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un nuevo cuento de hadas por Fallon Kristerson

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Notas del capitulo:

No, no olvidé este fic! òwó (en realidad sí, gomen! TT3TT) Así que, después de mil años, el octavo capi de mi cuento de hadas :D espero que les guste, nos leemos abajo XD

Capítulo 8: Sorpresa de primavera

Hasta un dragón se puede llevar alguna que otra sorpesa...

-¿¡Que quieres que haga QUÉ!

-Lo que oíste.

-¡NO!

-No pregunté si quieres.

-¡Estás loco! No lo voy...

-Gakuto-, cortó el gran Ore-sama con tono severo la frase de protesta de su hermano menor. Este infló ofendido los cachetes.

-¡Pero siempre he ido a los torneos de primavera! ¡No entiendo por qué deba quedarme este año!

-Bien simple: si te llevo, tendré que llevar conmigo al dragón y no voy a correr ese riesgo.

-Esa es la peor excusa que he oído en mi vida. ¿¡Esperas que me quede prácticamente solo con un dragón salvaje!

-No, he decidido que Taki se quedará contigo-, respondió rápidamente el monarca, sabiendo que el pelicereza no se vería contento de quedarse junto con el bufón.

-Vaya, al menos tendré compañía en el estómago del animal...

-Gakuto.

-¿Qué?

-Cállate.

El príncipe le lanzó una mirada furiosa al rey, pero sin atreverse a responderle. Se sentía profundamente ofendido. Se había pasado todo un año entrenando para poder por fin superar a su eterno rival, el príncipe del reino Seigaku, el príncipe Eiji, solo para que al final su hermano le dijese que no podía ir por ser la mascota de un dragón invasor. Soltó un último bufido y murmuró un "está bien", que por cierto no sonó del todo convincente, para lugo salir de la habitación mientras murmuraba por lo bajo. Entró a su propia habitación y tiró furioso la puerta, llamando así la atención de cierto peliazul.

-¿Qué sucede cerecita?

-Y a ti que te import... ¿¡Cerecita!

-Sí, cerecita.

-¿¡Y quien te dijo que me puedes llamar así!

-No necesito pedirte permiso para nada.

El pelicereza soltó un gruñido, acercándose a su armario. Lo abrió y comenzó a rebuscar en él.

-No me has dicho que te sucede.

-¿Tengo que?

-Si yo lo digo, sí.

-Piérdete.

-¿No tendrá que ver por casualidad con el torneo de primavera al que no vas a asistir, o sí?

El menor se quedó helado en su sitio, dándose luego la vuelta con ademán peligroso. La mirada de triunfo que le dedicaba el dragón solo lo enojaba aún más.

-¿Qué... qué has dicho?

-Al parecer sí era eso-, contestó satisfecho el dragón.

-¡Eres un maldito!

-¿Por qué lo dices?

-Porque... porque... ¡Porque arruinas mi vida!

Lo que siguió fue silencio. El pelicereza realizó que lo que había dicho había sido todo un puchero digno de una adolecente engreída que se pelea con su madre. La sonrisa del dragón se agrandó, mostrando lo divertido que estaba y que planeaba hacer algo para divertirse aún más. Se acercó al príncipe, acorralándolo contra el armario abierto. El pelicereza soltó un respingo de sorpresa, tratando de huir de la penetrante mirada del mayor. Este solo atinó a acercarse más al rostro del príncipe, tanto que lo único que se le ocurrió a este fue saltar hacia atrás y meterse de espaldas en el gran armario. El dragón soltó una divertida risita y sin pensárselo dos veces lo persiguió, cerrando tras sí las puertas de madera. El príncipe se sorprendió, más por su propia reacción que por la del peliazul. Trató de patear al mayor, pero este esquivó fácilmente las patadas, agarrando las piernas del adolecente, separándolas y poniéndose entre ellas. Oyó como el príncipe soltaba una palabrota, riéndose otra vez. Buscó el rostro del chico en la oscuridad, descubriendo que se encontraba helado.

-¿Que sucede Gaku, le tienes miedo a la oscuridad?

-Maldito bastar...

No logró finalizar el insulto debido a unos hambrientos labios que se habían posado descaradamente sobre los suyos. Pataleó en un principio para librarse, pero luego dejó que el dragón prosiguiera, invadiendo su boca y su espacio personal. Soltó un quejido al sentir la cálida mano del peliazul colarse por sus ropas, sin embargo, el calor del dragón le gustaba demasiado, considerando el frío que aún hacía, estando ellos a mitad de enero. Cuando por fin volvió a necesitar oxígeno para sus pulmones, el dragón se separó del chico, susurrandole de manera sensual y provocativa en el oído.

-Varás cómo nos vamos a divertir cuando los demás se vayan, cerecita...

Y así, luego de un un mes y medio, a inicios de abril, un molesto príncipe pelicereza tuvo que observar como su hermano y toda su corte lo abandonaba en el castillo, dejandolo solo con el bufón y el dragón.

-¿Crees que sea buena idea?- preguntó un poco dudoso el noble favorito del rey, acurrucádose contra el pecho de este. Atobe solo suspiró mientras estiraba el brazo y cerraba la cortina de la ventana de la carroza.

-Ya te dije, Gakuto está más seguro con ese dragón que con cualquier otra persona-, dijo tratando de convencer al lirón.

Jiroh frunció el ceño, desconfiando un poco en la palabra de su amado. Normalmente este le hacía caso en todo, sin embargo, ahora se obsitnaba con dejar a su hermano en el castillo, sin importar cuanto insistiese el noble en que llevase al pelicereza. Alzó la cabeza y miró al rey, quien le devolvió la mirada, tratando de adivinar los pensamientos de su lirón.

-Genial, ¿¡ahora cómo se supone que voy a sobrevivir a esto!

El príncipe grunó molesto. El bufón lo miró divertido, pero no dijo nada. Conocía de sobremanera los humores del príncipe. Estaban los tres sentados a la mesa almorzando.

-Voy a matar a mi hermano por llevarse a todos consigo. ¿¡Qué le costaba dejar alguno que otro sirviente más que solo los cocineros!

-Déjame recordarte que fuiste tú quien hace tres años le dio la idea de llevar a todos para que los animaran en los torneos-, dijo molestando Haginosuke. El príncipe le dirigi¿o una mirada asesina al bufón y este solo se rió. El dragón se mantuvo en silencio, lo cual primero no le llamó mucho la atención al príncipe, pero luego este lo miró extrañado.

-¿Qué te pasa, bestia del infierno?

-Nada, ¿por qué la consideración?-, preguntón en tono pícaro el aludido, mientras que apoyaba su cabeza en su mano derecha y le dirigía al pelicereza una mirada que divagaba entre la malicia y la diversión.

-Nah, olvídalo.

-Déjame recordarte que no estás en posición de darme órdenes.

-Al diablo con mi posición-, gruñó el príncipe, aventando su tenedor y levantándose de la mesa, para acto seguido salir, por no decir "huír", del comedor.

Tiró molesto la puerta de su cuarto y se dirigió hacia su mesa y abrió uno de los cajones. Rebuscó impaciente en ellos, hasta encontrar una cadena, de la cual colgaba un emblema.

-¿Qué haces?

Aquella voz lo hizo sobresaltarse, dejando caer al suelo la joya, más que nada porque reconoció en el instante de quién se trataba. No se molestó en moverse, pues, antes de que pudiera hacer cualquier cosa, unas manos en su cintura le impedían ya cualquier escapatoria.

- ¡Suéltame! ¿¡Qué crees que estás haciendo! -, gruñó molesto el menor.

-Sujetarte-, fue la seca respuesta que recibió.

-Ah, no me digas-, le espetó con berrinche el príncipe. El mayor rió.

-No me has respondido, cerecita.

-Mi nombre es Gakuto.

-Dime, Gaku...-, musitó divertido el peliazul cerca del oído de su propiedad, alegrándose ante el estremecimiento que causó.

-N-nada que te interese...

-Si no me interesara, no preguntaría, Gaku.

-¡He dicho que na...!

El reclamo del príncipe murió de golpe al sentir este de pronto los labios ajenos sobre su cuello, avanzando torturosamente hacia abajo. Y entonces lo mordió. Sus dientes se sentían fríos y afilados. Un casi inaudible quejido escapó de la boca del más pequeño, cuyas manos se aferraron a los antebrazos del dragón. Este llevó sus manos más abajo y las coló bajo la camisa de Gakuto, para volver a subirlas por el pecho del pelicereza.

-Yuu...-, susurró apenas el adolescente.

-¿Qué sucede, Gaku? ¿Te gusta...?

Dejó la pregunta al aire mientras que volvia a clavarle los dientes al menor. Este soltó un pequeño gemido, maldiciéndose a la vez por ello. Sentía sus dedos entumecidos por la presión que ejercía su agarre sobre el brazo de Yuushi. Este soltó una risita, y con un movimiento rápido y brusco, jaló el ligero cuerpo de su gatito y lo tumbó sobre la alfombra. Su aliento chocó una vez más contra el pálido cuello del chico y luego le susurró en el oído.

-Te lo habría hecho en la cama, pero supongo que te has encariñado con la alfombra, ¿no?-, dijo en tono burlón, percatándose del fuerte color carmesí que se apoderó de las mejillas del pelicereza. Le arrancó te un solo tiro la camisa y volvió a bajar hacia el cuello de Gakuto. Fue entonces que oyó un leve murmulló por parte del chico.

-¿Qué cosa?

-Yu-Yuushi, no... en la cama, por favor...

"Ok, eso no lo ví venir"

Notas finales:

S.O.S! Le pongo lemmon, no le pongo? dejen su opinión xfas! . y si quieren lemmon... alguien me ayuda? XD No sé, tengo ganas de incluirlo, pero a la vez no XD asi que espero leer su opinión, onegai TT_TT nos leemos! ^3^


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