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Era oscura por La_Oscura_Reina_Angel

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Capítulo 1



~Seis meses después~



James hablaba con Frank sobre los pequeños de ambos. Rabastan Lestrange tenía una reunión con Voldemort, y a insistencia de James y Frank, sus parejas habían accedido a dejarlos verse. Tanto Neville como Harry estaban jugando dentro de un corral, junto a la mesa donde sus padres comían. Después de un rato, fue James quien al fin mencionó el tema que ambos esquivaban.



-¿Cómo te va con Lestrange? ¿Te trata bien?



Frank miró a su alrededor casi con miedo.



-No lo sé. En privado me trata bien, y a mi hijo lo trata como a un pequeño príncipe. En cambio, frente a su hermano, su cuñada y los demás, me trata como lo que se supone que soy... su esclavo sexual. Me obliga a cumplir las normas y permanecer un paso atrás de él, y a callarme cuando ellos me molestan. A veces los manda a callar y a veces no hace nada, como si no los oyera molestarme.



-No te imagino quedándote callado cuando te molestan.



Sonrió James melancólicamente, recordando los años de colegio. Frank también sonrió con nostalgia.



-Cuando sabes que el que paga las consecuencias es tu hijo, aprendes a callar, por el bien de él.



James asintió.



-Sí, lo sé. Soy el amante del asesino de mi adorada Lily, te lo recuerdo. Pero mientras Harry esté bien y él se lo dé todo, me aguantaré.



Dijo James, Frank asintió, él lo entendía bien.



-¿Y cómo te trata él?



Preguntó Frank sin atreverse a decir el nombre de Voldemort. James asintió.



-Supongo que podría ser peor. No es cruel conmigo en el lecho y trata bien a mi hijo. Ningún mortífago osa meterse conmigo o mi pequeño, a sabiendas de que él planea convertirme en su consorte cuando me preñe, y que meterse conmigo es una sentencia de muerte por parte del mismo Lord Oscuro.



Dijo James.



-¡¿Qué?! ¡¿Preñar?! ¡Ese bastardo, ese maldito asesino...! ¿Pretende que tú le des un hijo?



James asintió con un escalofrío.



-Sí, y no sólo uno, sino todos los que se le antoje. Snape es quien está haciendo la poción de la fertilidad; dentro de tres meses me dará la Venus y tendré que darle un hijo.



Frank se levantó de su asiento y acercándose a James lo abrazó con fuerza.



-Oh, James, lo siento, lo siento tanto.



-No importa, podría ser peor, podría ser mucho peor, al menos puedo tener a Harry conmigo y aunque obligado a estar con él en todas las actividades, al menos nadie se mete conmigo.



Dijo James, limpiando las lágrimas traviesas que escurrían de sus ojos color chocolate.



-¿Cuándo nos metimos en semejante lío? - Preguntó Frank - ¿Cuándo despertamos semejantes deseos, en esos hombres? - James abrazó al más pequeño que él, que temblaba tratando de entender y contener el llanto.



-No lo sé, Frank. No lo sé. - Dijo James apesadumbrado - Pero por Neville y Harry debemos ser fuertes. Sabes que los niños Weasley están vivos. - Dijo James tratando de cambiar el tema.



-¿De verdad? - Preguntó Frank, con los ojitos brillantes. James asintió.



-Sí, los tengo yo. Tom... - Al ver la cara de extrañeza de Frank aclaró - Voldemort se llama Tom, él mismo me pidió... o mejor dicho, me ordenó que lo llamara por su verdadero nombre. Bueno, la cosa es que a cambio de... de mi cuerpo - James se estremeció, pues la verdad no podía evitar sentirse como un cualquiera - Él me dejó quedarme con mi hijo y los niños Weasley.



-¿Y dónde están?



-Pues a los gemelos, a Ron y a Ginny los dejé dormidos, y Percy, Bill y Charlie se quedaron velándolos, pero me traje a Harry porque estaba algo inquieto, parece que sabía que Neville vendría.



Sonrió James, sonrisa a la que Frank correspondió.



-¿Sabes algo de Sirius y Remus?



Preguntó Frank. James asintió.



-Un poco, no los he visto, pero Tom me dijo que Sirius fue entregado a Lucius, pues este lo pidió como parte de su botín de guerra, y Remus fue pedido por Severus.



Frank se estremeció.



-Sabes, siempre pensé que si perdíamos, moriríamos, nunca pensé que nos pasaría algo peor. Me siento como un gigoló, un cualquiera, un maldito puto cualquiera.



James le acarició la espalda solidariamente.



-Te entiendo. Y la verdad es que eso es lo que somos, ¿no estamos acaso dando nuestros cuerpos a cambio de algo?



- Bueno, al menos sólo estamos obligados a acostarnos con uno, y no con varios como les ha ocurrido a otros que fueron a parar a prostíbulos.



-Gran consuelo.



Ironizó James.



-Y tenemos con nosotros a nuestros hijos.



-Sí, eso sí es un consuelo.



Aceptó James con una sonrisa tristona.



-¿Cuándo perdimos el derecho a amar?



Preguntó Frank.



-Cuando ellos jugaron bien sus cartas y no lo arrebataron.



Respondió James. En ese momento la puerta del balconcito se abrió dando paso al Lord Oscuro, junto a uno de sus mortífagos más cercanos.



-Nos vamos Frank.



Dijo Rabastan fríamente. Frank asintió con un suspiro, se viró hacia James y lo abrazó.



-¿Te volveré a ver?



James miró a Voldemort, luego volvió a mirar a Frank.



-No lo sé.



Frank asintió y se inclinó a tomar a su hijo del corral, pero antes tomó a Harry y le dio un beso en el rebelde cabello, idéntico al de James.



-Hasta pronto pequeño.



Se despidió de él y tomó a Neville, para seguir a Rabastan.



***



Sirius mandó las órdenes de Lucius de paseo, y se decidió a salir de la recámara que tenía prohibido abandonar, a menos que Lucius necesitara o quisiera que Sirius lo acompañara a algún lado. Lucius le había dicho expresamente, que no quería que ese día saliera de la habitación, y que lo espera en la cama, que volvería pronto. Sirius casi siempre hacía lo que Lucius le mandaba, para evitar problemas con él, pero de vez en cuando hacía pequeñas cosas que eran un claro desafío, para recordarle a Lucius que su espíritu aún seguía vivo e intacto, y que él seguía siendo el rebelde Sirius Black.



Pero desde hacía unos 30 minutos, Sirius oía un llanto que no cesaba, así que cansado de él salió de la habitación y lo siguió hasta averiguar de dónde venía. Procedía de la habitación del pequeño Draco Malfoy, el unigénito de Lucius y Narcissa Black. Narcissa había sido su prima, mas la guerra había extinguido la vida de la preciosa rubia que como toda Black, tenía los ojos grises y las facciones elegantes.



Sirius sólo había visto una vez al pequeño Draco, y había sido en el funeral de Andrómeda, la prima favorita de Sirius y la segunda hermana de Narcissa. Dudó un momento en entrar a la habitación, pero el llanto desesperado del niño hizo que Sirius se decidiera a entrar.



Al entrar a la habitación donde las paredes y el techo simulaban un cielo azul surcado por snitch, quaffle, bludger, nubes y escobas, vio a dos desesperados elfos domésticos que intentaban tranquilizar al pequeño de año y medio, la edad que tenía su ahijado Harry Potter.



-¿Señor Sirius, que hace aquí?



Preguntó uno de los elfos, de hecho el elfo era Sango, el que lo atendía a él mismo.



-El llanto del niño me alertó, Sango ¿Qué le sucede a Draco?



-Sólo tiene una rabieta, y en estas condiciones sólo el amo Lucius lo puede tranquilizar, pero el amo Lucius no está.



Dijo Sango con una reverencia.



-Retírense, déjenme ver si lo puedo tranquilizar. Tengo un ahijado de su edad y sé bastante de tranquilizar rabietas - Dijo Sirius y añadió mentalmente - Aunque para esto Frank y James son mucho mejores que yo.



Con paso firme se acercó a la cunita y sacó al precioso bebé de año y medio rubio, sonrojado por tanto llorar.



El bebé calló por un momento mirándolo con curiosidad, pero al no reconocerlo se puso a llorar nuevamente a pleno pulmón, gritando una de las pocas palabras que conocía "Papi".



Sirius se sentó con calma y paciencia en la mecedora, y comenzándose a mecer suavemente, empezó a cantarle al pequeño una canción de cuna con su preciosa voz de tenor. En menos de tres minutos, el pequeño Draco había quedado en silencio, mirando con adoración al hombre de ojos grises, chupándose un dedo y con la otra mano tomando un mechón del cabello negro casi tan largo como el de su rubio padre.



Cuando media hora después llegó Lucius Malfoy y no encontró a Sirius en sus habitaciones, llamó a los elfos y les exigió saber el paradero de su amante. Los elfos le dijeron asustados que el niño Draco había tenido una rabieta y Sirius se había hecho cargo, tranquilizándolo.



Lucius se sorprendió, desde la muerte de Narcissa nadie, con excepción de él, había sido capaz de controlar una rabieta de su hijo. Fue al cuarto de su hijo con toda la intención de castigar a Sirius por desobedecer sus órdenes y encargarse de Draco. Ya se imaginaba al pequeño con cinta adhesiva en la boca para callar su llanto o con un hechizo silenciador, se estremeció al pensar en esas imágenes, y con lo demente que era Sirius lo creía capaz.



Pero al entrar en la habitación de Draco, lo recibió la imagen más tierna que hubiese visto en sus veintiocho años, Draco dormía tranquilamente con una sonrisa dulce, con un dedo en la boca y con la otra mano aferrado a la túnica de Sirius, quien tenía la cabeza apoyada en el respaldo de la mecedora y dormitaba tranquilamente, con el niño bien agarrado en sus fuertes y esbeltos brazos.



Lucius no supo por qué, pero la imagen de Sirius embarazado, con un crío en los brazos y Draco agarrado a una de sus piernas se le vino a la cabeza, turbándolo. Sirius era sólo su amante y nada más, o al menos de eso se trató de convencer él mismo.



***



Remus miró feo a Severus.



-No, beberé eso Severus Snape.



Severus lo miró con fastidio sentándose en la cama junto a Remus.



-Vamos Remus, no te pongas como un chiquillo, bebe esta pócima.



-Pues entonces dime de qué es.



-No seas curioso, es algo para tu propio bien.



-Me niego a beber ese brebaje hasta no saber qué demonios es.



-De acuerdo, pero yo pensaba llevarte a ver a tu querido amigo Sirius esta noche cuando fuera a cenar a casa de Lucius, pero si tú no quieres no hay problema.



Dijo Severus levantándose de la cama. Obtuvo la reacción que esperaba.



-¡Espera!



Exclamó Remus. Severus se viró hacia él.



-¿Sí?



-¿Hablas en serio? ¿Me llevarás a ver a Sirius si me bebo eso?



Preguntó con los ojos brillantes y las manos temblorosas. Severus asintió. Remus suspiró.



-De acuerdo, tú ganas, la beberé.



Dijo Remus con amargura. Amargura que a Severus no le importó, pues estaba seguro que con el tiempo Remus se acostumbraría a esa vida, sobre todo cuando la pócima que había creado contra la licantropía de Remus funcionara. Remus hizo un gesto de desagrado al terminar de beber la pócima y abriendo un cofrecito que estaba junto a la cama, sacó un chocolate que se zampó completo, para matar el sabor de la pócima. Severus sonrió ante ese gesto y sentándose en la cama atrapó los labios de su amante en los propios, Remus se separó con un sobresalto.



-Dijiste...



-Luego, ahora tengo hambre de ti.



-Pero...



-He dicho luego, Remus.



Dijo Severus con firmeza besándolo en el cuello. Remus se sintió molesto por el tono, pero en seis meses había aprendido que con Severus, sólo contaban dos cosas: su propia opinión y su propia opinión. Así que se dejó hacer con renuencia, aunque después de seis meses, Severus conocía a la perfección los puntos sensibles del lobito, los puntos que lo hacían reaccionar.







Continuará...

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