Estando en las oficinal de telefonía “Konoha” haciendo fila para pagar la mensualidad de mi celular, llega este señor, de unos 45 años, con un cuerpo bien formado, cabello negro y largo, ojos color perlas, y lamentablemente con un anillo de casado en su mano izquierda. Estaba justo detrás de mí y en lo que pasaba el tiempo me imaginaba teniendo un encuentro privado con este señor. “Me poner un poco de ese sueño imaginario pero candente” y estaba tan ensimismado en mis pensamientos calientes, que no me di cuenta cuando me hablo por primera vez.
- ¿Qué?
- Disculpa que te moleste, pero no tienes una pluma.- dijo el oji-perlas.
Le entregue una pluma que afortunadamente traía, y mire como esta realizando un cheque para pagar con él.
- Eres del interior del país.
Así empezamos a conversar sobre la situación política, económica, los costos del servicio del celular pero lo importante que era tener uno, y así tranquilamente platicando pasaban los minutos; la fila iba avanzando y en un momento sentí que su cuerpo se acercó demasiado al mío y sentí su miembro en mis nalgas (acto seguido me dio un escalofrío de la excitación), él se dio cuenta y nuevamente reiniciamos la conversación.
Como tenía los brazos a la altura de su miembro él se acercó y hacía movimientos suaves sobre mi mano, mientras que miraba a todos lados con mucho temor; pero él lo hacía tan natural que no parecía preocuparse.
- ¿Eres casado?
- Si, es mi segundo matrimonio y hasta ya tengo nietos. –decía mientras miraba el anillo en su dedo anular.
- Pues te ves muy joven para ser abuelo. – dije sonriéndole.
- Y tú.
- Comprometido y con planes de boda.
- Pues te aconsejó que lo pienses muy bien antes de “encarcelarme”. – dijo.
Así seguimos intimando mucho más, hasta que lamentablemente llegó mi turno e hice el pago correspondiente, me despedí y ya en el estacionamiento esperé a que saliera, duré aproximadamente 5 minutos cuando al fin lo vi llegar a su carro.
- ¿Qué vas hacer?- preguntó el oji-perla.
- Pues no tengo ningún plan.
- Te invito a mi casa para que siguiéramos hablando sobre política.- dijo el mayor y eso me sorprendió por lo de su esposa.
- Está bien, te sigo.
- No te preocupes, mi esposa está en Yokohama por una semana visitando a nuestra hija menor y estoy soltero.
Aquello me pareció una insinuación a la franca y le seguí hasta su casa. Cuando por fin llegamos, él muy amable me ofreció de todo, pero me sorprendió un poco algo que me dijo.
- Sabes tengo mucho calor, así que me voy a dar una ducha.
- Bueno, aquí te espero viendo un poco de televisión.
Es que aunque no parezca soy un poco tímido para dar el paso. Al momento escucho que me llama y voy al baño, allá estaba en la ducha y me pidió que le enjabonara la espalda que su esposa siempre lo hacía.
Ya aquello pasaba de ser una ilusión a una realidad, ni tonto ni perezoso tomé el jabón y comencé a enjabonarle la espalda, entonces me pidió que lo acompañara, me desvestí y ambos nos enjabonábamos y comenzamos a besarnos, el agua corriendo por nuestros cuerpos y nuestros miembros erectos a punto de explotar.
Él me pidió que me arrodillara y comencé a chupárselo (su miembro era perfecto), mientras se lo chupaba con el dedo le fui frotando su culo y gemía de excitación. Luego de una intensa chupada se vino en mi cara y me dio las gracias. Aún no me venía ni había recibido de su parte muestras de reciprocidad; pero no le dí mucha importancia a esta situación y él salió de la bañera, comenzó a secarse y luego me secó.
Recogí mi ropa y me estaba vistiendo y él con cara de asombro me dijo:
- ¿Porqué te viste? aún falta la mejor parte.
Me llevó a su alcoba (vi la foto de su familia en la mesita de noche y de verdad que sentí envidia), me recosté en la cama boca abajo y él tomo una crema, comenzó a darme un masaje por todo el cuerpo, sentía sus manos fuertes en mi espalda, luego recogía con sus dedos mis piernas y la piel se me ponía de gallina, entonces me pide que me ponga boca arriba, comenzó chupándome las tetillas y luego bajó con su lengua hasta llegar a mi miembro, sentir su barba rozando con mi pelvis fue algo único e inolvidable; me dio la mejor mamada que me hayan podido hacer en mucho tiempo.
Luego que me vine nos quedamos abrazados por un largo tiempo y dormitamos por una hora.
Al despedirnos intercambiamos números de teléfonos y me dijo:
- Hasta el próximo viaje de mi mujer.