Desperté de mi ensueño, aún abrazado a tí. Mis manos descansaban sobre tu espalda y volví a sentir todas esas cosas. Sentí que eras el mismo. Poco a poco me separé de tí para mirrarte, interrogativo. Entendiste lo que quise demostrarte porque, sin pensarlo, me dijiste:
-Perdón, Kiminobu, de verdad. No sé por qué te golpée. De hecho, hoy hice cosas muy estúpidas. Sé que no merezco que me perdones pero, al menos, espero que entiendas. Quiero regresar, quiero volver a ser el mismo. Quiero dejar de ser un cobarde-
"¿Me dijo Kiminobu? ¡OH DIOS! Si, lo dijo y me está pidiendo perdón con cara de borrego abandonado. ¿Cómo decirle que no con esa carita?"
Moví mi cabeza de lado a lado como si eso pudiera alejar mis pensamientos. Los dos estabamos volviendo. Tuve que acceder, no me quedaba otra opción. Era lo que mi conciencia quería y tal vez... yo también.
-No te preocupes... Hisashi - dije, dudando - Me alegro de que hayas vuelto. Deberías ir a la enfermería y, además, Anzai te espera.
En ese momento fue que vi lo que, probablemente, más había extrañado en esos dos largos años: tu sonrisa. Pero tus palabras no tuvieron mucho que envidiarle.
-Gracias, Kiminobu. Tú siempre preocupándote por mí, hasta en momentos como este.
Te fuiste, dejándome solo en la duela. Creo que no fue una buena idea. Mi mente encontró el momento perfecto para molestarme:
"Y tú que pensabas que no iba a volver. Ya ves, te equivocaste, pero yo te lo dije. Esta vez no me ganas. Ese chico te puede y yo voy a lograr que lo entiendas"
Esto iba a estar interesante. La batalla volvía a comenzar.
Al otro día, fui al entrenamiento. Gracias a dios no se difundió la pelea y logramos que el equipo siguiera. De todos modos, no era difícil darse cuenta. La mitad de los chicos del equipo parecía que les había pasado una topadora por encima. Mientras nos preparábamos para la práctica, la puerta se abrió y apareciste, radiante. Te habías cortado el pelo y te habías sacado ese horrible barbijo. Sonreíste y con actitud felina te acercaste lentamente a la duela, saboreando cada paso. Tomaste un balón y realizaste un triple como si fuera la cosa más fácil del mundo. Todos te miraron asombrados y a los pocos segundos, Hana ya estaba haciendo bromas contigo.
Ese es el poder que tú tienes. Te haces querer y admirar. Eres cautivador.
"Qué bien le queda ese corte, ¿verdad? Y esa musculosa apretada, que marca todos sus músculos y curvas. Definitivamente no ha perdido la forma de su cuerpo. Y esos ojos azules que se ven tan seguros de nuevo, brillosos y felices. Y ese trasero que se ve tan firme...NO TE ESTOY ESCUCHANDO...y duro, que da comienzo a esas piernas torneadas...CALLATE...y esa espalda fuerte...LALALALALA...no seas infantil. Tú, tanto como yo, sabemos que lo deseas"
La pelea fue cortada por un grito a mi lado.
-¡KOGURE! ¿ME PUEDES CONTESTAR? - gritaba Takenori a mi lado.
-¿Eh? S-si, perdón. ¿Qué decías?
-Que por qué demonios está este tipo en el equipo - contestó el gori, bufando
-¡Ohhh!- exclamé comprendiendo- No me digas que estás celoso de nuevo jejeje
El rugido que lanzó se debió escuchar en todo el mundo. Yasuda se asustó tanto que se desmayó, el resto de los reservas corrieron espantados a refugiarse y los demás se alejaron unos metros. Para peor, Hisashi comprendió lo que pasaba y con una sonrisa de lado, le dijo:
-Akagi, nos volvemos a encontrar. Espero que no te sientas tan intimidado por mí como hace dos años.
Grave, grave error. El gori se puso rojo de rabia y empezó a sacar vapor de las orejas. Yasuda, que había despertado, volvió a desmayarse. El resto del equipo, se alejó unos metros más. La salvación llegó, misteriosamente, de manos de Hana, que dijo con burla:
-Goriii, ¿de verdad te intimida Mitsui?
Toda la ira contenida de Akagi se liberó con el coscorrón más violento que se llevó Hanamichi en su vida. Y él que se creía invencible. Entre Ryota y Rukawa se lo tuvieron que llevar con un super chichón humeante y estrellitas en los ojos. Akagi respiró hondo, tomó un balón y empezó a practicar.
Hisashi me miró, sonriendo y no pude más que reír ante la broma que le había gastado a Takenori. Esta vez, después de mucho tiempo, mi sonrisa fue sincera. La práctica siguió sin mayores sobresaltos. Luego nos dirigimos a las duchas. Abrí el agua y mientras me pasaba el shampoo, una voz a mi lado me llamó:
-Kiminobu, me prestas shampoo que yo no tengo jeje
Tranquilamente voltée para, amablemente, pasarle el shampoo a la persona que lo necesitaba pero nunca llegué a hacerlo. Mi mente tampoco tuvo demasiado tiempo de molestarme con sus perversiones, puesto que segundos después de ver a Hisashi totalmente desnudo a mi lado, me desmayé. Desperté en la enfermería y me di cuenta de que tenía un algodón en la nariz. Cuando razoné, entendí que había tenido una hemorragia nasal del demonio. Levanté un poco la cabeza y vi a Hisashi hablando con la enfermera.
-Pero, ¿él está bien?
-¡Ya se lo dije mil veces! Está perfectamente bien. Sólo tiene que ir a su casa y descansar. Deje de preguntármelo de una vez
-Perooo..¿entonces no tiene nada malo?
-Señor, es la misma pregunta formulada de otra forma...no lo voy a repetir
Sonreí. Te veías tan tierno, así preocupado. Estabas casi puchereando. Sentí que me moría de ternura. Ofuscado, caminaste hasta la camilla.
-Kiminobu, ¿estás bien? -me preguntaste mirándome serio.
-Si, Hisashi. Ha sido cansancio, nada más. No te preocupes tanto. Ahora iré a casa y descansaré bien.
-Ah no, nada de eso. Yo te acompaño y me quedo contigo, porque si te quedas solo, no te vas a cuidar nada y vas a recaer.
"Oh, te quiere acompañar a casa. Tal vez..podrías decirle que sólo tienes una cama y tendrán que compartirla y..cuando se duerma lo puedes tocar en donde quieras y sentir su piel suave y tersa y sus músculos tan sexys"
-Kiminobu, estás rojo. ¿Qué te pasa? ¡AMBULANCIA, AMBULANCIAAAA!
La enfermera llegó corriendo ante el grito del moreno. Cuando vio la escena, dejó correr una gota por su cabeza.
-Joven, me parece que es usted el que tiene que ir al hospital. El chico sólo está sonrojado...
-¿Sonrojado? ¿Por qué estás sonrojado, Kiminobu?
"Porque tengo ganas de comerte a besos y sentir tu cuerpo sobre el mío.."
-¿Sonrojado, yo? Debe ser algo que comí.
La enfermera sonrió y meneó la cabeza. Antes de irse murmuró: "Estos jovenes.."
-Ya ves, tendré que ir contigo y nada de peros. Te ayudo a levantarte y recoger tus cosas y nos vamos.
"Hoy vas a conocer mi verdadero poder"