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EL RIESGO DE AMAR por AICEN

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Notas del capitulo:

Bueno, aquí va un capitulo más.

Por cierto, en esta historia Camus va a ser más mayor que Aioros, al de acuario le voy a poner 30 años y al de sagitario 27.

Gracias por los reviews.

Y si en algún momento se nota demasiado que no estoy muy ilusionada con este relato espero que me disculpeis, se me esta notando que se me ha atascado la de EL ELEGIDO y no consigo concentrarme en esta.

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Cinco años habían pasado desde que se marchasen del santuario, cinco años en los que la suerte les sonrió a los dos.

Después de ver la magnificencia de Roma, la belleza de Venecia y Florencia, la isla de Capri, las ruinas de Pompeya, llegaron a la ciudad de Bérgamo, y se instalaron allí. Las gentes que habitaban en aquel lugar eran muy amables, y les recibieron con cariño.

Muy pronto se enteraron que un pequeño grupo de chicos de diferentes nacionalidades, iba a abrir un pequeño hotel restaurante en aquel lugar, y que necesitaban ayuda. Cuando Aioros y Camus se ofrecieron a trabajar con ellos y a formar parte del negocio, les recibieron con los brazos abiertos.

Fueron muchos los días que costó encontrar un buen lugar, y muchos meses de trabajo en el que acababan tan agotados por la noche, que más de una vez se quedaban dormidos con la ropa puesta.

Pero mereció la pena, ahora tenían un pequeño hotel con capacidad para cien personas, el edificio era muy hermoso, la fachada era de color blanco, y habían pintado algunos detalles en un bello color verde que le daba un bonito contraste, las habitaciones eran amplias, todas decoradas con muebles tallados a mano por ellos mismos, y las camas vestidas con sabanas blancas, mantas suaves y calientes y unos hermosos cubres de colores rosados al igual que las cortinas, luego estaba el restaurante, con una amplia cocina, y un comedor con chimenea, las mesas eran redondas, cubiertas con manteles de color verde y servilletas de color amarillo, todo era perfecto.

Eran diez jóvenes en total trabajando y manejando aquel sitio, encargándose todos de la limpieza, de las cuentas, de la cocina, de todo lo que fuese necesario. El restaurante muy pronto se hizo famoso y reconocido, ya que su menú variado y el que ofreciese comidas típicas de diferentes nacionalidades, era poco común en aquel lugar.

Camus aportaba el toque francés, era uno de los que más se encargaban de la cocina y de la recepción, Aioros aportaba lo griego, no era muy amigo de cocinar, pero la gente le adoraba como camarero, su simpatía y su buena educación le hacían uno de los más queridos.

A todos les había costado aprender el idioma propio de aquella patria, pero también tenían a su favor, el poder comunicarse con los diferentes turistas que allí se alojaban.

Luego estaban los otros ocho chicos, que muy pronto se habían convertido en amigos.

William era escocés, un chico regordete y de mejillas rosadas, con un cabello que de tan claro que era no se sabía si era rubio o de color blanco, aunque aquel chico llevaba gafas, tenía unos bonitos ojos de color verde, Will como le llamaban todos, con treinta y siete años era uno de los más mayores del grupo, y su carácter sencillo y tranquilo, era uno de los más apreciados.

Luego estaba Takesi, un japonés medio loco que no paraba quieto ni un segundo, parecía que aquel chico bajito, de ojos negros y pelo tintado de rojo, se había tomado una gran dosis de alegría, y hablaba tan sumamente rápido, que los demás por costumbre, le decían que si a todo porque realmente muy pocas veces entendían algo de lo que les decía, Takesi era uno de los que armaba fiesta para entretener a los clientes, y siempre terminaban o bien aplaudiendo, o llorando de la risa ante las ocurrencias de aquel chico de veintiún años.

Luego estaba Oskar, un alemán al que todos llamaban “el jefe” porque siempre terminaba sus frases diciendo “porque lo digo yo”, y por algún extraño motivo, siempre le hacían caso, tenía un cuerpo demasiado musculoso, y era enorme comparado con los otros, unos pequeños ojos de color avellana y un corto cabello de color rubio, a pesar de todo, Oskar era un buenazo al que se le podía pedir prácticamente cualquier cosa, y siempre te contestaba con una sonrisa, tenia veinticinco años, y le encantaba cuidar del jardín que rodeaba el hotel.

Luego los hermanos Jack y Brad, de América, el primero era el mayor de los dos, un hombre bastante serio que se ocupaba de todo lo relacionado con los números, su cabello pelirrojo le llegaba por la cintura y tenía los ojos de color dorado, tenia veintisiete años, tres más que Brad, que con veinticuatro, era el seductor del grupo, y era una belleza. De piel pálida y ojos amatistas, había heredado también un cabellos pelirrojo que llevaba corto salvo el flequillo que siempre le tapaba los ojos, era más alegre que su hermano, y se llevaba de calle tanto a hombres como a mujeres con ese carácter suyo.

Después de los hermanos, estaba Ewan, un australiano de carácter aventurero y despistado, siempre lograba o bien perderse él o bien perder alguna cosa, una vez, tuvieron que buscar entre todos el coche de un cliente, porque Ewan no recordaba donde lo había aparcado, pero cuando se ponía serio, era uno de los mejores dando consejos y aportando nuevas ideas para mejorar el hotel, eso sí, para preservar la salud de los clientes y de ellos mismos, a ese hombre de treinta años no le dejaban acercarse a más de un centímetro a la cocina, ya que sus comidas eran… bueno, solo con verlas preferías mantenerte en ayunas.

Giovanni o Gio como le llamaban, era el único italiano del grupo, un tipo delgaducho y declarado gatico, con un carácter bastante peculiar que a Aioros y a Camus les recordaba demasiado a Death Mask, pero a pesar de las bromas, de algunas palabras groseras y de su sarcasmo, Gio era el que más se preocupaba por sus compañeros, si enfermaban era él quien los cuidaba, si se sentían tristes ese hombre de veintiocho años era quien les escuchaba y apoyaba, llevaba el pelo teñido de morado oscuro, largo hasta debajo del culo y siempre llevaba las gafas de sol en la cabeza a modo de diadema, tenía unos profundos ojos azules, y a pesar de siempre iba vestido de negro o de colores muy oscuros, los clientes lo aceptaban con una sonrisa, una de las ocasiones, fue cuando un grupo de música Heavy se registro en el hotel, Gio se hizo tan amigo de ellos que le regalaron varias prendas de ropa e hicieron un pequeño concierto improvisado para ellos.

El último era Marcos, un español alegre y bromista que odiaba que le hablasen de dinero, tenía treinta y dos años, el pelo castaño cortito y los ojos marrones, un gracioso acento al hablar, y le encantaba estar en la cocina, Marcos también era uno de los seductores del grupo, es cierto que por cumplir le hacía alguna que otra gracia a las señoras, pero se le notaba a la legua que lo que le gustaban eran los chicos, al contrario que Gio, el español siempre iba vestido con ropas alegres y coloridas, en ocasiones bastante femeninas, pero todos aceptaban aquella faceta del muchacho, se respetaban los unos a los otros, y si tocaban un tema incomodo, rápidamente pedían perdón y cambiaban de tema.

Fue así que dejaron de preguntar de donde se conocían Camus y Aioros, ellos se limitaron a contestar que habían trabajado juntos, cuando sus compañeros notaron que se sentían incómodos, dejaron ese tema.

Aquella mañana, Marcos y Camus estaban preparando el desayuno para los clientes, mientras que Aioros, Gio y Takesi limpiaban las zonas comunes, Ewan y Oskar se encargaban del jardín.

William y Jack se encargaban en ese momento del comedor, como Brad había hecho la guardia nocturna aquella noche, ya que todos lo hacían por si algún cliente necesitaba algo, el menor de los americanos, había desayunado rápidamente y se había retirado a dormir a su habitación.

-oye Camus-dijo Marcos.

-¿puedo hacerte una pregunta?.

-claro, dime-respondió.

-¿tú y Aio… bueno ya sabes… sois pareja?-dijo el español.

-no Marcos, no lo somos-respondió el de acuario.

-verás, Aioros y yo vivíamos en un lugar bastante grande, con otros doce hombres, uno de ellos era el hermano pequeño de Aioros, pero allí… no éramos muy bien recibidos, y él y yo, apartados del resto nos hicimos buenos amigos.

-¿Aio tiene un hermano?-preguntó Marcos.

-no se hablan desde hace un tiempo, veras… ¿recuerdas que hace dos años y medio Aioros cayó en un estado bastante lamentable?-dijo Camus.

-sí lo recuerdo, estaba deprimido a más no poder-contestó el español.

-veras, allí teníamos una… “jefa”, que nos quería muchísimo, con ella es con la única que mantenemos el contacto, hace dos años y medio, nos informó de que el hermano de Aioros, que se llama Aioria, se había casado, y que él había pedido explícitamente que no fuésemos al enlace-dijo Camus.

Y lo que decía era verdad. Saori les mandaba noticias del santuario de vez en cuando, manteniéndoles al corriente de cómo se encontraban sus compañeros, las leían por costumbre, aunque realmente no les interesaba mucho saber de ellos.

Cuando creían que habían superado el dolor que les provocó la boda de Saga y Shura, recibieron la noticia de que el de capricornio estaba esperando un hijo o hija, aquello les hizo recaer de nuevo a los dos, tuvieron que volver a dormir juntos durante un mes por que eran incapaces de estar solos, y también tuvieron que disculparse varias veces con sus nuevos compañeros, porque andaban demasiado distraídos y no hacían bien su trabajo.

Luego llegaban buenas noticias empañadas de cierta tristeza, les anunciaban la boda de Shion y Dokho, ellos estaban en plena faena de inaugurar el hotel y tuvieron que excusarse con los novios por no poder asistir al enlace, también supieron que después de la boda, Shiryu había ocupado su lugar como caballero de oro de libra y ahora Dokho vivía en el templo de Shion, enseñando a los niños más pequeños, las nuevas generaciones como él las llamaba.

Y finalmente llego aquella carta, en la que la diosa les pedía mil y una veces perdón y se lamentaba por el comportamiento del caballero de leo.

Aioria y Shaka se habían casado, y el de leo pidió expresamente, que nadie se molestase en avisar a “esos dos” para que vinieran a estropearle la boda, cuando la diosa le había comentado que aunque ya no fuese un caballero de oro Aioros seguía siendo su hermano, Aioria le contentó con un “tenía un hermano, señora, tenía”, hablando de él en pasado y con tono de desprecio.

Aquello destrozó a Aioros, que literalmente permaneció encerrado una semana en su cuarto, sin admitir la presencia de nadie salvo la de Camus, cuando el de acuario consiguió que Aioros se recuperase, ambos decidieron mandarle una educada carta a su diosa, comunicándole que aunque agradecían el que les mantuviese informados, preferían que solo se comunicase con ellos si era en caso de extrema necesidad, la carta sobre la boda de Aioria y Shaka, fue la última noticia que recibieron del santuario, ahora, dos años y medio después, no sabían absolutamente nada de ellos.

No querían saber absolutamente nada del hijo o hija que ya habrían tenido Saga y Shura, decidieron enterrar ese tema para siempre, y empezar a abrir sus corazones poco a poco al resto del mundo.

Era una tarea difícil olvidar a quien se ama, y ellos a pesar del dolor, y de cómo les habían tratado, seguían enamorados tanto del de géminis como del de capricornio, pero ahora tenían unos nuevos amigos en los que poder confiar, ahora esos nuevos compañeros les ayudaban a seguir adelante, e indiscutiblemente Aioros y Camus se seguían teniendo el uno al otro, su amistad era más fuerte que cualquier otra cosa, era lo más importante para ambos, y estaban dispuestos a seguir ayudándose mutuamente hasta que recuperasen toda la felicidad que les había sido negada.

 

Notas finales:

hasta el proximo


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