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un nuevo cuento de hadas por Fallon Kristerson

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Notas del capitulo:

Err, el tercer capítulo me quedó un poco (muy) corto, n.n La verdad es que no se me ocurrió ningún título decente para este capi, aún así espero que les agrade y que no les de ninguna clase de trauma durante su lectura ^^

Capítulo 3: Lindo Gatito

Encantado o no, un castillo siempre es interesante.

Jiroh no lo notó a causa de que sus ojos estaban cerrados y Atobe se apiadó de su hermanito, por lo que no dijo ningún comentario. Shishido tuvo que hacer un gran esfuerzo para no burlarse del príncipe (se lo había prometido a Chotaro). Taki no se esforzó: toda la mañana se la pasó cerca del pelicereza, burlándose de las ojeras de este. De no haber estado tan cansado, Gakuto le habría respondido con un par de verdades hirientes, pero como no era el caso, se conformó con bombardearlo con su pan del desayuno.

Nadie le preguntó por qué andaba tan cansado, era casi obvio. Para empezar, no acostumbraba dormir en el suelo, y no, la alfombra no era cómoda. Al menos no para el príncipe Gakuto. Y segundo, no quería dormir. No, sí quería, solo que no se atrevía a pegar el ojo, estando solo en la misma habitación con el dragón.

Gakuto presentía que ya aquel primer día iba a ser largo. Y no se equivocó. A penas lo había dejado el bufón en paz, lo atacó su nuevo amo.

-Mira nada más, justo iba a ir al dormitorio a buscarte- dijo sonriente el dragón al chocar con el príncipe en uno de los pasillos.

-En otras palabras, tengo pésima suerte-le contestó el más pequeño con cara de mal genio. -¿Qué quieres?-

-¿Y ese humor?-

-Hazte el que no sabe nada-le soltó el pelicereza haciendo ademanes de querer alejarse de aquel lugar, tratando de pasar por el costado del mayor. Sin embargo este le cerró el camino acorralándolo contra la pared.

-¿A dónde crees que vas?-

-No te interesa-

-Si no me interesara no me molestaría en preguntar-

-Idiota, solo di qué quieres-

-Quiero un paseo por el castillo. Debido que es la primera vez que estoy aquí, necesito que alguien me muestre donde está todo y, ¿quién mejor que mi gatito?- ronroneó cerca del oído del otro.

-Tu… ¿¡gatito!?-

-Ya te lo he dicho ayer, pareces un lindo gatito…-

-Y yo te dije que te…- antes de que pudiera seguir, el dragón ya lo había tomado de la mano y se lo llevaba prácticamente a rastras. -¿¡Qué crees que haces!? ¡Detente!

-Vamos, quiero mi paseo- el peliazul se quedó parado y miró hacia Gakuto. -¿Y bien?

-¿Cómo que y bien?-

-¿Qué me vas a mostrar primero?- preguntó el nuevo residente del castillo con un tono sumamente seductor y con una gran sonrisa. -¿Por qué te sonrojas?

-No te voy a mostrar nada-murmuró apenado el menor.

-¿Qué tal si te obligo?-

-¿Cómo?-

-Soy una maldita bestia del infierno, ¿lo olvidaste?- explicó Yuushi acercándose otra vez al menor.

-¡Comencemos por el primer piso!- gritó casi histérico el pelicereza, siendo ahora quien jalaba al otro (y llamando la atención de todo aquel que se encontraba cerca).


-Te odio- murmuró molesto el príncipe. Se encontraban los dos en uno de los jardines reales, sentados bajo un manzano. Era el segundo día que el dragón vivía en el castillo y el pelicereza ya le había mostrado todo lo que había dentro de él. Esa misma mañana, el peliazul le informó a su gatito que siguiente tocaban los alrededores, es decir, el lugar en el que alguna vez habían sido construidos los establos, la herrería, los huertos y campos de cultivo, etc.

-Vaya que eres mentiroso- el peliazul se le acercó y agregó de forma seductora –Admite que te gustó…-

-Te odio, por tu culpa ahora estoy mareado- el mayor solo sonrió, aunque estaba un poco decepcionado por el hecho de que nadie los hubiera visto, al menos los jardineros que también estaban en ese jardín no lo demostraban.

Se recostó contra el tronco del árbol, y cerró los ojos ignorando las declaraciones de odio del más pequeño, tratando de recordar los sentimientos de minutos antes. Percibir ese vértigo en el estómago, esas increíbles sensaciones como el tener el viento en la cara, el fuego subirle por la garganta y el oír las protestas del príncipe. Le encantaba.

El volver a su forma original y alzar el vuelo con Gakuto en su espalda fue tan fácil que lo volvería a repetir pronto, solo que la próxima vez desoiría los pataleos de su pasajeros involuntario y se tomaría su tiempo para volar más lejos.

-Idiota- volvió a decir el mareado. –Debí darte un mapa en vez de darte tu estúpido paseíto…-

-Los mapas son estúpidos, son cosa de humanos- le cortó el de cabellos azules.

-Tú también ahora eres uno…-

-Te equivocas- musitó un Yuushi ausente.

-¿Cómo?-

-Solo aparento serlo exteriormente- aquello captó la atención del príncipe, quien acometió contra la manzana que acababa de encontrarse junto a donde se encontraba sentado.

-¿A qué te refieres?-Yuushi se sintió satisfecho, en especial por la cara de curiosidad del hermano menor del rey.

-¿Cómo sabes que por adentro no sigo siendo dragón?-

-¿Eh?-

-Tú solo puedes ver mi exterior, sin embargo, por adentro sigo siendo un dragón-

-No te creo, eso es imposible- el más pequeño volvió a morder la manzana. –No puedes seguir siendo dragón por dentro-

-¿Y por qué no?-

-Porque… No lo sé, simplemente no puede ser posible- afirmó el príncipe, a lo que el otro se rió.

-Te repito que te equivocas- murmuró.

-No- lo contradijo terco el príncipe.

-Por dentro sigo siendo un dragón…-

-Pruébalo-lo interrumpió el menor, sintiendo un tic nervioso al abrir el peliazul los ojos y mirarlo seriamente. Ambos pares de zafiros se cruzaron, causándole a Gakuto otro estremecimiento. El mayor sabía a la perfección, cuales eran los efectos que causaba su mirada en los humanos.

-¿Seguro?-

-No puedes, ¿verdad?- retó mordaz el pelicereza.

-Créeme que tengo muchas maneras de hacerlo- aseguró el otro mientras que se incorporaba y se acercaba otra vez al más chico, o más bien, a su cuello.

Sopló tres veces, dejando que su aliento caliente chocara contra la pálida piel del adolecente, quien de inmediato lo alejó con un fuerte empujón.

-¿¡Pero que diablos haces!?- chilló muy molesto el gatito, para luego tirarle lo que quedaba de la manzana.

-Demostrarte lo que afirmo- respondió tranquilamente el dragón tras esquivar sin problema alguno la fruta. -¿Qué acaso no sentiste nada?-

-¿Qué me asabas el cuello? ¡Pues sí!-

-¿Y no me vas a preguntar por qué?- el príncipe lo meditó por unos segundos y luego sonrió maliciosamente.

-Es lo que tú quisieras, ¿verdad? – río divertido. –Pues no, no te lo voy a preguntar. Si me llegase a interesar de verdad, buscaré la información en algún estúpido libro- miró con desdeño al peliazul y luego se levantó y se volvió otra vez al castillo.

El dragón se quedó mirándole hasta que desapareció tras las puertas del castillo, mientras que se preguntaba si de verdad hubiera estado dispuesto a revelarle tal cosa sobre sí mismo a Gakuto. Y si era el caso… "Tendré que tomar cartas en el asunto, o acabaré encariñándome con el niño".

"No puedo permitirme tal cosa…"

Notas finales:

¡Lo reviews hacen de este mundo algo mejor! (la verdad no, pero me harían muy feliz...) :3


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