos y la empezó a acariciar hacia arriba.


Bronwyn le soltó una patada.


— ¡Suéltame ya! — le exigió—  Tengo cosas más importantes que hacer que jugar contigo.


Con la rapidez del rayo, Shisui la agarró por la cintura y la desmontó.


— ¿Te ha preocupado verme bajar el acantilado tan velozmente? — murmuró, apretándola contra sí.


— ¡Tam! — jadeó Bronwyn, tratando de soltarse.


— Nadie necesita mi ayuda — respondió Tam.


— Pero yo ayudaré con mucho gusto — dijo Sasuke tranquilamente.


Shisui soltó a su mujer precipitadamente.


— Sasuke — masculló y, una vez que su hermano hubo desmontado, lo abrazó con fuerza— .¿Cuándo has llegado? ¿Qué haces en Escocia? Pensé que estarlas con el tío Madara; ¿y qué es esa historia que he escuchado, según la cual el tío Madara quiere tu cabeza en bandeja de plata?


Sasuke sonrió levemente y se encogió de hombros. Shisui hizo una mueca, pues sabía que su hermano no le diría nada. Sasuke era tan discreto que a veces se tornaba insoportable.


— Sasuke ha traído a Naruto Namikaze –dijo Bronwyn inexpresivamente.


Shisui se volvió hacia donde se encontraban los hombres, buscándola con los ojos. Para esos rasgos tan suaves, parecía muy rígido, sentad demasiado erguid en la montura. Shisui comenzó a acercársele, pero Sasuke lo sujetó de un brazo.


— No lo toques — explicó Sasuke con tranquilidad, acercándose también hacia Naruto.


Después de un segundo de sorpresa, Shisui gruñó. El entendía muy bien los celos; pero jamás había visto a su hermano así.


Cuando Sasuke alzó sus brazos hacia Naruto y ella se echó hacia atrás, le dijo:


— Shisui no os va a hacer ningún daño, y espera de vos la misma cortesía. —  Había un leve destello en sus ojos.


Naruto no pudo evitar sonreír levemente cuando miró a sir Juugo, en cuyo rostro se leía lo que pensaba de él: que era un monstruo y una bruja.


Tuvieron que esperar para hacer las presentaciones con Shisui porque Obito, que se había quedado dormido en brazos de Tam, acababa de despertarse y se arrojaba a los brazos de su amado tío. Shisui alzó a Obito con un brazo, mientras extendía su otra mano hacia Naruto.


Naruto seguía muy rígida y no le tomó la mano.


Sasuke le dirigió a su hermano una mirada de advertencia, y Shisui, comprensivamente, bajó la mano.


— Sois bienvenida a nuestra casa — dijo Shisui.


— Soy una Namikaze.


— Y yo un Uchiha y — miró hacia Bronwyn— un MacArran. Y sois bienvenida. ¿Caminamos por el acantilado? Es muy empinado y a veces causa pavor.


— No tengo problemas en cabalgar — dijo Naruto simplemente.


Sasuke la tomó del brazo y le besó los dedos.


— Por supuesto que no los tenéis. Mi tonto hermano sólo está buscando una excusa para poder hablar con vos.


— ¡Tío Shisui! — gritó Obito. Había estado tratando de controlarse hasta que los mayores terminaran de hablar— Lady Naruto golpeó a papá y dejó cojo a sir Juugo, y dormimos en el bosque sin ninguna tienda. — Le sonrió a Naruto, quien a su vez le lanzó un beso.


— ¿Que ha dejado cojo a sir Juugo? — rió Shisui— . No lo puedo creer.


— Lady Naruto Namikaze le ha roto a sir Juugo los dedos de los pies — explicó Bronwyn fríamente. Shisui miró seriamente a su mujer.


— No creo que me guste tu tono. — Sasuke habló rápidamente, para distraer a su hermano.


— ¿Cómo están los MacGregor?


Lo que siguió fue una explicación y una discusión entre Shisui y Bronwyn, en la que ambos hablaban del clan que había sido el enemigo de los MacArran durante siglos, hasta pocos meses atrás, cuando habían acordado una tregua.


Davy, el hermano de Bronwyn, se había casado con una de las hijas de los MacGregor.


Mientras hablaban, caminaban por el traicionero sendero del acantilado. A un lado tenían una alta pared rocosa, y al otro, un precipicio sin fondo. Naruto iba muy cerca de Sasuke, junto a Shisui, Bronwyn delante de ellos, y escuchaba con interés al matrimonio. Shisui y Bronwyn discutían acaloradamente, pero sin animosidad. Los hombres que los seguían mantenían sus propias conversaciones, por lo que, obviamente, este tipo de duelo verbal no constituía ninguna novedad para ellos. Bronwyn se burlaba de Shisui, lo insultaba, y Shisui simplemente le sonreía, diciéndole que sus ideas eran ridículas. En cualquiera de las parejas que Naruto conocía, el esposo le hubiera puesto un ojo negro a la esposa si la mujer hubiera osado decir la mitad de las cosas que Bronwyn había expresado.


Naruto miró a Sasuke y vio que éste sonreía indulgentemente al escuchar a Shisui y a su cuñada. Obito comenzó a participar en la discusión, poniéndose de parte de Bronwyn y corriendo a agarrarse de su mano.


— Es hijo tuyo — rió Shisui, mirando a su hermano.


Como Shisui estaba mirando hacia el lado de Sasuke, hacia la pared rocosa, pudo ver las rocas que comenzaban a desprenderse y que iban a caer inexorablemente sobre Naruto. Con todos sus instintos aguzados, se abalanzó sobre él. Ambos se estrellaron contra el muro de rocas, mientras el cuerpo corpulento de Shisui se apretaba contra el de Naruto, aplastándola, mientras las rocas caían por detrás de ellos.


Naruto también reaccionó sin pensar. Durante algunos momentos había bajado la guardia, pero al estar rodeada de hombres por todas partes, no lograba calmarse del todo. Sus sentidos no captaron la razón por la que Shisui se había lanzado contra él. Solamente supo que otra vez la estaba amenazando un hombre, Entró en pánico. Emitió un grito tan desgarrador que asustó incluso a los caballos. Y no se detuvo ahí, sino que empezó a forcejear y a luchar como un animal enjaulado.


Shisui, atónito ante su reacción, trató de sujetarla por los hombros.


— Naruto — le gritó, mirando su rostro aterrorizado.


Sasuke había sido alcanzado por algunas rocas en los hombros y la espalda; y había caído de rodillas. No bien escuchó los gritos de Naruto, corrió hacia él.


— ¡Maldición! — aulló a su hermano— . Te he dicho que no la tocaras. — De un empujón apartó a Shisui, y trató de atrapar a Naruto.


— ¡Tranquila! — le ordenó.


Naruto todavía estaba fuera de sí y comenzó a arañar a Sasuke para librarse de él. El lo agarró por los hombros y lo sacudió enérgicamente.


— Naruto — dijo pacientemente—  Estáis a salvo. ¿Me oís? A salvo. — Tuvo que sacudirlo nuevamente para que volviera sus ojos hacia él, unos ojos como nunca antes había visto Sasuke, asustados, aterrorizados, indefensos. Se miraron por un momento y Sasuke usó toda su fuerza de carácter para calmarla.


— Estáis a salvo, mi amor. Siempre estaréis a salvo conmigo.


El cuerpo de Naruto comenzó a temblar y él la tomó en sus brazos, lo mantuvo apretada contra él, acariciándole el cabello. Miró a Shisui, que permanecía junto a ellos, y le dijo:


— Déjanos un caballo. Os seguiremos en un momento.


Naruto casi no notó la procesión que desfiló junto a ellos, silenciosa como si estuvieran en algún funeral. El miedo lo había debilitado, y todo lo que podía hacer era apoyarse en Sasuke buscando protección, mientras él le acariciaba las mejillas, el cuello, los brazos. Después de unos cuantos minutos, se apartó de él.


— Me he portado como una idiota — dijo con tanta desesperación que Sasuke le sonrió.


— Shisui no comprendió cuando le dije que no os tocara. Estoy seguro de que pensó que estaba celoso.


— ¿No sois celoso? — preguntó ella, alejándose, tratando de cambiar de tema.


— Tal vez. Pero vuestros miedos son más importantes que mis celos.


— Mis miedos, como vos los llamáis, no os incumben. — Se apartó completamente de él.


— Naruto — su voz era suplicante, baja— No guardéis todo esto dentro de vos. Ya os he dicho que sé escuchar. Decidme qué ha sido lo que os ha asustado tanto.


Naruto se apoyó en la pared rocosa que tenía a sus espaldas. La masa sólida la hacia sentir bien, le daba una sensación de realidad.


— ¿Por qué habéis mandado que los otros nos dejaran atrás?


Un destello de ira cruzó los ojos de él.


— Para no tener testigos cuando os ultrajara. ¿Por qué otra razón? — Cuando vio que él no estaba muy seguro de su sarcasmo, movió los brazos con desesperación —  Venid, vamos a Larenston. — Le aferró el brazo con mucha fuerza —  ¿Sabéis lo que necesitáis, Naruto? Necesitáis que alguien os haga el amor, para que podáis comprobar que vuestro miedo es mucho peor que la realidad.


— Nunca me han faltado voluntarios para la tarea — siseó.


— Por lo que puedo apreciar, no habéis conocido más que violadores, no amantes.


Momentos después la arrojaba sobre la montura y subía él mismo a la grupa del caballo.


 


Continuará…

 


Lo he revisado, aunque puede que se me pase algo.  Sin embargo, necesito terminar este fic para seguir con el otro.  Así que en unos cuantos días estará listo.


Gracias por sus comentarios.


Shio Zhang.

Notas finales:

Espero comentarios, es el primer fic que m,e sale así de expedito.


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