Capitulo 2: No esperes más
A la mañana siguiente, algo rozo mi mejilla, seguido de un beso, abrí lentamente los ojos, esperando encontrarme con alguna desconocida, como solía ocurrir.
La luz entraba tímidamente por la ventana iluminando su cabello y sus hermosos ojos violetas.
En ese instante, todos los recuerdos de la noche anterior llegaron uno a uno, todos agolpándose en mi aturdida mente.
-¿Deseas algo de desayunar?- pregunto sonriéndome.
-Claro
En ese momento, el me tomo de la mano, llevándome a una pequeña mesa, donde estaba todo preparado.
-Yo mismo lo hice, espero te guste
En ese instante, alguien toco la puerta con insistencia.
-¿Qué pasa?- pregunto Shuichi
-Es el conde Potmercy, recuerda que tenias una cita con el – dijo Tachi al otro lado de la puerta.
-Enseguida voy…- susurro bajando la cabeza – En un momento regreso… dijo alejándose.
En ese momento sabia que pasaría, el estaría con ese hombre, lo sabia de sobra, y aun así ¿Qué estaba haciendo? ¿Soportaría compartirlo siempre? No.
Salí sin despedirme de el, con la clara intención de no verlo jamás. No podría soportar la vida que el llevaba.
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Los días pasaban, y en mis ocasionales paseos, no podía evitar seguir el camino hacia su casa, no se si sabia lo que estaba haciendo, pero quería verlo, aun si estuviera con alguien mas.
No podía soportar el hecho de que mi presencia no fuera vital en su vida, no podría cambiar las cosas, siempre seria así, era una estúpida ilusión solamente, a pesar de ser difícil, pensé que lo mejor seria seguir con mi vida, como era antes de conocerlo.
Pero era tan difícil, nunca me imagine que el era tan importante en mi vida, hasta esa noche.
Esa noche acepte asistir a una fiesta de disfraces, con la clara intención de sacarlo de mi memoria, ya que, sin querer, todo lo que hiciera, me recordaba a el.
La noche era fría, yo estaba en el balcón viendo las estrellas, sostenía una copa en la mano, y mis ojos se perdían en la inmensidad de la noche.
-Yuki… ¿Tu aquí? – Gire mi cuerpo, y lo vi, ahí estaba el, con un hermoso vestido rojo, y un antifaz cubierto de lentejuela. – Que agradable coincidencia.
-…- yo no respondí, no sabia que decir.
Un largo e incomodo silencio se hizo, hasta que el hablo, con esa detestable pregunta que había girado en mi cabeza desde que deje de verlo.
-Yuki, ¿Por qué te fuiste? ¿Por qué me dejaste? – agacho la cabeza, parándose frente a mi.
-No podía soportarlo.
-¿Soportarlo? ¿Qué?
-¡Todo Shuichi! – lo tome de los hombros haciendo que alzara la cara, lo mire fijamente a los ojos, mientras unas lagrimas escapaban de ellos. -¡Que estuvieras con otros hombres! ¡Alguien que no fuera yo! ¡Eso Shuichi! ¡Me da rabia! Me da rabia cuando en las noches, quiero tenerte y por mi mente pasan miles de cosas, imaginarte, a ti, en los brazos de alguien mas, no puedo soportarlo…
-Yuki… - alzo los brazos rodeando mi cuello y acercando su rostro al mío, besándonos con desesperación. –Yo también te he extrañado.
Volví a atrapar sus labios con los míos, era tan dulce, tan cálido, no quería separarme de el nunca.
-Yuki, lo dejare, empecemos una nueva vida, huyamos, estoy harto de vivir así, por favor, Yuki, juntos…
-¿Es enserio Shuichi?
-Claro, jamás he dicho algo mas serio como esto.
-Partiremos mañana en la mañana.
-¿Mañana? ¿Por qué esperar? ¡Ahora!
Ese pequeño había cambiado mi vida, mi forma de ver las cosas, nunca había hecho algo como eso. Partimos a mi casa, donde vivía completamente solo, tomamos algunas joyas, dinero y partimos juntos, en busca de una nueva vida, lejos de todo el pasado.
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A la mañana siguiente, después de un largo trayecto, habíamos llegado, ¿A dónde? No lo se, habíamos preguntado en un pequeño poblado, donde podríamos instalarnos, he inmediatamente, nos vendieron una pequeña cabaña cerca del lago, cómoda, y lo mejor de todo, alejado de cualquier lugar donde hubiera gente.
-Llegamos…
-¡No puedo creerlo! ¡Todo! Es tan irreal, como si fuera un sueño.
-Pero esto no es un sueño – dije acercándome a el, levantando su barbilla y besando de nuevo sus dulces y apetecibles labios.
Lo único malo, es que Shuichi tenia razón, tan solo era un sueño, y como en todos los sueños, siempre tienes que despertar.
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Habían pasado unos meses, todos los días era una nueva sorpresa, estar junto a el, era la decisión más acertada de toda mi vida, incluso yo, sonreía, sonreía sinceramente, cosa que jamás creí volver a hacer.
Pero un día, al regresar de comprar algunas cosas, Shuichi no estaba, no regreso en la tarde, ni en la noche, ni en toda la semana.
Lo busque por todos lados, incluso regrese con Tachi para preguntarle por el paradero de Shuichi, pero el, no aparecía.
Pasaron los días, yo seguía buscándolo, con cada uno de sus anteriores amantes, muchos decían que no valía la pena, pero Shuichi, se había llevado mi vida, y mi felicidad, y no podía renunciar a el, no ahora.
Pensé en demasiadas cosas, que lo habían secuestrado, pero habían pasado demasiados días, que había tenido algún accidente, pero las peores noticias son las que primero se saben, o que quizás…
Me había abandonado.
Era lo más doloroso, pero lo más entendible hasta ese momento. Cada día, después de creer que me había abandonado, me martirice, pensando en todo lo que hice mal, o que quizás, solo había sido un juego para el, pero no, era real, lo que viví con el fue real, y nadie me lo quitaría del corazón, nunca.
Finalmente, no había mas que hacer, regrese a casa sin querer saber de absolutamente nada más, pero para mi desgracia, el marido de mi hermana estaba ahí.
-Eiri-san, que gusto verte.
-¿Qué quieres Tohma?
-¿Mal día Eiri-san?
-Qué te importa.
-No he venido a discutir contigo.
-Que bien, porque yo no pienso escucharte.
-Tu compromiso con Ayaka esta próximo.
-¿Próximo? Que yo recuerde, jamás dije que aceptaría.
-Tienes tan solo unos días para pensarlo Eiri, ella no puede esperar toda la vida.
-Espera – El tenia razón, yo no podía esperar a que Shuichi apareciera, antes de conocerlo, esos eran los planes de mis padres, pero ahora, tenia que seguir, lejos de el. – Podrá ser el mes próximo.
-¿Eiri? Pensé que serias imposible de convencer.
-Quisiera que te encargaras de todo, con lo único que aportare, será mi presencia. No quiero saber nada hasta ese día.
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