CAPÍTULO 2: BENDITA GENÉTICA. ¡NO TOQUEN A MIS HIJOS!
Konoha era una de las más prestigiosas escuelas de la ciudad. Ciertamente había estudiantes de todos los niveles sociales, pero también era sabido que asistían hijos de familias muy importantes.
-¡Buenos días, Allen! –entró Naruto de golpe
-Buenos días, Naru –sonrió-. Ahora sí llegaste puntual.
-Jejeje, es que mi Otou-san me trajo. Dijo que no quería arriesgarse a que cayera en alguna alcantarilla.
Se pusieron a limpiar el salón. Al poco rato llegaron los gemelos Hyuuga, Hinata y Neji.
-Qué tal, chicos –saludó Neji
-Ho-Hola –sonrió la tímida Hinata
-¡Hola, Neji, Hinata-chan! –saludó el rubio, provocando que su amiga se sonrojara
Sí, Naruto era doncel, pero eso no impedía que le gustara a la chica.
-Y recuerda, Ed-chan, si alguien te molesta, nos llamas y el infeliz no volverá a entrometerse –decía Sai
-Gracias, nii-san, pero puedo defenderme solo.
Llegaron hasta el salón del rubio y éste miró a los mellizos.
-Bien, llegué sano y salvo, no necesitan también acompañarme hasta mi asiento –dijo, con un tic en el ojo
-¿Seguro? No confío mucho en ése mapache ojeroso –habló Sasuke
-No lo llames así –protestaron sus hermanos a la vez
-¿Tú por qué lo defiendes? –preguntó Ed- Creí que quien te gustaba era Naruto.
-Bueno, no negaré que él es muy lindo –respondió Sai
Sasuke se molestó, de modo que jaló al pelinegro.
-Nos vemos luego, Ed. Andando, baka.
-Auch, me lastimas, bastardo.
El rubio ingresó y fue a sentarse junto a su pelirrojo amigo.
-Vaya, ¿acaso el temible Gaara me hizo el almuerzo? –preguntó al ver el paquete en el asiento del otro
-Sueña, éste es de mi otouto, lo olvidó en casa.
-Era broma –se sentó, suspirando
-¿Otra vez tus hermanos?
-Sí, son muy complicados. A veces te envidio por no tener hermanos varones y un primo igual de sobreprotector.
-Pero a cambio tengo a un padre peor que todos ellos juntos y a un hermano menor medio alocado que debo estar cuidando, aunque no me quejo, si no fuera por Naru, seguro ya habría hecho algo que molestara a mis padres.
Iruka estaba en la sala de maestros cuando Roy llegó.
-Buenos días, Iruka-sensei.
-Buenos días, Roy-kun. ¿Cómo está tu familia?
-Excelente, gracias. Hanamichi parece muy contento en Estados Unidos.
-Me da gusto oírlo. Ah, sí, toma –le dio unos panfletos-. Repártelos entre tus alumnos, mañana habrá junta de padres.
-Entendido –los tomó-. Nos vemos, debo ir a dar una clase al salón de mi primo Gaara.
Mientras tanto en la universidad, Ban iba rumbo a su salón cuando vio a un grupo de chicos platicando. Sonrió al ver al rubio que estaba en medio.
-Entonces, Ginji, ¿vamos a la salida?
-Sí, Ginji-san, hace mucho que no vamos a comer juntos.
-De acuerdo, Shido, Kazu-chan.
-Hey, Ginji –alguien le tocó el hombro
-Ah, ¡hola, Ban-chan! –saludó con una linda sonrisa
Los amigos del rubio, Fuyuki Shido y Fuchoin Kazuki lo miraban con molestia. Sabían muy bien las intenciones que tenía el castaño con él.
-Serpiente tarada –dijo Shido
-Chico mono –sonrió con burla- y la niña de los hilos.
-También me alegro de verte, Ban –dijo éste con sarcasmo
Ginji sentía la tensión del ambiente, así que trató de aligerarlo... aunque no de la mejor manera.
-Ban-chan, los chicos y yo iremos a comer al rato, ¿nos acompañas?
-Claro, será un placer ir contigo –le sonrió con dulzura
-Ojalá que vayas a ahogarte –murmuró Kazuki-. Ah, ya sé, también le diré a Jubei y los demás.
Ban se molestó ante las caras de burla de los otros dos. Pero si iban a hacerlo sufrir, que estuvieran todos presentes.
-Ah, entonces también podríamos llamar a Kanda y Roy –sugirió el castaño, sonriendo con malicia
Él también tenía sus ases bajo la manga y no pensaba desaprovecharlos.
-Muy bien, la junta es mañana a las nueve en punto –decía Roy a sus alumnos -. No olviden decírselo a sus padres, ¿oíste, enano?
Edward apretó los puños con molestia.
-Sí, sensei. <<Grr, ¡desgraciado!>>
-Sensei, ¿deben venir ambos? –preguntó Gaara y lo miró con el ceño fruncido
Como sus papás eran grandes amigos, ellos se conocían de toda la vida. Y ya varias veces Gaara le había dicho que no molestara tanto a su rubio amigo, pero simplemente Roy parecía disfrutarlo.
-No, con uno que asista es suficiente. Bueno, comencemos con la clase de hoy.
En otro salón, Naruto y Allen comentaban sobre la junta.
-Espero que Otou-san vaya a venir puntual –dijo el peliblanco-. La última vez creí que mi Otou-chan lo asesinaría.
-Lo recuerdo, fue muy divertido. Iruka-sensei es genial, pero enojado da mucho miedo. Eh –buscó en su mochila-... Oh, no.
-¿Qué pasa?
-Olvidé mi almuerzo –contestó con pesar
-Tranquilo, conociendo a Gaara-senpai seguro que él te lo trajo.
-¡Sí! En el receso vamos con mi nii-chan y Ed.
A la hora del almuerzo en el jardín el pelirrojo y el rubio descansaban.
-Hn, ahí vienen esos dos –bufó molesto Gaara
-¡Ed-chan! –Sai lo abrazó y restregó su mejilla con la de él
-Auch, Sai, me lastimas.
-Ya déjalo, baka –miró al pelirrojo-. Mapache ojeroso.
-Uchiha estúpido –se observaron con odio
-¿Y a mí no me saludas, Gaa-chan?
-Te he dicho que no me llames así, pintor barato.
-¡Gaara-chan! –gritó Naruto, agitando su mano
-Hola, Naru. Aquí tienes –le dio su almuerzo-. Hola, Allen.
-Qué tal –les sonrió, pues se llevaba bien con todos los presentes
-Gracias, Gaara-chan, ¡eres el mejor!
-Tan olvidadizo y torpe como siempre, dobe.
-¡No molestes, Sasuke-teme!
-Oh, Naru-chan –Sai le sujetó la mano-, disculpa los pésimos modales de mi onii-baka, te aseguro que yo no soy como él.
-Eh... qué bien, Sai... creo.
-¡Déjalo! –los separó Gaara- No quiero que le pegues tus malas mañas a mi otouto.
-Gaa-chan, no te pongas celoso –sonrió pícaro-. Yo sólo tengo ojitos para ti y lo sabes.
-Agradece que seas hermano de Ed, ¡o ya te habría roto la cara!
Al finalizar las clases, Allen iba caminando a su casa. De pronto chocó con alguien.
-Auch, lo siento mucho.
-Fíjate por dónde vas, moyashi.
-¡Bakanda! ¡Te he dicho que mi nombre es Allen!
-Trataré de recordarlo cuando seas unos veinte centímetros más alto.
-¡Eres detestable! –lo pateó
-Auch, sé más cuidadoso –se sobó-. Así ningún varón te querrá.
-Para tu información hay muchos que quisieran que al menos los mirara.
Kanda se molestó, pero lo disimuló excelente.
-No tengo tiempo que perder, soy alguien ocupado –le puso una mano en la cabeza-. Cuida que no te roben, moyashi.
-¡Maldito Kanda, te odio!
De esa manera llegó un nuevo día. Y en la casa de cierto escritor Shuichi estaba listo para irse.
-Creí que hoy no darías clases –comentó Yuki
-Hay junta en la escuela de los chicos –le respondió y un tic apareció en la ceja del rubio.
-Espera un momento, iré contigo, baka.
En Konoha ya estaban muchos padres reunidos. Aquél lugar no sólo era una escuela, también servía para que las familias consiguieran un buen prometido o prometida para sus hijos. Claro, existían cuatro parejas que jamás les impondrían a sus niños un compromiso, sino les darían la libertad de escoger... a su debido tiempo, por supuesto.
-Hola, Itachi-sama –saludaba un hombre-, ¿y su esposo?
-Hola. Tenía asuntos que atender y no pudo venir.
Yuki llevaba de la mano al pelirosa. Odiaba la forma en que se comían con la mirada a su esposo.
-¡Hiro! –éste corrió para abrazar a su mejor amigo
-Qué tal, Shu, siempre tan efusivo.
-Hello, Pink boy, luces bien –sonrió K
-Jejeje, gracias. ¿Vienen por el papeleo del intercambio de Hana-kun?
Ambos asintieron.
-Yuki, ven a saludar –ordenó a su pareja
De mala gana Yuki se acercó. Minutos después los dejó porque fue al baño. Cerca de ahí miró a su rubio hijo hablando con Neji.
-Mira, ése es el chico del que te platiqué –escuchó que decía un jovencito
-Vaya, es toda una lindura –silbó otro
-Afortunadamente no lo han comprometido.
-Cofcof –ambos chicos voltearon, encontrándose con un furioso escritor-. ¿A quién rayos llamaron lindura?
-¡Otou-san! –gritó Naruto al verlo y corrió a abrazarlo- No sabía que ya estaban aquí.
Los otros dos chicos salieron huyendo. Hoy aprendieron una valiosa lección: el famoso Yuki Eiri era un padre sumamente celoso.
Un rato después comenzó la junta. Iruka estaba molesto porque su querida pareja todavía no llegaba.
-Han habido algunas quejas de alumnos avanzados molestando a donceles y mujeres más jóvenes –hablaba Roy-, pero ya me encargué personalmente de solucionar ese problema.
Algunos sudaron. Sabían que aquél hombre era de temer.
-Lo siento, pero una ancianita se atravesó en mi camino.
-¡Ya era hora, Kakashi! –lo golpeó Iruka- ¡Ahora ve a sentarte!
-Qué malo, Iru-chan, me dolió.
El peligris saludó a los Uesugi y fue a sentarse junto a su viejo amigo Itachi.
-Te lo tenías bien merecido –se burló el pelinegro
-No molestes, deberías estar de mi parte.
Luego de algunas observaciones más, la junta terminó y los padres comenzaron a retirarse, otros platicaban entre ellos.
-¡Hola, Itachi-kun! –saludó el pelirosa
-Hola, Shuichi-san, Eiri-san –saludó con una sonrisa-. Gracias por haber atendido a mi Ed-chan el fin de semana.
-Fue un placer, es un chico muy simpático.
-Yuki-sensei –habló Kakashi-, ¿cómo va con el manuscrito?
-Me falta poco –suspiró-. Espero terminarlo esta semana.
Algunos padres los observaban platicar.
-Tal vez el rumor sea cierto. Dicen que los hijos Uesugi serán comprometidos con los chicos Uchiha.
-Espero que no. Yo quiero a uno de ellos para mis hijos.
Varias horas después Hiroshi estaba sirviéndole comida a Roy cuando a la casa entraron Ban y Ginji, riendo.
-¿Y ustedes por qué vienen juntos? –preguntó K apareciendo tras ellos
-Ahh, K-san –Ban sudó nervioso-. No pensé que estuviera aquí.
-Hoy descansé, Ban-kun –sacó un arma-. Well, habla, ¿por qué venías en compañía de mi niño?
-Otou-san, tranquilízate –pidió el rubio-. Nos encontramos afuera del edificio, él viene a ver a Roy.
-Cierto, hoy íbamos a salir –recordó su hijo mayor
-K, deja de molestar a los chicos y mejor ayúdame en la cocina.
-Pero Hiro-chan...
-Nada de peros –se lo llevó jalando
-Podrías haberme ayudado antes –se quejó Ban con sarcasmo
-Es divertido ver cómo te amenaza –sonrió su amigo-. Tú tienes la culpa por acercarte a su Ginji-chan.
Ambos se sonrojaron levemente.
-Yo... t-tengo tarea que hacer, los dejo para que platiquen –dijo el rubio y se fue
Ban lo miró alejarse, luego volteó con su amigo.
-¿Tenías que espantármelo?
-Oye, te dejo acercártele, pero nunca he dicho que permitiré que salgas con él. Todavía no me convences.
-Que K-san no te oiga decir eso, no quiero dejar viudo a Gin antes de tiempo.
En definitiva, no hay nada peor que un padre celoso. Especialmente cuanto tiene todo un arsenal de armas listas para usarlas en tu contra.